domingo, 28 de junio de 2015

PÁEZ, HÉROE, ESTADISTA Y FILÓSOFO




PÁEZ, HÉROE, ESTADISTA Y FILÓSOFO

©GIUSEPPE  ISGRÓ C.


En cada una de las etapas principales que marcan la vida de José Antonio Páez, es decir: 1) El Páez, héroe y. artífice, en gran parte, de la Independencia: 1810-1825; 2) El Páez, Civil, Gobernante y Administrador, director-ejecutor en la creación del Poder Civil: 1826-1849; y, 3) Páez, dictador: durante 22 meses, a partir de septiembre de 1861; le precede una etapa que va desde su nacimiento, el 13 de junio de 1790, en una de las dos casas existentes a orilla del Río Curpa, hasta la edad de 20 años en que se enrola bajo las órdenes de Don Manuel Pulido, en las filas patriotas. Lo complementa, una etapa culminante, en el exterior, donde, además de su estadía en Estados Unidos, realiza, en los últimos cinco años de su larga y fructífera vida, viajes por varios países latinoamericanos. Allí es recibido con honores acordes a tan insigne e ilustre personaje, cuya aura legendaria le acompaña, despertando, a su paso, admiración y veneración.

A la edad de ocho años, Páez es enviado por sus padres a la escuela de la sra. Gregoria Diáz, donde, con la fuerza de los azotes, ayudaba a aprender a sus discípulos, de memoria, rudimentarios principios de espiritualidad y a escribir con el método del profesor Palomares.

Posteriormente, aprende a detallar víveres en la bodega de su cuñado Bernardo Fernández, por la mañana, mientras que, por las tardes, siembra cacao, hasta que un pariente suyo, Domingo Páez, se lo lleva, en compañía de su hermano José de Los Santos, a la ciudad de San Felipe, para trabajar en sus negocios que, según él refiere, eran de considerable importancia.

Tiempo después, se interna en los llanos de Barinas, dando un cambio a su vida, donde, buscando ganarse la vida honradamente, se empleó de peón en el Hato La Calzada, propiedad de Don Manuel Pulido, universidad de la vida, ésta, donde aprenderá los rudimentos esenciales del arte que habría de prepararlo y transformarlo en el conductor de los llaneros al servicio de la causa de la Independencia.

El Hato La Calzada estaba bajo las órdenes de un capataz de nombre Manuel, apodado Manuelote, de elevada estatura, fornido, con híspida y abundante barba que le daba un aspecto venerable. Pero, Manuelote era implacable en las rudas tareas que le asignaba a Páez, estimulado por el temor de que se trataba de un espía del propietario. La primera misión que le encomendó fue la doma de caballos salvajes que nadie antes había logrado, en puro pelo y agarrado de las crines. Comenzó a disfrutar esta labor por el desafío que implicaba. Pastoreaba ganado durante el día bajo el sol inclemente; velaba, por la noche, las madrinas de los caballos, para que no se escaparan; cortaba palos para hacer cercas; se arrojaba al río, sin saber nadar, para guiar el ganado. En cierta oportunidad, Manuelote le dijo: -“Catire Páez, tírese al agua y guíe el ganado”, a lo cual Páez alegó no saber nadar. Entonces, Manuelote, en tono autoritario, le gritó: -“Yo no le pregunto si sabe nadar o no, le mando que se tire al río y guíe el ganado”. Lo cual, con gran peligro, Páez hizo. Terminado el día, Manuelote , acostado en su hamaca, le decía: -“Catire Páez, traiga un camazo de agua y lávame los píes”. Después le mandaba que le meciese la hamaca hasta que se durmiese. En ese clima de austeridad, usando cráneos de caballos y caimanes como asientos y haciendo una sola comida al día, a las siete de la noche, consistente en carne asada y agua fresca conservada en tapara y durmiendo sobre cueros secos, en el suelo, se fue fortaleciendo para las duras tareas a las cuales la naturaleza de las cosas y la divina providencia le tenían destinado.

Transcurridos dos años, Manuelote pasa a otro hato, El Paguey, también propiedad de Don Manuel Pulido, para la recolección e hierra de ganado para la venta; se lleva a Páez con él. Don Manuel Pulido le distingue con su amistad y lo saca de su condición de peón delegándole importantes tareas de venta de ganado y caballos, cuyo negocio aprende y al cual, posteriormente, se dedica por su cuenta, ganando importantes sumas de dinero que les dan cierta tranquilidad económica.
En esta época contrae matrimonio con la señorita Dominga Ortiz. Años más tarde reflexiona sobre este período de abundancia en su vida, llegando a la conclusión de que, la naturaleza antes de someter a duras tareas a alguien le permite disfrutar de una etapa de descanso y bienestar. Mientras ejercía el comercio de ganado, Páez, en compañía de sus peones, aprendió a defenderse de los ataques de salteadores que buscaban llevarse su ganado; allí aprendió a usar la lanza, su arma preferida, lo cual constituye la segunda fase de su preparación para sus hazañas como héroe de la Independencia.
Para esa época, Páez sabía leer y escribir, cosa rara en los llanos. Su capacidad de observación, su fértil intuición que lo guiaría en todas sus realizaciones, las pruebas que a diario iba enfrentando, constituía la escuela en la que estaba gestándose el héroe.

**

Casi con toda seguridad, por el año de 1812, Páez se inició en la Francmasonería. San Fernando de Apure, posee, frente a la Plaza Bolívar, una Logia Masónica que es una reliquia histórica en Venezuela, fundada en 1856, donde, de entre otros próceres, se encuentra una estatua de Páez. Previamente, existió un importante movimiento masónico. En 1990, el autor de este artículo, desde el lado opuesto de la Plaza Bolívar, del Hotel en que se hospedaba, por largo rato contempló esa hermosa obra arquitectónica y por su mente desfilaron imágenes del ilustre y Q:.H:. Páez, entrando en la Logia, el recibimiento que le dispensaban los hermanos y, dado su alto rango masónico, dirigir los trabajos de la noche; lo veía con claridad meridiana, por supuesto, con la imaginación. Entonces, se acercó a la Logia para hablar con sus oficiales y a la semana siguiente tuvo el inmenso placer y el honor de dictar, en esa augusta institución, una conferencia sobre Páez.

La Masonería, escuela de sabiduría que exhorta al estudio de todas las ciencias, artes y filosofías y a la práctica de todas las virtudes, ha sido la fuente donde se han alimentado la mayor parte de los grandes hombres que ha dado la humanidad a partir de 1717, en todas las áreas y casi todos los próceres americanos fueron masones, incluyendo los principales jefes realistas, entre ellos Pablo Morillo y prácticamente todos los que asistieron a la entrevista de Santa Ana, circunstancia ésta que aceleró la terminación de la guerra de la Independencia, en no poco grado. Bolívar ordenó que se respetara a todos los que estuvieron allí presente y al poco tiempo, Pablo Morillo regresó a España. Sucre, organizador de la entrevista, también masón, demostró elevadas dotes en el arte de la negociación y un espíritu de generosidad y calidad humana incomparables.

Para 1824, ya Páez era el primer Soberano Comendador del Supremo Consejo Confederado del Grado 33, del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, del cual había sido su fundador en Venezuela, lo cual implica por lo menos diez años de intensa actividad masónica previa. Como institución filosófica y filantrópica, forjadora de líderes, cuyos miembros eran lo más selecto de la sociedad venezolana de entonces, en ese ambiente de elevado intercambio intelectual, encontró Páez las condiciones idóneas para su cultivo y posterior desarrollo personal.

En la biblioteca de la Logia encontraría Páez aquellas obras de importantes pensadores que circulaban en Venezuela, entre ellas el Contrato Social y el Emilio, de Rousseau, la Ilíada y la Odisea, de Homero, el Quijote, de Cervantes, La Masonería Oculta y el Curso Filosófico de las Iniciaciones Antiguas y Modernas, de J. M. Ragón, las Vidas Paralelas de Plutarco, el Principe y el Arte de la Guerra, de Maquiavelo, las Fábulas de Esopo, la Autobiografía y el Libro del hombre de bien, de Benjamín Franklin, algunos clásicos latinos, como los tratados morales de Séneca, los Discursos de Cicerón, las Meditaciones, de Marco Aurelio, entre otros, algunos clásicos griegos, como la República de Platón, la Política y las Constituciones de los Atenienses, de Aristóteles, los Nueve libros de historia, de Herodoto, los Discursos de Demóstenes, además de libros de historia, de los cuales Páez era lector asiduo, y es probable que por esta época haya llegado a sus manos la obra que contenía “Las máximas de Napoleón sobre el arte de la guerra”, que en el ocaso de su vida traducirá y comentará, donde se reflejan las tácticas aplicadas en Las Queseras del Medio y en Juan de Payara, y tantas otras batallas, que les calificaban de estratega y hábil guerrero (muy generoso con los vencidos) tal como lo refiere Pablo Morillo en sus informes a España y cuyas estrategias del giro de estandarte ya las aplicaban con éxito los soldados de Gengis Khan, en la antigüedad, aunque sin tener Páez conocimiento de esos remotos antecedentes. En el comentario a la máxima Nº LXXIII, de Napoleón, Páez, dice: -“Un buen general debe reunir sobre todo dos cualidades: la primera: sano juicio en la elección de las empresas y medio de ejecución, balanceando con calma las ventajas y los inconvenientes, lo malo y lo bueno; la segunda: impetuosidad para ejecutar rápidamente lo que haya concebido con madurez. La guerra exige deliberar con frescura y ejecutar con calor”. Luego agrega: …-“Las grandes pasiones y el sano juicio, rara vez andan juntos, y sin embargo, son indispensables estas dos cualidades para formar grandes capitanes”. –“..No en todo momento está pronta la victoria, y en algunos casos conviene darle tiempo a que llegue”.

Tiempo después, el 16 de febrero de 1816, en la batalla de la Mata de la Miel, entre los 500 prisioneros se encontraba Manuelote, quien con otros peones del Hato la Calzada, se había enrolado con los realistas, a quien Páez trató con mucha bondad; lo invitó a compartir con él su mesa y le ofreció su ayuda, a lo cual, sólo le pidió un salvoconducto para trasladarse a determinado lugar. Los compañeros de Manuelote, para mofarse de él, decían: -“Catire Páez, traiga un camazo de agua y lávame los píes”-. A lo cual Manuelote respondía: -“Ya sé que ustedes dicen eso por mí, pero a mi me deben el tener a la cabeza un hombre tan fuerte, y a la patria, una de las mejores lanzas, porque yo fui quien lo hizo hombre”-.

Páez, en cada fase de su vida supo rodearse de hombres sabios y brillantes, cuando así lo hizo, como en sus dos presidencias, la República conoció épocas felices y de progreso, siendo su primer período presidencial reconocido como uno de los mejores en la historia del país. Sus actuaciones a partir de 1826 en torno a la Cosiata, en las cuales fue asistido por Miguel Peña y su grupo, pese a la severa crítica con que se le juzga, un análisis objetivo más a fondo permite descubrir elementos positivos con los cuales todos estarían de acuerdo, pero es un tema extenso para tratarlo aquí. Quizá, en 1861, con la influencia de Pedro José Rojas, incurrió en errores que él asimiló y de los cuales se excusó públicamente, exhortando a las nuevas generaciones a evitarlos. Empero, es preciso recordar que su participación en el Tratado de Coche aportó ventajas que se les reconocen.

A los 80 años, además de dictar conciertos de violín en Nueva York y en varios países latinoamericanos, de escribir ensayos, música y canciones, y ser un lector constante de filosofía, historia, literatura y de los clásicos, dedicaba una hora diaria para perfeccionar el idioma inglés.

La decencia, honestidad, probidad, generosidad y afán de este hombre extraordinario, sus trabajos constantes por el bien de la Patria, y los servicios que le prestó, hacen que él sea, junto con Bolívar, entre otros, el hombre a quien más reconocimiento y amor se le debe tributar. Su autobiografía, clásico de incalculable valor, debiera ser lectura obligada para todos.

Adelante.

No hay comentarios:

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

domingo, 28 de junio de 2015

PÁEZ, HÉROE, ESTADISTA Y FILÓSOFO




PÁEZ, HÉROE, ESTADISTA Y FILÓSOFO

©GIUSEPPE  ISGRÓ C.


En cada una de las etapas principales que marcan la vida de José Antonio Páez, es decir: 1) El Páez, héroe y. artífice, en gran parte, de la Independencia: 1810-1825; 2) El Páez, Civil, Gobernante y Administrador, director-ejecutor en la creación del Poder Civil: 1826-1849; y, 3) Páez, dictador: durante 22 meses, a partir de septiembre de 1861; le precede una etapa que va desde su nacimiento, el 13 de junio de 1790, en una de las dos casas existentes a orilla del Río Curpa, hasta la edad de 20 años en que se enrola bajo las órdenes de Don Manuel Pulido, en las filas patriotas. Lo complementa, una etapa culminante, en el exterior, donde, además de su estadía en Estados Unidos, realiza, en los últimos cinco años de su larga y fructífera vida, viajes por varios países latinoamericanos. Allí es recibido con honores acordes a tan insigne e ilustre personaje, cuya aura legendaria le acompaña, despertando, a su paso, admiración y veneración.

A la edad de ocho años, Páez es enviado por sus padres a la escuela de la sra. Gregoria Diáz, donde, con la fuerza de los azotes, ayudaba a aprender a sus discípulos, de memoria, rudimentarios principios de espiritualidad y a escribir con el método del profesor Palomares.

Posteriormente, aprende a detallar víveres en la bodega de su cuñado Bernardo Fernández, por la mañana, mientras que, por las tardes, siembra cacao, hasta que un pariente suyo, Domingo Páez, se lo lleva, en compañía de su hermano José de Los Santos, a la ciudad de San Felipe, para trabajar en sus negocios que, según él refiere, eran de considerable importancia.

Tiempo después, se interna en los llanos de Barinas, dando un cambio a su vida, donde, buscando ganarse la vida honradamente, se empleó de peón en el Hato La Calzada, propiedad de Don Manuel Pulido, universidad de la vida, ésta, donde aprenderá los rudimentos esenciales del arte que habría de prepararlo y transformarlo en el conductor de los llaneros al servicio de la causa de la Independencia.

El Hato La Calzada estaba bajo las órdenes de un capataz de nombre Manuel, apodado Manuelote, de elevada estatura, fornido, con híspida y abundante barba que le daba un aspecto venerable. Pero, Manuelote era implacable en las rudas tareas que le asignaba a Páez, estimulado por el temor de que se trataba de un espía del propietario. La primera misión que le encomendó fue la doma de caballos salvajes que nadie antes había logrado, en puro pelo y agarrado de las crines. Comenzó a disfrutar esta labor por el desafío que implicaba. Pastoreaba ganado durante el día bajo el sol inclemente; velaba, por la noche, las madrinas de los caballos, para que no se escaparan; cortaba palos para hacer cercas; se arrojaba al río, sin saber nadar, para guiar el ganado. En cierta oportunidad, Manuelote le dijo: -“Catire Páez, tírese al agua y guíe el ganado”, a lo cual Páez alegó no saber nadar. Entonces, Manuelote, en tono autoritario, le gritó: -“Yo no le pregunto si sabe nadar o no, le mando que se tire al río y guíe el ganado”. Lo cual, con gran peligro, Páez hizo. Terminado el día, Manuelote , acostado en su hamaca, le decía: -“Catire Páez, traiga un camazo de agua y lávame los píes”. Después le mandaba que le meciese la hamaca hasta que se durmiese. En ese clima de austeridad, usando cráneos de caballos y caimanes como asientos y haciendo una sola comida al día, a las siete de la noche, consistente en carne asada y agua fresca conservada en tapara y durmiendo sobre cueros secos, en el suelo, se fue fortaleciendo para las duras tareas a las cuales la naturaleza de las cosas y la divina providencia le tenían destinado.

Transcurridos dos años, Manuelote pasa a otro hato, El Paguey, también propiedad de Don Manuel Pulido, para la recolección e hierra de ganado para la venta; se lleva a Páez con él. Don Manuel Pulido le distingue con su amistad y lo saca de su condición de peón delegándole importantes tareas de venta de ganado y caballos, cuyo negocio aprende y al cual, posteriormente, se dedica por su cuenta, ganando importantes sumas de dinero que les dan cierta tranquilidad económica.
En esta época contrae matrimonio con la señorita Dominga Ortiz. Años más tarde reflexiona sobre este período de abundancia en su vida, llegando a la conclusión de que, la naturaleza antes de someter a duras tareas a alguien le permite disfrutar de una etapa de descanso y bienestar. Mientras ejercía el comercio de ganado, Páez, en compañía de sus peones, aprendió a defenderse de los ataques de salteadores que buscaban llevarse su ganado; allí aprendió a usar la lanza, su arma preferida, lo cual constituye la segunda fase de su preparación para sus hazañas como héroe de la Independencia.
Para esa época, Páez sabía leer y escribir, cosa rara en los llanos. Su capacidad de observación, su fértil intuición que lo guiaría en todas sus realizaciones, las pruebas que a diario iba enfrentando, constituía la escuela en la que estaba gestándose el héroe.

**

Casi con toda seguridad, por el año de 1812, Páez se inició en la Francmasonería. San Fernando de Apure, posee, frente a la Plaza Bolívar, una Logia Masónica que es una reliquia histórica en Venezuela, fundada en 1856, donde, de entre otros próceres, se encuentra una estatua de Páez. Previamente, existió un importante movimiento masónico. En 1990, el autor de este artículo, desde el lado opuesto de la Plaza Bolívar, del Hotel en que se hospedaba, por largo rato contempló esa hermosa obra arquitectónica y por su mente desfilaron imágenes del ilustre y Q:.H:. Páez, entrando en la Logia, el recibimiento que le dispensaban los hermanos y, dado su alto rango masónico, dirigir los trabajos de la noche; lo veía con claridad meridiana, por supuesto, con la imaginación. Entonces, se acercó a la Logia para hablar con sus oficiales y a la semana siguiente tuvo el inmenso placer y el honor de dictar, en esa augusta institución, una conferencia sobre Páez.

La Masonería, escuela de sabiduría que exhorta al estudio de todas las ciencias, artes y filosofías y a la práctica de todas las virtudes, ha sido la fuente donde se han alimentado la mayor parte de los grandes hombres que ha dado la humanidad a partir de 1717, en todas las áreas y casi todos los próceres americanos fueron masones, incluyendo los principales jefes realistas, entre ellos Pablo Morillo y prácticamente todos los que asistieron a la entrevista de Santa Ana, circunstancia ésta que aceleró la terminación de la guerra de la Independencia, en no poco grado. Bolívar ordenó que se respetara a todos los que estuvieron allí presente y al poco tiempo, Pablo Morillo regresó a España. Sucre, organizador de la entrevista, también masón, demostró elevadas dotes en el arte de la negociación y un espíritu de generosidad y calidad humana incomparables.

Para 1824, ya Páez era el primer Soberano Comendador del Supremo Consejo Confederado del Grado 33, del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, del cual había sido su fundador en Venezuela, lo cual implica por lo menos diez años de intensa actividad masónica previa. Como institución filosófica y filantrópica, forjadora de líderes, cuyos miembros eran lo más selecto de la sociedad venezolana de entonces, en ese ambiente de elevado intercambio intelectual, encontró Páez las condiciones idóneas para su cultivo y posterior desarrollo personal.

En la biblioteca de la Logia encontraría Páez aquellas obras de importantes pensadores que circulaban en Venezuela, entre ellas el Contrato Social y el Emilio, de Rousseau, la Ilíada y la Odisea, de Homero, el Quijote, de Cervantes, La Masonería Oculta y el Curso Filosófico de las Iniciaciones Antiguas y Modernas, de J. M. Ragón, las Vidas Paralelas de Plutarco, el Principe y el Arte de la Guerra, de Maquiavelo, las Fábulas de Esopo, la Autobiografía y el Libro del hombre de bien, de Benjamín Franklin, algunos clásicos latinos, como los tratados morales de Séneca, los Discursos de Cicerón, las Meditaciones, de Marco Aurelio, entre otros, algunos clásicos griegos, como la República de Platón, la Política y las Constituciones de los Atenienses, de Aristóteles, los Nueve libros de historia, de Herodoto, los Discursos de Demóstenes, además de libros de historia, de los cuales Páez era lector asiduo, y es probable que por esta época haya llegado a sus manos la obra que contenía “Las máximas de Napoleón sobre el arte de la guerra”, que en el ocaso de su vida traducirá y comentará, donde se reflejan las tácticas aplicadas en Las Queseras del Medio y en Juan de Payara, y tantas otras batallas, que les calificaban de estratega y hábil guerrero (muy generoso con los vencidos) tal como lo refiere Pablo Morillo en sus informes a España y cuyas estrategias del giro de estandarte ya las aplicaban con éxito los soldados de Gengis Khan, en la antigüedad, aunque sin tener Páez conocimiento de esos remotos antecedentes. En el comentario a la máxima Nº LXXIII, de Napoleón, Páez, dice: -“Un buen general debe reunir sobre todo dos cualidades: la primera: sano juicio en la elección de las empresas y medio de ejecución, balanceando con calma las ventajas y los inconvenientes, lo malo y lo bueno; la segunda: impetuosidad para ejecutar rápidamente lo que haya concebido con madurez. La guerra exige deliberar con frescura y ejecutar con calor”. Luego agrega: …-“Las grandes pasiones y el sano juicio, rara vez andan juntos, y sin embargo, son indispensables estas dos cualidades para formar grandes capitanes”. –“..No en todo momento está pronta la victoria, y en algunos casos conviene darle tiempo a que llegue”.

Tiempo después, el 16 de febrero de 1816, en la batalla de la Mata de la Miel, entre los 500 prisioneros se encontraba Manuelote, quien con otros peones del Hato la Calzada, se había enrolado con los realistas, a quien Páez trató con mucha bondad; lo invitó a compartir con él su mesa y le ofreció su ayuda, a lo cual, sólo le pidió un salvoconducto para trasladarse a determinado lugar. Los compañeros de Manuelote, para mofarse de él, decían: -“Catire Páez, traiga un camazo de agua y lávame los píes”-. A lo cual Manuelote respondía: -“Ya sé que ustedes dicen eso por mí, pero a mi me deben el tener a la cabeza un hombre tan fuerte, y a la patria, una de las mejores lanzas, porque yo fui quien lo hizo hombre”-.

Páez, en cada fase de su vida supo rodearse de hombres sabios y brillantes, cuando así lo hizo, como en sus dos presidencias, la República conoció épocas felices y de progreso, siendo su primer período presidencial reconocido como uno de los mejores en la historia del país. Sus actuaciones a partir de 1826 en torno a la Cosiata, en las cuales fue asistido por Miguel Peña y su grupo, pese a la severa crítica con que se le juzga, un análisis objetivo más a fondo permite descubrir elementos positivos con los cuales todos estarían de acuerdo, pero es un tema extenso para tratarlo aquí. Quizá, en 1861, con la influencia de Pedro José Rojas, incurrió en errores que él asimiló y de los cuales se excusó públicamente, exhortando a las nuevas generaciones a evitarlos. Empero, es preciso recordar que su participación en el Tratado de Coche aportó ventajas que se les reconocen.

A los 80 años, además de dictar conciertos de violín en Nueva York y en varios países latinoamericanos, de escribir ensayos, música y canciones, y ser un lector constante de filosofía, historia, literatura y de los clásicos, dedicaba una hora diaria para perfeccionar el idioma inglés.

La decencia, honestidad, probidad, generosidad y afán de este hombre extraordinario, sus trabajos constantes por el bien de la Patria, y los servicios que le prestó, hacen que él sea, junto con Bolívar, entre otros, el hombre a quien más reconocimiento y amor se le debe tributar. Su autobiografía, clásico de incalculable valor, debiera ser lectura obligada para todos.

Adelante.

No hay comentarios: