viernes, 2 de agosto de 2013

Si en Él confía



Si en Él confía

©Giuseppe Isgró


-Hidalgo, -dice Escudero-, me gustaría que comentaras el siguiente aforismo de Cervantes, expresado por medio de Don Quijote:

“Hermano mío, mire si me manda algo, que me voy a casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio; ya estoy sano y cuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en Él., que pues a mí me ha vuelto a primero estado, también le volverá a él, si en Él confía”-.

-Escudero, -responde Hidalgo-, con gusto disertaré sobre este importante aforismo cervantino, en el cual se observa la profunda espiritualidad de Cervantes, y su comprensión de la Divinidad.

Don Quijote, da por terminado el diálogo que está realizando, en el acto en que vuelve al estado de conciencia objetiva, después de haberse encontrado, durante las aventuras quijotescas que lleva a cabo en compañía de su escudero Sancho Panza, en un nivel trascendido de conciencia. Lo hace, diciendo: -“…mire si me manda algo, que me voy a casa; es una forma de poner término a una conversación que ya llegó a su punto culminante.

Es como decir: -Bueno, si no tiene nada más para mí, me voy. Luego agrega: -“…que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio; ya estoy sano y cuerdo”.

Cervantes quiere significar, con esta parte del comentario de Don Quijote: -Ya se realizó, por la ley cósmica, la voluntad divina, de que yo completara el desarrollo de este estado de conciencia, en la eterna polarización, en la estación espiritual en la que ahora me encuentro, plenamente realizado, en el eterno retorno de mi ser hacia Él. “Ya estoy sano y cuerdo”, reafirma Don Quijote, “he vuelto a mi juicio”, es decir, al nivel del pensamiento, ya que los seres geniales viven, simultáneamente, estados alternados de conciencias, subjetivas y objetivas. Pensamiento y acción. De un estado pasan al otro y viceversa. Hay una etapa de inspiración y de definición de objetivos, asumiendo el rol, y el compromiso de llevarlo a cabo, y la etapa en que se llega a la meta, por medio de la acción efectiva, en que la persona vuelve a su estado de meditación para retroalimentar los resultados obtenidos, para volver a inspirarse, y concibiendo nuevas realidades, emprender otras jornadas de realización, o aventuras. Pero, para esto, tiene que concluir el ciclo que culmina exitosamente, y nada mejor que retirarse al mismo lugar de donde ha salido. Y así lo hace Don Quijote.

Esa casa a la que se refiere Don Quijote, como los acontecimientos lo demuestran, poco después, es el regreso a la dimensión espiritual, con su misión cumplida.

Allí hará el recuento de su existencia, y seguramente, de sus ciclos anteriores de vida, para retomar el hilo conductor existencial, ya que el plan de la misma lo viene ejecutando durante muchas vidas, y ahora se reubicará en el nivel de la realidad en que se encuentra y desde allí subir el escalón siguiente, en la infinita escalera del progreso espiritual.

Demuestra Don Quijote la trascendencia del ego, y la correcta humildad, cuando afirma: -“por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio”; atribuye su logro a la infinita bondad y misericordia de Dios, el logro de su nuevo estado y la estación en que se encuentra, y reafirma: “sin yo merecerlo”; es que muchas de las obras sublimes que el ser humano realiza, sin la inspiración previa que Dios efectúa insuflando los objetivos en la conciencia, mediante el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, o atributos divinos, que eleva al ser humano –y los demás seres de los otros tres reinos naturales-, qué sería del ser humano si esa inspiración creadora no le hiciera participe del ideal divino de trascender los estados normales de conciencia, para percibir las realidades que de la dimensión abstracta deben pasar a la de la manifestación objetiva de la conciencia, como guía divina?

Luego, Don Quijote, o mejor dicho: Alonso Quijano, continúa diciendo: -“...que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en Él., que pues a mí me ha vuelto a primero estado, también le volverá a él, si en Él confía”-.

Nada es imposible para Dios, por medio de la ley cósmica impresa dentro de la conciencia, sustentada en los valores universales o atributos divinos. Cada valor universal, o estado de conciencia, tiene infinitas estaciones de progreso, o grados, con dos niveles simultáneos de expresión: El primero, expresando la sabiduría del respectivo valor universal en cuyo estado de conciencia se encuentra, por el cultivo de la virtud que le es inherente, en esa determinada estación, o grado evolutivo, en los niveles comprendidos entre el cero y la infinitud.

El segundo, el respectivo grado de poder creador, que el estado de conciencia, en determinada estación, o grado, es capaz de exteriorizar, en el logro de tal etapa, o necesidad. Se trata del conocimiento potencialmente infinito que ya posee en su conciencia, por ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, (en el respectivo nivel de la Docta ignorancia en que se encuentra), y del poder potencialmente infinito que posee, y que expresa en el mismo nivel de necesidad de autorrealización que experimenta, en esa estación particular.

Reafirma Don Quijote: -“Tenga grande esperanza y confianza en Él., que pues a mí me ha vuelto a primero estado, también le volverá a él, si en Él confía”-.

La esperanza grande a que se refiere Don Quijote es la expectativa. Si la expectativa es grande, se verifica el contenido de la misma, en este caso, positivamente hablando, pero, la expectativa se cumple en cualquiera de las dos polaridades –o estaciones- en que se expresa, en sus infinitos matices. Agrega, además: -que se tenga confianza en Él, que ya que a él, -a Don Quijote- lo condujo a su primer estado, el de la trascendencia genial, alcanzando el estado de autorrealización, también lo hará con el interlocutor de Don Quijote, si en Él confía.

La confianza optimiza el poder creador del ser humano, ya que permite expresar el poder creador de Dios, así como, el respectivo grado de conocimiento que precisa, como estado de conciencia inspirado por Dios, en esa estación, o grado particular en que la persona se encuentra.

Es el trabajo de Dios, en la conciencia de todos los seres, en los cuatro reinos naturales, mediante el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, que, simultáneamente expresan conocimiento y fe, sabiduría inspirada y poder creador que realiza lo pensado.

Dios es el pensamiento eterno; el hombre, el realizador, mediante la acción, del contenido de ese pensamiento, mediante los planes de la Divinidad, para cada ser, en la expansión infinita de la Creación Universal.


Adelante.

domingo, 28 de julio de 2013

ETERNOS APRENDICES –II-: -El valor de ser aprendiz en la eterna polarización universal-. -Los afines se encuentran, aunque físicamente no se conozcan, -en Espíritus, sí, con certeza-, para recorrer la misma senda del progreso universal, como "Eternos Aprendices" de la prudencia de los valores universales, o atributos de la Divinidad, sustento de la Ley Cósmica impresa en la conciencia de cada ser, para vivir en armonía con la naturaleza y con todos los seres de los cuatro reinos naturales-. Giuseppe Isgró Cattafi


  ETERNOS APRENDICES –II-

-El valor de ser aprendiz
en la eterna polarización universal-

©Giuseppe Isgró C.


Todo trabajo de cooperación lo es, también, de aprendizaje; recordando que cada ser tiene libre albedrío, y por lo tanto libertad de adherir, o no, a las ideas que se transmiten. La búsqueda de seguidores quizá sea de secundaria importancia.
Lo importante es sembrar las verdades universales trascendiendo toda doctrina por excelente que sea, ya que todas conforman la Doctrina Universal, y toda la doctrina universal desarrollada en todos los mundos habitados del universo, por muy elevados que sean, es sólo una ínfima parte de lo que, durante toda la eternidad, en el eterno presente, se irá desarrollando, encontrando siempre un más allá, como consigna de óptima percepción. De manera que, todo el saber acumulado hasta ahora, no deja de ser una simple bagatela en relación al infinito camino de estudio –sin límites de ninguna naturaleza- que, aún, queda por delante.
Esa edad de oro que anunciaban los grandes utopistas del siglo XX, entre ellos Aldous Husley, Henry Poincare, H. G. Wells, y George Bernard Shaw, para el año 30.000 de nuestra era, será apenas entonces cuando encontraremos el terreno abonado para que, a partir de ese momento se pueda comenzar a realizar el auténtico trabajo a que está destinado el planeta tierra. Por lo cual, mucho es lo que hay que sembrar para hacer realidad esa edad de oro en torno al año 30.000.

Hay que prepararse para muchísimas reencarnaciones más para transformar al planeta tierra en el mundo con el que soñamos vivir.
Empero, más que para enseñar es para aprender, que nos encontramos en la dimensión física de la vida, ya que el único Maestro es el Creador Universal quien, a nivel de la conciencia de cada ser, en los cuatros reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral, es quien enseña por medio de los sentimientos análogos a los valores universales, o atributos divinos, -Axiología-.
Cada uno es un instrumento de la voluntad divina.
Cada quien en su propio nivel de aptitudes, es utilizado según la vocación que le anima, y ubicado en nuestro propio orden por la ley de afinidad, que es exacta en sus funciones ordenadora del universo. Esto determina que lo que, en ocasiones, parezca un caos, no es sino un orden perfecto, en perfecta concordancia con las sumas existenciales de los seres y circunstancias inherentes. A partir de esas situaciones específicas, que constituye la realidad tangible, debajo de las apariencias, es de donde se inicia el proceso de restablecer el nuevo orden anhelado, o debido, en la eterna polarización.
En un mundo donde las mayorías de los seres humanos se creen maestros, apreciar el verdadero valor de ser un aprendiz aporta beneficios incalculables.
Entonces, -de que sirve tratar de enseñar nada a nadie? Sin embargo, si nuestro mensaje tiene algo de valor, lo reflejará el ejemplo de nuestra conducta, y eso enseñará más que cualquier otra cosa. Los resultados son los que cuentan.
Sembremos, con desapego; dejemos que la gente viva su propia vida, sin imposiciones de ningún tipo de ideas, o doctrina.
No tiene ninguna importancia que la gente del planeta tierra siga una determinada rama filosófica con preferencia de otra, en la Doctrina Universal, que las engloba todas, y es un deber conocer todo lo que es inherente a la verdad universal. El taoísmo, el sufismo, el budismo zen, el yoga, la teosofía, el espiritismo, la masonería, la axiología, o ciencia de los valores, están entre las excelentes corrientes de pensamiento en el planeta tierra, entre numerosas otras.
Pero, sí tiene gran importancia que la gente sea virtuosa, al margen de la corriente de pensamiento que siga, y encuentre el sentido de la vida en el planeta tierra. Que adquiera conciencia de que eternamente continuará aprendiendo sin agotar jamás ninguna fuente de conocimiento, y de que la reencarnación ofrece la certeza de un nuevo aprendizaje en la siguiente existencia, ad infinitum.
El mensaje que engloba la definición de la Masonería Universal me gusta mucho, -como objetivo, o ideal de vida, que sigue todo hijo –o hija- de la luz-: El estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes, y la práctica de todas las virtudes.
Uno de los puntos fuertes de la Doctrina Universal es la de los valores universales -Axiología-, cuyos elevados expositores han sido Homero, Confucio, Sidharta Gautama, Platón, Plutarco, Plotino, Cervantes, Allan Kardec, Joaquín Trincado, Victor Hugo, Amalia Domingo Soler y Max Scheler, entre otros.
La percepción de Joaquín Trincado, en su Código de AmorUniversal, presenta aspectos originales en la interrelación de la ley de amor, como ley matriz de la naturaleza y síntesis de la ley cósmica, y las leyes coadyuvantes de la de amor, como son la de afinidad, la de justicia, la de igualdad –en la ley y ante la ley- y la de compensación, vinculados con la ley de reencarnación y la ley del eterno progreso universal.
Los grandes utopistas, entre ellos los antes mencionados, opinan que el estudio fundamental de la humanidad del año 30.000 de nuestra era, en adelante, -cuando se dispondrá de mayor tiempo libre-, será el de los valores universales.
El eterno aprendiz debe conocerlo todo; sembremos lo que esté a nuestro alcance, dejando en libertad a cada persona que siga libremente el curso de sus pensamientos. 
Si el Creador Universal tuvo confianza de dotar a cada ser de libre albedrío es porque sabe lo que hace. 
Cada quien, por la inspiración y trabajo creador que el mismo Creador Universal realiza dentro de la conciencia de cada ser -en los cuatro reinos naturales- por el lenguaje de los sentimientos análogos a los valores universales, -dentro de la conciencia-, y por los elementos coercitivos y coactivos de la Ley Cósmica dentro de la misma conciencia, así como por medio de la fuerza de empuje y la de bloqueo, el Ser Universal se va ocupando de cada quien -por la ley cósmica- para que, oportunamente, adquiera la luz que precise y realice la obra que –libremente-, asume en el quehacer cósmico.
El anhelo de progreso universal –mecanismo de la ley de ambición- impulsa a cada ser, en los cuatro reinos naturales a seguir ascendiendo en la espiral evolutiva del universo. El objetivo que anima a cada ser es el adquirir niveles más elevados en todos los estados de conciencia. Los sufíes percibieron en forma admirable este aspecto cuando hablan de los estados y las estaciones de la conciencia. Los estados son todos los valores universales, o atributos divinos, y las estaciones, los infinitos grados de percepción de la verdad universal y el poder creador inherente, en cada uno de los estados de conciencia.
En algunas ocasiones el Ser Universal utiliza a cada ser individual, en los cuatro reinos naturales, para impartir la tenue luz que pueda tener en alguna ínfima área del saber humano. Pero, la mayoría de las veces, es a nosotros mismos que nos auxilia cuando por “aparente casualidad” entramos en contacto con personas que, a veces sin darse cuenta, nos aportan el aprendizaje que precisamos.
Es preciso sembrar. Homero sembró hace 3.100 años con su Ilíada y la Odisea, esta última una de las mejores obras de todos los tiempos, y contribuyó a crear la edad de oro griega unos 600 años, y más, en sentido lato, después. Platón, sigue siendo desconocido después de 2.300 años. Cervantes, con todas sus obras, entre ellas el Quijote y las Novelas Ejemplares, seguirá inagotable por muchos milenios. Allan Kardec, con el Libro de los Espíritus, -la obra cumbre del pensamiento universal- seguirá vigente, dentro de muchos milenios; por nombrar solamente algunos. Todo lo que está a nuestro alcance estudiar, como herencia cultural en el planeta tierra, no alcanzarían mil vidas para agotar su caudal. Cuánto más nos faltará por aprender de aquellos mundos que, existiendo una eternidad por detrás nuestro, están una eternidad por delante de nosotros?
Es preciso forjase el objetivo de que, vida tras vida, mientras se cultiva el propio aprendizaje, y se realiza la respectiva misión, en cada época deberán sembrarse las semillas de los frutos que se van cosechando para contribuir en la creación del mundo que, en cada nueva reencarnación, cuando se vuelva al planeta tierra, se quiera encontrar.

Pero, el peso del mundo, y del universo, lo tiene el Creador Universal sobre sus hombros -metafóricamente hablando-.
Si solamente nosotros fuésemos capaces de librarle del trabajo de que se ocupe de nosotros, ya sería un avance. Pero, quién se atrevería a decir que ya somos auto-suficientes, y que ya no precisamos más que se ocupe de nosotros.
El verdadero trabajo lo realiza el Creador Universal por intermedio de todos los seres, por la inspiración de los sentimientos de los valores universales dentro de la conciencia.
Si usted se encuentra animado en la misión que le entusiasma, usted tiene por delante, por lo menos quince años, o más de preparación, hasta que su mensaje alcance la densidad necesaria que justifique que alguien le lea, o siga su enseñanza en algún grado como efecto catalizador. No hay nada extático en el universo y se avanza en una eterna polarización, en la medida que se va adquiriendo conciencia de la ignorancia de determinados aspectos de la verdad universal. Adquirida esa conciencia, se pasa de una estación a otra más elevada en el propio estado perceptivo. El ser emana perfecto a la conciencia individual desde el Ser Universal; lo que va desarrollando ad infinitum son sus estados de conciencia, o atributos divinos, y las estaciones mentales, o grados de percepción. 
Igualmente ocurre con el poder creador potencialmente  infinito que posee, el que va expresando en la medida que afronte necesidades y anhelos de resultados de mayor envergadura en los estados de conciencia. 
Van paralelos los niveles perceptivos de la conciencia y el grado de poder creador que va expresando, en un momento dado.
Pero, hay que empezar, y ya se ha hecho hace miles o millones de existencias previas. Es preciso dar el primer paso, y mientras aprendemos transmitimos, compartimos, y hasta nuestras imágenes mentales, ideas y pensamientos, por efecto de las resonancias magnéticas, están cumpliendo su función de sembrar nuevas ideas -sin esfuerzo alguno-, por transmisión natural, comunicando telepáticamente contenidos mentales.
Para trascender hay que emanciparse de las doctrinas particulares, y abocarse al estudio de todas las doctrinas, para que nuestras ideas adquieran consistencias y sean de valor, en primer lugar para nosotros; en segundo lugar, para quien, voluntaria y libremente quiera aprovecharla.
Se tiene por delante un reto apasionante. Homero, Platón. Séneca y Cervantes escribieron para miles de generaciones posteriores; para que usted, o cualquiera de nosotros pueda trascender y lograr que la inherente labor que compete a cada quien sea útil, en el espacio y en el tiempo, a las personas de todas las ideologías, se necesita un largo período de aprendizaje.
Usted forma parte de la nueva generación de jóvenes destinado a proyectar el mensaje de los valores universales. Todos, somos trabajadores del mismo Taller Universal, con un propósito y objetivo común: Ser Maestros de la Creación; aunque, en mi opinión, lo que el Creador legisló desde la eternidad para la eternidad, es la misión de ser ETERNOS APRENDICES, es decir, llegar a graduarnos de Aprendices de la Creación. Cuán lejos estamos de ser auténticos aprendices! Empero, en el eterno presente, esa es la misión inherente a cada ser en los cuatro reinos naturales. 

Adelante.
                              



EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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viernes, 2 de agosto de 2013

Si en Él confía



Si en Él confía

©Giuseppe Isgró


-Hidalgo, -dice Escudero-, me gustaría que comentaras el siguiente aforismo de Cervantes, expresado por medio de Don Quijote:

“Hermano mío, mire si me manda algo, que me voy a casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio; ya estoy sano y cuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en Él., que pues a mí me ha vuelto a primero estado, también le volverá a él, si en Él confía”-.

-Escudero, -responde Hidalgo-, con gusto disertaré sobre este importante aforismo cervantino, en el cual se observa la profunda espiritualidad de Cervantes, y su comprensión de la Divinidad.

Don Quijote, da por terminado el diálogo que está realizando, en el acto en que vuelve al estado de conciencia objetiva, después de haberse encontrado, durante las aventuras quijotescas que lleva a cabo en compañía de su escudero Sancho Panza, en un nivel trascendido de conciencia. Lo hace, diciendo: -“…mire si me manda algo, que me voy a casa; es una forma de poner término a una conversación que ya llegó a su punto culminante.

Es como decir: -Bueno, si no tiene nada más para mí, me voy. Luego agrega: -“…que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio; ya estoy sano y cuerdo”.

Cervantes quiere significar, con esta parte del comentario de Don Quijote: -Ya se realizó, por la ley cósmica, la voluntad divina, de que yo completara el desarrollo de este estado de conciencia, en la eterna polarización, en la estación espiritual en la que ahora me encuentro, plenamente realizado, en el eterno retorno de mi ser hacia Él. “Ya estoy sano y cuerdo”, reafirma Don Quijote, “he vuelto a mi juicio”, es decir, al nivel del pensamiento, ya que los seres geniales viven, simultáneamente, estados alternados de conciencias, subjetivas y objetivas. Pensamiento y acción. De un estado pasan al otro y viceversa. Hay una etapa de inspiración y de definición de objetivos, asumiendo el rol, y el compromiso de llevarlo a cabo, y la etapa en que se llega a la meta, por medio de la acción efectiva, en que la persona vuelve a su estado de meditación para retroalimentar los resultados obtenidos, para volver a inspirarse, y concibiendo nuevas realidades, emprender otras jornadas de realización, o aventuras. Pero, para esto, tiene que concluir el ciclo que culmina exitosamente, y nada mejor que retirarse al mismo lugar de donde ha salido. Y así lo hace Don Quijote.

Esa casa a la que se refiere Don Quijote, como los acontecimientos lo demuestran, poco después, es el regreso a la dimensión espiritual, con su misión cumplida.

Allí hará el recuento de su existencia, y seguramente, de sus ciclos anteriores de vida, para retomar el hilo conductor existencial, ya que el plan de la misma lo viene ejecutando durante muchas vidas, y ahora se reubicará en el nivel de la realidad en que se encuentra y desde allí subir el escalón siguiente, en la infinita escalera del progreso espiritual.

Demuestra Don Quijote la trascendencia del ego, y la correcta humildad, cuando afirma: -“por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio”; atribuye su logro a la infinita bondad y misericordia de Dios, el logro de su nuevo estado y la estación en que se encuentra, y reafirma: “sin yo merecerlo”; es que muchas de las obras sublimes que el ser humano realiza, sin la inspiración previa que Dios efectúa insuflando los objetivos en la conciencia, mediante el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, o atributos divinos, que eleva al ser humano –y los demás seres de los otros tres reinos naturales-, qué sería del ser humano si esa inspiración creadora no le hiciera participe del ideal divino de trascender los estados normales de conciencia, para percibir las realidades que de la dimensión abstracta deben pasar a la de la manifestación objetiva de la conciencia, como guía divina?

Luego, Don Quijote, o mejor dicho: Alonso Quijano, continúa diciendo: -“...que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en Él., que pues a mí me ha vuelto a primero estado, también le volverá a él, si en Él confía”-.

Nada es imposible para Dios, por medio de la ley cósmica impresa dentro de la conciencia, sustentada en los valores universales o atributos divinos. Cada valor universal, o estado de conciencia, tiene infinitas estaciones de progreso, o grados, con dos niveles simultáneos de expresión: El primero, expresando la sabiduría del respectivo valor universal en cuyo estado de conciencia se encuentra, por el cultivo de la virtud que le es inherente, en esa determinada estación, o grado evolutivo, en los niveles comprendidos entre el cero y la infinitud.

El segundo, el respectivo grado de poder creador, que el estado de conciencia, en determinada estación, o grado, es capaz de exteriorizar, en el logro de tal etapa, o necesidad. Se trata del conocimiento potencialmente infinito que ya posee en su conciencia, por ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, (en el respectivo nivel de la Docta ignorancia en que se encuentra), y del poder potencialmente infinito que posee, y que expresa en el mismo nivel de necesidad de autorrealización que experimenta, en esa estación particular.

Reafirma Don Quijote: -“Tenga grande esperanza y confianza en Él., que pues a mí me ha vuelto a primero estado, también le volverá a él, si en Él confía”-.

La esperanza grande a que se refiere Don Quijote es la expectativa. Si la expectativa es grande, se verifica el contenido de la misma, en este caso, positivamente hablando, pero, la expectativa se cumple en cualquiera de las dos polaridades –o estaciones- en que se expresa, en sus infinitos matices. Agrega, además: -que se tenga confianza en Él, que ya que a él, -a Don Quijote- lo condujo a su primer estado, el de la trascendencia genial, alcanzando el estado de autorrealización, también lo hará con el interlocutor de Don Quijote, si en Él confía.

La confianza optimiza el poder creador del ser humano, ya que permite expresar el poder creador de Dios, así como, el respectivo grado de conocimiento que precisa, como estado de conciencia inspirado por Dios, en esa estación, o grado particular en que la persona se encuentra.

Es el trabajo de Dios, en la conciencia de todos los seres, en los cuatro reinos naturales, mediante el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, que, simultáneamente expresan conocimiento y fe, sabiduría inspirada y poder creador que realiza lo pensado.

Dios es el pensamiento eterno; el hombre, el realizador, mediante la acción, del contenido de ese pensamiento, mediante los planes de la Divinidad, para cada ser, en la expansión infinita de la Creación Universal.


Adelante.

domingo, 28 de julio de 2013

ETERNOS APRENDICES –II-: -El valor de ser aprendiz en la eterna polarización universal-. -Los afines se encuentran, aunque físicamente no se conozcan, -en Espíritus, sí, con certeza-, para recorrer la misma senda del progreso universal, como "Eternos Aprendices" de la prudencia de los valores universales, o atributos de la Divinidad, sustento de la Ley Cósmica impresa en la conciencia de cada ser, para vivir en armonía con la naturaleza y con todos los seres de los cuatro reinos naturales-. Giuseppe Isgró Cattafi


  ETERNOS APRENDICES –II-

-El valor de ser aprendiz
en la eterna polarización universal-

©Giuseppe Isgró C.


Todo trabajo de cooperación lo es, también, de aprendizaje; recordando que cada ser tiene libre albedrío, y por lo tanto libertad de adherir, o no, a las ideas que se transmiten. La búsqueda de seguidores quizá sea de secundaria importancia.
Lo importante es sembrar las verdades universales trascendiendo toda doctrina por excelente que sea, ya que todas conforman la Doctrina Universal, y toda la doctrina universal desarrollada en todos los mundos habitados del universo, por muy elevados que sean, es sólo una ínfima parte de lo que, durante toda la eternidad, en el eterno presente, se irá desarrollando, encontrando siempre un más allá, como consigna de óptima percepción. De manera que, todo el saber acumulado hasta ahora, no deja de ser una simple bagatela en relación al infinito camino de estudio –sin límites de ninguna naturaleza- que, aún, queda por delante.
Esa edad de oro que anunciaban los grandes utopistas del siglo XX, entre ellos Aldous Husley, Henry Poincare, H. G. Wells, y George Bernard Shaw, para el año 30.000 de nuestra era, será apenas entonces cuando encontraremos el terreno abonado para que, a partir de ese momento se pueda comenzar a realizar el auténtico trabajo a que está destinado el planeta tierra. Por lo cual, mucho es lo que hay que sembrar para hacer realidad esa edad de oro en torno al año 30.000.

Hay que prepararse para muchísimas reencarnaciones más para transformar al planeta tierra en el mundo con el que soñamos vivir.
Empero, más que para enseñar es para aprender, que nos encontramos en la dimensión física de la vida, ya que el único Maestro es el Creador Universal quien, a nivel de la conciencia de cada ser, en los cuatros reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral, es quien enseña por medio de los sentimientos análogos a los valores universales, o atributos divinos, -Axiología-.
Cada uno es un instrumento de la voluntad divina.
Cada quien en su propio nivel de aptitudes, es utilizado según la vocación que le anima, y ubicado en nuestro propio orden por la ley de afinidad, que es exacta en sus funciones ordenadora del universo. Esto determina que lo que, en ocasiones, parezca un caos, no es sino un orden perfecto, en perfecta concordancia con las sumas existenciales de los seres y circunstancias inherentes. A partir de esas situaciones específicas, que constituye la realidad tangible, debajo de las apariencias, es de donde se inicia el proceso de restablecer el nuevo orden anhelado, o debido, en la eterna polarización.
En un mundo donde las mayorías de los seres humanos se creen maestros, apreciar el verdadero valor de ser un aprendiz aporta beneficios incalculables.
Entonces, -de que sirve tratar de enseñar nada a nadie? Sin embargo, si nuestro mensaje tiene algo de valor, lo reflejará el ejemplo de nuestra conducta, y eso enseñará más que cualquier otra cosa. Los resultados son los que cuentan.
Sembremos, con desapego; dejemos que la gente viva su propia vida, sin imposiciones de ningún tipo de ideas, o doctrina.
No tiene ninguna importancia que la gente del planeta tierra siga una determinada rama filosófica con preferencia de otra, en la Doctrina Universal, que las engloba todas, y es un deber conocer todo lo que es inherente a la verdad universal. El taoísmo, el sufismo, el budismo zen, el yoga, la teosofía, el espiritismo, la masonería, la axiología, o ciencia de los valores, están entre las excelentes corrientes de pensamiento en el planeta tierra, entre numerosas otras.
Pero, sí tiene gran importancia que la gente sea virtuosa, al margen de la corriente de pensamiento que siga, y encuentre el sentido de la vida en el planeta tierra. Que adquiera conciencia de que eternamente continuará aprendiendo sin agotar jamás ninguna fuente de conocimiento, y de que la reencarnación ofrece la certeza de un nuevo aprendizaje en la siguiente existencia, ad infinitum.
El mensaje que engloba la definición de la Masonería Universal me gusta mucho, -como objetivo, o ideal de vida, que sigue todo hijo –o hija- de la luz-: El estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes, y la práctica de todas las virtudes.
Uno de los puntos fuertes de la Doctrina Universal es la de los valores universales -Axiología-, cuyos elevados expositores han sido Homero, Confucio, Sidharta Gautama, Platón, Plutarco, Plotino, Cervantes, Allan Kardec, Joaquín Trincado, Victor Hugo, Amalia Domingo Soler y Max Scheler, entre otros.
La percepción de Joaquín Trincado, en su Código de AmorUniversal, presenta aspectos originales en la interrelación de la ley de amor, como ley matriz de la naturaleza y síntesis de la ley cósmica, y las leyes coadyuvantes de la de amor, como son la de afinidad, la de justicia, la de igualdad –en la ley y ante la ley- y la de compensación, vinculados con la ley de reencarnación y la ley del eterno progreso universal.
Los grandes utopistas, entre ellos los antes mencionados, opinan que el estudio fundamental de la humanidad del año 30.000 de nuestra era, en adelante, -cuando se dispondrá de mayor tiempo libre-, será el de los valores universales.
El eterno aprendiz debe conocerlo todo; sembremos lo que esté a nuestro alcance, dejando en libertad a cada persona que siga libremente el curso de sus pensamientos. 
Si el Creador Universal tuvo confianza de dotar a cada ser de libre albedrío es porque sabe lo que hace. 
Cada quien, por la inspiración y trabajo creador que el mismo Creador Universal realiza dentro de la conciencia de cada ser -en los cuatro reinos naturales- por el lenguaje de los sentimientos análogos a los valores universales, -dentro de la conciencia-, y por los elementos coercitivos y coactivos de la Ley Cósmica dentro de la misma conciencia, así como por medio de la fuerza de empuje y la de bloqueo, el Ser Universal se va ocupando de cada quien -por la ley cósmica- para que, oportunamente, adquiera la luz que precise y realice la obra que –libremente-, asume en el quehacer cósmico.
El anhelo de progreso universal –mecanismo de la ley de ambición- impulsa a cada ser, en los cuatro reinos naturales a seguir ascendiendo en la espiral evolutiva del universo. El objetivo que anima a cada ser es el adquirir niveles más elevados en todos los estados de conciencia. Los sufíes percibieron en forma admirable este aspecto cuando hablan de los estados y las estaciones de la conciencia. Los estados son todos los valores universales, o atributos divinos, y las estaciones, los infinitos grados de percepción de la verdad universal y el poder creador inherente, en cada uno de los estados de conciencia.
En algunas ocasiones el Ser Universal utiliza a cada ser individual, en los cuatro reinos naturales, para impartir la tenue luz que pueda tener en alguna ínfima área del saber humano. Pero, la mayoría de las veces, es a nosotros mismos que nos auxilia cuando por “aparente casualidad” entramos en contacto con personas que, a veces sin darse cuenta, nos aportan el aprendizaje que precisamos.
Es preciso sembrar. Homero sembró hace 3.100 años con su Ilíada y la Odisea, esta última una de las mejores obras de todos los tiempos, y contribuyó a crear la edad de oro griega unos 600 años, y más, en sentido lato, después. Platón, sigue siendo desconocido después de 2.300 años. Cervantes, con todas sus obras, entre ellas el Quijote y las Novelas Ejemplares, seguirá inagotable por muchos milenios. Allan Kardec, con el Libro de los Espíritus, -la obra cumbre del pensamiento universal- seguirá vigente, dentro de muchos milenios; por nombrar solamente algunos. Todo lo que está a nuestro alcance estudiar, como herencia cultural en el planeta tierra, no alcanzarían mil vidas para agotar su caudal. Cuánto más nos faltará por aprender de aquellos mundos que, existiendo una eternidad por detrás nuestro, están una eternidad por delante de nosotros?
Es preciso forjase el objetivo de que, vida tras vida, mientras se cultiva el propio aprendizaje, y se realiza la respectiva misión, en cada época deberán sembrarse las semillas de los frutos que se van cosechando para contribuir en la creación del mundo que, en cada nueva reencarnación, cuando se vuelva al planeta tierra, se quiera encontrar.

Pero, el peso del mundo, y del universo, lo tiene el Creador Universal sobre sus hombros -metafóricamente hablando-.
Si solamente nosotros fuésemos capaces de librarle del trabajo de que se ocupe de nosotros, ya sería un avance. Pero, quién se atrevería a decir que ya somos auto-suficientes, y que ya no precisamos más que se ocupe de nosotros.
El verdadero trabajo lo realiza el Creador Universal por intermedio de todos los seres, por la inspiración de los sentimientos de los valores universales dentro de la conciencia.
Si usted se encuentra animado en la misión que le entusiasma, usted tiene por delante, por lo menos quince años, o más de preparación, hasta que su mensaje alcance la densidad necesaria que justifique que alguien le lea, o siga su enseñanza en algún grado como efecto catalizador. No hay nada extático en el universo y se avanza en una eterna polarización, en la medida que se va adquiriendo conciencia de la ignorancia de determinados aspectos de la verdad universal. Adquirida esa conciencia, se pasa de una estación a otra más elevada en el propio estado perceptivo. El ser emana perfecto a la conciencia individual desde el Ser Universal; lo que va desarrollando ad infinitum son sus estados de conciencia, o atributos divinos, y las estaciones mentales, o grados de percepción. 
Igualmente ocurre con el poder creador potencialmente  infinito que posee, el que va expresando en la medida que afronte necesidades y anhelos de resultados de mayor envergadura en los estados de conciencia. 
Van paralelos los niveles perceptivos de la conciencia y el grado de poder creador que va expresando, en un momento dado.
Pero, hay que empezar, y ya se ha hecho hace miles o millones de existencias previas. Es preciso dar el primer paso, y mientras aprendemos transmitimos, compartimos, y hasta nuestras imágenes mentales, ideas y pensamientos, por efecto de las resonancias magnéticas, están cumpliendo su función de sembrar nuevas ideas -sin esfuerzo alguno-, por transmisión natural, comunicando telepáticamente contenidos mentales.
Para trascender hay que emanciparse de las doctrinas particulares, y abocarse al estudio de todas las doctrinas, para que nuestras ideas adquieran consistencias y sean de valor, en primer lugar para nosotros; en segundo lugar, para quien, voluntaria y libremente quiera aprovecharla.
Se tiene por delante un reto apasionante. Homero, Platón. Séneca y Cervantes escribieron para miles de generaciones posteriores; para que usted, o cualquiera de nosotros pueda trascender y lograr que la inherente labor que compete a cada quien sea útil, en el espacio y en el tiempo, a las personas de todas las ideologías, se necesita un largo período de aprendizaje.
Usted forma parte de la nueva generación de jóvenes destinado a proyectar el mensaje de los valores universales. Todos, somos trabajadores del mismo Taller Universal, con un propósito y objetivo común: Ser Maestros de la Creación; aunque, en mi opinión, lo que el Creador legisló desde la eternidad para la eternidad, es la misión de ser ETERNOS APRENDICES, es decir, llegar a graduarnos de Aprendices de la Creación. Cuán lejos estamos de ser auténticos aprendices! Empero, en el eterno presente, esa es la misión inherente a cada ser en los cuatro reinos naturales. 

Adelante.