viernes, 30 de agosto de 2024

AL AEDA INSPIRADO DE LOS PINTORES

 

                                                                                                     Obra de Juan Antonio Torrijo Latorre

AL AEDA INSPIRADO DE LOS PINTORES


©Giuseppe Isgró C.

 

Al hermano y amigo: Juan Antonio Torrijo Latorre

 

Al fondo, la luz intensa, dorada, cual miel divina, energía en eterno movimiento, símbolo y emblema de la Divinidad. Amanecer y ocaso, los opuestos que se unen. Principio y fin, ciclos de constante renovación ad infinitum, en un ir y venir, en eterno retorno a la fuente, sin alcanzarla jamás afortunadamente. Paradójicamente, siempre se ha estado en ella. Se ha sido: el caminante, el camino y la fuente.

Por un camino rodeado de verdes horizontes de abundantes vidas en ellos inmersas, acompañantes silenciosos, unos, cantores de variadas melodías que hacen sentir la compañía de seres amigos, otros. Agarrados de las manos seres que representan dos fases existenciales. El hombre maduro en el ocaso de la vida y el joven redimensionado, en el alba de la vida, indican claramente, como en cada nueva generación el Espíritu se agiganta, pero el lazo afectivo le une.

Por mucho que se haya avanzado, los que siguen los pasos sobrepasarán, con creces, todo logro alcanzado.

El mañana, siempre será más que hoy.

Jamás imaginó el hombre maduro la estatura que alcanzaría aquel niño que un día cargara, hijo o nieto, o biznieto, que preanuncia el mañana, cuando se vuelva a emprender un nuevo ciclo.

Épocas de grandeza, de esplendor, de inmensidad latente, que va extrayendo de sí mismo lo que ya posee, en conocimiento y poder, y siempre encuentra más, a medida que las necesidades crezcan, y los anhelos del infinito, que ya se poseen, latentes, cual bellota el árbol gigante de la encina, del fuerte roble y tantos otros de análoga naturaleza, e intuye, también, su dorado futuro.

Siempre hay más porque el absoluto se encuentra en la ínfima parte, cual lo percibiera Anaxágoras. En lo infinitamente grande al igual que en lo infinitamente pequeño, existe la misma potencia y sabiduría, sin diferenciación, aunque se ignore. Con solo tener una necesidad, o anhelo, ilimitados, al instante, se expresaría todo ese potencial y cualquier ser de los cuatro reinos, podría hacerlo cual Divinidad viviente. Empero, aún la misma Divinidad, el Ser Universal, el Sin Nombre conocido, por ser anterior a todo lo que existe, necesita de la eternidad, el eterno presente, para expresarse –a través de cada ser, en los cuatro reinos, en una obra que jamás termina, porque siempre hay un más allá, un nuevo comenzar en una estación superior, -eterna polarización- en cualquier estado de conciencia, por elevado, o variante, que fuere.

En lo alto de la colina, indicativo de un camino elevado que se recorre. Al pié de la misma, la orilla del mar, el vaivén de las olas, el eterno ritmo, el ir y venir que permite la vida y la depuración-renovación constante.

Al mirar en la lejanía, se busca el fin del mar, pero el camino es circunferencial, sin principio ni fin, al igual que la Divinidad, representada en el Círculo. A cada vuelta, a partir del punto dentro del círculo, la espiral evolutiva del progreso, se expande en un doble recorrido exterior e interno, a la vez, hacia afuera, y hacia adentro. Al igual que el árbol: hacía fuera, buscando la luz. Hacia dentro, buscando las raíces nuevos nutrientes. Al crecer interiormente, en forma paralela se realiza en lo externo.

Como es adentro es afuera, como es afuera es adentro, como es lo grande es lo pequeño, como es arriba es abajo para realizar el prodigio de la creación. Esto ya lo había previsto aquel mensajero inspirado, Hermes. Como es Dios es el hombre, el animal, el vegetal y el mineral, en las tres dimensiones: divina, espiritual y física. La misma: vida, inteligencia, conciencia, luz, potencia, aptitud, actitud, carácter, voluntad, anhelo y ser, sin división ni separación, con la misma sed del infinito que ya se posee y que jamás se saciará, afortunadamente, porque la sed de mañana, será mayor y el manantial es inagotable.

Ya lo dijo Mahoma: -“Quien se conoce, conoce a Dios”. ¿Quién se conoce?

Por eso los nuevos cantos de esperanza de los poetas, de los pintores, de los líderes o aurigas, de los maestros y cada uno de los seres, en sus propia esfera, para iluminar el camino con esa luz divina, cual faro que oriente al nuevo destino de turno, en cada nueva edad de oro, o renacimiento espiritual integral.

El contraste entre la luz y la oscuridad, ambas en el fondo, conforman un todo. ¿Cómo apreciar la una sin la existencia de la otra? ¿Cómo saber lo que es dulce sin la existencia de lo amargo, el calor sin el frío, el bien sin el mal, la bondad sin la maldad, el placer sin el dolor, la belleza sin la fealdad, y un largo etcétera? Sabia previsión de la Divinidad que en sus eternos planes previó todo lo que se precisa, como guía certera bajo cuya égida caminar seguros. Por eso decía Lao Tse: -“Cuando se percibe la luz, se da cuenta lo que es la oscuridad. Cuando se percibe la belleza, se descubre lo que es la fealdad”, etcétera.

El hombre maduro y el joven gigante, preanuncian un progreso incomparable en las nuevas y renovadas edades de oro que, cada cierto tiempo, revelan nuevas etapas de progreso.

Solo los poetas y los pintores, artistas inspirados y seres enfocados en su propósito de vida, proyectados a otras dimensiones, en los inmensos mundos del universo, perciben humanidades adelantadas una eternidad a nuestro planeta, hasta donde puedan absorber los adelantos inherentes a su propio nivel y plan de adelante del propio planeta de turno, hasta ahora inimaginable, empero, señalando los caminos que esperan como destino, a cada ser, en los cuatro reinos, paralelamente, como única ley divina de progreso integral.

Los poetas con sus cantos, los pintores con los símbolos plasmados en sus lienzos, el científico en su laboratorio, el trabajador en su faena diaria, el maestro y el líder o auriga, con sus arengas, el legislador con sus justas legislaciones, y cada uno en su propio rol, inspirado por el mensaje de la Divinidad, -Sublime Pedagogo- en la propia conciencia, cada uno como heraldo del infinito, anuncia el alba, y las incontables albas, del porvenir, un porvenir de Gigantes, como lo plasmó Juan Antonio, en cada nueva generación, ad infinitum.

Todos son portadores de un nuevo aliento renovador, de confianza en tiempos mejores que los conocidos, por muy buenos que estos hayan sido, nada se le comparará, al igual que el joven gigante y aquel hombre maduro de la hermosa obra pictórica-simbólica de Juan Antonio.

Cuantos tesoros ocultos, inmensas vidas existentes en ese mar inconmensurable, que escapan a la propia vista. Para todos estos seres de los cuatro reinos naturales, el canto de esperanza es idéntico, por cuanto las etapas de progresos son idénticas para todos; lo que cambia es la forma, no el fondo ni la esencia, ni el ser, que es una expresión indivisa de la Divinidad a la conciencia individual, como instrumento de su voluntad.

Esta obra que hoy, agradecidos y emocionados se contempla por la inspiración, y el cultivo del arte, -como decía Sócrates, en el Ión de Platón-, del hermano Juan Antonio, es un canto de esperanza y el reflejo de infinitas verdades que se deducen, ya existentes, que están ahí, basta enfocarlas, para verlas gradualmente, de acuerdo al propio grado de atención. Mientras más se contempla, más profundo el éxtasis que eleva el Espíritu a las esferas del infinito, para ver hasta donde las alas del progreso, y experiencia, lo permitan.

 Es una obra que cual heraldo, se repite nuevamente, trae un canto de esperanza, anunciando buenas noticias, sobre nuevos tiempos, cual lo han soñado, siempre, las mentes más preclaras de la historia.

Cuán lejos se ha proyectado el pintor a esas elevadas esferas de radiante luz, frecuencias divinas de sabiduría y armonías cuyas vibraciones dirigieron el pincel, y la experta mano, plasmando la visión de nuevas edades de oro –ahora utópicas y parecieran lejanas, aún- que esperan que las nuevas generaciones conquisten como retos capaces de extraer las esencias divinas que traen consigo para encontrarle el sentido a la vida, en cada fase, ad infinitum.

Tanto el joven como el hombre maduro, ambos marchan confiados hacia su destino futuro, en el eterno ahora. El segundo sabe, que luego, cuando el primero ocupe su lugar en la madurez, en escalas acrecentadas de progreso, le estará esperando, cuando reencarnado vuelva. Esas manos enlazadas de dos generaciones, lo han sido incontables veces, como abuelos y nietos, o bisabuelos y biznietos, o como amigos, compañeros de caminos, por eso el amor es tan intenso entre seres de estos saltos generacionales y entre seres amigos que hacen de la amistad un lazo de familia verdadera, en un interminable ciclo de progreso y compañerismo. Por eso en el camino de la vida se encuentran tantos seres que, desde el primer instante, se percibe como si se le conociera desde siempre, y por supuestos, con lazos de amistad, para siempre en una interconexión que trasciende lo físico, la distancia y los saltos generacionales.

Al final, los padres se transforman en discípulos de sus propios hijos, porque, los alumnos, salvo excepciones, montados sobre hombros de gigantes, superan a sus padres y maestros. Es el instante donde ya, no es el vínculo filial el que se impone, sino el de la amistad, eterno lazo de afecto entre los seres y riqueza incomparable, entre todas las existentes.

Un saludo con gratitud al experimentado e inspirado pintor, el hermano y amigo Juan Antonio, que hizo posible una obra que cual mándala divino es capaz de inducir al éxtasis meditativo y nos invita a recorrer nuevos caminos luminosos de belleza inigualable.

Adelante.


EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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viernes, 30 de agosto de 2024

AL AEDA INSPIRADO DE LOS PINTORES

 

                                                                                                     Obra de Juan Antonio Torrijo Latorre

AL AEDA INSPIRADO DE LOS PINTORES


©Giuseppe Isgró C.

 

Al hermano y amigo: Juan Antonio Torrijo Latorre

 

Al fondo, la luz intensa, dorada, cual miel divina, energía en eterno movimiento, símbolo y emblema de la Divinidad. Amanecer y ocaso, los opuestos que se unen. Principio y fin, ciclos de constante renovación ad infinitum, en un ir y venir, en eterno retorno a la fuente, sin alcanzarla jamás afortunadamente. Paradójicamente, siempre se ha estado en ella. Se ha sido: el caminante, el camino y la fuente.

Por un camino rodeado de verdes horizontes de abundantes vidas en ellos inmersas, acompañantes silenciosos, unos, cantores de variadas melodías que hacen sentir la compañía de seres amigos, otros. Agarrados de las manos seres que representan dos fases existenciales. El hombre maduro en el ocaso de la vida y el joven redimensionado, en el alba de la vida, indican claramente, como en cada nueva generación el Espíritu se agiganta, pero el lazo afectivo le une.

Por mucho que se haya avanzado, los que siguen los pasos sobrepasarán, con creces, todo logro alcanzado.

El mañana, siempre será más que hoy.

Jamás imaginó el hombre maduro la estatura que alcanzaría aquel niño que un día cargara, hijo o nieto, o biznieto, que preanuncia el mañana, cuando se vuelva a emprender un nuevo ciclo.

Épocas de grandeza, de esplendor, de inmensidad latente, que va extrayendo de sí mismo lo que ya posee, en conocimiento y poder, y siempre encuentra más, a medida que las necesidades crezcan, y los anhelos del infinito, que ya se poseen, latentes, cual bellota el árbol gigante de la encina, del fuerte roble y tantos otros de análoga naturaleza, e intuye, también, su dorado futuro.

Siempre hay más porque el absoluto se encuentra en la ínfima parte, cual lo percibiera Anaxágoras. En lo infinitamente grande al igual que en lo infinitamente pequeño, existe la misma potencia y sabiduría, sin diferenciación, aunque se ignore. Con solo tener una necesidad, o anhelo, ilimitados, al instante, se expresaría todo ese potencial y cualquier ser de los cuatro reinos, podría hacerlo cual Divinidad viviente. Empero, aún la misma Divinidad, el Ser Universal, el Sin Nombre conocido, por ser anterior a todo lo que existe, necesita de la eternidad, el eterno presente, para expresarse –a través de cada ser, en los cuatro reinos, en una obra que jamás termina, porque siempre hay un más allá, un nuevo comenzar en una estación superior, -eterna polarización- en cualquier estado de conciencia, por elevado, o variante, que fuere.

En lo alto de la colina, indicativo de un camino elevado que se recorre. Al pié de la misma, la orilla del mar, el vaivén de las olas, el eterno ritmo, el ir y venir que permite la vida y la depuración-renovación constante.

Al mirar en la lejanía, se busca el fin del mar, pero el camino es circunferencial, sin principio ni fin, al igual que la Divinidad, representada en el Círculo. A cada vuelta, a partir del punto dentro del círculo, la espiral evolutiva del progreso, se expande en un doble recorrido exterior e interno, a la vez, hacia afuera, y hacia adentro. Al igual que el árbol: hacía fuera, buscando la luz. Hacia dentro, buscando las raíces nuevos nutrientes. Al crecer interiormente, en forma paralela se realiza en lo externo.

Como es adentro es afuera, como es afuera es adentro, como es lo grande es lo pequeño, como es arriba es abajo para realizar el prodigio de la creación. Esto ya lo había previsto aquel mensajero inspirado, Hermes. Como es Dios es el hombre, el animal, el vegetal y el mineral, en las tres dimensiones: divina, espiritual y física. La misma: vida, inteligencia, conciencia, luz, potencia, aptitud, actitud, carácter, voluntad, anhelo y ser, sin división ni separación, con la misma sed del infinito que ya se posee y que jamás se saciará, afortunadamente, porque la sed de mañana, será mayor y el manantial es inagotable.

Ya lo dijo Mahoma: -“Quien se conoce, conoce a Dios”. ¿Quién se conoce?

Por eso los nuevos cantos de esperanza de los poetas, de los pintores, de los líderes o aurigas, de los maestros y cada uno de los seres, en sus propia esfera, para iluminar el camino con esa luz divina, cual faro que oriente al nuevo destino de turno, en cada nueva edad de oro, o renacimiento espiritual integral.

El contraste entre la luz y la oscuridad, ambas en el fondo, conforman un todo. ¿Cómo apreciar la una sin la existencia de la otra? ¿Cómo saber lo que es dulce sin la existencia de lo amargo, el calor sin el frío, el bien sin el mal, la bondad sin la maldad, el placer sin el dolor, la belleza sin la fealdad, y un largo etcétera? Sabia previsión de la Divinidad que en sus eternos planes previó todo lo que se precisa, como guía certera bajo cuya égida caminar seguros. Por eso decía Lao Tse: -“Cuando se percibe la luz, se da cuenta lo que es la oscuridad. Cuando se percibe la belleza, se descubre lo que es la fealdad”, etcétera.

El hombre maduro y el joven gigante, preanuncian un progreso incomparable en las nuevas y renovadas edades de oro que, cada cierto tiempo, revelan nuevas etapas de progreso.

Solo los poetas y los pintores, artistas inspirados y seres enfocados en su propósito de vida, proyectados a otras dimensiones, en los inmensos mundos del universo, perciben humanidades adelantadas una eternidad a nuestro planeta, hasta donde puedan absorber los adelantos inherentes a su propio nivel y plan de adelante del propio planeta de turno, hasta ahora inimaginable, empero, señalando los caminos que esperan como destino, a cada ser, en los cuatro reinos, paralelamente, como única ley divina de progreso integral.

Los poetas con sus cantos, los pintores con los símbolos plasmados en sus lienzos, el científico en su laboratorio, el trabajador en su faena diaria, el maestro y el líder o auriga, con sus arengas, el legislador con sus justas legislaciones, y cada uno en su propio rol, inspirado por el mensaje de la Divinidad, -Sublime Pedagogo- en la propia conciencia, cada uno como heraldo del infinito, anuncia el alba, y las incontables albas, del porvenir, un porvenir de Gigantes, como lo plasmó Juan Antonio, en cada nueva generación, ad infinitum.

Todos son portadores de un nuevo aliento renovador, de confianza en tiempos mejores que los conocidos, por muy buenos que estos hayan sido, nada se le comparará, al igual que el joven gigante y aquel hombre maduro de la hermosa obra pictórica-simbólica de Juan Antonio.

Cuantos tesoros ocultos, inmensas vidas existentes en ese mar inconmensurable, que escapan a la propia vista. Para todos estos seres de los cuatro reinos naturales, el canto de esperanza es idéntico, por cuanto las etapas de progresos son idénticas para todos; lo que cambia es la forma, no el fondo ni la esencia, ni el ser, que es una expresión indivisa de la Divinidad a la conciencia individual, como instrumento de su voluntad.

Esta obra que hoy, agradecidos y emocionados se contempla por la inspiración, y el cultivo del arte, -como decía Sócrates, en el Ión de Platón-, del hermano Juan Antonio, es un canto de esperanza y el reflejo de infinitas verdades que se deducen, ya existentes, que están ahí, basta enfocarlas, para verlas gradualmente, de acuerdo al propio grado de atención. Mientras más se contempla, más profundo el éxtasis que eleva el Espíritu a las esferas del infinito, para ver hasta donde las alas del progreso, y experiencia, lo permitan.

 Es una obra que cual heraldo, se repite nuevamente, trae un canto de esperanza, anunciando buenas noticias, sobre nuevos tiempos, cual lo han soñado, siempre, las mentes más preclaras de la historia.

Cuán lejos se ha proyectado el pintor a esas elevadas esferas de radiante luz, frecuencias divinas de sabiduría y armonías cuyas vibraciones dirigieron el pincel, y la experta mano, plasmando la visión de nuevas edades de oro –ahora utópicas y parecieran lejanas, aún- que esperan que las nuevas generaciones conquisten como retos capaces de extraer las esencias divinas que traen consigo para encontrarle el sentido a la vida, en cada fase, ad infinitum.

Tanto el joven como el hombre maduro, ambos marchan confiados hacia su destino futuro, en el eterno ahora. El segundo sabe, que luego, cuando el primero ocupe su lugar en la madurez, en escalas acrecentadas de progreso, le estará esperando, cuando reencarnado vuelva. Esas manos enlazadas de dos generaciones, lo han sido incontables veces, como abuelos y nietos, o bisabuelos y biznietos, o como amigos, compañeros de caminos, por eso el amor es tan intenso entre seres de estos saltos generacionales y entre seres amigos que hacen de la amistad un lazo de familia verdadera, en un interminable ciclo de progreso y compañerismo. Por eso en el camino de la vida se encuentran tantos seres que, desde el primer instante, se percibe como si se le conociera desde siempre, y por supuestos, con lazos de amistad, para siempre en una interconexión que trasciende lo físico, la distancia y los saltos generacionales.

Al final, los padres se transforman en discípulos de sus propios hijos, porque, los alumnos, salvo excepciones, montados sobre hombros de gigantes, superan a sus padres y maestros. Es el instante donde ya, no es el vínculo filial el que se impone, sino el de la amistad, eterno lazo de afecto entre los seres y riqueza incomparable, entre todas las existentes.

Un saludo con gratitud al experimentado e inspirado pintor, el hermano y amigo Juan Antonio, que hizo posible una obra que cual mándala divino es capaz de inducir al éxtasis meditativo y nos invita a recorrer nuevos caminos luminosos de belleza inigualable.

Adelante.