miércoles, 9 de octubre de 2013

ENTRE LA TEMPLANZA Y LA PRUDENCIA





ENTRE LA TEMPLANZA Y LA PRUDENCIA

©Giuseppe Isgró C.


La ociosidad, según la concepción de Tales de Mileto, es la ausencia de objetivos existenciales, que neutraliza la propia fuerza creadora. En vez de canalizar la energía creativa para el logro de los objetivos claramente definidos y enunciados por escrito, lo hace interiormente como insatisfacción.
Diferente es el ocio creador de los antiguos;  en los ratos libres se ocupaban en cultivar un arte, o hobby, el estudio de una ciencia, filosofía, o valores universales, con lo cual se engrandece la visión del espíritu y se desarrolla una mayor comprensión de las leyes de la vida.
Con una mejor visión de las cosas, se enriquece la propia existencia. El ocio creador proporciona crecimiento personal; la ociosidad, exenta de objetivos serios es una pérdida de tiempo que insatisface a quien incurre en esa situación.
La ociosidad es la madre de toda infelicidad. El ocio creador es la vía correcta para engrandecer el propio ser por el  estudio de los valores universales y la práctica de todas las virtudes. Es un tiempo de reflexión, de interiorización, de meditación y de conexión con la Divinidad.
Siendo la templanza una de las cinco virtudes, junto con la prudencia, la justicia, la fortaleza y la belleza, que constituyen el medio para vivir una vida virtuosa y digna, equilibrada y justa, prospera y abundante, es natural que se someta la intemperancia al autocontrol.
La templanza es fuente del equilibrio y permite el goce moderado de la vida; satisface al espíritu y da salud al alma y al cuerpo.
El autodominio es la clave suprema del ser prudente, y forma parte de la templanza, que pone justo límite a la intemperancia, y el freno oportuno a las pasiones y a los excesos indebidos. El perfecto equilibrio en todo es la clave del ser virtuoso.
La carga más pesada de la ignorancia es la que se ignora que se tiene. Es la de aquel ser que se cree sabio sin serlo. En cambio, la conciencia de la propia ignorancia y el anhelo de adquirir el conocimiento suficiente que la erradique, es una fuerza que emerge desde el interior y transforma en incansable a su poseedor hasta alcanzar cualquier conocimiento del que tenga conciencia de carecer.
No es malo ser ignorante; lo que sí lo es la ignorancia de serlo, o el creerse más sabio de lo que se es. Séneca lo dijo mucho tiempo después de Tales: -“Muchos habrían alcanzados la sabiduría de no haberse creído sabios”. Joaquín Trincado, dijo: -“El sabio nunca sabe, pero sabe estudiar y sabe”-.
La mejor manera de aprender es enseñando. Quien enseña aprende de todos sus alumnos, observa los planteamientos que se les hacen, debe estudiar e investigar, con intención de aprender, para transmitir.
La práctica es la que hace al maestro, por la que el bagaje de conocimientos se incremente en la medida en que se estudia para enseñar. Con la enseñanza se afianza la conciencia perceptiva, y surgen nuevas variantes y aplicaciones que incrementan la visión de las ciencias, de las artes y de todas las cosas, en general.
En la medida que se comprarte el propio conocimiento con otros, éste se vivifica; ya que el conocimiento que se usa, se intensifica y es de provecho para todos. Donde se centra la atención, se expande la conciencia. Al enfocar la mente sobre la temática que debe enseñarse, se activa la conciencia del conocimiento para aprender.
La riqueza, pública o privada, en todos sus niveles, debe servir para que el ocio sea creador, cultivando un arte, o hobby, sirviendo a la comunidad, altruistamente, estudiando una ciencia, investigando sobre los valores universales, y escribiendo ensayos que enriquezcan a la humanidad, como lo hicieron Cicerón, Séneca, Plutarco, Cervantes, Montaigne, Emerson y José Ingenieros, entre otros.

lunes, 7 de octubre de 2013

PNEUMATOGRAFÍA O ESCRITURA DIRECTA – PNEUMATOFONÍA


EL LIBRO DE LAS FACULTADES
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.

El primer libro de la historia en estudiar a fondo
las facultades espirituales por la mayor autoridad en la materia.

Capítulo XVI

PNEUMATOGRAFÍA O ESCRITURA DIRECTA –
PNEUMATOFONÍA

ESCRITURA DIRECTA

1. La pneumatografía es la escritura producida directamente por el Espíritu, sin ningún intermediario: ella se diferencia de la psicografía en cuanto ésta es la transmisión del pensamiento del Espíritu por medio de la escritura, sirviéndose de la mano de un sensitivo.
El fenómeno de la escritura directa es sin duda uno de los más extraordinarios de los estudiados por el Espiritismo; pero, por cuanto anormal pueda parecer, es al día de hoy un hecho real e incontrastable. Si la teoría es necesaria para rendirse cuenta de la posibilidad de los fenómenos espíritas en general, ella lo es, quizá, todavía más en este caso, que es, sin duda, uno de los más extraños que se han presentado hasta ahora, pero que cesa de parecer sobrenatural desde el momento en se explica el principio que le rige.
A la revelación de este fenómeno, el sentimiento dominante fue el de la duda; la idea de un fraude fue la primera; en efecto, todos conocen la acción de las tintas denominadas simpáticas, cuyas trazas, a primera vista invisibles, aparecen únicamente después de algún tiempo. Podía, por lo tanto, ser que se hubiese abusado de la credulidad, y nosotros no afirmaremos que esto no haya jamás acaecido; más bien estamos convencidos que alguno, sea con un fin mercenario, o únicamente por amor propio y para convencer de su potencia, ha empleado ciertos subterfugios. (Ver el capítulo de los fraudes).
Pero sería absurdo afirmar que una cosa no existe solamente porque ella no puede ser imitada. No se ha encontrado, quizá, en estos últimos tiempos, el medio de imitar la lucidez del sonambúlica hasta el punto de parecer verdadera? Y el hecho de que este truco de prestidigitador sea practicado en todas las ferias, permite afirmar que no existen verdaderos sonámbulos? Por del hecho que exista vino adulterado, sería quizá razonable deducir que no lo haya puro? Lo mismo puede decirse de la escritura directa; por otra parte, las precauciones para asegurarse de la realidad del fenómeno eran muy simples y fáciles, y, gracias a ellas, no puede, al día de hoy, quedar duda alguna.
2. Por cuanto la posibilidad de escribir sin intermediarios es un atributo de los Espíritus, y desde el momento en que los Espíritus han siempre existido, y han producido los diversos fenómenos que conocemos, y así, de esta manera, han debido siempre producir la escritura directa, tanto en la antigüedad como en nuestro días, pueden explicarse de las tres palabras aparecidas en la fiesta de Baltasar.
En la Edad Media, tan fecunda en prodigios ocultos, que fueron sofocados, por otra parte, con la hoguera, debió seguramente conocer la escritura directa, y quizá podría encontrarse  en la teoría de las modificaciones que los Espíritus pueden operar sobre la materia, (y que nosotros hemos desarrollado en el Cap. 8), el principio de la creencia de la trasmutación de los metales.

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Es interesante estudiar la acción de los Espíritus en la Transmutación alquímica, asomada por primera vez sobre el particular. 

Prescindiendo de los resultados obtenidos en diversas épocas, no es sino después de la vulgarización de las manifestaciones espíritas que seriamente ha surgido la cuestión de la escritura directa. El primero que aparentemente la hizo conocer en Paris, a mediados del siglo XIX, fue el barón de Guldenstubbé, quien publicó una obra de gran interés sobre este argumento, la cual contiene un gran número de escritos fac-símiles por él obtenidos. El fenómeno era ya conocido en América desde hacía algún tiempo. La posición social del barón de Guldenstubbé, su independencia, y la consideración de la cual gozaba en la elevada sociedad, le quitan incontestablemente toda sospecha de fraude voluntario, por serle ajeno todo interés personal subalterno.
3. La escritura directa se obtiene, como en general la mayor parte de las manifestaciones espíritas no espontáneas, con el recogimiento, la oración y la evocación. Se han obtenido con frecuencia en centros de espiritualidad, en lugares de últimas moradas, y a los pies de las estatuas o imágenes de personajes que se evocan; pero es evidente que la localidad no tiene otra influencia que la de provocar un más profundo recogimiento, o una mayor concentración de pensamiento; por cuanto está comprobado que se obtienen, igualmente, sin estos accesorios y en los lugares más comunes, aún sobre un simple mueble doméstico, siempre que concurran las condiciones precisas de moralidad, y se goce de la facultad espiritual necesaria.
 Inicialmente se creía que era necesario depositar un lápiz sobre el papel; el hecho podía entonces explicarse hasta cierto punto. Se sabe que los Espíritus operan el movimiento y el desplazamiento de los objetos; que ellos los aferran y los lanzan, eventualmente, a través del espacio; ellos podían, por lo tanto, en el mismo modo, tomar el lápiz y servirse de él para trazar los caracteres; por cuanto pueden dar el impulso a la mano del sensitivo, y por medio de éste a la cestita, etcétera, ellos podrían, igualmente, hacerlo en manera directa. Pero no se tardó en reconocer que la presencia del lápiz no era para nada necesaria y que era suficiente un simple pliego de papel, doblado o no, sobre el cual se encontraban, después de algunos minutos, los caracteres trazados. Es aquí que el fenómeno cambia completamente de aspecto y nos conduce en un orden de cosas completamente nuevo. Estos caracteres son trazados con una substancia cualquiera; desde el momento en que no se le proporcionó esta substancia al Espíritu, se deriva de ello que debió haberla aportado, o compuesto; de dónde la obtuvo? Esta es la cuestión.
Si deseamos reportarnos a las explicaciones dadas en el Cap. 8, Nª  127 y 128, se encontrará allí la teoría completa de este fenómeno. En esta escritura, el Espíritu no se sirve ni de nuestras substancias, ni de nuestros instrumentos; fabrica él mismo la materia y los instrumentos de los cuales precisa, obteniendo sus materiales del elemento primitivo universal, al cual hace experimentar, con su voluntad, las modificaciones necesarias relativas al efecto que quiere obtener. Él puede, por lo tanto, fabricar tanto el lápiz rojo, o negro, como la tinta, en sus variantes, y aún los caracteres tipográficos tan resistentes para darle el relieve a la impronta, de los cuales hemos observados diversos ejemplos. La hija de un conocido nuestro, una joven de doce o trece años, ha obtenido páginas enteras escritas con una substancia similar al pastel.
  


 COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC: En este fenómeno de escritura directa es preciso incluir los múltiples dibujos que en diversas partes del mundo suelen aparecer en pastos verdes, o secos, cuya precisión en los trazos y belleza en las formas, además del inherente simbolismo que encierran, reflejan una variante muy interesante de este fenómeno con el cual inteligencias espirituales llaman la atención de la humanidad. Un fenómeno digno de estudio, al igual que todas las facultades espirituales del ser humano por constituir un potencial a nuestro alcance con un fin previsto por la naturaleza de las cosas.
  

 4.  Tal es el resultado al cual nos ha conducido el fenómeno de la tabaquera mencionado  en el Cap. 7, Nª 116, aprovechando la oportunidad para profundizar sobre una de las más profundas leyes del Espiritismo, cuyo conocimiento puede contener más de un misterio, aun del mundo visible. De este modo, de un hecho aparentemente vulgar puede manifestarse la luz; todo depende de la observación atenta, y esto es lo que todos pueden hacer, al igual que nosotros, es decir, no limitarse sólo a la observación de los efectos, sino en buscar la respectiva causa que los produce. Si nuestra certeza se ha fortalecido día a día, es porque hemos comprendido; haced, por lo tanto, comprender a vuestros seguidores si queréis hacer prosélitos  serios. La inteligencia de las causas tiene aún otro resultado, y es aquel capaz de trazar una línea de demarcación entre la verdad y la superstición. Si nosotros consideramos la escritura directa desde el punto de vista de las ventajas que ella puede ofrecer, diremos que su principal utilidad fue la constatación de un hecho significativo: es decir, la intervención de una potencia oculta, que por este medio encuentra un nuevo modo para manifestarse. Pero las comunicaciones que de esta manera se obtienen son raramente de alguna entidad; son, en general, espontáneas y limitadas a palabras, sentencias, frecuentemente a signos ininteligibles; se les ha obtenido en todas las lenguas: en griego, en latín, en árabe, en caracteres jeroglíficos, etcétera, pero ellos no se han prestado, todavía, a aquellos discursos completos y rápidos que permite la psicografía o la escritura mediumníca.

PNEUMATOFONÍA

5. Los Espíritus, pudiendo producir ruidos o golpes, pueden también hacer oír gritos de todo tipo y sonidos vocales, imitando la voz humana cerca de nosotros, o en el aire; es este el fenómeno que nosotros designamos con el nombre de pneumatofonía. Sirviéndonos del conocimiento que tenemos de la naturaleza de los Espíritus, se puede argüir que algunos de ellos, cuando son de un orden inferior, creen de hablar como si estuviesen encarnados. (Ver Revue Spirite, febrero 1858: Historia del Espíritu de la señorita Clairon).
Convendría todavía evitar el tomar por voces ocultas todos los sonidos que no tienen causa notoria o simples sonidos en los oídos, y sobre todo el creer que exista la más mínima verdad en la vulgar creencia que el oído en el que se manifiesta el ruido nos advierta que alguien esté hablando de nosotros. Estos sonidos, cuya causa es puramente fisiológica, no tienen por otra parte sentido alguno, mientras que los sonidos penumatofónicos expresan pensamientos, y de esto únicamente se puede reconocer que tienen su origen en una causa inteligente y no casual. Los efectos notoriamente inteligentes son los únicos que pueden atestiguar la intervención de los Espíritus; en cuanto a los otros existen cien probabilidades a favor y una en contra de que se deben a causas fortuitas.
6. Sucede con frecuencia que entre el sueño y la vigilia se pronuncien claramente algunas palabras, nombres y, eventualmente, frases enteras, y esto en modo bastante nítido capaz de hacer despertar sobresaltada a la persona en particular. Aun cuando en determinados casos pueda ocurrir que ésta sea realmente una manifestación, todavía este fenómeno no es suficientemente positivo para que pueda ser atribuido a una causa análoga a aquella que nosotros hemos desarrollado en la teoría de la alucinación. (Cap. 5, Nª 111 y siguientes). Lo que se siente de este modo no tiene, del resto, consecuencia alguna. La cosa cambia de aspecto cuando se está totalmente despiertos, por cuanto si la voz proviene de un Espíritu, se puede casi siempre tener con él un intercambio de pensamientos y sostener una conversación regular.
Los sonidos espíritas, o pneumatofónicos, tienen dos maneras bien diferentes de producirse: alguna vez es una voz íntima que resuena en el propio interior, pero aunque las palabras sean claras y nítidas, nada tienen, todavía, de material; otras veces ellas son exteriores, y tan bien articuladas, que parecen provenir de ciertas personas que se encuentran a nuestro lado.
El fenómeno de la pneumatofonía es casi siempre espontáneo, en cualquier modo que se produzca, y raramente puede ser provocado.



EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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miércoles, 9 de octubre de 2013

ENTRE LA TEMPLANZA Y LA PRUDENCIA





ENTRE LA TEMPLANZA Y LA PRUDENCIA

©Giuseppe Isgró C.


La ociosidad, según la concepción de Tales de Mileto, es la ausencia de objetivos existenciales, que neutraliza la propia fuerza creadora. En vez de canalizar la energía creativa para el logro de los objetivos claramente definidos y enunciados por escrito, lo hace interiormente como insatisfacción.
Diferente es el ocio creador de los antiguos;  en los ratos libres se ocupaban en cultivar un arte, o hobby, el estudio de una ciencia, filosofía, o valores universales, con lo cual se engrandece la visión del espíritu y se desarrolla una mayor comprensión de las leyes de la vida.
Con una mejor visión de las cosas, se enriquece la propia existencia. El ocio creador proporciona crecimiento personal; la ociosidad, exenta de objetivos serios es una pérdida de tiempo que insatisface a quien incurre en esa situación.
La ociosidad es la madre de toda infelicidad. El ocio creador es la vía correcta para engrandecer el propio ser por el  estudio de los valores universales y la práctica de todas las virtudes. Es un tiempo de reflexión, de interiorización, de meditación y de conexión con la Divinidad.
Siendo la templanza una de las cinco virtudes, junto con la prudencia, la justicia, la fortaleza y la belleza, que constituyen el medio para vivir una vida virtuosa y digna, equilibrada y justa, prospera y abundante, es natural que se someta la intemperancia al autocontrol.
La templanza es fuente del equilibrio y permite el goce moderado de la vida; satisface al espíritu y da salud al alma y al cuerpo.
El autodominio es la clave suprema del ser prudente, y forma parte de la templanza, que pone justo límite a la intemperancia, y el freno oportuno a las pasiones y a los excesos indebidos. El perfecto equilibrio en todo es la clave del ser virtuoso.
La carga más pesada de la ignorancia es la que se ignora que se tiene. Es la de aquel ser que se cree sabio sin serlo. En cambio, la conciencia de la propia ignorancia y el anhelo de adquirir el conocimiento suficiente que la erradique, es una fuerza que emerge desde el interior y transforma en incansable a su poseedor hasta alcanzar cualquier conocimiento del que tenga conciencia de carecer.
No es malo ser ignorante; lo que sí lo es la ignorancia de serlo, o el creerse más sabio de lo que se es. Séneca lo dijo mucho tiempo después de Tales: -“Muchos habrían alcanzados la sabiduría de no haberse creído sabios”. Joaquín Trincado, dijo: -“El sabio nunca sabe, pero sabe estudiar y sabe”-.
La mejor manera de aprender es enseñando. Quien enseña aprende de todos sus alumnos, observa los planteamientos que se les hacen, debe estudiar e investigar, con intención de aprender, para transmitir.
La práctica es la que hace al maestro, por la que el bagaje de conocimientos se incremente en la medida en que se estudia para enseñar. Con la enseñanza se afianza la conciencia perceptiva, y surgen nuevas variantes y aplicaciones que incrementan la visión de las ciencias, de las artes y de todas las cosas, en general.
En la medida que se comprarte el propio conocimiento con otros, éste se vivifica; ya que el conocimiento que se usa, se intensifica y es de provecho para todos. Donde se centra la atención, se expande la conciencia. Al enfocar la mente sobre la temática que debe enseñarse, se activa la conciencia del conocimiento para aprender.
La riqueza, pública o privada, en todos sus niveles, debe servir para que el ocio sea creador, cultivando un arte, o hobby, sirviendo a la comunidad, altruistamente, estudiando una ciencia, investigando sobre los valores universales, y escribiendo ensayos que enriquezcan a la humanidad, como lo hicieron Cicerón, Séneca, Plutarco, Cervantes, Montaigne, Emerson y José Ingenieros, entre otros.

lunes, 7 de octubre de 2013

PNEUMATOGRAFÍA O ESCRITURA DIRECTA – PNEUMATOFONÍA


EL LIBRO DE LAS FACULTADES
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.

El primer libro de la historia en estudiar a fondo
las facultades espirituales por la mayor autoridad en la materia.

Capítulo XVI

PNEUMATOGRAFÍA O ESCRITURA DIRECTA –
PNEUMATOFONÍA

ESCRITURA DIRECTA

1. La pneumatografía es la escritura producida directamente por el Espíritu, sin ningún intermediario: ella se diferencia de la psicografía en cuanto ésta es la transmisión del pensamiento del Espíritu por medio de la escritura, sirviéndose de la mano de un sensitivo.
El fenómeno de la escritura directa es sin duda uno de los más extraordinarios de los estudiados por el Espiritismo; pero, por cuanto anormal pueda parecer, es al día de hoy un hecho real e incontrastable. Si la teoría es necesaria para rendirse cuenta de la posibilidad de los fenómenos espíritas en general, ella lo es, quizá, todavía más en este caso, que es, sin duda, uno de los más extraños que se han presentado hasta ahora, pero que cesa de parecer sobrenatural desde el momento en se explica el principio que le rige.
A la revelación de este fenómeno, el sentimiento dominante fue el de la duda; la idea de un fraude fue la primera; en efecto, todos conocen la acción de las tintas denominadas simpáticas, cuyas trazas, a primera vista invisibles, aparecen únicamente después de algún tiempo. Podía, por lo tanto, ser que se hubiese abusado de la credulidad, y nosotros no afirmaremos que esto no haya jamás acaecido; más bien estamos convencidos que alguno, sea con un fin mercenario, o únicamente por amor propio y para convencer de su potencia, ha empleado ciertos subterfugios. (Ver el capítulo de los fraudes).
Pero sería absurdo afirmar que una cosa no existe solamente porque ella no puede ser imitada. No se ha encontrado, quizá, en estos últimos tiempos, el medio de imitar la lucidez del sonambúlica hasta el punto de parecer verdadera? Y el hecho de que este truco de prestidigitador sea practicado en todas las ferias, permite afirmar que no existen verdaderos sonámbulos? Por del hecho que exista vino adulterado, sería quizá razonable deducir que no lo haya puro? Lo mismo puede decirse de la escritura directa; por otra parte, las precauciones para asegurarse de la realidad del fenómeno eran muy simples y fáciles, y, gracias a ellas, no puede, al día de hoy, quedar duda alguna.
2. Por cuanto la posibilidad de escribir sin intermediarios es un atributo de los Espíritus, y desde el momento en que los Espíritus han siempre existido, y han producido los diversos fenómenos que conocemos, y así, de esta manera, han debido siempre producir la escritura directa, tanto en la antigüedad como en nuestro días, pueden explicarse de las tres palabras aparecidas en la fiesta de Baltasar.
En la Edad Media, tan fecunda en prodigios ocultos, que fueron sofocados, por otra parte, con la hoguera, debió seguramente conocer la escritura directa, y quizá podría encontrarse  en la teoría de las modificaciones que los Espíritus pueden operar sobre la materia, (y que nosotros hemos desarrollado en el Cap. 8), el principio de la creencia de la trasmutación de los metales.

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Es interesante estudiar la acción de los Espíritus en la Transmutación alquímica, asomada por primera vez sobre el particular. 

Prescindiendo de los resultados obtenidos en diversas épocas, no es sino después de la vulgarización de las manifestaciones espíritas que seriamente ha surgido la cuestión de la escritura directa. El primero que aparentemente la hizo conocer en Paris, a mediados del siglo XIX, fue el barón de Guldenstubbé, quien publicó una obra de gran interés sobre este argumento, la cual contiene un gran número de escritos fac-símiles por él obtenidos. El fenómeno era ya conocido en América desde hacía algún tiempo. La posición social del barón de Guldenstubbé, su independencia, y la consideración de la cual gozaba en la elevada sociedad, le quitan incontestablemente toda sospecha de fraude voluntario, por serle ajeno todo interés personal subalterno.
3. La escritura directa se obtiene, como en general la mayor parte de las manifestaciones espíritas no espontáneas, con el recogimiento, la oración y la evocación. Se han obtenido con frecuencia en centros de espiritualidad, en lugares de últimas moradas, y a los pies de las estatuas o imágenes de personajes que se evocan; pero es evidente que la localidad no tiene otra influencia que la de provocar un más profundo recogimiento, o una mayor concentración de pensamiento; por cuanto está comprobado que se obtienen, igualmente, sin estos accesorios y en los lugares más comunes, aún sobre un simple mueble doméstico, siempre que concurran las condiciones precisas de moralidad, y se goce de la facultad espiritual necesaria.
 Inicialmente se creía que era necesario depositar un lápiz sobre el papel; el hecho podía entonces explicarse hasta cierto punto. Se sabe que los Espíritus operan el movimiento y el desplazamiento de los objetos; que ellos los aferran y los lanzan, eventualmente, a través del espacio; ellos podían, por lo tanto, en el mismo modo, tomar el lápiz y servirse de él para trazar los caracteres; por cuanto pueden dar el impulso a la mano del sensitivo, y por medio de éste a la cestita, etcétera, ellos podrían, igualmente, hacerlo en manera directa. Pero no se tardó en reconocer que la presencia del lápiz no era para nada necesaria y que era suficiente un simple pliego de papel, doblado o no, sobre el cual se encontraban, después de algunos minutos, los caracteres trazados. Es aquí que el fenómeno cambia completamente de aspecto y nos conduce en un orden de cosas completamente nuevo. Estos caracteres son trazados con una substancia cualquiera; desde el momento en que no se le proporcionó esta substancia al Espíritu, se deriva de ello que debió haberla aportado, o compuesto; de dónde la obtuvo? Esta es la cuestión.
Si deseamos reportarnos a las explicaciones dadas en el Cap. 8, Nª  127 y 128, se encontrará allí la teoría completa de este fenómeno. En esta escritura, el Espíritu no se sirve ni de nuestras substancias, ni de nuestros instrumentos; fabrica él mismo la materia y los instrumentos de los cuales precisa, obteniendo sus materiales del elemento primitivo universal, al cual hace experimentar, con su voluntad, las modificaciones necesarias relativas al efecto que quiere obtener. Él puede, por lo tanto, fabricar tanto el lápiz rojo, o negro, como la tinta, en sus variantes, y aún los caracteres tipográficos tan resistentes para darle el relieve a la impronta, de los cuales hemos observados diversos ejemplos. La hija de un conocido nuestro, una joven de doce o trece años, ha obtenido páginas enteras escritas con una substancia similar al pastel.
  


 COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC: En este fenómeno de escritura directa es preciso incluir los múltiples dibujos que en diversas partes del mundo suelen aparecer en pastos verdes, o secos, cuya precisión en los trazos y belleza en las formas, además del inherente simbolismo que encierran, reflejan una variante muy interesante de este fenómeno con el cual inteligencias espirituales llaman la atención de la humanidad. Un fenómeno digno de estudio, al igual que todas las facultades espirituales del ser humano por constituir un potencial a nuestro alcance con un fin previsto por la naturaleza de las cosas.
  

 4.  Tal es el resultado al cual nos ha conducido el fenómeno de la tabaquera mencionado  en el Cap. 7, Nª 116, aprovechando la oportunidad para profundizar sobre una de las más profundas leyes del Espiritismo, cuyo conocimiento puede contener más de un misterio, aun del mundo visible. De este modo, de un hecho aparentemente vulgar puede manifestarse la luz; todo depende de la observación atenta, y esto es lo que todos pueden hacer, al igual que nosotros, es decir, no limitarse sólo a la observación de los efectos, sino en buscar la respectiva causa que los produce. Si nuestra certeza se ha fortalecido día a día, es porque hemos comprendido; haced, por lo tanto, comprender a vuestros seguidores si queréis hacer prosélitos  serios. La inteligencia de las causas tiene aún otro resultado, y es aquel capaz de trazar una línea de demarcación entre la verdad y la superstición. Si nosotros consideramos la escritura directa desde el punto de vista de las ventajas que ella puede ofrecer, diremos que su principal utilidad fue la constatación de un hecho significativo: es decir, la intervención de una potencia oculta, que por este medio encuentra un nuevo modo para manifestarse. Pero las comunicaciones que de esta manera se obtienen son raramente de alguna entidad; son, en general, espontáneas y limitadas a palabras, sentencias, frecuentemente a signos ininteligibles; se les ha obtenido en todas las lenguas: en griego, en latín, en árabe, en caracteres jeroglíficos, etcétera, pero ellos no se han prestado, todavía, a aquellos discursos completos y rápidos que permite la psicografía o la escritura mediumníca.

PNEUMATOFONÍA

5. Los Espíritus, pudiendo producir ruidos o golpes, pueden también hacer oír gritos de todo tipo y sonidos vocales, imitando la voz humana cerca de nosotros, o en el aire; es este el fenómeno que nosotros designamos con el nombre de pneumatofonía. Sirviéndonos del conocimiento que tenemos de la naturaleza de los Espíritus, se puede argüir que algunos de ellos, cuando son de un orden inferior, creen de hablar como si estuviesen encarnados. (Ver Revue Spirite, febrero 1858: Historia del Espíritu de la señorita Clairon).
Convendría todavía evitar el tomar por voces ocultas todos los sonidos que no tienen causa notoria o simples sonidos en los oídos, y sobre todo el creer que exista la más mínima verdad en la vulgar creencia que el oído en el que se manifiesta el ruido nos advierta que alguien esté hablando de nosotros. Estos sonidos, cuya causa es puramente fisiológica, no tienen por otra parte sentido alguno, mientras que los sonidos penumatofónicos expresan pensamientos, y de esto únicamente se puede reconocer que tienen su origen en una causa inteligente y no casual. Los efectos notoriamente inteligentes son los únicos que pueden atestiguar la intervención de los Espíritus; en cuanto a los otros existen cien probabilidades a favor y una en contra de que se deben a causas fortuitas.
6. Sucede con frecuencia que entre el sueño y la vigilia se pronuncien claramente algunas palabras, nombres y, eventualmente, frases enteras, y esto en modo bastante nítido capaz de hacer despertar sobresaltada a la persona en particular. Aun cuando en determinados casos pueda ocurrir que ésta sea realmente una manifestación, todavía este fenómeno no es suficientemente positivo para que pueda ser atribuido a una causa análoga a aquella que nosotros hemos desarrollado en la teoría de la alucinación. (Cap. 5, Nª 111 y siguientes). Lo que se siente de este modo no tiene, del resto, consecuencia alguna. La cosa cambia de aspecto cuando se está totalmente despiertos, por cuanto si la voz proviene de un Espíritu, se puede casi siempre tener con él un intercambio de pensamientos y sostener una conversación regular.
Los sonidos espíritas, o pneumatofónicos, tienen dos maneras bien diferentes de producirse: alguna vez es una voz íntima que resuena en el propio interior, pero aunque las palabras sean claras y nítidas, nada tienen, todavía, de material; otras veces ellas son exteriores, y tan bien articuladas, que parecen provenir de ciertas personas que se encuentran a nuestro lado.
El fenómeno de la pneumatofonía es casi siempre espontáneo, en cualquier modo que se produzca, y raramente puede ser provocado.