sábado, 20 de junio de 2009

EL PODER DEL VALOR: LA ETERNA LUZ, MEDITACIÓN 2




EL PODER  DEL VALOR

©Giuseppe Isgró C.



Leer como si fuese un monólogo consigo mismo.


-“No tengáis miedo”-, es la expresión con la cual el hermano Jesús de Nazareth estimulaba a sus seguidores.


El miedo es un sentimiento generado por el desconocimiento del objeto temido. Se teme lo que no se conoce; pero, inspira confianza, o valor, lo conocido.

Por tal motivo, frente al entorno cambiante, en el diario vivir, para tener pleno autodominio y confianza en mí y en la vida, preciso conocer lo más posible las leyes universales; por ejemplo: las de amor, evolución, afinidad, justicia, causa y efecto, igualdad, servicio, compensación, oferta y demanda, etcétera.

Igualmente, requiero conocer mejor todo lo relacionado con mi trabajo y el mercado en que actúo para incrementar mi competencia y autoridad profesional que, además de facilitarme un desempeño más efectivo, me permite, al mismo tiempo, la mayor suma posible de éxito integral y auto-expresión, cada día.

Ese conocimiento conlleva la fijación de objetivos a corto, mediano y largo plazo; tener claro, en la mente, la realidad de cada situación que me toca resolver; afrontar con valor y determinación de triunfar cada una de las eventuales etapas hasta alcanzar la meta satisfactoriamente, así como asumir la responsabilidad inherente en cada caso y pagar el costo requerido en dinero, tiempo, dedicación, estudio, paciencia, persistencia y confianza de que los resultados, en el espacio y tiempo suficiente, serán alcanzados, por mí, oportunamente.

Tengo conciencia de que el amor es la máxima potencia del universo y que donde él fluye se manifiesta, simultáneamente, la fortaleza, fuente del valor y de la auto-confianza.

Debo, por lo tanto, cultivar el amor en su expresión más sublime para que el valor constituya, cada vez mejor, una fortaleza activa y eficaz en mi vida.

Preciso desarrollar en un grado más elevado aún mi amor por la vida, por el universo, por el Creador Universal, por mis semejantes, por mi familia, por mi trabajo y todo lo que hago, por los valores universales y por mi propio ser como expresión divina del Supremo Hacedor.

El sentimiento del amor me fortalece y en forma silenciosa me permite comunicarme con todos los seres y expresiones de vida en los infinitos planos existenciales en que me desenvuelvo y me abre, armoniosamente, todas las puertas, permitiéndome el acceso a la inmensa riqueza y abundancia integrales del universo de acuerdo con mi capacidad de aceptación y asunción de roles de servicio. Comprendo que mientas mayor sea mi capacidad de dar en igual grado lo será para recibir.


Es necesario que ame todo lo que soy, lo que represento, lo que hago y el universo integral del que formo parte.

El conocimiento a fondo de la vida, del amor, de la fortaleza y el valor que engendran, me permiten identificar los principios universales pertinentes que, frente a las diversas etapas existenciales, me inspiran la confianza certera y la expectativa positiva en los resultados satisfactorios que aspiro obtener en todo cuanto realizo, así como la comprensión de que toda dificultad genera un beneficio equivalente el cual es preciso identificar, aprovechándolo útilmente.

Estoy consciente de que los grandes árboles, en cierta fase de su desarrollo, se estancan en su aspecto exterior mientras las raíces crecen hacia el interior de la tierra en busca de la savia que les alimentará, al mismo tiempo que ese crecimiento interno constituirá la base para el ulterior externo.

Si observase sólo el estancamiento aparente dejaría de ver ese cambio interior, fuente de fortaleza, que sustentará todo desarrollo posterior. La vida nada hace dando saltos; pero a su debido tiempo todo lo logra. El fin ulterior de cada acontecimiento es el bien colectivo; para tal objetivo utiliza todos los recursos a su alcance, sacando de todas las circunstancias la mayor suma de bien posible, -saca del mal el bien-, por lo cual, cada elemento o coadyuva al bien común o es sacado del escenario y reubicado, por la ley de afinidad, donde pueda servir adecuadamente.

La vida es constante transformación y eterno devenir a algo mejor, pese a las apariencias o a las intenciones contrarias que eventualmente pudieran expresarse. Pero, en el momento oportuno se manifiesta la liberación y de manera fluida todo se enrumba nuevamente hacía el camino luminoso de un mayor progreso, bienestar, prosperidad, sabiduría, amor, armonía y paz perdurable.

Lo que preciso tener –como decían los antiguos-, es el temor de Dios; el de desobedecer sus leyes naturales y divinas, por cuanto son inflexibles, aunque justas y amorosas.

La forma más inmediata que tengo de conocer a Dios, es la de obedecer sus leyes, por cuanto el bien de su justicia divina lo experimento enseguida.

Manteniendo el sentimiento de lo justo dentro de mí, de manera que cada uno de mis actos exprese respeto al prójimo, y a sus derechos, puedo albergar la confianza en mi propia seguridad; empero, todo perjuicio que, eventualmente, pudiese recibir será compensado con crece por la Ley de compensación, por decreto de la Justicia divina, siempre y cuando, en la propia reacción no cause un daño igual o mayor, del cual sería responsable, cuyos efectos se compensarían automáticamente y por supuesto, de ser parte acreedora podría pasarse a la opuesta.

Tengo conciencia de que todo perjuicio debe ser resarcido; a tales efectos, es conveniente, efectuar el trabajo cósmico en bien del colectivo, desinteresadamente, única manera de fortalecerme adecuadamente, y dando más recibir más, para tener saldos positivos que me permitan compensar deudas kármicas; a la vez perdonar a quienes me hayan podido perjudicar, -en éste o en anteriores ciclos de vida-, de forma que la justicia divina decrete su compensación –ya que un eventual sentimiento de resentimiento impediría recibir el pago cósmico respectivo a favor-, y, también, es necesario que yo pida perdón, en persona o a nivel mental, según el caso, para que por el camino del pedido del perdón –y compensando, paralelamente-, reequilibre mi armonía cósmica con todos los seres.

Conservo la serenidad y la confianza en mí en todo momento.

Sé que toda persona que vive en un país determinado no es por casualidad. Bien sea que nace en ese lugar o que libremente decide vivir en él, hay un mecanismo cósmico basado en las propias sumas existenciales y karma colectivo e individual, que ubica y reubica, a cada persona. Nada ocurre por casualidad. La Ley cósmica de causa y efecto mueve todos los hilos. Por alguna razón –temporalmente-, según las circunstancias, hay ciertos directores de orquesta y determinados seguidores, en la marea alta –y en la baja- de la vida. Nada es estático en el eterno presente y el inmortal espíritu tiene la misión cósmica de evolucionar y hacerse maestro de la creación.

Cada quien, en su avance evolutivo, recibe el maestro que merece, necesita y aprueba. Pero, el libre albedrío permite decidir al respecto, salvo el propio karma: positivo o negativo. Dar-recibir, cobrar-pagar. Todo se cobra; todo se paga.

Recuerdo que El libro de las mutaciones, el I Ching, en su exagrama 48, denominado El Pozo, expresa: -“Se puede cambiar de pozo, pero el agua permanecerá igual”-. Se puede cambiar de ciudad, pero, debido al propio karma, las circunstancias de aprendizaje serán las mismas. Si deseo plasmar un cambio en mi vida debo, primeramente, cambiar mi estado de conciencia y actitud frente a la vida y alcanzar la visión clara de lo que debo lograr. Acto seguido, preciso prepararme, tomar la decisión, forjarme un propósito definido y dar el primer paso. Debo empezar y luego llegar a la meta, una y otra vez en ascenso constante en la espiral evolutiva de la Rueda de la Vida, en el eterno presente.

Nada temo; tengo valor. Sigo adelante con fe, confianza, serenidad, tranquilidad de ánimo y constancia.

Afronto la realidad, sea cual fuere, cara a cara, siempre. Acepto mi responsabilidad en forma objetiva y justa. Cumplo mis compromisos para liberarme o estar libre de ataduras. Con mis cuentas saldadas conservo tranquila la conciencia y mi espíritu en paz. Cuando sea necesario, ofrezco acuerdos para actualizar pagos y los respeto.

Conduzco mi vida con libertad de conciencia. Libre y de buenas costumbres era el requisito que exigían los antiguos maestros para aceptar un nuevo discípulo en la senda de la sabiduría. Asumo mi rol, ahora. Mantengo la imperturbabilidad y el señorío personal. Soy invencible si decido serlo. Miro el porvenir con fe; me trae todos mis anhelos si oso definirlos, precisarlos, ponerlos como metas, por escrito y abocarme con firme decisión y persistencia a su logro. Actúo como si.... ya hubiese alcanzado el objetivo. Acepto el desafío de vivir como el Espíritu de Luz y descendiente del Creador Universal que soy. Saco hacia afuera esos inmensos tesoros que yacen escondidos en mi interior mediante obras de servicio a la humanidad. Soy un canal de Dios en el Planeta Tierra y en el país en que vivo, para todos, cada día mejor.

Con una visión positiva de la vida, sus valores y virtudes, cultivo la fortaleza para realizar el trabajo y servicio esenciales que me permitan gozar de la abundancia que el universo tiene decretada para mí. Recuerdo como al poeta Kabir le resultaba inconcebible que en el mar los peces pudiesen tener sed. 

Viviendo en la abundancia universal, centro la atención en ésta y en el Dador de todas las cosas, con cuya sintonía fluye lo esencial, siempre.

Actuando con la verdad por delante y con un absoluto criterio de justicia en todos mis actos, cumpliendo los propios deberes y compromisos, destierro el temor a la crítica. Mi propia razón basta; aprendo a confiar en ella, asistido por mis intuiciones y percepciones interiores.

Con hábitos de vida sanos, alimentos adecuados, relajación diaria, canalización positiva de los pensamientos, guía profesional acertada, etcétera, fortalezco la confianza de que la naturaleza me ha dotado con un organismo capaz para mantener la salud perfecta.

Habiendo desarrollado una poderosa auto-estima y un elevado auto-concepto, dominando el conocimiento de la ley de afinidad, del karma y los demás principios esenciales acordes con los grandes valores universales, mantengo una sólida confianza en las relaciones personales; tengo conciencia de que la actitud de dignidad siempre cosecha los mejores frutos. La felicidad es un estado mental y como tal, por efecto de resonancia, o sintonía, me permite encontrar fuera lo mismo que tengo –o creo- adentro.

El paso del tiempo es un factor natural y los años de madurez proporcionan las mejores oportunidades de felicidad y creación. Con la edad se incrementan las potencialidades intelectuales; las facciones físicas se embellecen si me cultivo interiormente, llegando a tener una belleza atemporal. Veo con confianza el avance en el camino de la vida, empero, es preciso conocer las leyes espirituales para que yo pueda vislumbrar la realidad en la finalidad última de la existencia humana como una fase temporal de múltiples e infinitos ciclos de vida.

Cuando, fruto de mi conocimiento espiritual percibo la realidad de que mi auténtico ser no es mi cuerpo, sino que es solamente un vestido o vehículo temporal de mi inmortal espíritu y que éste constituye la verdadera personalidad del alma que ha vivido incontables ciclos existenciales y que, en la eterna y continuada vida, lo seguirá haciendo en un avance evolutivo sin límites, afianzo mi confianza en el universo del que formo parte.

Afirmo, cada día: -Puedo hacerlo todo mediante el poder del Creador Universal, ELOÍ, que me fortalece y asiste-. (Tres veces).

Soy como un águila de visión penetrante y fortaleza creciente. Oso elevarme al cumplimiento de mi verdadera misión en la vida. Siento la guía y la quietud del Creador Universal en mi interior y la serenidad del ser justo que aflora en mi faz, desde este instante y para siempre.

Sigo siempre adelante.



Afirmación:



Yo, (menciona tu nombre), estoy en conexión armónica con el Creador Universal, ELOÍ.

ELOÍ me guía y conduce por senderos de prosperidad, bienestar, justicia y Paz; me ilumina y envuelve en un círculo de luz divina, protegiéndome y llevándome con éxito y felicidad a cumplir mi verdadera misión en la vida.



El orden divino y la armonía cósmica se establecen en mí, aquí y ahora. Hecho está; así es; así será.



ELOÍ, en Tus manos confío mi vida; revélame lo que Tú esperas de mí y lo que debo hacer en cada situación y enséñame como realizarlo.

Sea yo como Tú quieras, cuanto Tú deseas, de acuerdo a Tus Planes Cósmicos.

Condúceme por el Camino de la sabiduría, la prudencia, la comprensión, el progreso, la armonía y el orden divino, la confianza y fe en un futuro mejor, el auto-respeto y una elevada y vigorosa auto-estima, con Paz y ánimo contento, aquí y ahora.

ELOÍ, toda condición que en mí lo requiera, de acuerdo con tu Justicia Divina, por la Ley Cósmica, transmútala en su condición positiva, instantáneamente, aquí y ahora. Hecho está.

¡Oh Creador Universal!, sea yo tal como está decretado en Tus designios. ¡Hoy! Cada día mejor. Hecho está. Así es; así será.
Gracias, ELOÍ, por haber escuchado mi pedido.

Del libro: LA ETERNA LUZ.
Lucena, (Córdoba), 2004.

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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 20 de junio de 2009

EL PODER DEL VALOR: LA ETERNA LUZ, MEDITACIÓN 2




EL PODER  DEL VALOR

©Giuseppe Isgró C.



Leer como si fuese un monólogo consigo mismo.


-“No tengáis miedo”-, es la expresión con la cual el hermano Jesús de Nazareth estimulaba a sus seguidores.


El miedo es un sentimiento generado por el desconocimiento del objeto temido. Se teme lo que no se conoce; pero, inspira confianza, o valor, lo conocido.

Por tal motivo, frente al entorno cambiante, en el diario vivir, para tener pleno autodominio y confianza en mí y en la vida, preciso conocer lo más posible las leyes universales; por ejemplo: las de amor, evolución, afinidad, justicia, causa y efecto, igualdad, servicio, compensación, oferta y demanda, etcétera.

Igualmente, requiero conocer mejor todo lo relacionado con mi trabajo y el mercado en que actúo para incrementar mi competencia y autoridad profesional que, además de facilitarme un desempeño más efectivo, me permite, al mismo tiempo, la mayor suma posible de éxito integral y auto-expresión, cada día.

Ese conocimiento conlleva la fijación de objetivos a corto, mediano y largo plazo; tener claro, en la mente, la realidad de cada situación que me toca resolver; afrontar con valor y determinación de triunfar cada una de las eventuales etapas hasta alcanzar la meta satisfactoriamente, así como asumir la responsabilidad inherente en cada caso y pagar el costo requerido en dinero, tiempo, dedicación, estudio, paciencia, persistencia y confianza de que los resultados, en el espacio y tiempo suficiente, serán alcanzados, por mí, oportunamente.

Tengo conciencia de que el amor es la máxima potencia del universo y que donde él fluye se manifiesta, simultáneamente, la fortaleza, fuente del valor y de la auto-confianza.

Debo, por lo tanto, cultivar el amor en su expresión más sublime para que el valor constituya, cada vez mejor, una fortaleza activa y eficaz en mi vida.

Preciso desarrollar en un grado más elevado aún mi amor por la vida, por el universo, por el Creador Universal, por mis semejantes, por mi familia, por mi trabajo y todo lo que hago, por los valores universales y por mi propio ser como expresión divina del Supremo Hacedor.

El sentimiento del amor me fortalece y en forma silenciosa me permite comunicarme con todos los seres y expresiones de vida en los infinitos planos existenciales en que me desenvuelvo y me abre, armoniosamente, todas las puertas, permitiéndome el acceso a la inmensa riqueza y abundancia integrales del universo de acuerdo con mi capacidad de aceptación y asunción de roles de servicio. Comprendo que mientas mayor sea mi capacidad de dar en igual grado lo será para recibir.


Es necesario que ame todo lo que soy, lo que represento, lo que hago y el universo integral del que formo parte.

El conocimiento a fondo de la vida, del amor, de la fortaleza y el valor que engendran, me permiten identificar los principios universales pertinentes que, frente a las diversas etapas existenciales, me inspiran la confianza certera y la expectativa positiva en los resultados satisfactorios que aspiro obtener en todo cuanto realizo, así como la comprensión de que toda dificultad genera un beneficio equivalente el cual es preciso identificar, aprovechándolo útilmente.

Estoy consciente de que los grandes árboles, en cierta fase de su desarrollo, se estancan en su aspecto exterior mientras las raíces crecen hacia el interior de la tierra en busca de la savia que les alimentará, al mismo tiempo que ese crecimiento interno constituirá la base para el ulterior externo.

Si observase sólo el estancamiento aparente dejaría de ver ese cambio interior, fuente de fortaleza, que sustentará todo desarrollo posterior. La vida nada hace dando saltos; pero a su debido tiempo todo lo logra. El fin ulterior de cada acontecimiento es el bien colectivo; para tal objetivo utiliza todos los recursos a su alcance, sacando de todas las circunstancias la mayor suma de bien posible, -saca del mal el bien-, por lo cual, cada elemento o coadyuva al bien común o es sacado del escenario y reubicado, por la ley de afinidad, donde pueda servir adecuadamente.

La vida es constante transformación y eterno devenir a algo mejor, pese a las apariencias o a las intenciones contrarias que eventualmente pudieran expresarse. Pero, en el momento oportuno se manifiesta la liberación y de manera fluida todo se enrumba nuevamente hacía el camino luminoso de un mayor progreso, bienestar, prosperidad, sabiduría, amor, armonía y paz perdurable.

Lo que preciso tener –como decían los antiguos-, es el temor de Dios; el de desobedecer sus leyes naturales y divinas, por cuanto son inflexibles, aunque justas y amorosas.

La forma más inmediata que tengo de conocer a Dios, es la de obedecer sus leyes, por cuanto el bien de su justicia divina lo experimento enseguida.

Manteniendo el sentimiento de lo justo dentro de mí, de manera que cada uno de mis actos exprese respeto al prójimo, y a sus derechos, puedo albergar la confianza en mi propia seguridad; empero, todo perjuicio que, eventualmente, pudiese recibir será compensado con crece por la Ley de compensación, por decreto de la Justicia divina, siempre y cuando, en la propia reacción no cause un daño igual o mayor, del cual sería responsable, cuyos efectos se compensarían automáticamente y por supuesto, de ser parte acreedora podría pasarse a la opuesta.

Tengo conciencia de que todo perjuicio debe ser resarcido; a tales efectos, es conveniente, efectuar el trabajo cósmico en bien del colectivo, desinteresadamente, única manera de fortalecerme adecuadamente, y dando más recibir más, para tener saldos positivos que me permitan compensar deudas kármicas; a la vez perdonar a quienes me hayan podido perjudicar, -en éste o en anteriores ciclos de vida-, de forma que la justicia divina decrete su compensación –ya que un eventual sentimiento de resentimiento impediría recibir el pago cósmico respectivo a favor-, y, también, es necesario que yo pida perdón, en persona o a nivel mental, según el caso, para que por el camino del pedido del perdón –y compensando, paralelamente-, reequilibre mi armonía cósmica con todos los seres.

Conservo la serenidad y la confianza en mí en todo momento.

Sé que toda persona que vive en un país determinado no es por casualidad. Bien sea que nace en ese lugar o que libremente decide vivir en él, hay un mecanismo cósmico basado en las propias sumas existenciales y karma colectivo e individual, que ubica y reubica, a cada persona. Nada ocurre por casualidad. La Ley cósmica de causa y efecto mueve todos los hilos. Por alguna razón –temporalmente-, según las circunstancias, hay ciertos directores de orquesta y determinados seguidores, en la marea alta –y en la baja- de la vida. Nada es estático en el eterno presente y el inmortal espíritu tiene la misión cósmica de evolucionar y hacerse maestro de la creación.

Cada quien, en su avance evolutivo, recibe el maestro que merece, necesita y aprueba. Pero, el libre albedrío permite decidir al respecto, salvo el propio karma: positivo o negativo. Dar-recibir, cobrar-pagar. Todo se cobra; todo se paga.

Recuerdo que El libro de las mutaciones, el I Ching, en su exagrama 48, denominado El Pozo, expresa: -“Se puede cambiar de pozo, pero el agua permanecerá igual”-. Se puede cambiar de ciudad, pero, debido al propio karma, las circunstancias de aprendizaje serán las mismas. Si deseo plasmar un cambio en mi vida debo, primeramente, cambiar mi estado de conciencia y actitud frente a la vida y alcanzar la visión clara de lo que debo lograr. Acto seguido, preciso prepararme, tomar la decisión, forjarme un propósito definido y dar el primer paso. Debo empezar y luego llegar a la meta, una y otra vez en ascenso constante en la espiral evolutiva de la Rueda de la Vida, en el eterno presente.

Nada temo; tengo valor. Sigo adelante con fe, confianza, serenidad, tranquilidad de ánimo y constancia.

Afronto la realidad, sea cual fuere, cara a cara, siempre. Acepto mi responsabilidad en forma objetiva y justa. Cumplo mis compromisos para liberarme o estar libre de ataduras. Con mis cuentas saldadas conservo tranquila la conciencia y mi espíritu en paz. Cuando sea necesario, ofrezco acuerdos para actualizar pagos y los respeto.

Conduzco mi vida con libertad de conciencia. Libre y de buenas costumbres era el requisito que exigían los antiguos maestros para aceptar un nuevo discípulo en la senda de la sabiduría. Asumo mi rol, ahora. Mantengo la imperturbabilidad y el señorío personal. Soy invencible si decido serlo. Miro el porvenir con fe; me trae todos mis anhelos si oso definirlos, precisarlos, ponerlos como metas, por escrito y abocarme con firme decisión y persistencia a su logro. Actúo como si.... ya hubiese alcanzado el objetivo. Acepto el desafío de vivir como el Espíritu de Luz y descendiente del Creador Universal que soy. Saco hacia afuera esos inmensos tesoros que yacen escondidos en mi interior mediante obras de servicio a la humanidad. Soy un canal de Dios en el Planeta Tierra y en el país en que vivo, para todos, cada día mejor.

Con una visión positiva de la vida, sus valores y virtudes, cultivo la fortaleza para realizar el trabajo y servicio esenciales que me permitan gozar de la abundancia que el universo tiene decretada para mí. Recuerdo como al poeta Kabir le resultaba inconcebible que en el mar los peces pudiesen tener sed. 

Viviendo en la abundancia universal, centro la atención en ésta y en el Dador de todas las cosas, con cuya sintonía fluye lo esencial, siempre.

Actuando con la verdad por delante y con un absoluto criterio de justicia en todos mis actos, cumpliendo los propios deberes y compromisos, destierro el temor a la crítica. Mi propia razón basta; aprendo a confiar en ella, asistido por mis intuiciones y percepciones interiores.

Con hábitos de vida sanos, alimentos adecuados, relajación diaria, canalización positiva de los pensamientos, guía profesional acertada, etcétera, fortalezco la confianza de que la naturaleza me ha dotado con un organismo capaz para mantener la salud perfecta.

Habiendo desarrollado una poderosa auto-estima y un elevado auto-concepto, dominando el conocimiento de la ley de afinidad, del karma y los demás principios esenciales acordes con los grandes valores universales, mantengo una sólida confianza en las relaciones personales; tengo conciencia de que la actitud de dignidad siempre cosecha los mejores frutos. La felicidad es un estado mental y como tal, por efecto de resonancia, o sintonía, me permite encontrar fuera lo mismo que tengo –o creo- adentro.

El paso del tiempo es un factor natural y los años de madurez proporcionan las mejores oportunidades de felicidad y creación. Con la edad se incrementan las potencialidades intelectuales; las facciones físicas se embellecen si me cultivo interiormente, llegando a tener una belleza atemporal. Veo con confianza el avance en el camino de la vida, empero, es preciso conocer las leyes espirituales para que yo pueda vislumbrar la realidad en la finalidad última de la existencia humana como una fase temporal de múltiples e infinitos ciclos de vida.

Cuando, fruto de mi conocimiento espiritual percibo la realidad de que mi auténtico ser no es mi cuerpo, sino que es solamente un vestido o vehículo temporal de mi inmortal espíritu y que éste constituye la verdadera personalidad del alma que ha vivido incontables ciclos existenciales y que, en la eterna y continuada vida, lo seguirá haciendo en un avance evolutivo sin límites, afianzo mi confianza en el universo del que formo parte.

Afirmo, cada día: -Puedo hacerlo todo mediante el poder del Creador Universal, ELOÍ, que me fortalece y asiste-. (Tres veces).

Soy como un águila de visión penetrante y fortaleza creciente. Oso elevarme al cumplimiento de mi verdadera misión en la vida. Siento la guía y la quietud del Creador Universal en mi interior y la serenidad del ser justo que aflora en mi faz, desde este instante y para siempre.

Sigo siempre adelante.



Afirmación:



Yo, (menciona tu nombre), estoy en conexión armónica con el Creador Universal, ELOÍ.

ELOÍ me guía y conduce por senderos de prosperidad, bienestar, justicia y Paz; me ilumina y envuelve en un círculo de luz divina, protegiéndome y llevándome con éxito y felicidad a cumplir mi verdadera misión en la vida.



El orden divino y la armonía cósmica se establecen en mí, aquí y ahora. Hecho está; así es; así será.



ELOÍ, en Tus manos confío mi vida; revélame lo que Tú esperas de mí y lo que debo hacer en cada situación y enséñame como realizarlo.

Sea yo como Tú quieras, cuanto Tú deseas, de acuerdo a Tus Planes Cósmicos.

Condúceme por el Camino de la sabiduría, la prudencia, la comprensión, el progreso, la armonía y el orden divino, la confianza y fe en un futuro mejor, el auto-respeto y una elevada y vigorosa auto-estima, con Paz y ánimo contento, aquí y ahora.

ELOÍ, toda condición que en mí lo requiera, de acuerdo con tu Justicia Divina, por la Ley Cósmica, transmútala en su condición positiva, instantáneamente, aquí y ahora. Hecho está.

¡Oh Creador Universal!, sea yo tal como está decretado en Tus designios. ¡Hoy! Cada día mejor. Hecho está. Así es; así será.
Gracias, ELOÍ, por haber escuchado mi pedido.

Del libro: LA ETERNA LUZ.
Lucena, (Córdoba), 2004.

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