lunes, 12 de octubre de 2020

ENCONTRAR EL RITMO

 


ENCONTRAR EL RITMO

 

©Giuseppe Isgró C.

 

 

 Encontrar el ritmo, significa sintonizar la fuerza fundamental del ser, en conexión espiritual con la fuente universal.

Esto representa el cumplimiento de las leyes de la vida para vivir en armonía con la naturaleza.

Es dentro de sí, y no fuera, donde se gana la batalla de la vida. Para eso es preciso regir los propios actos por los parámetros de los valores universales.

Entonces, la voluntad se transforma en instrumento de la Inteligencia Infinita de la Divinidad. Todo fluye siguiendo el ritmo del movimiento universal, con matemática precisión.

Se ordena, automáticamente, el ritmo individual de acuerdo al peso específico de las cosas, o por la suma existencial de los seres, en los cuatro reinos naturales.

Todo está regido por la ley de afinidad. La balanza de la justicia sopesa los actos, estos son compensados de acuerdo con la ley de compensación, en igualdad de condiciones en y ante la ley cósmica, después de lo cual, cada quien recibe el salario cósmico.

De acuerdo con el salario cósmico, que engrosa o disminuye el saldo existencial, la persona es ubicada o reubicada en el punto de equilibrio, matemáticamente hablando, del cero grado al infinito, en un eterno movimiento expresivo-circular, en donde corresponde de acuerdo a su estado de conciencia. Allí, compensará o recibirá la compensación, adquiriendo la experiencia necesaria para ir ascendiendo hacia la maestría cósmica, en el eterno presente, ad infinitum.

Centrado en el punto tan tien, -hara-, encuentra el equilibrio del ser, en lo físico, en lo mental y en lo espiritual. Con la mente perfectamente en equilibrio, interiorizándose, abstrayéndose del ego, y de la conciencia objetiva, adormeciendo los sentidos físicos, entra en conexión con la Divinidad y encuentra el ritmo universal del ser. La mente se aquieta, el Espíritu se sosiega, el cuerpo se relaja, los tobillos están totalmente aflojados, la respiración es pausada, rítmica. Con la respiración pausada, sosegada, rítmica, centrando la mente en el punto tan tien, -hara-, tres centímetros debajo del ombligo y tres centímetros hacia adentro, en dirección de la columna vertebral, se encuentra el equilibrio del ser, en armonía con el universo y la energía fluye, y el ser se sosiega: encuentra el ritmo, la fuerza fundamental, que le conduce sin esfuerzo al lugar donde debe ir, para hacer la cosa correcta, en el momento oportuno.

La fuerza fundamental le impele a la acción, unas veces, es el empuje del Ser Universal que rige y guía todo con el ritmo cósmico preciso. Otras, bloquea, como lo hace el jinete con su caballo, al aplicarle el freno. ¿O tú pensabas que en la vida no existe un jinete universal que dirige las acciones y los trabajos? En ocasiones, indica, por la inspiración, insuflando las ideas en el pensamiento que cada quien cree suyas. También, en ciclos alternos, se canaliza la energía que impele a la acción, y aplica el freno que mantiene estático a cada quien, en el lugar en que se encuentra, hasta que el tren de la vida pase y así pueda montarse en él y entrar en el ritmo del universo.

Entonces, el ser se encuentra sereno, con la mente sosegada, el cuerpo relajado, la respiración pausada. La energía fluye, se siente tranquilidad interior: la paz de la conciencia. Con el Espíritu tranquilo se activan los poderes creadores de la mente y las cosas fluyen en un ritmo justo y perfecto, de acuerdo al propio estado de conciencia y a la estación pertinente.

Por el servicio, cada quien es útil; el Universo le usa allí donde su capacidad de dar le conduce. Da y recibe; recibe y da. Llenarse y vaciarse, con confianza, sin temor, sosegada y armoniosamente.

Encuentra el ritmo natural. La vida fluye, la conciencia se expande, el ser percibe la visión de la realidad, intuitivamente, y por inspiración. La imaginación se activa, la mente crea armonía por los pensamientos y los sentimientos justos, éstos se transforman en bienes y servicios, los mensajes son de paz y amor.

El ser se encuentra radiante, feliz. La felicidad genuina indica que el ser está en paz con su conciencia. Ha encontrado el ritmo universal.

Es preciso tener confianza en la bondad del Ser Universal que se expresa en cada quien con los sentimientos del bien, de lo justo, de la belleza, de la fortaleza, de la templanza y de la prudencia.

Esto se manifiesta como paciencia, esperando sosegadamente a que la semilla germine y la planta fructifique a su debido tiempo, no antes, ni después. De nada sirve llegar antes; tampoco, después.

¿A qué afanarse más allá de la justa medida? ¿A qué sirve llevar una carga excesiva, si al final habrá que dejarla, de todos modos? Hay que emprender el vuelo con lo único que cuenta: todo el bien que hemos hecho y el que haremos, ad infinitum.

De todo aquello de lo que hayamos sido capaces de vaciarnos, dando: amor, servicio, conocimientos, amistad, compañerismo, afecto, apoyo, y un largo etcétera, dejará intacta la capacidad espacial para recibir, volver a vaciarnos, y llenarnos nuevamente,  siguiendo el ritmo universal. La ley cósmica expresa que: Toda fuerza vaciante, al retrotraerse vuelve a llenar el contenedor existencial con nuevos contenidos vivificantes. Para llenarse hay primero que vaciarse, dando: amor, servicio, dedicación, estudio, trabajo creativo, y de todo aquello de lo cual se anhela recibir. La puerta que hay que abrir para recibir, se logra hacerlo para dar. Todo el bien que se haya hecho, y la experiencia inherente, constituirá el único bien que se habrá acumulado y nuestro verdadero patrimonio. El bien realizado  a otros, en realidad, nos lo hemos efectuado a nosotros mismos: ellos y nosotros, somos Uno, parte indivisible de la Divinidad. La justicia es el sentido de la medida que permite dar y recibir en perfecta armonía y equilibrio, sin excesos y sin déficits, en la justa medida, para mantener el ritmo; el perfecto orden, aquí y ahora. El amor, ley cósmica que sintetiza todos los valores universales, o atributos divinos del ser, en el ritmo perfecto universal. Es el perfecto ritmo que se precisa cultivar con abstracción del ego, en conexión con la Divinidad.

Adelante.

 

martes, 25 de agosto de 2020

UNIVERSO ABUNDANTE



UNIVERSO ABUNDANTE


©Giuseppe Isgró C.



El universo solo conoce de abundancia aún en la más estricta austeridad. Abundancia o ausencia de ella, constituyen aspectos complementarios de la misma realidad. Lo que vale es el resultado como promedio satisfactorio. Esto es fruto de la propia actitud y comprensión frente a la vida y sus leyes inherentes.
Podría, alguien, en la mayor abundancia, experimentar sentimientos de carencias. En cambio, en la más aparente ausencia de abundancia, puede expresar la mayor felicidad.
Los árboles que crecen en situaciones ventajosas no suelen dar maderas tan buenas como la que lo hacen en condiciones adversas; que requieren emplearse a fondo para imponerse sobre el medio ambiente. Esos árboles que han triunfado sobre la severidad del entorno, son los que utilizaban los artesanos para elaborar las ruedas de las carretas. Esa madera fuerte, resistente, era la ideal para coadyuvar con la carreta del progreso humano.
Decía Blasco Ibañez, pensador español del siglo XX, que “los pueblos no pueden ser eternamente dominados. La vida es cambio, acción, movimiento”. Ciertamente, es preciso incentivar la educación de los valores para ejercer óptimamente la práctica de las virtudes. Un liderazgo guiado por la ética universal.
Con la valentía del Espíritu virtuoso, consciente de la propia misión de vida, entusiasmado por los elevados ideales de los Padres de la Patria, y de la humanidad; cada ciudadano del mundo, en su respectivo país, se forjará el propósito, al igual que lo hiciera Simón Bolívar, o Giuseppe Garibaldi, Giuseppe Mazzini, o Andrés Bello, el Catire Páez o Rómulo Gallegos, de elevar el nivel de conciencia hacia el verdadero destino del ser humano. Progreso integral; riqueza del Espíritu, que por añadidura, aporta la que requiere para la realización de su obra.
Hay que educar a la mujer con los ideales de Concepción Arenal, emulándola, contribuyendo al desarrollo de conciencia de su gran rol como guía de la humanidad. Inspirarse en Amalia Domingo Soler, insigne andaluza que enseña a comprender la vida con sus emocionantes obras de elevadas espiritualidad. La mujer, como compañera, o madre, tiene en sus manos el destino de la humanidad. Tiene una gran responsabilidad y misión. Precisa prepararse mejor para los tiempos que se avecinan. El mundo dará un viraje hacia su verdadero destino de progreso integral, imperando el amor y la justicia divina.
Solo así, los líderes del futuro podrán cumplir su rol para optimizar los recursos, de todo tipo, colocados en sus manos como eficaces administradores, para el desarrollo de cada Nación, y entre todas, en perfecta armonía, del planeta tierra. Es preciso que nadie sea extranjero en ninguna parte. Que se exalte el fervor hacia lo gloriosamente grande para construir un mundo mejor que el que hemos recibido.
En un universo en el que rige la ley de la abundancia, hay que adquirir conciencia de que, en cada lugar, o condición en que nos encontremos, es el lugar o la condición idónea para manifestar la abundancia prudente, sabia y armoniosa. Son las condiciones que, transmutándolas, aportan lo que se precisa. Encierran en sí mismas los tesoros que se buscan en otros partes, fuera. Ellos, los tesoros, se encuentran dentro: Conocimiento, actitud mental positiva, entusiasmo, creatividad, intuición, inspiración, propósitos definidos, objetivos de vida a corto, mediano, largo y macro plazo.

Pitaco, decía: -“Todo lo llevo conmigo”. La mayor riqueza consiste en el desarrollo de la aptitud del Espíritu, la cual se manifiesta en una más elevada conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora; es decir: capacidad de hacer o de dejar de hacer. 

Adelante.

martes, 16 de junio de 2020

LAS PALABRAS TIENEN PODER…


LAS PALABRAS TIENEN PODER…


©Giuseppe Isgró C.





Las palabras tienen poder…
las que dices a ti mismo,
las que expresas a los demás,
con fines diversos.
Las que diriges a tus mascotas,
a las plantas, a la tierra,
al azulado cielo con nubes blancas,
a los elementos de la naturaleza,
a los mares, a los ríos,
a los bosques, a los lagos
y al agua que brota en las pequeñas fuentes,
como manantiales de eterna vida,
en las que todos, sacian su sed….

En este paraíso que entregó Dios al hombre..
-y a los demás seres de los cuatro reinos naturales-,
que se llama Tierra, -seguramente-; ¿quién lo sabe?,
que creemos nuestra, y en verdad lo es,
como cuidadores, cultivadores y administradores,
de turno, que se nos ha confiado en comodato,
o, -préstamo de uso temporal-.

Es deber ineludible devolver el legado recibido en préstamo,
en iguales condiciones, o en mejor estado,
con las mejoras hechas, que siempre quedan en beneficio
del Propietario, que es Dios.
Él lo volverá a entregar a los nuevos usuarios de turno.
Algún día, se nos volverá a entregar, en comodato,
el mundo tal como fue entregado, por cada quien, en la estancia anterior,
o en aquel lugar que se asemeje a la morada antes restituida.

Las palabras tienen poder…las que se dicen,
y las que se callan; unas activan a la Ley del karma,
y las otras, a la Ley de atracción.
Las primeras transmiten contenidos mentales,
en pensamientos y sentimientos,
ideas que son semillas, que dan frutos,
buenos, unos, poco deseables, otros.
Las palabras que no llegan a pronunciarse, no obstante,
atraen circunstancias análogas, a lo pensado, y sentido,
como realidad existencial.
Lo bueno, o lo malo, depende de la intención,
y de la inherente polaridad.

Lo que se dice a Dios, también tienen poder constructivo,
o lo contrario; si vas a la contienda, pidiendo a Dios
que te proteja e ilumine, para salir victorioso,…
¿cuál es la misión que te has forjado?
¿Exterminar al infiel, que crees tu enemigo,
siendo él tú mismo?
O, ir al Hato a buscar reses, pidiendo a Dios
que te conceda obtener el mejor precio,
al llevarlas al matadero, junto con otros seres,
que alimentaste, día a día,…
seres que te vieron como benefactor,
y también te amaban sin tú saberlo,
por ser seres nobles, los animales… y agradecidos…
sin imaginar que un día, tú, serías su verdugo:
sí, tú, que le alimentaste; que le llevaste al matadero,
sin importar la postura del viaje, que le transportaste
y vendiste en el mercado, o en lujosos frigoríficos;
tú que le compraste para alimentarte,
creyendo, inocentemente, que era el mejor de los alimentos,
cuando la naturaleza te había ofrecido incontables
otras formas más saludables.

También, tú, que adquiere pieles de visón,
o productos con pieles de cocodrilos, 
y exhibes trofeos con partes de caza prohibida,
bien seas cazador, o usuario, poca diferencia
hay con el verdugo, bien sea la presa: humano, o animal,
porque, en todos late la esencia divina, y no lo sabes,
o prefieres ignorarlo, por tu aparente conveniencia.

Todos, en nombre de Dios,
de bando a bando, anhelan la victoria
a expensa del otro, …
¿Estaba eso en los planes de Dios?
El planeta que se recibió como hogar Divino,
¿refleja la divinidad de Dios?

Las palabras tienen poder, para el bien,
o para el mal, como un arma de doble filo,
que beneficia, ayudando con su mensaje
de amor, justicia y bondad.
Que causan inmenso daños: con ellas se ofende,
o irrespeta, no solamente a extraños….
cuando adulas para recabar un provecho indebido,
o seduces para conquistar conciencias,
que luego ignoras que hacer con ellas.

Al final, cada quien descubre,
que nadie engaña a nadie, sino a sí mismo,
ya que todo lo que se dice, o hace,
todo lo que se piensa o siente, y se transmite,
son semillas que dan sus frutos análogos.
Entonces, muchos se preguntan:
¿por qué no usé mejores semillas,
si yo era el que tenía el poder de elegir?

A muchos le ocurre como a aquél
a quien el dueño de la hacienda le encargó
una casa para construir, de la mejor calidad,
y sin ahorros de costos algunos.
Este hombre viendo la oportunidad
de sacar algún provecho de la ocasión.
utilizó materiales de segunda y de tercera.
Al final, cuando la casa estuvo lista,
llamó el propietario a su colaborador,
y le dijo que ella era un premio para él
por los años de servicios prestados.
Allí es comprensible percibir,
el estado de conciencia de aquél servidor,
que resultó engañado por sí mismo,
al aprovecharse indebidamente,
de quien en él confiara.
Pudiendo tener la mejor casa,
obtuvo la que el mismo quiso para el otro;
percibiendo que, siempre se recibe
lo mismo que se da a los demás.

Las palabras contienen, también, sabiduría,
bondad, amor, justicia, fortaleza, templanza,
belleza, serenidad, sosiego, paz, salud, riqueza,…
que transmiten contenidos, en sentimientos, y emociones,
en mensajes y estímulos, con conocimientos, y apoyo,
que enriquecen, generalmente, y en otros casos,
se produce el efecto contrario,
según los estados de conciencia,
en las estancias del Espíritu,
de quien transmite.

Se puede transmitir la armonía de la primavera,
el júbilo del verano, la reflexión del otoño,
y la restauración del Espíritu
con la quietud serena del invierno,
cuando las cosechas previas fueron abundantes,
de buenos frutos, y justas compensaciones.
Se puede contemplar en los campos repletos
de cultivos: las lentejas, los pepinos, las manzanas,
las peras y los limones, los olivares cargados,
y las floridas granadas por todas partes,
los maizales con sus doradas mazorcas,
y los extensos campos repletos de espigas de trigo,..
en otras partes, se observan campos repletos de berenjenas,
repollos, coliflores, brócoli, papas, ….y tantos otros frutos,…
sanos alimentos que además de la salud, aportan la energía buena,
para la primavera que sigue después del invierno,
todo parece un oasis maravilloso.

¡Que alegría, recordar los afanes, satisfecho,
al contemplar la abundancia de los frutos cosechados,
que cada quien, a sus fuertes brazos, y constancia, debe,
el haber cosechado. Todo lo debe a sí mismo, y la paz, y la bondad
en la conciencia aflora, compartiendo con lo demás,
la parte que corresponde, en la Ley de la vida:
dar lo que compete, recibir y conservar,
lo que hay que usufructuar,
realizando la mayor suma
de bien posible, que es la suprema riqueza:
la capacidad de dar.

Las palabras comunican el contenido de la Estancia del Espíritu,
frutos cultivados en la conciencia, con los sentimientos
de los valores y atributos divinos.
Ellas transmiten el placer y el dolor, lo dulce y lo amargo,
la justicia o la ausencia de ella,
el amor y el sacrificio, la emoción del deber cumplido,
y tantas otras cosas que en ellas se encuentran.

Es preciso despertar….percibiendo,...
y comprender el por qué se está aquí, y lo qué se quiere,…
si se anhela algo bueno para sí, es menester, antes,
aportarlo a lo demás, como servicio…

En realidad, ¿quién es el verdadero Dador?
¿Tú?, ¿estás seguro?
El Dador, empero, no eres tú….
El Dador es el Ser Universal: Dios, Allah,
o como se llame, ¿qué importa? ¿Quién puede saberlo
si Él fue ante que cualquier cosa existente después de Él?
Dale el nombre que quieras: Él es el dador, no tú.
Tú Misión es retirar del Gran Depósito del Tesoro Universal
todo lo que puedas, cada día, para distribuirlo a todos
los que conforman el entorno en que vives o actúas,
reteniendo la décima parte para ti, como salario cósmico.
Esa es la Ley: Repartir el 90%; retener el 10%.
Esa es la misión de todos:
Ser repartidores del Tesoro Universal, en beneficio de todos,
en justicia, y equidad, de acuerdo al fiel de la balanza divina,
que pesa los méritos de cada quien, en forma justa y perfecta.
Repartidores al servicio de todos los seres
de los cuatro reinos naturales, de la riqueza cósmica: esa es la misión.
Recuerda que el oro, es solo uno de los elementos de la naturaleza,
que hay otras grandes riquezas que es preciso descubrir, y usufructuar.

¿Acaso has dejado de percibir como los seres
de los reinos: animal, vegetal y mineral, además del hombre,
son fieles servidores de todos, en forma integral?
¿Qué sería el planeta tierra y los mundos
del infinito universo, sin la cooperación recíproca
de los seres de los cuatro reinos naturales?

Este es el gran secreto:
Repartir las nueve décimas partes
del Tesoro Universal del Gran Dador,
que a cada quien se le asigne,
como distribuidor de riquezas, -integrales-
según su capacidad de dar.
Retener, para sí, la décima parte,
de lo que reparte,
como salario cósmico.

Quien no reparte nada, siendo la naturaleza
en extremo justa, le dará su décima parte,
de nada, y la oportunidad, para la siguiente fase,
para que se esmere más.

Entrar en las incontables estancias del Espíritu,
abre las puertas y ventanas que permiten ver, fuera,
las bellezas del universo, de la Tierra y de los mundos todos,
que es…la grandeza que Dios forjó de la Esencia para todos.

La misión: es ser Distribuidor del Tesoro de la fuente divina:
Amor, sabiduría de los atributos divinos, justicia, fortaleza,
templanza, belleza, armonía, salud, servicio
y poder creativo-realizador.

Quien acumula mayor riqueza,
es el más efectivo servidor de los demás.
Da más, y en justicia, recibe más…..salario cósmico.

Finalmente, cada quien percibe,
que las bellezas y demás tesoros que observa fuera,
antes los descubrió dentro de sí mismo.
Por eso desde los arcanos tiempos
de la más remota antigüedad, se dice,
que cada quien, encuentra en el entorno,
lo que, ya, tiene dentro,
al igual, que las palabras que pronuncia.
Si adentro hay sustancia,...
ellas están llenas de contenido análogo:
poder y sabiduría. ¡Oh sublimes tesoros!



16 de Junio de 2020.






EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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lunes, 12 de octubre de 2020

ENCONTRAR EL RITMO

 


ENCONTRAR EL RITMO

 

©Giuseppe Isgró C.

 

 

 Encontrar el ritmo, significa sintonizar la fuerza fundamental del ser, en conexión espiritual con la fuente universal.

Esto representa el cumplimiento de las leyes de la vida para vivir en armonía con la naturaleza.

Es dentro de sí, y no fuera, donde se gana la batalla de la vida. Para eso es preciso regir los propios actos por los parámetros de los valores universales.

Entonces, la voluntad se transforma en instrumento de la Inteligencia Infinita de la Divinidad. Todo fluye siguiendo el ritmo del movimiento universal, con matemática precisión.

Se ordena, automáticamente, el ritmo individual de acuerdo al peso específico de las cosas, o por la suma existencial de los seres, en los cuatro reinos naturales.

Todo está regido por la ley de afinidad. La balanza de la justicia sopesa los actos, estos son compensados de acuerdo con la ley de compensación, en igualdad de condiciones en y ante la ley cósmica, después de lo cual, cada quien recibe el salario cósmico.

De acuerdo con el salario cósmico, que engrosa o disminuye el saldo existencial, la persona es ubicada o reubicada en el punto de equilibrio, matemáticamente hablando, del cero grado al infinito, en un eterno movimiento expresivo-circular, en donde corresponde de acuerdo a su estado de conciencia. Allí, compensará o recibirá la compensación, adquiriendo la experiencia necesaria para ir ascendiendo hacia la maestría cósmica, en el eterno presente, ad infinitum.

Centrado en el punto tan tien, -hara-, encuentra el equilibrio del ser, en lo físico, en lo mental y en lo espiritual. Con la mente perfectamente en equilibrio, interiorizándose, abstrayéndose del ego, y de la conciencia objetiva, adormeciendo los sentidos físicos, entra en conexión con la Divinidad y encuentra el ritmo universal del ser. La mente se aquieta, el Espíritu se sosiega, el cuerpo se relaja, los tobillos están totalmente aflojados, la respiración es pausada, rítmica. Con la respiración pausada, sosegada, rítmica, centrando la mente en el punto tan tien, -hara-, tres centímetros debajo del ombligo y tres centímetros hacia adentro, en dirección de la columna vertebral, se encuentra el equilibrio del ser, en armonía con el universo y la energía fluye, y el ser se sosiega: encuentra el ritmo, la fuerza fundamental, que le conduce sin esfuerzo al lugar donde debe ir, para hacer la cosa correcta, en el momento oportuno.

La fuerza fundamental le impele a la acción, unas veces, es el empuje del Ser Universal que rige y guía todo con el ritmo cósmico preciso. Otras, bloquea, como lo hace el jinete con su caballo, al aplicarle el freno. ¿O tú pensabas que en la vida no existe un jinete universal que dirige las acciones y los trabajos? En ocasiones, indica, por la inspiración, insuflando las ideas en el pensamiento que cada quien cree suyas. También, en ciclos alternos, se canaliza la energía que impele a la acción, y aplica el freno que mantiene estático a cada quien, en el lugar en que se encuentra, hasta que el tren de la vida pase y así pueda montarse en él y entrar en el ritmo del universo.

Entonces, el ser se encuentra sereno, con la mente sosegada, el cuerpo relajado, la respiración pausada. La energía fluye, se siente tranquilidad interior: la paz de la conciencia. Con el Espíritu tranquilo se activan los poderes creadores de la mente y las cosas fluyen en un ritmo justo y perfecto, de acuerdo al propio estado de conciencia y a la estación pertinente.

Por el servicio, cada quien es útil; el Universo le usa allí donde su capacidad de dar le conduce. Da y recibe; recibe y da. Llenarse y vaciarse, con confianza, sin temor, sosegada y armoniosamente.

Encuentra el ritmo natural. La vida fluye, la conciencia se expande, el ser percibe la visión de la realidad, intuitivamente, y por inspiración. La imaginación se activa, la mente crea armonía por los pensamientos y los sentimientos justos, éstos se transforman en bienes y servicios, los mensajes son de paz y amor.

El ser se encuentra radiante, feliz. La felicidad genuina indica que el ser está en paz con su conciencia. Ha encontrado el ritmo universal.

Es preciso tener confianza en la bondad del Ser Universal que se expresa en cada quien con los sentimientos del bien, de lo justo, de la belleza, de la fortaleza, de la templanza y de la prudencia.

Esto se manifiesta como paciencia, esperando sosegadamente a que la semilla germine y la planta fructifique a su debido tiempo, no antes, ni después. De nada sirve llegar antes; tampoco, después.

¿A qué afanarse más allá de la justa medida? ¿A qué sirve llevar una carga excesiva, si al final habrá que dejarla, de todos modos? Hay que emprender el vuelo con lo único que cuenta: todo el bien que hemos hecho y el que haremos, ad infinitum.

De todo aquello de lo que hayamos sido capaces de vaciarnos, dando: amor, servicio, conocimientos, amistad, compañerismo, afecto, apoyo, y un largo etcétera, dejará intacta la capacidad espacial para recibir, volver a vaciarnos, y llenarnos nuevamente,  siguiendo el ritmo universal. La ley cósmica expresa que: Toda fuerza vaciante, al retrotraerse vuelve a llenar el contenedor existencial con nuevos contenidos vivificantes. Para llenarse hay primero que vaciarse, dando: amor, servicio, dedicación, estudio, trabajo creativo, y de todo aquello de lo cual se anhela recibir. La puerta que hay que abrir para recibir, se logra hacerlo para dar. Todo el bien que se haya hecho, y la experiencia inherente, constituirá el único bien que se habrá acumulado y nuestro verdadero patrimonio. El bien realizado  a otros, en realidad, nos lo hemos efectuado a nosotros mismos: ellos y nosotros, somos Uno, parte indivisible de la Divinidad. La justicia es el sentido de la medida que permite dar y recibir en perfecta armonía y equilibrio, sin excesos y sin déficits, en la justa medida, para mantener el ritmo; el perfecto orden, aquí y ahora. El amor, ley cósmica que sintetiza todos los valores universales, o atributos divinos del ser, en el ritmo perfecto universal. Es el perfecto ritmo que se precisa cultivar con abstracción del ego, en conexión con la Divinidad.

Adelante.

 

martes, 25 de agosto de 2020

UNIVERSO ABUNDANTE



UNIVERSO ABUNDANTE


©Giuseppe Isgró C.



El universo solo conoce de abundancia aún en la más estricta austeridad. Abundancia o ausencia de ella, constituyen aspectos complementarios de la misma realidad. Lo que vale es el resultado como promedio satisfactorio. Esto es fruto de la propia actitud y comprensión frente a la vida y sus leyes inherentes.
Podría, alguien, en la mayor abundancia, experimentar sentimientos de carencias. En cambio, en la más aparente ausencia de abundancia, puede expresar la mayor felicidad.
Los árboles que crecen en situaciones ventajosas no suelen dar maderas tan buenas como la que lo hacen en condiciones adversas; que requieren emplearse a fondo para imponerse sobre el medio ambiente. Esos árboles que han triunfado sobre la severidad del entorno, son los que utilizaban los artesanos para elaborar las ruedas de las carretas. Esa madera fuerte, resistente, era la ideal para coadyuvar con la carreta del progreso humano.
Decía Blasco Ibañez, pensador español del siglo XX, que “los pueblos no pueden ser eternamente dominados. La vida es cambio, acción, movimiento”. Ciertamente, es preciso incentivar la educación de los valores para ejercer óptimamente la práctica de las virtudes. Un liderazgo guiado por la ética universal.
Con la valentía del Espíritu virtuoso, consciente de la propia misión de vida, entusiasmado por los elevados ideales de los Padres de la Patria, y de la humanidad; cada ciudadano del mundo, en su respectivo país, se forjará el propósito, al igual que lo hiciera Simón Bolívar, o Giuseppe Garibaldi, Giuseppe Mazzini, o Andrés Bello, el Catire Páez o Rómulo Gallegos, de elevar el nivel de conciencia hacia el verdadero destino del ser humano. Progreso integral; riqueza del Espíritu, que por añadidura, aporta la que requiere para la realización de su obra.
Hay que educar a la mujer con los ideales de Concepción Arenal, emulándola, contribuyendo al desarrollo de conciencia de su gran rol como guía de la humanidad. Inspirarse en Amalia Domingo Soler, insigne andaluza que enseña a comprender la vida con sus emocionantes obras de elevadas espiritualidad. La mujer, como compañera, o madre, tiene en sus manos el destino de la humanidad. Tiene una gran responsabilidad y misión. Precisa prepararse mejor para los tiempos que se avecinan. El mundo dará un viraje hacia su verdadero destino de progreso integral, imperando el amor y la justicia divina.
Solo así, los líderes del futuro podrán cumplir su rol para optimizar los recursos, de todo tipo, colocados en sus manos como eficaces administradores, para el desarrollo de cada Nación, y entre todas, en perfecta armonía, del planeta tierra. Es preciso que nadie sea extranjero en ninguna parte. Que se exalte el fervor hacia lo gloriosamente grande para construir un mundo mejor que el que hemos recibido.
En un universo en el que rige la ley de la abundancia, hay que adquirir conciencia de que, en cada lugar, o condición en que nos encontremos, es el lugar o la condición idónea para manifestar la abundancia prudente, sabia y armoniosa. Son las condiciones que, transmutándolas, aportan lo que se precisa. Encierran en sí mismas los tesoros que se buscan en otros partes, fuera. Ellos, los tesoros, se encuentran dentro: Conocimiento, actitud mental positiva, entusiasmo, creatividad, intuición, inspiración, propósitos definidos, objetivos de vida a corto, mediano, largo y macro plazo.

Pitaco, decía: -“Todo lo llevo conmigo”. La mayor riqueza consiste en el desarrollo de la aptitud del Espíritu, la cual se manifiesta en una más elevada conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora; es decir: capacidad de hacer o de dejar de hacer. 

Adelante.

martes, 16 de junio de 2020

LAS PALABRAS TIENEN PODER…


LAS PALABRAS TIENEN PODER…


©Giuseppe Isgró C.





Las palabras tienen poder…
las que dices a ti mismo,
las que expresas a los demás,
con fines diversos.
Las que diriges a tus mascotas,
a las plantas, a la tierra,
al azulado cielo con nubes blancas,
a los elementos de la naturaleza,
a los mares, a los ríos,
a los bosques, a los lagos
y al agua que brota en las pequeñas fuentes,
como manantiales de eterna vida,
en las que todos, sacian su sed….

En este paraíso que entregó Dios al hombre..
-y a los demás seres de los cuatro reinos naturales-,
que se llama Tierra, -seguramente-; ¿quién lo sabe?,
que creemos nuestra, y en verdad lo es,
como cuidadores, cultivadores y administradores,
de turno, que se nos ha confiado en comodato,
o, -préstamo de uso temporal-.

Es deber ineludible devolver el legado recibido en préstamo,
en iguales condiciones, o en mejor estado,
con las mejoras hechas, que siempre quedan en beneficio
del Propietario, que es Dios.
Él lo volverá a entregar a los nuevos usuarios de turno.
Algún día, se nos volverá a entregar, en comodato,
el mundo tal como fue entregado, por cada quien, en la estancia anterior,
o en aquel lugar que se asemeje a la morada antes restituida.

Las palabras tienen poder…las que se dicen,
y las que se callan; unas activan a la Ley del karma,
y las otras, a la Ley de atracción.
Las primeras transmiten contenidos mentales,
en pensamientos y sentimientos,
ideas que son semillas, que dan frutos,
buenos, unos, poco deseables, otros.
Las palabras que no llegan a pronunciarse, no obstante,
atraen circunstancias análogas, a lo pensado, y sentido,
como realidad existencial.
Lo bueno, o lo malo, depende de la intención,
y de la inherente polaridad.

Lo que se dice a Dios, también tienen poder constructivo,
o lo contrario; si vas a la contienda, pidiendo a Dios
que te proteja e ilumine, para salir victorioso,…
¿cuál es la misión que te has forjado?
¿Exterminar al infiel, que crees tu enemigo,
siendo él tú mismo?
O, ir al Hato a buscar reses, pidiendo a Dios
que te conceda obtener el mejor precio,
al llevarlas al matadero, junto con otros seres,
que alimentaste, día a día,…
seres que te vieron como benefactor,
y también te amaban sin tú saberlo,
por ser seres nobles, los animales… y agradecidos…
sin imaginar que un día, tú, serías su verdugo:
sí, tú, que le alimentaste; que le llevaste al matadero,
sin importar la postura del viaje, que le transportaste
y vendiste en el mercado, o en lujosos frigoríficos;
tú que le compraste para alimentarte,
creyendo, inocentemente, que era el mejor de los alimentos,
cuando la naturaleza te había ofrecido incontables
otras formas más saludables.

También, tú, que adquiere pieles de visón,
o productos con pieles de cocodrilos, 
y exhibes trofeos con partes de caza prohibida,
bien seas cazador, o usuario, poca diferencia
hay con el verdugo, bien sea la presa: humano, o animal,
porque, en todos late la esencia divina, y no lo sabes,
o prefieres ignorarlo, por tu aparente conveniencia.

Todos, en nombre de Dios,
de bando a bando, anhelan la victoria
a expensa del otro, …
¿Estaba eso en los planes de Dios?
El planeta que se recibió como hogar Divino,
¿refleja la divinidad de Dios?

Las palabras tienen poder, para el bien,
o para el mal, como un arma de doble filo,
que beneficia, ayudando con su mensaje
de amor, justicia y bondad.
Que causan inmenso daños: con ellas se ofende,
o irrespeta, no solamente a extraños….
cuando adulas para recabar un provecho indebido,
o seduces para conquistar conciencias,
que luego ignoras que hacer con ellas.

Al final, cada quien descubre,
que nadie engaña a nadie, sino a sí mismo,
ya que todo lo que se dice, o hace,
todo lo que se piensa o siente, y se transmite,
son semillas que dan sus frutos análogos.
Entonces, muchos se preguntan:
¿por qué no usé mejores semillas,
si yo era el que tenía el poder de elegir?

A muchos le ocurre como a aquél
a quien el dueño de la hacienda le encargó
una casa para construir, de la mejor calidad,
y sin ahorros de costos algunos.
Este hombre viendo la oportunidad
de sacar algún provecho de la ocasión.
utilizó materiales de segunda y de tercera.
Al final, cuando la casa estuvo lista,
llamó el propietario a su colaborador,
y le dijo que ella era un premio para él
por los años de servicios prestados.
Allí es comprensible percibir,
el estado de conciencia de aquél servidor,
que resultó engañado por sí mismo,
al aprovecharse indebidamente,
de quien en él confiara.
Pudiendo tener la mejor casa,
obtuvo la que el mismo quiso para el otro;
percibiendo que, siempre se recibe
lo mismo que se da a los demás.

Las palabras contienen, también, sabiduría,
bondad, amor, justicia, fortaleza, templanza,
belleza, serenidad, sosiego, paz, salud, riqueza,…
que transmiten contenidos, en sentimientos, y emociones,
en mensajes y estímulos, con conocimientos, y apoyo,
que enriquecen, generalmente, y en otros casos,
se produce el efecto contrario,
según los estados de conciencia,
en las estancias del Espíritu,
de quien transmite.

Se puede transmitir la armonía de la primavera,
el júbilo del verano, la reflexión del otoño,
y la restauración del Espíritu
con la quietud serena del invierno,
cuando las cosechas previas fueron abundantes,
de buenos frutos, y justas compensaciones.
Se puede contemplar en los campos repletos
de cultivos: las lentejas, los pepinos, las manzanas,
las peras y los limones, los olivares cargados,
y las floridas granadas por todas partes,
los maizales con sus doradas mazorcas,
y los extensos campos repletos de espigas de trigo,..
en otras partes, se observan campos repletos de berenjenas,
repollos, coliflores, brócoli, papas, ….y tantos otros frutos,…
sanos alimentos que además de la salud, aportan la energía buena,
para la primavera que sigue después del invierno,
todo parece un oasis maravilloso.

¡Que alegría, recordar los afanes, satisfecho,
al contemplar la abundancia de los frutos cosechados,
que cada quien, a sus fuertes brazos, y constancia, debe,
el haber cosechado. Todo lo debe a sí mismo, y la paz, y la bondad
en la conciencia aflora, compartiendo con lo demás,
la parte que corresponde, en la Ley de la vida:
dar lo que compete, recibir y conservar,
lo que hay que usufructuar,
realizando la mayor suma
de bien posible, que es la suprema riqueza:
la capacidad de dar.

Las palabras comunican el contenido de la Estancia del Espíritu,
frutos cultivados en la conciencia, con los sentimientos
de los valores y atributos divinos.
Ellas transmiten el placer y el dolor, lo dulce y lo amargo,
la justicia o la ausencia de ella,
el amor y el sacrificio, la emoción del deber cumplido,
y tantas otras cosas que en ellas se encuentran.

Es preciso despertar….percibiendo,...
y comprender el por qué se está aquí, y lo qué se quiere,…
si se anhela algo bueno para sí, es menester, antes,
aportarlo a lo demás, como servicio…

En realidad, ¿quién es el verdadero Dador?
¿Tú?, ¿estás seguro?
El Dador, empero, no eres tú….
El Dador es el Ser Universal: Dios, Allah,
o como se llame, ¿qué importa? ¿Quién puede saberlo
si Él fue ante que cualquier cosa existente después de Él?
Dale el nombre que quieras: Él es el dador, no tú.
Tú Misión es retirar del Gran Depósito del Tesoro Universal
todo lo que puedas, cada día, para distribuirlo a todos
los que conforman el entorno en que vives o actúas,
reteniendo la décima parte para ti, como salario cósmico.
Esa es la Ley: Repartir el 90%; retener el 10%.
Esa es la misión de todos:
Ser repartidores del Tesoro Universal, en beneficio de todos,
en justicia, y equidad, de acuerdo al fiel de la balanza divina,
que pesa los méritos de cada quien, en forma justa y perfecta.
Repartidores al servicio de todos los seres
de los cuatro reinos naturales, de la riqueza cósmica: esa es la misión.
Recuerda que el oro, es solo uno de los elementos de la naturaleza,
que hay otras grandes riquezas que es preciso descubrir, y usufructuar.

¿Acaso has dejado de percibir como los seres
de los reinos: animal, vegetal y mineral, además del hombre,
son fieles servidores de todos, en forma integral?
¿Qué sería el planeta tierra y los mundos
del infinito universo, sin la cooperación recíproca
de los seres de los cuatro reinos naturales?

Este es el gran secreto:
Repartir las nueve décimas partes
del Tesoro Universal del Gran Dador,
que a cada quien se le asigne,
como distribuidor de riquezas, -integrales-
según su capacidad de dar.
Retener, para sí, la décima parte,
de lo que reparte,
como salario cósmico.

Quien no reparte nada, siendo la naturaleza
en extremo justa, le dará su décima parte,
de nada, y la oportunidad, para la siguiente fase,
para que se esmere más.

Entrar en las incontables estancias del Espíritu,
abre las puertas y ventanas que permiten ver, fuera,
las bellezas del universo, de la Tierra y de los mundos todos,
que es…la grandeza que Dios forjó de la Esencia para todos.

La misión: es ser Distribuidor del Tesoro de la fuente divina:
Amor, sabiduría de los atributos divinos, justicia, fortaleza,
templanza, belleza, armonía, salud, servicio
y poder creativo-realizador.

Quien acumula mayor riqueza,
es el más efectivo servidor de los demás.
Da más, y en justicia, recibe más…..salario cósmico.

Finalmente, cada quien percibe,
que las bellezas y demás tesoros que observa fuera,
antes los descubrió dentro de sí mismo.
Por eso desde los arcanos tiempos
de la más remota antigüedad, se dice,
que cada quien, encuentra en el entorno,
lo que, ya, tiene dentro,
al igual, que las palabras que pronuncia.
Si adentro hay sustancia,...
ellas están llenas de contenido análogo:
poder y sabiduría. ¡Oh sublimes tesoros!



16 de Junio de 2020.