viernes, 8 de marzo de 2013

POEMAS DE KABIR



POEMAS DE KABIR
I-XXV

Versión inglesa de Rabindranath Tagore,
Y la castellana de: Joaquín V. González.


RABINDRANTH TAGORE 


1. ¿Dónde me buscas, oh, servidor mío?
¡Mírame! Estoy junto a ti.

No estoy en el templo ni en la mezquita, ni en el santuario de La Meca, ni en la morada de las divinidades hindúes.

No estoy en los ritos y las ceremonias, ni en el ascetismo y sus renunciaciones.

Si me buscas de veras me verás enseguida, y llegará el momento en que me encuentres.

Kabir dice:

Dios, ¡oh Sabio!, es el aliento de todo lo que respira.


2. Inútil preguntar a un sabio cuál es la casta a que pertenece; puesto que los sacerdotes, los guerreros, los mercaderes y las treinta y seis castas de la India, todos aspiran igualmente a Dios.

Hasta resulta una locura preguntar cuál puede ser la casta de un sabio; barberos, lavanderas, carpinteros, todos buscan a Dios.

El propio Raidas era un buscador de Dios. El Rishi Swapacha pertenecía a la casta de los curtidores.

Hindúes y musulmanes, también ellos alcanzaron el límite donde se borran todas las marcas diferenciales.

3. ¡Oh, amigo! Espera en Él durante tu vida, conoce durante tu vida, comprende durante tu vida, pues en la vida está tu liberación.

Si no desatas tus ligaduras durante la vida, ¿qué esperanza de liberación tendrás en la desencarnación?

Creer que el Espíritu se unirá a Él sólo porque haya abandonado el cuerpo, es una idea absurda.

Si lo hallamos ahora, lo hallaremos luego.

De lo contrario, permaneceremos en la ciudad de la nada.

Si te unes a Él en el presente, lo estarás en la Eternidad.

Báñate en la Verdad; conoce al Maestro Verdadero; ten fe en su Nombre.

Kabir dice:

Lo que nos ayuda es el Espíritu de búsqueda constante; soy esclavo de ese Espíritu.


4. No vayas al jardín florido, no vayas, oh, amigo!

En ti están el jardín y sus flores.
Inclínate sobre el loto de los mil pétalos,
y contempla allí la Infinita Belleza.

5. ¿Cómo podré, ¡oh, hermano!, renunciar a Maya?

Cuando deshice el nudo de mis cintas, todavía me quedó sujeto el vestido; cuando me quité el vestido, aún me cubrían el cuerpo sus pliegues.

Y así, cuando abandono mis pasiones, mi cólera persiste.

Y cuando renuncio a la cólera, aún queda la envidia. Y cuando venzo a la envidia, todavía persisten mi vanidad y mi orgullo.

Cuando el espíritu se libera, arrojando a Maya, aún queda prendido en la letra.

Kabir dice:

Óyeme bien, querido Sadhu: la verdadera senda no es fácil de encontrar.


6. La luna brilla en mi interior, pero mis ojos no pueden verla.

La luna está en mí, lo mismo que el sol.
Sin que lo toquen, el tambor de la eternidad resuena en mi interior, pero mis oídos sordos no pueden oírlo.

Así, en tanto que el hombre reclame el yo y lo mío, sus obras serán como cero.

Cuando todo amor del yo y de lo mío haya muerto, entonces es cuando se consumará la obra del Creador.

Que el trabajo no tenga otro afán que el conocimiento.

Alcanzado el conocimiento, déjese el afán.
El afán de la flor es el fruto; cuando el fruto madura, la flor se marchita.

El ciervo contiene el almizcle, aunque no lo busca en sí mismo, sino husmeándolo en la hierba.


7. Cuando se revela a sí mismo, Brahma descubre lo invisible.

Como el grano está en la planta, como la sombra en el árbol, como el espacio en el cielo, como infinidad de formas están en el espacio,
así, desde el más allá del Infinito, el Infinito viene, y el Infinito se prolonga en lo finito.

La criatura está en Brahma, y Brahma está en la criatura; son para siempre distintos, aunque estén para siempre unidos.

Él mismo es el árbol, el grano y el germen.

Él mismo es la flor, el fruto y la sombra.

Él es el sol, la luz y todo lo que se ilumina.

Es Brahma, la criatura y la ilusión.

Es la forma múltiple, el espacio infinito.

Es el aliento, la palabra, la idea.

Es lo limitado y lo ilimitado, y más allá de lo limitado y de lo ilimitado, es el Ser puro.

Es el espíritu inmanente en Brahma y en la criatura.

El Alma suprema se ve en el interior del alma.
El punto último se ve en el Alma suprema.

Y en ese punto aún se reflejan las creaciones.

Kabir es bendito porque goza de esta visión suprema.


8. El vaso terrestre acuna las campiñas y los boscajes; en él se halla el Creador.
En ese vaso están los siete océanos y las innumerables estrellas.

Dentro están el artífice y su piedra de toque.

En él resuena la voz del Eterno, que hace surgir la primavera.


Kabir dice:

Óyeme, amigo mío: mi Creador bienamado se halla en ese vaso.



9. ¿Cómo podría yo jamás pronunciar esas palabras misteriosas?
¿Cómo podría yo decir: Él no es como esto y es como aquello?

Si digo que Él está en mí, el universo se escandaliza de mis palabras.

Si digo que está fuera de mí, miento.
De los mundos internos y externos, Él hace una unidad indivisible.

Lo consciente y lo inconsciente son los taburetes de sus pies.

Ni se manifiesta ni se oculta; no es revelado ni irrevelado.

No hay palabras para decir lo que Él es.


10. Atrajiste mi corazón hacia ti, ¡oh Fakir!

Me hallaba dormido en mi alcoba y tú me despertaste con tu impresionante voz, ¡oh Fakir!

Me hundía en las profundidades del océano de este mundo, y Tú me has salvado, sosteniéndome en tu brazo, ¡oh Fakir!

Una sola palabra de Ti, no dos, y me liberas de todas las cadenas, ¡oh Fakir!

Kabir dice:

Has unido tu corazón a mi corazón, ¡oh Fakir!


11. Antes, yo jugaba día y noche con mis compañeras,   y ahora tengo miedo.

El palacio de mi Señor está tan alto, que mi corazón tiembla de subir; pero no debo ser miedosa, si quiero gozar de Su amor.

Mi corazón ha de buscar a mi Bienamado, he de quitarme el velo y unir a Él todo mi ser.

Mis ojos serán dos lámparas de amor.

Kabir dice:

Oyeme, amiga mía: Él comprende quién lo ama.

Si no languideces de amor por el Único Bienamado, es inútil que adornes tu cuerpo; es en vano que te pongas ungüento sobre los párpados.


12. Cuéntame, ¡oh cisne!, tu antigua historia.

¿De qué país vienes, oh cisne?

¿Hacia qué riberas encaminas tu vuelo?

¿Dónde descansarás, ¡oh, cisne!, y qué es lo que buscas?

Despiértate esta misma mañana, ¡oh, cisne!, levántate y sígueme.

Hay un país donde no imperan ni la duda ni la tristeza, donde ya no existe el terror de la desencarnación.

Allí, los bosques primaverales están en flor, y la brisa nos trae un perfume que dice: "Él soy Yo".

Allí, la abeja del corazón penetra profundamente en la flor, sin aspirar a otro goce.



13. ¿Quién te servirá, oh, Señor increado?

Cada fiel adora al Dios que él se crea; cada día recibe sus favores.
Algunos no lo buscan a Él, al Perfecto, a Brahma, al indivisible Señor.

Creen en diez Avatares; pero un Avatar que sufra las consecuencias de sus actos no puede ser el Espíritu infinito.

El Uno Supremo debe ser otro.
Los yoguis, los sanyasis, los ascetas, dispútanse entre sí.

Kabir dice:

¡Oh, hermano!,
aquel que ha visto la irradiación de su amor, ése está salvado.


14. El río y sus olas forman una misma superficie: ¿Qué diferencia hay entre el río y sus olas?

Cuando la ola se levanta es agua, y al caer sigue siendo agua.

Decidme ¿dónde está la diferencia?
Porque la hayan nombrado ola, ¿ya no se la considerará como agua?

En el seno del Supremo Brahma, los mundos se engarzan como las cuentas de un rosario.

Contempla ese rosario con los ojos de la sabiduría.


15. Donde reina la Primavera, señora de las estaciones, se escucha una música misteriosa.

Torrentes de luz caen por doquiera.

Pocos hombres pueden alcanzar esas riberas, donde millones de Krishnas se mantienen cruzados de brazos, donde millones de Vishnús se prosternan, donde millones de brahmanes leen los Vedas, donde millones de Shivas se abstraen en contemplación.

Allí, millones de Indras y de innumerables semidioses tienen al cielo por morada.
Allí, millones de Saraswatis, diosas de la música, tañen la vina.

Allí, mi Señor se revela a Sí mismo, y el perfume del sándalo y de las flores  se esparce en todos los dominios del espacio.


16. Entre los polos de lo consciente y de lo inconsciente, el espíritu oscila.

Es el columpio donde están suspendidos todos los seres y todos los mundos, cuya oscilación nunca cesa.

A él se aferran millones de seres; en él se columpian la luna y el sol en su carrera.

Transcurren millones de edades, y el columpio sigue con su movimiento.

Todo oscila: el cielo y la tierra, el aire y el agua, y el Señor mismo, ahí personificado.

Y la visión de todo ello ha hecho de Kabir el servidor de su Dios.


17. La luz del sol, de la luna y de las estrellas, fulgura con vivo resplandor: la melodía amorosa asciende cada vez más, acompasada al ritmo del amor puro.
Día y noche, el coro llena los cielos, y Kabir dice:

Mi único Bienamado me deslumbra como el relámpago.

¿Sabéis cómo expresan su adoración los instantes?  Blandiendo su círculo de luces,
el universo, día y noche, canta adorando.

Allí, dice Kabir, la adoración no cesa jamás.

Allí está en su trono el Creador del universo.

El mundo entero ejecuta su obra y comete sus yerros; pero pocos son los amantes que conocen al Bienamado.

Como se mezclan las aguas del Ganges y del Jumna, así se mezclan en el corazón del hombre piadoso las dos corrientes del amor y del sacrificio.

En su corazón, el agua sagrada se esparce día y noche, y así concluye el ciclo de los natalicios y de los óbitos.

¡Qué inefable reposo en el Espíritu Supremo!

Sólo lo goza quien lo busca.

Sujeto por las cuerdas del amor, va y viene el columpio oceánico del gozo, y hay un potente estallido de canciones.

¡Ved aquel loto que florece sin agua!

Y Kabir dice:

La abeja de mi corazón liba su néctar.

¡Maravilloso loto florecido en el corazón del universo!

Sólo los Espíritus puros conocen sus delicias verdaderas.
La música vibra por doquiera, y el corazón participa en el gozo del mar infinito.

Kabir dice:
Sumérgete en ese océano de dulzura, y deja que vuelen lejos todos los errores de la vida y de la desencarnación.

Ya ves cómo aquí se sacia la sed de los cinco sentidos; ya no existen las tres formas de la miseria.

Kabir dice:

Estamos en lo Inaccesible; miraos adentro
y veréis cómo brillan en vosotros los rayos de luna de Dios escondido.

Allí late el ritmo de la vida y de la nada.

Ahí surgen los arrobamientos, todo un espacio radiante de luz.

Allí se escucha la misteriosa música, que es la del amor de los tres mundos.
Allí arden los millones de lámparas del sol y de la luna.

Allí resuenan por doquiera los amorosos cánticos, llueven ondas de luz, y el adorador saborea con delicias el celeste néctar.

Ved la vida y la nada: ya no hay entre ellas separación alguna.


Kabir dice:

El sabio enmudecerá, pues la Verdad no puede hallarse en los libros ni en los Vedas.

Me he asociado al armonioso equilibrio del Uno.

He bebido la copa de lo inefable.

Encontré la clave del misterio.

Alcancé la raíz de la Unión.

Viajando sin camino llegué al país sin dolor, y la gracia del Gran Dador ha descendido dulcísima en mí.

Se canta al Dios infinito como si fuera inaccesible; pero en mis meditaciones, sin mis ojos, yo lo he visto.
Es, de cierto, el país sin sufrimientos, y nadie sabe el camino que a Él conduce.

Sólo aquel que encontró ese camino va más allá de la región de los dolores.

Maravilloso país, que no puede pagarse con ningún mérito.

El sabio lo ve; el sabio lo canta.
Tal es la última palabra; pero ¿cómo expresar su maravilloso sabor?

Aquel que la saborea una vez, sólo él sabe el gozo que puede dar.

Kabir dice:

Al conocerla, el ignorante se convierte en sabio y el sabio se queda mudo, en silenciosa adoración.

El adorador se embriaga totalmente.
Su sabiduría y su desprendimiento son perfectos.

Bebe en la copa de las inspiraciones y de las aspiraciones del amor.

Allí, todo el cielo se llena de armonías, y la música suena sin cuerdas y sin pulsaciones.

Allí no cesa nunca el juego de la alegría y del dolor.


Kabir dice:

Si te sumerges en el océano de vida, vivirás en el país de la suprema felicidad.

¡Qué frenesí de éxtasis contiene cada hora!

El adorador exprime y bebe la esencia de las horas.

Vive con la vida de Brahma...

Digo la verdad, porque acepté la verdad en mi vida.

Estoy consagrado a la verdad, porque ahuyenté, lejos de mí, todas las falsas apariencias.

Kabir dice:

Así se libra el adorador de todo miedo, así lo abandonan todas las ideas erróneas sobre la vida y la muerte.

Allí el cielo se llena de música.

Allí llueve néctar.

Allí vibran las cuerdas del arpa y suenan los tambores.

¡Qué secreto esplendor irradia ese castillo del cielo!

Ya no hay amaneceres ni puestas de sol.

En el océano de revelaciones que es la luz del amor, el día y la noche no forman más que uno.

Alegría eterna; ni dolor, ni luchas.

Allí he bebido, llena hasta los bordes, la copa de la dicha, de la dicha perfecta.

No hay lugar allí para el error.

Kabir dice:

Allí he sido testigo de los juegos de la única felicidad.
He conocido en mí mismo el juego del universo; he escapado al error de este mundo.

Lo externo y lo interno se han hecho para mí un sólo cielo.

Lo infinito y lo finito se han unido.

Me embriago con la visión del Todo.

La luz invade el universo; es la lámpara del amor, ardiendo en el candelero del saber.

Kabir dice:

Allí no puede deslizarse error alguno, y ya no existe el conflicto de la vida con la nada.


18. La región central del cielo, donde el espíritu reposa, está radiante de una música de luz.

Allí florece la pura y cándida armonía, donde mi Creador halla sus delicias.

En el prodigioso esplendor de su “universo” piérdese el fulgor de millones de soles y de lunas.

Kabir dice:

Ven, ¡oh Dharmadas! y contempla el triunfo de mi Creador omnipotente.

¿Dónde la acción y el reposo en esa ribera?

No hay agua a la vista, ni barco, ni marino.

No hay ni una sola cuerda para empujar el barco, ni hombre alguno para sirgar.

Ni tierra, ni cielo, ni tiempo; nada existe ahí: ni río, ni ribera.

No hay ahí ni cuerpo, ni espíritu.
¿Dónde podrías aplacar la sed de tu Espíritu?

Nada encontrarás en esta nada.
Sé fuerte y vuélvete a ti mismo.
Ahí te hallarás en tierra firme.
Considera esto, ¡oh, corazón mío!
No te vayas a ninguna otra parte.


19. ¡Oh, corazón mío!
El Espíritu Supremo, el Dueño omnipotente está junto a ti.

¡Despierta, despiértate!
Corre a echarte a los pies de tu Bienamado, pues tu Creador está muy cerca.

Estuviste dormido durante siglos innumerables, ¿y no quieres despertar esta mañana?

20. ¿Qué ribera quieres alcanzar, corazón mío?
Ningún viajero ante ti.
Ningún camino.

Kabir dice:

Rechaza toda imaginación y fortalécete en lo que eres.


21. Cada morada enciende sus lámparas.
Como eres ciego, no las ves.
Un día tus ojos se abrirán de pronto, y verás, y las cadenas de la muerte caerán por sí solas.
Nada qué decir, nada qué escuchar, nada qué hacer.

Aquel que vive, aunque desencarnado, no morirá jamás.

Porque vive en soledad dice el asceta que su casa está muy lejos.

Tu Creador está junto a ti y, sin embargo, trepas a lo alto de la palmera para buscarlo.

El brahmán va de casa en casa, para iniciar al pueblo en la fe.

Pero ¡ay!, la verdadera fuente de vida está a tu lado, mientras te pones a adorar la piedra que tú mismo levantaste.

Kabir dice:

No puedo decir cuán adorable es mi Creador.

El ascetismo, súplicas, las virtudes y los vicios, nada de todo ello existe para Él.


22. Mi corazón suspira, ¡oh hermano!, por el verdadero Dueño que llena la copa del amor para ofrecérmela, tras de haber bebido.

Levanta el velo y Brahma se revela a mis ojos.

Descubre en Él los mundos y me hace oír la música misteriosa.

Me muestra que las alegrías y las penas
son una misma cosa.

Todas sus palabras están llenas de amor.

Kabir dice:

En verdad, nada ha de temer quien posea semejante Dueño para llevarlo a seguro refugio.


23. Las sombras de la noche caen espesas y profundas; ensombrecen el corazón, y envuelven al cuerpo y al espíritu.

Abre tu ventana al poniente, y piérdete en el cielo del amor.

Bebe la miel azucarada que destilan los pétalos del loto del corazón.

Déjate penetrar en las olas del mar.
¡Húndete en su esplendor!
Escucha y oye el rumor de las caracolas y de las campanas.


Kabir dice:

Contempla, ¡oh, hermano!, al Creador en ese vaso que es mi cuerpo.


24. Llevo en el fondo del corazón aquel amor que me hace vivir en este mundo una vida sin límites.

Así vive el loto en el agua, y en el agua florece, aunque el agua no pueda tocar sus pétalos abiertos por sobre su nivel.

Así vive la esposa que penetra en las llamas de la pira, al mandato del amor.

Arde y deja gemir a sus compañeras, pero jamás deshonra al amor.
Difícil es cruzar el océano del mundo;
sus aguas son muy profundas.

Kabir dice:

Óyeme, ¡oh Sabio hombre!
Pocos son los que logran llegar a la otra orilla.


25. Mi Creador se oculta y, ah maravilla,
mi Creador se revela.

Mi Creador me aherroja duramente, y mi Creador hace que caigan mis cadenas.

Mi Creador me trae voces de tristeza y voces de alegría, y es Él mismo quien dosifica los contrastes.

Ofrendaré a mi Creador mi cuerpo y mi espíritu.

Daré mi vida antes que olvidar a mi Creador.

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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viernes, 8 de marzo de 2013

POEMAS DE KABIR



POEMAS DE KABIR
I-XXV

Versión inglesa de Rabindranath Tagore,
Y la castellana de: Joaquín V. González.


RABINDRANTH TAGORE 


1. ¿Dónde me buscas, oh, servidor mío?
¡Mírame! Estoy junto a ti.

No estoy en el templo ni en la mezquita, ni en el santuario de La Meca, ni en la morada de las divinidades hindúes.

No estoy en los ritos y las ceremonias, ni en el ascetismo y sus renunciaciones.

Si me buscas de veras me verás enseguida, y llegará el momento en que me encuentres.

Kabir dice:

Dios, ¡oh Sabio!, es el aliento de todo lo que respira.


2. Inútil preguntar a un sabio cuál es la casta a que pertenece; puesto que los sacerdotes, los guerreros, los mercaderes y las treinta y seis castas de la India, todos aspiran igualmente a Dios.

Hasta resulta una locura preguntar cuál puede ser la casta de un sabio; barberos, lavanderas, carpinteros, todos buscan a Dios.

El propio Raidas era un buscador de Dios. El Rishi Swapacha pertenecía a la casta de los curtidores.

Hindúes y musulmanes, también ellos alcanzaron el límite donde se borran todas las marcas diferenciales.

3. ¡Oh, amigo! Espera en Él durante tu vida, conoce durante tu vida, comprende durante tu vida, pues en la vida está tu liberación.

Si no desatas tus ligaduras durante la vida, ¿qué esperanza de liberación tendrás en la desencarnación?

Creer que el Espíritu se unirá a Él sólo porque haya abandonado el cuerpo, es una idea absurda.

Si lo hallamos ahora, lo hallaremos luego.

De lo contrario, permaneceremos en la ciudad de la nada.

Si te unes a Él en el presente, lo estarás en la Eternidad.

Báñate en la Verdad; conoce al Maestro Verdadero; ten fe en su Nombre.

Kabir dice:

Lo que nos ayuda es el Espíritu de búsqueda constante; soy esclavo de ese Espíritu.


4. No vayas al jardín florido, no vayas, oh, amigo!

En ti están el jardín y sus flores.
Inclínate sobre el loto de los mil pétalos,
y contempla allí la Infinita Belleza.

5. ¿Cómo podré, ¡oh, hermano!, renunciar a Maya?

Cuando deshice el nudo de mis cintas, todavía me quedó sujeto el vestido; cuando me quité el vestido, aún me cubrían el cuerpo sus pliegues.

Y así, cuando abandono mis pasiones, mi cólera persiste.

Y cuando renuncio a la cólera, aún queda la envidia. Y cuando venzo a la envidia, todavía persisten mi vanidad y mi orgullo.

Cuando el espíritu se libera, arrojando a Maya, aún queda prendido en la letra.

Kabir dice:

Óyeme bien, querido Sadhu: la verdadera senda no es fácil de encontrar.


6. La luna brilla en mi interior, pero mis ojos no pueden verla.

La luna está en mí, lo mismo que el sol.
Sin que lo toquen, el tambor de la eternidad resuena en mi interior, pero mis oídos sordos no pueden oírlo.

Así, en tanto que el hombre reclame el yo y lo mío, sus obras serán como cero.

Cuando todo amor del yo y de lo mío haya muerto, entonces es cuando se consumará la obra del Creador.

Que el trabajo no tenga otro afán que el conocimiento.

Alcanzado el conocimiento, déjese el afán.
El afán de la flor es el fruto; cuando el fruto madura, la flor se marchita.

El ciervo contiene el almizcle, aunque no lo busca en sí mismo, sino husmeándolo en la hierba.


7. Cuando se revela a sí mismo, Brahma descubre lo invisible.

Como el grano está en la planta, como la sombra en el árbol, como el espacio en el cielo, como infinidad de formas están en el espacio,
así, desde el más allá del Infinito, el Infinito viene, y el Infinito se prolonga en lo finito.

La criatura está en Brahma, y Brahma está en la criatura; son para siempre distintos, aunque estén para siempre unidos.

Él mismo es el árbol, el grano y el germen.

Él mismo es la flor, el fruto y la sombra.

Él es el sol, la luz y todo lo que se ilumina.

Es Brahma, la criatura y la ilusión.

Es la forma múltiple, el espacio infinito.

Es el aliento, la palabra, la idea.

Es lo limitado y lo ilimitado, y más allá de lo limitado y de lo ilimitado, es el Ser puro.

Es el espíritu inmanente en Brahma y en la criatura.

El Alma suprema se ve en el interior del alma.
El punto último se ve en el Alma suprema.

Y en ese punto aún se reflejan las creaciones.

Kabir es bendito porque goza de esta visión suprema.


8. El vaso terrestre acuna las campiñas y los boscajes; en él se halla el Creador.
En ese vaso están los siete océanos y las innumerables estrellas.

Dentro están el artífice y su piedra de toque.

En él resuena la voz del Eterno, que hace surgir la primavera.


Kabir dice:

Óyeme, amigo mío: mi Creador bienamado se halla en ese vaso.



9. ¿Cómo podría yo jamás pronunciar esas palabras misteriosas?
¿Cómo podría yo decir: Él no es como esto y es como aquello?

Si digo que Él está en mí, el universo se escandaliza de mis palabras.

Si digo que está fuera de mí, miento.
De los mundos internos y externos, Él hace una unidad indivisible.

Lo consciente y lo inconsciente son los taburetes de sus pies.

Ni se manifiesta ni se oculta; no es revelado ni irrevelado.

No hay palabras para decir lo que Él es.


10. Atrajiste mi corazón hacia ti, ¡oh Fakir!

Me hallaba dormido en mi alcoba y tú me despertaste con tu impresionante voz, ¡oh Fakir!

Me hundía en las profundidades del océano de este mundo, y Tú me has salvado, sosteniéndome en tu brazo, ¡oh Fakir!

Una sola palabra de Ti, no dos, y me liberas de todas las cadenas, ¡oh Fakir!

Kabir dice:

Has unido tu corazón a mi corazón, ¡oh Fakir!


11. Antes, yo jugaba día y noche con mis compañeras,   y ahora tengo miedo.

El palacio de mi Señor está tan alto, que mi corazón tiembla de subir; pero no debo ser miedosa, si quiero gozar de Su amor.

Mi corazón ha de buscar a mi Bienamado, he de quitarme el velo y unir a Él todo mi ser.

Mis ojos serán dos lámparas de amor.

Kabir dice:

Oyeme, amiga mía: Él comprende quién lo ama.

Si no languideces de amor por el Único Bienamado, es inútil que adornes tu cuerpo; es en vano que te pongas ungüento sobre los párpados.


12. Cuéntame, ¡oh cisne!, tu antigua historia.

¿De qué país vienes, oh cisne?

¿Hacia qué riberas encaminas tu vuelo?

¿Dónde descansarás, ¡oh, cisne!, y qué es lo que buscas?

Despiértate esta misma mañana, ¡oh, cisne!, levántate y sígueme.

Hay un país donde no imperan ni la duda ni la tristeza, donde ya no existe el terror de la desencarnación.

Allí, los bosques primaverales están en flor, y la brisa nos trae un perfume que dice: "Él soy Yo".

Allí, la abeja del corazón penetra profundamente en la flor, sin aspirar a otro goce.



13. ¿Quién te servirá, oh, Señor increado?

Cada fiel adora al Dios que él se crea; cada día recibe sus favores.
Algunos no lo buscan a Él, al Perfecto, a Brahma, al indivisible Señor.

Creen en diez Avatares; pero un Avatar que sufra las consecuencias de sus actos no puede ser el Espíritu infinito.

El Uno Supremo debe ser otro.
Los yoguis, los sanyasis, los ascetas, dispútanse entre sí.

Kabir dice:

¡Oh, hermano!,
aquel que ha visto la irradiación de su amor, ése está salvado.


14. El río y sus olas forman una misma superficie: ¿Qué diferencia hay entre el río y sus olas?

Cuando la ola se levanta es agua, y al caer sigue siendo agua.

Decidme ¿dónde está la diferencia?
Porque la hayan nombrado ola, ¿ya no se la considerará como agua?

En el seno del Supremo Brahma, los mundos se engarzan como las cuentas de un rosario.

Contempla ese rosario con los ojos de la sabiduría.


15. Donde reina la Primavera, señora de las estaciones, se escucha una música misteriosa.

Torrentes de luz caen por doquiera.

Pocos hombres pueden alcanzar esas riberas, donde millones de Krishnas se mantienen cruzados de brazos, donde millones de Vishnús se prosternan, donde millones de brahmanes leen los Vedas, donde millones de Shivas se abstraen en contemplación.

Allí, millones de Indras y de innumerables semidioses tienen al cielo por morada.
Allí, millones de Saraswatis, diosas de la música, tañen la vina.

Allí, mi Señor se revela a Sí mismo, y el perfume del sándalo y de las flores  se esparce en todos los dominios del espacio.


16. Entre los polos de lo consciente y de lo inconsciente, el espíritu oscila.

Es el columpio donde están suspendidos todos los seres y todos los mundos, cuya oscilación nunca cesa.

A él se aferran millones de seres; en él se columpian la luna y el sol en su carrera.

Transcurren millones de edades, y el columpio sigue con su movimiento.

Todo oscila: el cielo y la tierra, el aire y el agua, y el Señor mismo, ahí personificado.

Y la visión de todo ello ha hecho de Kabir el servidor de su Dios.


17. La luz del sol, de la luna y de las estrellas, fulgura con vivo resplandor: la melodía amorosa asciende cada vez más, acompasada al ritmo del amor puro.
Día y noche, el coro llena los cielos, y Kabir dice:

Mi único Bienamado me deslumbra como el relámpago.

¿Sabéis cómo expresan su adoración los instantes?  Blandiendo su círculo de luces,
el universo, día y noche, canta adorando.

Allí, dice Kabir, la adoración no cesa jamás.

Allí está en su trono el Creador del universo.

El mundo entero ejecuta su obra y comete sus yerros; pero pocos son los amantes que conocen al Bienamado.

Como se mezclan las aguas del Ganges y del Jumna, así se mezclan en el corazón del hombre piadoso las dos corrientes del amor y del sacrificio.

En su corazón, el agua sagrada se esparce día y noche, y así concluye el ciclo de los natalicios y de los óbitos.

¡Qué inefable reposo en el Espíritu Supremo!

Sólo lo goza quien lo busca.

Sujeto por las cuerdas del amor, va y viene el columpio oceánico del gozo, y hay un potente estallido de canciones.

¡Ved aquel loto que florece sin agua!

Y Kabir dice:

La abeja de mi corazón liba su néctar.

¡Maravilloso loto florecido en el corazón del universo!

Sólo los Espíritus puros conocen sus delicias verdaderas.
La música vibra por doquiera, y el corazón participa en el gozo del mar infinito.

Kabir dice:
Sumérgete en ese océano de dulzura, y deja que vuelen lejos todos los errores de la vida y de la desencarnación.

Ya ves cómo aquí se sacia la sed de los cinco sentidos; ya no existen las tres formas de la miseria.

Kabir dice:

Estamos en lo Inaccesible; miraos adentro
y veréis cómo brillan en vosotros los rayos de luna de Dios escondido.

Allí late el ritmo de la vida y de la nada.

Ahí surgen los arrobamientos, todo un espacio radiante de luz.

Allí se escucha la misteriosa música, que es la del amor de los tres mundos.
Allí arden los millones de lámparas del sol y de la luna.

Allí resuenan por doquiera los amorosos cánticos, llueven ondas de luz, y el adorador saborea con delicias el celeste néctar.

Ved la vida y la nada: ya no hay entre ellas separación alguna.


Kabir dice:

El sabio enmudecerá, pues la Verdad no puede hallarse en los libros ni en los Vedas.

Me he asociado al armonioso equilibrio del Uno.

He bebido la copa de lo inefable.

Encontré la clave del misterio.

Alcancé la raíz de la Unión.

Viajando sin camino llegué al país sin dolor, y la gracia del Gran Dador ha descendido dulcísima en mí.

Se canta al Dios infinito como si fuera inaccesible; pero en mis meditaciones, sin mis ojos, yo lo he visto.
Es, de cierto, el país sin sufrimientos, y nadie sabe el camino que a Él conduce.

Sólo aquel que encontró ese camino va más allá de la región de los dolores.

Maravilloso país, que no puede pagarse con ningún mérito.

El sabio lo ve; el sabio lo canta.
Tal es la última palabra; pero ¿cómo expresar su maravilloso sabor?

Aquel que la saborea una vez, sólo él sabe el gozo que puede dar.

Kabir dice:

Al conocerla, el ignorante se convierte en sabio y el sabio se queda mudo, en silenciosa adoración.

El adorador se embriaga totalmente.
Su sabiduría y su desprendimiento son perfectos.

Bebe en la copa de las inspiraciones y de las aspiraciones del amor.

Allí, todo el cielo se llena de armonías, y la música suena sin cuerdas y sin pulsaciones.

Allí no cesa nunca el juego de la alegría y del dolor.


Kabir dice:

Si te sumerges en el océano de vida, vivirás en el país de la suprema felicidad.

¡Qué frenesí de éxtasis contiene cada hora!

El adorador exprime y bebe la esencia de las horas.

Vive con la vida de Brahma...

Digo la verdad, porque acepté la verdad en mi vida.

Estoy consagrado a la verdad, porque ahuyenté, lejos de mí, todas las falsas apariencias.

Kabir dice:

Así se libra el adorador de todo miedo, así lo abandonan todas las ideas erróneas sobre la vida y la muerte.

Allí el cielo se llena de música.

Allí llueve néctar.

Allí vibran las cuerdas del arpa y suenan los tambores.

¡Qué secreto esplendor irradia ese castillo del cielo!

Ya no hay amaneceres ni puestas de sol.

En el océano de revelaciones que es la luz del amor, el día y la noche no forman más que uno.

Alegría eterna; ni dolor, ni luchas.

Allí he bebido, llena hasta los bordes, la copa de la dicha, de la dicha perfecta.

No hay lugar allí para el error.

Kabir dice:

Allí he sido testigo de los juegos de la única felicidad.
He conocido en mí mismo el juego del universo; he escapado al error de este mundo.

Lo externo y lo interno se han hecho para mí un sólo cielo.

Lo infinito y lo finito se han unido.

Me embriago con la visión del Todo.

La luz invade el universo; es la lámpara del amor, ardiendo en el candelero del saber.

Kabir dice:

Allí no puede deslizarse error alguno, y ya no existe el conflicto de la vida con la nada.


18. La región central del cielo, donde el espíritu reposa, está radiante de una música de luz.

Allí florece la pura y cándida armonía, donde mi Creador halla sus delicias.

En el prodigioso esplendor de su “universo” piérdese el fulgor de millones de soles y de lunas.

Kabir dice:

Ven, ¡oh Dharmadas! y contempla el triunfo de mi Creador omnipotente.

¿Dónde la acción y el reposo en esa ribera?

No hay agua a la vista, ni barco, ni marino.

No hay ni una sola cuerda para empujar el barco, ni hombre alguno para sirgar.

Ni tierra, ni cielo, ni tiempo; nada existe ahí: ni río, ni ribera.

No hay ahí ni cuerpo, ni espíritu.
¿Dónde podrías aplacar la sed de tu Espíritu?

Nada encontrarás en esta nada.
Sé fuerte y vuélvete a ti mismo.
Ahí te hallarás en tierra firme.
Considera esto, ¡oh, corazón mío!
No te vayas a ninguna otra parte.


19. ¡Oh, corazón mío!
El Espíritu Supremo, el Dueño omnipotente está junto a ti.

¡Despierta, despiértate!
Corre a echarte a los pies de tu Bienamado, pues tu Creador está muy cerca.

Estuviste dormido durante siglos innumerables, ¿y no quieres despertar esta mañana?

20. ¿Qué ribera quieres alcanzar, corazón mío?
Ningún viajero ante ti.
Ningún camino.

Kabir dice:

Rechaza toda imaginación y fortalécete en lo que eres.


21. Cada morada enciende sus lámparas.
Como eres ciego, no las ves.
Un día tus ojos se abrirán de pronto, y verás, y las cadenas de la muerte caerán por sí solas.
Nada qué decir, nada qué escuchar, nada qué hacer.

Aquel que vive, aunque desencarnado, no morirá jamás.

Porque vive en soledad dice el asceta que su casa está muy lejos.

Tu Creador está junto a ti y, sin embargo, trepas a lo alto de la palmera para buscarlo.

El brahmán va de casa en casa, para iniciar al pueblo en la fe.

Pero ¡ay!, la verdadera fuente de vida está a tu lado, mientras te pones a adorar la piedra que tú mismo levantaste.

Kabir dice:

No puedo decir cuán adorable es mi Creador.

El ascetismo, súplicas, las virtudes y los vicios, nada de todo ello existe para Él.


22. Mi corazón suspira, ¡oh hermano!, por el verdadero Dueño que llena la copa del amor para ofrecérmela, tras de haber bebido.

Levanta el velo y Brahma se revela a mis ojos.

Descubre en Él los mundos y me hace oír la música misteriosa.

Me muestra que las alegrías y las penas
son una misma cosa.

Todas sus palabras están llenas de amor.

Kabir dice:

En verdad, nada ha de temer quien posea semejante Dueño para llevarlo a seguro refugio.


23. Las sombras de la noche caen espesas y profundas; ensombrecen el corazón, y envuelven al cuerpo y al espíritu.

Abre tu ventana al poniente, y piérdete en el cielo del amor.

Bebe la miel azucarada que destilan los pétalos del loto del corazón.

Déjate penetrar en las olas del mar.
¡Húndete en su esplendor!
Escucha y oye el rumor de las caracolas y de las campanas.


Kabir dice:

Contempla, ¡oh, hermano!, al Creador en ese vaso que es mi cuerpo.


24. Llevo en el fondo del corazón aquel amor que me hace vivir en este mundo una vida sin límites.

Así vive el loto en el agua, y en el agua florece, aunque el agua no pueda tocar sus pétalos abiertos por sobre su nivel.

Así vive la esposa que penetra en las llamas de la pira, al mandato del amor.

Arde y deja gemir a sus compañeras, pero jamás deshonra al amor.
Difícil es cruzar el océano del mundo;
sus aguas son muy profundas.

Kabir dice:

Óyeme, ¡oh Sabio hombre!
Pocos son los que logran llegar a la otra orilla.


25. Mi Creador se oculta y, ah maravilla,
mi Creador se revela.

Mi Creador me aherroja duramente, y mi Creador hace que caigan mis cadenas.

Mi Creador me trae voces de tristeza y voces de alegría, y es Él mismo quien dosifica los contrastes.

Ofrendaré a mi Creador mi cuerpo y mi espíritu.

Daré mi vida antes que olvidar a mi Creador.