miércoles, 18 de diciembre de 2013

FACTORES DE LA ILUMINACIÓN




FACTORES DE LA ILUMINACIÓN

©Giuseppe Isgró C.


En el Noble Sendero Óctuple, Sidharta Gautama incluyó el sendero de la recta atención, como uno de los elementos esenciales para la transmutación de determinadas estaciones de insatisfacción, en polaridad negativa, de los estados de la mente, en sus opuestos positivos.
Dentro de los Siete factores de la iluminación, Sidharta Gautama ubicaba en primer lugar a la atención, seguida de la investigación de la realidad, de la energía, del gozo, del sosiego, de la concentración y de la ecuanimidad.
Somos, en línea general lo que es nuestra atención, ya que ésta activa a la ley de atracción y a la de repulsión. Es decir, en lo que centremos la atención se expande la conciencia perceptiva y el poder creador, en la polaridad inherente: Positiva o negativa
Si la propia atención es enfocada, por ejemplo, en el amor o en la fortaleza, ambos valores constituyen sendos estados de la mente. Si la polaridad es positiva, y la persona posee un elevado nivel de conciencia, el amor que experimenta será altruista, genuino, dando valor por valor, anhelando tanto la propia como la ajena libertad. La fortaleza, a su vez, se traducirá en una correcta actitud mental positiva, expresada como paciencia, tolerancia, serenidad, calma imperturbable, impasibilidad, tenacidad a prueba de todo, e inquebrantable voluntad de concluir la realización de cualquier objetivo antepuesto como meta existencial.
Empero, si la polaridad mental de la persona es negativa, el amor se expresará como egoísmo, actitud posesiva, como si la persona amada fuese una esclava, en una época en que, ya, la esclavitud tiene mucho tiempo que ha sido abolida de toda legislación vigente. A su vez, la fortaleza, en vez de paciencia, actitud mental positiva, tolerancia y otros factores positivos, se expresará como impaciencia, queriendo alcanzar al instante lo que requiere su tiempo; o, como intolerancia, ausencia de serenidad e impasible calma, alentando la duda, el temor, o la inconstancia.
En cualquiera de los casos, se puede potenciar la recta atención centrándola en la polaridad positiva de cualquier condición que precise ser transmutada.
La atención puede ser enfocada en la Esencia Universal, como medio de conexión espiritual con la Fuente. Esto, mediante el constante recuerdo de la Divinidad, permitirá la expansión de la conciencia estableciendo la conexión inherente, y el flujo de la luz, de la energía, de la inspiración de la sabiduría de los valores universales, el gozo, el sosiego, así como la concentración en los elementos positivos de la vida, expresando un estado mental ecuánime y justo, tanto en los pensamientos, sentimientos, palabras y actos.
Recordando al recordado: La Divinidad, se recuerda al recordado; al recordar al recordado, se percibe que, ya, se le conocía.
La atención se puede centrar en los valores universales para adquirir mayor conciencia de los parámetros dentro de los cuales es preciso enmarcar la propia conducta como práctica de todas las virtudes.
Igualmente, la atención, a nivel físico, es preciso centrarla en la respiración, observando las constantes inspiraciones y espiraciones, y percibiendo como dicha atención va normalizando la respiración y relajando el cuerpo, adquiriendo sosiego la mente.
Es preciso adquirir conciencia de cada parte del cuerpo, centrando la atención desde los dedos de los pies a la cabeza, sintiendo el fluir de la energía, avivando la percepción de cada órgano, relajándose  profundamente, y permitiendo el adormecimiento de los sentidos físicos y el despertar de los equivalentes espirituales, con lo cual se va unificando la conciencia.
La atención, o la presencia de la mente en cada área en que se centra, expande la capacidad perceptiva tanto en la dimensión objetiva y como en la subjetiva. Al mirar, se ve; al oír, se entiende; al tocar, se palpa; al gustar, se saborea; al olfatear, se huele; la experiencia permite reconocer lo que se percibe con cualquiera de los sentidos físicos; la razón, deducir, o inducir a partir de lo percibido; y la constancia en enfocar la atención, activa la intuición y la inspiración, es decir: niveles más elevados de conciencia perceptiva. La unificación de la conciencia despierta la conciencia cósmica, la percepción de la unidad en todo, y de la verdad universal.
Tenemos la facultad de orientar el enfoque de la atención y es ella la que determina el resultado de lo que, al final, somos, por la sintonía mental y la ley de atracción y repulsión. Atraemos a nuestra vida lo semejante a lo pensado, o a lo que centramos la atención; se ahuyenta lo opuesto a lo pensado, como un escudo protector, si lo que se piensa es correcto y justo para todas las partes involucradas.
Somos dueños de nuestro destino con solo dominar la propia facultad de atención, dirigiendo la presencia de la mente a conciencia, en tiempo presente, a un objetivo a la vez, a un propósito superior, o jerárquico, a la vez.
Cambiando la atención de los estados inadecuados de conciencia a los adecuados de acuerdo a los valores de la verdad, de la prudencia, de la justicia, de la igualdad, de la fortaleza, de la templanza y de la belleza, en polaridad positiva, nos convertimos en regidores de nuestra vida, tomando las riendas de la misma en las propias manos.
Cambiemos deliberadamente la recta atención a lo justo y perfecto, de manera expectante, de acuerdo a los resultados esperados, ya que las expectativas siempre se cumplen, bien sean positivas o negativas. La atención en una u otra polaridad es la que marca la diferencia.
Que la atención sea trascendente, viendo más allá de las apariencias. Por experiencia se sabe que dentro de la cáscara de la nuez siempre hay un contenido comestible, salvo caso excepcional que no altera la regla. De igual manera, cada situación por resolver trae un beneficio equivalente, una oportunidad de crecimiento, o riqueza integral.
La recta atención al entorno, permite detectar las necesidades insatisfechas y las fortalezas latentes; una para llenarlas con bienes y servicios, como fuente de riqueza; las otras, para optimizarlas, igualmente, como fuente integral de bienestar.
Las necesidades y los deseos van acaparando la recta atención, y si ésta es entrenada para ver más allá de las apariencias, para detectar las oportunidades emergentes, en cada etapa, eligiendo los correctos cursos de acciones, se tendrá en las manos un instrumento de valor incalculable para transmutar la insatisfacción de determinadas estaciones de los estados de la mente y acrecentar la propia felicidad y sentido de auto-realización.
Adelante.

lunes, 16 de diciembre de 2013

LAS CUATRO NOBLES VERDADES


LAS CUATRO NOBLES VERDADES

©Giuseppe Isgró C.
Del libro: El Mago Blanco

-Hidalgo, -dijo Escudero-, háblame ahora de las Cuatro Nobles Verdades.
-Escudero, -le responde Hidalgo-: escucha con atención y en silencio, para expandir la conciencia, una de las más hermosas enseñanzas que se conservan de la antigüedad. 

La esencia de la doctrina de Shakyamuni, o Sidharta Gautama, reside en las dos geniales  concepciones que tuviera en el Parque de los Ciervos, cerca de Benarés, alrededor del año 500 a.n.e., que denominó: Las cuatro nobles verdades y El noble sendero óctuple.
En uno de los primeros discursos que pronunciara frente a sus discípulos, les reseñó las cuatros nobles verdades,  las cuales son: 1) La noble verdad de la insatisfacción; 2) la noble verdad del origen de la insatisfacción: consistente por los deseos en su polaridad negativa y la ausencia de propósitos. 3) la noble verdad de la cesación de la insatisfacción, es decir: la transmutación de los deseos en su polaridad positiva y la formación de propósitos; y, 4) la noble verdad del sendero que conduce a la cesación de la insatisfacción.
El cuarto punto se relaciona con el Noble Sendero Óctuple, el cual conduce a la cesación de la insatisfacción, que  consiste en la comprensión de la doctrina y en la práctica de la disciplina, relativas a: 1) la recta opinión; 2) el recto propósito; 3) la recta palabra; 4) la recta acción; 5) el recto sustentamiento de medios de vida; 6) el recto esfuerzo; 7) la recta atención; y 8) la recta concentración.
Si bien un gran número de traductores utilizan la palabra “sufrimiento” en lugar de “insatisfacción”, esta última es más acorde con el término pali “dukkha”, el cual, más que al dolor físico y a la ausencia de dicha, se refiere a la insatisfacción personal frente a cualesquiera aspectos de la existencia humana.
La noble verdad de la insatisfacción reside en la ignorancia del ser humano  sobre los elevados fines y propósitos de la existencia,las leyes que le rigen, los valores universales que fungen de guía para regir su acción, el conocimiento de la preexistencia y de la supervivencia del Espíritu al presente ciclo de vida, que le inhibe la canalización de la propia energía creadora, en constante fluir, la cual al no encontrar salida hacia el exterior, mediante la realización de objetivos claramente definidos, busca una vía de escape hacia adentro, expresándose en forma de insatisfacción, en cualesquiera de sus múltiples grados y variantes.
La noble verdad del origen de la insatisfacción, además de la ignorancia de los fines existenciales y de las leyes que les rigen, reside en los deseos en su polaridad negativa. Ya, 2.500 años antes de Shakyamuni, el Brihadaranyaka Upanishad IV.4.5., señalaba:-“Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa. Tal como es tu deseo es tu voluntad. Tal como es tu voluntad son tus actos. Tal como son tus actos es tu destino”, texto que, sin duda alguna, él conocía.
La noble verdad de la cesación de la insatisfacción, señala, diversamente a como lo enfocan la mayoría de los tratadistas, no en el cese de los deseos, sino su transmutación  en la polaridad positiva y el encauzamiento de los mismos, conjuntamente con la satisfacción de las respectivas necesidades existenciales, en sus diversas jerarquías, de acuerdo con la práctica del Noble sendero óctuple,
La cuarta noble verdad, que conduce al cese de la insatisfacción, es, por lo tanto, el Noble Sendero Óctuple, quien dirige la canalización de la energía creadora interior hacia el logro de objetivos exteriores, mediante la disciplina del desapego de los resultados en la satisfacción de los deseos, sometiéndolos a la rectitud de: opiniones, propósitos, palabras, acciones, medios de sustentamientos de vida, esfuerzos, atención y concentración, cuya práctica conduce a la autorrealización y a la obtención de la iluminación –nirvana- transmutando todo estado de ignorancia anterior en sabiduría.
Evidentemente, Shakyamuni estaba consciente de los múltiples ciclos de vida que vive el ser humano, arrastrando hasta la presente existencia las consecuencias de todas las anteriores, y sembrando para las futuras, las que se deriven de la actual.
Viviendo en un universo sin límites, donde el inmortal Espíritu está dotado de vida eterna, es inconcebible pensar, siquiera, de que pudiera ponerse fin al ciclo de renacimientos, como suelen sugerirlo algunos. Representaría, ello, el fin del progreso universal en total desacuerdo con las leyes cósmicas.
Lo que, trascendiendo las interpretaciones parciales de muchos seguidores de la doctrina universal, es preciso destacar que, con la practica del Noble sendero óctuple, se pone fin, con el debido tiempo, al ciclo de compensaciones de deudas kármicas contraídas con múltiples seres, cuyas consecuencias  someten a los seres humanos a los rigores, o efectos, coercitivos y coactivos de la leyes de: justicia divina, compensación universal, afinidad –que ordena a los seres por su grado de suma existencial- y libertad, debiendo venir a los renacimientos con la finalidad de pagar, compensando, sus deudas kármicas, y mientras no lo haga, cada ser, y, al mismo tiempo, no deje de crearse otras nuevas, estará obligado a reencarnar para efectuar las respectivas compensaciones, sin disposición de la total autonomía de quienes, encontrándose libres de deudas kármicas, renacen entre sus afines con la finalidad de realizar el trabajo del quehacer cósmico de acuerdo a la propia vocación y a su libre elección, -en armonía con los planes trazados por el Supremo Artífice-, al igual que una persona con abundante saldo en su cuenta bancaria tiene libertad de acción de la cual carecería si fuese el caso contrario.
Es preciso tener presente que, mientras se sea acreedor –o acreedora- de compensaciones, se está, “virtualmente”, en la obligación de recibirlas -o cobrarlas-, lo que significa la realización de cierto número de encarnaciones a tales efectos, lo cual, casi siempre, el Espíritu lleva a cabo como una misión para ayudar a determinados seres a superar sus pruebas existenciales.

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El ser humano es un productor constante de energía creadora, la cual busca expresarse positivamente en la realización de objetivos existenciales, canalizándose en grado equivalente a las necesidades y a los deseos, en todos los ámbitos vitales.
La energía creadora, cuando no encuentra una vía de expresión hacia el exterior, por medio de la realización de objetivos claramente definidos, como propósito existencial, busca un escape hacia el interior, haciendo experimentar, a la persona, el “descontento motivador” el cual es  preciso transmutar en su polaridad opuesta positiva, transformándose en un tremendo poder capaz de inducir al logro de las más importantes metas.
Para transmutar la insatisfacción creadora que se manifiesta por el desconocimiento de diversos factores, es preciso:
1. Conocer los objetivos existenciales, y planificarlos a corto, mediano y largo plazo, única manera de encauzar la energía creadora positivamente.
2. Comprender a fondo las leyes de la vida, para encontrar el sentido a la propia existencia, trabajando en armonía con los planes cósmicos. Dentro de estas leyes, de manera especial:
o   La ley de compensación, mediante la cual se compensan cada una de las acciones humanas. Las consecuencias de los propios actos no serán experimentadas únicamente en la próxima existencia, sino en forma inmediata; la ley actúa, en ambas polaridades, bien sea en compensaciones positivas como en las negativas, instantáneamente.
o   La ley de reencarnación: la cual permite comprender que todos los resultados existenciales actuales que nos insatisfacen, tienen un origen en ciclos anteriores de vida, cuyas consecuencias deben ser asumidas, aportando las respectivas compensaciones y, a la vez, aprender las lecciones inherentes, haciendo de tal manera que, a partir de ahora, además de saldar nuestras deudas kármicas, vayamos creando la plataforma existencial para que se manifieste la autorrealización anhelada. Además, ofrece una perspectiva de vida más allá del presente ciclo, que ensancha el horizonte  evolutivo sin límites algunos.
3. Fortalecer la visión de los valores universales, los cuales  sirven de guía en todos los actos de la vida, facilitando la práctica de todas las virtudes, creadoras de la auténtica felicidad.
4. Percibir, claramente, las propias necesidades, canalizando, adecuadamente, el poder creador-motivador equivalente que le es inherente para su respectiva satisfacción.
5. Transmutar los deseos, activadores de la voluntad, desde la polaridad negativa a la positiva, con la finalidad de que sean vehículo de un destino favorable.
6. Desarrollar la conciencia intuitiva e inspirativa. La primera permite percibir la información precisa, esté donde esté contenida, en el espacio y en el tiempo, por propia proyección espiritual al lugar donde se encuentre, para observarla, o donde se encuentre la persona que la contenga, en cuyo archivo espiritual, la lee. También, la información, podría estar archivada en el propio archivo, en el alma. La segunda, la percepción inspirativa, por comunicación de pensamientos en el propio pensamiento, de algún ente de la dimensión espiritual, o encarnado, en desdoblamiento. La otra fuente es el Ser Universal quien realiza la inspiración por medio de los sentimientos, como voz interior, alertando a la persona para dejar de hacer las cosas inadecuadas, y así realizar, únicamente, las más acordes a los propios objetivos y misión de vida, en armonía con la ley cósmica.
7. Potenciar el poder del pensamiento positivo, quien es el creador de  los resultados inmediatos en la propia vida, por la ley de atracción, mediante la cual, lo semejante atrae a lo semejante y los opuestos jamás se juntan. Dada su índole creadora, es preciso cuidar con toda atención la calidad de lo que se piensa, para expresar únicamente resultados positivos anhelados y evitar lo contrario.
8. Asumir, valientemente y con confianza, las pruebas de la vida, la adversidad, en sus diversos grados, y la insatisfacción creadora, que, como agua represada, va acumulándose en el ser interno, las cuales siempre es factible transmutarlas positivamente, canalizando en forma adecuada el propio poder potencialmente infinito para construir una vida satisfactoria en todos los niveles de aspiraciones.
9. El arte de vivir es apasionante, empero, es preciso actuar con sabiduría, de acuerdo con las leyes que rigen la naturaleza, en armonía con todos y con el Todo; para ello hay que descubrir la docta ignorancia, es decir, adquirir conciencia de lo que se ignora, auto-cultivándose, viviendo una existencia positiva, virtuosa y  útil, de acuerdo a los propósitos que el Supremo Hacedor plasmara en los planes cósmicos.
10.         Es preciso canalizar el propio poder potencialmente infinito mediante la conexión divina con el Ser Universal, poniéndose bajo su guía e inspiración, para fungir como un instrumento efectivo de su voluntad, por medio de las leyes cósmicas.
El incumplimiento de las leyes cósmicas genera en el ser humano los efectos negativos de su acción y el dolor es la escuela de sabiduría que le indica la existencia de “algo” que es preciso normalizar.
En tales casos, contrariamente a lo que se pudiese pensar, el dolor es nuestro amigo, por cuanto nos avisa del peligro y nos induce a rectificar.
Si no se experimentase dolor, al introducir las manos en el fuego, éstas correrían el riesgo de hacerse daño; igual acontece en todo. Es una voz de alerta; escuchándola se puede aplicar el correctivo oportuno y hacer que cese la causa que lo produce, transmutándola en su opuesta positiva.
Afrontar la realidad, caminando impasible por la vida, transmutando con serenidad la dosis de insatisfacción que por las acciones pasadas hemos generado, es una manera sabía de adelantar en el progreso del Espíritu, acelerando el ascenso hacia el nivel en que, debidamente depurado, se exprese la energía creadora en su polaridad positiva, y las pruebas de la vida, en todas sus variantes, se superen con paciencia, ánimo contento y satisfacción interior.
Adelante.


EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

FACTORES DE LA ILUMINACIÓN




FACTORES DE LA ILUMINACIÓN

©Giuseppe Isgró C.


En el Noble Sendero Óctuple, Sidharta Gautama incluyó el sendero de la recta atención, como uno de los elementos esenciales para la transmutación de determinadas estaciones de insatisfacción, en polaridad negativa, de los estados de la mente, en sus opuestos positivos.
Dentro de los Siete factores de la iluminación, Sidharta Gautama ubicaba en primer lugar a la atención, seguida de la investigación de la realidad, de la energía, del gozo, del sosiego, de la concentración y de la ecuanimidad.
Somos, en línea general lo que es nuestra atención, ya que ésta activa a la ley de atracción y a la de repulsión. Es decir, en lo que centremos la atención se expande la conciencia perceptiva y el poder creador, en la polaridad inherente: Positiva o negativa
Si la propia atención es enfocada, por ejemplo, en el amor o en la fortaleza, ambos valores constituyen sendos estados de la mente. Si la polaridad es positiva, y la persona posee un elevado nivel de conciencia, el amor que experimenta será altruista, genuino, dando valor por valor, anhelando tanto la propia como la ajena libertad. La fortaleza, a su vez, se traducirá en una correcta actitud mental positiva, expresada como paciencia, tolerancia, serenidad, calma imperturbable, impasibilidad, tenacidad a prueba de todo, e inquebrantable voluntad de concluir la realización de cualquier objetivo antepuesto como meta existencial.
Empero, si la polaridad mental de la persona es negativa, el amor se expresará como egoísmo, actitud posesiva, como si la persona amada fuese una esclava, en una época en que, ya, la esclavitud tiene mucho tiempo que ha sido abolida de toda legislación vigente. A su vez, la fortaleza, en vez de paciencia, actitud mental positiva, tolerancia y otros factores positivos, se expresará como impaciencia, queriendo alcanzar al instante lo que requiere su tiempo; o, como intolerancia, ausencia de serenidad e impasible calma, alentando la duda, el temor, o la inconstancia.
En cualquiera de los casos, se puede potenciar la recta atención centrándola en la polaridad positiva de cualquier condición que precise ser transmutada.
La atención puede ser enfocada en la Esencia Universal, como medio de conexión espiritual con la Fuente. Esto, mediante el constante recuerdo de la Divinidad, permitirá la expansión de la conciencia estableciendo la conexión inherente, y el flujo de la luz, de la energía, de la inspiración de la sabiduría de los valores universales, el gozo, el sosiego, así como la concentración en los elementos positivos de la vida, expresando un estado mental ecuánime y justo, tanto en los pensamientos, sentimientos, palabras y actos.
Recordando al recordado: La Divinidad, se recuerda al recordado; al recordar al recordado, se percibe que, ya, se le conocía.
La atención se puede centrar en los valores universales para adquirir mayor conciencia de los parámetros dentro de los cuales es preciso enmarcar la propia conducta como práctica de todas las virtudes.
Igualmente, la atención, a nivel físico, es preciso centrarla en la respiración, observando las constantes inspiraciones y espiraciones, y percibiendo como dicha atención va normalizando la respiración y relajando el cuerpo, adquiriendo sosiego la mente.
Es preciso adquirir conciencia de cada parte del cuerpo, centrando la atención desde los dedos de los pies a la cabeza, sintiendo el fluir de la energía, avivando la percepción de cada órgano, relajándose  profundamente, y permitiendo el adormecimiento de los sentidos físicos y el despertar de los equivalentes espirituales, con lo cual se va unificando la conciencia.
La atención, o la presencia de la mente en cada área en que se centra, expande la capacidad perceptiva tanto en la dimensión objetiva y como en la subjetiva. Al mirar, se ve; al oír, se entiende; al tocar, se palpa; al gustar, se saborea; al olfatear, se huele; la experiencia permite reconocer lo que se percibe con cualquiera de los sentidos físicos; la razón, deducir, o inducir a partir de lo percibido; y la constancia en enfocar la atención, activa la intuición y la inspiración, es decir: niveles más elevados de conciencia perceptiva. La unificación de la conciencia despierta la conciencia cósmica, la percepción de la unidad en todo, y de la verdad universal.
Tenemos la facultad de orientar el enfoque de la atención y es ella la que determina el resultado de lo que, al final, somos, por la sintonía mental y la ley de atracción y repulsión. Atraemos a nuestra vida lo semejante a lo pensado, o a lo que centramos la atención; se ahuyenta lo opuesto a lo pensado, como un escudo protector, si lo que se piensa es correcto y justo para todas las partes involucradas.
Somos dueños de nuestro destino con solo dominar la propia facultad de atención, dirigiendo la presencia de la mente a conciencia, en tiempo presente, a un objetivo a la vez, a un propósito superior, o jerárquico, a la vez.
Cambiando la atención de los estados inadecuados de conciencia a los adecuados de acuerdo a los valores de la verdad, de la prudencia, de la justicia, de la igualdad, de la fortaleza, de la templanza y de la belleza, en polaridad positiva, nos convertimos en regidores de nuestra vida, tomando las riendas de la misma en las propias manos.
Cambiemos deliberadamente la recta atención a lo justo y perfecto, de manera expectante, de acuerdo a los resultados esperados, ya que las expectativas siempre se cumplen, bien sean positivas o negativas. La atención en una u otra polaridad es la que marca la diferencia.
Que la atención sea trascendente, viendo más allá de las apariencias. Por experiencia se sabe que dentro de la cáscara de la nuez siempre hay un contenido comestible, salvo caso excepcional que no altera la regla. De igual manera, cada situación por resolver trae un beneficio equivalente, una oportunidad de crecimiento, o riqueza integral.
La recta atención al entorno, permite detectar las necesidades insatisfechas y las fortalezas latentes; una para llenarlas con bienes y servicios, como fuente de riqueza; las otras, para optimizarlas, igualmente, como fuente integral de bienestar.
Las necesidades y los deseos van acaparando la recta atención, y si ésta es entrenada para ver más allá de las apariencias, para detectar las oportunidades emergentes, en cada etapa, eligiendo los correctos cursos de acciones, se tendrá en las manos un instrumento de valor incalculable para transmutar la insatisfacción de determinadas estaciones de los estados de la mente y acrecentar la propia felicidad y sentido de auto-realización.
Adelante.

lunes, 16 de diciembre de 2013

LAS CUATRO NOBLES VERDADES


LAS CUATRO NOBLES VERDADES

©Giuseppe Isgró C.
Del libro: El Mago Blanco

-Hidalgo, -dijo Escudero-, háblame ahora de las Cuatro Nobles Verdades.
-Escudero, -le responde Hidalgo-: escucha con atención y en silencio, para expandir la conciencia, una de las más hermosas enseñanzas que se conservan de la antigüedad. 

La esencia de la doctrina de Shakyamuni, o Sidharta Gautama, reside en las dos geniales  concepciones que tuviera en el Parque de los Ciervos, cerca de Benarés, alrededor del año 500 a.n.e., que denominó: Las cuatro nobles verdades y El noble sendero óctuple.
En uno de los primeros discursos que pronunciara frente a sus discípulos, les reseñó las cuatros nobles verdades,  las cuales son: 1) La noble verdad de la insatisfacción; 2) la noble verdad del origen de la insatisfacción: consistente por los deseos en su polaridad negativa y la ausencia de propósitos. 3) la noble verdad de la cesación de la insatisfacción, es decir: la transmutación de los deseos en su polaridad positiva y la formación de propósitos; y, 4) la noble verdad del sendero que conduce a la cesación de la insatisfacción.
El cuarto punto se relaciona con el Noble Sendero Óctuple, el cual conduce a la cesación de la insatisfacción, que  consiste en la comprensión de la doctrina y en la práctica de la disciplina, relativas a: 1) la recta opinión; 2) el recto propósito; 3) la recta palabra; 4) la recta acción; 5) el recto sustentamiento de medios de vida; 6) el recto esfuerzo; 7) la recta atención; y 8) la recta concentración.
Si bien un gran número de traductores utilizan la palabra “sufrimiento” en lugar de “insatisfacción”, esta última es más acorde con el término pali “dukkha”, el cual, más que al dolor físico y a la ausencia de dicha, se refiere a la insatisfacción personal frente a cualesquiera aspectos de la existencia humana.
La noble verdad de la insatisfacción reside en la ignorancia del ser humano  sobre los elevados fines y propósitos de la existencia,las leyes que le rigen, los valores universales que fungen de guía para regir su acción, el conocimiento de la preexistencia y de la supervivencia del Espíritu al presente ciclo de vida, que le inhibe la canalización de la propia energía creadora, en constante fluir, la cual al no encontrar salida hacia el exterior, mediante la realización de objetivos claramente definidos, busca una vía de escape hacia adentro, expresándose en forma de insatisfacción, en cualesquiera de sus múltiples grados y variantes.
La noble verdad del origen de la insatisfacción, además de la ignorancia de los fines existenciales y de las leyes que les rigen, reside en los deseos en su polaridad negativa. Ya, 2.500 años antes de Shakyamuni, el Brihadaranyaka Upanishad IV.4.5., señalaba:-“Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa. Tal como es tu deseo es tu voluntad. Tal como es tu voluntad son tus actos. Tal como son tus actos es tu destino”, texto que, sin duda alguna, él conocía.
La noble verdad de la cesación de la insatisfacción, señala, diversamente a como lo enfocan la mayoría de los tratadistas, no en el cese de los deseos, sino su transmutación  en la polaridad positiva y el encauzamiento de los mismos, conjuntamente con la satisfacción de las respectivas necesidades existenciales, en sus diversas jerarquías, de acuerdo con la práctica del Noble sendero óctuple,
La cuarta noble verdad, que conduce al cese de la insatisfacción, es, por lo tanto, el Noble Sendero Óctuple, quien dirige la canalización de la energía creadora interior hacia el logro de objetivos exteriores, mediante la disciplina del desapego de los resultados en la satisfacción de los deseos, sometiéndolos a la rectitud de: opiniones, propósitos, palabras, acciones, medios de sustentamientos de vida, esfuerzos, atención y concentración, cuya práctica conduce a la autorrealización y a la obtención de la iluminación –nirvana- transmutando todo estado de ignorancia anterior en sabiduría.
Evidentemente, Shakyamuni estaba consciente de los múltiples ciclos de vida que vive el ser humano, arrastrando hasta la presente existencia las consecuencias de todas las anteriores, y sembrando para las futuras, las que se deriven de la actual.
Viviendo en un universo sin límites, donde el inmortal Espíritu está dotado de vida eterna, es inconcebible pensar, siquiera, de que pudiera ponerse fin al ciclo de renacimientos, como suelen sugerirlo algunos. Representaría, ello, el fin del progreso universal en total desacuerdo con las leyes cósmicas.
Lo que, trascendiendo las interpretaciones parciales de muchos seguidores de la doctrina universal, es preciso destacar que, con la practica del Noble sendero óctuple, se pone fin, con el debido tiempo, al ciclo de compensaciones de deudas kármicas contraídas con múltiples seres, cuyas consecuencias  someten a los seres humanos a los rigores, o efectos, coercitivos y coactivos de la leyes de: justicia divina, compensación universal, afinidad –que ordena a los seres por su grado de suma existencial- y libertad, debiendo venir a los renacimientos con la finalidad de pagar, compensando, sus deudas kármicas, y mientras no lo haga, cada ser, y, al mismo tiempo, no deje de crearse otras nuevas, estará obligado a reencarnar para efectuar las respectivas compensaciones, sin disposición de la total autonomía de quienes, encontrándose libres de deudas kármicas, renacen entre sus afines con la finalidad de realizar el trabajo del quehacer cósmico de acuerdo a la propia vocación y a su libre elección, -en armonía con los planes trazados por el Supremo Artífice-, al igual que una persona con abundante saldo en su cuenta bancaria tiene libertad de acción de la cual carecería si fuese el caso contrario.
Es preciso tener presente que, mientras se sea acreedor –o acreedora- de compensaciones, se está, “virtualmente”, en la obligación de recibirlas -o cobrarlas-, lo que significa la realización de cierto número de encarnaciones a tales efectos, lo cual, casi siempre, el Espíritu lleva a cabo como una misión para ayudar a determinados seres a superar sus pruebas existenciales.

**

El ser humano es un productor constante de energía creadora, la cual busca expresarse positivamente en la realización de objetivos existenciales, canalizándose en grado equivalente a las necesidades y a los deseos, en todos los ámbitos vitales.
La energía creadora, cuando no encuentra una vía de expresión hacia el exterior, por medio de la realización de objetivos claramente definidos, como propósito existencial, busca un escape hacia el interior, haciendo experimentar, a la persona, el “descontento motivador” el cual es  preciso transmutar en su polaridad opuesta positiva, transformándose en un tremendo poder capaz de inducir al logro de las más importantes metas.
Para transmutar la insatisfacción creadora que se manifiesta por el desconocimiento de diversos factores, es preciso:
1. Conocer los objetivos existenciales, y planificarlos a corto, mediano y largo plazo, única manera de encauzar la energía creadora positivamente.
2. Comprender a fondo las leyes de la vida, para encontrar el sentido a la propia existencia, trabajando en armonía con los planes cósmicos. Dentro de estas leyes, de manera especial:
o   La ley de compensación, mediante la cual se compensan cada una de las acciones humanas. Las consecuencias de los propios actos no serán experimentadas únicamente en la próxima existencia, sino en forma inmediata; la ley actúa, en ambas polaridades, bien sea en compensaciones positivas como en las negativas, instantáneamente.
o   La ley de reencarnación: la cual permite comprender que todos los resultados existenciales actuales que nos insatisfacen, tienen un origen en ciclos anteriores de vida, cuyas consecuencias deben ser asumidas, aportando las respectivas compensaciones y, a la vez, aprender las lecciones inherentes, haciendo de tal manera que, a partir de ahora, además de saldar nuestras deudas kármicas, vayamos creando la plataforma existencial para que se manifieste la autorrealización anhelada. Además, ofrece una perspectiva de vida más allá del presente ciclo, que ensancha el horizonte  evolutivo sin límites algunos.
3. Fortalecer la visión de los valores universales, los cuales  sirven de guía en todos los actos de la vida, facilitando la práctica de todas las virtudes, creadoras de la auténtica felicidad.
4. Percibir, claramente, las propias necesidades, canalizando, adecuadamente, el poder creador-motivador equivalente que le es inherente para su respectiva satisfacción.
5. Transmutar los deseos, activadores de la voluntad, desde la polaridad negativa a la positiva, con la finalidad de que sean vehículo de un destino favorable.
6. Desarrollar la conciencia intuitiva e inspirativa. La primera permite percibir la información precisa, esté donde esté contenida, en el espacio y en el tiempo, por propia proyección espiritual al lugar donde se encuentre, para observarla, o donde se encuentre la persona que la contenga, en cuyo archivo espiritual, la lee. También, la información, podría estar archivada en el propio archivo, en el alma. La segunda, la percepción inspirativa, por comunicación de pensamientos en el propio pensamiento, de algún ente de la dimensión espiritual, o encarnado, en desdoblamiento. La otra fuente es el Ser Universal quien realiza la inspiración por medio de los sentimientos, como voz interior, alertando a la persona para dejar de hacer las cosas inadecuadas, y así realizar, únicamente, las más acordes a los propios objetivos y misión de vida, en armonía con la ley cósmica.
7. Potenciar el poder del pensamiento positivo, quien es el creador de  los resultados inmediatos en la propia vida, por la ley de atracción, mediante la cual, lo semejante atrae a lo semejante y los opuestos jamás se juntan. Dada su índole creadora, es preciso cuidar con toda atención la calidad de lo que se piensa, para expresar únicamente resultados positivos anhelados y evitar lo contrario.
8. Asumir, valientemente y con confianza, las pruebas de la vida, la adversidad, en sus diversos grados, y la insatisfacción creadora, que, como agua represada, va acumulándose en el ser interno, las cuales siempre es factible transmutarlas positivamente, canalizando en forma adecuada el propio poder potencialmente infinito para construir una vida satisfactoria en todos los niveles de aspiraciones.
9. El arte de vivir es apasionante, empero, es preciso actuar con sabiduría, de acuerdo con las leyes que rigen la naturaleza, en armonía con todos y con el Todo; para ello hay que descubrir la docta ignorancia, es decir, adquirir conciencia de lo que se ignora, auto-cultivándose, viviendo una existencia positiva, virtuosa y  útil, de acuerdo a los propósitos que el Supremo Hacedor plasmara en los planes cósmicos.
10.         Es preciso canalizar el propio poder potencialmente infinito mediante la conexión divina con el Ser Universal, poniéndose bajo su guía e inspiración, para fungir como un instrumento efectivo de su voluntad, por medio de las leyes cósmicas.
El incumplimiento de las leyes cósmicas genera en el ser humano los efectos negativos de su acción y el dolor es la escuela de sabiduría que le indica la existencia de “algo” que es preciso normalizar.
En tales casos, contrariamente a lo que se pudiese pensar, el dolor es nuestro amigo, por cuanto nos avisa del peligro y nos induce a rectificar.
Si no se experimentase dolor, al introducir las manos en el fuego, éstas correrían el riesgo de hacerse daño; igual acontece en todo. Es una voz de alerta; escuchándola se puede aplicar el correctivo oportuno y hacer que cese la causa que lo produce, transmutándola en su opuesta positiva.
Afrontar la realidad, caminando impasible por la vida, transmutando con serenidad la dosis de insatisfacción que por las acciones pasadas hemos generado, es una manera sabía de adelantar en el progreso del Espíritu, acelerando el ascenso hacia el nivel en que, debidamente depurado, se exprese la energía creadora en su polaridad positiva, y las pruebas de la vida, en todas sus variantes, se superen con paciencia, ánimo contento y satisfacción interior.
Adelante.