sábado, 6 de abril de 2013

LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS


LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS
Versión castellana de: Giuseppe Isgró C.


PREPARACIÓN:


I.   La practica espiritual:
Antes, honra a los Dioses -Espíritus- inmortales, de acuerdo con su jerarquía.

II.   –“Respeta tu promesa, y reverencia a los héroes ilustes, y a los genios, ejecutando las prácticas en uso”.

PURIFICACIÓN:

III.   El culto a la familia:
Rinde honor a tus padres, y a los más cercanos parientes.

IV.   El culto de la amistad:
De los demás, del más virtuoso, por mérito, hazte amigo; con serenas palabras y útiles acciones, sigue su ejemplo. Por leve falta no te irrites con el amigo, de acuerdo con tus fuerzas. Al lado del poder, convence la Necesidad.   

V.   La cultura personal.
 A: La cultura mental:
Por lo tanto, tales cosas conozcas, y sepas, también, refrenar estas otras: El estomago, antes de todo; igualmente el sueño, el sexo y la ira.

VI.   Ser honrado, franco y justo:
Se irreprochable con todos y en todo; ejecuta, únicamente, actos dignos, tanto en compañía de otros como a solas. Como prioridad, ten pudor contigo, respetándote. Después, siempre, en palabras y en actos, ejercítate en la práctica de la justicia.

VII.   Ser reflexivo:
VIII.   -“Fórjate el hábito de regir tu conducta por la razón. Recuerda, en suma, que la desencarnación es un destino común. Por lo tanto, las riquezas, hoy buscas de adquirirlas; mañana, puedes perderlas”-.

IX.   Trabajar con toda confianza:
Cuantos, por acción de la ley cósmica, experimentan pruebas adversas. Las que a ti te correspondan, sopórtalas con calma, sosegadamente. Superarlas, satisfactoriamente, sí, te conviene, con toda tu potencia creadora. Piensa, que, después de todo, a la gente buena no son tantas las adversidades que les toca afrontar.

X.   Ser tolerante y paciente:
Discursos varios oirás, con frecuencia, unos con nobles contenidos, otros indignos; tú, no permitas que los unos te turben, ni de los otros te vuelvas para no oirlos. Y si una mentira es dicha, sopórtala con calma.

XI.   Crearse un juicio sano y firme:
En todo cumple cuanto ahora te digo. Ni uno, con palabras u obras, te induzca jamás a decir o a hacer cosa alguna que después no resulte lo mejor para ti. Antes de actuar, reflexiona, para no cometer errores; que actuar o hablar con discernimiento es de gente prudente.

XII.   Estar prevenido:
Pero, tú las cosas harás, que después no te perjudiquen.

XIII.   Aprende lo que es necesario:
Ni una cosa, harás, por lo tanto, en la cual, tú, experiencia no tengas. Empero, cuanto, en verdad, te sea necesario, aprende, y vida agradable tendrás.

XIV.   La cultura personal.
B: Seguir un régimen puro y fisiológico.
 Hacer ejercicio.
Es preciso ocuparse de la higiene del cuerpo; pero en las bebidas, en los alimentos y en el ejercicio, la justa medida observa. Recuerda, utiliza el sentido de la justa medida en todo; que nada te proporcione perjuicio.

XV.   Ser reservado:
Por lo tanto, habitúate a una vida sana, sin molicie; abstente en realizar todo acto que suscite envidia.

XVI.   Ser ponderado:
De esta manera, más de lo necesario no gastes, como hacen quienes ignoran lo que es la honradez; pero, no por ello dejes de ser generoso: La justa medida en todo, es en verdad, la virtud de la nobleza. No hagas, en resumen, lo que pueda dañarte, y pondera bien las cosas antes de actuar.

PERFECCIÓN:

XVII.   Los medios de perfeccionamiento.
Antes de todo, tan pronto como despiertes, aprovecha  para elevar tu Espíritu; enseguida ocúpate de cuanto en ese día quieres hacer”-.

XVIII.   Examen de sí mismo:
Antes de dormirte, cada noche, por mucho cansancio que tengas, tres veces examina cada uno de tus actos:
·       –“Dónde he estado?”
·       –“Qué he realizado?”
·       –“Cuál obligación dejé de cumplir?”
Partiendo desde el inicio, recorre, también, el después del después. Has incurrido en bajezas? Recríminate! Has realizado justas acciones? Alégrate. De las primeras, proponte enmendarte; estas últimas, tenlas como modelo a seguir, con fervor. Esto es lo que a ti te pondrá en la horma de la virtud divina.

XIX.   La meditación. La fe. La vida virtuosa. La ciencia del Universo.
Sí, sí: Por Aquel que a nuestros Espíritus ha transmitido la Tetratkis, fuente de la eterna-fluente Naturaleza. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas hay que empeñarse en practicar, y amar. Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.

XX.   La oración:
Pero, al cumplimiento de la obra cíñete, tú, no sin antes solicitar asistencia a los Espíritus protectores que la conduzcan a la perfección.

XXI.   La iniciación:
Conocerás el orden divino que rige a los Espíritus, a los seres humanos y a todas las cosas, y percibirás la unidad que penetra la obra toda. Entonces, sabrás que la Naturaleza es una e idéntica en todas partes; a no esperar lo inesperable, y, a no dejar nada sin explicación.

XXII.   La clarividencia:
Sabrás, que los seres humanos soportan pruebas por ellos mismos generadas. Insensatos: A su lado se encuentra el bien, y no lo ven, ni lo oyen; y, también, la liberación de los males la descubren pocos. Tal es la condición que opaca el juicio a los humanos! Son desplazados de un lado para otro, como lo hacen las infantiles cuentas, después de incesantes sacudidas. La discordia es su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.

XXIII.   La verdad oculta:
Oh, Dios! De cuántos males librarías a los humanos, si tan solo te dignases en desvelarles a que daimón obedecen! Pero, tú, ten confianza. El origen de los seres humanos es divino. La Naturaleza le va abriendo el acceso a las arcanas virtudes, que ella misma les explica.

XXIV.   La recompensa.  La sabiduría:
Si de ellos en ti hay algo, verás hasta allí, donde te exhorto, reintegrado y silente, y con el Espíritu inmune de todo mal. Pero, deja los alimentos que te prohibí, en los días en que, en hacer puro y libre el Espíritu buscas. Observa, discierne y valúa todo, y a la Inteligencia soberana erige en auriga de lo Alto. De esta manera, dejando el cuerpo, en el eter, libre, irás, como Espíritu divino e inmortal; no más vulnerable serás.


UNA REFLEXIÓN ESENCIAL





UNA REFLEXIÓN ESENCIAL:

 ©Giuseppe Isgró C.

  

     Se le atribuye, en variadas fuentes, al califa Omar, la destrucción de la biblioteca de Alejandría; se cree que dijo: -“Si contiene, únicamente, lo que se encuentra en el Corán, es inútil, y por lo tanto, se debe quemar; si, después, contiene otras cosas, es nociva, y por lo tanto, se debe quemar”.  Pero ello no es totalmente cierto, ya que ella sufrió diversas destrucciones sistemáticas en diferentes épocas, desde Julio César.
Quizá, lo que quedaba de la misma, en el siglo VII de nuestra era, era tan exiguo que no tenía nada que ver con la totalidad de la misma en sus tiempos de mayor esplendor.
En todo caso, es gracias a los árabes, en las escuelas de traductores de Córdoba y Toledo, en España, y en la de Palermo, en Sicilia, más el aporte de los  humanistas en los siglos XIV, XV y XVI, que se salvan las pocas obras que nos quedan de la antigüedad clásica.
Los árabes las tradujeron del griego al árabe, y de éste al castellano. Esa destrucción masiva del gran legado de la antigüedad clásica, mediante la cual se perdió en torno al 80% del mismo, fue debido a ese movimiento que naciera en el primer concilio de Nicea, en el año 325 de nuestra era.
Frente al mismo, el Islam representó un punto de equilibrio en la historia del mundo occidental, que evitó que el oscurantismo se impusiera en mayor grado, evitando la destrucción total del acervo cultural de la humanidad. Es la ley de acción y reacción; la luz que evacua la oscuridad.
Sólo basta encender la luz de la Doctrina Universal, lo demás vendrá por añadidura. La Civilización Árabe, mediante su extraordinario aporte, cuyo iniciador más representativo fuera Mahoma, representa una poderosa luz frente al oscurantismo medieval, y aún, en la actualidad, con su elevada e inspiradora espiritualidad directa centrada en el Creador Universal.
    Hasta quienes, en un momento dado, se hayan constituido en detractores del progreso, como los fueron aquellos iniciadores del Concilio de Nicea, y los que después les han seguido, en la larga noche oscura de la Edad Media, y el contingente remanente que aún persiste, se verán obligados, por la acción de la ley cósmica, a cooperar por la difusión de la luz de la verdad universal. 
     Como decía Don Quijote, parafraseándolo: -"Hay que deshacer los entuertos". El que difunde equívocos hoy, por la acción coactiva de la Ley Cósmica, o por el impulso de la propia conciencia, volverá al planeta tierra, tantas veces como sea necesario para dejar establecida la verdad fundamental que debe imperar libremente como guía de todos los seres humanos.

1009. Si es así, las sanciones no serán jamás eternas?




LAS SANCIONES NO SERÁN JAMÁS ETERNA?

Autor: Allan Kardec
 Versión castellana de: Giuseppe Isgró C.


1009. Si es así, las sanciones no serán jamás eternas?

-“Interrogad vuestro buen sentido, vuestra razón, y preguntaos si una condena a una pena eterna por cualquier momento de error no sería la negación de la bondad de Dios! Y, en verdad, qué es aún la vida más larga en comparación con la eternidad? Eternidad! La comprendéis bien esta palabra? Sufrimientos, torturas sin fin, sin esperanza, por algún paso en falso? Vuestro criterio, no aborrece un tal pensamiento?”-.

-“Que los antiguos hayan visto en el Creador del Universo un Dios terrible, celoso, vengativo, se comprende: en su ignorancia han atribuido a la Divinidad las pasiones de los seres humanos; pero ese no es el SER UNIVERSAL, que coloca el amor, la solidaridad, la bondad y el olvido de las ofensas entre las más importantes virtudes. Sería posible que Dios no poseyera, en sí mismo, las cualidades que nos impone como un deber? No se contradice quien quiere atribuirle la bondad infinita y la venganza sin fin? Dicen que él, ante de todo, es justo y que el ser humano no comprende la justicia; pero la justicia no excluye la bondad, y Dios no sería bueno si condenase a sanciones horribles, eternas, a la mayor parte de los seres. Podría, Él, obligar a los humanos a la justicia, si Él no le hubiese proporcionado los medios de comprenderla? Y, del resto, no es el sublime de la justicia acoplada con la bondad el hacer depender la duración de las penas de los esfuerzos del culpable? En esto reside la verdad del aforismo: A cada quien de acuerdo con sus obras”-.

-“Dedicaos, con todos los medios que se encuentran en vuestro poder, a combatir, a erradicar la idea de la eternidad de las sanciones, sacrílega blasfemia en contra de la justicia y la bondad de Dios, causa principal de la incredulidad, del materialismo y de la indiferencia espiritual, que se difundieron entre los seres humanos desde que comenzó a desarrollarse su inteligencia. El ser humano, apenas disipadas las tinieblas de la edad media, intuyó la enorme injusticia, y no pudiendo aceptar aquella doctrina sin renunciar a la razón, la rechaza, con desdén, y con  frecuencia, conjuntamente con ella, lo hace, también, con aquel Dios en nombre del cual se le pretende imponer. De aquí los innumerables inconvenientes que se han derivado para todos, y a los cuales se viene, ahora, a remediar. El cometido, que os señalamos, no os resultará muy difícil, por cuanto los sostenedores de aquella incorrecta doctrina se han abstenido de pronunciarse con claridad sobre la misma”-.

-“Si bien es cierto que en los Evangelios hay palabras que, tomadas al pie de la letra, inducen a creer que Jesús haya amenazado al culpable con un fuego inextinguible, con un fuego eterno; empero, no se ha comprendido bien que aquellas palabras son simbólicas, y que, en ellas, no hay nada que pruebe la eternidad de las sanciones. Jesús no podía enseñar una doctrina que destruyese la justicia y la bondad del Creador  que él enseñó a amar conscientemente”-.

-“Inocentes ovejas que precisan reencontrar el camino! Sabed distinguir el buen guía, el cual, en vez de querer desterraros para siempre de su presencia, sale a vuestro encuentro para reconduciros a casa”-.

-“Hijos pródigos, dejad vuestro voluntario exilio, y encaminad los pasos hacia el hogar. El Creador os acoge, y no desea otra cosa que celebrar vuestro regreso en la familia”-.

-“Algarabía de palabras! No estáis, aún, satisfechos del costo en sangre? Quisiereis reencender, nuevamente, las hogueras? Se disputa sobre las palabras: eternidad de las sanciones, eternidad de los castigos; pero, no sabéis, entonces, que por eternidad los antiguos entendían bien otra cosa distinta de la que entendéis vosotros? Se consulte la raíz del vocablo, y se descubrirá que el texto hebreo no daba a esta palabra el significado de sin fin, de irremisible, que adquirió después en las traducciones efectuadas por los griegos, los latinos y los modernos. La eternidad de los castigos corresponde a la eternidad del mal. Mientras que, en los humanos, exista el mal, existirán las sanciones; en este sentido se deben interpretar los textos inherentes. Por lo que, la eternidad de las sanciones es relativa, no absoluta”-.

-“Llegue oportuno el día en el que los seres humanos, virtuosos, se revistan de la blanca luz de la inocencia. Desde ese momento cesen los gemidos y el estridor de los dientes. Vuestra razón es, ciertamente, limitada, pero, aún así, es el más grande don de Dios, y es gravísima responsabilidad dejar de usarla. Ahora, no es posible que exista una sola persona de buena fe y que haga uso de la razón, que entienda de otro modo la eternidad de las sanciones”-. 

-“Castigos eternos? Entonces habría que admitir la eternidad del mal. Pero admitir que Dios haya podido crear el mal eterno, significaría negar el más magnífico de sus atributos, es decir, la omnipotencia, ya que no puede ser omnipotente quien es obligado a crear un elemento destructor de sus obras”-.

-“Hijos de los humanos, no volváis más la mirada afanosa en los abismos de la tierra, para buscaros los castigos. Dirigid los ojos a la Divinidad, llorad, esperad, expiad y refugiaros en el pensamiento de un Dios íntimamente bueno, soberanamente potente, esencialmente justo”-.      

-“Alcanzar la unión con Dios es la meta de la humanidad. Para lograrlo son necesarias tres cosas: la justicia, el amor y la ciencia.  Tres cosas opuestas, en cambio, nos alejan de dicha meta: la ignorancia, el odio y la injusticia. Y bien, en verdad, vosotros pisoteáis estos principios fundamentales cuando distorsionad la idea de Dios con la exageración de su severidad. Cómo admitir, de hecho, sin distorsionar la idea de Dios, que pueda haber, en el ser emanado de Dios, mayor clemencia, mansedumbre y auténtica justicia  de cuanta exista en el Creador?    

-“No comprendéis, por otra parte, que, obstinándoos en este absurdo, vosotros destruís, inclusive, la idea de vuestro infierno, rindiéndolo  ridículo e inadmisible a las inteligencias, como es repudiable a las conciencias el horrible espectáculo de los verdugos, de las hogueras y de las torturas de la Edad Media!”-.
-“Y que? Ahora que la era de las inhumanas represalias ha llegado a su término para siempre y excluida de todas las legislaciones humanas, esperaríais, quizá, de darle vida y poderla continuar teniendo oprimido al Espíritu humano con el horror y la angustia de torturas ideales?”-.

-“Hermanos, –y hermanas-,  en Dios, creedlo: si no os decidid a revivir vuestras obsoletas ideas, con benéficos efluvios que de estos tiempos los buenos Espíritus, por voluntad de Dios,  vierten sobre la tierra, y os obstináis en mantenerlas inalteradas e inalterables, las veréis desmoronar delante de vosotros mismos”-.

-“La idea del infierno con sus hornos ardientes y con sus calderas hirvientes, pudo tener alguna eficacia y ser perdonable en siglos de hierro y en tiempos de oscurantismo y de general ignorancia; pero en el siglo XIX es un esperpento que no causa terror a nadie más, y  a lo más, un vano fantasma, bueno para asustar a los niños, que, una vez adultos, se ríen de ello, como del lobo feroz. Persistiendo en esta atroz mitología, vosotros generáis la incredulidad, fuente de disolución social, por cuanto cada orden de sociedad, sin una eficaz sanción penal, viene sacudido y vacila, y termina con precipitarse en el abismo de la anarquía”.

-“Adelante, entonces, seres de ardiente y viva fe, vanguardia de la luz, a la obra!

-“No se trata de sostener viejas fábulas ya acreditadas, sino volver a llamar a nueva vida la verdadera sanción penal bajo formas adecuadas a vuestras costumbres y sentimientos, a la luz de vuestro tiempo y conforme a los dictados de la razón”-.

-“Según la nueva doctrina, quién es el culpable? –Aquel que, por una desviación, por un falso impulso del ánimo, se desvía de la meta de la creación, la cual consiste en el culto armónico del bien, de lo verdadero y de lo hermoso, predicado con la palabra, y con el ejemplo, por uno de los más perfectos modelos de la humanidad: Jesús”-.

-“Cuál es, después, el castigo inherente a esta culpa? –La consecuencia natural de aquel falso impulso, que lo ha hecho desviar de la senda que conduce a la meta, es decir, una suma de dolores necesaria para hacerle aborrecer su imperfección moral. Este es el aspecto que estimula el Espíritu a replegarse en sí mismo, y a desear su rehabilitación, la liberación de la esclavitud del mal”-.  

-“Pretender que sea eterno el castigo de una culpa no eterna, significa quitarle toda eficacia. En verdad; cesad de creer que puedan ser igualmente eternos el bien, que es esencia de el Creador, y el mal, que es contingencia del ser humano! Afirmad, en cambio, la cesación gradual de los castigos y de las penas, a las cuales se llega por medio de las reencarnaciones, y de acuerdo con la razón y con el sentimiento, haréis caer la barrera que la ignorancia y la superstición, no siempre en buena fe, han levantado entre el ser humano y Dios.

Se debe estimular al ser humano al bien y separarlo del mal con la expectativa de las recompensas y el temor de los castigos; pero, se aquellas o estas se les presentan de manera que la razón rehúsa de prestarle fe, perderán toda eficacia; no sólo esto, sino rechazará la idea de aquel Dios en nombre del cual se le presentan. Donde, al contrario, se le muestre en forma lógica el porvenir, inclinará la frente y creerá. Y el Espiritismo, -La Doctrina Universal-, le da esta explicación.

La doctrina de la eternidad de las penas, en el sentido absoluto, hace del Ente Supremo un Dios implacable. Sería lógico decir, de un gobernante que es de excepcional bondad, y benévolo con todos e indulgentísimo, y no quiere más que la felicidad del pueblo que dirige, y después, al mismo tiempo, afirmar, que es celoso, vengativo, inflexible en su rigor, y sanciona con el extremo suplicio, por una ofensa o una infracción de sus leyes, la tres cuarta parte del pueblo, aún a aquellos que las transgredieron por no haberlas conocido? No sería esta una contradicción evidente? Si esto no se puede admitir en un ser humano, como admitirlo en Dios?

Pero no es suficiente. Por cuanto Dios sabe todo, no podía ignorar, al emanar de Él un Espíritu, que habría incurrido en falta y por lo tanto le condenaría desde la formación, al suplicio eterno. Pero esto es imposible, ilógico, mientras que, con las doctrinas de las penas relativas, todo es justificado. Si Dios sabía que el Espíritu habría incurrido en faltas, conocía, también, que tendría los medios de iluminarse con la propia experiencia y por medio de sus mismas culpas. Es preciso que el Espíritu expíe sus culpas para afirmarse mejor en el bien; pero, la puerta de la esperanza no le está cerrada para siempre, y Dios hace depender el momento de su liberación de los esfuerzos que él hace para merecerla. Esto es lo que todo pueden comprender, y que, también la lógica más rigurosa puede admitir. Si las sanciones, en la dimensión espiritual, hubiesen sido presentadas bajo este aspecto, se contarían menos escépticos.

La palabra eterno es usada, frecuentemente, en el lenguaje común impropiamente, para denotar una cosa material o moral de larga duración, cuyo fin no se prevé, si bien se tenga la persuasión de que este fin existe, y llegará. Decimos, por ejemplo, los hielos eternos de las altas montañas, de los polos, aunque sepamos que, de una parte, el mundo físico puede terminar, y, de la otra, que el estado de aquellas regiones puede cambiar por el desplazamiento normal del eje, o por un cataclismo. El vocablo eterno, en este caso, no quiere decir perpetuo, sino al infinito. Cuando se experimenta una larga ausencia de salud, se dice de ese estado que es eterno; de qué hay que maravillarse, por lo tanto, de que Espíritus que experimentan insatisfacción desde hace mucho tiempo, de siglos, de miles de años, digan, quizá, otro tanto? Por otra parte, no se olvide que ellos, dado que su bajo nivel evolutivo no le permite descubrir el extremo del camino, creen que deberán sufrir para siempre, lo cual constituye una parte de la sanción.

Se note, por último, que la doctrina del fuego material, de las calderas y de las torturas, extraídas al Tártaro del paganismo, hoy se encuentra totalmente abandonada. Solamente en las escuelas se imparten estos atemorizadores cuadros alegóricos, como verdad positiva por personas más fervorosas que iluminadas, y con cual perjuicio, sólo Dios lo sabe, por cuanto, aquellas jóvenes imaginaciones, en cuanto se hayan recuperados de su temor, incrementarán el número de los incrédulos. La doctrina moderna reconoce que la palabra fuego es utilizada como figura para expresar un ardor moral. (Ver Nº 974).
 Quien, como nosotros, ha seguido, en las comunicaciones espirituales, las peripecias de la vida y de las sanciones en la dimensión espiritual, se habrá podido convencer, de que estas,  aunque no tengan nada de material, no son por esto menos dolorosas. Y también, en cuanto a su duración, determinadas personas comienzan a admitirlas en el estricto sentido al cual se ha hecho referencia., pensando que, en realidad, el término eterno se pueda entender como de las sanciones en sí mismas, como efectos de una ley inmutable, y no de su aplicación a cada culpable. El día en que, de manera general se admita esta interpretación, como otras, que constituyen, paralelamente, consecuencias del progreso de la luz, accederán a la Verdad Universal todos aquellos que lo precisen.

viernes, 5 de abril de 2013

LA NOBLEZA Y LAS VIRTUDES


 LA NOBLEZA Y LAS VIRTUDES

©Giuseppe Isgró C.


Decía Bias, El Prienio, uno de los siete sabios: –“Obtendrás: con ejercicio, memoria; con oportunidad, prevención; con modales, nobleza; con trabajos, continencia; con temor, piedad; con riquezas, amistades; con palabras, persuasión; con silencio, decoro; con sentencias, justicia; con audacia, valentía; con empresas, poder; con fama, dominio”.
La memoria, por el ejercicio del aprendizaje, es conocimiento, es decir, conciencia de determinado grado de realidad; aprender es recordar; recordar es meditar; meditar reafirma lo que se conoce.
 Para afianzar el conocimiento hay que ejercerlo en acciones útiles, en la realización de objetivos claramente definidos.
Enseñando se aprende mejor, por cuanto para transmitir conocimiento es preciso antes haberlo asimilado.
Dado que la concentración expande la conciencia perceptiva-realizadora, mientras más recordemos, más se recordará y aprehenderá del archivo universal, de la conciencia cósmica, conocimientos útiles al objetivo propuesto: El qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto, y el por qué.
Al pensar sobre un tema determinado, centramos la atención en él, y comenzamos a recordar, y las ideas van surgiendo. Leemos en el propio archivo espiritual, en la memoria contenida en el alma, en la propia, y en las incontables que contienen la información, en un acto de proyección del Espíritu, quien lee la información donde se encuentre y la transfiere a la conciencia objetiva, como una percepción intuitiva. La otra vertiente es la inspiración. Aquí, en vez de leer en el archivo del alma, propia o ajena, alguien inspira un pensamiento en el pensamiento, y se adquiere la conciencia de la idea que aporta el conocimiento.
Actuando en el tiempo oportuno se toma la precaución de que, cuando llegue la hora de consignar la obra, en el tiempo prefijado por el orden cósmico, esté ya realizada y se pueda cumplir con el aporte de la propia cuota de cooperación, cumpliendo el compromiso asumido.
Modales virtuosos desarrollan en el ejecutante la nobleza de su carácter; no son los títulos nobiliarios los que reflejan la nobleza del ser. Es la vida regida por la ley cósmica; son los pensamientos, los sentimientos, los deseos, las palabras y los actos acordes con los valores universales lo que reflejan la nobleza del ser.
La templanza es una de las virtudes fundamentales; ejercitándose en ella, se vive una vida equilibrada. La continencia es indispensable para mantenerse dentro de los parámetros de la virtud.
El temor de infringir las normas morales por la recriminación que se expresa en la conciencia, como consecuencia de las palabras y los actos, por la ejecución de los deseos, lo que permite vivir una vida ajustada a las leyes naturales. Esto conduce al ser a que sea exigente consigo mismo, y tolerante con los demás. El respeto a la dignidad ajena, a la vida de los cuatro reinos naturales, a la amistad o lazos afectivos,  facilitan una vida virtuosa y plena de piedad, sensible a la justicia, a la equidad, a la belleza, a la armonía, al orden, a la felicidad, a la paz interior, a la fortaleza, a la templanza y a la prudencia.
Sin duda alguna, las riquezas atraen muchas amistades, pero no de las personas, sino de sus bienes, buscando como hacer negocios, o adquirir influencias por su vinculación con ellas. Es preciso distinguir entre amistad e interés personal, por las razones que fueren. No dejarse adular, ni engañar por la falsa pleitesía que la acumulación de bienes, o riquezas, genera., con el fin de ver que se saca de ello. Eso es a todos los niveles, desde personas muy allegadas hasta otras que se encuentran fuera del ámbito de influencias.
    Con palabras, persuasión: Conviene ser persuasivo por la fuerza de los argumentos, no por el ejercicio de la autoridad, ni de otros elementos subyacentes. Los beneficios y ventajas en la satisfacción necesidades y deseos, el cumplimiento del deber, en todas sus vertientes y variantes, los tratos justos y equitativos, el sano orgullo personal y la aspiración de superación personal, las inversiones ventajosas, el ahorro de tiempo, energía y recursos, el confort, la seguridad, el bienestar, la salud, la sana diversión, los hobbies recreativos y la gratificación personal, aportan ideas convincentes y persuasivas por sí mismas, y dejan en libertad a que la otra persona tome libremente su decisión al respecto, sin coacción, por la convicción de los beneficios, por las bondades de lo que se le ofrece.
Con silencio, decoro: el silencio, manteniendo una actitud reservada, permite conservar el nivel digno y decoroso, en la interrelación con los demás, lo cual facilita estar por encima de las circunstancias pocos favorables que pudiesen enfrentarse.
El silencio es sabia lección que se imparte frente a conductas inadecuadas; es no involucrarse en una contienda innecesaria, dejando de rebajarse al nivel de la parte contraria. Es una reprobación efectiva y una severa sanción, si justamente aplicada. Suele inducir a la rectificación en la parte opuesta, y tarde o temprano, se recibirá la respectiva compensación.
Con sentencias, justicia: Las máximas, los aforismos, los proverbios y las sentencias moralizantes, aclaran las ideas a las partes involucradas y educan el carácter. A través de las edades, se conservan en la memoria colectiva de los pueblos los aforismos de personajes ilustres cuyas enseñanzas morales clarifican la conciencia y el entendimiento. Entre ese tipo de sentencias se encuentran las de los siete sabios, que comentamos. Son la quintaesencia de la sabiduría universal y es provechoso meditar sobre su contenido.
Con audacia, valentía: Muchos actos audaces han sido capaces de aportar grandes victorias y logros, en todas las actividades humanas. Osar, atreverse, permite ponerse en movimiento, dando el primer paso, cuando aún no se observa con claridad el resultado del logro apetecido. El qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el cuánto y el por qué, van surgiendo claramente, en la medida que se medita y actúe. Puestos en movimiento, con la decisión de ejecutar el plan previamente concebido, se activa el mecanismo creador-realizador que conduce, gradualmente, a la meta apetecida.
 Con empresas, poder: Los medios adquiridos mediante el desarrollo de diversas actividades y su respectivo logro individual, permite obtener la fama de un ser que cuando emprende algo lo conduce a feliz término.
Con fama, dominio; la reputación es de un valor incalculable. Se granjea la preferencia de los consumidores, el aprecio de los semejantes, la admiración de las generaciones actuales y subsiguientes. El prestigio aporta nuevas oportunidades de riqueza y bienestar, constantemente, y a través de los años sigue trabajando a favor de las personas competentes.
El prestigio genera confianza y expectativas positivas de que será obtenido el valor esperado de los resultados  previamente

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 6 de abril de 2013

LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS


LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS
Versión castellana de: Giuseppe Isgró C.


PREPARACIÓN:


I.   La practica espiritual:
Antes, honra a los Dioses -Espíritus- inmortales, de acuerdo con su jerarquía.

II.   –“Respeta tu promesa, y reverencia a los héroes ilustes, y a los genios, ejecutando las prácticas en uso”.

PURIFICACIÓN:

III.   El culto a la familia:
Rinde honor a tus padres, y a los más cercanos parientes.

IV.   El culto de la amistad:
De los demás, del más virtuoso, por mérito, hazte amigo; con serenas palabras y útiles acciones, sigue su ejemplo. Por leve falta no te irrites con el amigo, de acuerdo con tus fuerzas. Al lado del poder, convence la Necesidad.   

V.   La cultura personal.
 A: La cultura mental:
Por lo tanto, tales cosas conozcas, y sepas, también, refrenar estas otras: El estomago, antes de todo; igualmente el sueño, el sexo y la ira.

VI.   Ser honrado, franco y justo:
Se irreprochable con todos y en todo; ejecuta, únicamente, actos dignos, tanto en compañía de otros como a solas. Como prioridad, ten pudor contigo, respetándote. Después, siempre, en palabras y en actos, ejercítate en la práctica de la justicia.

VII.   Ser reflexivo:
VIII.   -“Fórjate el hábito de regir tu conducta por la razón. Recuerda, en suma, que la desencarnación es un destino común. Por lo tanto, las riquezas, hoy buscas de adquirirlas; mañana, puedes perderlas”-.

IX.   Trabajar con toda confianza:
Cuantos, por acción de la ley cósmica, experimentan pruebas adversas. Las que a ti te correspondan, sopórtalas con calma, sosegadamente. Superarlas, satisfactoriamente, sí, te conviene, con toda tu potencia creadora. Piensa, que, después de todo, a la gente buena no son tantas las adversidades que les toca afrontar.

X.   Ser tolerante y paciente:
Discursos varios oirás, con frecuencia, unos con nobles contenidos, otros indignos; tú, no permitas que los unos te turben, ni de los otros te vuelvas para no oirlos. Y si una mentira es dicha, sopórtala con calma.

XI.   Crearse un juicio sano y firme:
En todo cumple cuanto ahora te digo. Ni uno, con palabras u obras, te induzca jamás a decir o a hacer cosa alguna que después no resulte lo mejor para ti. Antes de actuar, reflexiona, para no cometer errores; que actuar o hablar con discernimiento es de gente prudente.

XII.   Estar prevenido:
Pero, tú las cosas harás, que después no te perjudiquen.

XIII.   Aprende lo que es necesario:
Ni una cosa, harás, por lo tanto, en la cual, tú, experiencia no tengas. Empero, cuanto, en verdad, te sea necesario, aprende, y vida agradable tendrás.

XIV.   La cultura personal.
B: Seguir un régimen puro y fisiológico.
 Hacer ejercicio.
Es preciso ocuparse de la higiene del cuerpo; pero en las bebidas, en los alimentos y en el ejercicio, la justa medida observa. Recuerda, utiliza el sentido de la justa medida en todo; que nada te proporcione perjuicio.

XV.   Ser reservado:
Por lo tanto, habitúate a una vida sana, sin molicie; abstente en realizar todo acto que suscite envidia.

XVI.   Ser ponderado:
De esta manera, más de lo necesario no gastes, como hacen quienes ignoran lo que es la honradez; pero, no por ello dejes de ser generoso: La justa medida en todo, es en verdad, la virtud de la nobleza. No hagas, en resumen, lo que pueda dañarte, y pondera bien las cosas antes de actuar.

PERFECCIÓN:

XVII.   Los medios de perfeccionamiento.
Antes de todo, tan pronto como despiertes, aprovecha  para elevar tu Espíritu; enseguida ocúpate de cuanto en ese día quieres hacer”-.

XVIII.   Examen de sí mismo:
Antes de dormirte, cada noche, por mucho cansancio que tengas, tres veces examina cada uno de tus actos:
·       –“Dónde he estado?”
·       –“Qué he realizado?”
·       –“Cuál obligación dejé de cumplir?”
Partiendo desde el inicio, recorre, también, el después del después. Has incurrido en bajezas? Recríminate! Has realizado justas acciones? Alégrate. De las primeras, proponte enmendarte; estas últimas, tenlas como modelo a seguir, con fervor. Esto es lo que a ti te pondrá en la horma de la virtud divina.

XIX.   La meditación. La fe. La vida virtuosa. La ciencia del Universo.
Sí, sí: Por Aquel que a nuestros Espíritus ha transmitido la Tetratkis, fuente de la eterna-fluente Naturaleza. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas hay que empeñarse en practicar, y amar. Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.

XX.   La oración:
Pero, al cumplimiento de la obra cíñete, tú, no sin antes solicitar asistencia a los Espíritus protectores que la conduzcan a la perfección.

XXI.   La iniciación:
Conocerás el orden divino que rige a los Espíritus, a los seres humanos y a todas las cosas, y percibirás la unidad que penetra la obra toda. Entonces, sabrás que la Naturaleza es una e idéntica en todas partes; a no esperar lo inesperable, y, a no dejar nada sin explicación.

XXII.   La clarividencia:
Sabrás, que los seres humanos soportan pruebas por ellos mismos generadas. Insensatos: A su lado se encuentra el bien, y no lo ven, ni lo oyen; y, también, la liberación de los males la descubren pocos. Tal es la condición que opaca el juicio a los humanos! Son desplazados de un lado para otro, como lo hacen las infantiles cuentas, después de incesantes sacudidas. La discordia es su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.

XXIII.   La verdad oculta:
Oh, Dios! De cuántos males librarías a los humanos, si tan solo te dignases en desvelarles a que daimón obedecen! Pero, tú, ten confianza. El origen de los seres humanos es divino. La Naturaleza le va abriendo el acceso a las arcanas virtudes, que ella misma les explica.

XXIV.   La recompensa.  La sabiduría:
Si de ellos en ti hay algo, verás hasta allí, donde te exhorto, reintegrado y silente, y con el Espíritu inmune de todo mal. Pero, deja los alimentos que te prohibí, en los días en que, en hacer puro y libre el Espíritu buscas. Observa, discierne y valúa todo, y a la Inteligencia soberana erige en auriga de lo Alto. De esta manera, dejando el cuerpo, en el eter, libre, irás, como Espíritu divino e inmortal; no más vulnerable serás.


UNA REFLEXIÓN ESENCIAL





UNA REFLEXIÓN ESENCIAL:

 ©Giuseppe Isgró C.

  

     Se le atribuye, en variadas fuentes, al califa Omar, la destrucción de la biblioteca de Alejandría; se cree que dijo: -“Si contiene, únicamente, lo que se encuentra en el Corán, es inútil, y por lo tanto, se debe quemar; si, después, contiene otras cosas, es nociva, y por lo tanto, se debe quemar”.  Pero ello no es totalmente cierto, ya que ella sufrió diversas destrucciones sistemáticas en diferentes épocas, desde Julio César.
Quizá, lo que quedaba de la misma, en el siglo VII de nuestra era, era tan exiguo que no tenía nada que ver con la totalidad de la misma en sus tiempos de mayor esplendor.
En todo caso, es gracias a los árabes, en las escuelas de traductores de Córdoba y Toledo, en España, y en la de Palermo, en Sicilia, más el aporte de los  humanistas en los siglos XIV, XV y XVI, que se salvan las pocas obras que nos quedan de la antigüedad clásica.
Los árabes las tradujeron del griego al árabe, y de éste al castellano. Esa destrucción masiva del gran legado de la antigüedad clásica, mediante la cual se perdió en torno al 80% del mismo, fue debido a ese movimiento que naciera en el primer concilio de Nicea, en el año 325 de nuestra era.
Frente al mismo, el Islam representó un punto de equilibrio en la historia del mundo occidental, que evitó que el oscurantismo se impusiera en mayor grado, evitando la destrucción total del acervo cultural de la humanidad. Es la ley de acción y reacción; la luz que evacua la oscuridad.
Sólo basta encender la luz de la Doctrina Universal, lo demás vendrá por añadidura. La Civilización Árabe, mediante su extraordinario aporte, cuyo iniciador más representativo fuera Mahoma, representa una poderosa luz frente al oscurantismo medieval, y aún, en la actualidad, con su elevada e inspiradora espiritualidad directa centrada en el Creador Universal.
    Hasta quienes, en un momento dado, se hayan constituido en detractores del progreso, como los fueron aquellos iniciadores del Concilio de Nicea, y los que después les han seguido, en la larga noche oscura de la Edad Media, y el contingente remanente que aún persiste, se verán obligados, por la acción de la ley cósmica, a cooperar por la difusión de la luz de la verdad universal. 
     Como decía Don Quijote, parafraseándolo: -"Hay que deshacer los entuertos". El que difunde equívocos hoy, por la acción coactiva de la Ley Cósmica, o por el impulso de la propia conciencia, volverá al planeta tierra, tantas veces como sea necesario para dejar establecida la verdad fundamental que debe imperar libremente como guía de todos los seres humanos.

1009. Si es así, las sanciones no serán jamás eternas?




LAS SANCIONES NO SERÁN JAMÁS ETERNA?

Autor: Allan Kardec
 Versión castellana de: Giuseppe Isgró C.


1009. Si es así, las sanciones no serán jamás eternas?

-“Interrogad vuestro buen sentido, vuestra razón, y preguntaos si una condena a una pena eterna por cualquier momento de error no sería la negación de la bondad de Dios! Y, en verdad, qué es aún la vida más larga en comparación con la eternidad? Eternidad! La comprendéis bien esta palabra? Sufrimientos, torturas sin fin, sin esperanza, por algún paso en falso? Vuestro criterio, no aborrece un tal pensamiento?”-.

-“Que los antiguos hayan visto en el Creador del Universo un Dios terrible, celoso, vengativo, se comprende: en su ignorancia han atribuido a la Divinidad las pasiones de los seres humanos; pero ese no es el SER UNIVERSAL, que coloca el amor, la solidaridad, la bondad y el olvido de las ofensas entre las más importantes virtudes. Sería posible que Dios no poseyera, en sí mismo, las cualidades que nos impone como un deber? No se contradice quien quiere atribuirle la bondad infinita y la venganza sin fin? Dicen que él, ante de todo, es justo y que el ser humano no comprende la justicia; pero la justicia no excluye la bondad, y Dios no sería bueno si condenase a sanciones horribles, eternas, a la mayor parte de los seres. Podría, Él, obligar a los humanos a la justicia, si Él no le hubiese proporcionado los medios de comprenderla? Y, del resto, no es el sublime de la justicia acoplada con la bondad el hacer depender la duración de las penas de los esfuerzos del culpable? En esto reside la verdad del aforismo: A cada quien de acuerdo con sus obras”-.

-“Dedicaos, con todos los medios que se encuentran en vuestro poder, a combatir, a erradicar la idea de la eternidad de las sanciones, sacrílega blasfemia en contra de la justicia y la bondad de Dios, causa principal de la incredulidad, del materialismo y de la indiferencia espiritual, que se difundieron entre los seres humanos desde que comenzó a desarrollarse su inteligencia. El ser humano, apenas disipadas las tinieblas de la edad media, intuyó la enorme injusticia, y no pudiendo aceptar aquella doctrina sin renunciar a la razón, la rechaza, con desdén, y con  frecuencia, conjuntamente con ella, lo hace, también, con aquel Dios en nombre del cual se le pretende imponer. De aquí los innumerables inconvenientes que se han derivado para todos, y a los cuales se viene, ahora, a remediar. El cometido, que os señalamos, no os resultará muy difícil, por cuanto los sostenedores de aquella incorrecta doctrina se han abstenido de pronunciarse con claridad sobre la misma”-.

-“Si bien es cierto que en los Evangelios hay palabras que, tomadas al pie de la letra, inducen a creer que Jesús haya amenazado al culpable con un fuego inextinguible, con un fuego eterno; empero, no se ha comprendido bien que aquellas palabras son simbólicas, y que, en ellas, no hay nada que pruebe la eternidad de las sanciones. Jesús no podía enseñar una doctrina que destruyese la justicia y la bondad del Creador  que él enseñó a amar conscientemente”-.

-“Inocentes ovejas que precisan reencontrar el camino! Sabed distinguir el buen guía, el cual, en vez de querer desterraros para siempre de su presencia, sale a vuestro encuentro para reconduciros a casa”-.

-“Hijos pródigos, dejad vuestro voluntario exilio, y encaminad los pasos hacia el hogar. El Creador os acoge, y no desea otra cosa que celebrar vuestro regreso en la familia”-.

-“Algarabía de palabras! No estáis, aún, satisfechos del costo en sangre? Quisiereis reencender, nuevamente, las hogueras? Se disputa sobre las palabras: eternidad de las sanciones, eternidad de los castigos; pero, no sabéis, entonces, que por eternidad los antiguos entendían bien otra cosa distinta de la que entendéis vosotros? Se consulte la raíz del vocablo, y se descubrirá que el texto hebreo no daba a esta palabra el significado de sin fin, de irremisible, que adquirió después en las traducciones efectuadas por los griegos, los latinos y los modernos. La eternidad de los castigos corresponde a la eternidad del mal. Mientras que, en los humanos, exista el mal, existirán las sanciones; en este sentido se deben interpretar los textos inherentes. Por lo que, la eternidad de las sanciones es relativa, no absoluta”-.

-“Llegue oportuno el día en el que los seres humanos, virtuosos, se revistan de la blanca luz de la inocencia. Desde ese momento cesen los gemidos y el estridor de los dientes. Vuestra razón es, ciertamente, limitada, pero, aún así, es el más grande don de Dios, y es gravísima responsabilidad dejar de usarla. Ahora, no es posible que exista una sola persona de buena fe y que haga uso de la razón, que entienda de otro modo la eternidad de las sanciones”-. 

-“Castigos eternos? Entonces habría que admitir la eternidad del mal. Pero admitir que Dios haya podido crear el mal eterno, significaría negar el más magnífico de sus atributos, es decir, la omnipotencia, ya que no puede ser omnipotente quien es obligado a crear un elemento destructor de sus obras”-.

-“Hijos de los humanos, no volváis más la mirada afanosa en los abismos de la tierra, para buscaros los castigos. Dirigid los ojos a la Divinidad, llorad, esperad, expiad y refugiaros en el pensamiento de un Dios íntimamente bueno, soberanamente potente, esencialmente justo”-.      

-“Alcanzar la unión con Dios es la meta de la humanidad. Para lograrlo son necesarias tres cosas: la justicia, el amor y la ciencia.  Tres cosas opuestas, en cambio, nos alejan de dicha meta: la ignorancia, el odio y la injusticia. Y bien, en verdad, vosotros pisoteáis estos principios fundamentales cuando distorsionad la idea de Dios con la exageración de su severidad. Cómo admitir, de hecho, sin distorsionar la idea de Dios, que pueda haber, en el ser emanado de Dios, mayor clemencia, mansedumbre y auténtica justicia  de cuanta exista en el Creador?    

-“No comprendéis, por otra parte, que, obstinándoos en este absurdo, vosotros destruís, inclusive, la idea de vuestro infierno, rindiéndolo  ridículo e inadmisible a las inteligencias, como es repudiable a las conciencias el horrible espectáculo de los verdugos, de las hogueras y de las torturas de la Edad Media!”-.
-“Y que? Ahora que la era de las inhumanas represalias ha llegado a su término para siempre y excluida de todas las legislaciones humanas, esperaríais, quizá, de darle vida y poderla continuar teniendo oprimido al Espíritu humano con el horror y la angustia de torturas ideales?”-.

-“Hermanos, –y hermanas-,  en Dios, creedlo: si no os decidid a revivir vuestras obsoletas ideas, con benéficos efluvios que de estos tiempos los buenos Espíritus, por voluntad de Dios,  vierten sobre la tierra, y os obstináis en mantenerlas inalteradas e inalterables, las veréis desmoronar delante de vosotros mismos”-.

-“La idea del infierno con sus hornos ardientes y con sus calderas hirvientes, pudo tener alguna eficacia y ser perdonable en siglos de hierro y en tiempos de oscurantismo y de general ignorancia; pero en el siglo XIX es un esperpento que no causa terror a nadie más, y  a lo más, un vano fantasma, bueno para asustar a los niños, que, una vez adultos, se ríen de ello, como del lobo feroz. Persistiendo en esta atroz mitología, vosotros generáis la incredulidad, fuente de disolución social, por cuanto cada orden de sociedad, sin una eficaz sanción penal, viene sacudido y vacila, y termina con precipitarse en el abismo de la anarquía”.

-“Adelante, entonces, seres de ardiente y viva fe, vanguardia de la luz, a la obra!

-“No se trata de sostener viejas fábulas ya acreditadas, sino volver a llamar a nueva vida la verdadera sanción penal bajo formas adecuadas a vuestras costumbres y sentimientos, a la luz de vuestro tiempo y conforme a los dictados de la razón”-.

-“Según la nueva doctrina, quién es el culpable? –Aquel que, por una desviación, por un falso impulso del ánimo, se desvía de la meta de la creación, la cual consiste en el culto armónico del bien, de lo verdadero y de lo hermoso, predicado con la palabra, y con el ejemplo, por uno de los más perfectos modelos de la humanidad: Jesús”-.

-“Cuál es, después, el castigo inherente a esta culpa? –La consecuencia natural de aquel falso impulso, que lo ha hecho desviar de la senda que conduce a la meta, es decir, una suma de dolores necesaria para hacerle aborrecer su imperfección moral. Este es el aspecto que estimula el Espíritu a replegarse en sí mismo, y a desear su rehabilitación, la liberación de la esclavitud del mal”-.  

-“Pretender que sea eterno el castigo de una culpa no eterna, significa quitarle toda eficacia. En verdad; cesad de creer que puedan ser igualmente eternos el bien, que es esencia de el Creador, y el mal, que es contingencia del ser humano! Afirmad, en cambio, la cesación gradual de los castigos y de las penas, a las cuales se llega por medio de las reencarnaciones, y de acuerdo con la razón y con el sentimiento, haréis caer la barrera que la ignorancia y la superstición, no siempre en buena fe, han levantado entre el ser humano y Dios.

Se debe estimular al ser humano al bien y separarlo del mal con la expectativa de las recompensas y el temor de los castigos; pero, se aquellas o estas se les presentan de manera que la razón rehúsa de prestarle fe, perderán toda eficacia; no sólo esto, sino rechazará la idea de aquel Dios en nombre del cual se le presentan. Donde, al contrario, se le muestre en forma lógica el porvenir, inclinará la frente y creerá. Y el Espiritismo, -La Doctrina Universal-, le da esta explicación.

La doctrina de la eternidad de las penas, en el sentido absoluto, hace del Ente Supremo un Dios implacable. Sería lógico decir, de un gobernante que es de excepcional bondad, y benévolo con todos e indulgentísimo, y no quiere más que la felicidad del pueblo que dirige, y después, al mismo tiempo, afirmar, que es celoso, vengativo, inflexible en su rigor, y sanciona con el extremo suplicio, por una ofensa o una infracción de sus leyes, la tres cuarta parte del pueblo, aún a aquellos que las transgredieron por no haberlas conocido? No sería esta una contradicción evidente? Si esto no se puede admitir en un ser humano, como admitirlo en Dios?

Pero no es suficiente. Por cuanto Dios sabe todo, no podía ignorar, al emanar de Él un Espíritu, que habría incurrido en falta y por lo tanto le condenaría desde la formación, al suplicio eterno. Pero esto es imposible, ilógico, mientras que, con las doctrinas de las penas relativas, todo es justificado. Si Dios sabía que el Espíritu habría incurrido en faltas, conocía, también, que tendría los medios de iluminarse con la propia experiencia y por medio de sus mismas culpas. Es preciso que el Espíritu expíe sus culpas para afirmarse mejor en el bien; pero, la puerta de la esperanza no le está cerrada para siempre, y Dios hace depender el momento de su liberación de los esfuerzos que él hace para merecerla. Esto es lo que todo pueden comprender, y que, también la lógica más rigurosa puede admitir. Si las sanciones, en la dimensión espiritual, hubiesen sido presentadas bajo este aspecto, se contarían menos escépticos.

La palabra eterno es usada, frecuentemente, en el lenguaje común impropiamente, para denotar una cosa material o moral de larga duración, cuyo fin no se prevé, si bien se tenga la persuasión de que este fin existe, y llegará. Decimos, por ejemplo, los hielos eternos de las altas montañas, de los polos, aunque sepamos que, de una parte, el mundo físico puede terminar, y, de la otra, que el estado de aquellas regiones puede cambiar por el desplazamiento normal del eje, o por un cataclismo. El vocablo eterno, en este caso, no quiere decir perpetuo, sino al infinito. Cuando se experimenta una larga ausencia de salud, se dice de ese estado que es eterno; de qué hay que maravillarse, por lo tanto, de que Espíritus que experimentan insatisfacción desde hace mucho tiempo, de siglos, de miles de años, digan, quizá, otro tanto? Por otra parte, no se olvide que ellos, dado que su bajo nivel evolutivo no le permite descubrir el extremo del camino, creen que deberán sufrir para siempre, lo cual constituye una parte de la sanción.

Se note, por último, que la doctrina del fuego material, de las calderas y de las torturas, extraídas al Tártaro del paganismo, hoy se encuentra totalmente abandonada. Solamente en las escuelas se imparten estos atemorizadores cuadros alegóricos, como verdad positiva por personas más fervorosas que iluminadas, y con cual perjuicio, sólo Dios lo sabe, por cuanto, aquellas jóvenes imaginaciones, en cuanto se hayan recuperados de su temor, incrementarán el número de los incrédulos. La doctrina moderna reconoce que la palabra fuego es utilizada como figura para expresar un ardor moral. (Ver Nº 974).
 Quien, como nosotros, ha seguido, en las comunicaciones espirituales, las peripecias de la vida y de las sanciones en la dimensión espiritual, se habrá podido convencer, de que estas,  aunque no tengan nada de material, no son por esto menos dolorosas. Y también, en cuanto a su duración, determinadas personas comienzan a admitirlas en el estricto sentido al cual se ha hecho referencia., pensando que, en realidad, el término eterno se pueda entender como de las sanciones en sí mismas, como efectos de una ley inmutable, y no de su aplicación a cada culpable. El día en que, de manera general se admita esta interpretación, como otras, que constituyen, paralelamente, consecuencias del progreso de la luz, accederán a la Verdad Universal todos aquellos que lo precisen.

viernes, 5 de abril de 2013

LA NOBLEZA Y LAS VIRTUDES


 LA NOBLEZA Y LAS VIRTUDES

©Giuseppe Isgró C.


Decía Bias, El Prienio, uno de los siete sabios: –“Obtendrás: con ejercicio, memoria; con oportunidad, prevención; con modales, nobleza; con trabajos, continencia; con temor, piedad; con riquezas, amistades; con palabras, persuasión; con silencio, decoro; con sentencias, justicia; con audacia, valentía; con empresas, poder; con fama, dominio”.
La memoria, por el ejercicio del aprendizaje, es conocimiento, es decir, conciencia de determinado grado de realidad; aprender es recordar; recordar es meditar; meditar reafirma lo que se conoce.
 Para afianzar el conocimiento hay que ejercerlo en acciones útiles, en la realización de objetivos claramente definidos.
Enseñando se aprende mejor, por cuanto para transmitir conocimiento es preciso antes haberlo asimilado.
Dado que la concentración expande la conciencia perceptiva-realizadora, mientras más recordemos, más se recordará y aprehenderá del archivo universal, de la conciencia cósmica, conocimientos útiles al objetivo propuesto: El qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto, y el por qué.
Al pensar sobre un tema determinado, centramos la atención en él, y comenzamos a recordar, y las ideas van surgiendo. Leemos en el propio archivo espiritual, en la memoria contenida en el alma, en la propia, y en las incontables que contienen la información, en un acto de proyección del Espíritu, quien lee la información donde se encuentre y la transfiere a la conciencia objetiva, como una percepción intuitiva. La otra vertiente es la inspiración. Aquí, en vez de leer en el archivo del alma, propia o ajena, alguien inspira un pensamiento en el pensamiento, y se adquiere la conciencia de la idea que aporta el conocimiento.
Actuando en el tiempo oportuno se toma la precaución de que, cuando llegue la hora de consignar la obra, en el tiempo prefijado por el orden cósmico, esté ya realizada y se pueda cumplir con el aporte de la propia cuota de cooperación, cumpliendo el compromiso asumido.
Modales virtuosos desarrollan en el ejecutante la nobleza de su carácter; no son los títulos nobiliarios los que reflejan la nobleza del ser. Es la vida regida por la ley cósmica; son los pensamientos, los sentimientos, los deseos, las palabras y los actos acordes con los valores universales lo que reflejan la nobleza del ser.
La templanza es una de las virtudes fundamentales; ejercitándose en ella, se vive una vida equilibrada. La continencia es indispensable para mantenerse dentro de los parámetros de la virtud.
El temor de infringir las normas morales por la recriminación que se expresa en la conciencia, como consecuencia de las palabras y los actos, por la ejecución de los deseos, lo que permite vivir una vida ajustada a las leyes naturales. Esto conduce al ser a que sea exigente consigo mismo, y tolerante con los demás. El respeto a la dignidad ajena, a la vida de los cuatro reinos naturales, a la amistad o lazos afectivos,  facilitan una vida virtuosa y plena de piedad, sensible a la justicia, a la equidad, a la belleza, a la armonía, al orden, a la felicidad, a la paz interior, a la fortaleza, a la templanza y a la prudencia.
Sin duda alguna, las riquezas atraen muchas amistades, pero no de las personas, sino de sus bienes, buscando como hacer negocios, o adquirir influencias por su vinculación con ellas. Es preciso distinguir entre amistad e interés personal, por las razones que fueren. No dejarse adular, ni engañar por la falsa pleitesía que la acumulación de bienes, o riquezas, genera., con el fin de ver que se saca de ello. Eso es a todos los niveles, desde personas muy allegadas hasta otras que se encuentran fuera del ámbito de influencias.
    Con palabras, persuasión: Conviene ser persuasivo por la fuerza de los argumentos, no por el ejercicio de la autoridad, ni de otros elementos subyacentes. Los beneficios y ventajas en la satisfacción necesidades y deseos, el cumplimiento del deber, en todas sus vertientes y variantes, los tratos justos y equitativos, el sano orgullo personal y la aspiración de superación personal, las inversiones ventajosas, el ahorro de tiempo, energía y recursos, el confort, la seguridad, el bienestar, la salud, la sana diversión, los hobbies recreativos y la gratificación personal, aportan ideas convincentes y persuasivas por sí mismas, y dejan en libertad a que la otra persona tome libremente su decisión al respecto, sin coacción, por la convicción de los beneficios, por las bondades de lo que se le ofrece.
Con silencio, decoro: el silencio, manteniendo una actitud reservada, permite conservar el nivel digno y decoroso, en la interrelación con los demás, lo cual facilita estar por encima de las circunstancias pocos favorables que pudiesen enfrentarse.
El silencio es sabia lección que se imparte frente a conductas inadecuadas; es no involucrarse en una contienda innecesaria, dejando de rebajarse al nivel de la parte contraria. Es una reprobación efectiva y una severa sanción, si justamente aplicada. Suele inducir a la rectificación en la parte opuesta, y tarde o temprano, se recibirá la respectiva compensación.
Con sentencias, justicia: Las máximas, los aforismos, los proverbios y las sentencias moralizantes, aclaran las ideas a las partes involucradas y educan el carácter. A través de las edades, se conservan en la memoria colectiva de los pueblos los aforismos de personajes ilustres cuyas enseñanzas morales clarifican la conciencia y el entendimiento. Entre ese tipo de sentencias se encuentran las de los siete sabios, que comentamos. Son la quintaesencia de la sabiduría universal y es provechoso meditar sobre su contenido.
Con audacia, valentía: Muchos actos audaces han sido capaces de aportar grandes victorias y logros, en todas las actividades humanas. Osar, atreverse, permite ponerse en movimiento, dando el primer paso, cuando aún no se observa con claridad el resultado del logro apetecido. El qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el cuánto y el por qué, van surgiendo claramente, en la medida que se medita y actúe. Puestos en movimiento, con la decisión de ejecutar el plan previamente concebido, se activa el mecanismo creador-realizador que conduce, gradualmente, a la meta apetecida.
 Con empresas, poder: Los medios adquiridos mediante el desarrollo de diversas actividades y su respectivo logro individual, permite obtener la fama de un ser que cuando emprende algo lo conduce a feliz término.
Con fama, dominio; la reputación es de un valor incalculable. Se granjea la preferencia de los consumidores, el aprecio de los semejantes, la admiración de las generaciones actuales y subsiguientes. El prestigio aporta nuevas oportunidades de riqueza y bienestar, constantemente, y a través de los años sigue trabajando a favor de las personas competentes.
El prestigio genera confianza y expectativas positivas de que será obtenido el valor esperado de los resultados  previamente