sábado, 27 de octubre de 2012

EL LUGAR DEL HOMBRE EN LA TIERRA, ALEXIS CARREL

El lugar del hombre en la tierra.

Por Alexis Carrel
Premio Nobel de Medicina

En la conducción de nuestra vida no podemos permitirnos ignorar la ordenación natural de las cosas. Es cierto que conservamos todavía la ilusión de ser los privilegiados entre todos los vivientes y de escapar a la regla común. El sentimiento de ser libres nos da una engañosa seguridad. Creemos ocupar sobre la tierra una situación muy superior a la asignada a las plantas, a los árboles y a
los animales. Conviene, sin embargo, que sepamos de modo preciso cuál es nuestro verdadero lugar en la naturaleza.


Nuestro cuerpo, como se sabe desde Aristóteles, es una unidad autónoma, cuyas partes todas están entre sí en relaciones funcionales y existen como
sirvientes del todo. Se compone de tejidos, de sangre y de espíritu. Estos tres elementos son distintos, pero inseparables unos de otros. Son igualmente
inseparables, aunque distintos, del medio físico, químico y psicológico en el cual estamos sumergidos. Todas las substancias, pues, que constituyen los tejidos y la sangre vienen de este medio, bien directamente, bien indirectamente, por mediación de las plantas y de los animales. La mayor parte de nuestro cuerpo está hecha del agua de la lluvia, de los manantiales y de los ríos. Esta agua inferior tiene en solución proporciones definidas de sales minerales cuyo origen se encuentra en el suelo. Constituye el substrato de las células y de la sangre. Como la tierra y el agua de mar, contiene sodio,
potasio, magnesio, caldo, hierro, cobre, y una cantidad de elementos más raros, como el manganeso, el cinc, el arsénico que nos aporta la carne de los animales, la leche, los granos, los cereales, las hojas de las legumbres, los tubérculos y
las raíces. Son también los animales y las plantas los que suministran las materias azoadas, las grasas, los azúcares, las sales y las vitaminas indispensables para la construcci6n de los tejidos, para su conservación y para sus gastos energéticos. Los elementos químicos que entran en la composición del cuerpo son idénticos a los que componen el sol, la una y las estrellas. No hay diferencia alguna entre el oxigeno que respiramos del planeta Marte y el oxígeno que respiramos. El hidrógeno contenido en la molécula del glicógeno del hígado y de los músculos y el calcio del esqueleto son los mismos que el hidrógeno y el calcio de las llamas cinematográficas por Mac Math en la atmósfera del sol. El hierro de los glóbulos rojos de la sangre es semejante al hierro de los meteoritos. Los átomos de sodio que flotan como niebla ligera en los espacios
intersiderales podrían ser utilizados por nuestros tejidos tan bien como los de la sal de nuestros alimentos. En suma: elementos químicos de que se halla hecho nuestro cuerpo vienen del cosmos, de la
tierra, del aire y del agua. Los elementos químicos se comportan de la misma manera dentro del cuerpo como fuera de él. Desde Claude Bernard, sabemos que las leyes de la fisiología son fundamentalmente las mismas que las de la mecánica, de la física y de la química. Los modos de ser de las cosas son invariables; por ejemplo: las leyes de las masas de la capilaridad, de la ósmosis, de la hidrodinámica, siguen siendo verdaderas en el seno de nuestros tejidos. Es posible, sin embargo, de acuerdo con la hipótesis emitida por Donnan, que ciertas leyes estadísticas cesan de obrar en los órganos celulares tan pequeños que sólo encierran algunas gruesas moléculas de materia proteica.

En suma: nuestro cuerpo es un fragmento del cosmos, dispuesto de manera muy particular, pero en el cual se manifiestas las mismas leyes que en el resto del mundo. Está constituido por los mismo elementos que su ambiente físico.

Hay también entre el hombre y su medio relaciones funcionales individibles.

El medio se acomoda al hombre y el hombre al medio. Se puede decir que el medio es para el hombre lo que la cerradura para la llave. Hombre y medio forman las dos partes de un todo. En efecto; la superficie de la tierra presenta un
conjunto de físicas y químicas excepcionales en el universo y enminentemente propias para nuestra existencia. Nuestro planeta retiene en su derrotero una atmósfera bastante densa para permitir a los vivientes obtener, aún sobre las altas montañas, el oxígeno indispensable para la respiración. Es también la atmósfera la que protege a las plantas y a los animales contra la acción nociva de los rayos solares y del frío. La atracción del globo terrestre terrestre ejerce sobre todos los cuerpos nos hace adherirnos al suelo en la medida apropiada a las necesidades de nuestra vida.

En la superficie de Júpiter nos hallaríamos inmovilizados por nuestro peso.

En la luna seríamos excesivamente ligeros. Como Henderson lo ha demostrado, el medio cósmico se adapta a la vida, sobre todo gracias a las propiedades
singulares de tres elementos: el oxígeno, el hidrógeno y el carbono, que forman el agua y el ácido carbónico. El agua y el ácido carbónico estabilizan la temperatura de la tierra. Además, el agua moviliza la mayor parte de los elemento químicos. Una ver movilizados, estos elementos penetran por todas partes y sirven de alimento a los vegetales. En fin, el hidrógeno, el oxígeno y
el ácido carbónico son los más activos de todos los elementos. Forman los compuestos más numerosos y los edificios moleculares más complejos. Gracias al
agua, que les proporciona en solución la mayor parte de las sustancias químicas, las plantas y los animales preparan los alimentos complejos que el
hombre necesita. De ese modo, el medio se adapta a la vida. Al mismo tiempo, la vida se adapta al medio. Emplea para ello dos procedimientos diferentes.

Consiste el primero en absorber o asimilar el medio. El organismo, por ejemplo, absorbe el oxígeno del aire y asimila las substancias alimenticias. El segundo procedimiento consiste en reaccionar contra el medio y en ajustar a él. Este ajustamiento se hace por un esfuerzo de los grande sistemas de adaptación. La repetición de este esfuerzo aumenta el poder de estos sistemas, es decir, de los
vasos, de los centros nerviosos, de los músculos, de las glándulas, del corazón, de todos los órganos. Esta es la razón de que el individuo, a fin de alcanzar su
desarrollo óptimo, deba luchar constantemente con su medio. La dureza de las condiciones de la vida es la condición indispensable para la ascensión de la
persona humana.

Los sabios cometen con frecuencia el extraño error de observar los fenómenos naturales como si ellos mismos se encontrasen fuera de la naturaleza.

En realidad, forman parte de un sistema material compuesto del observador y del objeto de su observación.

Nuestro espíritu, es cierto, no está encerrado en las cuatro dimensiones del espacio y del tiempo. Aun cuando estemos sumergidos en el cosmos, tenemos el sentimiento de podernos librar de él. De un modo que todavía no compremos, el espíritu es capaz de evadirse de la continuidad física. Sin embargo, continúa inseparable del cuerpo es decir, del mundo físico. Está sometido a este mundo.

Basta que el plasma sanguíneo quedé privado de ciertas sustancias químicas para que las más nobles aspiraciones del alma se desvanezcan. Cuando la glándula tiroides, por ejemplo, cesa de segregar la tiroxina en los vasos sanguíneos, ya no hay ni inteligencia, ni sentido de lo bello, ni sentido religioso. El aumento o la disminución del calcio produce un desequilibrio mental. La personalidad se
desintegra bajo la influencia del alcoholismo crónico. Si, como lo hizo Mr. Collum, se suprime completamente el manganeso de la alimentación de una rata, ésta pierde el sentido maternal. Por
el contrario, cuando se suministra un extracto de glándula pituitaria llamado prolactina a ratas vírgenes, adoptan estás a jóvenes ratas, construyendo nidos para ellas y las rodean de cuidados. Y a falta de jóvenes ratas, consagran su
amor paternal a pichones recién nacidos. Es cierto también que los sentimientos son profundamente influidos por ciertas enfermedades. Un ataque ligero de encefalitis letárgica puede producir como consecuencia una transformación de la personalidad. Cuando el treponema pálido comienza su invasión del cerebro, ilumina a veces la inteligencia con relámpagos de genio. Es cierto que el estado del espíritu se halla condicionado por el cuerpo. Las actividades intelectuales
y afectivas dependen de los condiciones físicas, químicas y fisiológicas de los órganos. Por consiguiente, del mundo cósmico.

En suma: nuestro cuerpo está hecho de agua y de elementos tomados en el aire y en la tierra. Las leyes de la física y de la química se aplican lo mismo a los
fenómenos que se realizan en el mundo interior de nuestros tejidos y de nuestros humores que a los del mundo exterior. Somos en la superficie de la tierra seres análogos a los demás seres; más próximos, sin embargo, a las plantas, los árboles y los animales, que a las rocas, las montañas, los ríos y el océano.
Formamos evidentemente parte de la naturaleza. Tenemos lazos estrechos de parentescos con los animales superiores, en particular con los chimpancés y los orangutanes. Pero les superamos inmensamente por la potencia de nuestra mente.
Gracias a nuestra inteligencia tenemos libertad de conducirnos con nos place. Es el sentimiento de la libertad lo que nos da ilusión de ser independientes de la naturaleza. Si bien cierto que somos libres, es cierto también que estamos sometidos al orden del mundo. Podemos, si lo queremos, no tener en cuenta ninguna de las leyes naturales. Sólo nuestra voluntad nos obliga a tomar en consideración las propiedades esenciales de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu, y los modos de ser del mundo que nos rodea. Podemos, si lo deseamos, descender de un barco para caminar sobre las aguas, saltar desde lo alto del Empire State Building a la Quinta Avenida, habitar gracias al hashish entre las
maravillas del país de los sueños, o abandonarnos a la corrupción de la civilización moderna. En otros términos; tenemos la facultad de comportarnos o
no según el orden que emana de las cosas. Pero jamás conseguiremos romper los lazos que nos unen al mundo del cual procedemos. La voluntad del hombre será siempre impotente para modificar la estructura del universo. Como nuestros
hermanos inferiores, los cetáceos de los mares polares, o los antropoides que viven en las selvas tropicales, formamos parte de la naturaleza. Estamos sometidos a las mismas leyes que el resto del mundo terrestre. Por razón de formar parte de la naturaleza, debemos, como lo enseña Epitecto, vivir conforme a sus órdenes. Tenemos que ser lo que somos en nuestra esencia de ser. (*)

(*) Fuente: Alexis Carrel, La conducta en la vida,

L´ARTE DI ASCOLTARE, PLUTARCO


L'arte di ascoltare
Autore: PLUTARCO


l. Ti invio, caro Nicandro, la stesura del discorso da me tenuto su come si ascolta, perché tu sappia disporti in modo corretto all'ascolto di chi si rivolge a te con la voce della persuasione, ora che hai indossato la toga virile e ti sei liberato da chi ti dava ordini'. Questa condizione di «anarchia», che alcuni giovani, ancora immaturi sul piano formativo, sono portati a confondere con la libertà, fa si che le passioni, quasi fossero sciolte dai ceppi, diventino per loro padroni più duri dei maestri e dei pedagoghi di quando erano
ragazzi. Insieme con la tunica, dice Erodoto, le donne si spogliano anche del pudore3: Cosi ci sono giovani che nell'atto stesso di deporre la toga puerile, depongono anche ogni senso di pudore e di rispetto, e sciolto l'abito che li
teneva composti si riempiono subito di sregolatezza. Tu, invece, che in più occasioni hai avuto modo di ascoltare che seguire Dio ed obbedire alla ragione
sono la stessa cosa, devi pensare che il passaggio dalla fanciullezza all'età adulta, per quelli che ragionano bene, non significa non aver più un'autorità
cui sottostare, ma semplicemente cambiarla, perché al posto di una persona stipendiata o di uno schiavo essi assumono a guida divina dell'esistenza la
ragione. Quella ragione, i cui seguaci è giusto ritenere i soli uomini liberi, dato che solo loro hanno imparato a volere ciò che si deve e perciò stesso vivono come vogliono. Ignobile, invece, meschino ed esposto a grandi rimorsi, è
l'arbitrio che si esplica negli impulsi e nelle azioni che nascono da immaturità e falsi ragionamenti.

2. I cittadini naturalizzati che provengono da un altro paese e sono in tutto e
per tutto stranieri assumono atteggiamenti critici e insofferenti nei riguardi
di molte usanze locali, mentre chi vi viene dalla condizione di meteco' per il
fatto di essere cresciuto in familiarità e dimestichezza con quelle leggi, ne
accetta gli obblighi senza difficoltà e vi ottempera volentieri4: cosi tu, che
per molto tempo sei cresciuto a contatto con la filosofia e fin dall'inizio sei
stato abituato a prendere misto al ragionamento. filosofico tutto ciò che hai
appreso e ascoltato da ragazzo, devi accostarti con animo ben disposto, come uno
di casa, alla filosofia, che è la sola a rivestire i giovani dell'abito virile e
realmente perfetto che viene dalla ragione.
Penso comunque che non ti dispiacerà ascoltare qualche preliminare osservazione
sul senso dell'udito, che, a detta di Teofrasto, è collegato più di ogni altro
alle passioni6 dato che non c'è niente che si veda, si gusti o si tocchi, che
produca sconvolgimento, turbamenti o sbigottimenti paragonabili a quelli che
afferrano l'anima quando l'udito è investito da certi frastuoni, strepiti o
rimbombi. Ma a ben guardare esso ha più legami con la ragione che con la
passione, perché se è vero che molte sono le zone e le parti del corpo che
offrono al vizio una via d'accesso per cui arriva ad attaccarsi all'anima, per
la virtù l'unica presa è data invece dalle orecchie dei giovani, sempreché siano
pure e tenute fin dall'inizio al riparo dai guasti dell'adulazione e dal
contagio di discorsi cattivi. Per questo Senocrate invitava ad applicare i
paraorecchi ai ragazzi più che ai lottatori, perché a questi ultimi i colpi
sfigurano le orecchie, mentre ai primi i discorsi distorcono il carattere'.
Egli non intendeva, comunque, che dovessero essere posti in una sorta di
isolamento acustico o fatti diventare sordi: consigliava solo di proteggerli dai
discorsi cattivi prima che altri buoni, come guardie allevate dalla filosofia a
protezione del carattere, non ne avessero saldamente occupato la postazione più
precaria e maggiormente esposta alla voce della persuasione. L'antico Biante,
quando Amasi gli chiese di inviargli la porzione di vittima sacrificale che a
suo giudizio fosse migliore e al tempo stesso peggiore, ne recise la lingua e
gliela mandò, intendendo dire che nella parola sono insiti i danni e i vantaggi
più grandi. La maggior parte delle persone, quando bacia teneramente i propri
piccoli, ne prende le orecchie tra le mani e li invita a fare altrettanto, con
scherzosa allusione al fatto che si deve amare soprattutto chi fa del bene
attraverso le orecchie9. E evidente che un giovane che fosse tenuto lontano da
qualunque occasione di ascolto e non assaporasse nessuna parola, non solo
rimarrebbe completamente sterile e non potrebbe germogliare verso la virtù, ma
rischierebbe anche di essere traviato verso il vizio, facendo proliferare molte
piante selvatiche dalla sua anima, quasi fosse un terreno non smosso ed incolto.
Le pulsioni verso il piacere e le diffidenze verso la fatica sono sorgenti per
cosi dire native, e non esterne o fatte affluire in noi dalle parole, di
infinite passioni e malattie, e se sono lasciate libere di riversarsi dove
natura le guida e non si provvede a frenarle con buoni ragionamenti bloccandone
o deviandone il naturale fluire, non c'è belva che non possa apparire più
mansueta di un uomo.

3. Dal momento dunque che l'ascolto comporta per i giovani un grande profitto ma
un non minore pericolo, credo sia bene riflettere continuamente, con se stessi e
con altri, su questo tema. I più invece, a quanto ci è dato vedere, sbagliano,
perché si esercitano nell'arte del dire prima di essersi impratichiti in quella
di ascoltare, e pensano che per pronunciare un discorso ci sia bisogno di studio
e di esercizio, ma che dall'ascolto, invece, possa trarre profitto anche chi vi
s'accosta in modo improvvisatolo. Se è vero che chi gioca a palla impara
contemporaneamente a lanciarla e riceverla, nell'uso della parola, invece, il
saperla accogliere bene precede il pronunciarla, allo stesso modo in cui
concepimento e gravidanza vengono prima del parto. I parti e i travagli «di
vento» delle galline si dice diano origine a gusci imperfetti e privi di vita":
cosi realmente «di vento» è il discorso che esce da giovani incapaci di
ascoltare e disabituati a trarre profitto attraverso l'udito, e oscuro ed ignoto
si disperde sotto le nubi . Quando travasa qualcosa, la gente inclina e ruota i
vasi perché l'operazione riesca bene e non ci siano dispersioni, mentre quando
ascolta non impara ad offrire se stessa a chi parla e a seguire attentamente,
perché non le sfugga nessuna affermazione utile. E quel che è più ridicolo è
che se incontrano uno che racconta di un banchetto, di un corteo di un sogno o
dell'alterco avuto con un altro, restano ad ascoltarlo in silenzio e insistono
per saperne di più; ma se uno li tira da parte e vuol dare loro un insegnamento
utile, spronarli a qualche dovere, redarguirli in caso di errore o addolcirli
quando sono irritati non lo sopportano e se ne hanno la possibilità si sforzano
d'averla vinta e si mettono a controbattere le sue parole o, se proprio non ce
fanno, lo piantano in asso e vanno alla ricerca di altri insulsi discorsi,
riempiendosi le orecchie, quasi fossero vasi difettosi e incrinati, di qualunque
cosa piuttosto che di ciò di cui hanno bisogno. I bravi allevatori rendono
sensibile al morso la bocca dei cavalli: cosi i bravi educatori rendono
sensibili alle parole le orecchie dei ragazzi, insegnando loro non a parlare
molto, ma ad ascoltare molto. Nel tessere gli elogi di Epaminonda, Spintaro
diceva che non era facile incontrare uno che sapesse di più e parlasse di
menol3. E la natura, si dice, ha dato a ciascuno di noi due orecchie ma una
lingua sola, perché siamo tenuti ad ascoltare più che a parlare.

4. Il silenzio, dunque, è ornamento sicuro per un giovane in ogni circostanza,
ma lo è in modo particolare quando, ascoltando un altro, evita di agitarsi o di
abbaiare ad ogni sua affermazione, e anche se il discorso non gli è troppo
gradito, pazienta ed attende che chi sta dissertando sia arrivato alla
conclusione; e non appena ha finito si guarda dall'investirlo subito di
obiezioni, ma, come dice Eschine lascia passare un po' di tempo per consentire
all'altro di apportare eventuali integrazioni o di rettificare e sopprimere
qualche passaggio. Chi si mette subito a controbattere finisce per non
ascoltare e non essere ascoltato, e interrompendo il discorso di un altro
rimedia una brutta figura. Se invece ha preso l'abitudine di ascoltare in modo
controllato e rispettoso, riesce a recepire e a far suo un discorso utile e sa
discernere meglio e smascherare l'inutilità o falsità di un altro, e per di più
dà di sé l'immagine di una persona che ama la verità e ori le dispute, ed è
aliena dall'essere avventata o polemical5. Non è sbagliato. quello che dicono
alcuni, e cioè che se si vuole versare qualcosa di buono nei giovani bisogna
prima sgonfiarli, più di quanto non si faccia con l'aria contenuta negli otri,
di ogni presunzione e albagia, perché altrimenti, pieni come sono di alterigia e
di boria, non riuscirebbero ad accogliere nulla 16.

5. L'invidia poi, congiunta a malizia e livore, non va bene in nessun caso, e se
la sua presenza ostacola ogni retto comportamento, diventa pessima assistente e
consigliera di chi ascolta, perché gli rende fastidiose, sgradevoli e
inaccettabili le osservazioni utili, dato che gli invidiosi godono di qualunque
altra cosa piuttosto che di quelle dette bene. Eppure chi si sente mordere
dalla ricchezza, la fama o la bellezza di un altro è solo invidioso in quanto lo
tormenta la felicità altrui: chi invece soffre nel sentire un discorso giusto è
infastidito dai suoi stessi beni, perché come la luce è un bene per chi può
vedere, cosi un discorso lo è per chi può udire, sempreché lo voglia accogliere.
Ma se negli altri casi l'invidia nasce da certe disposizioni rozze e malvagie,
quella rivolta contro chi parla muove da inopportuno esibizionismo e mala
ambizione e non consente a chi si trova in questo stato d'animo di concentrarsi
su ciò che viene detto, ma ne disturba e distrae la mente, che ora si mette ad
osservare se le proprie capacità siano inferiori a quelle di chi sta parlando e
ora invece si sofferma a guardare se gli altri seguano compiaciuti ed ammirati,
e si sente urtata dagli assensi e si indispettisce con i presenti se mostrano di
gradire chi parla. E quanto ai discorsi, essa lascia cadere in oblio quelli già
pronunciati, perché rammentarli è una sofferenza, e si agita e trema al pensiero
che quelli successivi possano essere ancora migliori; non vede l'ora che chi sta
tenendo un discorso bellissimo abbia terminato di parlare, e appena l'ascolto è
finito non ripensa a niente di quel che ' stato detto, ma si mette a contare,
come fossero voti, le esclamazioni e gli umori dei presenti, e fugge e schizza
via come impazzita da chi approva, correndo ad imbrancarsi con chi solleva
critiche e distorce le argomentazioni svolte; se poi non c'è niente da
distorcere, tira fuori che altri hanno saputo sviluppare meglio lo stesso tema e
con maggior efficacia, fino a quando, a forza di svilire e infangare, non si sia
resa l'ascolto inutile e vano.

6. Perciò, stipulata una tregua tra voglia di ascoltare e tentazioni
esibizionistiche, dobbiamo disporci all ascolto con animo disponibile e pacato,
come fossimo invitati a un banchetto sacro o alle cerimonie preliminari di un
sacrificio, elogiando l'efficacia di chi parla nei passaggi riusciti e
apprezzando perlomeno la buona volontà di chi espone in pubblico le proprie
opinioni e cerca di convincere gli altri ricorrendo agli stessi ragionamento che
hanno persuaso lui. Non dobbiamo pensare che gli esiti felici dipendano dalla
fortuna o che vengano da soli, ma che siano piuttosto frutto di applicazione,
duro lavoro e studio, e perciò, spinti da sentimenti di ammirazione e di
emulazione dovremo cercare di imitarli; in caso di insuccesso, invece, è
necessario rivolgere la nostra attenzione
alle cause e alle ragioni che l'hanno determinato. Senofonte dice che i bravi
padroni di casa sanno trarre profitto dagli amici e dai nemici: cosi le persone
sveglie e attente sanno trarre beneficio da chi parla non solo quando ha
successo ma anche quando fallisce, perché la pochezza concettuale, la vacuità
espressiva, il portamento volgare, la smania, non disgiunta da goffo
compiacimento, di consenso e gli altri consimili difetti, ci appaiono con più
evidenza negli altri quando ascoltiamo che in noi stessi quando parliamo.
Dobbiamo perciò trasferire il giudizio a chi parla a noi stessi, valutando se
anche noi non cadiamo inconsciamente in qualche errore del genere. Non c'è cosa
al mondo più facile del criticare il prossimo, ma atteggiamento inutile e vano
se non ci porta a correggere o prevenire analoghi errori. Di fronte a chi
sbaglia non dobbiamo esitare a ripetere in continuazione a noi stessi il detto
di Platone: «Sono forse anch'io cosi?».
Come negli occhi di chi ci sta vicino vediamo riflettersi i nostri, cosi
dobbiamo ravvisare i nostri discorsi in quelli degli altri, per evitare di
disprezzarli con eccessiva durezza e per essere noi stessi più sorvegliate
quando arriva il nostro turno di parlare. A tal fine è utile anche ricorrere a
un confronto se, una volta finito l'ascolto e rimasti soli, prenderemo qualche
passaggio che a nostro giudizio sia stato trattato in modo maldestro o
inadeguato e proveremo a ridirlo noi, volgendoci a colmare una deficienza qui, a
correggerne una là, a esporre lo stesso pensiero con parole diverse o tentando
di affrontare l'argomento in maniera radicalmente nuova. Cosi fece anche
Platone con fl discorso scritto da Lisia. Non è difficile muovere obiezioni al
discorso pronunciato da altri anzi è quanto mai facile; ben più faticoso,
invece, è contrapporne uno migliore. Alla notizia che Filippo aveva raso al
suolo Olinto, lo spartano osservò: «Ma lui non riuscirebbe a riedificare una
città cosi grande!»20. Se dunque nel dissertare sullo stesso argomento ci
sembrerà di non essere 'molto superiori a chi ne ha trattato, deporremo gran
parte del nostro disprezzo e ben presto, smascherati da simili confronti,
svaniranno in noi presunzione ed orgoglio.

7. Antitetico all'atteggiamento denigratorio è quello facilmente incline
all'ammirazione, che denota indubbiamente una natura più cordiale e pacata, ma
esige anch'esso non poca accortezza, o addirittura ne richiede una maggiore,
perché se i denigratori e gli arroganti ricavano da chi parla un profitto
minore, gli entusiasti e gli ingenui ne ricevono danni maggiori e non
smentiscono il detto eracliteo: «Lo stupido suole stupirsi a ogni parola»21.
Bisogna essere generosi nell'elogiare chi parla ma cauti nel prestare fede alle
sue parole; si deve essere spettatori bendisposti e non prevenuti dello stile e
della dizione di chi dibatte, ma critici attenti e severi dell'utilità e
veridicità di ciò che dice, per non attirarci l'odio suo e al tempo stesso
evitare che le sue parole possano danneggiarci, dato che, senza nemmeno
accorgercene, siamo portati ad accogliere in noi molti ragionamenti falsi e
cattivi per simpatia o fiducia verso chi parla. Le autorità spartane, sentita
la proposta avanzata da un uomo che viveva in modo riprovevole, la approvarono,
ma subito ordinarono a un altro, che godeva della stima generale per la sua
condotta di vita e moralità, di ripresentarla, cercando in modo davvero corretto
e politicamente educativo di abituare il popolo a lasciarsi influenzare dalla
statura morale dei consiglieri più che dalle loro parole22. Quando invece si
tratta di una discussione filosofica dobbiamo lasciar perdere la reputazione di
chi parla e valutare esclusivamente il valore intrinseco delle sue
argomentazioni. Come in guerra, anche in un ascolto ci sono molti vani
apparati: la canizie, l'intonazione suadente, lo sguardo accigliato e la
tendenza all'autoelogio di chi parla, ma soprattutto le acclamazioni, gli
applausi e i sobbalzi del pubblico sconcertano l'ascoltatore giovane ed
inesperto, che finisce per essere come trascinato via dalla corrente. Anche
nello stile c'è qualcosa di ingannevole
quando, fluendo seducente e copioso, investe i concetti in modo enfatico e
ricercato. Gran parte degli errori commessi da chi canta con l'accompagnamento
dell'aulo sfugge a chi ascolta: cosi uno stile ridondante e pomposo abbacina
l'ascoltatore e gli impedisce di intravedere i concetti. Si narra che Melanzio,
sentendosi chiedere un parere su una tragedia di Diogene, rispondesse che non
gli era riuscito di vederla perché eclissata dalle parole: cosi la maggior parte
dei sofisti, quando disserta o declama, non si limita ad utilizzare le parole
per velare i pensieri, ma addolcendo la voce con modulazioni, morbidezze e
trilli, manda in delirio e in visibilio l'uditorio, elargendo un piacere vano e
ricevendone in cambio una fama ancora più vana. Sicché calza loro perfettamente
quel che si racconta a proposito di Dionisio, che nel corso di un'esibizione
aveva promesso grandi ricompense a un famoso citaredo, ma alla fine non gli
aveva dato nulla, con la scusa che lui, i suoi impegni, li aveva già onorati:
«Perché per tutto il tempo in cui io mi beavo del tuo canto, gli disse, tu
gioivi di speranza»2 Questo è appunto il compenso che i sofisti ricavano da
simili esibizioni: sono ammirati per tutto il tempo in cui riescono a dilettare,
ma poi, appena il piacere dell'ascolto è finito, la fama li ha già abbandonati e
vanamente hanno sprecato gli altri il tempo, loro addirittura la vita.

8. Perciò bisogna eliminare dallo stile ogni eccesso e vacuità, mirando
esclusivamente al frutto e prendendo a modello le api e non le tessitrici di
ghirlande, perché queste, preoccupandosi solo delle fronde fiorite e profumate,
intrecciano e intessono una composizione soave ma effimera e infruttuosa, mentre
le api, pur volando in continuazione su prati di viole, di rose e di giacinti,
vanno a posarsi sul timo, la più acre e pungente delle piante, e vi si fermano
al biondo miele pensando2l; poi attinto qualcosa di utile volano via all'opera
loro. Cosi l'ascoltatore fine e puro deve lasciar perdere le parole fiorite e
delicate e pensare che gli argomenti teatrali e spettacolari sono solo «pastura
di fuchi» sofisticheggianti, ed immergersi invece con la concentrazione fino a
cogliere il senso profondo del discorso e la reale disposizione d'animo di chi
parla, per trarne ciò che è utile e giovevole, rammentando a se stesso che non è
andato a teatro o in un odeon, ma in una scuola e in un'aula per raddrizzare la
propria vita con la parola. Ne consegue la necessità di esaminare e giudicare
l'ascolto partendo da se stesso e dal proprio stato d'animo, valutando se
qualche. passione sia divenuta più debole, qualche fastidio più leggero, se si
siano rinsaldati in lui determinazione e volontà, se senta in cuor suo
entusiasmo per la virtù e per il bene. Non ha senso, quando ci si alza dalla
sedia del barbiere, guardarsi allo specchio e passarsi la mano sul capo,
esaminando il taglio dei capelli e la diversa pettinatura, e invece all'uscita
da una lezione e dalla scuola non guardare subito in se stessi per apprendere se
l'anima abbia deposto qualche peso soverchio e superfluo e sia divenuta più
leggera e più dolce. «Se un bagno o un discorso non purificano - dice Aristone -
non hanno alcuna utilità"

9. Goda dunque il giovane a trarre profitto dai discorsi, ma non deve vedere nel
diletto lo scopo dell'ascolto e non deve pensare di allontanarsi dalla scuola di
un filosofo «canticchiando radioso»30 o cercare di profumarsi quando invece ha
bisogno di fomenti e di cataplasmi, ma essere grato se qualcuno ricorre ad acri
parole, come con gli alveari ci si serve del fumo, per ripulire la sua mente,
che è piena di molta caligine e ottusità. Chi parla, è vero, non deve affatto
trascurare che nel proprio stile vi siano piacevolezza e persuasività, ma di
questo il giovane non deve minimamente darsi pensiero, almeno in un primo
momento. Successivamente forse, come chi beve e solo dopo aver appagato la sete
si mette ad osservare le cesellature delle coppe e se le rigira tra le mani,
cosi anche il giovane, dopo essersi riempito di riflessioni e aver ripreso
fiato, si volga ad esaminare se lo stile contiene qualche eleganza e
raffinatezza. Chi invece non si tiene stretto fin dall'inizio ai concetti, ma
pretende che lo stile subito sia attico e sobrio, somiglia a uno che rifiutasse
di bere un antidoto se la coppa non è di ceramica coliade attica" o di indossare
d'inverno un mantello se la lana non è di pecore attiche, ma siede inerte ed
immobile, avvolto, per cosi dire, nel mantello leggero e sottile del linguaggio
di Lisia.
Queste fisime hanno prodotto nelle scuole molto deserto di intelletto e di buoni
pensieri, molta pedanteria formale e verbosità, dato che gli adolescenti non
osservano la vita, le azioni e la condotta pubblica di un uomo che si presenta
come filosofo, ma gli ascrivono a lode i lemmi, le frasi, la bravura
nell'esposizione, non sapendo e non volendo indagare se ciò che dice sia utile o
inutile, se sia indispensabile o al contrario vuoto e superfluo.

10. A questi precetti segue quello relativo ai quesiti. Quando si è invitati a
cena si deve mangiare quello che viene imbandito e non chiedere dell'altro o
mettersi a criticare: così chi è andato al banchetto delle parole, se il tema è
stabilito, ascolti in silenzio chi parla, perché portandolo a deviare su altri
argomenti, interrompendone l'esposizione con continue domande e sollevando
sempre nuove difficoltà, non risulta né piacevole né garbato come ascoltatore e
ottiene di non ricavare personalmente chi parla e quello alcun profitto e di
confondere insieme che dice; se invece è chi parla a sollecitare l'uditorio a
porre domande e quesiti, si dovrebbe sempre dare a vedere di sollevarne di utili
e di necessari.
Odisseo è deriso dai pretendenti domandando tozzi di pane, e non spade o lebeti
perché per loro è segno di grandezza d'animo non solo fare grandi doni, ma anche
richiederli. Ancor più, però, si
riderebbe di un ascoltatore che sollecitasse chi disserta su questioni piccole e
cavillose, come solitamente fanno certi giovani che ricorrendo ad estreme
sottigliezze e palesando la propria attitudine per la dialettica o la matematica
pongono quesiti sulla divisione delle proposizioni indefinite e su quale sia il
movimento secondo il lato o secondo la diagonale.
A costoro si può ripetere la risposta data da Filotimo a un uomo settico e
macilento, che si era rivolto a lui per chiedergli una curetta contro il
giradito; quando dal colorito e dalla respirazione si fu reso conto delle sue
condizioni: «Mio caro - gli disse - nel tuo caso non ha senso parlare di
giradito»
Nemmeno per te, ragazzo mio, è tempo di indagare su problemi di quel genere, ma
su come tu possa liberarti da presunzione, alterigia, amori e insulsaggine, e
costruirti una vita modesta e sana.

11. Quando si formula una domanda bisogna assolutamente rapportarsi
all'esperienza e all'attitudine di chi parla, ponendogli quesiti sugli argomenti
in cui «è più forte di se stesso» ed evitando di mettere in difficoltà chi è
esperto soprattutto di filosofia morale sottoponendogli complicati problemi di
fisica o di matematica, e di trascinare al contrario chi vanta conoscenze in
campo scientifico a emettere giudizi sulle proposizioni connesse o a risolvere i
sofismi «mentitori». Chi tentasse di spaccare la legna con una chiave o di
aprire la porta con una scure non darebbe l'impressione di screditare quegli
strumenti ma piuttosto di rinunciare alla loro propria utilità e funzione: cosi
chi avanza richieste su temi sui quali chi parla non ha attitudine o non si è
esercitato, si pone da solo nell'impossibilità di cogliere e ricevere il frutto
che l'altro ha ed è disposto ad offrire, e oltre a danneggiare se stesso ottiene
anche di essere tacciato di malizia e livore.

12. Ci si deve inoltre guardare dal porre troppe domande e dall'intervenire in
continuazione, perché anche questo atteggiamento denota, in certo qual modo, una
volontà esibizionistica. Ascoltare con calma gli interventi di un altro è
indizio invece di persona desiderosa di apprendere e rispettosa del prossimo, a
meno che uno non senta dentro qualcosa che lo turba e non l'opprima una
passione che dev'essere bloccata o un tormento che deve essere lenito. Dice
Eraclito che «la propria ignoranza è meglio celarla» ma forse è meglio, invece,
palesarla e curarla. Se accessi d'ira, attacchi di superstizione, forti
contrasti con i familiari o una folle passione d'amore che tocca della mente le
corde da non toccare, ci sconvolgono la mente, non bisogna rifugiarsi dove si
parla d'altro per non esporci a critiche, ma frequentare le scuole in cui si
discute proprio di questi argomenti e dopo la discussione, consultare in privato
quelli che ne hanno parlato e porre loro ulteriori domande. Non si deve agire
insomma come la maggioranza della gente, che ascolta volentieri e ammira i
filosofi quando parlano d'altro, ma se poi il filosofo, lasciati perdere gli
altri, si rivolge a loro in privato e apertamente menziona ciò che li riguarda,
si risentono e lo giudicano un impiccione. Generalmente pensano di dover
ascoltare i filosofi nelle scuole come gli attori tragici a teatro e credono che
una volta fuori non si comportino per nulla meglio di loro. Questo ragionamento
va bene per i sofisti (che una volta scesi di cattedra e riposti libri e
prontuari, nella realtà del quotidiano operare appaiono meschini e inferiori ai
più), ma nei confronti dei veri filosofi è sbagliato, perché non ci si rende
conto che la loro serietà, lo scherzo, un cenno, un sorriso o uno sguardo
accigliato e soprattutto le parole rivolte a ciascuno in privato apportano
frutto e giovamento a chi ha preso l'abitudine di ascoltarli con pazienza ed
attenzione.

13. Anche il tributare elogi è compito che richiede cautela e senso della misura
perché difetto ed eccesso non s'addicono a un uomo libero. Pesante e rozzo è
l'ascoltatore che rimane freddo e impassibile di fronte a qualunque riflessione,
e pieno di una presunzione incancrenita e di un'autoconsiderazione profondamente
radicata, convinto com'è di saper esprimere qualcosa di meglio di quel che sente
dire, non batte ciglio, come invece educazione vorrebbe, e non emette sillaba a
testimonianza del fatto che sta seguendo volentieri e con interesse, ma se ne
resta in silenzio e ostentando una gravità affettata e di maniera cerca di
cattivarsi la reputazione di persona di solide e profonde convinzioni, dando a
vedere di valutare gli elogi alla stregua del denaro e di pensare che nella
proporzione in cui se ne elargiscono agli altri si finisce per privarne se
stessi. Molti interpretano in modo erroneo e stonato quella frase di Pitagora,
in cui egli disse d'aver tratto dalla filosofia l'incapacità di stupirsi di
qualunque cosa39: costoro ne hanno ricavato invece il non saper elogiare e
apprezzare nulla, con la conseguente assunzione di un atteggiamento sprezzante e
l'idea che la dignità nasca dall'alterigia. Ora, è vero che il ragionamento
filosofico, grazie al processo conoscitivo e all'informazione sulle cause dei
singoli eventi, elimina il senso di meraviglia e di stupore che nasce dal dubbio
e dall'ignoranza, ma non annulla certamente garbo, misura e affidabilità. Per
le persone realmente e coerentemente buone la soddisfazione più alta consiste
nel tributare il giusto riconoscimento a chi lo merita, ed effettivamente non
c'è onore più bello del rendere onore a un altro, perché proviene da esuberanza
e ricchezza di fama: chi invece è avaro di elogi per gli altri dà l'impressione
di esserne lui stesso povero ed affamato.
Opposto d'altro canto è l'atteggiamento di chi, senza il minimo discernimento,
ad ogni parola e ad ogni sillaba si sofferma e grida: leggero come un uccello,
costui riesce spesso sgradito anche a chi dibatte e fastidioso sempre per gli
altri che ascoltano, perché contro voglia li eccita e li spinge ad imitarlo,
quasi che un senso di pudore li trascinasse a forza a fargli da eco. Cosi,
senza aver tratto alcun profitto per aver reso l'ascolto pieno di confusione e
di trambusto con i suoi elogi, se ne va portandosi appresso uno di questi tre
titoli: ipocrita, adulatore o incompetente perché questa è l'impressione che ha
dato di sé.
Chi è chiamato a far da giudice in un processo non deve ascoltare con malanimo o
parzialità, ma secondo coscienza, guardando alla giustizia; quando invece si
ascolta una discussione filosofica non ci sono leggi o giuramenti che ci
impediscano di accogliere con simpatia chi disserta. Anzi, gli antichi
collocarono Ermes vicino alle Grazie, volendo significare che un discorso
richiede soprattutto grazia e gentilezza. Non è possibile che chi parla sia in
assoluto talmente inetto ed impreciso da non offrire niente che possa essere
apprezzato: una riflessione sua, una citazione altrui, l'argomento stesso e lo
scopo del discorso, o almeno lo stile o la disposizione della materia, come tra
le ginestre e l'ononide irta di spine spuntano i bucaneve dai delicati fiori.
C" chi riesce persuasivo anche tessendo panegirici del vomito, della febbre e,
per Zeus!, perfino della pentola: e come potrebbe allora non dare assolutamente
un po' di respiro e non fornire un'occasione di elogio, ad ascoltatori benevoli
e garbati, il discorso pronunciato da chi in un modo o nell'altro gode fama o
nome di filosofo? I giovani in fiore, come dice Platone, eccitano sempre, in un
modo o nell'altro le nature sensuali: se sono di carnagione chiara, li chiamano
«figli degli Dei», se sono bruni «Virili»; a un naso aquilino danno
l'eufemistico nome di «regale», a uno camuso di «grazioso»; un colorito
giallastro diventa per loro del «colore del miele», e cosi tutti li baciano e li
amano perché l'amore, come l'edera, è abile ad avvincersi con qualsiasi scusa41.
A maggior ragione, dunque, chi si diletta di ascoltare e ama i discorsi seri
saprà sempre trovare qualche elemento in base al quale apparirà elogiare
motivatamente ogni singolo oratore. Platone, ad esempio, pur disapprovando
l'invenzione nell'orazione di Lisia e criticandone la disposizione, ne elogia
comunque lo stile e afferma che in lui «ogni parola è chiara e rotondamente
tornita». Si potrebbero biasimare i temi di Archiloc0, la versificazione di
Parmenide la semplicità di Focilide la verbosità di Euripide la discontinuità di
Sofocle cosi come senza dubbio tra gli oratori c'è chi non sa ritrarre i
caratteri chi è fiacco nel destare emozioni, chi è privo di grazia: ciò
nonostante ciascuno di loro viene elogiato per la peculiarità delle doti
naturali che gli consentono di far presa e trascinare. Anche all'ascoltatore,
quindi, è data facile ed ampia possibilità di mostrarsi cordiale con chi parla:
ad alcuni basta, anche se non aggiungiamo la testimonianza della voce, offrire
uno sguardo mite, un volto pacato, una disposizione benevola e non annoiata.
Per concludere, ecco alcune norme di comportamento, per cosi dire generali e
comuni, da seguire sempre in ogni ascolto, anche in presenza di un'esposizione
completamente fallita: stare seduti a busto eretto, senza pose rilassate o
scomposte; lo sguardo dev'essere fisso su chi sta parlando, con un atteggiamento
di viva attenzione; l'espressione del volto dev'essere neutra e non lasciar
trasparire non solo arroganza o insofferenza ma persino altri pensieri e
occupazioni. In ogni opera d'arte, si sa, la bellezza deriva, per cosi dire, da
molteplici fattori che per una consonanza misurata e armonica pervengono a una
proporzionata unità, mentre basta una semplice mancanza o un'aggiunta fuori
posto per' dare subito vita alla bruttezza: analogamente, quando si ascolta, non
solo sono sconvenienti l'arroganza di una fronte corrugata, la noia dipinta sul
viso, lo sguardo che vaga qua e là, la posizione scomposta del corpo e le gambe
accavallate, ma sono da censurare, e richiedono molta circospezione, persino un
cenno o un bisbiglio con un altro, un sorriso, gli sbadigli sonnacchiosi, lo
sguardo fisso a terra e qualunque altro atteggiamento del genere.

14. Altri pensano che chi parla abbia dei doveri da assolvere e chi ascolta,
invece, nessuno; pretendono che quello si presenti dopo aver meditato ed essersi
preparato con cura, mentre loro invadono la sala liberi da ogni pensiero e
riflessione, e prendono posto esattamente come se fossero andati a un banchetto,
a spassarsela, mentre altri faticano. Eppure se persino un convitato che sappia
stare in compagna, ha dei doveri da assolvere, molti di più ne ha chi ascolta,
perché è coinvolto nel discorso ed è chiamato a cooperare con chi parla, e non è
giusto che stia a esaminarne con severità le stonature e a vagliarne
criticamente ogni parola e ogni gesto, mentre lui, senza doverne rispondere, si
abbandona per tutta la durata dell'ascolto a un contegno scomposto e variamente
scorretto. Quando si gioca a palla le mosse di chi riceve devono essere in
sintonia con quelle di chi lancia: cosi in un discorso c'è sintonia tra chi
parla e chi ascolta se entrambi sono attenti ai loro doveri.

15. Nel manifestare il proprio assenso, poi, bisogna guardarsi dall'usare le
prime parole che vengono in mente. Quando Epicuro, ad esempio, riferendosi alle
lettere di alcuni amici, dice che ne sente scaturire un fragore d'applausi, ci
riesce stucchevole51: cosi chi ai nostri giorni introduce nelle sale dove
parlano i filosofi epiteti stravaganti come «divino!», «ispirato!»,
«inarrivabile!», quasi non bastassero più i «bene!», «bravo!», «giusto!», con
cui abitualmente manifestavano la propria approvazione i discepoli di Platone,
di Isocrate o di Iperide tiene un comportamento oltremodo sconveniente e finisce
per gettare cattiva luce su chi parla, suggerendo l'impressione che questa
richiesta di elogi superbi e straordinari nasca da lui. Davvero fastidioso poi
è chi ricorre al giuramento, come fosse in tribunale, per testimoniare la
propria approvazione nei confronti di chi parla, e non meno lo sono quelli che
sbagliano la mira nel riferirsi alle qualità della persona e a un filosofo
gridano «che sottigliezza!», a un vecchio «che grazia!» o «che fiore!»,
trasferendo ai filosofi gli epiteti che si usano con chi ama giwm e sfoggi di
eloquenza nelle esercitazioni scolastiche, o attribuendo a un discorso saggio
elogi degni di una prostituta: è come se si volesse cingere il capo di un atleta
con una corona di gigli o di rose e non di alloro o di oleastro! Il poeta
Euripide stava suggerendo ai suoi coreuti l'interpretazione di un passaggio
lirico nel modo musicale prescelto, quando uno di loro scoppiò a ridere: «Se tu
non fossi insensibile ed ignorante - gli disse - non rideresti nel vedermi
cantare in nussolidio»; cosi credo che un filosofo o un uomo politico potrebbero
troncare le intemperanze di un ascoltatore disinvolto dicendogli: «Tu mi sembri
folle e maleducato, perché altrimenti, mentre io sto insegnando o ammonendo o
dissertando sugli Dei, sullo Stato o su una carica pubblica, tu non ti
metteresti a canticchiare e danzare al ritmo delle mie parole». Prova a pensare
in quale confusione si verrebbero a trovare i passanti se sentissero urla e
schiamazzi provenire dalla sala dove sta parlando un filosofo: si chiederebbero
imbarazzati se quegli applausi non siano rivolti a un auleta, un citaredo o un
danzatore.

16. Moniti e rimproveri, a loro volta, non si devono ascoltare con indifferenza
o viltà. Chi resta calmo e impassibile nel sentirsi redarguire da un filosofo,
al punto che nel sentirsi biasimare sorride e riserva parole d'elogio a chi lo
biasima, si comporta come i parassiti che di fronte agli insulti di chi li
mantiene, nella totale sfacciataggine e sfrontatezza che li caratterizza, danno
con la loro impudenza un saggio di virilità non bello né schietto. Accettare
senza irritazione e con un sorriso una battuta priva d'insolenza, pronunciata
per scherzo e con arguzia, non è comportamento ignobile o grossolano, ma al
contrario liberale e conforme al costume laconico. Ascoltare invece una
rampogna e un monito volti a raddrizzare il carattere, che ricorrono a una
parola di biasimo come a un medicamento che brucia, senza farsi piccolo piccolo,
imperlarsi di sudore, sentirsi girare la testa e avvampare di vergogna
nell'anima, ma restando indifferente e con un ghigno beffardo e ironico dipinto
sul volto, è proprio di un giovane profondamente abietto e insensibile ad ogni
forma di pudore per inveterata abitudine agli errori, la cui anima, quasi fosse
una carne dura e callosa, non riceve lividi.
Cosi si comportano dunque i giovani di questo tipo. Quelli di indole opposta,
invece, anche se sono ripresi una sola volta, scappano via senza volgersi
indietro e fuggono lontano dalla filosofia: cosi, pur avendo ricevuto dalla
natura il senso del pudore come bel principio di salvezza, lo gettano via per la
loro delicatezza e mollezza, non riuscendo a mantenersi saldi davanti ai
rimproveri e ad accettare gli emendamenti con la giusta forza d'animo, e finendo
invece per porgere l'orecchio ai melliflui e molli discorsi di certi adulatori o
sofisti, che incantano con la loro voce melodiosa ma priva di utilità e di
giovamento. Se al termine di un'operazione uno fugge via dal medico e non vuole
che gli bendi la ferita, accetta la parte dolorosa dell'intervento ma non
attende l'effetto benefico della cura: cosi chi non offre alla parola, che ha
inciso e ferito la sua stoltezza, la possibilità di cicatrizzare e rimarginare,
si allontana dalla filosofia morso e sofferente, ma privo di qualunque reale
beneficio. Perché non solo la piaga di Telefo è guarita dalla minuta limatura
della lancia, come dice Euripide, ma anche il morso che la filosofia imprime nei
giovani di indole buona è risanato dalla stessa parola che provocò la ferita.
Perciò è necessario che chi viene ripreso accetti questa sofferenza e si lasci
mordere senza restarne oppresso e accasciato, ma come in una cerimonia
iniziatica a cui l'ha introdotto la filosofia, dopo avere sopportato le prime
purificazioni e i primi travagli, speri un po' di dolcezza e di luce dopo
l'inquietudine e il turbamento di quei momenti. In realtà, persino nel caso in
cui la critica gli sembri immeritata, è bene che uno si freni e resti, mentre
l'altro parla, in paziente attesa: poi, quando ha finito, deve andare da lui per
esporgli le proprie argomentazioni e pregarlo di riservare quella franchezza e
quel tono appena usati contro di lui per qualche sua reale mancanza.

17. Quando s'incomincia a leggere e a scrivere, a suonare la lira o a
frequentare una palestra, le prime lezioni comportano notevole confusione,
fatica e oscurità, ma poi, mano a mano che si va avanti, si instaurano a poco a
poco, come avviene nei rapporti interpersonali, una grande familiarità e
conoscenza, che rendono ogni cosa gradita, agevole e facile da dire e da fare.
Cosi capita anche con la filosofia: i primi approcci con il suo linguaggio e le
sue tematiche danno la sensazione di inoltrarsi su un terreno scivoloso e
inconsueto, ma non per questo si deve subito sentirsene intimoriti e rinunciare.
intimiditi e scoraggiati; bisogna, al contrario, affrontare i vari ostacoli e
con perseveranza e desiderio di procedere oltre, attendere che insorga quella
familiarità che rende dolce ogni cosa bella. E questa, in realtà, non tarderà
molto a prodursi e a riversare sui nostri studi una luce grande, ingenerando un
ardente amore per la Virtù. Davvero miserabile e vile è chi accettasse di
trascorrere il resto della propria esistenza senza questo amore, dopo aver
disertato la filosofia per pusillanimità.
I temi trattati dalla filosofia possono forse presentare all'inizio qualche
aspetto di difficile intelligibilità per gli inesperti e per i giovani, ma ciò
non toglie che la responsabilità di ciò che in massima parte appare oscuro e
incomprensibile ricada proprio su di loro, dato che, indipendentemente
dall'avere temperamenti opposti, essi finiscono per commettere lo stesso errore.
Gli uni, infatti, per pudore e ritegno, esitano a porre domande a chi parla e ad
assicurarsi del senso reale delle sue parole, e fanno cenni d'assenso dando ad
intendere di averle assimilate bene; gli altri, al contrario, spinti da
inopportuna ambizione e vano spirito di competizione verso i compagni, cercano
di dimostrare la propria acutezza e capacità di apprendimento, e dichiarando di
avere capito prima di avere compreso, finiscono per non comprendere un bel
niente. Poi, a chi si vergognava e se n'era stato in silenzio, capita che una
volta lasciata l'aula se la prende con se stesso e non sa che fare, e alla fine,
costretto dalla necessità, torna sui suoi passi e con accentuato senso di
vergogna tormenta chi ha parlato con una domanda dopo l'altra e non lo molla
più, mentre gli ambiziosi e presuntuosi continuano a nascondere e dissimulare
l'ignoranza che alberga dentro di loro.

19. Lasciamo perdere dunque simili forme di stupidità o millanteria e pur di
apprendere e assimilare le riflessioni utili accettiamo anche le risatine di chi
vuol dare a Vedere di essere intellettualmente dotato, come fecero Cleante e
Senocrate, che in apparenza erano più lenti dei compagni, ma in realtà non
demordevano dall'apprendere e non si smarrivano d'animo, ed erano anzi i primi a
prendersi in giro, paragonandosi a vasi dall'imboccatura stretta o a tavolette
di bronzo, alludendo al fatto che facevano fatica ad accogliere le parole, ma
poi le conservavano in modo saldo e sicuro. Perché non solo, come dice Focilide
spesso deve subire delusioni chi aspira alla virtù, ma spesso deve accettare
anche di essere deriso e schernito, e sopportare canzonature e volgarità pur di
eliminare con tutto se stesso la propria ignoranza ed abbatterla.
Non bisogna trascurare, d'altra parte, nemmeno l'errore contrario, che taluni
commettono per indolenza, col risultato di rendersi sgradevoli e fastidiosi:
quando sono per conto loro non vogliono scomodarsi, ma poi disturbano chi parla
sottoponendogli in continuazione domande sugli stessi argomenti, come uccellini
implumi che stanno sempre a bocca aperta verso l'altrui bocca e vogliono
ricevere da altri ogni cosa ormai pronta e predigerita. C'è poi chi aspira a
guadagnarsi la fama di persona attenta e acuta dove non è il caso, e sfinisce
chi parla a forza di chiacchiere e di curiosità, sollevando in continuazione
quesiti non necessari o chiedendo spiegazioni su argomenti che non ne hanno
alcun bisogno:
cosi strada corta diventa lunga,
come dice Sofocle, e non solo per loro, ma anche per gli altri. Interrompendo
in continuazione il maestro con domande vane e superflue, come in un viaggio in
compagnia, non fanno che intralciare l'andamento regolare della lezione, che
subisce fermate e ritardi. Questi tali somigliano, secondo leronimo, a quei
cagnolini vili e insistenti, che in casa mordono le pelli delle fiere e ne
strappano il vello, mentre se queste fossero vive si guarderebbero bene dal
toccarle. Dobbiamo esortare i pigri di cui parlavamo a mettere insieme il resto
da soli, una volta che l'intelligenza abbia fatto loro comprendere i. punti
essenziali, tenendo a mente quanto hanno ascoltato perché sia loro da guida nel
proseguimento della ricerca e accogliendo la parola altrui come principio e seme
da sviluppare ed
accrescere. La mente non ha bisogno, come un vaso, di essere riempita, ma
piuttosto, come legna, di una scintilla che l'accenda e vi infonda l'impulso
della ricerca e un amore ardente per la verità. Come uno che andasse a chiedere
del fuoco ai vicini, ma poi vi trovasse una fiamma grande e luminosa e restasse
là a scaldarsi fino alla fine, cosi chi si reca da un altro per prendere la. sua
parola ma non pensa di dovervi accendere la propria luce e la propria mente, e
siede incantato a godere di ciò che ascolta, trae dalle parole solo un riflesso
esterno, come un volto che s'arrossa 'illumina al riverbero della fiamma, senza
riuscire a far evaporare e scacciare dall'anima, grazie alla filosofia, quanto
vi è dentro di fradicio e di buio.
Se è necessario qualche altro consiglio per imparare ad ascoltare, bisogna
tenere a mente quanto ora si è detto, ma di pari passo con l'apprendimento
esercitarsi nella ricerca personale, per acquisire un abito mentale non da
sofisti o da puri eruditi, ma al contrario profondamente radicato e filosofico,
considerando che il saper ascoltare bene è il punto di partenza per vivere
secondo il bene.



Il Catalogo di Lamptia, al n. 102, menziona un Peri topi akoyein tòn philosóphon
(Come si ascoltano i filosofi): pochi dubbi che si tratti proprio del nostro
opuscolo. L'aggiunta ton philosóphon, assente nei codici, può apparire
giustificata dall'intento del compilatore del Catalogo di eliminare ogni
possibile ambiguità sull'argomento dello scritto, dato che il verbo akoyein, in
modo del tutto analogo al latino audire, accanto al significato, puramente
uditivo, di «ascoltare», ha anche quello tecnico di «ascoltare una lezione o una
conferenza». Ed è proprio questo lo scopo che Plutarco si prefigge in questo
opuscolo: insegnare a un giovane come si debba comportare quando, terminato il
ciclo degli studi secondari (gli egkyklia paidomata), inizia a frequentare le
aule dove insegnano i filosofi. Il cambiamento è radicale, perché il ragazzo
deve saper mettere a frutto l'improvvisa libertà di cui gode, non avendo più un
maestro di scuola che lo controlla nello studio o un preciso programma da
imparare: gli si dischiude un mondo completamente nuovo, in cui si può anche
celare qualche insidia. Per capire, dobbiamo svolgere qualche preliminare
considerazione su come avveniva in quei tempi l'insegnamento della filosofia':
c'erano i corsi regolari, in cui, dopo una prima fase di iniziazione alla
materia e alla sua complessa terminologia, si passava allo studio, per sommi
capi, della storia della filosofia (un po' come avviene oggi nei nostri licei)2;
seguiva poi l'insegnamento della dottrina professata dal maestro, con la lettura
e il commento di testi classici del fondatore o dei più illustri continuatori
della setta3. Anche gli studenti potevano essere chiamati a commentare davanti
ai compagni questo o quel passo, per dimostrare il loro grado di assimilazione
della materia (con un metodo simile a quello che veniva praticato nelle scuole
di retorica). I professori tenevano anche lezioni aperte a una cerchia più
vasta di uditori, vere e proprie conferenze pubbliche, dove esponevano i propri
convincimento e le proprie riflessioni su temi prevalentemente morali, prendendo
spunto da un testo o da qualsiasi altra contingente occasione. L'insegnamento
aveva però anche un altro aspetto fondamentale, che consisteva in quella che si
potrebbe chiamare, in termini odierni, analisi e terapia di gruppo: il maestro
sollevava una questione di ordine morale e invitava gli studenti ad esporre ad
alta voce le loro riflessioni sull'argomento e a confessare le proprie eventuali
debolezze, assumendosi con il suo intervento il ruolo di guida spirituale e
terapeuta delle coscienze. La conversazione poteva essere anche privata, al
termine della seduta di gruppo: si instaurava cosi, tra discepolo e maestro, un
legame profondo, di incondizionata stima, che sfociava talora in un'autentica
dipendenza psicologica.
Questo è il mondo che si dischiude ora al giovane Nicandro, il destinatario
dell'opuscolo, un mondo affascinante e fondamentale per la sua costruzione
morale, ma in cui è necessario che egli impari ad «ascoltare», per poter trarre
il massimo profitto dalle parole che ascolta e saperne al tempo stesso
distinguere il reale valore. Ogni affermazione deve essere sottoposta al vaglio
costante della ragione, per evitare il rischio, comune negli uomini, di
accogliere anche ragionamenti falsi e cattivi per simpatia o fiducia nei
confronti di chi parla. Chi «ascolta» ha doveri da assolvere e indispensabili
norme comportamentali da seguire: e la prima è restare in silenzio finché
l'esposizione è in corso, evitando atteggiamenti scomposti o intempestive
interruzioni, e riservando le domande di chiarimento e e eventua i obiezioni
(che devono essere in ogni caso meditate e pertinente alla fine del discorso.
Qualunque forma di presunzione, di esibizionismo o di invidia deve essere
bandita: bisogna disporsi all'ascolto con animo bendisposto e pacato, «come se
si fosse invitati a un banchetto sacro o alle cerimonie preliminari di un
sacrificio», apprezzando, Inefficacia o almeno la buona volontà di chi espone in
pubblico le proprie opinioni e cerca di convincere gli altri ricorrendo agli
stessi ragionamenti che hanno persuaso lui. In caso di insuccesso occorre
meditare sulle cause che l'hanno determinato, facendo sempre e comunque tesoro
dei difetti ravvisati negli altri per poterli eliminare in noi. Si devono
evitare atteggiamenti di supponenza e al contrario troppo entusiastiche
manifestazioni di assenso, che risultano parimenti fastidiose per chi parla e
per gli altri che ascoltano. Bisogna concentrarsi sui concetti, e non sullo
stile e la dizione, e all'uscita esaminare e giudicare la lezione partendo da se
stessi e dal proprio stato d'animo, «valutando se qualche passione sia divenuta
più debole, qualche fastidio più leggero, se si siano rinsaldate in noi
determinazione e volontà, se sentiamo in cuore un rinnovato entusiasmo per la
virtù e per il bene». Ogni forma di indifferenza o timidezza di fronte ai
moniti e ai rimproveri deve essere bandita: bisogna lasciarsi curare dalle
parole del maestro, perché solo cosi «il saper ascoltare bene costituirà il
punto di partenza per vivere secondo il bene». L'opuscolo si conclude con una
famosa immagine, che unicamente alla raccomandazione di non rinunciare mai al
proprio senso critico, costituisce l'eredità concettuale più significativa del
De recta ratione audiendi: i giovani non devono essere riempiti di nozioni, ma
accesi d'entusiasmo per la conoscenza, ponendo nella loro mente il seme che li
stimoli a proseguire da soli lungo la strada della ricerca e della verità. Con
modernità non sorprendente per chi lo conosce, Plutarco pone qui l'accento su un
principio pedagogico di fondamentale importanza.
Il De recta ratione audiendi si presenta anche come il manuale, il galateo del
perfetto «uditore». Con l'abituale acutezza psicologica Plutarco passa in
rassegna la galleria, eternamente uguale, dei tipi umani che frequentano le sale
delle conferenze: ecco allora i ritratti dell'esibizionista (che approfitta del
minimo pretesto per portare il discorso sui temi da lui preferiti), del
malizioso (che cerca di porre in difficoltà l'oratore con quesiti sofisticati e
fuori luogo), dell'arrogante (che segue accigliato e serioso, 'palesando un
sovrano distacco), dell'invidioso e malevolo (pronto a criticare tutto, sempre e
comunque), dell'ignorante (che non capisce nulla, ma non lo vuol dare a vedere e
si nasconde dietro grandi sorrisi e ampi cenni d'assenso), dell'adulatore,
dell'ipocrita, e cosi via.
Il tema principale dell'opuscolo è trattato anche da Musonio Rufo (cfr. Gellio
V, 1-4, e n. 54 alle pp. 293-294) e da Epitteto (Diatr. II, 24), che riflette
sulla necessità che gli studenti imparino ad ascoltare, per poter essere di
stimolo alla lezione del maestro.
Nella traduzione alcuni termini perdono purtroppo il loro sapore: è il caso di
akróasis (il latino auditio), che indica appunto l' «ascolto» di una
conferenza-lezione: l'italiano «audizione», che ne è il calco diretto, ha
assunto ormai significati tecnici che ne rendono impossibile l'impiego. Si è
cosi optato, quando era possibile, per «ascolto» (che conserva almeno la
connotazione «uditiva» della parola greca), usando «lezione» negli altri casi.
L'opuscolo ebbe a partire dal Cinquecento diverse traduzioni latine a stampa:
tra le prime quelle del bresciano Giovanni C alfurnio (Plutarchi liber qui de
audiendo inscribitur, pubblicata a Venezia, per i tipi di Bernardinus de
Vitalibus nel 1505, nel volume Moralia Plutarchi traducta), defl'umanista
inglese Richardus Paceus (De modo audiendi, nel volume Plutarchi Opuscula [
.. 1, edito a Venezia dallo stesso stampatore nel gennaio del 1522), e infine di
Othmar Nachtigall (Ottomarus Luscinius), De auditoris officio (inserita nel
secondo volume dell'edizione Plutarchi Chaeronei, philosophi bistoticique
clarissimi, Opuscula moralia, stampata a Lione «apud Sebastianum Gryphium», nel
1541). Le prime, e credo ultime, traduzioni italiane si devono a M. Giovanni
Tarchagnota (De l'ufficio de l'udire, nel volume Alcuni Opuscoletti de le cose m
orali del Divino Plutarco in questa nostra lingua nuovamente tradotti. Seconda
parte [..], in Vinegia per Michele Tramezino, 1549) e a Marcello Adriani il
Giovane (Dell'udire, condotta nella seconda metà del Cinquecento e pubblicata
dal Piatti nel 1819: cfr. p. 11).

DIÁLOGO SOBRE LA LEY DE COMPENSACIÓN


DIÁLOGO
> SOBRE LA LEY DE COMPENSACIÓN
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> ©GIUSEPPE ISGRÓ C.
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> Se encontraban reunidos Escudero, María Silvia, e Hidalgo en el día de ayer, 10 de septiembre de 2009, en el piso de la segunda, frente a Playa Lido, Lechería, hermosa bahía venezolana que recrea a quien se quede a observarla,elevándose a los reinos de la inspiración. En esta ocasión, es María Silvia quien toma la palabra, diciendo:

>> -Hidalgo y Escudero, -hace ya cincuenta años tuve un sueño en el cual me veía en el acto de culminar el ciclo de vida; era un soldado de Alejandro Magno y me encontraba en los brazos de éste en el instante en que cerré los ojos; lo último que miré fue un broche de oro, redondo, con un interior plateado, que unía dos piezas de su coraza, en el pecho, objeto que no se me ha olvidado; jamás había visto algo igual. Ahora bien, -continua María Silvia, sobre Alejandro Magno leí mucho libros de joven y es posible que el sueño con él sea un reflejo de las mismas; empero, el broche representaba algo desconocido por mí en esta vida; -¿será ello un indicio de que, realmente, lo que observé en el sueño tenga que ver con una vida anterior y de que haya sido una percepción clarividente? -¿Qué opina Escudero?, -pregunta María Silvia, dirigiéndose a éste.

> Escudero, responde, diciendo: -En mi opinión, los sueños contienen mensajes que muchas veces la única persona que podría descifrarlos es la que los tiene, por el carácter netamente personal de los mismos. Algunas veces el Espíritu se proyecta y viaja a lugares que luego, días más tarde, al visitar determinadas zonas, percibe que, a pesar de ser la primera vez que las visita, recuerda haber estado allí, lo cual podría ser un efecto de lo que se denomina dejá vú, es decir, ya visto. Ya observado en proyección espiritual o desdoblamiento, o en una vida pasada, caben las dos posibilidades. En los casos en que existan, dentro del sueño, imágenes relacionadas con objetos antiguos o escenas de épocas remotas, podrían vincularse con vidas anteriores.

> Y usted, Hidalgo, -¿qué opina?, inquiere María Silvia.
> Veamos, -dice Hidalgo, -María Silvia sueña que es un soldado de Alejandro Magno, observa a éste vestido a la usanza de la época, y lo último que ve es el broche característico de su coraza. Es posible que María Silvia haya obtenido esta información mediante lectura en su propio archivo espiritual y que realmente corresponda a esa vida que ella siempre ha considerado como real, es decir, que fue un soldado de Alejandro, alguien a quien el ilustre Macedónico
apreciara de manera especial deducido por la manera de asistirle en su momento culminante. Si nosotros analizamos la personalidad de María Silvia, su carácter independiente, autónomo y osado, por cuanto a la edad de ochenta y cinco años, en la cual mucha gente hace tiempo que se encuentra en retiro, y ella, en cambio, sigue viajando sola por el mundo, con absoluta independencia y libertad, implica que, con anterioridad, ha tenido gran número de vidas como hombre, independiente y viajero, con múltiples intereses e inquietudes, al igual que los tiene, ahora, María Silvia, que ha viajado por todo el mundo y escrito libros sobre temas muy diversos y sigue haciéndolo.

> -María Silvia, -Escudero, --continua diciendo Hidalgo, tiene marcado interés en que esta noche hablemos sobre la ley de compensación o ley del karma. -¿Qué es la ley de compensación? -¿Cómo actúa? -¿Qué otras leyes les están
interrelacionadas? -¿Tienen aplicación instantánea tan pronto se realiza un acto? -¿Existe un efecto coercitivo de la ley cósmica? -¿Existe, también, una acción coactiva de la misma? -¿Hay una vigilancia cósmica que supervisa el cumplimiento de la ley de compensación? Esta era la enumeración de una serie de preguntas sobre las cuales María Silvia, previamente, había expresado su inquietud de aclarar algunas dudas.

> En otro orden de ideas, cabría preguntarse, -dice Hidalgo, -¿con qué otras leyes o valores universales se interrelaciona la ley de compensación? Por ejemplo, -¿cuáles son las relaciones entre el amor y las leyes de: afinidad, justicia, igualdad, compensación y atracción? Cuándo hablamos de ley de
compensación, -¿estamos refiriéndonos a la ley del karma, a la de causa y efecto, a la de acción y reacción y a la de siembra y recogida?

> Todas las preguntas anteriores las fue repitiendo una a una, Hidalgo, observando atentamente el efecto que producían tanto en María Silvia como en Escudero, quienes le miraban con toda atención.

> Ahora bien, -dice Hidalgo, el amor es la ley matriz del universo y constituye el más antiguo camino que doctrina alguna pregonara, como lo es el Jainismo, quien, además del amor, centraba su atención en el recto camino y en la práctica del Ahimsa, es decir, la no violencia o el seguimiento de la vía pacífica. Quien sigue el amor como camino, en forma implícita está cumpliendo con la ley cósmica en su totalidad.

> El amor, como ley matriz, como ley cósmica integral, en sus funciones está asistida por otras leyes auxiliares como son:
> 1. La ley de afinidad: es la rectora del orden universal, ubicando a cada ser y a cada cosa en el orden que le corresponde por su suma existencial. En sus funciones dispone de la cooperación de:

> 2. La ley de justicia: el fiel de la balanza de la justicia divina indica el grado de compensación que debe aportar o recibir cada acto ejecutado. Como decía Ralph Waldo Emersón: -"Cada acto tiene en sí mismo su propia compensación" -.

> o La balanza de la justicia divina dispone de dos platillos, el primero de los cuales representa a la igualdad. Igualdad en la ley y ante ella. Cada ser dispone de los mismos derechos y deberes que todos los demás, sin discriminación alguna. No existen privilegios algunos para nadie excepto los del propio
mérito, el cual recibirá su respectivo salario cósmico o compensación.

> o El otro platillo de la balanza: representa a la ley de compensación, la cual compensa en forma equitativa cada acto ejecutado.

> -¿De qué manera podemos comparar a la ley de compensación con algo que nos permita formarnos una idea práctica de su aplicación?, -pregunta María Silvia.
> Existe un ejemplo práctico que nos proporcionará una idea exacta de su funcionamiento. Es el de la hoja de cálculo electrónica. Como todos sabemos, cada cantidad que se va sumando, restando, dividiendo o multiplicando en las respectivas columnas y filas, afecta instantáneamente el saldo total, en mayor o menor grado. Esto nos da la idea de la aplicación instantánea de la ley de compensación, es decir, en el mismo instante en que se realiza el acto, viene registrado en la hoja electrónica de vida del ser humano, aumentando o disminuyendo el total, al igual que ocurre en una cuenta bancaria, donde los depósitos o retiros efectuados afectan el saldo. De resultar un saldo negativo, la persona queda obligada a efectuar el respectivo pago. De ser positivo, otorga
libertad al titular de la cuenta de acuerdo a la magnitud del mismo saldo.

> La ley de afinidad, de acuerdo al saldo existencial reflejado en la hoja de vida, por la justicia divina y una vez efectuada la debida compensación, ubica o reubica a cada ser en el orden que le corresponde en el concierto de todas las cosas. Esa es la primera vertiente de la ley de afinidad, es decir, ordenar a
cada ser o cosa de acuerdo a su grado de similitud o afinidad, dentro de ciertos parámetros entre un mínimo y un máximo. La otra función de la ley de afinidad es la de contribuir a que se geste la afinidad entre seres antagónicos, como lo veremos cuando hablemos, dentro de poco, de la acción coactiva de la ley de justicia.

> Hay dos preguntas de vital importancia que ya hemos mencionado; la primera de ellas es: -¿Existe un efecto coercitivo de la ley cósmica? Y, la segunda:

-¿Existe una acción coactiva de la ley cósmica?

> -¿Qué se entiende como efecto coercitivo de la ley cósmica?, -pregunta Escudero.

> En el Derecho positivo, -Escudero, María Silvia, se entiende como coerción de la norma jurídica a la penalidad implícita en su violación, la cual, siendo del
conocimiento de las personas, les inhibe a infringirla, con el fin de evitarse sus consecuencias. Es un efecto debidamente calculado por el Legislador.

> La ley cósmica, también ejerce su respectivo efecto coercitivo tendiente a desmotivar a la persona en particular a realizar determinados actos reñidos con
los valores universales o con la ética; por ejemplo: en el mismo instante en que la persona concibe la realización de un acto reñido con la ética,  experimenta un sentimiento de vergüenza y se representa la situación vergonzosa en que se vería
envuelta en el caso de llevarlo a cabo, lo cual, cuando el mecanismo de la vergüenza funciona, la persona desiste de realizar el acto. Esto se conoce como
el efecto coercitivo de la ley cósmica. Esta es la razón por la cual Séneca, en una epístola a Lucilo, le decía: -"Ese vicio, Lucilo es imposible que lo
adquiera a menos que superes la vergüenza"-.

> Esta acción coercitiva, -Escudero y María Silvia, se cumple, también, de otras diversas maneras: por una parte, por la acción pedagógica del Creador –o de la
ley cósmica impresa en la conciencia- quien se comunica con el ser mediante los sentimientos inherentes a los valores universales expresados en la conciencia, donde, en el instante en que la persona piensa realizar un acto determinado,
percibe, en su conciencia, un sentimiento de lo justo o de lo injusto del acto, que le sirve de guía aún cuando desconozca la normativa del Derecho positivo: él, o ella, sabe si el acto concebido es justo o no, si debe o no debe hacerlo.

> Determinados aspectos coercitivos de la ley cósmica, se manifiestan mediante
el sentimiento del decoro y del pudor, por ejemplo, en una dama, quién, en el momento en que piensa hacer algo reñido con las costumbres éticas, el
sentimiento del propio decoro o pudor, le frena y le hace desistir de llevarlo a cabo, experimentando, enseguida, un efecto liberador.

> Otros efectos coercitivos de la ley cósmica, vienen dados, por ejemplo, por el sentimiento patriótico, por el del deber y por el del honor. En algunos casos,
una persona podría no desear enrolarse en una acción política, pero el patriotismo le impele a hacerlo en bien de la patria. De igual manera, tanto el
honor como el deber, tienen efectos coercitivos para realizar determinados actos así como para dejar de hacerlos, de acuerdo con las circunstancias. Cada uno de los valores universales tiene su respectivo efecto coercitivo o inhibidor en la conciencia. Empero, es importante recordar que, cuando se trata de actos
positivos, cada valor universal ejerce su fuerza de empuje para alcanzar la meta anhelada, por efecto de la ley de polaridad.

> En cuanto a la acción coactiva de la ley cósmica, -¿cómo se manifiesta? -¿Cómo actúa? -¿Constituye una especie de castigo divino?

> En primer lugar, no se trata de un castigo divino; empero, toda acción tiene su consecuencia; toda causa su efecto; toda siembra su recogida; y de acuerdo con la causa puesta en movimiento, se obtienen los resultados análogos y
equivalentes. Si yo pongo las manos en el fuego, experimento el efecto correspondiente. -¿Es eso un castigo? Es simplemente el efecto de una causa
puesta en acción. El dolor es una señal de que hay que retirar la mano a tiempo para evitar hacerse daño; si no se hace, se experimentará la respectiva
consecuencia.

> Desde el momento en que la ley de afinidad, de acuerdo al saldo de la suma existencial de la persona, como veredicto dictado por la ley de justicia, y
debidamente compensado por la ley de compensación, le ubica o reubica en el orden cósmico que le corresponde en el concierto de todas las cosas,
desplazándolo del que se encontraba, automáticamente; esa reubicación representa una acción coactiva de la ley cósmica. En ese nuevo orden, si tiene saldos negativos deberá trabajar para compensarlos y no podrá reubicarse, libremente, hasta hacerlo y saldar la deuda kármica, momento en el cual pasará a ocupar el nuevo orden que le corresponda de acuerdo al saldo existencial que
arroje, oportunamente, en su hoja de vida.
> Eso por un lado; por otro: la ley cósmica expresa: -"Quien odia, tendrá que amar" y "quien quita una vida, con sus besos la repondrá". En el primer caso, la ley cósmica, mediante la ley de afinidad, cuando el nuevo ser por nacer planifica su nuevo ciclo de vida, dentro de los miembros de su familia, incluirá a quienes les unan vínculos de afinidad, afecto o amor; pero, al mismo tiempo, hará nacer, como hermanos, hijos o en otros vínculos de parentesco a quienes tenga cierto grado de enemistad u odio, de manera que los lazos de la sangre vayan limando las asperazas y en uno o en múltiples ciclos de vida, vaya naciendo la afinidad, el afecto o el amor. Aquí está implícito un efecto coactivo de la ley de afinidad. En el segundo caso, cuando alguien haya quitado
una vida, la ley cósmica obliga a reponerla; es un efecto compensatorio de la ley de la justicia divina. El infractor, nacerá como mujer y dará la vida que
debe, con sus propios besos; y el que antes fuera su enemigo hasta el grado de quitarle la vida, ahora es su hijo. Me pregunto, -si esa persona hubiera sabido
que de todas maneras no se iba a librar de su enemigo y de que, al final, lo tendría como hijo, -¿habría incurrido en el acto de interrumpir esa existencia?

Con toda seguridad, no lo habría hecho, y es ahí la importancia de dar a conocer más profundamente la ley de compensación.

> Lo anterior tiene múltiples vertientes: por ejemplo: hace ya algunos años, una señora vinculada a la familia, que venía de vivir en otra región, siempre
mencionaba a una maravillosa mujer que había adoptado a los hijos de diferentes miembros de la familia que habían pasado a mejor vida, por lo cual,
conjuntamente con los propios, tenía a su cargo alrededor de doce chavales.
Nuestra amiga admiraba la abnegación de dicha señora. En cierta ocasión nos anuncia de que, en la siguiente semana, vendría dicha matrona a visitarla y de que nos la presentaría. Varios días antes de su llegada, tuve un sueño con un individuo que parecía ser un "ganster" en un escenario semejante a lo que debía ser la ciudad de Chicago, en los inicios del siglo XX. Cuando llegó la matrona a visitarnos, su fisonomía era equivalente a la del personaje del sueño; caí en cuenta, inmediatamente, de que el espíritu del personaje del sueño y el de esta persona era el mismo, reencarnado, ahora, como mujer para dar algunas de las vidas que debía, y por otra parte, para experimentar las mismas experiencias que proporcionó a otras personas, en su vida anterior, cuando dejó huérfanos a numerosos niños. Pudo ver lo que significa que algunos niños queden abandonados y esta experiencia, que la asumió muy bien, evidentemente, en las sucesivas
vidas, no volverá a incurrir en esos mismos actos.
> Si una nación supiera que, al entrar en conflictos bélicos con otra, y enviar a mejor vida a determinada cantidad de soldados del bando contrario, deberá
reponerla, y que, el enemigo nacerá como ciudadano del propio país, se evitaría de ir a la guerra; además, los propios soldados caídos en batallas por efectos
del bando enemigo, nacerán en el país que se fue a invadir, y luego, como ciudadanos del país enemigo, en su mayoría viajarán a la patria anterior, por
cuanto hay una fuerza de atracción natural que lo va a determinar, tampoco entraría en conflictos con otros países.
> Eso pasó con la conquista del continente americano, donde los indios fueron exterminados. Muchos de los espíritus de esos indios han nacidos en poblaciones
norteamericanas. No hay escapatorias a la ley cósmica. Los conquistadores españoles, que, pese a la leyenda negra que les acompaña, realizaron una obra
grandiosa en Ibero-América. Pero, los indios y los negros que fueron vendidos como esclavos, han ido naciendo como descendientes de aquellos conquistadores españoles, así como muchos de aquellos conquistadores, hoy visten ropaje criollo
latinoamericano, que por su origen en la madre patria, han ido volviendo masivamente a ella, enriqueciendo, de todas maneras, al grupo étnico europeo, de
múltiples formas. ¿Quién controla el mango de la retorta del mundo?

> Otro ejemplo importante es el caso de un comerciante que, en una vida anterior, mediante prácticas comerciales indebidas, llevó al insuceso a sus competidores, ocasionándole un perjuicio económico. En la nueva existencia, aquellos competidores nacerán como hijos, por acción coactiva de la ley cósmicas, para mejor compensar las deudas kármicas, ganando cantidades importantes que pasarán a las manos de sus antiguos competidores, ahora en el rol de sus hijos.
> Hay sólo un camino: el del amor, el de la justicia y el del bien común.

> -Estoy de acuerdo contigo, sobre lo que has expuesto, Hidalgo, -dice Escudero;
y, añade: -me gustaría que explicaras como se efectúa el plan de vida, antes de
reencarnar, mientras el Espíritu se encuentra en la dimensión espiritual.
> María Silvia, agrega: -Sí, este tema de la reencarnación y la manera de como
se planifica el siguiente ciclo de vida, siempre me ha fascinado.
> Es muy sencillo, el proceso, -responde Hidalgo. Es equivalente a la formación
de una asociación civil o a la de una empresa. Se reúnen varias personas con
ideas afines para realizar un proyecto común, cuyo interés puede ser dado por diversas causas, por afinidad, por intereses recíprocos, por necesidad de cooperación, por razones humanitarias, por un ideal, por deudas kármicas, por razones de estudios, por anhelo de formar familia y cubrir un nuevo ciclo de vida incluyendo seres afines, o antagónicos, con la finalidad de apoyarse los unos a los otros, o de ir limando asperezas recíprocamente. El grupo inicial,
para el desarrollo del plan de vida, precisa de colaboradores, y es allí donde se realizan acuerdos de cooperación, bien sea que los seres comprometidos nazcan en el mismo seno familiar o en familias diferentes, en diversos países o en uno solo, ese plan de vida puede cubrir una o muchas encarnaciones sucesivas, hasta que se realice la totalidad del plan y aún así, el grupo podría querer seguir junto para emprender nuevos proyectos.

> Al igual que en una empresa en la dimensión física, el potencial y los recursos de diversas índoles, otorgan mayor o menor capacidad de acción y
alcances del o de los proyectos. Las circunstancias kármiaas que cada ser arrastra es una limitante o un potencial que permite conformar el grupo
homogéneamente.
> Concebido el proyecto, se planifica por escrito, se elabora el documento constitutivo y, en la dimensión física, se lleva al Registro Mercantil o Público
competente, para efectuar su inscripción y darle publicidad. Por ejemplo, la presencia de menores de edad, de personas inhábiles civilmente, y de tantas
otras circunstancias que podrían requerir la autorización de un Juez que apruebe
el proyecto para esas personas. Exactamente lo mismo ocurre la dimensión espiritual; un funcionario competente deberá autorizar el proyecto y a las
personas que lo precisen, y de acuerdo a la ley cósmica, hacer las correcciones pertinentes a cada caso, otorgando la definitiva autorización al proyecto, tanto en lo individual como colectivamente.
> Debido a que cada ser tiene libre albedrío, dispone de cierto grado de libertad, dentro de la ley cósmica, para tomar decisiones, con las limitantes
kármicas que pueden corresponder a deudas por pagar o por cobrar, a hipotecas equivalente a las inmobiliarias, que constituyen obligaciones que, antes de emprender determinadas acciones, es preciso liberar, a determinadas vidas pendientes de reponer, en el tiempo, que hacen prioritario su cumplimiento;
reclamo de obligaciones de diversas índoles que inhiben ciertas libertades de acciones pueden implicar el logro de autorizaciones respectivas y el pago
diferido de otras para las sucesivas reencarnaciones, en forma gradual, debido a
su cuantía. Además, la cuota de progreso y estudio que debe ser alcanzado de
acuerdo a los planes de desarrollo del planeta para esa etapa en particular y las siguientes.
> Una vez alcanzada la autorización de las autoridades espirituales respectivas,
cada quien ha asumido un compromiso consigo mismo, con el grupo y con los instructores espirituales, que debe cumplir en el espacio y tempo oportunos.
Podría uno de los miembros volverse atrás en su compromiso y tener que readaptar
el plan sobre la marcha y de acuerdo a las circunstancias. Automáticamente, el
plan de vida constituye una promesa de ayuda mutua y esa es la razón por la cual, muchas veces, la ayuda aparece de donde menos se espera y es porque, ya,
en la dimensión espiritual se ha previsto ese tipo de asistencia. Además, la ley de provisión universal, provee a cada ser de recursos acordes a la magnitud de la obra que les irá entregando, oportunamente, en la forma apropiada, como salario cósmico u otro concepto, recordemos que, en el fondo, cada ser lo que realiza es una obra común: la universal: aportando su respectiva cuota de trabajo y percibiendo el salario cósmico, de múltiples vertientes.

> Dentro de ese proyecto, cada ser es guía y protector de otros y a la vez dispone de un guía y protector, y otros cooperadores, de acuerdo a la parte de la obra en desarrollo. Luego, se encuentran guías espirituales según el tema de
interés que se tenga, en un momento dado, y la solidaridad universal, que, por medio de la intuición permite a cada ser acceder a las fuentes de informaciones necesarias, estén donde estén, y a las inspiraciones y asistencias energéticas,
y de protección, desde la dimensión espiritual, por cuanto, el grupo que va a realizar el proyecto se encuentra simultáneamente, una parte en la dimensión
espiritual y la otra en la física, realizando cada quien su cuota del proyecto, por turno.

> Es preciso tomar en cuenta que existen numerosos usuarios o usufructuarios de los servicios que el proyecto brinda, que van a utilizarlos, aportando los
recursos respectivos y apoyándolo, así como numerosos servidores, encarnados o desencarnados que, en su momento oportuno, desde la dimensión espiritual o en proyección, brindan valiosa asistencia.
> En ese plan de vida, cada ser tiene previsto quienes van a ser sus padres, su cónyuge, hijos, nietos, biznietos, etcétera y a su vez, cada uno de los
descendientes ya tiene previsto su propio plan de vida con todos esos elementos esenciales incluidos, además de los objetivos existenciales, pruebas que ha
elegido superar, temas de estudios que se ha planteado realizar, carreras profesionales, obras de servicios, funciones privadas o públicas al servicio de
su país o de la humanidad, etcétera.
> Es un tema apasionante, -dice María Silvia, la verdad es que me ha aclarado algunas dudas al respecto.
> Escudero, a su vez, dice: -la vida, desde este punto de vista, adquiere un significado más profundo y realista y se hace más interesante vivirla, sobre
todo a conciencia.

> Así es, Escudero, -ratifica Hidalgo.
> Hidalgo, -inquiere María Silvia, hace poco se refería usted a la instantaneidad de la acción de la ley de compensación, en base a cuyo saldo
existencial la persona es ubicada o reubicada por la ley de afinidad en el orden que le corresponde. Ahora, en la explicación anterior, observamos que el pago de las deudas kármicas, lo va proyectando por etapas y en forma gradual en diversas y sucesivas reencarnaciones; en este caso, entonces, -¿tenía razón Justiniano cuando pensaba que las gentes, -que creían en la reencarnación- , pensando que
pagarían lo que hacían en la siguiente vida, incurrían fácilmente en algunos hechos?

> Es muy bueno el planteamiento que efectúas, María Silvia, y te felicito por ello. Realmente las dos cosas son relativamente ciertas y complementarias. La
compensación de los actos se efectúa instantáneamente a la realización del
mismo, con lo cual se da el saldo existencial que reubica a la persona como en un nuevo eje alrededor del cual girará su nueva órbita existencial. Si la
persona, en su saldo anterior, tenía cifras positivas importantes, se efectúa la compensación y todavía le queda un saldo existencial positivo. Empero, si el
saldo era insuficiente, al efectuar la compensación, queda un remanente en rojo, que es preciso cubrir, lo cual, para hacerlo, dependiendo de su cuantía, podría requerir un tiempo más o menos largo y cubrir diversas o numerosas existencias.
Es allí que, en su respectivo pago, es preciso efectuar planes mediante los cuales, en el desarrollo del siguiente ciclo de vida o varios, la persona, en la
medida de sus posibilidades va saldando las diversas deudas; y, también, cobrándola, por cuanto, esa compensación instantánea, contempla, muchas veces,
saldos acreedores que les deberán ser pagados y las acreencias y los pagos diferidos contribuyen a mantener el respectivo equilibrio en el espacio y en el
tiempo.

> Tanto María Silvia como Escudero mostraron satisfacción con la explicación.
> Hidalgo, -inquiere Escudero, -¿de qué manera la persona justa es protegida por la ley cósmica? -¿Lo es, realmente? -¿Por qué observamos que a las personas buenas les ocurren cosas que parecieran no merecer? -¿Qué nos podría decir al
respecto?
> Escudero, como siempre, tú realizas preguntas profundas e interesantes. Vamos
a analizar las diversas vertientes que encierran tu pregunta.
> En primer lugar, -¿protege la ley cósmica al hombre justo? En teoría, y en la
práctica, -Escudero y María Silvia-, sí, podemos afirmar que la ley cósmica protege a la persona justa de diversas manera.
> -Preguntémonos: -¿qué es una persona justa?
> María Silvia, interviene, diciendo: -Una persona justa es alguien que nunca hace daño a nadie y da a cada quien lo suyo.
> Escudero, agrega: -una persona justa es virtuosa; además es respetuosa, cordial, servicial, humilde, prudente, juiciosa, fuerte, templada y paciente.

Conserva siempre la serenidad, la calma, la impasibilidad y espera siempre lo mejor de la vida. Es agradecida con el Creador Universal y siempre positiva; y, por la ley de atracción, atrae lo mismo que piensa, hace o dice.
> Excelentes apreciaciones, María Silvia y Escudero. Así es. Recordemos que cada persona está dotada de libre albedrío, es decir, que toma decisiones libremente o forzado por las circunstancias, pero, en últimas instancias, lo hace por libre
elección, aún en aquellos casos que no toma decisión alguna, lo cual, en sí, representa una elección. Si es justa en todos sus actos, automáticamente deja de
crear resistencias o animadversión de otras personas, y reduce al mínimo esas reacciones eventuales que pudiesen afectarle. Si a esto, le sumamos la prudencia de disminuir a la mínima expresión el riesgo en cada acción que emprenda, por sí misma, se estaría resguardando de eventualidades negativas, tal como es su propio deber.

> Por otra parte, la persona dispone de intuición e inspiración, y otras señales perceptivas que les advierten de peligros inminentes, con el fin de tomas
previsiones oportunas y lo hace, controlando la situación por sí misma, si eventualmente llegare a presentarse.
> Ahora bien, recordemos que, existe un aforismo popular que expresa: -"Dios protege a los niños y a los inocentes"-. La sabiduría popular ha sabido ver a
través de milenios como el ser justo conserva un halo protector. En circunstancias colectivas, con pocas probabilidades a favor, algunas personas salen ilesas mientras que a otras le ocurre lo contrario. -¿Por qué este efecto protector para algunas personas? Otras veces, momentos antes de ocurrir alguna
eventualidad colectiva, una o varias personas, a última hora, deciden no ir a ese lugar o circunstancias de fuerza mayor, les impiden hacerlo con lo cual se
libra de la circunstancia.

> La persona justa es menos susceptible de ser afectada por circunstancias ajenas a su propio karma y cuando por alguna razón se viese afectada en
determinado grado, por la causa que fuere, la afronta y resuelve de la mejor
manera posible sin detenerse mucho en ello, dedicándose a lo suyo.

> Hidalgo, -inquiere María Silvia, -¿cómo deben ser afrontadas las
circunstancias de la vida cuando se presentan las pruebas más severas?

> Es buena tu pregunta, María Silvia, -dice Hidalgo. En primer lugar, cuando se
afrontan pruebas severas, tanto por sí mismos como por los seres más allegados,
jamás debe verse en ello un castigo de parte de nadie; al contrario, en primer
lugar, lo primero que es preciso hacer, es agradecer al Creador de que la cosa
resultó mejor de lo que pudo haber sido. Es posible que ese mal menor haya
evitado otro de mayores alcances. La gratitud es una fuerza poderosa que activa
la energía creadora del ser y canaliza la del Universo. La gratitud conecta la conciencia con la Fuente, con el Creador y facilita la solidaridad universal y
la acción de la ley cósmica. Nuestra actitud debe ser, en ese momento: -"Lo que el Creador quiera; nada se le asemeja". Repetir esas expresiones tantas veces como sea necesario hasta comenzar a sentir un estado de quietud o sosiego interior, lo cual es indicativo de que la conexión divina se ha efectuado. A partir de ahí, todo comenzará a fluir con armonía, buscando la mejor solución posible para todas las partes involucradas.

> Esta actitud denota, en primer lugar, que se está afrontando la situación con ánimo de resolverla, asumiendo la propia responsabilidad inherente. En el
momento en que se afronta una situación, con decisión de resolverla, sin importar su cuantía, ni las apariencias en contra, las fuerzas creadoras del
universos vendrán a coadyuvar positivamente.
> Recordemos que, de ser un resultado de efectos kármicos previamente activados,
al ser aplicada la acción coactiva por la ley cósmica, es ella misma que coadyuvará a la solución si la persona involucrada asume la responsabilidad que
le corresponde y afronta con actitud positiva y resoluta, la situación. Lo mismo
ocurre en el caso de que haya sido una prueba antepuesta por la misma persona en
su plan de vida. Empero, sea cual fuere la causa, la actitud correcta es la de aprender la lección que dicha circunstancia ofrece como oportunidad, por cuanto su finalidad siempre será un resultado positivo a pesar de las apariencias en
contra.

> Hidalgo, -inquiere Escudero: -¿Tiene este tipo de pruebas menos fáciles algo
que ver con lo que se conoce como "la noche oscura del alma?"-.

> Tu pregunta es incisiva, Escudero y denota que has incursionado a fondo en Doctrinas Espirituales muy profundas y poco conocidas a nivel general. Te felicito por ello. Como tú bien sabes, -Escudero, la noche oscura del alma constituye el período menos fácil que la persona enfrenta en un determinado
ciclo de vida. Es la etapa en que afronta la prueba más severa que ha traído para esa vida. Nadie sabe cuando se presenta ese período, ni cuanto durará;
pero, siempre se presenta y es preciso afrontarlo con serenidad, entereza, calma imperturbable, impasibilidad absoluta, paciencia, amor, ánimo tranquilo, templanza, perdón, gratitud, sosiego y humildad. Sea lo que fuere que se esté
afrontando, jamás se debe perder la fe en la bondad de la vida y en su solución satisfactoria, sin importar el esfuerzo que pueda requerir su solución ni el
tiempo necesario. Asumir el hecho y afrontarlo con voluntad firme y determinada a triunfar. Es aquí donde la espiritualidad directa centrada en el Creador
Universal demuestra su mayor efectividad. La conexión divina permanente centrada en el Creador es indispensable, mediante el dzickr, es decir, el constante recuerdo del nombre del Creador, una, diez, cien, mil o más veces diarias, hasta
sentir que las fuerzas emergen serenando el espíritu. Es preciso descentrar la atención del hecho afrontado y del propio ego, para centrarla en el Creador y
mantener imperturbable la conexión divina con absoluta confianza. Afirma: -Que sea su voluntad; nada se le asemeja. Con esto entra en el orden armónico de la vida y la firmeza en la mejor solución factible, sin interferencias, harán el
resto, oportunamente. Es el poder de la expectación positiva. Fuerzas positivas, protectoras, asistenciales, emergerán en grado suficiente, llevando las circunstancias afrontadas a su mejor solución, oportunamente.

> Es aquí cuando se demuestra la efectividad del previo desarrollo espiritual y la comprensión de las leyes universales, por una parte, y por la otra, la
habilidad de resolver situaciones con un enfoque científico-espiritual, mediante la aplicación del método científico de resolución de situaciones y la
practica del dzickr, -el constante recuerdo del nombre del Creador, y la meditación en Él y sus atributos divinos, con un dominio absoluto de la
relajación físico-mental y espiritual, por cuanto la quietud mental activa los poderes creadores de la mente y la actitud de jamás abandonar en la expectativa positiva de que todo saldrá bien. Aquí se puede aplicar esta poderosísima técnica: Aquietarse y afirmar: -Gracias, Creador Universal, por cuanto esta situación, en tus planes cósmicos, ya está resuelta-. Es una práctica de efectividad comprobada si no se abandona hasta alcanzar el resultado anhelado.

La clave reside en: jamás abandonar. Al mismo tiempo, es importante visualizar los resultados anhelados realizados satisfactoriamente en su etapa final.
> Hidalgo, -inquiere Escudero: -¿cuál es la mejor manera de depurar el propio karma?

> En primer lugar, Escudero, es preciso conocer la vida, sus leyes, la finalidad y el sentido existenciales, por qué estamos aquí, de dónde venimos, hacia dónde
vamos, descubrir misión que se trae de acuerdo a la propia vocación, a las aptitudes o dones naturales, las eventuales carencias, algunas técnicas de
meditación efectivas, familiarizarse con las diversas corrientes de pensamiento que aportan informaciones útiles sobre el desarrollo personal y espiritual del
ser humano, por cuanto, dentro de cada quien reside el poder creador suficiente para afrontar y resolver cualquier eventual situación. Esto, además de hacer más fácil la vida, permite resolver con efectividad las situaciones que la vida va presentando. Recordemos que, el objetivo esencial de toda persona es el
conocimiento de todas las ciencias, de todas las artes, de todas las filosofías y la práctica de todas las virtudes.
> En segundo lugar, Escudero, -es indispensable plantearse objetivos a corto, mediano, largo y macro plazo hacia los cuales orientar la propia existencia, de manera que se pueda tomar las riendas de la vida en las propias manos. Somos los
artífices de nuestro propio destino. Si tenemos objetivos por los cuales trabajar, las energías personales fluirán hacia su realización, experimentando, al mismo tiempo, un s ntimiento de autorrealización.

> Dentro de la práctica de todas las virtudes, -Escudero y María Silvia, -a las cuales hacíamos referencias poco antes, para ello es preciso meditar constantemente en los valores universales. de manera que nos sirvan de guía y de parámetros en cada una de las propias acciones. Es indispensable, también, practicar el Noble Sendero Óctuple, pregonado por Sidharta Gautama, Shakyamuni, es decir: 1) Rectas opiniones, que implican un profundo conocimiento de la vida y del proceso de toma de decisiones. 2) Rectos propósitos, expuestos en forma de objetivos esenciales y realizarlos por su estricto orden prioritario. 3) Rectas palabras: lo que decimos, recibimos. 4) Rectas acciones: son las liberadoras del
antiguo karma y las creadoras del nuevo. 5) Rectos medios de sustentamiento de vida. 6) Recto esfuerzo: el trabajo suficiente para alcanzar cada logro, manteniendo el perfecto equilibrio integral. 7) Recta atención: donde centramos la atención se expande la conciencia, el conocimiento y la capacidad de percepción. 8) Recta concentración: este es el secreto supremo, activando el poder creador. Donde concentra tu mente, -tus recursos generales- se expande tu poder realizador. Recuerda que los rayos del sol concentrados por medio de una lente de aumento o lupa: adquieren la capacidad de crear combustión. Este tema, a lo hemos tratado con anterioridad, Escudero.


> Es necesario, además, la práctica de la meditación en el Creador Universal y su atributos divinos –valores universales- , como medio de conexión divina, para que fluya la luz, la sabiduría. la energía creadora y la conciencia cósmica.

> Luego, así preparado, recorrer el camino de la vida haciendo la mayor suma posible de bien. Recordemos: cada persona es: el caminante, el camino y la
fuente.
>




EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 27 de octubre de 2012

EL LUGAR DEL HOMBRE EN LA TIERRA, ALEXIS CARREL

El lugar del hombre en la tierra.

Por Alexis Carrel
Premio Nobel de Medicina

En la conducción de nuestra vida no podemos permitirnos ignorar la ordenación natural de las cosas. Es cierto que conservamos todavía la ilusión de ser los privilegiados entre todos los vivientes y de escapar a la regla común. El sentimiento de ser libres nos da una engañosa seguridad. Creemos ocupar sobre la tierra una situación muy superior a la asignada a las plantas, a los árboles y a
los animales. Conviene, sin embargo, que sepamos de modo preciso cuál es nuestro verdadero lugar en la naturaleza.


Nuestro cuerpo, como se sabe desde Aristóteles, es una unidad autónoma, cuyas partes todas están entre sí en relaciones funcionales y existen como
sirvientes del todo. Se compone de tejidos, de sangre y de espíritu. Estos tres elementos son distintos, pero inseparables unos de otros. Son igualmente
inseparables, aunque distintos, del medio físico, químico y psicológico en el cual estamos sumergidos. Todas las substancias, pues, que constituyen los tejidos y la sangre vienen de este medio, bien directamente, bien indirectamente, por mediación de las plantas y de los animales. La mayor parte de nuestro cuerpo está hecha del agua de la lluvia, de los manantiales y de los ríos. Esta agua inferior tiene en solución proporciones definidas de sales minerales cuyo origen se encuentra en el suelo. Constituye el substrato de las células y de la sangre. Como la tierra y el agua de mar, contiene sodio,
potasio, magnesio, caldo, hierro, cobre, y una cantidad de elementos más raros, como el manganeso, el cinc, el arsénico que nos aporta la carne de los animales, la leche, los granos, los cereales, las hojas de las legumbres, los tubérculos y
las raíces. Son también los animales y las plantas los que suministran las materias azoadas, las grasas, los azúcares, las sales y las vitaminas indispensables para la construcci6n de los tejidos, para su conservación y para sus gastos energéticos. Los elementos químicos que entran en la composición del cuerpo son idénticos a los que componen el sol, la una y las estrellas. No hay diferencia alguna entre el oxigeno que respiramos del planeta Marte y el oxígeno que respiramos. El hidrógeno contenido en la molécula del glicógeno del hígado y de los músculos y el calcio del esqueleto son los mismos que el hidrógeno y el calcio de las llamas cinematográficas por Mac Math en la atmósfera del sol. El hierro de los glóbulos rojos de la sangre es semejante al hierro de los meteoritos. Los átomos de sodio que flotan como niebla ligera en los espacios
intersiderales podrían ser utilizados por nuestros tejidos tan bien como los de la sal de nuestros alimentos. En suma: elementos químicos de que se halla hecho nuestro cuerpo vienen del cosmos, de la
tierra, del aire y del agua. Los elementos químicos se comportan de la misma manera dentro del cuerpo como fuera de él. Desde Claude Bernard, sabemos que las leyes de la fisiología son fundamentalmente las mismas que las de la mecánica, de la física y de la química. Los modos de ser de las cosas son invariables; por ejemplo: las leyes de las masas de la capilaridad, de la ósmosis, de la hidrodinámica, siguen siendo verdaderas en el seno de nuestros tejidos. Es posible, sin embargo, de acuerdo con la hipótesis emitida por Donnan, que ciertas leyes estadísticas cesan de obrar en los órganos celulares tan pequeños que sólo encierran algunas gruesas moléculas de materia proteica.

En suma: nuestro cuerpo es un fragmento del cosmos, dispuesto de manera muy particular, pero en el cual se manifiestas las mismas leyes que en el resto del mundo. Está constituido por los mismo elementos que su ambiente físico.

Hay también entre el hombre y su medio relaciones funcionales individibles.

El medio se acomoda al hombre y el hombre al medio. Se puede decir que el medio es para el hombre lo que la cerradura para la llave. Hombre y medio forman las dos partes de un todo. En efecto; la superficie de la tierra presenta un
conjunto de físicas y químicas excepcionales en el universo y enminentemente propias para nuestra existencia. Nuestro planeta retiene en su derrotero una atmósfera bastante densa para permitir a los vivientes obtener, aún sobre las altas montañas, el oxígeno indispensable para la respiración. Es también la atmósfera la que protege a las plantas y a los animales contra la acción nociva de los rayos solares y del frío. La atracción del globo terrestre terrestre ejerce sobre todos los cuerpos nos hace adherirnos al suelo en la medida apropiada a las necesidades de nuestra vida.

En la superficie de Júpiter nos hallaríamos inmovilizados por nuestro peso.

En la luna seríamos excesivamente ligeros. Como Henderson lo ha demostrado, el medio cósmico se adapta a la vida, sobre todo gracias a las propiedades
singulares de tres elementos: el oxígeno, el hidrógeno y el carbono, que forman el agua y el ácido carbónico. El agua y el ácido carbónico estabilizan la temperatura de la tierra. Además, el agua moviliza la mayor parte de los elemento químicos. Una ver movilizados, estos elementos penetran por todas partes y sirven de alimento a los vegetales. En fin, el hidrógeno, el oxígeno y
el ácido carbónico son los más activos de todos los elementos. Forman los compuestos más numerosos y los edificios moleculares más complejos. Gracias al
agua, que les proporciona en solución la mayor parte de las sustancias químicas, las plantas y los animales preparan los alimentos complejos que el
hombre necesita. De ese modo, el medio se adapta a la vida. Al mismo tiempo, la vida se adapta al medio. Emplea para ello dos procedimientos diferentes.

Consiste el primero en absorber o asimilar el medio. El organismo, por ejemplo, absorbe el oxígeno del aire y asimila las substancias alimenticias. El segundo procedimiento consiste en reaccionar contra el medio y en ajustar a él. Este ajustamiento se hace por un esfuerzo de los grande sistemas de adaptación. La repetición de este esfuerzo aumenta el poder de estos sistemas, es decir, de los
vasos, de los centros nerviosos, de los músculos, de las glándulas, del corazón, de todos los órganos. Esta es la razón de que el individuo, a fin de alcanzar su
desarrollo óptimo, deba luchar constantemente con su medio. La dureza de las condiciones de la vida es la condición indispensable para la ascensión de la
persona humana.

Los sabios cometen con frecuencia el extraño error de observar los fenómenos naturales como si ellos mismos se encontrasen fuera de la naturaleza.

En realidad, forman parte de un sistema material compuesto del observador y del objeto de su observación.

Nuestro espíritu, es cierto, no está encerrado en las cuatro dimensiones del espacio y del tiempo. Aun cuando estemos sumergidos en el cosmos, tenemos el sentimiento de podernos librar de él. De un modo que todavía no compremos, el espíritu es capaz de evadirse de la continuidad física. Sin embargo, continúa inseparable del cuerpo es decir, del mundo físico. Está sometido a este mundo.

Basta que el plasma sanguíneo quedé privado de ciertas sustancias químicas para que las más nobles aspiraciones del alma se desvanezcan. Cuando la glándula tiroides, por ejemplo, cesa de segregar la tiroxina en los vasos sanguíneos, ya no hay ni inteligencia, ni sentido de lo bello, ni sentido religioso. El aumento o la disminución del calcio produce un desequilibrio mental. La personalidad se
desintegra bajo la influencia del alcoholismo crónico. Si, como lo hizo Mr. Collum, se suprime completamente el manganeso de la alimentación de una rata, ésta pierde el sentido maternal. Por
el contrario, cuando se suministra un extracto de glándula pituitaria llamado prolactina a ratas vírgenes, adoptan estás a jóvenes ratas, construyendo nidos para ellas y las rodean de cuidados. Y a falta de jóvenes ratas, consagran su
amor paternal a pichones recién nacidos. Es cierto también que los sentimientos son profundamente influidos por ciertas enfermedades. Un ataque ligero de encefalitis letárgica puede producir como consecuencia una transformación de la personalidad. Cuando el treponema pálido comienza su invasión del cerebro, ilumina a veces la inteligencia con relámpagos de genio. Es cierto que el estado del espíritu se halla condicionado por el cuerpo. Las actividades intelectuales
y afectivas dependen de los condiciones físicas, químicas y fisiológicas de los órganos. Por consiguiente, del mundo cósmico.

En suma: nuestro cuerpo está hecho de agua y de elementos tomados en el aire y en la tierra. Las leyes de la física y de la química se aplican lo mismo a los
fenómenos que se realizan en el mundo interior de nuestros tejidos y de nuestros humores que a los del mundo exterior. Somos en la superficie de la tierra seres análogos a los demás seres; más próximos, sin embargo, a las plantas, los árboles y los animales, que a las rocas, las montañas, los ríos y el océano.
Formamos evidentemente parte de la naturaleza. Tenemos lazos estrechos de parentescos con los animales superiores, en particular con los chimpancés y los orangutanes. Pero les superamos inmensamente por la potencia de nuestra mente.
Gracias a nuestra inteligencia tenemos libertad de conducirnos con nos place. Es el sentimiento de la libertad lo que nos da ilusión de ser independientes de la naturaleza. Si bien cierto que somos libres, es cierto también que estamos sometidos al orden del mundo. Podemos, si lo queremos, no tener en cuenta ninguna de las leyes naturales. Sólo nuestra voluntad nos obliga a tomar en consideración las propiedades esenciales de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu, y los modos de ser del mundo que nos rodea. Podemos, si lo deseamos, descender de un barco para caminar sobre las aguas, saltar desde lo alto del Empire State Building a la Quinta Avenida, habitar gracias al hashish entre las
maravillas del país de los sueños, o abandonarnos a la corrupción de la civilización moderna. En otros términos; tenemos la facultad de comportarnos o
no según el orden que emana de las cosas. Pero jamás conseguiremos romper los lazos que nos unen al mundo del cual procedemos. La voluntad del hombre será siempre impotente para modificar la estructura del universo. Como nuestros
hermanos inferiores, los cetáceos de los mares polares, o los antropoides que viven en las selvas tropicales, formamos parte de la naturaleza. Estamos sometidos a las mismas leyes que el resto del mundo terrestre. Por razón de formar parte de la naturaleza, debemos, como lo enseña Epitecto, vivir conforme a sus órdenes. Tenemos que ser lo que somos en nuestra esencia de ser. (*)

(*) Fuente: Alexis Carrel, La conducta en la vida,

L´ARTE DI ASCOLTARE, PLUTARCO


L'arte di ascoltare
Autore: PLUTARCO


l. Ti invio, caro Nicandro, la stesura del discorso da me tenuto su come si ascolta, perché tu sappia disporti in modo corretto all'ascolto di chi si rivolge a te con la voce della persuasione, ora che hai indossato la toga virile e ti sei liberato da chi ti dava ordini'. Questa condizione di «anarchia», che alcuni giovani, ancora immaturi sul piano formativo, sono portati a confondere con la libertà, fa si che le passioni, quasi fossero sciolte dai ceppi, diventino per loro padroni più duri dei maestri e dei pedagoghi di quando erano
ragazzi. Insieme con la tunica, dice Erodoto, le donne si spogliano anche del pudore3: Cosi ci sono giovani che nell'atto stesso di deporre la toga puerile, depongono anche ogni senso di pudore e di rispetto, e sciolto l'abito che li
teneva composti si riempiono subito di sregolatezza. Tu, invece, che in più occasioni hai avuto modo di ascoltare che seguire Dio ed obbedire alla ragione
sono la stessa cosa, devi pensare che il passaggio dalla fanciullezza all'età adulta, per quelli che ragionano bene, non significa non aver più un'autorità
cui sottostare, ma semplicemente cambiarla, perché al posto di una persona stipendiata o di uno schiavo essi assumono a guida divina dell'esistenza la
ragione. Quella ragione, i cui seguaci è giusto ritenere i soli uomini liberi, dato che solo loro hanno imparato a volere ciò che si deve e perciò stesso vivono come vogliono. Ignobile, invece, meschino ed esposto a grandi rimorsi, è
l'arbitrio che si esplica negli impulsi e nelle azioni che nascono da immaturità e falsi ragionamenti.

2. I cittadini naturalizzati che provengono da un altro paese e sono in tutto e
per tutto stranieri assumono atteggiamenti critici e insofferenti nei riguardi
di molte usanze locali, mentre chi vi viene dalla condizione di meteco' per il
fatto di essere cresciuto in familiarità e dimestichezza con quelle leggi, ne
accetta gli obblighi senza difficoltà e vi ottempera volentieri4: cosi tu, che
per molto tempo sei cresciuto a contatto con la filosofia e fin dall'inizio sei
stato abituato a prendere misto al ragionamento. filosofico tutto ciò che hai
appreso e ascoltato da ragazzo, devi accostarti con animo ben disposto, come uno
di casa, alla filosofia, che è la sola a rivestire i giovani dell'abito virile e
realmente perfetto che viene dalla ragione.
Penso comunque che non ti dispiacerà ascoltare qualche preliminare osservazione
sul senso dell'udito, che, a detta di Teofrasto, è collegato più di ogni altro
alle passioni6 dato che non c'è niente che si veda, si gusti o si tocchi, che
produca sconvolgimento, turbamenti o sbigottimenti paragonabili a quelli che
afferrano l'anima quando l'udito è investito da certi frastuoni, strepiti o
rimbombi. Ma a ben guardare esso ha più legami con la ragione che con la
passione, perché se è vero che molte sono le zone e le parti del corpo che
offrono al vizio una via d'accesso per cui arriva ad attaccarsi all'anima, per
la virtù l'unica presa è data invece dalle orecchie dei giovani, sempreché siano
pure e tenute fin dall'inizio al riparo dai guasti dell'adulazione e dal
contagio di discorsi cattivi. Per questo Senocrate invitava ad applicare i
paraorecchi ai ragazzi più che ai lottatori, perché a questi ultimi i colpi
sfigurano le orecchie, mentre ai primi i discorsi distorcono il carattere'.
Egli non intendeva, comunque, che dovessero essere posti in una sorta di
isolamento acustico o fatti diventare sordi: consigliava solo di proteggerli dai
discorsi cattivi prima che altri buoni, come guardie allevate dalla filosofia a
protezione del carattere, non ne avessero saldamente occupato la postazione più
precaria e maggiormente esposta alla voce della persuasione. L'antico Biante,
quando Amasi gli chiese di inviargli la porzione di vittima sacrificale che a
suo giudizio fosse migliore e al tempo stesso peggiore, ne recise la lingua e
gliela mandò, intendendo dire che nella parola sono insiti i danni e i vantaggi
più grandi. La maggior parte delle persone, quando bacia teneramente i propri
piccoli, ne prende le orecchie tra le mani e li invita a fare altrettanto, con
scherzosa allusione al fatto che si deve amare soprattutto chi fa del bene
attraverso le orecchie9. E evidente che un giovane che fosse tenuto lontano da
qualunque occasione di ascolto e non assaporasse nessuna parola, non solo
rimarrebbe completamente sterile e non potrebbe germogliare verso la virtù, ma
rischierebbe anche di essere traviato verso il vizio, facendo proliferare molte
piante selvatiche dalla sua anima, quasi fosse un terreno non smosso ed incolto.
Le pulsioni verso il piacere e le diffidenze verso la fatica sono sorgenti per
cosi dire native, e non esterne o fatte affluire in noi dalle parole, di
infinite passioni e malattie, e se sono lasciate libere di riversarsi dove
natura le guida e non si provvede a frenarle con buoni ragionamenti bloccandone
o deviandone il naturale fluire, non c'è belva che non possa apparire più
mansueta di un uomo.

3. Dal momento dunque che l'ascolto comporta per i giovani un grande profitto ma
un non minore pericolo, credo sia bene riflettere continuamente, con se stessi e
con altri, su questo tema. I più invece, a quanto ci è dato vedere, sbagliano,
perché si esercitano nell'arte del dire prima di essersi impratichiti in quella
di ascoltare, e pensano che per pronunciare un discorso ci sia bisogno di studio
e di esercizio, ma che dall'ascolto, invece, possa trarre profitto anche chi vi
s'accosta in modo improvvisatolo. Se è vero che chi gioca a palla impara
contemporaneamente a lanciarla e riceverla, nell'uso della parola, invece, il
saperla accogliere bene precede il pronunciarla, allo stesso modo in cui
concepimento e gravidanza vengono prima del parto. I parti e i travagli «di
vento» delle galline si dice diano origine a gusci imperfetti e privi di vita":
cosi realmente «di vento» è il discorso che esce da giovani incapaci di
ascoltare e disabituati a trarre profitto attraverso l'udito, e oscuro ed ignoto
si disperde sotto le nubi . Quando travasa qualcosa, la gente inclina e ruota i
vasi perché l'operazione riesca bene e non ci siano dispersioni, mentre quando
ascolta non impara ad offrire se stessa a chi parla e a seguire attentamente,
perché non le sfugga nessuna affermazione utile. E quel che è più ridicolo è
che se incontrano uno che racconta di un banchetto, di un corteo di un sogno o
dell'alterco avuto con un altro, restano ad ascoltarlo in silenzio e insistono
per saperne di più; ma se uno li tira da parte e vuol dare loro un insegnamento
utile, spronarli a qualche dovere, redarguirli in caso di errore o addolcirli
quando sono irritati non lo sopportano e se ne hanno la possibilità si sforzano
d'averla vinta e si mettono a controbattere le sue parole o, se proprio non ce
fanno, lo piantano in asso e vanno alla ricerca di altri insulsi discorsi,
riempiendosi le orecchie, quasi fossero vasi difettosi e incrinati, di qualunque
cosa piuttosto che di ciò di cui hanno bisogno. I bravi allevatori rendono
sensibile al morso la bocca dei cavalli: cosi i bravi educatori rendono
sensibili alle parole le orecchie dei ragazzi, insegnando loro non a parlare
molto, ma ad ascoltare molto. Nel tessere gli elogi di Epaminonda, Spintaro
diceva che non era facile incontrare uno che sapesse di più e parlasse di
menol3. E la natura, si dice, ha dato a ciascuno di noi due orecchie ma una
lingua sola, perché siamo tenuti ad ascoltare più che a parlare.

4. Il silenzio, dunque, è ornamento sicuro per un giovane in ogni circostanza,
ma lo è in modo particolare quando, ascoltando un altro, evita di agitarsi o di
abbaiare ad ogni sua affermazione, e anche se il discorso non gli è troppo
gradito, pazienta ed attende che chi sta dissertando sia arrivato alla
conclusione; e non appena ha finito si guarda dall'investirlo subito di
obiezioni, ma, come dice Eschine lascia passare un po' di tempo per consentire
all'altro di apportare eventuali integrazioni o di rettificare e sopprimere
qualche passaggio. Chi si mette subito a controbattere finisce per non
ascoltare e non essere ascoltato, e interrompendo il discorso di un altro
rimedia una brutta figura. Se invece ha preso l'abitudine di ascoltare in modo
controllato e rispettoso, riesce a recepire e a far suo un discorso utile e sa
discernere meglio e smascherare l'inutilità o falsità di un altro, e per di più
dà di sé l'immagine di una persona che ama la verità e ori le dispute, ed è
aliena dall'essere avventata o polemical5. Non è sbagliato. quello che dicono
alcuni, e cioè che se si vuole versare qualcosa di buono nei giovani bisogna
prima sgonfiarli, più di quanto non si faccia con l'aria contenuta negli otri,
di ogni presunzione e albagia, perché altrimenti, pieni come sono di alterigia e
di boria, non riuscirebbero ad accogliere nulla 16.

5. L'invidia poi, congiunta a malizia e livore, non va bene in nessun caso, e se
la sua presenza ostacola ogni retto comportamento, diventa pessima assistente e
consigliera di chi ascolta, perché gli rende fastidiose, sgradevoli e
inaccettabili le osservazioni utili, dato che gli invidiosi godono di qualunque
altra cosa piuttosto che di quelle dette bene. Eppure chi si sente mordere
dalla ricchezza, la fama o la bellezza di un altro è solo invidioso in quanto lo
tormenta la felicità altrui: chi invece soffre nel sentire un discorso giusto è
infastidito dai suoi stessi beni, perché come la luce è un bene per chi può
vedere, cosi un discorso lo è per chi può udire, sempreché lo voglia accogliere.
Ma se negli altri casi l'invidia nasce da certe disposizioni rozze e malvagie,
quella rivolta contro chi parla muove da inopportuno esibizionismo e mala
ambizione e non consente a chi si trova in questo stato d'animo di concentrarsi
su ciò che viene detto, ma ne disturba e distrae la mente, che ora si mette ad
osservare se le proprie capacità siano inferiori a quelle di chi sta parlando e
ora invece si sofferma a guardare se gli altri seguano compiaciuti ed ammirati,
e si sente urtata dagli assensi e si indispettisce con i presenti se mostrano di
gradire chi parla. E quanto ai discorsi, essa lascia cadere in oblio quelli già
pronunciati, perché rammentarli è una sofferenza, e si agita e trema al pensiero
che quelli successivi possano essere ancora migliori; non vede l'ora che chi sta
tenendo un discorso bellissimo abbia terminato di parlare, e appena l'ascolto è
finito non ripensa a niente di quel che ' stato detto, ma si mette a contare,
come fossero voti, le esclamazioni e gli umori dei presenti, e fugge e schizza
via come impazzita da chi approva, correndo ad imbrancarsi con chi solleva
critiche e distorce le argomentazioni svolte; se poi non c'è niente da
distorcere, tira fuori che altri hanno saputo sviluppare meglio lo stesso tema e
con maggior efficacia, fino a quando, a forza di svilire e infangare, non si sia
resa l'ascolto inutile e vano.

6. Perciò, stipulata una tregua tra voglia di ascoltare e tentazioni
esibizionistiche, dobbiamo disporci all ascolto con animo disponibile e pacato,
come fossimo invitati a un banchetto sacro o alle cerimonie preliminari di un
sacrificio, elogiando l'efficacia di chi parla nei passaggi riusciti e
apprezzando perlomeno la buona volontà di chi espone in pubblico le proprie
opinioni e cerca di convincere gli altri ricorrendo agli stessi ragionamento che
hanno persuaso lui. Non dobbiamo pensare che gli esiti felici dipendano dalla
fortuna o che vengano da soli, ma che siano piuttosto frutto di applicazione,
duro lavoro e studio, e perciò, spinti da sentimenti di ammirazione e di
emulazione dovremo cercare di imitarli; in caso di insuccesso, invece, è
necessario rivolgere la nostra attenzione
alle cause e alle ragioni che l'hanno determinato. Senofonte dice che i bravi
padroni di casa sanno trarre profitto dagli amici e dai nemici: cosi le persone
sveglie e attente sanno trarre beneficio da chi parla non solo quando ha
successo ma anche quando fallisce, perché la pochezza concettuale, la vacuità
espressiva, il portamento volgare, la smania, non disgiunta da goffo
compiacimento, di consenso e gli altri consimili difetti, ci appaiono con più
evidenza negli altri quando ascoltiamo che in noi stessi quando parliamo.
Dobbiamo perciò trasferire il giudizio a chi parla a noi stessi, valutando se
anche noi non cadiamo inconsciamente in qualche errore del genere. Non c'è cosa
al mondo più facile del criticare il prossimo, ma atteggiamento inutile e vano
se non ci porta a correggere o prevenire analoghi errori. Di fronte a chi
sbaglia non dobbiamo esitare a ripetere in continuazione a noi stessi il detto
di Platone: «Sono forse anch'io cosi?».
Come negli occhi di chi ci sta vicino vediamo riflettersi i nostri, cosi
dobbiamo ravvisare i nostri discorsi in quelli degli altri, per evitare di
disprezzarli con eccessiva durezza e per essere noi stessi più sorvegliate
quando arriva il nostro turno di parlare. A tal fine è utile anche ricorrere a
un confronto se, una volta finito l'ascolto e rimasti soli, prenderemo qualche
passaggio che a nostro giudizio sia stato trattato in modo maldestro o
inadeguato e proveremo a ridirlo noi, volgendoci a colmare una deficienza qui, a
correggerne una là, a esporre lo stesso pensiero con parole diverse o tentando
di affrontare l'argomento in maniera radicalmente nuova. Cosi fece anche
Platone con fl discorso scritto da Lisia. Non è difficile muovere obiezioni al
discorso pronunciato da altri anzi è quanto mai facile; ben più faticoso,
invece, è contrapporne uno migliore. Alla notizia che Filippo aveva raso al
suolo Olinto, lo spartano osservò: «Ma lui non riuscirebbe a riedificare una
città cosi grande!»20. Se dunque nel dissertare sullo stesso argomento ci
sembrerà di non essere 'molto superiori a chi ne ha trattato, deporremo gran
parte del nostro disprezzo e ben presto, smascherati da simili confronti,
svaniranno in noi presunzione ed orgoglio.

7. Antitetico all'atteggiamento denigratorio è quello facilmente incline
all'ammirazione, che denota indubbiamente una natura più cordiale e pacata, ma
esige anch'esso non poca accortezza, o addirittura ne richiede una maggiore,
perché se i denigratori e gli arroganti ricavano da chi parla un profitto
minore, gli entusiasti e gli ingenui ne ricevono danni maggiori e non
smentiscono il detto eracliteo: «Lo stupido suole stupirsi a ogni parola»21.
Bisogna essere generosi nell'elogiare chi parla ma cauti nel prestare fede alle
sue parole; si deve essere spettatori bendisposti e non prevenuti dello stile e
della dizione di chi dibatte, ma critici attenti e severi dell'utilità e
veridicità di ciò che dice, per non attirarci l'odio suo e al tempo stesso
evitare che le sue parole possano danneggiarci, dato che, senza nemmeno
accorgercene, siamo portati ad accogliere in noi molti ragionamenti falsi e
cattivi per simpatia o fiducia verso chi parla. Le autorità spartane, sentita
la proposta avanzata da un uomo che viveva in modo riprovevole, la approvarono,
ma subito ordinarono a un altro, che godeva della stima generale per la sua
condotta di vita e moralità, di ripresentarla, cercando in modo davvero corretto
e politicamente educativo di abituare il popolo a lasciarsi influenzare dalla
statura morale dei consiglieri più che dalle loro parole22. Quando invece si
tratta di una discussione filosofica dobbiamo lasciar perdere la reputazione di
chi parla e valutare esclusivamente il valore intrinseco delle sue
argomentazioni. Come in guerra, anche in un ascolto ci sono molti vani
apparati: la canizie, l'intonazione suadente, lo sguardo accigliato e la
tendenza all'autoelogio di chi parla, ma soprattutto le acclamazioni, gli
applausi e i sobbalzi del pubblico sconcertano l'ascoltatore giovane ed
inesperto, che finisce per essere come trascinato via dalla corrente. Anche
nello stile c'è qualcosa di ingannevole
quando, fluendo seducente e copioso, investe i concetti in modo enfatico e
ricercato. Gran parte degli errori commessi da chi canta con l'accompagnamento
dell'aulo sfugge a chi ascolta: cosi uno stile ridondante e pomposo abbacina
l'ascoltatore e gli impedisce di intravedere i concetti. Si narra che Melanzio,
sentendosi chiedere un parere su una tragedia di Diogene, rispondesse che non
gli era riuscito di vederla perché eclissata dalle parole: cosi la maggior parte
dei sofisti, quando disserta o declama, non si limita ad utilizzare le parole
per velare i pensieri, ma addolcendo la voce con modulazioni, morbidezze e
trilli, manda in delirio e in visibilio l'uditorio, elargendo un piacere vano e
ricevendone in cambio una fama ancora più vana. Sicché calza loro perfettamente
quel che si racconta a proposito di Dionisio, che nel corso di un'esibizione
aveva promesso grandi ricompense a un famoso citaredo, ma alla fine non gli
aveva dato nulla, con la scusa che lui, i suoi impegni, li aveva già onorati:
«Perché per tutto il tempo in cui io mi beavo del tuo canto, gli disse, tu
gioivi di speranza»2 Questo è appunto il compenso che i sofisti ricavano da
simili esibizioni: sono ammirati per tutto il tempo in cui riescono a dilettare,
ma poi, appena il piacere dell'ascolto è finito, la fama li ha già abbandonati e
vanamente hanno sprecato gli altri il tempo, loro addirittura la vita.

8. Perciò bisogna eliminare dallo stile ogni eccesso e vacuità, mirando
esclusivamente al frutto e prendendo a modello le api e non le tessitrici di
ghirlande, perché queste, preoccupandosi solo delle fronde fiorite e profumate,
intrecciano e intessono una composizione soave ma effimera e infruttuosa, mentre
le api, pur volando in continuazione su prati di viole, di rose e di giacinti,
vanno a posarsi sul timo, la più acre e pungente delle piante, e vi si fermano
al biondo miele pensando2l; poi attinto qualcosa di utile volano via all'opera
loro. Cosi l'ascoltatore fine e puro deve lasciar perdere le parole fiorite e
delicate e pensare che gli argomenti teatrali e spettacolari sono solo «pastura
di fuchi» sofisticheggianti, ed immergersi invece con la concentrazione fino a
cogliere il senso profondo del discorso e la reale disposizione d'animo di chi
parla, per trarne ciò che è utile e giovevole, rammentando a se stesso che non è
andato a teatro o in un odeon, ma in una scuola e in un'aula per raddrizzare la
propria vita con la parola. Ne consegue la necessità di esaminare e giudicare
l'ascolto partendo da se stesso e dal proprio stato d'animo, valutando se
qualche. passione sia divenuta più debole, qualche fastidio più leggero, se si
siano rinsaldati in lui determinazione e volontà, se senta in cuor suo
entusiasmo per la virtù e per il bene. Non ha senso, quando ci si alza dalla
sedia del barbiere, guardarsi allo specchio e passarsi la mano sul capo,
esaminando il taglio dei capelli e la diversa pettinatura, e invece all'uscita
da una lezione e dalla scuola non guardare subito in se stessi per apprendere se
l'anima abbia deposto qualche peso soverchio e superfluo e sia divenuta più
leggera e più dolce. «Se un bagno o un discorso non purificano - dice Aristone -
non hanno alcuna utilità"

9. Goda dunque il giovane a trarre profitto dai discorsi, ma non deve vedere nel
diletto lo scopo dell'ascolto e non deve pensare di allontanarsi dalla scuola di
un filosofo «canticchiando radioso»30 o cercare di profumarsi quando invece ha
bisogno di fomenti e di cataplasmi, ma essere grato se qualcuno ricorre ad acri
parole, come con gli alveari ci si serve del fumo, per ripulire la sua mente,
che è piena di molta caligine e ottusità. Chi parla, è vero, non deve affatto
trascurare che nel proprio stile vi siano piacevolezza e persuasività, ma di
questo il giovane non deve minimamente darsi pensiero, almeno in un primo
momento. Successivamente forse, come chi beve e solo dopo aver appagato la sete
si mette ad osservare le cesellature delle coppe e se le rigira tra le mani,
cosi anche il giovane, dopo essersi riempito di riflessioni e aver ripreso
fiato, si volga ad esaminare se lo stile contiene qualche eleganza e
raffinatezza. Chi invece non si tiene stretto fin dall'inizio ai concetti, ma
pretende che lo stile subito sia attico e sobrio, somiglia a uno che rifiutasse
di bere un antidoto se la coppa non è di ceramica coliade attica" o di indossare
d'inverno un mantello se la lana non è di pecore attiche, ma siede inerte ed
immobile, avvolto, per cosi dire, nel mantello leggero e sottile del linguaggio
di Lisia.
Queste fisime hanno prodotto nelle scuole molto deserto di intelletto e di buoni
pensieri, molta pedanteria formale e verbosità, dato che gli adolescenti non
osservano la vita, le azioni e la condotta pubblica di un uomo che si presenta
come filosofo, ma gli ascrivono a lode i lemmi, le frasi, la bravura
nell'esposizione, non sapendo e non volendo indagare se ciò che dice sia utile o
inutile, se sia indispensabile o al contrario vuoto e superfluo.

10. A questi precetti segue quello relativo ai quesiti. Quando si è invitati a
cena si deve mangiare quello che viene imbandito e non chiedere dell'altro o
mettersi a criticare: così chi è andato al banchetto delle parole, se il tema è
stabilito, ascolti in silenzio chi parla, perché portandolo a deviare su altri
argomenti, interrompendone l'esposizione con continue domande e sollevando
sempre nuove difficoltà, non risulta né piacevole né garbato come ascoltatore e
ottiene di non ricavare personalmente chi parla e quello alcun profitto e di
confondere insieme che dice; se invece è chi parla a sollecitare l'uditorio a
porre domande e quesiti, si dovrebbe sempre dare a vedere di sollevarne di utili
e di necessari.
Odisseo è deriso dai pretendenti domandando tozzi di pane, e non spade o lebeti
perché per loro è segno di grandezza d'animo non solo fare grandi doni, ma anche
richiederli. Ancor più, però, si
riderebbe di un ascoltatore che sollecitasse chi disserta su questioni piccole e
cavillose, come solitamente fanno certi giovani che ricorrendo ad estreme
sottigliezze e palesando la propria attitudine per la dialettica o la matematica
pongono quesiti sulla divisione delle proposizioni indefinite e su quale sia il
movimento secondo il lato o secondo la diagonale.
A costoro si può ripetere la risposta data da Filotimo a un uomo settico e
macilento, che si era rivolto a lui per chiedergli una curetta contro il
giradito; quando dal colorito e dalla respirazione si fu reso conto delle sue
condizioni: «Mio caro - gli disse - nel tuo caso non ha senso parlare di
giradito»
Nemmeno per te, ragazzo mio, è tempo di indagare su problemi di quel genere, ma
su come tu possa liberarti da presunzione, alterigia, amori e insulsaggine, e
costruirti una vita modesta e sana.

11. Quando si formula una domanda bisogna assolutamente rapportarsi
all'esperienza e all'attitudine di chi parla, ponendogli quesiti sugli argomenti
in cui «è più forte di se stesso» ed evitando di mettere in difficoltà chi è
esperto soprattutto di filosofia morale sottoponendogli complicati problemi di
fisica o di matematica, e di trascinare al contrario chi vanta conoscenze in
campo scientifico a emettere giudizi sulle proposizioni connesse o a risolvere i
sofismi «mentitori». Chi tentasse di spaccare la legna con una chiave o di
aprire la porta con una scure non darebbe l'impressione di screditare quegli
strumenti ma piuttosto di rinunciare alla loro propria utilità e funzione: cosi
chi avanza richieste su temi sui quali chi parla non ha attitudine o non si è
esercitato, si pone da solo nell'impossibilità di cogliere e ricevere il frutto
che l'altro ha ed è disposto ad offrire, e oltre a danneggiare se stesso ottiene
anche di essere tacciato di malizia e livore.

12. Ci si deve inoltre guardare dal porre troppe domande e dall'intervenire in
continuazione, perché anche questo atteggiamento denota, in certo qual modo, una
volontà esibizionistica. Ascoltare con calma gli interventi di un altro è
indizio invece di persona desiderosa di apprendere e rispettosa del prossimo, a
meno che uno non senta dentro qualcosa che lo turba e non l'opprima una
passione che dev'essere bloccata o un tormento che deve essere lenito. Dice
Eraclito che «la propria ignoranza è meglio celarla» ma forse è meglio, invece,
palesarla e curarla. Se accessi d'ira, attacchi di superstizione, forti
contrasti con i familiari o una folle passione d'amore che tocca della mente le
corde da non toccare, ci sconvolgono la mente, non bisogna rifugiarsi dove si
parla d'altro per non esporci a critiche, ma frequentare le scuole in cui si
discute proprio di questi argomenti e dopo la discussione, consultare in privato
quelli che ne hanno parlato e porre loro ulteriori domande. Non si deve agire
insomma come la maggioranza della gente, che ascolta volentieri e ammira i
filosofi quando parlano d'altro, ma se poi il filosofo, lasciati perdere gli
altri, si rivolge a loro in privato e apertamente menziona ciò che li riguarda,
si risentono e lo giudicano un impiccione. Generalmente pensano di dover
ascoltare i filosofi nelle scuole come gli attori tragici a teatro e credono che
una volta fuori non si comportino per nulla meglio di loro. Questo ragionamento
va bene per i sofisti (che una volta scesi di cattedra e riposti libri e
prontuari, nella realtà del quotidiano operare appaiono meschini e inferiori ai
più), ma nei confronti dei veri filosofi è sbagliato, perché non ci si rende
conto che la loro serietà, lo scherzo, un cenno, un sorriso o uno sguardo
accigliato e soprattutto le parole rivolte a ciascuno in privato apportano
frutto e giovamento a chi ha preso l'abitudine di ascoltarli con pazienza ed
attenzione.

13. Anche il tributare elogi è compito che richiede cautela e senso della misura
perché difetto ed eccesso non s'addicono a un uomo libero. Pesante e rozzo è
l'ascoltatore che rimane freddo e impassibile di fronte a qualunque riflessione,
e pieno di una presunzione incancrenita e di un'autoconsiderazione profondamente
radicata, convinto com'è di saper esprimere qualcosa di meglio di quel che sente
dire, non batte ciglio, come invece educazione vorrebbe, e non emette sillaba a
testimonianza del fatto che sta seguendo volentieri e con interesse, ma se ne
resta in silenzio e ostentando una gravità affettata e di maniera cerca di
cattivarsi la reputazione di persona di solide e profonde convinzioni, dando a
vedere di valutare gli elogi alla stregua del denaro e di pensare che nella
proporzione in cui se ne elargiscono agli altri si finisce per privarne se
stessi. Molti interpretano in modo erroneo e stonato quella frase di Pitagora,
in cui egli disse d'aver tratto dalla filosofia l'incapacità di stupirsi di
qualunque cosa39: costoro ne hanno ricavato invece il non saper elogiare e
apprezzare nulla, con la conseguente assunzione di un atteggiamento sprezzante e
l'idea che la dignità nasca dall'alterigia. Ora, è vero che il ragionamento
filosofico, grazie al processo conoscitivo e all'informazione sulle cause dei
singoli eventi, elimina il senso di meraviglia e di stupore che nasce dal dubbio
e dall'ignoranza, ma non annulla certamente garbo, misura e affidabilità. Per
le persone realmente e coerentemente buone la soddisfazione più alta consiste
nel tributare il giusto riconoscimento a chi lo merita, ed effettivamente non
c'è onore più bello del rendere onore a un altro, perché proviene da esuberanza
e ricchezza di fama: chi invece è avaro di elogi per gli altri dà l'impressione
di esserne lui stesso povero ed affamato.
Opposto d'altro canto è l'atteggiamento di chi, senza il minimo discernimento,
ad ogni parola e ad ogni sillaba si sofferma e grida: leggero come un uccello,
costui riesce spesso sgradito anche a chi dibatte e fastidioso sempre per gli
altri che ascoltano, perché contro voglia li eccita e li spinge ad imitarlo,
quasi che un senso di pudore li trascinasse a forza a fargli da eco. Cosi,
senza aver tratto alcun profitto per aver reso l'ascolto pieno di confusione e
di trambusto con i suoi elogi, se ne va portandosi appresso uno di questi tre
titoli: ipocrita, adulatore o incompetente perché questa è l'impressione che ha
dato di sé.
Chi è chiamato a far da giudice in un processo non deve ascoltare con malanimo o
parzialità, ma secondo coscienza, guardando alla giustizia; quando invece si
ascolta una discussione filosofica non ci sono leggi o giuramenti che ci
impediscano di accogliere con simpatia chi disserta. Anzi, gli antichi
collocarono Ermes vicino alle Grazie, volendo significare che un discorso
richiede soprattutto grazia e gentilezza. Non è possibile che chi parla sia in
assoluto talmente inetto ed impreciso da non offrire niente che possa essere
apprezzato: una riflessione sua, una citazione altrui, l'argomento stesso e lo
scopo del discorso, o almeno lo stile o la disposizione della materia, come tra
le ginestre e l'ononide irta di spine spuntano i bucaneve dai delicati fiori.
C" chi riesce persuasivo anche tessendo panegirici del vomito, della febbre e,
per Zeus!, perfino della pentola: e come potrebbe allora non dare assolutamente
un po' di respiro e non fornire un'occasione di elogio, ad ascoltatori benevoli
e garbati, il discorso pronunciato da chi in un modo o nell'altro gode fama o
nome di filosofo? I giovani in fiore, come dice Platone, eccitano sempre, in un
modo o nell'altro le nature sensuali: se sono di carnagione chiara, li chiamano
«figli degli Dei», se sono bruni «Virili»; a un naso aquilino danno
l'eufemistico nome di «regale», a uno camuso di «grazioso»; un colorito
giallastro diventa per loro del «colore del miele», e cosi tutti li baciano e li
amano perché l'amore, come l'edera, è abile ad avvincersi con qualsiasi scusa41.
A maggior ragione, dunque, chi si diletta di ascoltare e ama i discorsi seri
saprà sempre trovare qualche elemento in base al quale apparirà elogiare
motivatamente ogni singolo oratore. Platone, ad esempio, pur disapprovando
l'invenzione nell'orazione di Lisia e criticandone la disposizione, ne elogia
comunque lo stile e afferma che in lui «ogni parola è chiara e rotondamente
tornita». Si potrebbero biasimare i temi di Archiloc0, la versificazione di
Parmenide la semplicità di Focilide la verbosità di Euripide la discontinuità di
Sofocle cosi come senza dubbio tra gli oratori c'è chi non sa ritrarre i
caratteri chi è fiacco nel destare emozioni, chi è privo di grazia: ciò
nonostante ciascuno di loro viene elogiato per la peculiarità delle doti
naturali che gli consentono di far presa e trascinare. Anche all'ascoltatore,
quindi, è data facile ed ampia possibilità di mostrarsi cordiale con chi parla:
ad alcuni basta, anche se non aggiungiamo la testimonianza della voce, offrire
uno sguardo mite, un volto pacato, una disposizione benevola e non annoiata.
Per concludere, ecco alcune norme di comportamento, per cosi dire generali e
comuni, da seguire sempre in ogni ascolto, anche in presenza di un'esposizione
completamente fallita: stare seduti a busto eretto, senza pose rilassate o
scomposte; lo sguardo dev'essere fisso su chi sta parlando, con un atteggiamento
di viva attenzione; l'espressione del volto dev'essere neutra e non lasciar
trasparire non solo arroganza o insofferenza ma persino altri pensieri e
occupazioni. In ogni opera d'arte, si sa, la bellezza deriva, per cosi dire, da
molteplici fattori che per una consonanza misurata e armonica pervengono a una
proporzionata unità, mentre basta una semplice mancanza o un'aggiunta fuori
posto per' dare subito vita alla bruttezza: analogamente, quando si ascolta, non
solo sono sconvenienti l'arroganza di una fronte corrugata, la noia dipinta sul
viso, lo sguardo che vaga qua e là, la posizione scomposta del corpo e le gambe
accavallate, ma sono da censurare, e richiedono molta circospezione, persino un
cenno o un bisbiglio con un altro, un sorriso, gli sbadigli sonnacchiosi, lo
sguardo fisso a terra e qualunque altro atteggiamento del genere.

14. Altri pensano che chi parla abbia dei doveri da assolvere e chi ascolta,
invece, nessuno; pretendono che quello si presenti dopo aver meditato ed essersi
preparato con cura, mentre loro invadono la sala liberi da ogni pensiero e
riflessione, e prendono posto esattamente come se fossero andati a un banchetto,
a spassarsela, mentre altri faticano. Eppure se persino un convitato che sappia
stare in compagna, ha dei doveri da assolvere, molti di più ne ha chi ascolta,
perché è coinvolto nel discorso ed è chiamato a cooperare con chi parla, e non è
giusto che stia a esaminarne con severità le stonature e a vagliarne
criticamente ogni parola e ogni gesto, mentre lui, senza doverne rispondere, si
abbandona per tutta la durata dell'ascolto a un contegno scomposto e variamente
scorretto. Quando si gioca a palla le mosse di chi riceve devono essere in
sintonia con quelle di chi lancia: cosi in un discorso c'è sintonia tra chi
parla e chi ascolta se entrambi sono attenti ai loro doveri.

15. Nel manifestare il proprio assenso, poi, bisogna guardarsi dall'usare le
prime parole che vengono in mente. Quando Epicuro, ad esempio, riferendosi alle
lettere di alcuni amici, dice che ne sente scaturire un fragore d'applausi, ci
riesce stucchevole51: cosi chi ai nostri giorni introduce nelle sale dove
parlano i filosofi epiteti stravaganti come «divino!», «ispirato!»,
«inarrivabile!», quasi non bastassero più i «bene!», «bravo!», «giusto!», con
cui abitualmente manifestavano la propria approvazione i discepoli di Platone,
di Isocrate o di Iperide tiene un comportamento oltremodo sconveniente e finisce
per gettare cattiva luce su chi parla, suggerendo l'impressione che questa
richiesta di elogi superbi e straordinari nasca da lui. Davvero fastidioso poi
è chi ricorre al giuramento, come fosse in tribunale, per testimoniare la
propria approvazione nei confronti di chi parla, e non meno lo sono quelli che
sbagliano la mira nel riferirsi alle qualità della persona e a un filosofo
gridano «che sottigliezza!», a un vecchio «che grazia!» o «che fiore!»,
trasferendo ai filosofi gli epiteti che si usano con chi ama giwm e sfoggi di
eloquenza nelle esercitazioni scolastiche, o attribuendo a un discorso saggio
elogi degni di una prostituta: è come se si volesse cingere il capo di un atleta
con una corona di gigli o di rose e non di alloro o di oleastro! Il poeta
Euripide stava suggerendo ai suoi coreuti l'interpretazione di un passaggio
lirico nel modo musicale prescelto, quando uno di loro scoppiò a ridere: «Se tu
non fossi insensibile ed ignorante - gli disse - non rideresti nel vedermi
cantare in nussolidio»; cosi credo che un filosofo o un uomo politico potrebbero
troncare le intemperanze di un ascoltatore disinvolto dicendogli: «Tu mi sembri
folle e maleducato, perché altrimenti, mentre io sto insegnando o ammonendo o
dissertando sugli Dei, sullo Stato o su una carica pubblica, tu non ti
metteresti a canticchiare e danzare al ritmo delle mie parole». Prova a pensare
in quale confusione si verrebbero a trovare i passanti se sentissero urla e
schiamazzi provenire dalla sala dove sta parlando un filosofo: si chiederebbero
imbarazzati se quegli applausi non siano rivolti a un auleta, un citaredo o un
danzatore.

16. Moniti e rimproveri, a loro volta, non si devono ascoltare con indifferenza
o viltà. Chi resta calmo e impassibile nel sentirsi redarguire da un filosofo,
al punto che nel sentirsi biasimare sorride e riserva parole d'elogio a chi lo
biasima, si comporta come i parassiti che di fronte agli insulti di chi li
mantiene, nella totale sfacciataggine e sfrontatezza che li caratterizza, danno
con la loro impudenza un saggio di virilità non bello né schietto. Accettare
senza irritazione e con un sorriso una battuta priva d'insolenza, pronunciata
per scherzo e con arguzia, non è comportamento ignobile o grossolano, ma al
contrario liberale e conforme al costume laconico. Ascoltare invece una
rampogna e un monito volti a raddrizzare il carattere, che ricorrono a una
parola di biasimo come a un medicamento che brucia, senza farsi piccolo piccolo,
imperlarsi di sudore, sentirsi girare la testa e avvampare di vergogna
nell'anima, ma restando indifferente e con un ghigno beffardo e ironico dipinto
sul volto, è proprio di un giovane profondamente abietto e insensibile ad ogni
forma di pudore per inveterata abitudine agli errori, la cui anima, quasi fosse
una carne dura e callosa, non riceve lividi.
Cosi si comportano dunque i giovani di questo tipo. Quelli di indole opposta,
invece, anche se sono ripresi una sola volta, scappano via senza volgersi
indietro e fuggono lontano dalla filosofia: cosi, pur avendo ricevuto dalla
natura il senso del pudore come bel principio di salvezza, lo gettano via per la
loro delicatezza e mollezza, non riuscendo a mantenersi saldi davanti ai
rimproveri e ad accettare gli emendamenti con la giusta forza d'animo, e finendo
invece per porgere l'orecchio ai melliflui e molli discorsi di certi adulatori o
sofisti, che incantano con la loro voce melodiosa ma priva di utilità e di
giovamento. Se al termine di un'operazione uno fugge via dal medico e non vuole
che gli bendi la ferita, accetta la parte dolorosa dell'intervento ma non
attende l'effetto benefico della cura: cosi chi non offre alla parola, che ha
inciso e ferito la sua stoltezza, la possibilità di cicatrizzare e rimarginare,
si allontana dalla filosofia morso e sofferente, ma privo di qualunque reale
beneficio. Perché non solo la piaga di Telefo è guarita dalla minuta limatura
della lancia, come dice Euripide, ma anche il morso che la filosofia imprime nei
giovani di indole buona è risanato dalla stessa parola che provocò la ferita.
Perciò è necessario che chi viene ripreso accetti questa sofferenza e si lasci
mordere senza restarne oppresso e accasciato, ma come in una cerimonia
iniziatica a cui l'ha introdotto la filosofia, dopo avere sopportato le prime
purificazioni e i primi travagli, speri un po' di dolcezza e di luce dopo
l'inquietudine e il turbamento di quei momenti. In realtà, persino nel caso in
cui la critica gli sembri immeritata, è bene che uno si freni e resti, mentre
l'altro parla, in paziente attesa: poi, quando ha finito, deve andare da lui per
esporgli le proprie argomentazioni e pregarlo di riservare quella franchezza e
quel tono appena usati contro di lui per qualche sua reale mancanza.

17. Quando s'incomincia a leggere e a scrivere, a suonare la lira o a
frequentare una palestra, le prime lezioni comportano notevole confusione,
fatica e oscurità, ma poi, mano a mano che si va avanti, si instaurano a poco a
poco, come avviene nei rapporti interpersonali, una grande familiarità e
conoscenza, che rendono ogni cosa gradita, agevole e facile da dire e da fare.
Cosi capita anche con la filosofia: i primi approcci con il suo linguaggio e le
sue tematiche danno la sensazione di inoltrarsi su un terreno scivoloso e
inconsueto, ma non per questo si deve subito sentirsene intimoriti e rinunciare.
intimiditi e scoraggiati; bisogna, al contrario, affrontare i vari ostacoli e
con perseveranza e desiderio di procedere oltre, attendere che insorga quella
familiarità che rende dolce ogni cosa bella. E questa, in realtà, non tarderà
molto a prodursi e a riversare sui nostri studi una luce grande, ingenerando un
ardente amore per la Virtù. Davvero miserabile e vile è chi accettasse di
trascorrere il resto della propria esistenza senza questo amore, dopo aver
disertato la filosofia per pusillanimità.
I temi trattati dalla filosofia possono forse presentare all'inizio qualche
aspetto di difficile intelligibilità per gli inesperti e per i giovani, ma ciò
non toglie che la responsabilità di ciò che in massima parte appare oscuro e
incomprensibile ricada proprio su di loro, dato che, indipendentemente
dall'avere temperamenti opposti, essi finiscono per commettere lo stesso errore.
Gli uni, infatti, per pudore e ritegno, esitano a porre domande a chi parla e ad
assicurarsi del senso reale delle sue parole, e fanno cenni d'assenso dando ad
intendere di averle assimilate bene; gli altri, al contrario, spinti da
inopportuna ambizione e vano spirito di competizione verso i compagni, cercano
di dimostrare la propria acutezza e capacità di apprendimento, e dichiarando di
avere capito prima di avere compreso, finiscono per non comprendere un bel
niente. Poi, a chi si vergognava e se n'era stato in silenzio, capita che una
volta lasciata l'aula se la prende con se stesso e non sa che fare, e alla fine,
costretto dalla necessità, torna sui suoi passi e con accentuato senso di
vergogna tormenta chi ha parlato con una domanda dopo l'altra e non lo molla
più, mentre gli ambiziosi e presuntuosi continuano a nascondere e dissimulare
l'ignoranza che alberga dentro di loro.

19. Lasciamo perdere dunque simili forme di stupidità o millanteria e pur di
apprendere e assimilare le riflessioni utili accettiamo anche le risatine di chi
vuol dare a Vedere di essere intellettualmente dotato, come fecero Cleante e
Senocrate, che in apparenza erano più lenti dei compagni, ma in realtà non
demordevano dall'apprendere e non si smarrivano d'animo, ed erano anzi i primi a
prendersi in giro, paragonandosi a vasi dall'imboccatura stretta o a tavolette
di bronzo, alludendo al fatto che facevano fatica ad accogliere le parole, ma
poi le conservavano in modo saldo e sicuro. Perché non solo, come dice Focilide
spesso deve subire delusioni chi aspira alla virtù, ma spesso deve accettare
anche di essere deriso e schernito, e sopportare canzonature e volgarità pur di
eliminare con tutto se stesso la propria ignoranza ed abbatterla.
Non bisogna trascurare, d'altra parte, nemmeno l'errore contrario, che taluni
commettono per indolenza, col risultato di rendersi sgradevoli e fastidiosi:
quando sono per conto loro non vogliono scomodarsi, ma poi disturbano chi parla
sottoponendogli in continuazione domande sugli stessi argomenti, come uccellini
implumi che stanno sempre a bocca aperta verso l'altrui bocca e vogliono
ricevere da altri ogni cosa ormai pronta e predigerita. C'è poi chi aspira a
guadagnarsi la fama di persona attenta e acuta dove non è il caso, e sfinisce
chi parla a forza di chiacchiere e di curiosità, sollevando in continuazione
quesiti non necessari o chiedendo spiegazioni su argomenti che non ne hanno
alcun bisogno:
cosi strada corta diventa lunga,
come dice Sofocle, e non solo per loro, ma anche per gli altri. Interrompendo
in continuazione il maestro con domande vane e superflue, come in un viaggio in
compagnia, non fanno che intralciare l'andamento regolare della lezione, che
subisce fermate e ritardi. Questi tali somigliano, secondo leronimo, a quei
cagnolini vili e insistenti, che in casa mordono le pelli delle fiere e ne
strappano il vello, mentre se queste fossero vive si guarderebbero bene dal
toccarle. Dobbiamo esortare i pigri di cui parlavamo a mettere insieme il resto
da soli, una volta che l'intelligenza abbia fatto loro comprendere i. punti
essenziali, tenendo a mente quanto hanno ascoltato perché sia loro da guida nel
proseguimento della ricerca e accogliendo la parola altrui come principio e seme
da sviluppare ed
accrescere. La mente non ha bisogno, come un vaso, di essere riempita, ma
piuttosto, come legna, di una scintilla che l'accenda e vi infonda l'impulso
della ricerca e un amore ardente per la verità. Come uno che andasse a chiedere
del fuoco ai vicini, ma poi vi trovasse una fiamma grande e luminosa e restasse
là a scaldarsi fino alla fine, cosi chi si reca da un altro per prendere la. sua
parola ma non pensa di dovervi accendere la propria luce e la propria mente, e
siede incantato a godere di ciò che ascolta, trae dalle parole solo un riflesso
esterno, come un volto che s'arrossa 'illumina al riverbero della fiamma, senza
riuscire a far evaporare e scacciare dall'anima, grazie alla filosofia, quanto
vi è dentro di fradicio e di buio.
Se è necessario qualche altro consiglio per imparare ad ascoltare, bisogna
tenere a mente quanto ora si è detto, ma di pari passo con l'apprendimento
esercitarsi nella ricerca personale, per acquisire un abito mentale non da
sofisti o da puri eruditi, ma al contrario profondamente radicato e filosofico,
considerando che il saper ascoltare bene è il punto di partenza per vivere
secondo il bene.



Il Catalogo di Lamptia, al n. 102, menziona un Peri topi akoyein tòn philosóphon
(Come si ascoltano i filosofi): pochi dubbi che si tratti proprio del nostro
opuscolo. L'aggiunta ton philosóphon, assente nei codici, può apparire
giustificata dall'intento del compilatore del Catalogo di eliminare ogni
possibile ambiguità sull'argomento dello scritto, dato che il verbo akoyein, in
modo del tutto analogo al latino audire, accanto al significato, puramente
uditivo, di «ascoltare», ha anche quello tecnico di «ascoltare una lezione o una
conferenza». Ed è proprio questo lo scopo che Plutarco si prefigge in questo
opuscolo: insegnare a un giovane come si debba comportare quando, terminato il
ciclo degli studi secondari (gli egkyklia paidomata), inizia a frequentare le
aule dove insegnano i filosofi. Il cambiamento è radicale, perché il ragazzo
deve saper mettere a frutto l'improvvisa libertà di cui gode, non avendo più un
maestro di scuola che lo controlla nello studio o un preciso programma da
imparare: gli si dischiude un mondo completamente nuovo, in cui si può anche
celare qualche insidia. Per capire, dobbiamo svolgere qualche preliminare
considerazione su come avveniva in quei tempi l'insegnamento della filosofia':
c'erano i corsi regolari, in cui, dopo una prima fase di iniziazione alla
materia e alla sua complessa terminologia, si passava allo studio, per sommi
capi, della storia della filosofia (un po' come avviene oggi nei nostri licei)2;
seguiva poi l'insegnamento della dottrina professata dal maestro, con la lettura
e il commento di testi classici del fondatore o dei più illustri continuatori
della setta3. Anche gli studenti potevano essere chiamati a commentare davanti
ai compagni questo o quel passo, per dimostrare il loro grado di assimilazione
della materia (con un metodo simile a quello che veniva praticato nelle scuole
di retorica). I professori tenevano anche lezioni aperte a una cerchia più
vasta di uditori, vere e proprie conferenze pubbliche, dove esponevano i propri
convincimento e le proprie riflessioni su temi prevalentemente morali, prendendo
spunto da un testo o da qualsiasi altra contingente occasione. L'insegnamento
aveva però anche un altro aspetto fondamentale, che consisteva in quella che si
potrebbe chiamare, in termini odierni, analisi e terapia di gruppo: il maestro
sollevava una questione di ordine morale e invitava gli studenti ad esporre ad
alta voce le loro riflessioni sull'argomento e a confessare le proprie eventuali
debolezze, assumendosi con il suo intervento il ruolo di guida spirituale e
terapeuta delle coscienze. La conversazione poteva essere anche privata, al
termine della seduta di gruppo: si instaurava cosi, tra discepolo e maestro, un
legame profondo, di incondizionata stima, che sfociava talora in un'autentica
dipendenza psicologica.
Questo è il mondo che si dischiude ora al giovane Nicandro, il destinatario
dell'opuscolo, un mondo affascinante e fondamentale per la sua costruzione
morale, ma in cui è necessario che egli impari ad «ascoltare», per poter trarre
il massimo profitto dalle parole che ascolta e saperne al tempo stesso
distinguere il reale valore. Ogni affermazione deve essere sottoposta al vaglio
costante della ragione, per evitare il rischio, comune negli uomini, di
accogliere anche ragionamenti falsi e cattivi per simpatia o fiducia nei
confronti di chi parla. Chi «ascolta» ha doveri da assolvere e indispensabili
norme comportamentali da seguire: e la prima è restare in silenzio finché
l'esposizione è in corso, evitando atteggiamenti scomposti o intempestive
interruzioni, e riservando le domande di chiarimento e e eventua i obiezioni
(che devono essere in ogni caso meditate e pertinente alla fine del discorso.
Qualunque forma di presunzione, di esibizionismo o di invidia deve essere
bandita: bisogna disporsi all'ascolto con animo bendisposto e pacato, «come se
si fosse invitati a un banchetto sacro o alle cerimonie preliminari di un
sacrificio», apprezzando, Inefficacia o almeno la buona volontà di chi espone in
pubblico le proprie opinioni e cerca di convincere gli altri ricorrendo agli
stessi ragionamenti che hanno persuaso lui. In caso di insuccesso occorre
meditare sulle cause che l'hanno determinato, facendo sempre e comunque tesoro
dei difetti ravvisati negli altri per poterli eliminare in noi. Si devono
evitare atteggiamenti di supponenza e al contrario troppo entusiastiche
manifestazioni di assenso, che risultano parimenti fastidiose per chi parla e
per gli altri che ascoltano. Bisogna concentrarsi sui concetti, e non sullo
stile e la dizione, e all'uscita esaminare e giudicare la lezione partendo da se
stessi e dal proprio stato d'animo, «valutando se qualche passione sia divenuta
più debole, qualche fastidio più leggero, se si siano rinsaldate in noi
determinazione e volontà, se sentiamo in cuore un rinnovato entusiasmo per la
virtù e per il bene». Ogni forma di indifferenza o timidezza di fronte ai
moniti e ai rimproveri deve essere bandita: bisogna lasciarsi curare dalle
parole del maestro, perché solo cosi «il saper ascoltare bene costituirà il
punto di partenza per vivere secondo il bene». L'opuscolo si conclude con una
famosa immagine, che unicamente alla raccomandazione di non rinunciare mai al
proprio senso critico, costituisce l'eredità concettuale più significativa del
De recta ratione audiendi: i giovani non devono essere riempiti di nozioni, ma
accesi d'entusiasmo per la conoscenza, ponendo nella loro mente il seme che li
stimoli a proseguire da soli lungo la strada della ricerca e della verità. Con
modernità non sorprendente per chi lo conosce, Plutarco pone qui l'accento su un
principio pedagogico di fondamentale importanza.
Il De recta ratione audiendi si presenta anche come il manuale, il galateo del
perfetto «uditore». Con l'abituale acutezza psicologica Plutarco passa in
rassegna la galleria, eternamente uguale, dei tipi umani che frequentano le sale
delle conferenze: ecco allora i ritratti dell'esibizionista (che approfitta del
minimo pretesto per portare il discorso sui temi da lui preferiti), del
malizioso (che cerca di porre in difficoltà l'oratore con quesiti sofisticati e
fuori luogo), dell'arrogante (che segue accigliato e serioso, 'palesando un
sovrano distacco), dell'invidioso e malevolo (pronto a criticare tutto, sempre e
comunque), dell'ignorante (che non capisce nulla, ma non lo vuol dare a vedere e
si nasconde dietro grandi sorrisi e ampi cenni d'assenso), dell'adulatore,
dell'ipocrita, e cosi via.
Il tema principale dell'opuscolo è trattato anche da Musonio Rufo (cfr. Gellio
V, 1-4, e n. 54 alle pp. 293-294) e da Epitteto (Diatr. II, 24), che riflette
sulla necessità che gli studenti imparino ad ascoltare, per poter essere di
stimolo alla lezione del maestro.
Nella traduzione alcuni termini perdono purtroppo il loro sapore: è il caso di
akróasis (il latino auditio), che indica appunto l' «ascolto» di una
conferenza-lezione: l'italiano «audizione», che ne è il calco diretto, ha
assunto ormai significati tecnici che ne rendono impossibile l'impiego. Si è
cosi optato, quando era possibile, per «ascolto» (che conserva almeno la
connotazione «uditiva» della parola greca), usando «lezione» negli altri casi.
L'opuscolo ebbe a partire dal Cinquecento diverse traduzioni latine a stampa:
tra le prime quelle del bresciano Giovanni C alfurnio (Plutarchi liber qui de
audiendo inscribitur, pubblicata a Venezia, per i tipi di Bernardinus de
Vitalibus nel 1505, nel volume Moralia Plutarchi traducta), defl'umanista
inglese Richardus Paceus (De modo audiendi, nel volume Plutarchi Opuscula [
.. 1, edito a Venezia dallo stesso stampatore nel gennaio del 1522), e infine di
Othmar Nachtigall (Ottomarus Luscinius), De auditoris officio (inserita nel
secondo volume dell'edizione Plutarchi Chaeronei, philosophi bistoticique
clarissimi, Opuscula moralia, stampata a Lione «apud Sebastianum Gryphium», nel
1541). Le prime, e credo ultime, traduzioni italiane si devono a M. Giovanni
Tarchagnota (De l'ufficio de l'udire, nel volume Alcuni Opuscoletti de le cose m
orali del Divino Plutarco in questa nostra lingua nuovamente tradotti. Seconda
parte [..], in Vinegia per Michele Tramezino, 1549) e a Marcello Adriani il
Giovane (Dell'udire, condotta nella seconda metà del Cinquecento e pubblicata
dal Piatti nel 1819: cfr. p. 11).

DIÁLOGO SOBRE LA LEY DE COMPENSACIÓN


DIÁLOGO
> SOBRE LA LEY DE COMPENSACIÓN
>
> ©GIUSEPPE ISGRÓ C.
>
>
>
> Se encontraban reunidos Escudero, María Silvia, e Hidalgo en el día de ayer, 10 de septiembre de 2009, en el piso de la segunda, frente a Playa Lido, Lechería, hermosa bahía venezolana que recrea a quien se quede a observarla,elevándose a los reinos de la inspiración. En esta ocasión, es María Silvia quien toma la palabra, diciendo:

>> -Hidalgo y Escudero, -hace ya cincuenta años tuve un sueño en el cual me veía en el acto de culminar el ciclo de vida; era un soldado de Alejandro Magno y me encontraba en los brazos de éste en el instante en que cerré los ojos; lo último que miré fue un broche de oro, redondo, con un interior plateado, que unía dos piezas de su coraza, en el pecho, objeto que no se me ha olvidado; jamás había visto algo igual. Ahora bien, -continua María Silvia, sobre Alejandro Magno leí mucho libros de joven y es posible que el sueño con él sea un reflejo de las mismas; empero, el broche representaba algo desconocido por mí en esta vida; -¿será ello un indicio de que, realmente, lo que observé en el sueño tenga que ver con una vida anterior y de que haya sido una percepción clarividente? -¿Qué opina Escudero?, -pregunta María Silvia, dirigiéndose a éste.

> Escudero, responde, diciendo: -En mi opinión, los sueños contienen mensajes que muchas veces la única persona que podría descifrarlos es la que los tiene, por el carácter netamente personal de los mismos. Algunas veces el Espíritu se proyecta y viaja a lugares que luego, días más tarde, al visitar determinadas zonas, percibe que, a pesar de ser la primera vez que las visita, recuerda haber estado allí, lo cual podría ser un efecto de lo que se denomina dejá vú, es decir, ya visto. Ya observado en proyección espiritual o desdoblamiento, o en una vida pasada, caben las dos posibilidades. En los casos en que existan, dentro del sueño, imágenes relacionadas con objetos antiguos o escenas de épocas remotas, podrían vincularse con vidas anteriores.

> Y usted, Hidalgo, -¿qué opina?, inquiere María Silvia.
> Veamos, -dice Hidalgo, -María Silvia sueña que es un soldado de Alejandro Magno, observa a éste vestido a la usanza de la época, y lo último que ve es el broche característico de su coraza. Es posible que María Silvia haya obtenido esta información mediante lectura en su propio archivo espiritual y que realmente corresponda a esa vida que ella siempre ha considerado como real, es decir, que fue un soldado de Alejandro, alguien a quien el ilustre Macedónico
apreciara de manera especial deducido por la manera de asistirle en su momento culminante. Si nosotros analizamos la personalidad de María Silvia, su carácter independiente, autónomo y osado, por cuanto a la edad de ochenta y cinco años, en la cual mucha gente hace tiempo que se encuentra en retiro, y ella, en cambio, sigue viajando sola por el mundo, con absoluta independencia y libertad, implica que, con anterioridad, ha tenido gran número de vidas como hombre, independiente y viajero, con múltiples intereses e inquietudes, al igual que los tiene, ahora, María Silvia, que ha viajado por todo el mundo y escrito libros sobre temas muy diversos y sigue haciéndolo.

> -María Silvia, -Escudero, --continua diciendo Hidalgo, tiene marcado interés en que esta noche hablemos sobre la ley de compensación o ley del karma. -¿Qué es la ley de compensación? -¿Cómo actúa? -¿Qué otras leyes les están
interrelacionadas? -¿Tienen aplicación instantánea tan pronto se realiza un acto? -¿Existe un efecto coercitivo de la ley cósmica? -¿Existe, también, una acción coactiva de la misma? -¿Hay una vigilancia cósmica que supervisa el cumplimiento de la ley de compensación? Esta era la enumeración de una serie de preguntas sobre las cuales María Silvia, previamente, había expresado su inquietud de aclarar algunas dudas.

> En otro orden de ideas, cabría preguntarse, -dice Hidalgo, -¿con qué otras leyes o valores universales se interrelaciona la ley de compensación? Por ejemplo, -¿cuáles son las relaciones entre el amor y las leyes de: afinidad, justicia, igualdad, compensación y atracción? Cuándo hablamos de ley de
compensación, -¿estamos refiriéndonos a la ley del karma, a la de causa y efecto, a la de acción y reacción y a la de siembra y recogida?

> Todas las preguntas anteriores las fue repitiendo una a una, Hidalgo, observando atentamente el efecto que producían tanto en María Silvia como en Escudero, quienes le miraban con toda atención.

> Ahora bien, -dice Hidalgo, el amor es la ley matriz del universo y constituye el más antiguo camino que doctrina alguna pregonara, como lo es el Jainismo, quien, además del amor, centraba su atención en el recto camino y en la práctica del Ahimsa, es decir, la no violencia o el seguimiento de la vía pacífica. Quien sigue el amor como camino, en forma implícita está cumpliendo con la ley cósmica en su totalidad.

> El amor, como ley matriz, como ley cósmica integral, en sus funciones está asistida por otras leyes auxiliares como son:
> 1. La ley de afinidad: es la rectora del orden universal, ubicando a cada ser y a cada cosa en el orden que le corresponde por su suma existencial. En sus funciones dispone de la cooperación de:

> 2. La ley de justicia: el fiel de la balanza de la justicia divina indica el grado de compensación que debe aportar o recibir cada acto ejecutado. Como decía Ralph Waldo Emersón: -"Cada acto tiene en sí mismo su propia compensación" -.

> o La balanza de la justicia divina dispone de dos platillos, el primero de los cuales representa a la igualdad. Igualdad en la ley y ante ella. Cada ser dispone de los mismos derechos y deberes que todos los demás, sin discriminación alguna. No existen privilegios algunos para nadie excepto los del propio
mérito, el cual recibirá su respectivo salario cósmico o compensación.

> o El otro platillo de la balanza: representa a la ley de compensación, la cual compensa en forma equitativa cada acto ejecutado.

> -¿De qué manera podemos comparar a la ley de compensación con algo que nos permita formarnos una idea práctica de su aplicación?, -pregunta María Silvia.
> Existe un ejemplo práctico que nos proporcionará una idea exacta de su funcionamiento. Es el de la hoja de cálculo electrónica. Como todos sabemos, cada cantidad que se va sumando, restando, dividiendo o multiplicando en las respectivas columnas y filas, afecta instantáneamente el saldo total, en mayor o menor grado. Esto nos da la idea de la aplicación instantánea de la ley de compensación, es decir, en el mismo instante en que se realiza el acto, viene registrado en la hoja electrónica de vida del ser humano, aumentando o disminuyendo el total, al igual que ocurre en una cuenta bancaria, donde los depósitos o retiros efectuados afectan el saldo. De resultar un saldo negativo, la persona queda obligada a efectuar el respectivo pago. De ser positivo, otorga
libertad al titular de la cuenta de acuerdo a la magnitud del mismo saldo.

> La ley de afinidad, de acuerdo al saldo existencial reflejado en la hoja de vida, por la justicia divina y una vez efectuada la debida compensación, ubica o reubica a cada ser en el orden que le corresponde en el concierto de todas las cosas. Esa es la primera vertiente de la ley de afinidad, es decir, ordenar a
cada ser o cosa de acuerdo a su grado de similitud o afinidad, dentro de ciertos parámetros entre un mínimo y un máximo. La otra función de la ley de afinidad es la de contribuir a que se geste la afinidad entre seres antagónicos, como lo veremos cuando hablemos, dentro de poco, de la acción coactiva de la ley de justicia.

> Hay dos preguntas de vital importancia que ya hemos mencionado; la primera de ellas es: -¿Existe un efecto coercitivo de la ley cósmica? Y, la segunda:

-¿Existe una acción coactiva de la ley cósmica?

> -¿Qué se entiende como efecto coercitivo de la ley cósmica?, -pregunta Escudero.

> En el Derecho positivo, -Escudero, María Silvia, se entiende como coerción de la norma jurídica a la penalidad implícita en su violación, la cual, siendo del
conocimiento de las personas, les inhibe a infringirla, con el fin de evitarse sus consecuencias. Es un efecto debidamente calculado por el Legislador.

> La ley cósmica, también ejerce su respectivo efecto coercitivo tendiente a desmotivar a la persona en particular a realizar determinados actos reñidos con
los valores universales o con la ética; por ejemplo: en el mismo instante en que la persona concibe la realización de un acto reñido con la ética,  experimenta un sentimiento de vergüenza y se representa la situación vergonzosa en que se vería
envuelta en el caso de llevarlo a cabo, lo cual, cuando el mecanismo de la vergüenza funciona, la persona desiste de realizar el acto. Esto se conoce como
el efecto coercitivo de la ley cósmica. Esta es la razón por la cual Séneca, en una epístola a Lucilo, le decía: -"Ese vicio, Lucilo es imposible que lo
adquiera a menos que superes la vergüenza"-.

> Esta acción coercitiva, -Escudero y María Silvia, se cumple, también, de otras diversas maneras: por una parte, por la acción pedagógica del Creador –o de la
ley cósmica impresa en la conciencia- quien se comunica con el ser mediante los sentimientos inherentes a los valores universales expresados en la conciencia, donde, en el instante en que la persona piensa realizar un acto determinado,
percibe, en su conciencia, un sentimiento de lo justo o de lo injusto del acto, que le sirve de guía aún cuando desconozca la normativa del Derecho positivo: él, o ella, sabe si el acto concebido es justo o no, si debe o no debe hacerlo.

> Determinados aspectos coercitivos de la ley cósmica, se manifiestan mediante
el sentimiento del decoro y del pudor, por ejemplo, en una dama, quién, en el momento en que piensa hacer algo reñido con las costumbres éticas, el
sentimiento del propio decoro o pudor, le frena y le hace desistir de llevarlo a cabo, experimentando, enseguida, un efecto liberador.

> Otros efectos coercitivos de la ley cósmica, vienen dados, por ejemplo, por el sentimiento patriótico, por el del deber y por el del honor. En algunos casos,
una persona podría no desear enrolarse en una acción política, pero el patriotismo le impele a hacerlo en bien de la patria. De igual manera, tanto el
honor como el deber, tienen efectos coercitivos para realizar determinados actos así como para dejar de hacerlos, de acuerdo con las circunstancias. Cada uno de los valores universales tiene su respectivo efecto coercitivo o inhibidor en la conciencia. Empero, es importante recordar que, cuando se trata de actos
positivos, cada valor universal ejerce su fuerza de empuje para alcanzar la meta anhelada, por efecto de la ley de polaridad.

> En cuanto a la acción coactiva de la ley cósmica, -¿cómo se manifiesta? -¿Cómo actúa? -¿Constituye una especie de castigo divino?

> En primer lugar, no se trata de un castigo divino; empero, toda acción tiene su consecuencia; toda causa su efecto; toda siembra su recogida; y de acuerdo con la causa puesta en movimiento, se obtienen los resultados análogos y
equivalentes. Si yo pongo las manos en el fuego, experimento el efecto correspondiente. -¿Es eso un castigo? Es simplemente el efecto de una causa
puesta en acción. El dolor es una señal de que hay que retirar la mano a tiempo para evitar hacerse daño; si no se hace, se experimentará la respectiva
consecuencia.

> Desde el momento en que la ley de afinidad, de acuerdo al saldo de la suma existencial de la persona, como veredicto dictado por la ley de justicia, y
debidamente compensado por la ley de compensación, le ubica o reubica en el orden cósmico que le corresponde en el concierto de todas las cosas,
desplazándolo del que se encontraba, automáticamente; esa reubicación representa una acción coactiva de la ley cósmica. En ese nuevo orden, si tiene saldos negativos deberá trabajar para compensarlos y no podrá reubicarse, libremente, hasta hacerlo y saldar la deuda kármica, momento en el cual pasará a ocupar el nuevo orden que le corresponda de acuerdo al saldo existencial que
arroje, oportunamente, en su hoja de vida.
> Eso por un lado; por otro: la ley cósmica expresa: -"Quien odia, tendrá que amar" y "quien quita una vida, con sus besos la repondrá". En el primer caso, la ley cósmica, mediante la ley de afinidad, cuando el nuevo ser por nacer planifica su nuevo ciclo de vida, dentro de los miembros de su familia, incluirá a quienes les unan vínculos de afinidad, afecto o amor; pero, al mismo tiempo, hará nacer, como hermanos, hijos o en otros vínculos de parentesco a quienes tenga cierto grado de enemistad u odio, de manera que los lazos de la sangre vayan limando las asperazas y en uno o en múltiples ciclos de vida, vaya naciendo la afinidad, el afecto o el amor. Aquí está implícito un efecto coactivo de la ley de afinidad. En el segundo caso, cuando alguien haya quitado
una vida, la ley cósmica obliga a reponerla; es un efecto compensatorio de la ley de la justicia divina. El infractor, nacerá como mujer y dará la vida que
debe, con sus propios besos; y el que antes fuera su enemigo hasta el grado de quitarle la vida, ahora es su hijo. Me pregunto, -si esa persona hubiera sabido
que de todas maneras no se iba a librar de su enemigo y de que, al final, lo tendría como hijo, -¿habría incurrido en el acto de interrumpir esa existencia?

Con toda seguridad, no lo habría hecho, y es ahí la importancia de dar a conocer más profundamente la ley de compensación.

> Lo anterior tiene múltiples vertientes: por ejemplo: hace ya algunos años, una señora vinculada a la familia, que venía de vivir en otra región, siempre
mencionaba a una maravillosa mujer que había adoptado a los hijos de diferentes miembros de la familia que habían pasado a mejor vida, por lo cual,
conjuntamente con los propios, tenía a su cargo alrededor de doce chavales.
Nuestra amiga admiraba la abnegación de dicha señora. En cierta ocasión nos anuncia de que, en la siguiente semana, vendría dicha matrona a visitarla y de que nos la presentaría. Varios días antes de su llegada, tuve un sueño con un individuo que parecía ser un "ganster" en un escenario semejante a lo que debía ser la ciudad de Chicago, en los inicios del siglo XX. Cuando llegó la matrona a visitarnos, su fisonomía era equivalente a la del personaje del sueño; caí en cuenta, inmediatamente, de que el espíritu del personaje del sueño y el de esta persona era el mismo, reencarnado, ahora, como mujer para dar algunas de las vidas que debía, y por otra parte, para experimentar las mismas experiencias que proporcionó a otras personas, en su vida anterior, cuando dejó huérfanos a numerosos niños. Pudo ver lo que significa que algunos niños queden abandonados y esta experiencia, que la asumió muy bien, evidentemente, en las sucesivas
vidas, no volverá a incurrir en esos mismos actos.
> Si una nación supiera que, al entrar en conflictos bélicos con otra, y enviar a mejor vida a determinada cantidad de soldados del bando contrario, deberá
reponerla, y que, el enemigo nacerá como ciudadano del propio país, se evitaría de ir a la guerra; además, los propios soldados caídos en batallas por efectos
del bando enemigo, nacerán en el país que se fue a invadir, y luego, como ciudadanos del país enemigo, en su mayoría viajarán a la patria anterior, por
cuanto hay una fuerza de atracción natural que lo va a determinar, tampoco entraría en conflictos con otros países.
> Eso pasó con la conquista del continente americano, donde los indios fueron exterminados. Muchos de los espíritus de esos indios han nacidos en poblaciones
norteamericanas. No hay escapatorias a la ley cósmica. Los conquistadores españoles, que, pese a la leyenda negra que les acompaña, realizaron una obra
grandiosa en Ibero-América. Pero, los indios y los negros que fueron vendidos como esclavos, han ido naciendo como descendientes de aquellos conquistadores españoles, así como muchos de aquellos conquistadores, hoy visten ropaje criollo
latinoamericano, que por su origen en la madre patria, han ido volviendo masivamente a ella, enriqueciendo, de todas maneras, al grupo étnico europeo, de
múltiples formas. ¿Quién controla el mango de la retorta del mundo?

> Otro ejemplo importante es el caso de un comerciante que, en una vida anterior, mediante prácticas comerciales indebidas, llevó al insuceso a sus competidores, ocasionándole un perjuicio económico. En la nueva existencia, aquellos competidores nacerán como hijos, por acción coactiva de la ley cósmicas, para mejor compensar las deudas kármicas, ganando cantidades importantes que pasarán a las manos de sus antiguos competidores, ahora en el rol de sus hijos.
> Hay sólo un camino: el del amor, el de la justicia y el del bien común.

> -Estoy de acuerdo contigo, sobre lo que has expuesto, Hidalgo, -dice Escudero;
y, añade: -me gustaría que explicaras como se efectúa el plan de vida, antes de
reencarnar, mientras el Espíritu se encuentra en la dimensión espiritual.
> María Silvia, agrega: -Sí, este tema de la reencarnación y la manera de como
se planifica el siguiente ciclo de vida, siempre me ha fascinado.
> Es muy sencillo, el proceso, -responde Hidalgo. Es equivalente a la formación
de una asociación civil o a la de una empresa. Se reúnen varias personas con
ideas afines para realizar un proyecto común, cuyo interés puede ser dado por diversas causas, por afinidad, por intereses recíprocos, por necesidad de cooperación, por razones humanitarias, por un ideal, por deudas kármicas, por razones de estudios, por anhelo de formar familia y cubrir un nuevo ciclo de vida incluyendo seres afines, o antagónicos, con la finalidad de apoyarse los unos a los otros, o de ir limando asperezas recíprocamente. El grupo inicial,
para el desarrollo del plan de vida, precisa de colaboradores, y es allí donde se realizan acuerdos de cooperación, bien sea que los seres comprometidos nazcan en el mismo seno familiar o en familias diferentes, en diversos países o en uno solo, ese plan de vida puede cubrir una o muchas encarnaciones sucesivas, hasta que se realice la totalidad del plan y aún así, el grupo podría querer seguir junto para emprender nuevos proyectos.

> Al igual que en una empresa en la dimensión física, el potencial y los recursos de diversas índoles, otorgan mayor o menor capacidad de acción y
alcances del o de los proyectos. Las circunstancias kármiaas que cada ser arrastra es una limitante o un potencial que permite conformar el grupo
homogéneamente.
> Concebido el proyecto, se planifica por escrito, se elabora el documento constitutivo y, en la dimensión física, se lleva al Registro Mercantil o Público
competente, para efectuar su inscripción y darle publicidad. Por ejemplo, la presencia de menores de edad, de personas inhábiles civilmente, y de tantas
otras circunstancias que podrían requerir la autorización de un Juez que apruebe
el proyecto para esas personas. Exactamente lo mismo ocurre la dimensión espiritual; un funcionario competente deberá autorizar el proyecto y a las
personas que lo precisen, y de acuerdo a la ley cósmica, hacer las correcciones pertinentes a cada caso, otorgando la definitiva autorización al proyecto, tanto en lo individual como colectivamente.
> Debido a que cada ser tiene libre albedrío, dispone de cierto grado de libertad, dentro de la ley cósmica, para tomar decisiones, con las limitantes
kármicas que pueden corresponder a deudas por pagar o por cobrar, a hipotecas equivalente a las inmobiliarias, que constituyen obligaciones que, antes de emprender determinadas acciones, es preciso liberar, a determinadas vidas pendientes de reponer, en el tiempo, que hacen prioritario su cumplimiento;
reclamo de obligaciones de diversas índoles que inhiben ciertas libertades de acciones pueden implicar el logro de autorizaciones respectivas y el pago
diferido de otras para las sucesivas reencarnaciones, en forma gradual, debido a
su cuantía. Además, la cuota de progreso y estudio que debe ser alcanzado de
acuerdo a los planes de desarrollo del planeta para esa etapa en particular y las siguientes.
> Una vez alcanzada la autorización de las autoridades espirituales respectivas,
cada quien ha asumido un compromiso consigo mismo, con el grupo y con los instructores espirituales, que debe cumplir en el espacio y tempo oportunos.
Podría uno de los miembros volverse atrás en su compromiso y tener que readaptar
el plan sobre la marcha y de acuerdo a las circunstancias. Automáticamente, el
plan de vida constituye una promesa de ayuda mutua y esa es la razón por la cual, muchas veces, la ayuda aparece de donde menos se espera y es porque, ya,
en la dimensión espiritual se ha previsto ese tipo de asistencia. Además, la ley de provisión universal, provee a cada ser de recursos acordes a la magnitud de la obra que les irá entregando, oportunamente, en la forma apropiada, como salario cósmico u otro concepto, recordemos que, en el fondo, cada ser lo que realiza es una obra común: la universal: aportando su respectiva cuota de trabajo y percibiendo el salario cósmico, de múltiples vertientes.

> Dentro de ese proyecto, cada ser es guía y protector de otros y a la vez dispone de un guía y protector, y otros cooperadores, de acuerdo a la parte de la obra en desarrollo. Luego, se encuentran guías espirituales según el tema de
interés que se tenga, en un momento dado, y la solidaridad universal, que, por medio de la intuición permite a cada ser acceder a las fuentes de informaciones necesarias, estén donde estén, y a las inspiraciones y asistencias energéticas,
y de protección, desde la dimensión espiritual, por cuanto, el grupo que va a realizar el proyecto se encuentra simultáneamente, una parte en la dimensión
espiritual y la otra en la física, realizando cada quien su cuota del proyecto, por turno.

> Es preciso tomar en cuenta que existen numerosos usuarios o usufructuarios de los servicios que el proyecto brinda, que van a utilizarlos, aportando los
recursos respectivos y apoyándolo, así como numerosos servidores, encarnados o desencarnados que, en su momento oportuno, desde la dimensión espiritual o en proyección, brindan valiosa asistencia.
> En ese plan de vida, cada ser tiene previsto quienes van a ser sus padres, su cónyuge, hijos, nietos, biznietos, etcétera y a su vez, cada uno de los
descendientes ya tiene previsto su propio plan de vida con todos esos elementos esenciales incluidos, además de los objetivos existenciales, pruebas que ha
elegido superar, temas de estudios que se ha planteado realizar, carreras profesionales, obras de servicios, funciones privadas o públicas al servicio de
su país o de la humanidad, etcétera.
> Es un tema apasionante, -dice María Silvia, la verdad es que me ha aclarado algunas dudas al respecto.
> Escudero, a su vez, dice: -la vida, desde este punto de vista, adquiere un significado más profundo y realista y se hace más interesante vivirla, sobre
todo a conciencia.

> Así es, Escudero, -ratifica Hidalgo.
> Hidalgo, -inquiere María Silvia, hace poco se refería usted a la instantaneidad de la acción de la ley de compensación, en base a cuyo saldo
existencial la persona es ubicada o reubicada por la ley de afinidad en el orden que le corresponde. Ahora, en la explicación anterior, observamos que el pago de las deudas kármicas, lo va proyectando por etapas y en forma gradual en diversas y sucesivas reencarnaciones; en este caso, entonces, -¿tenía razón Justiniano cuando pensaba que las gentes, -que creían en la reencarnación- , pensando que
pagarían lo que hacían en la siguiente vida, incurrían fácilmente en algunos hechos?

> Es muy bueno el planteamiento que efectúas, María Silvia, y te felicito por ello. Realmente las dos cosas son relativamente ciertas y complementarias. La
compensación de los actos se efectúa instantáneamente a la realización del
mismo, con lo cual se da el saldo existencial que reubica a la persona como en un nuevo eje alrededor del cual girará su nueva órbita existencial. Si la
persona, en su saldo anterior, tenía cifras positivas importantes, se efectúa la compensación y todavía le queda un saldo existencial positivo. Empero, si el
saldo era insuficiente, al efectuar la compensación, queda un remanente en rojo, que es preciso cubrir, lo cual, para hacerlo, dependiendo de su cuantía, podría requerir un tiempo más o menos largo y cubrir diversas o numerosas existencias.
Es allí que, en su respectivo pago, es preciso efectuar planes mediante los cuales, en el desarrollo del siguiente ciclo de vida o varios, la persona, en la
medida de sus posibilidades va saldando las diversas deudas; y, también, cobrándola, por cuanto, esa compensación instantánea, contempla, muchas veces,
saldos acreedores que les deberán ser pagados y las acreencias y los pagos diferidos contribuyen a mantener el respectivo equilibrio en el espacio y en el
tiempo.

> Tanto María Silvia como Escudero mostraron satisfacción con la explicación.
> Hidalgo, -inquiere Escudero, -¿de qué manera la persona justa es protegida por la ley cósmica? -¿Lo es, realmente? -¿Por qué observamos que a las personas buenas les ocurren cosas que parecieran no merecer? -¿Qué nos podría decir al
respecto?
> Escudero, como siempre, tú realizas preguntas profundas e interesantes. Vamos
a analizar las diversas vertientes que encierran tu pregunta.
> En primer lugar, -¿protege la ley cósmica al hombre justo? En teoría, y en la
práctica, -Escudero y María Silvia-, sí, podemos afirmar que la ley cósmica protege a la persona justa de diversas manera.
> -Preguntémonos: -¿qué es una persona justa?
> María Silvia, interviene, diciendo: -Una persona justa es alguien que nunca hace daño a nadie y da a cada quien lo suyo.
> Escudero, agrega: -una persona justa es virtuosa; además es respetuosa, cordial, servicial, humilde, prudente, juiciosa, fuerte, templada y paciente.

Conserva siempre la serenidad, la calma, la impasibilidad y espera siempre lo mejor de la vida. Es agradecida con el Creador Universal y siempre positiva; y, por la ley de atracción, atrae lo mismo que piensa, hace o dice.
> Excelentes apreciaciones, María Silvia y Escudero. Así es. Recordemos que cada persona está dotada de libre albedrío, es decir, que toma decisiones libremente o forzado por las circunstancias, pero, en últimas instancias, lo hace por libre
elección, aún en aquellos casos que no toma decisión alguna, lo cual, en sí, representa una elección. Si es justa en todos sus actos, automáticamente deja de
crear resistencias o animadversión de otras personas, y reduce al mínimo esas reacciones eventuales que pudiesen afectarle. Si a esto, le sumamos la prudencia de disminuir a la mínima expresión el riesgo en cada acción que emprenda, por sí misma, se estaría resguardando de eventualidades negativas, tal como es su propio deber.

> Por otra parte, la persona dispone de intuición e inspiración, y otras señales perceptivas que les advierten de peligros inminentes, con el fin de tomas
previsiones oportunas y lo hace, controlando la situación por sí misma, si eventualmente llegare a presentarse.
> Ahora bien, recordemos que, existe un aforismo popular que expresa: -"Dios protege a los niños y a los inocentes"-. La sabiduría popular ha sabido ver a
través de milenios como el ser justo conserva un halo protector. En circunstancias colectivas, con pocas probabilidades a favor, algunas personas salen ilesas mientras que a otras le ocurre lo contrario. -¿Por qué este efecto protector para algunas personas? Otras veces, momentos antes de ocurrir alguna
eventualidad colectiva, una o varias personas, a última hora, deciden no ir a ese lugar o circunstancias de fuerza mayor, les impiden hacerlo con lo cual se
libra de la circunstancia.

> La persona justa es menos susceptible de ser afectada por circunstancias ajenas a su propio karma y cuando por alguna razón se viese afectada en
determinado grado, por la causa que fuere, la afronta y resuelve de la mejor
manera posible sin detenerse mucho en ello, dedicándose a lo suyo.

> Hidalgo, -inquiere María Silvia, -¿cómo deben ser afrontadas las
circunstancias de la vida cuando se presentan las pruebas más severas?

> Es buena tu pregunta, María Silvia, -dice Hidalgo. En primer lugar, cuando se
afrontan pruebas severas, tanto por sí mismos como por los seres más allegados,
jamás debe verse en ello un castigo de parte de nadie; al contrario, en primer
lugar, lo primero que es preciso hacer, es agradecer al Creador de que la cosa
resultó mejor de lo que pudo haber sido. Es posible que ese mal menor haya
evitado otro de mayores alcances. La gratitud es una fuerza poderosa que activa
la energía creadora del ser y canaliza la del Universo. La gratitud conecta la conciencia con la Fuente, con el Creador y facilita la solidaridad universal y
la acción de la ley cósmica. Nuestra actitud debe ser, en ese momento: -"Lo que el Creador quiera; nada se le asemeja". Repetir esas expresiones tantas veces como sea necesario hasta comenzar a sentir un estado de quietud o sosiego interior, lo cual es indicativo de que la conexión divina se ha efectuado. A partir de ahí, todo comenzará a fluir con armonía, buscando la mejor solución posible para todas las partes involucradas.

> Esta actitud denota, en primer lugar, que se está afrontando la situación con ánimo de resolverla, asumiendo la propia responsabilidad inherente. En el
momento en que se afronta una situación, con decisión de resolverla, sin importar su cuantía, ni las apariencias en contra, las fuerzas creadoras del
universos vendrán a coadyuvar positivamente.
> Recordemos que, de ser un resultado de efectos kármicos previamente activados,
al ser aplicada la acción coactiva por la ley cósmica, es ella misma que coadyuvará a la solución si la persona involucrada asume la responsabilidad que
le corresponde y afronta con actitud positiva y resoluta, la situación. Lo mismo
ocurre en el caso de que haya sido una prueba antepuesta por la misma persona en
su plan de vida. Empero, sea cual fuere la causa, la actitud correcta es la de aprender la lección que dicha circunstancia ofrece como oportunidad, por cuanto su finalidad siempre será un resultado positivo a pesar de las apariencias en
contra.

> Hidalgo, -inquiere Escudero: -¿Tiene este tipo de pruebas menos fáciles algo
que ver con lo que se conoce como "la noche oscura del alma?"-.

> Tu pregunta es incisiva, Escudero y denota que has incursionado a fondo en Doctrinas Espirituales muy profundas y poco conocidas a nivel general. Te felicito por ello. Como tú bien sabes, -Escudero, la noche oscura del alma constituye el período menos fácil que la persona enfrenta en un determinado
ciclo de vida. Es la etapa en que afronta la prueba más severa que ha traído para esa vida. Nadie sabe cuando se presenta ese período, ni cuanto durará;
pero, siempre se presenta y es preciso afrontarlo con serenidad, entereza, calma imperturbable, impasibilidad absoluta, paciencia, amor, ánimo tranquilo, templanza, perdón, gratitud, sosiego y humildad. Sea lo que fuere que se esté
afrontando, jamás se debe perder la fe en la bondad de la vida y en su solución satisfactoria, sin importar el esfuerzo que pueda requerir su solución ni el
tiempo necesario. Asumir el hecho y afrontarlo con voluntad firme y determinada a triunfar. Es aquí donde la espiritualidad directa centrada en el Creador
Universal demuestra su mayor efectividad. La conexión divina permanente centrada en el Creador es indispensable, mediante el dzickr, es decir, el constante recuerdo del nombre del Creador, una, diez, cien, mil o más veces diarias, hasta
sentir que las fuerzas emergen serenando el espíritu. Es preciso descentrar la atención del hecho afrontado y del propio ego, para centrarla en el Creador y
mantener imperturbable la conexión divina con absoluta confianza. Afirma: -Que sea su voluntad; nada se le asemeja. Con esto entra en el orden armónico de la vida y la firmeza en la mejor solución factible, sin interferencias, harán el
resto, oportunamente. Es el poder de la expectación positiva. Fuerzas positivas, protectoras, asistenciales, emergerán en grado suficiente, llevando las circunstancias afrontadas a su mejor solución, oportunamente.

> Es aquí cuando se demuestra la efectividad del previo desarrollo espiritual y la comprensión de las leyes universales, por una parte, y por la otra, la
habilidad de resolver situaciones con un enfoque científico-espiritual, mediante la aplicación del método científico de resolución de situaciones y la
practica del dzickr, -el constante recuerdo del nombre del Creador, y la meditación en Él y sus atributos divinos, con un dominio absoluto de la
relajación físico-mental y espiritual, por cuanto la quietud mental activa los poderes creadores de la mente y la actitud de jamás abandonar en la expectativa positiva de que todo saldrá bien. Aquí se puede aplicar esta poderosísima técnica: Aquietarse y afirmar: -Gracias, Creador Universal, por cuanto esta situación, en tus planes cósmicos, ya está resuelta-. Es una práctica de efectividad comprobada si no se abandona hasta alcanzar el resultado anhelado.

La clave reside en: jamás abandonar. Al mismo tiempo, es importante visualizar los resultados anhelados realizados satisfactoriamente en su etapa final.
> Hidalgo, -inquiere Escudero: -¿cuál es la mejor manera de depurar el propio karma?

> En primer lugar, Escudero, es preciso conocer la vida, sus leyes, la finalidad y el sentido existenciales, por qué estamos aquí, de dónde venimos, hacia dónde
vamos, descubrir misión que se trae de acuerdo a la propia vocación, a las aptitudes o dones naturales, las eventuales carencias, algunas técnicas de
meditación efectivas, familiarizarse con las diversas corrientes de pensamiento que aportan informaciones útiles sobre el desarrollo personal y espiritual del
ser humano, por cuanto, dentro de cada quien reside el poder creador suficiente para afrontar y resolver cualquier eventual situación. Esto, además de hacer más fácil la vida, permite resolver con efectividad las situaciones que la vida va presentando. Recordemos que, el objetivo esencial de toda persona es el
conocimiento de todas las ciencias, de todas las artes, de todas las filosofías y la práctica de todas las virtudes.
> En segundo lugar, Escudero, -es indispensable plantearse objetivos a corto, mediano, largo y macro plazo hacia los cuales orientar la propia existencia, de manera que se pueda tomar las riendas de la vida en las propias manos. Somos los
artífices de nuestro propio destino. Si tenemos objetivos por los cuales trabajar, las energías personales fluirán hacia su realización, experimentando, al mismo tiempo, un s ntimiento de autorrealización.

> Dentro de la práctica de todas las virtudes, -Escudero y María Silvia, -a las cuales hacíamos referencias poco antes, para ello es preciso meditar constantemente en los valores universales. de manera que nos sirvan de guía y de parámetros en cada una de las propias acciones. Es indispensable, también, practicar el Noble Sendero Óctuple, pregonado por Sidharta Gautama, Shakyamuni, es decir: 1) Rectas opiniones, que implican un profundo conocimiento de la vida y del proceso de toma de decisiones. 2) Rectos propósitos, expuestos en forma de objetivos esenciales y realizarlos por su estricto orden prioritario. 3) Rectas palabras: lo que decimos, recibimos. 4) Rectas acciones: son las liberadoras del
antiguo karma y las creadoras del nuevo. 5) Rectos medios de sustentamiento de vida. 6) Recto esfuerzo: el trabajo suficiente para alcanzar cada logro, manteniendo el perfecto equilibrio integral. 7) Recta atención: donde centramos la atención se expande la conciencia, el conocimiento y la capacidad de percepción. 8) Recta concentración: este es el secreto supremo, activando el poder creador. Donde concentra tu mente, -tus recursos generales- se expande tu poder realizador. Recuerda que los rayos del sol concentrados por medio de una lente de aumento o lupa: adquieren la capacidad de crear combustión. Este tema, a lo hemos tratado con anterioridad, Escudero.


> Es necesario, además, la práctica de la meditación en el Creador Universal y su atributos divinos –valores universales- , como medio de conexión divina, para que fluya la luz, la sabiduría. la energía creadora y la conciencia cósmica.

> Luego, así preparado, recorrer el camino de la vida haciendo la mayor suma posible de bien. Recordemos: cada persona es: el caminante, el camino y la
fuente.
>