sábado, 27 de febrero de 2010

LA TETRATKIS PITÁGORICA





TETRATKIS PITÁGORICA

©Giuseppe Isgró C.


-¿Qué es la Tetratkis? Para comprenderlo fácilmente, vamos a referirnos a la tétrada, la cual está representada por el tetraedro, o pirámide triangular, conformada por cuatro caras, tres laterales y una que constituye su base.
Representa al ser humano, como universo en miniatura, -o microcosmos-, que contiene todo lo existente en el Gran Universo o Macrocosmos, dentro del cual, en armonía con el todo, se desenvuelve.
La tétrada, es equivalente al Tetragrama, cuyas cuatro letras: Yod, hé, vau, hé, simbolizan el nombre inefable del Creador.
Constituye el cuaternario, expresado por la Monada, la Díada, la Tríada y la Tétrada, cuya suma de los cuatros números es decir: 1 + 2 + 3 + 4 = 10; donde, el diez, representa la Tetratkis pitagórica, que simboliza la fuente perenne de la naturaleza. También, se expresa mediante un triángulo con diez puntos interiores que significan, uno, la Monada, dos, la Díada, tres, a la Tríada, y cuatro, el cuaternario.
Como lo señala la Doctrina Universal, todo se origina de la Unidad, es decir, el Creador Universal; se expresa a través de la Díada –la polaridad, en sus variantes-; se manifiesta en la Tríada, -es decir: Espíritu, alma y cuerpo-; y actúa en el Cuaternario: la unidad en el todo; el todo, en la unidad.
La tétrada, está simbolizada por el triángulo y el punto en el centro, que equivale al ojo que todo lo ve.
Las tres caras laterales de la tétrada, simbolizan el espíritu, el alma y el cuerpo.
El espíritu es la vida; es inmortal y eterno, emanado del Creador Universal y constituido de su misma naturaleza espiritual. Conforma una unidad perfecta e indisoluble con Él, cuya conciencia de la misma canaliza el poder y la sabiduría de los atributos o valores.
El mecanismo de las necesidades y la planificación de los objetivos por realizar activan, automáticamente, en el grado acorde, su poder potencialmente infinito.
El alma es la intermediaria entre el espíritu y el cuerpo y le sirve de enlace. Tiene una cualidad importante: es elástica, la cual le permite, al espíritu, emanciparse del cuerpo y llegar, sin límite de espacio ni de tiempo, a cualquier lugar en donde se encuentre la información que precisa.
En el alma, los sentimientos se expresan como emociones, en cualquiera de sus dos polaridades, y se encuentran representados por los dos ángulos que permiten unir el triángulo que representa al alma, con el respectivo lado de la base del tetraedro, cuyo equilibrio en el vértice viene expresado como felicidad, equilibrio y armonía.
El cuerpo, representa el vehículo en el mundo de la manifestación física y simboliza el tercer triángulo de la tétrada.
En cuanto al cuerpo y a la polaridad que expresa toda manifestación, simbolizada por los dos ángulos inferiores, uno representa las fuerzas creadoras; el otro, las fuerzas destructoras.
El equilibrio entre la polarización de estas fuerzas opuestas constituye la salud y el bienestar físico y mental.
En el dominio del alma, las emociones, equivalentes a los sentimientos experimentados por el espíritu, son de polaridad polivalente, es decir: positivos y negativos. Según sean las acciones ejecutadas en correspondencia con una de las dos polaridades expresadas, se obtiene la alegría del deber cumplido o la insatisfacción creadora.
Alegrías o desilusiones emocionales están representadas en la segunda cara lateral de la tétrada, por los dos ángulos inferiores.
Las tres caras de la tétrada simbolizan el ser humano, tendientes a la unidad por la expresión del equilibrio, quien rige y debe hacerlo, siempre, los tres ámbitos de la realidad, a nivel físico, anímico y espiritual, en los estados de potencialidad, de creación y de manifestación.
La voluntad, que, en armonía con el universo, expresa la del Supremo Artífice, encuentra su asiento en la cúspide de la pirámide, desde cuya posición domina toda la estructura de la manifestación, dando estabilidad y equilibrio al conjunto.
Por ejemplo: en el cuerpo, el equilibrio se expresa como salud. En el alma, como armonía, y, en el espíritu, como conciencia intuitiva, confianza y entusiasmo.
Para el espíritu, la verdad, acorde con los valores universales, en todas sus variantes, constituye el polo positivo, siendo la única que proporciona al pensamiento la certeza que se refleja como paz y equilibrio en la conciencia.
Verdad y error tienen su representación en los dos ángulos inferiores del tercer triángulo.
La cúspide del tercer triángulo es el equilibrio del centro, otorgando al espíritu la serenidad, la templanza y el autodominio total, manifestándose en el cuerpo como salud perfecta y en el alma, como felicidad suprema, termómetro que refleja el perfecto equilibrio que, siempre, debe imperar de acuerdo con los designios del Gran Arquitecto del Universo.

Adelante.

RECTA ATENCIÓN





RECTA ATENCIÓN
(NOBLE SENDERO ÓCTUPLE)

©GIUSEPPE ISGRÓ C.

 El objetivo esencial del ser humano, en la vida, es percibir la realidad inherente a cualquier etapa evolutiva en la cual se encuentre, en un momento dado.
La facultad mental que permite alcanzar este resultado, de una manera efectiva, es la recta atención.
Esto significa que, frente al entorno físico en que interactúa y a la dimensión espiritual con la cual se encuentra vinculado, aun sin percatarse de ello, el ser humano está dotado de un mecanismo de necesidades que le impelen a realizar actos conducentes a su satisfacción.
Este mecanismo de necesidades contempla, en primer lugar, el logro de objetivos existenciales que como misión de vida trae el ser humano de acuerdo al pensum cósmico de desarrollo, en el planeta, y en una etapa determinada.
Paralelamente, un conjunto de necesidades que deberá llenar para su propia supervivencia en el planeta y la de los demás miembros de su familia y de la humanidad, en general, además de la de las demás especies en los diferentes reinos naturales.
En primer lugar, la persona debe prestar atención a las necesidades que va experimentando, para identificarlas y jerarquizarlas, de manera que las pueda abordar por su orden de prioridad.
Una vez identificadas las necesidades que experimenta y debidamente jerarquizadas, es preciso que preste atención en el entorno para ver dónde se encuentran los elementos que les permitan satisfacerlas.
Esto implica prestar atención al qué, al cómo, al dónde, al quien, al cuándo, al cuánto y al por qué, lo cual le hace iniciar un proceso de contemplación especializada hasta que identifica lo que necesita, centrándose, acto seguido, en ello.
Aquí reside la clave de la recta atención. Es un enfoque de la conciencia o de la facultad perceptiva con un objetivo específico de búsqueda hasta que lo encuentra y lo aprovecha de la mejor manera posible.
Es decir: debe ser una atención orientada a la búsqueda de un resultado previamente determinado, y que además contribuya de manera adecuada a satisfacer la necesidad experimentada y que, al mismo tiempo, lo haga respetando los derechos de terceras personas.
Cuando no existe un objetivo de búsqueda determinado la mente centrará la atención a cualesquiera de los múltiples estímulos del medio ambiente, con lo cual, en vez de acercarse a la meta lo más seguro es que se aleje de la misma.
El secreto del éxito integral en la vida consiste en la capacidad suprema de contemplar el entorno en que se actúa y en saber descifrarlo, es decir: captar los elementos que constituyen las fortalezas aprovechables en los aspectos esenciales y las carencias que, llenándolas con servicios o bienes, constituyan una fuente de riqueza en todos los ámbitos existenciales.
Lógicamente, esta contemplación del entorno requiere la posesión de conocimientos de los valores y de las leyes universales, de los principios de la economía y sus respectivos ciclos económicos e históricos y de la meta-historia y de las diferentes ciencias, filosofías y artes que, además de captar los elementos que conforman el entorno, permitan comprenderlos y optimizarlos en obras útiles para todos.
La recta atención implica permanecer alerta a todo lo que ocurre a nuestro alrededor e identificar las señales que tengan importancia para defendernos de cualquier peligro o para aprovechar cualquier oportunidad.
Es necesario estar atento en tiempo presente, ahora, y no evadir nuestra conciencia de lo que nos compete, o distraernos con lo que pudo haber sido o con lo que debimos hacer y no fue hecho; sino en la realidad actual. ¿Qué hay que hacer con lo que tenemos enfrente, ahora? ¿Cuál es el problema? ¿Tiene solución? ¿Cuál es? ¿En cuánto tiempo es posible solucionarlo? ¿Quién puede ayudar para resolverlo? ¿A quién hay que delegárselo? ¿Por qué debemos abordarlo de determinada manera?
La clave fundamental es anclar la atención en la solución. ¿Cuál es la solución para este caso en particular? ¿Cómo resolverlo con efectividad? Es decir, es preciso centrar la atención, positivamente, en la solución, al costo que sea, sin distraerse con cosas secundarias. Esa es la recta atención.
Donde centramos la atención se expande la conciencia perceptiva y permite ver la realidad inherente. Viéndola, es fácil descifrar todos los elementos que conllevan a la solución.
La recta atención permite conservar la serenidad, la calma imperturbable, la impasibilidad por cuanto facilita el dominio de la situación a nivel físico, mental y espiritual. Con la mente serena, la atención se centra en los elementos esenciales y la percepción es nítida, clara, realista y objetiva, sin tergiversaciones, permitiendo ir más allá de las apariencias y encontrar la nuez dentro de la cáscara.
La recta atención implica contemplar:
1. La fuente cósmica: el Creador Universal.
2. Los atributos divinos del Creador Universal, es decir: los valores universales.
3. Los principios y leyes universales.
4. El espíritu inmortal del ser y los atributos espirituales con que está dotados, los cuales son de idéntica naturaleza que los del Creador Universal.
5. El alma humana con su archivo espiritual de incontables ciclos de vida.
6. El cuerpo humano y el mecanismo de necesidades que le es inherente.
7. El entorno en que vive.
8. Los demás seres que conforman ese entorno en los tres reinos naturales.
9. El inmenso universo del cual se forma parte, para tener una perspectiva universal de la vida.
10. Las actividades humanas que se desarrollan en el propio entorno para encontrar los medios suficientes de trabajo y la satisfacción de las necesidades integrales, a nivel físico, mental y espiritual.
11. Conocer todas las ciencias inherentes al conocimiento humano para poder interpretar el mundo en el que se vive y el universo del que se forma parte.
12. De los múltiples e incontables estímulos que se reciben del entorno y del propio mundo interior, la recta atención permite enfocar la facultad perceptiva a todos los elementos que despiertan el propio interés para profundizar el conocimiento de los mismos y aprovecharlos de una manera efectiva en todos los ámbitos existenciales.
13. Sin los conocimientos adecuados, -¿cómo interpretar ese mundo del cual formamos partes? -¿Cómo tomar las riendas de la propia vida?
La atención, permite percibir los elementos esenciales en los cuales la centramos, aislando todo lo que escapa a ese enfoque. Es decir, es selectiva. Permite percibir los propios pensamientos, los sentimientos y los conocimientos que se poseen sobre determinada tema, formándose una opinión de las cosas observadas o un cuadro mental sobre las mismas, deduciendo otros aspectos inherentes. Permite plantearse objetivos para aprovechar oportunidades o resolver determinadas situaciones, emprender rectas acciones, mantener rectos medios de sustentamiento de vida, sostener esfuerzos rectos y persistentes en pos de los propios objetivos, mantener fija la mirada en el blanco al que se quiere alcanzar y concentrar todos los recursos en la obtención de un resultado prioritario a la vez, realizando, a la vez, la eterna meditación que permite constantes y más elevados grados de iluminación.
La atención en un aspecto determinado, bien sea un objetivo por lograr o una necesidad insatisfecha, permite la polarización que constituye el motor del eterno progreso, es decir: en el momento que deseamos satisfacer una necesidad o realizar un objetivo, enfocamos nuestra atención en los resultados que deben constituir nuestra meta, representando ésta una polarización positiva, mientras que la posición actual en que la persona se encuentra vendría a ser la polaridad negativa.
Es decir, desde el momento en que se descubre una necesidad por satisfacer, la mente centra la atención en la solución y esta representa la eterna polarización por cuyo mecanismo avanzamos por los infinitos grados de progreso.
El enfoque de la atención activa a la ley de atracción con su doble polaridad. La índole de los propios pensamientos, sentimientos, palabras y acciones, activan, simultáneamente, a la ley de atracción, a la ley de aislamiento cósmico y a las leyes del karma y de vipaka, es decir: acción y reacción, creando las circunstancias que conformarán la realidad personal de cada quien.
-II-

Somos, el resultado de nuestra atención, por cuanto en lo que la enfocamos, se expande la conciencia y el poder creador, en su doble polaridad: positiva o negativa.
¿Cómo vemos la botella? ¿Medio llena o medio vacía? ¿Enfocamos nuestra atención en la polaridad positiva o en la negativa? ¿Es recta nuestra atención? ¿Nos distraemos en cosas insubstanciales, o en cambio mantenemos la atención fija en nuestros rectos e inquebrantables propósitos de progreso?
Es indispensable centrar la atención en los pensamientos positivos, constructivos, de fortaleza, de templanza, de belleza, en correspondencia con todos los valores universales. El cultivo de la atención en los pensamientos positivos efectúa una sintonía mental con las mentes afines que conforman la ecología mental integral, y canaliza las fuerzas creadoras universales utilizando a cada quien como canal de manifestación, en la respectiva polaridad.
La atención en cada uno de los valores universales –o atributos divinos- permite expandir la conciencia de la sabiduría que le es inherente a cada uno de ellos, permitiendo el conocimiento que servirá de guía en todas las acciones humanas. A la vez, la comprensión de los valores universales permite la de las leyes cósmicas, de las cuales constituyen el respectivo soporte. Teniendo conciencia de la sabiduría de los valores universales, la persona podrá ejercer la práctica de los las virtudes y constituirse en un instrumento idóneo de la voluntad del Creador Universal.
Es preciso que la persona contemple su ser a nivel físico y comprenda el mecanismo de necesidades que le rige, de manera que, en cualesquiera de los niveles en que se encuentre, en un momento dado, bien sea de necesidades básicas, de seguridad, afectivas o sociales, de estimación, propia o ajena, o de autorrealización, pueda, concientemente, expresar de manera efectiva el respectivo poder potencialmente infinito del cual se encuentra dotada.
Paralelamente, es preciso que enfoque la atención en las facultades espirituales de las que está dotado el espíritu humano –y el espíritu de los seres en los tres reinos naturales-; es indispensable que comprenda estas facultades con que le ha dotado la naturaleza de las cosas, por ejemplo: intuición, inspiración, desdoblamiento, clarividencia, clariaudición, premonición, sueños, imaginación, visualización, memoria, materializaciones, transfiguraciones, telepatía o comunicación de contenidos mentales, autosugestión, meditación, concentración, etcétera.
Es decir, debe conocer su cuerpo, su espíritu y el universo del que forma parte.
Además, por medio de la relajación y de la meditación, interiorizando la atención a esos niveles expandidos de conciencia que le permita leer contenidos mentales en su propio archivo espiritual o en el de los seres afines, cuyas percepciones debidamente registradas en la conciencia objetiva, permitan la unificación de conciencia que amplíe la visión existencial y del universo del que se forma parte integral.
Es preciso que centre, también, la atención en la fuente de la cual ha emanado, es decir: el Creador Universal, en una espiritualidad directa sin intermediarios, para adquirir la conciencia de la unidad. En la medida en que enfoca la atención en la fuente, se expande la conciencia perceptiva del Creador Universal y de sus atributos divinos, con lo cual comienza a percibir la comunicación constante de Él dentro de la propia conciencia por medio de los sentimientos análogos a los valores universales, por cuyo intermedio el Creador cumple sus funciones de Pedagogo Universal.
Esto significa que es preciso centrar la atención en la propia conciencia, replica de la del Creador Universal dentro del ser, en la cual Él se expresa por medio de los sentimientos análogos a los valores universales, sirviendo de guía en todas las situaciones y acciones humanas. La recta atención a los sentimientos expresados dentro de la conciencia humana constituye la guía más certera en todos los ámbitos existenciales.
Se hace necesario centrar la atención en la templanza y en el autodominio, para conservar el equilibrio en todas las cosas, vivir con buen humor, actitud agradecida frente a la vida, sosiego, serenidad, confianza, certeza mediante la expectativa positiva, disposición a la acción suficiente y oportuna, buena voluntad frente a todos y a todo, amor, humildad, sentido de justicia y equidad, y disposición al servicio, dando lo mejor de sí para recibir lo mejor de los demás.
Donde enfocamos la atención abrimos una ventana perceptiva de la mente tanto en el mundo exterior como en el interior.
La atención debe ser:
1. Expectante: con enfoque positivo, por cuanto atrae a los elementos coadyuvantes análogos y repele a los contrarios y viceversa, si la polaridad es negativa Por tal razón, cuando los resultados son insatisfactorios, en cualquier área de interés, es preciso un cambio de enfoque, centrando la atención en la polaridad positiva y en la solución, y automáticamente, se canalizarán las energías creadoras positivas que vendrán en ayuda de quien las activas mediante los rectos e inquebrantables propósitos, y de la recta atención.
2. Trascendente: es decir, que permita ver más allá de las apariencias, trascendiendo la capacidad de razonamiento de la lógica inductiva y deductiva para que por medio de la intuición y de la inspiración se perciba el qué, el cómo, el dónde, el cuándo, el quién, el cuánto y el por qué que faciliten la solución a toda situación que precisa resolverse, canalizando el poder potencialmente infinito en el grado suficiente.
3. Deliberada: Es decir: atención voluntaria sobre un determinado objetivo.
4. Involuntaria: Por efecto de los estímulos físicos del medio ambiente sobre alguno de los sentidos; o por acción de un efecto físico o mental. Cualesquiera de ellos que se puedan experimentar podrían, fácilmente, distraer la atención de lo esencial a cosas intrascendentes, o, posiblemente, enfocarla sobre aspectos que aporten elementos necesarios al fin perseguido. La propia disciplina mental y el autodominio permitirán reorientarla sobre lo que realmente importe, manteniendo el rumbo a la meta previamente establecida.
5. Objetiva: es decir, realista, sin exagerar las cosas ni subestimarlas, dimensionándola en su realidad objetiva, cuantificándola y calificándola, de manera de abordarla con toda la energía creadora y recursos necesarios, en el tiempo oportuno.
6. Subjetiva: es decir, contemplarla desde el punto de vista espiritual y de los valores universales, para percibir su grado de justicia y ecuanimidad, y demás virtudes inherentes. La percepción subjetiva permite observar elementos que trascienden la percepción física por medio de los cinco sentidos y la de la lógica inductiva y deductiva.
7. Selectiva: debe centrarse en una cosa a la vez.
8. Estimulante: enfocando siempre el lado constructivo de las cosas y de las situaciones.
La recta atención, facilita la percepción intuitiva por cuanto todo destello de idea creativa en la propia mente es detectado y registrado, aprovechándolo de forma adecuada.
La recta atención permite observar esas inspiraciones que van aflorando en la conciencia y que aportan la solución en gran número de caso; esto es lo que transforma a una persona normal en un genio.
La recta atención permite permanecer impasible frente a los múltiples estímulos del medio ambiente que dejan de relacionarse con los elementos coadyuvantes a los propios propósitos.
La recta atención permite dedicarse con amor a cualquier actividad digna antepuesta como objetivo hasta transformar el fruto del propio trabajo en una obra maestra.
La recta atención debe centrarse en lo que se tiene, con actitud agradecida, para multiplicarlo en mayor grado.
Debe centrarse en el silencio interior, por cuanto, en la propia conciencia es donde se expresa la voz de Dios mediante los sentimiento análogos a los valores universales.
Precisa centrarse en las propias cualidades positivas, para potenciarlas en una constante practica de todas las virtudes.
Enfocar la atención en la intención justa detrás de cada propósito, propio o ajeno.
Por último, centrarla en el constante recuerdo del Creador Universal para adquirir conciencia de la unidad perfecta e indisoluble que conformamos con Él, en el eterno ahora, donde cada uno de nosotros es, al mismo, tiempo, el caminante, el camino que conduce a la fuente y la fuente.
Desarrollando la recta atención se adquiere el dominio perfecto y absoluto de sí y de todas las circunstancias que afrontamos en cada etapa existencial.
Es necesario aprender a ver, oír, sentir, oler y gustar con atención tanto en el mundo circundante como en el silencio interior.
La recta atención es estimulada por: las características exclusivas de las cosas, los beneficios y las ventajas inherentes, los atributos intrínsicos y los valores universales, bajo cuyas directrices adquiere la excelencia requerida en todos los casos.
Programación de la recta atención:
o Entro en el nivel perfecto de la recta atención. (Tres veces).
o Ahora estoy ya en el nivel perfecto de la recta atención (Una vez).
o Permanezco en el nivel perfecto de la recta atención todo el tiempo que sea necesario para percibir en profundidad todos los elementos esenciales de: (mencionar el tema objeto de estudio o análisis).
o O, bien: Permanezco en el nivel perfecto de la recta atención durante: (señalar el tiempo) para realizar en forma excelente el siguiente trabajo: (describirlo).
o Dar por hecho la programación y poner manos a las obras.

Adelante.

miércoles, 24 de febrero de 2010

RECTOS ESFUERZOS


LAS TRECE CLAVES DE:
RECTOS Y PERSISTENTES ESFUERZOS
(NOBLE SENDERO ÓCTUPLE)

©GIUSEPPE ISGRÓ C.




La clave esencial que debería constituir la regla de oro para quien siga las enseñanzas de la Doctrina Universal, es la de hacer una cosa a la vez, por su respectivo orden de prioridad, previamente jerarquizado.
¿De qué sirve realizar, en un día, diez cosas diferentes, dar la apariencia de haber trabajado intensamente, y al final de la tarde, la tarea que atosigaba sigue pendiente de hacer?
Aunque sea una sola cosa la que realices en un día de intenso trabajo, que ella sea la que contenga el mayor grado de importancia; las demás deberán esperar su respectivo turno. Pero, procediendo de esta manera, todas las cosas se realizan con efectividad y en poco tiempo se tendrá el trabajo al día y las metas estarán ya alcanzadas o en vía de hacerlo, oportunamente.
Igual método debe regir el propio desempeño en cuanto al fin perseguido. Es preciso centrar la atención a un solo objetivo a la vez, de acuerdo a su orden de importancia. No se pueden recorrer dos caminos diferentes al mismo tiempo; es indispensable elegir uno y seguirlo hasta alcanzar la meta. Después de lo cual, puede centrarse, cada quien, en el siguiente objetivo.
Antes de culminar la realización de un propósito, jamás debe emprenderse uno nuevo. Es decir, encontrándose a mitad del juego en curso, nadie debe retirarse de la partida, gane o pierda, hasta terminarla; de esta manera se habituará a concluir, satisfactoriamente, cualquier acción que emprenda.
Aquí encontramos la segunda clave del recto y persistente esfuerzo. Jamás debe emprenderse tarea alguna si no se tiene la firme decisión de concluirla con éxito. Dado el primer paso, debe continuarse, con expectativas positivas, hasta haber concluido los siguientes 999. Uno a la vez, se termina por darlos todos, afianzando la propia capacidad para concluir, exitosamente, cuanto se emprende en la vida, lo cual se reflejará en la faz del triunfador o de la triunfadora.
Cada acción y esfuerzo desplegados, debe darse en sentido de la meta. Todo trabajo debe realizarse con el contentamiento divino, es decir, con alegría, amor, buen humor y gratitud anticipada por los resultados satisfactorios y por la oportunidad de crecimiento que implica.
El trabajo es el mayor bien que posee todo ser en los tres reinos naturales.
Es preciso calcular bien el esfuerzo que cada tarea requiere antes de emprenderla. Si la culminación de un proyecto requiere mayor tiempo del que toda tarea promedio precisa, es preferible renunciar a ella. Si la época en que se recibe el ofrecimiento del trabajo por realizar no corresponde al mejor período de acuerdo con la realidad del mercado, es preferible posponerla hasta que las condiciones sean favorables o normales, por cuanto, si se asume la tarea y pasa el tiempo previsto para su conclusión sin obtener los resultados esenciales, se pagará un costo de ineficacia que todo profesional exitoso rehusará de asumir, por cuanto, la siguiente vez se le dejará de elegir como canal idóneo.
Esto implica que en todo trato debe acordarse el lapso suficiente para realizar bien la obra en el mejor o en el menos favorables de los casos, y debe hacerse mediante contrato por escrito, debiéndose reflejar las condiciones, remuneraciones, las formas de la negociación o variantes de la obra, según el caso, de manera que, puestas las manos a la obra, el profesional sea autónomo en su ejecución, asumiendo tanto la autoridad como la responsabilidad de los resultados que deben ser logrados.
El esfuerzo debe ser administrado por la persona que lo realiza de acuerdo a su propia visión y sin inherencias de nadie; si ese libre ejercicio es manipulado por la parte que delega el trabajo, se debe descontinuar el trato, por cuanto con una persona nerviosa y con expectativas negativas en la parte opuesta, los resultados pueden correr el riesgo de ser obstaculizados.
Haciendo todo lo que haya que hacer, en cualquier obra por realizar, en el tiempo correctamente previsto, se asegura el 80% de su realización. El resto, en un lapso breve, adicional, se concluirá con éxito. Algunas veces se obtiene el resultado al inicio; otras, al final, empero, obtenido en el lapso previsto, siempre será un resultado exitoso.
La tercera clave, es: la expectativa positiva de los resultados. Creer que en el tiempo previsto, serán alcanzados. Actuar como si…los mismos fuesen ya logrados desde el primer instante. El resto vendrá por añadidura, si se hace todo lo que debe hacerse, oportunamente.
Dentro del esfuerzo desplegado, el qué, el cómo, el cuándo, el quién, el cuánto y el por qué, irán surgiendo perceptivamente como intuiciones o inspiraciones y la fuerza de empuje y la de bloqueo determinarán que cada quien se encuentre en el lugar correcto, haciendo la cosa debida, en el momento oportuno.
Quien haya desarrollado la maestría personal en la ejecución de la obra, cualquier tarea, por compleja que sea, sabe como llevarla a cabo con la menor aplicación de esfuerzo y recursos, y en forma silenciosa, con naturalidad, sin vanagloriarse por ello, es decir, con humildad o sencillez. No tiene porque demostrar nada a nadie. Le basta su propia auto-aceptación.
En el recto y persistente esfuerzo, la paciencia es la cuarta clave. Todo a su debido tiempo, una cosa a la vez, por su orden prioritario. Empero, hay que darle tiempo al tiempo. De que sirve remover la tierra donde se ha plantado la semilla para ver si ha germinado. Oportunamente, ella brotará por si sola. Si por la impaciencia se remueve el suelo, se obstaculizará su brote y así ocurre en todas las realizaciones.
Es preciso dar el primer paso para vencer la fuerza de inercia, después de lo cual la misma fuerza de inercia mantendrá el ritmo del movimiento hasta alcanzar la meta. Puestos en acción, en la medida en que las cosas exigen mayor desempeño, las fuerzas emergerán del interior casi sin percatarse, por cuanto el poder potencialmente infinito que se posee se va expresando en la medida en que se le requiere, de acuerdo a las circunstancias. Desde el momento en que se emprende la realización de la tarea, es porque se está en condiciones de concluirlas, siendo indispensable persistir a fondo, y en el momento en que las propias energías parecen agotarse, si se persiste sin abandonar, se activarán las fuerzas creadoras internas, en conexión con la fuente, y emergerá el poder suficiente para culminar la obra en el tiempo previsto, surgiendo las coincidencias que aportan los recursos y las personas coadyuvantes de donde menos se espera.
La quinta clave: Es preciso actuar persistentemente en la búsqueda del resultado dejando que la vida aporte el canal adecuado, por cuanto ella conoce mejor, en cada caso, el que corresponde.
Se requiere abordar cada tarea estando conciente de que requerirá el esfuerzo total y no subestimando el mismo. Si se enfoca cada caso como si fuese más difícil de lo que realmente es, con toda seguridad se concluirá con éxito; empero, si se hace creyéndolo más fácil de lo que es, cuando se perciba la verdadera dificultad, ya ha pasado el tiempo real de su ejecución y se pagará un costo de oportunidad que generalmente resulta oneroso, lo cual, es preciso evitar.
Recuerda, la fuerza nace de la lucha. El ejercicio constante desarrolla las propias habilidades. Cada tarea perfecciona la capacidad de desempeño.
Si desplegado el recto y persistente esfuerzo no logra el resultado previsto, es preciso seguir adelante, por cuanto, muchas veces, en vez de lo esperado, se obtienen logros mejores de los previsto. Por eso, es importante no darse jamás por vencidos. Cuando parezca que no habrá de alcanzarse el resultado previsto, si se persevera, aparecerá de donde menos se piensa y espera.
La sexta clave: Aquí entra en juego un recurso interior de gran valor. Generalmente, la persona utiliza la lógica inductiva y deductiva en la realización de una obra determinada; empero, algunas veces, la propia capacidad de razonamiento conduce a un lugar donde pareciera que no se puede ir más allá del mismo. En estos casos, el 80% de las personas, abandonan. El 20% de quienes persisten, al llegar a un muro casi imposible de traspasar, se aquietan, y, por un momento, piensan en otra cosa, dándole tiempo a la mente para serenarse y tranquilizarse, buscando, intuitivamente, el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto y el por qué; algunas veces, unos dicen: -“Lo consultaré con mi almohada”-. Lo cierto es que, en un momento dado, surge la idea clara de cual es la mejor manera de concluir la obra empezada y los elementos coadyuvantes afloran de donde menos se esperan. La persona experimenta una fuerza de empuje o de bloqueo que le hace estar el lugar correcto, haciendo lo que debe, en el preciso momento. Esto represente la trascendencia de la conciencia objetiva a la subjetiva.
El genio aflora siempre si se persiste en el recto esfuerzo en pos de la obra antepuesta como objetivo.
El recto y persistente esfuerzo siempre conducirá, a toda persona que no abandona a mitad de camino, a la anhelada meta.
La séptima clave: La concentración en la realización de la obra activa el poder suficiente para concluirla, realizando el esfuerzo pertinente, en cada caso.
El esfuerzo debe ser desplegado con sabiduría, es decir, conociendo de antemano donde debe aplicar la energía, los recursos y el trabajo respectivos. Es decir: donde debe dar el golpe de martillo y la potencia requerida en cada caso. Es el recto esfuerzo: ni más ni menos de lo necesario.
El recto esfuerzo aporta la energía para culminar la obra. Esa energía fluye con fuerza imparable cuando es necesario; mientras que otras veces pareciera estar bloqueada, evitando el exceso que resultaría inútil al fin propuesto.
La octava clave: Para disponer de la energía suficiente para el esfuerzo pertinente, es necesario que la persona tenga un régimen alimenticio adecuado, que duerma en forma tal que cada mañana haya recuperado las fuerzas, que medite para que la visión correcta aflore en la conciencia, que la concentración le permita aplicarla en un punto a la vez, y así evitar el despilfarro, y trabajando relajadamente, no se malgaste, por efecto de la impaciencia y de la desatención. Se sugiere excluir, total y definitivamente, de la dieta diaria, de por vida: 1) Pollo, huevos, gallina y pavo. 2) Carne de cerdo y sus derivados. 3) Azúcar; pasta y pan, en base a harina blanca refinada. 4) Pimientos. 5) Chamomilla (Manzanilla). 6) Margarinas. 7) Elaborar una dieta de acuerdo con las sugerencias de un médico de cabecera o nutricionista competente.
La novena clave: El recto esfuerzo debe ser sosegado, relajado, sereno, concentrado, ejecutado calmadamente, centrando toda la atención en lo que se hace, para hacerlo bien.
La décima clave: El desapego sigue siendo la clave esencial en el desempeño del recto y persistente esfuerzo, buscando únicamente resultados justos y perfectos para las partes involucradas, en el tiempo oportuno, debiendo resultar indiferente su logro, por un canal determinado, por cuanto, la persona sabe, que haciendo todo lo que debe, oportunamente, el logro será obtenido de la mejor manera posible.
Desplegando el esfuerzo pertinente, todas las cosas se harán en el momento justo y de la mejor manera posible.
La undécima clave: El recto esfuerzo debe estar guiado por un pensamiento positivo, por sentimientos de justicia, belleza, equilibrio, armonía, y en correspondencia de cualesquiera otros valores universales.
La voluntad, la tenacidad, la imaginación, la confianza, la serenidad, el optimismo, el amor, la bondad, el deber, la fortaleza, la templanza, la sinceridad, la flexibilidad, constituyen elementos vigorizantes del recto esfuerzo que conducen a la excelencia en la obtención del resultado anhelado.
La duodécima clave: La visualización creativa, imaginando en la pantalla mental el resultado satisfactorio debidamente alcanzado sin imponer canal de expresión alguno, coadyuva a su manifestación oportuna.
La décima tercera clave: La conexión divina con la fuente, el constante recuerdo del nombre del Creador Universal, la meditación, la relajación, la concentración, los ejercicios de respiración profunda, el estado de ánimo confiado, la propia convicción de que serán alcanzados los resultados, les imprimen vitalidad al recto y perseverante esfuerzo que hacen posible la obtención de cualquier resultado anhelado.
La conexión con la fuente canaliza la luz, la energía, el poder, la sabiduría y el esfuerzo suficiente, siempre, en la realización de la Gran Obra.

Adelante.

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

sábado, 27 de febrero de 2010

LA TETRATKIS PITÁGORICA





TETRATKIS PITÁGORICA

©Giuseppe Isgró C.


-¿Qué es la Tetratkis? Para comprenderlo fácilmente, vamos a referirnos a la tétrada, la cual está representada por el tetraedro, o pirámide triangular, conformada por cuatro caras, tres laterales y una que constituye su base.
Representa al ser humano, como universo en miniatura, -o microcosmos-, que contiene todo lo existente en el Gran Universo o Macrocosmos, dentro del cual, en armonía con el todo, se desenvuelve.
La tétrada, es equivalente al Tetragrama, cuyas cuatro letras: Yod, hé, vau, hé, simbolizan el nombre inefable del Creador.
Constituye el cuaternario, expresado por la Monada, la Díada, la Tríada y la Tétrada, cuya suma de los cuatros números es decir: 1 + 2 + 3 + 4 = 10; donde, el diez, representa la Tetratkis pitagórica, que simboliza la fuente perenne de la naturaleza. También, se expresa mediante un triángulo con diez puntos interiores que significan, uno, la Monada, dos, la Díada, tres, a la Tríada, y cuatro, el cuaternario.
Como lo señala la Doctrina Universal, todo se origina de la Unidad, es decir, el Creador Universal; se expresa a través de la Díada –la polaridad, en sus variantes-; se manifiesta en la Tríada, -es decir: Espíritu, alma y cuerpo-; y actúa en el Cuaternario: la unidad en el todo; el todo, en la unidad.
La tétrada, está simbolizada por el triángulo y el punto en el centro, que equivale al ojo que todo lo ve.
Las tres caras laterales de la tétrada, simbolizan el espíritu, el alma y el cuerpo.
El espíritu es la vida; es inmortal y eterno, emanado del Creador Universal y constituido de su misma naturaleza espiritual. Conforma una unidad perfecta e indisoluble con Él, cuya conciencia de la misma canaliza el poder y la sabiduría de los atributos o valores.
El mecanismo de las necesidades y la planificación de los objetivos por realizar activan, automáticamente, en el grado acorde, su poder potencialmente infinito.
El alma es la intermediaria entre el espíritu y el cuerpo y le sirve de enlace. Tiene una cualidad importante: es elástica, la cual le permite, al espíritu, emanciparse del cuerpo y llegar, sin límite de espacio ni de tiempo, a cualquier lugar en donde se encuentre la información que precisa.
En el alma, los sentimientos se expresan como emociones, en cualquiera de sus dos polaridades, y se encuentran representados por los dos ángulos que permiten unir el triángulo que representa al alma, con el respectivo lado de la base del tetraedro, cuyo equilibrio en el vértice viene expresado como felicidad, equilibrio y armonía.
El cuerpo, representa el vehículo en el mundo de la manifestación física y simboliza el tercer triángulo de la tétrada.
En cuanto al cuerpo y a la polaridad que expresa toda manifestación, simbolizada por los dos ángulos inferiores, uno representa las fuerzas creadoras; el otro, las fuerzas destructoras.
El equilibrio entre la polarización de estas fuerzas opuestas constituye la salud y el bienestar físico y mental.
En el dominio del alma, las emociones, equivalentes a los sentimientos experimentados por el espíritu, son de polaridad polivalente, es decir: positivos y negativos. Según sean las acciones ejecutadas en correspondencia con una de las dos polaridades expresadas, se obtiene la alegría del deber cumplido o la insatisfacción creadora.
Alegrías o desilusiones emocionales están representadas en la segunda cara lateral de la tétrada, por los dos ángulos inferiores.
Las tres caras de la tétrada simbolizan el ser humano, tendientes a la unidad por la expresión del equilibrio, quien rige y debe hacerlo, siempre, los tres ámbitos de la realidad, a nivel físico, anímico y espiritual, en los estados de potencialidad, de creación y de manifestación.
La voluntad, que, en armonía con el universo, expresa la del Supremo Artífice, encuentra su asiento en la cúspide de la pirámide, desde cuya posición domina toda la estructura de la manifestación, dando estabilidad y equilibrio al conjunto.
Por ejemplo: en el cuerpo, el equilibrio se expresa como salud. En el alma, como armonía, y, en el espíritu, como conciencia intuitiva, confianza y entusiasmo.
Para el espíritu, la verdad, acorde con los valores universales, en todas sus variantes, constituye el polo positivo, siendo la única que proporciona al pensamiento la certeza que se refleja como paz y equilibrio en la conciencia.
Verdad y error tienen su representación en los dos ángulos inferiores del tercer triángulo.
La cúspide del tercer triángulo es el equilibrio del centro, otorgando al espíritu la serenidad, la templanza y el autodominio total, manifestándose en el cuerpo como salud perfecta y en el alma, como felicidad suprema, termómetro que refleja el perfecto equilibrio que, siempre, debe imperar de acuerdo con los designios del Gran Arquitecto del Universo.

Adelante.

RECTA ATENCIÓN





RECTA ATENCIÓN
(NOBLE SENDERO ÓCTUPLE)

©GIUSEPPE ISGRÓ C.

 El objetivo esencial del ser humano, en la vida, es percibir la realidad inherente a cualquier etapa evolutiva en la cual se encuentre, en un momento dado.
La facultad mental que permite alcanzar este resultado, de una manera efectiva, es la recta atención.
Esto significa que, frente al entorno físico en que interactúa y a la dimensión espiritual con la cual se encuentra vinculado, aun sin percatarse de ello, el ser humano está dotado de un mecanismo de necesidades que le impelen a realizar actos conducentes a su satisfacción.
Este mecanismo de necesidades contempla, en primer lugar, el logro de objetivos existenciales que como misión de vida trae el ser humano de acuerdo al pensum cósmico de desarrollo, en el planeta, y en una etapa determinada.
Paralelamente, un conjunto de necesidades que deberá llenar para su propia supervivencia en el planeta y la de los demás miembros de su familia y de la humanidad, en general, además de la de las demás especies en los diferentes reinos naturales.
En primer lugar, la persona debe prestar atención a las necesidades que va experimentando, para identificarlas y jerarquizarlas, de manera que las pueda abordar por su orden de prioridad.
Una vez identificadas las necesidades que experimenta y debidamente jerarquizadas, es preciso que preste atención en el entorno para ver dónde se encuentran los elementos que les permitan satisfacerlas.
Esto implica prestar atención al qué, al cómo, al dónde, al quien, al cuándo, al cuánto y al por qué, lo cual le hace iniciar un proceso de contemplación especializada hasta que identifica lo que necesita, centrándose, acto seguido, en ello.
Aquí reside la clave de la recta atención. Es un enfoque de la conciencia o de la facultad perceptiva con un objetivo específico de búsqueda hasta que lo encuentra y lo aprovecha de la mejor manera posible.
Es decir: debe ser una atención orientada a la búsqueda de un resultado previamente determinado, y que además contribuya de manera adecuada a satisfacer la necesidad experimentada y que, al mismo tiempo, lo haga respetando los derechos de terceras personas.
Cuando no existe un objetivo de búsqueda determinado la mente centrará la atención a cualesquiera de los múltiples estímulos del medio ambiente, con lo cual, en vez de acercarse a la meta lo más seguro es que se aleje de la misma.
El secreto del éxito integral en la vida consiste en la capacidad suprema de contemplar el entorno en que se actúa y en saber descifrarlo, es decir: captar los elementos que constituyen las fortalezas aprovechables en los aspectos esenciales y las carencias que, llenándolas con servicios o bienes, constituyan una fuente de riqueza en todos los ámbitos existenciales.
Lógicamente, esta contemplación del entorno requiere la posesión de conocimientos de los valores y de las leyes universales, de los principios de la economía y sus respectivos ciclos económicos e históricos y de la meta-historia y de las diferentes ciencias, filosofías y artes que, además de captar los elementos que conforman el entorno, permitan comprenderlos y optimizarlos en obras útiles para todos.
La recta atención implica permanecer alerta a todo lo que ocurre a nuestro alrededor e identificar las señales que tengan importancia para defendernos de cualquier peligro o para aprovechar cualquier oportunidad.
Es necesario estar atento en tiempo presente, ahora, y no evadir nuestra conciencia de lo que nos compete, o distraernos con lo que pudo haber sido o con lo que debimos hacer y no fue hecho; sino en la realidad actual. ¿Qué hay que hacer con lo que tenemos enfrente, ahora? ¿Cuál es el problema? ¿Tiene solución? ¿Cuál es? ¿En cuánto tiempo es posible solucionarlo? ¿Quién puede ayudar para resolverlo? ¿A quién hay que delegárselo? ¿Por qué debemos abordarlo de determinada manera?
La clave fundamental es anclar la atención en la solución. ¿Cuál es la solución para este caso en particular? ¿Cómo resolverlo con efectividad? Es decir, es preciso centrar la atención, positivamente, en la solución, al costo que sea, sin distraerse con cosas secundarias. Esa es la recta atención.
Donde centramos la atención se expande la conciencia perceptiva y permite ver la realidad inherente. Viéndola, es fácil descifrar todos los elementos que conllevan a la solución.
La recta atención permite conservar la serenidad, la calma imperturbable, la impasibilidad por cuanto facilita el dominio de la situación a nivel físico, mental y espiritual. Con la mente serena, la atención se centra en los elementos esenciales y la percepción es nítida, clara, realista y objetiva, sin tergiversaciones, permitiendo ir más allá de las apariencias y encontrar la nuez dentro de la cáscara.
La recta atención implica contemplar:
1. La fuente cósmica: el Creador Universal.
2. Los atributos divinos del Creador Universal, es decir: los valores universales.
3. Los principios y leyes universales.
4. El espíritu inmortal del ser y los atributos espirituales con que está dotados, los cuales son de idéntica naturaleza que los del Creador Universal.
5. El alma humana con su archivo espiritual de incontables ciclos de vida.
6. El cuerpo humano y el mecanismo de necesidades que le es inherente.
7. El entorno en que vive.
8. Los demás seres que conforman ese entorno en los tres reinos naturales.
9. El inmenso universo del cual se forma parte, para tener una perspectiva universal de la vida.
10. Las actividades humanas que se desarrollan en el propio entorno para encontrar los medios suficientes de trabajo y la satisfacción de las necesidades integrales, a nivel físico, mental y espiritual.
11. Conocer todas las ciencias inherentes al conocimiento humano para poder interpretar el mundo en el que se vive y el universo del que se forma parte.
12. De los múltiples e incontables estímulos que se reciben del entorno y del propio mundo interior, la recta atención permite enfocar la facultad perceptiva a todos los elementos que despiertan el propio interés para profundizar el conocimiento de los mismos y aprovecharlos de una manera efectiva en todos los ámbitos existenciales.
13. Sin los conocimientos adecuados, -¿cómo interpretar ese mundo del cual formamos partes? -¿Cómo tomar las riendas de la propia vida?
La atención, permite percibir los elementos esenciales en los cuales la centramos, aislando todo lo que escapa a ese enfoque. Es decir, es selectiva. Permite percibir los propios pensamientos, los sentimientos y los conocimientos que se poseen sobre determinada tema, formándose una opinión de las cosas observadas o un cuadro mental sobre las mismas, deduciendo otros aspectos inherentes. Permite plantearse objetivos para aprovechar oportunidades o resolver determinadas situaciones, emprender rectas acciones, mantener rectos medios de sustentamiento de vida, sostener esfuerzos rectos y persistentes en pos de los propios objetivos, mantener fija la mirada en el blanco al que se quiere alcanzar y concentrar todos los recursos en la obtención de un resultado prioritario a la vez, realizando, a la vez, la eterna meditación que permite constantes y más elevados grados de iluminación.
La atención en un aspecto determinado, bien sea un objetivo por lograr o una necesidad insatisfecha, permite la polarización que constituye el motor del eterno progreso, es decir: en el momento que deseamos satisfacer una necesidad o realizar un objetivo, enfocamos nuestra atención en los resultados que deben constituir nuestra meta, representando ésta una polarización positiva, mientras que la posición actual en que la persona se encuentra vendría a ser la polaridad negativa.
Es decir, desde el momento en que se descubre una necesidad por satisfacer, la mente centra la atención en la solución y esta representa la eterna polarización por cuyo mecanismo avanzamos por los infinitos grados de progreso.
El enfoque de la atención activa a la ley de atracción con su doble polaridad. La índole de los propios pensamientos, sentimientos, palabras y acciones, activan, simultáneamente, a la ley de atracción, a la ley de aislamiento cósmico y a las leyes del karma y de vipaka, es decir: acción y reacción, creando las circunstancias que conformarán la realidad personal de cada quien.
-II-

Somos, el resultado de nuestra atención, por cuanto en lo que la enfocamos, se expande la conciencia y el poder creador, en su doble polaridad: positiva o negativa.
¿Cómo vemos la botella? ¿Medio llena o medio vacía? ¿Enfocamos nuestra atención en la polaridad positiva o en la negativa? ¿Es recta nuestra atención? ¿Nos distraemos en cosas insubstanciales, o en cambio mantenemos la atención fija en nuestros rectos e inquebrantables propósitos de progreso?
Es indispensable centrar la atención en los pensamientos positivos, constructivos, de fortaleza, de templanza, de belleza, en correspondencia con todos los valores universales. El cultivo de la atención en los pensamientos positivos efectúa una sintonía mental con las mentes afines que conforman la ecología mental integral, y canaliza las fuerzas creadoras universales utilizando a cada quien como canal de manifestación, en la respectiva polaridad.
La atención en cada uno de los valores universales –o atributos divinos- permite expandir la conciencia de la sabiduría que le es inherente a cada uno de ellos, permitiendo el conocimiento que servirá de guía en todas las acciones humanas. A la vez, la comprensión de los valores universales permite la de las leyes cósmicas, de las cuales constituyen el respectivo soporte. Teniendo conciencia de la sabiduría de los valores universales, la persona podrá ejercer la práctica de los las virtudes y constituirse en un instrumento idóneo de la voluntad del Creador Universal.
Es preciso que la persona contemple su ser a nivel físico y comprenda el mecanismo de necesidades que le rige, de manera que, en cualesquiera de los niveles en que se encuentre, en un momento dado, bien sea de necesidades básicas, de seguridad, afectivas o sociales, de estimación, propia o ajena, o de autorrealización, pueda, concientemente, expresar de manera efectiva el respectivo poder potencialmente infinito del cual se encuentra dotada.
Paralelamente, es preciso que enfoque la atención en las facultades espirituales de las que está dotado el espíritu humano –y el espíritu de los seres en los tres reinos naturales-; es indispensable que comprenda estas facultades con que le ha dotado la naturaleza de las cosas, por ejemplo: intuición, inspiración, desdoblamiento, clarividencia, clariaudición, premonición, sueños, imaginación, visualización, memoria, materializaciones, transfiguraciones, telepatía o comunicación de contenidos mentales, autosugestión, meditación, concentración, etcétera.
Es decir, debe conocer su cuerpo, su espíritu y el universo del que forma parte.
Además, por medio de la relajación y de la meditación, interiorizando la atención a esos niveles expandidos de conciencia que le permita leer contenidos mentales en su propio archivo espiritual o en el de los seres afines, cuyas percepciones debidamente registradas en la conciencia objetiva, permitan la unificación de conciencia que amplíe la visión existencial y del universo del que se forma parte integral.
Es preciso que centre, también, la atención en la fuente de la cual ha emanado, es decir: el Creador Universal, en una espiritualidad directa sin intermediarios, para adquirir la conciencia de la unidad. En la medida en que enfoca la atención en la fuente, se expande la conciencia perceptiva del Creador Universal y de sus atributos divinos, con lo cual comienza a percibir la comunicación constante de Él dentro de la propia conciencia por medio de los sentimientos análogos a los valores universales, por cuyo intermedio el Creador cumple sus funciones de Pedagogo Universal.
Esto significa que es preciso centrar la atención en la propia conciencia, replica de la del Creador Universal dentro del ser, en la cual Él se expresa por medio de los sentimientos análogos a los valores universales, sirviendo de guía en todas las situaciones y acciones humanas. La recta atención a los sentimientos expresados dentro de la conciencia humana constituye la guía más certera en todos los ámbitos existenciales.
Se hace necesario centrar la atención en la templanza y en el autodominio, para conservar el equilibrio en todas las cosas, vivir con buen humor, actitud agradecida frente a la vida, sosiego, serenidad, confianza, certeza mediante la expectativa positiva, disposición a la acción suficiente y oportuna, buena voluntad frente a todos y a todo, amor, humildad, sentido de justicia y equidad, y disposición al servicio, dando lo mejor de sí para recibir lo mejor de los demás.
Donde enfocamos la atención abrimos una ventana perceptiva de la mente tanto en el mundo exterior como en el interior.
La atención debe ser:
1. Expectante: con enfoque positivo, por cuanto atrae a los elementos coadyuvantes análogos y repele a los contrarios y viceversa, si la polaridad es negativa Por tal razón, cuando los resultados son insatisfactorios, en cualquier área de interés, es preciso un cambio de enfoque, centrando la atención en la polaridad positiva y en la solución, y automáticamente, se canalizarán las energías creadoras positivas que vendrán en ayuda de quien las activas mediante los rectos e inquebrantables propósitos, y de la recta atención.
2. Trascendente: es decir, que permita ver más allá de las apariencias, trascendiendo la capacidad de razonamiento de la lógica inductiva y deductiva para que por medio de la intuición y de la inspiración se perciba el qué, el cómo, el dónde, el cuándo, el quién, el cuánto y el por qué que faciliten la solución a toda situación que precisa resolverse, canalizando el poder potencialmente infinito en el grado suficiente.
3. Deliberada: Es decir: atención voluntaria sobre un determinado objetivo.
4. Involuntaria: Por efecto de los estímulos físicos del medio ambiente sobre alguno de los sentidos; o por acción de un efecto físico o mental. Cualesquiera de ellos que se puedan experimentar podrían, fácilmente, distraer la atención de lo esencial a cosas intrascendentes, o, posiblemente, enfocarla sobre aspectos que aporten elementos necesarios al fin perseguido. La propia disciplina mental y el autodominio permitirán reorientarla sobre lo que realmente importe, manteniendo el rumbo a la meta previamente establecida.
5. Objetiva: es decir, realista, sin exagerar las cosas ni subestimarlas, dimensionándola en su realidad objetiva, cuantificándola y calificándola, de manera de abordarla con toda la energía creadora y recursos necesarios, en el tiempo oportuno.
6. Subjetiva: es decir, contemplarla desde el punto de vista espiritual y de los valores universales, para percibir su grado de justicia y ecuanimidad, y demás virtudes inherentes. La percepción subjetiva permite observar elementos que trascienden la percepción física por medio de los cinco sentidos y la de la lógica inductiva y deductiva.
7. Selectiva: debe centrarse en una cosa a la vez.
8. Estimulante: enfocando siempre el lado constructivo de las cosas y de las situaciones.
La recta atención, facilita la percepción intuitiva por cuanto todo destello de idea creativa en la propia mente es detectado y registrado, aprovechándolo de forma adecuada.
La recta atención permite observar esas inspiraciones que van aflorando en la conciencia y que aportan la solución en gran número de caso; esto es lo que transforma a una persona normal en un genio.
La recta atención permite permanecer impasible frente a los múltiples estímulos del medio ambiente que dejan de relacionarse con los elementos coadyuvantes a los propios propósitos.
La recta atención permite dedicarse con amor a cualquier actividad digna antepuesta como objetivo hasta transformar el fruto del propio trabajo en una obra maestra.
La recta atención debe centrarse en lo que se tiene, con actitud agradecida, para multiplicarlo en mayor grado.
Debe centrarse en el silencio interior, por cuanto, en la propia conciencia es donde se expresa la voz de Dios mediante los sentimiento análogos a los valores universales.
Precisa centrarse en las propias cualidades positivas, para potenciarlas en una constante practica de todas las virtudes.
Enfocar la atención en la intención justa detrás de cada propósito, propio o ajeno.
Por último, centrarla en el constante recuerdo del Creador Universal para adquirir conciencia de la unidad perfecta e indisoluble que conformamos con Él, en el eterno ahora, donde cada uno de nosotros es, al mismo, tiempo, el caminante, el camino que conduce a la fuente y la fuente.
Desarrollando la recta atención se adquiere el dominio perfecto y absoluto de sí y de todas las circunstancias que afrontamos en cada etapa existencial.
Es necesario aprender a ver, oír, sentir, oler y gustar con atención tanto en el mundo circundante como en el silencio interior.
La recta atención es estimulada por: las características exclusivas de las cosas, los beneficios y las ventajas inherentes, los atributos intrínsicos y los valores universales, bajo cuyas directrices adquiere la excelencia requerida en todos los casos.
Programación de la recta atención:
o Entro en el nivel perfecto de la recta atención. (Tres veces).
o Ahora estoy ya en el nivel perfecto de la recta atención (Una vez).
o Permanezco en el nivel perfecto de la recta atención todo el tiempo que sea necesario para percibir en profundidad todos los elementos esenciales de: (mencionar el tema objeto de estudio o análisis).
o O, bien: Permanezco en el nivel perfecto de la recta atención durante: (señalar el tiempo) para realizar en forma excelente el siguiente trabajo: (describirlo).
o Dar por hecho la programación y poner manos a las obras.

Adelante.

miércoles, 24 de febrero de 2010

RECTOS ESFUERZOS


LAS TRECE CLAVES DE:
RECTOS Y PERSISTENTES ESFUERZOS
(NOBLE SENDERO ÓCTUPLE)

©GIUSEPPE ISGRÓ C.




La clave esencial que debería constituir la regla de oro para quien siga las enseñanzas de la Doctrina Universal, es la de hacer una cosa a la vez, por su respectivo orden de prioridad, previamente jerarquizado.
¿De qué sirve realizar, en un día, diez cosas diferentes, dar la apariencia de haber trabajado intensamente, y al final de la tarde, la tarea que atosigaba sigue pendiente de hacer?
Aunque sea una sola cosa la que realices en un día de intenso trabajo, que ella sea la que contenga el mayor grado de importancia; las demás deberán esperar su respectivo turno. Pero, procediendo de esta manera, todas las cosas se realizan con efectividad y en poco tiempo se tendrá el trabajo al día y las metas estarán ya alcanzadas o en vía de hacerlo, oportunamente.
Igual método debe regir el propio desempeño en cuanto al fin perseguido. Es preciso centrar la atención a un solo objetivo a la vez, de acuerdo a su orden de importancia. No se pueden recorrer dos caminos diferentes al mismo tiempo; es indispensable elegir uno y seguirlo hasta alcanzar la meta. Después de lo cual, puede centrarse, cada quien, en el siguiente objetivo.
Antes de culminar la realización de un propósito, jamás debe emprenderse uno nuevo. Es decir, encontrándose a mitad del juego en curso, nadie debe retirarse de la partida, gane o pierda, hasta terminarla; de esta manera se habituará a concluir, satisfactoriamente, cualquier acción que emprenda.
Aquí encontramos la segunda clave del recto y persistente esfuerzo. Jamás debe emprenderse tarea alguna si no se tiene la firme decisión de concluirla con éxito. Dado el primer paso, debe continuarse, con expectativas positivas, hasta haber concluido los siguientes 999. Uno a la vez, se termina por darlos todos, afianzando la propia capacidad para concluir, exitosamente, cuanto se emprende en la vida, lo cual se reflejará en la faz del triunfador o de la triunfadora.
Cada acción y esfuerzo desplegados, debe darse en sentido de la meta. Todo trabajo debe realizarse con el contentamiento divino, es decir, con alegría, amor, buen humor y gratitud anticipada por los resultados satisfactorios y por la oportunidad de crecimiento que implica.
El trabajo es el mayor bien que posee todo ser en los tres reinos naturales.
Es preciso calcular bien el esfuerzo que cada tarea requiere antes de emprenderla. Si la culminación de un proyecto requiere mayor tiempo del que toda tarea promedio precisa, es preferible renunciar a ella. Si la época en que se recibe el ofrecimiento del trabajo por realizar no corresponde al mejor período de acuerdo con la realidad del mercado, es preferible posponerla hasta que las condiciones sean favorables o normales, por cuanto, si se asume la tarea y pasa el tiempo previsto para su conclusión sin obtener los resultados esenciales, se pagará un costo de ineficacia que todo profesional exitoso rehusará de asumir, por cuanto, la siguiente vez se le dejará de elegir como canal idóneo.
Esto implica que en todo trato debe acordarse el lapso suficiente para realizar bien la obra en el mejor o en el menos favorables de los casos, y debe hacerse mediante contrato por escrito, debiéndose reflejar las condiciones, remuneraciones, las formas de la negociación o variantes de la obra, según el caso, de manera que, puestas las manos a la obra, el profesional sea autónomo en su ejecución, asumiendo tanto la autoridad como la responsabilidad de los resultados que deben ser logrados.
El esfuerzo debe ser administrado por la persona que lo realiza de acuerdo a su propia visión y sin inherencias de nadie; si ese libre ejercicio es manipulado por la parte que delega el trabajo, se debe descontinuar el trato, por cuanto con una persona nerviosa y con expectativas negativas en la parte opuesta, los resultados pueden correr el riesgo de ser obstaculizados.
Haciendo todo lo que haya que hacer, en cualquier obra por realizar, en el tiempo correctamente previsto, se asegura el 80% de su realización. El resto, en un lapso breve, adicional, se concluirá con éxito. Algunas veces se obtiene el resultado al inicio; otras, al final, empero, obtenido en el lapso previsto, siempre será un resultado exitoso.
La tercera clave, es: la expectativa positiva de los resultados. Creer que en el tiempo previsto, serán alcanzados. Actuar como si…los mismos fuesen ya logrados desde el primer instante. El resto vendrá por añadidura, si se hace todo lo que debe hacerse, oportunamente.
Dentro del esfuerzo desplegado, el qué, el cómo, el cuándo, el quién, el cuánto y el por qué, irán surgiendo perceptivamente como intuiciones o inspiraciones y la fuerza de empuje y la de bloqueo determinarán que cada quien se encuentre en el lugar correcto, haciendo la cosa debida, en el momento oportuno.
Quien haya desarrollado la maestría personal en la ejecución de la obra, cualquier tarea, por compleja que sea, sabe como llevarla a cabo con la menor aplicación de esfuerzo y recursos, y en forma silenciosa, con naturalidad, sin vanagloriarse por ello, es decir, con humildad o sencillez. No tiene porque demostrar nada a nadie. Le basta su propia auto-aceptación.
En el recto y persistente esfuerzo, la paciencia es la cuarta clave. Todo a su debido tiempo, una cosa a la vez, por su orden prioritario. Empero, hay que darle tiempo al tiempo. De que sirve remover la tierra donde se ha plantado la semilla para ver si ha germinado. Oportunamente, ella brotará por si sola. Si por la impaciencia se remueve el suelo, se obstaculizará su brote y así ocurre en todas las realizaciones.
Es preciso dar el primer paso para vencer la fuerza de inercia, después de lo cual la misma fuerza de inercia mantendrá el ritmo del movimiento hasta alcanzar la meta. Puestos en acción, en la medida en que las cosas exigen mayor desempeño, las fuerzas emergerán del interior casi sin percatarse, por cuanto el poder potencialmente infinito que se posee se va expresando en la medida en que se le requiere, de acuerdo a las circunstancias. Desde el momento en que se emprende la realización de la tarea, es porque se está en condiciones de concluirlas, siendo indispensable persistir a fondo, y en el momento en que las propias energías parecen agotarse, si se persiste sin abandonar, se activarán las fuerzas creadoras internas, en conexión con la fuente, y emergerá el poder suficiente para culminar la obra en el tiempo previsto, surgiendo las coincidencias que aportan los recursos y las personas coadyuvantes de donde menos se espera.
La quinta clave: Es preciso actuar persistentemente en la búsqueda del resultado dejando que la vida aporte el canal adecuado, por cuanto ella conoce mejor, en cada caso, el que corresponde.
Se requiere abordar cada tarea estando conciente de que requerirá el esfuerzo total y no subestimando el mismo. Si se enfoca cada caso como si fuese más difícil de lo que realmente es, con toda seguridad se concluirá con éxito; empero, si se hace creyéndolo más fácil de lo que es, cuando se perciba la verdadera dificultad, ya ha pasado el tiempo real de su ejecución y se pagará un costo de oportunidad que generalmente resulta oneroso, lo cual, es preciso evitar.
Recuerda, la fuerza nace de la lucha. El ejercicio constante desarrolla las propias habilidades. Cada tarea perfecciona la capacidad de desempeño.
Si desplegado el recto y persistente esfuerzo no logra el resultado previsto, es preciso seguir adelante, por cuanto, muchas veces, en vez de lo esperado, se obtienen logros mejores de los previsto. Por eso, es importante no darse jamás por vencidos. Cuando parezca que no habrá de alcanzarse el resultado previsto, si se persevera, aparecerá de donde menos se piensa y espera.
La sexta clave: Aquí entra en juego un recurso interior de gran valor. Generalmente, la persona utiliza la lógica inductiva y deductiva en la realización de una obra determinada; empero, algunas veces, la propia capacidad de razonamiento conduce a un lugar donde pareciera que no se puede ir más allá del mismo. En estos casos, el 80% de las personas, abandonan. El 20% de quienes persisten, al llegar a un muro casi imposible de traspasar, se aquietan, y, por un momento, piensan en otra cosa, dándole tiempo a la mente para serenarse y tranquilizarse, buscando, intuitivamente, el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto y el por qué; algunas veces, unos dicen: -“Lo consultaré con mi almohada”-. Lo cierto es que, en un momento dado, surge la idea clara de cual es la mejor manera de concluir la obra empezada y los elementos coadyuvantes afloran de donde menos se esperan. La persona experimenta una fuerza de empuje o de bloqueo que le hace estar el lugar correcto, haciendo lo que debe, en el preciso momento. Esto represente la trascendencia de la conciencia objetiva a la subjetiva.
El genio aflora siempre si se persiste en el recto esfuerzo en pos de la obra antepuesta como objetivo.
El recto y persistente esfuerzo siempre conducirá, a toda persona que no abandona a mitad de camino, a la anhelada meta.
La séptima clave: La concentración en la realización de la obra activa el poder suficiente para concluirla, realizando el esfuerzo pertinente, en cada caso.
El esfuerzo debe ser desplegado con sabiduría, es decir, conociendo de antemano donde debe aplicar la energía, los recursos y el trabajo respectivos. Es decir: donde debe dar el golpe de martillo y la potencia requerida en cada caso. Es el recto esfuerzo: ni más ni menos de lo necesario.
El recto esfuerzo aporta la energía para culminar la obra. Esa energía fluye con fuerza imparable cuando es necesario; mientras que otras veces pareciera estar bloqueada, evitando el exceso que resultaría inútil al fin propuesto.
La octava clave: Para disponer de la energía suficiente para el esfuerzo pertinente, es necesario que la persona tenga un régimen alimenticio adecuado, que duerma en forma tal que cada mañana haya recuperado las fuerzas, que medite para que la visión correcta aflore en la conciencia, que la concentración le permita aplicarla en un punto a la vez, y así evitar el despilfarro, y trabajando relajadamente, no se malgaste, por efecto de la impaciencia y de la desatención. Se sugiere excluir, total y definitivamente, de la dieta diaria, de por vida: 1) Pollo, huevos, gallina y pavo. 2) Carne de cerdo y sus derivados. 3) Azúcar; pasta y pan, en base a harina blanca refinada. 4) Pimientos. 5) Chamomilla (Manzanilla). 6) Margarinas. 7) Elaborar una dieta de acuerdo con las sugerencias de un médico de cabecera o nutricionista competente.
La novena clave: El recto esfuerzo debe ser sosegado, relajado, sereno, concentrado, ejecutado calmadamente, centrando toda la atención en lo que se hace, para hacerlo bien.
La décima clave: El desapego sigue siendo la clave esencial en el desempeño del recto y persistente esfuerzo, buscando únicamente resultados justos y perfectos para las partes involucradas, en el tiempo oportuno, debiendo resultar indiferente su logro, por un canal determinado, por cuanto, la persona sabe, que haciendo todo lo que debe, oportunamente, el logro será obtenido de la mejor manera posible.
Desplegando el esfuerzo pertinente, todas las cosas se harán en el momento justo y de la mejor manera posible.
La undécima clave: El recto esfuerzo debe estar guiado por un pensamiento positivo, por sentimientos de justicia, belleza, equilibrio, armonía, y en correspondencia de cualesquiera otros valores universales.
La voluntad, la tenacidad, la imaginación, la confianza, la serenidad, el optimismo, el amor, la bondad, el deber, la fortaleza, la templanza, la sinceridad, la flexibilidad, constituyen elementos vigorizantes del recto esfuerzo que conducen a la excelencia en la obtención del resultado anhelado.
La duodécima clave: La visualización creativa, imaginando en la pantalla mental el resultado satisfactorio debidamente alcanzado sin imponer canal de expresión alguno, coadyuva a su manifestación oportuna.
La décima tercera clave: La conexión divina con la fuente, el constante recuerdo del nombre del Creador Universal, la meditación, la relajación, la concentración, los ejercicios de respiración profunda, el estado de ánimo confiado, la propia convicción de que serán alcanzados los resultados, les imprimen vitalidad al recto y perseverante esfuerzo que hacen posible la obtención de cualquier resultado anhelado.
La conexión con la fuente canaliza la luz, la energía, el poder, la sabiduría y el esfuerzo suficiente, siempre, en la realización de la Gran Obra.

Adelante.