sábado, 18 de julio de 2009

UNA CALLE DESIERTA, UN HOMBRE CAMINANDO - ENSAYO DE JUVENTUD 3


UNA CALLE DESIERTA,
UN HOMBRE CAMINANDO
19 de agosto de 1970

©Giuseppe Isgró Cattafi


Una calle desierta. Un hombre caminando con lento paso y erguido, cual si mientras caminara fuera pensando en un profundo motivo. Un hombre extraño por su aspecto insólito, traje claro, barba larga y mirar fijo. Va caminando calle tras calle, como si la ciudad dejar quisiera pronto. Mientras se aleja se va acercando al campo también desierto de seres humanos, pero poblado de otros seres, de otra vida. Mientras su paso lento continúa, llegando va a una casa mediana, de aspecto austero, tipo campestre. Llega, abre la puerta y entra. Enciende una lámpara grande, iluminando un interior inesperado y sorpresivo a todo mirador externo que llegara, entrara y observara. El cuadro no puede más que asombrar si uno entrara por vez primera.
Aquella casa sola, de aspecto humilde y sobrio, en el campo profundo del silencio opaco, donde nadie pensar llegaría que a sus paredes adornan grandes estantes de libros varios. Libros de todas clase, filosofía, psicología, ocultismo, espiritismo, teosofía, budismo zen, taoismo, sufismo, clásicos, ensayos, historia, etc.


Un hombre solo en aquella apartada casa en la soledad del campo, rodeado de libros, devorando horas de intenso estudio, escribiendo luego versos, ensayos científicos y filosóficos,  que publica con sonoros  pseudónimos. Cual si quisiera realizar la lúcida idea del sabio Alexis Carrel, de la necesidad de aislarse algunos hombres en intenso estudio, para, en determinado tiempo, compendiar un estudio amplio del hombre.
-¿Quién era aquel hombre, extraño hombre? Su aspecto imponente, su mirada fija, su tez luminosa, su andar firme algunas veces, cabizbajo otras, devorando libros en su extraña casa, hacían preguntar a un supuesto observador: -¿Quién era ese extraño hombre?
Era un hombre sabio quizá. Un psicólogo innato. De día estudiaba en los libros y la naturaleza, con íntimo contacto; de noche estudiaba la ciudad, la gente, mientras ésta dormía. Con la soledad del sueño en la presencia física y la desdoblada compañía de entes invisibles a los opacos sentidos, pero manifiestos al que se ha dado en llamar “Sexto Sentido”.
Mientras estudiaba la ciudad en las desiertas calles, con su imaginación viva y vibrante su saber refinaba. Por eso, en las noches caminaba por las desiertas calles, sosegado, meditabundo, mientras activaba la circulación sanguínea, como lo hacen los sabios hombres en sus largos paseos, que mucho caminan: Mientras caminan piensan. Mientras piensan aprenden. Mientras aprenden perfeccionan su saber.
Cuantas noches observamos en altas horas, por las desiertas calles, algún solitario hombre. Algunas veces un bohemio, otras veces un hombre serio, tranquilo, con paso lento, cual si sereno fuera pensando un motivo desconocido.
Nuestro hombre, solitario hombre, por las desiertas calles, fue escribiendo sus más importantes versos. Mientras caminaba se inspiraba en las luminosas estrellas del estrellado firmamento de moradas sin fin. Se inspiraba en las mansiones suntuosas. En las casas humildes, de los humildes hombres de los rústicos hogares. En las calles que requerían reparaciones, y las avenidas mayor cantidad de árboles. Mientras pensaba se inspiraba, escribía poesías, versos sentidos de la sentida vida de un hombre solo por las sosegadas calles desiertas de la vida. En el eterno retorno hacia la Divinidad, cada ser es el caminante y el camino hacia la eterna fuente. A un cierto momento percibe que es, también, la Fuente. Hay tantos caminos hacia la Verdad Universal como seres existan en los cuatro reinos naturales. En cada uno de esos caminantes, y caminos, se puede observar la presencia acompañante, y vigilante, como pedagogo y eterno motor volitivo, del Ser Universal, Divinidad inmanente en cada ser.
Hay muchos hombres por el mundo como nuestro personaje que por los desiertos caminos de la sabia vida solos caminan. Algunas o muchas veces incomprendidos. En su soledad parecen aprehender la inmensidad sublime, mientras más comprenden que el hombre solo, aislado, poco hacer puede para ayudar al mundo a renovar su faz. El común de los seres desperdician preciado tiempo, desechando las casi desiertas calles que en la tierra conducen a la sabiduría.

Empero, esa soledad es aparente. En la conexión con el infinito, todos los seres suelen vivir en conexión con todos aquellos que al unísono vibran en las mismas ondas de pensamientos, en la afinidad de ideas y propósitos.
Pese a las distancias inmensas que físicamente les separan, espiritualmente se transmiten contenidos mentales que constituyen los adelantos que van alcanzando, cada quien por su lado. Por efecto de la resonancia magnética van influyendo en la conciencia colectiva, estimulando niveles más elevados de progreso, en los cuatro reinos naturales.
Solos, aislados en sus propios ambientes, conectados con sus iguales en apartados y lejanos mundos, en sus niveles forman armoniosas esferas mentales, y un todo, que constituyen campos de fuerzas magnético-espirituales, estados de conciencia y estaciones o grados de sabiduría.
Uno y otros se van retro-alimentando reciprocamente. En cada área de las actividades humanas los que alcanzan la excelencia en sus conocimientos y actividades, conforman lo más excelsos representantes aportando el efectivo servicio, y realizan las obras geniales que sostienen, silenciosamente, al mundo, o cada uno a su respectivo mundo.
 Todos son instrumentos de la Divina Voluntad que los va utilizando para resolver las situaciones que precisan atención prioritaria.
Es la Providencia Universal que actúa y utiliza al más apto, en cada caso. Pero, en todos los niveles, no hay nadie que deja de ser utilizado, siempre y cuando, voluntariamente quiera brindar su aporte.
 Quien así no lo hiciere, por la ley de la necesidad, la vida le encarrila de una u otra forma, ya que todos precisan expresar su poder creador potencialmente infinito. El mecanismo que la ley cósmica utiliza es el de las necesidades, regido por la ley de causa y efecto.
A medida que cada quien va afrontando necesidades de mayor envergadura, expresa en ese mismo nivel y en forma equivalente, el poder que requiere y el conocimiento que precisa, por intuición, por inspiración o por el cultivo de un arte cualquiera, en su respectivo caso.
 Pero, siempre que el ser afronta alguna necesidad, en el grado que fuere, dispone del poder y del conocimiento suficientes para resolverla y aprovechar la oportunidad inherente que la vida le va brindando silenciosamente, en la quietud de la conciencia. Las inquietudes según los tiempos rigen el mecanismo de las necesidades.
Cada quien experimenta su necesidad inherente según el aprendizaje que precisa, y en esa interacción de seres que precisan el aporte de otros para satisfacer sus propias necesidades y resolver las propias situaciones inherentes, se van formando los grupos armónicos, afines, de cooperación, por la ley de la oferta y de la demanda. Con gran agudeza, Jean-Baptiste Say acuñó la ley que expresa: -"Toda oferta genera su propia demanda"; y por ende, toda demanda, su propia oferta.
Es el trabajo silencioso del Gran Pedagogo Universal que por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales y la fuerza de empuje y la de bloqueo, se ocupa de educar a cada ser de los cuatro reinos naturales, y orientar sus respectivas acciones, al mismo tiempo, en todos los inmensos mundos del universo.
Una calle desierta. Un hombre caminando. Muchos hombres meditando.

 Publicado en el Diario la Prensa, 19 de Agosto de 1970. Puerto La Cruz, Venezuela.

miércoles, 15 de julio de 2009

¿Por qué necesitamos leer una hora diaria?


POR QUÉ NECESITAMOS LEER UNA HORA DIARIA?

Por Giuseppe Isgró C.

La lectura amplia y variada representa el elemento fundamental para el desarrollo psíquico e intelectual del ser humano.
Las condiciones de la vida moderna sustraen al hombre –y a la mujer- del desarrollo activo de sus facultades mentales y con frecuencia descuida el recurso más asequible: la lectura, para sustituirlo por la televisión, la cual en exceso atrofia los órganos de ciertas facultades mentales. Esto tiende a aminorar la capacidad de iniciativa y hace al individuo más dependiente de los demás. También cabe destacar que, durante la etapa estudiantil , merma la capacidad de aprendizaje.

El ser humano necesita una activa reeducación personal. Precisa enfocar, periódicamente, su atención hacia aquellos elementos que son indispensables para el logro de una personalidad dinámica y para la perfección de los conocimientos que permiten su evolución en la naturaleza y una mayor comprensión de las leyes que les rigen.

Vivimos en un mundo donde estancarse significa quedarse rezagados. No conocernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea es faltar a lo más sublime de nuestra condición de seres pensantes. –“Conócete a ti mismo”, dijo Quilón, el Lacedemonio. El hombre –y la mujer-, en la búsqueda de ese conocimiento lucha durante toda su existencia. La lectura y la investigación son el medio indispensable para la satisfacción de la necesidad que representa un mayor desarrollo cultural o intelectual y una visión más amplia del ser humano en la naturaleza.

¿Qué hace la lectura? Lo veremos a continuación. El cerebro humano está formado por unas doce mil millones –o más- de células llamadas neuronas, las cuales forman las diferentes áreas o centros direccionales (psíquicos) del mismo. Estos centros constituyen el mecanismo de control mediante el cual un ente llamado “psiquis” desempeña las funciones que nos caracterizan como seres pensantes y racionales. Al abordar el individuo los diferentes campos del saber humano, desarrolla activamente a estos centros o áreas psíquicas, cuyo desarrollo hace al ser humano más grande mentalmente, no tanto por los conocimientos adquiridos, sino por lo que el desarrollo en sí representa.

La lectura en sí representa para el cerebro lo que la gimnasia para el resto del organismo. La falta de ejercicio atrofia a los órganos y los degenera, perdiendo éstos capacidad para su funcionamiento normal. La manera de mantener activas y llenas de vitalidad a las neuronas cerebrales –y todo el aparato psico-mental- es mediante un período de lectura no menor de una hora diaria.

Esto contribuye, además, a la adquisición de una personalidad dinámica y definida.

Un axioma de Charles Darwin, dice: -“Toda necesidad crea el órgano y el hábito lo desarrolla”-. En el ser humano está latente la necesidad de una mayor preparación cultural y de un desarrollo activo y contínuo de su personalidad. El medio más asequible es la lectura. -¿Por qué no hacer que un período de lectura de una hora diaria impulsa nuestra naturaleza humana a un nivel más alto de perfección y evolución?.

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 18 de julio de 2009

UNA CALLE DESIERTA, UN HOMBRE CAMINANDO - ENSAYO DE JUVENTUD 3


UNA CALLE DESIERTA,
UN HOMBRE CAMINANDO
19 de agosto de 1970

©Giuseppe Isgró Cattafi


Una calle desierta. Un hombre caminando con lento paso y erguido, cual si mientras caminara fuera pensando en un profundo motivo. Un hombre extraño por su aspecto insólito, traje claro, barba larga y mirar fijo. Va caminando calle tras calle, como si la ciudad dejar quisiera pronto. Mientras se aleja se va acercando al campo también desierto de seres humanos, pero poblado de otros seres, de otra vida. Mientras su paso lento continúa, llegando va a una casa mediana, de aspecto austero, tipo campestre. Llega, abre la puerta y entra. Enciende una lámpara grande, iluminando un interior inesperado y sorpresivo a todo mirador externo que llegara, entrara y observara. El cuadro no puede más que asombrar si uno entrara por vez primera.
Aquella casa sola, de aspecto humilde y sobrio, en el campo profundo del silencio opaco, donde nadie pensar llegaría que a sus paredes adornan grandes estantes de libros varios. Libros de todas clase, filosofía, psicología, ocultismo, espiritismo, teosofía, budismo zen, taoismo, sufismo, clásicos, ensayos, historia, etc.


Un hombre solo en aquella apartada casa en la soledad del campo, rodeado de libros, devorando horas de intenso estudio, escribiendo luego versos, ensayos científicos y filosóficos,  que publica con sonoros  pseudónimos. Cual si quisiera realizar la lúcida idea del sabio Alexis Carrel, de la necesidad de aislarse algunos hombres en intenso estudio, para, en determinado tiempo, compendiar un estudio amplio del hombre.
-¿Quién era aquel hombre, extraño hombre? Su aspecto imponente, su mirada fija, su tez luminosa, su andar firme algunas veces, cabizbajo otras, devorando libros en su extraña casa, hacían preguntar a un supuesto observador: -¿Quién era ese extraño hombre?
Era un hombre sabio quizá. Un psicólogo innato. De día estudiaba en los libros y la naturaleza, con íntimo contacto; de noche estudiaba la ciudad, la gente, mientras ésta dormía. Con la soledad del sueño en la presencia física y la desdoblada compañía de entes invisibles a los opacos sentidos, pero manifiestos al que se ha dado en llamar “Sexto Sentido”.
Mientras estudiaba la ciudad en las desiertas calles, con su imaginación viva y vibrante su saber refinaba. Por eso, en las noches caminaba por las desiertas calles, sosegado, meditabundo, mientras activaba la circulación sanguínea, como lo hacen los sabios hombres en sus largos paseos, que mucho caminan: Mientras caminan piensan. Mientras piensan aprenden. Mientras aprenden perfeccionan su saber.
Cuantas noches observamos en altas horas, por las desiertas calles, algún solitario hombre. Algunas veces un bohemio, otras veces un hombre serio, tranquilo, con paso lento, cual si sereno fuera pensando un motivo desconocido.
Nuestro hombre, solitario hombre, por las desiertas calles, fue escribiendo sus más importantes versos. Mientras caminaba se inspiraba en las luminosas estrellas del estrellado firmamento de moradas sin fin. Se inspiraba en las mansiones suntuosas. En las casas humildes, de los humildes hombres de los rústicos hogares. En las calles que requerían reparaciones, y las avenidas mayor cantidad de árboles. Mientras pensaba se inspiraba, escribía poesías, versos sentidos de la sentida vida de un hombre solo por las sosegadas calles desiertas de la vida. En el eterno retorno hacia la Divinidad, cada ser es el caminante y el camino hacia la eterna fuente. A un cierto momento percibe que es, también, la Fuente. Hay tantos caminos hacia la Verdad Universal como seres existan en los cuatro reinos naturales. En cada uno de esos caminantes, y caminos, se puede observar la presencia acompañante, y vigilante, como pedagogo y eterno motor volitivo, del Ser Universal, Divinidad inmanente en cada ser.
Hay muchos hombres por el mundo como nuestro personaje que por los desiertos caminos de la sabia vida solos caminan. Algunas o muchas veces incomprendidos. En su soledad parecen aprehender la inmensidad sublime, mientras más comprenden que el hombre solo, aislado, poco hacer puede para ayudar al mundo a renovar su faz. El común de los seres desperdician preciado tiempo, desechando las casi desiertas calles que en la tierra conducen a la sabiduría.

Empero, esa soledad es aparente. En la conexión con el infinito, todos los seres suelen vivir en conexión con todos aquellos que al unísono vibran en las mismas ondas de pensamientos, en la afinidad de ideas y propósitos.
Pese a las distancias inmensas que físicamente les separan, espiritualmente se transmiten contenidos mentales que constituyen los adelantos que van alcanzando, cada quien por su lado. Por efecto de la resonancia magnética van influyendo en la conciencia colectiva, estimulando niveles más elevados de progreso, en los cuatro reinos naturales.
Solos, aislados en sus propios ambientes, conectados con sus iguales en apartados y lejanos mundos, en sus niveles forman armoniosas esferas mentales, y un todo, que constituyen campos de fuerzas magnético-espirituales, estados de conciencia y estaciones o grados de sabiduría.
Uno y otros se van retro-alimentando reciprocamente. En cada área de las actividades humanas los que alcanzan la excelencia en sus conocimientos y actividades, conforman lo más excelsos representantes aportando el efectivo servicio, y realizan las obras geniales que sostienen, silenciosamente, al mundo, o cada uno a su respectivo mundo.
 Todos son instrumentos de la Divina Voluntad que los va utilizando para resolver las situaciones que precisan atención prioritaria.
Es la Providencia Universal que actúa y utiliza al más apto, en cada caso. Pero, en todos los niveles, no hay nadie que deja de ser utilizado, siempre y cuando, voluntariamente quiera brindar su aporte.
 Quien así no lo hiciere, por la ley de la necesidad, la vida le encarrila de una u otra forma, ya que todos precisan expresar su poder creador potencialmente infinito. El mecanismo que la ley cósmica utiliza es el de las necesidades, regido por la ley de causa y efecto.
A medida que cada quien va afrontando necesidades de mayor envergadura, expresa en ese mismo nivel y en forma equivalente, el poder que requiere y el conocimiento que precisa, por intuición, por inspiración o por el cultivo de un arte cualquiera, en su respectivo caso.
 Pero, siempre que el ser afronta alguna necesidad, en el grado que fuere, dispone del poder y del conocimiento suficientes para resolverla y aprovechar la oportunidad inherente que la vida le va brindando silenciosamente, en la quietud de la conciencia. Las inquietudes según los tiempos rigen el mecanismo de las necesidades.
Cada quien experimenta su necesidad inherente según el aprendizaje que precisa, y en esa interacción de seres que precisan el aporte de otros para satisfacer sus propias necesidades y resolver las propias situaciones inherentes, se van formando los grupos armónicos, afines, de cooperación, por la ley de la oferta y de la demanda. Con gran agudeza, Jean-Baptiste Say acuñó la ley que expresa: -"Toda oferta genera su propia demanda"; y por ende, toda demanda, su propia oferta.
Es el trabajo silencioso del Gran Pedagogo Universal que por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales y la fuerza de empuje y la de bloqueo, se ocupa de educar a cada ser de los cuatro reinos naturales, y orientar sus respectivas acciones, al mismo tiempo, en todos los inmensos mundos del universo.
Una calle desierta. Un hombre caminando. Muchos hombres meditando.

 Publicado en el Diario la Prensa, 19 de Agosto de 1970. Puerto La Cruz, Venezuela.

miércoles, 15 de julio de 2009

¿Por qué necesitamos leer una hora diaria?


POR QUÉ NECESITAMOS LEER UNA HORA DIARIA?

Por Giuseppe Isgró C.

La lectura amplia y variada representa el elemento fundamental para el desarrollo psíquico e intelectual del ser humano.
Las condiciones de la vida moderna sustraen al hombre –y a la mujer- del desarrollo activo de sus facultades mentales y con frecuencia descuida el recurso más asequible: la lectura, para sustituirlo por la televisión, la cual en exceso atrofia los órganos de ciertas facultades mentales. Esto tiende a aminorar la capacidad de iniciativa y hace al individuo más dependiente de los demás. También cabe destacar que, durante la etapa estudiantil , merma la capacidad de aprendizaje.

El ser humano necesita una activa reeducación personal. Precisa enfocar, periódicamente, su atención hacia aquellos elementos que son indispensables para el logro de una personalidad dinámica y para la perfección de los conocimientos que permiten su evolución en la naturaleza y una mayor comprensión de las leyes que les rigen.

Vivimos en un mundo donde estancarse significa quedarse rezagados. No conocernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea es faltar a lo más sublime de nuestra condición de seres pensantes. –“Conócete a ti mismo”, dijo Quilón, el Lacedemonio. El hombre –y la mujer-, en la búsqueda de ese conocimiento lucha durante toda su existencia. La lectura y la investigación son el medio indispensable para la satisfacción de la necesidad que representa un mayor desarrollo cultural o intelectual y una visión más amplia del ser humano en la naturaleza.

¿Qué hace la lectura? Lo veremos a continuación. El cerebro humano está formado por unas doce mil millones –o más- de células llamadas neuronas, las cuales forman las diferentes áreas o centros direccionales (psíquicos) del mismo. Estos centros constituyen el mecanismo de control mediante el cual un ente llamado “psiquis” desempeña las funciones que nos caracterizan como seres pensantes y racionales. Al abordar el individuo los diferentes campos del saber humano, desarrolla activamente a estos centros o áreas psíquicas, cuyo desarrollo hace al ser humano más grande mentalmente, no tanto por los conocimientos adquiridos, sino por lo que el desarrollo en sí representa.

La lectura en sí representa para el cerebro lo que la gimnasia para el resto del organismo. La falta de ejercicio atrofia a los órganos y los degenera, perdiendo éstos capacidad para su funcionamiento normal. La manera de mantener activas y llenas de vitalidad a las neuronas cerebrales –y todo el aparato psico-mental- es mediante un período de lectura no menor de una hora diaria.

Esto contribuye, además, a la adquisición de una personalidad dinámica y definida.

Un axioma de Charles Darwin, dice: -“Toda necesidad crea el órgano y el hábito lo desarrolla”-. En el ser humano está latente la necesidad de una mayor preparación cultural y de un desarrollo activo y contínuo de su personalidad. El medio más asequible es la lectura. -¿Por qué no hacer que un período de lectura de una hora diaria impulsa nuestra naturaleza humana a un nivel más alto de perfección y evolución?.