lunes, 6 de julio de 2009

TRASCENDENCIA DEL KARMA SEGÚN EDGAR CAYCE




Conozcamos a nuestro yo -I-

Por Mary Ann Woodward


-“Porque de cierto os digo, que hasta que aunque pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni tilde perecerá de la Ley, hasta que las cosas sean hechas”-.
Mateo, V:18


-“Empero, más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustarse un tilde de la Ley”-.
Lucas, XVI: 17


¿Cuál es la ley inmutable, a la que se refieren tanto Lucas como Mateo? Es evidentemente la ley de causa y efecto, a la que muchos, particularmente en Oriente, llaman Karma.

Esta palabra “karma”, se usa filosóficamente para indicar las condiciones actuales, nacidas de pensamientos y acciones que tuvieron lugar en el pasado. Su significado sánscrito abarca tanto a la acción como a la reacción (consecuencias). Su significado hindú comprende al trabajo , o a la labor del alma en busca de lograr la unión con Dios. Hoy, cuando pensamos en ella, la vemos como la causa y efecto.


Las interpretaciones psíquicas realizadas por Edgar Cayce explicaban al karma, en sus muchos aspectos y ramificaciones, como “conocer al yo”. La mayoría de nuestros actos y nuestras acciones producen un efecto o resultado inmediato. Habitualmente, tenemos conciencia del efecto de nuestras acciones y las elecciones que hacemos y sabemos si son acertadas o erróneas. Lo vemos en forma inmediata. Debiéramos llamarlo karma “al contado”, por la rapidez con que sentimos sus consecuencias. Se presentan, sin embargo, numerosas circunstancias o condiciones a las que no les vemos causa o razón alguna, a menos que podamos aceptar la teoría de la reencarnación. Por ejemplo: -¿por qué nace un niño en medio de riquezas y abundancia, feliz en un ambiente de amor, y otro cercado de pobreza y el rechazo? -¿Qué es lo que atrae al alma a ambientes tan distintos? -¿Por qué un niño es un genio, y otro un retardado o un idiota? El ser humano clama a menudo en sus circunstancias, como lo hizo Job: -“Por qué ha caído sobre mí esto?”-. 


A menos que se las explique con referencia a existencias o vidas anteriores, estas cosas parecen inexplicables.

Las interpretaciones realizadas por Edgar Cayce sostienen que cada persona es responsable de las circunstancias en la que se encuentra. No es una víctima inocente del ambiente que le rodea: simplemente se está encontrando a sí mismo”-.
-“Lo que siembres, eso cosecharás. Se conocen con frecuencia experiencias en las que los individuos cosechan aparentemente aquello que no han sembrado, pero esto no es más que la visión “aparente” de la entidad, o de quien analiza o estudia los propósitos e ideales relacionados con esos individuos en particular”-. (Lectura 2.528-3; Edgar Cayce).


Cnocer al yo, de acuerdo con la información que nos proporcionan las interpretaciones de Edgar Cayce, es realmente conocer las consecuencias de nuestras propias acciones o actitudes. Esta forma de conocer a nuestro yo, incluye también nuestros pensamientos y emociones anteriores. 


Nosotros reencarnamos, o volvemos a vivir en la Tierra, para enfrentarnos con los resultados que hemos provocado. No sólo tomamos decisiones todos los días, sino que también las hemos tomado en vidas anteriores, y de ellas somos responsables. Tenemos la libertad para elegir, pero debemos tener presente que dentro de cada elección existen elecciones futuras. Las consecuencias de nuestras elecciones y acciones son “la jota y el tilde” con que debemos enfrentarnos. No hay escapatoria.

-“La causa y el efecto son para muchos iguales al karma. Karma es lo que arrastramos con nosotros, mientras que la causa y el efecto pueden existir en una sola experiencia material”-. (Edgar Cayce, lectura 2981-21).


La mayoría de los individuos en estos momentos, interpretan erróneamente las experiencias kármicas; cada espíritu, cada entidad, debería adquirir su propio concepto del destino. El destino está en nuestro interior, o nos viene de la fe, o se nos proporciona como un don de las Fuerzas Creativas. La influencia kármica es, entonces, una influencia rebelde que se alza contra aquellos. 


Cuando se presentan las oportunidades, es la fuerza de voluntad propia de la entidad lo que hay que poner en juego, aquello que la ha separado o la ha igualado a las influencias creativas en las fuerzas espirituales superiores, para hacer por sí mismo ese progreso. Así, pues, hay en todos los contactos la oportunidad para que una entidad, un espíritu, cumpla o encuentre por sí, en la asociación del yo de su alma con las Fuerzas Creativas emanada de la Primera Causa, lo necesario para que esa entidad llegue a la unidad con la Fuerza Creativa. De ahí que, en cuanto al desarrollo total de la entidad, ella siempre está en el camino. (Lectura 903-23, Edgar Cayce).

La vida y sus expresiones son una sola cosa. Cada Espíritu o entidad quiere regresar, y regresa, o cumple un ciclo, como lo hace la naturaleza en sus manifestaciones acerca del ser humano, dejando, haciendo o presentando de este modo –por así decirlo- aquellas verdades infalibles, indelebles, de que ella –la Vida- es continua. Y aun cuando puedan invertirse unos pocos y cortos años en esta o en aquella experiencia, son una sola cosa; el espíritu, el yo interior, que se purifica, que se eleva, para que pueda ser uno con aquella primera causa, aquel primer propósito, para que cobre vida.


Y aunque puedan presentarse aquellas existencias por acá y por allá, cada una tiene sus relaciones con lo que ha pasado antes, y lo que tiene que venir. Y a cada espíritu se le ha dado ese privilegio, esa elección, de aunarse con las Fuerzas Creativas. Y las pautas que se han establecido como señales a lo largo del progreso del ser humano son bien claras.
Nosotros y solamente nosotros somos responsables por lo que somos y por nuestra condición en esta Tierra.


Las interpretaciones de Edgar Cayce indican que la individualidad es la suma total de lo que el espíritu ha hecho con las Fuerzas Creativas e ideales, en sus distintas experiencias en la Tierra. La individualidad cambia a medida que la entidad actúa, piensa y siente en el presente acerca de sus ideales, sus experiencias y sus oportunidades. Los problemas, las condiciones, las personas, todos ellos causan una reacción en el individuo. Cada fase de la entidad tiene atributos separados, que pueden ser tanto físicos como espirituales. También pueden ser uno, y para poder realizar esto, la entidad tiene que emplear la mente. La mente es el constructor, el camino en el cual uno se acerca a lo infinito o a lo material.


Pues no es casual que cada entidad entre, sino que la entidad –como parte integrante del todo- pueda llenar ese lugar que ningún otro espíritu puede llenar tan bien.


De este modo, en cada manifestación material una entidad asume el compromiso de manifestar que ella, como parte del todo, pueda ir armonizándose cada vez más con esa conciencia, glorificándolo a Él (el Creador), por ese motivo, con sus relaciones con los demás, en cada experiencia y en todas ellas.
De este modo, los impulsos latentes o manifiestos son expresiones de un espíritu en las variadas fases de la conciencia. En la estancia material o terrenal, estas hallan expresión o manifestación de un modo tri-dimensional. Cada entidad, de este modo, se ve a sí misma como cuerpo, mente y espíritu. Estas fases representan los tres atributos espirituales que son comprensibles o están comprendidos en lo material. No obstante, como lo mental y lo espiritual van haciéndose cada vez más expresivos, o se controlan más a causa de sus experiencias en la Tierra, la entidad advierte la existencia de otras dimensiones en su estancia física.


Mientras el cuerpo está sujeto a todas las influencias de lo material, puede ser controlado –y también sus emociones- por la mente. Y la mente puede ser dirigida por el Espíritu. El espíritu es aquella porción de la Primera Causa, que halla expresión en todo lo que es imperecedero en la conciencia de la mente o de la materia.


Y ningún impulso sobrepasa a las capacidades mentales y espirituales de un espíritu para elegir el camino que, el espíritu y la mente, puedan seguir.
En lo material, entonces, según pueda expresarse en cualquier medio que un cuerpo haya elegido, este se acostumbra al ambiente de esa particular esfera de actividad, o armoniza con él. Sin embargo, esto puede quedar localizado; o interesarse en el Estado o la Nación, o en lo espiritual, o en sus semejantes, alterando de este modo la forma en que la entidad pueda expresarse a sí misma, aún cuando actúe dentro del ambiente de otros que se dedican a esa particular esfera de actividad. (Lectura 2.533-1, Edgar Cayce).


Cada entidad, cada espíritu, penetra en la experiencia física buscando una finalidad. Esta no es individual, ni de naturaleza egoísta, aun cuando es muy personal en lo que respecta a su aplicación y a su práctica.


Cada espíritu se encuentra constantemente consigo mismo; no solo en lo que con frecuencia llamamos karma o influencias kármicas. Recordemos: La Vida es Dios; aquello que es constructivo crece; lo que es destructivo se deteriora.


Entonces, las fuerzas kármicas, -si la consagración de una vida en la experiencia de una entidad individual CRECE hacia un abrigo de paz y de armonía y de comprensión, o si ustedes crecen espiritualmente, lo harán en comprensión.
-¿Cómo –preguntarán ustedes- podrán saber cuando marchan por la senda correcta?


-¿Cómo? Tu conciencia de Dios, tu Espíritu, condena, rechaza o vacila ante las condiciones existentes en la experiencia del yo mental y material. La mente es siempre la que construye.

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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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lunes, 6 de julio de 2009

TRASCENDENCIA DEL KARMA SEGÚN EDGAR CAYCE




Conozcamos a nuestro yo -I-

Por Mary Ann Woodward


-“Porque de cierto os digo, que hasta que aunque pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni tilde perecerá de la Ley, hasta que las cosas sean hechas”-.
Mateo, V:18


-“Empero, más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustarse un tilde de la Ley”-.
Lucas, XVI: 17


¿Cuál es la ley inmutable, a la que se refieren tanto Lucas como Mateo? Es evidentemente la ley de causa y efecto, a la que muchos, particularmente en Oriente, llaman Karma.

Esta palabra “karma”, se usa filosóficamente para indicar las condiciones actuales, nacidas de pensamientos y acciones que tuvieron lugar en el pasado. Su significado sánscrito abarca tanto a la acción como a la reacción (consecuencias). Su significado hindú comprende al trabajo , o a la labor del alma en busca de lograr la unión con Dios. Hoy, cuando pensamos en ella, la vemos como la causa y efecto.


Las interpretaciones psíquicas realizadas por Edgar Cayce explicaban al karma, en sus muchos aspectos y ramificaciones, como “conocer al yo”. La mayoría de nuestros actos y nuestras acciones producen un efecto o resultado inmediato. Habitualmente, tenemos conciencia del efecto de nuestras acciones y las elecciones que hacemos y sabemos si son acertadas o erróneas. Lo vemos en forma inmediata. Debiéramos llamarlo karma “al contado”, por la rapidez con que sentimos sus consecuencias. Se presentan, sin embargo, numerosas circunstancias o condiciones a las que no les vemos causa o razón alguna, a menos que podamos aceptar la teoría de la reencarnación. Por ejemplo: -¿por qué nace un niño en medio de riquezas y abundancia, feliz en un ambiente de amor, y otro cercado de pobreza y el rechazo? -¿Qué es lo que atrae al alma a ambientes tan distintos? -¿Por qué un niño es un genio, y otro un retardado o un idiota? El ser humano clama a menudo en sus circunstancias, como lo hizo Job: -“Por qué ha caído sobre mí esto?”-. 


A menos que se las explique con referencia a existencias o vidas anteriores, estas cosas parecen inexplicables.

Las interpretaciones realizadas por Edgar Cayce sostienen que cada persona es responsable de las circunstancias en la que se encuentra. No es una víctima inocente del ambiente que le rodea: simplemente se está encontrando a sí mismo”-.
-“Lo que siembres, eso cosecharás. Se conocen con frecuencia experiencias en las que los individuos cosechan aparentemente aquello que no han sembrado, pero esto no es más que la visión “aparente” de la entidad, o de quien analiza o estudia los propósitos e ideales relacionados con esos individuos en particular”-. (Lectura 2.528-3; Edgar Cayce).


Cnocer al yo, de acuerdo con la información que nos proporcionan las interpretaciones de Edgar Cayce, es realmente conocer las consecuencias de nuestras propias acciones o actitudes. Esta forma de conocer a nuestro yo, incluye también nuestros pensamientos y emociones anteriores. 


Nosotros reencarnamos, o volvemos a vivir en la Tierra, para enfrentarnos con los resultados que hemos provocado. No sólo tomamos decisiones todos los días, sino que también las hemos tomado en vidas anteriores, y de ellas somos responsables. Tenemos la libertad para elegir, pero debemos tener presente que dentro de cada elección existen elecciones futuras. Las consecuencias de nuestras elecciones y acciones son “la jota y el tilde” con que debemos enfrentarnos. No hay escapatoria.

-“La causa y el efecto son para muchos iguales al karma. Karma es lo que arrastramos con nosotros, mientras que la causa y el efecto pueden existir en una sola experiencia material”-. (Edgar Cayce, lectura 2981-21).


La mayoría de los individuos en estos momentos, interpretan erróneamente las experiencias kármicas; cada espíritu, cada entidad, debería adquirir su propio concepto del destino. El destino está en nuestro interior, o nos viene de la fe, o se nos proporciona como un don de las Fuerzas Creativas. La influencia kármica es, entonces, una influencia rebelde que se alza contra aquellos. 


Cuando se presentan las oportunidades, es la fuerza de voluntad propia de la entidad lo que hay que poner en juego, aquello que la ha separado o la ha igualado a las influencias creativas en las fuerzas espirituales superiores, para hacer por sí mismo ese progreso. Así, pues, hay en todos los contactos la oportunidad para que una entidad, un espíritu, cumpla o encuentre por sí, en la asociación del yo de su alma con las Fuerzas Creativas emanada de la Primera Causa, lo necesario para que esa entidad llegue a la unidad con la Fuerza Creativa. De ahí que, en cuanto al desarrollo total de la entidad, ella siempre está en el camino. (Lectura 903-23, Edgar Cayce).

La vida y sus expresiones son una sola cosa. Cada Espíritu o entidad quiere regresar, y regresa, o cumple un ciclo, como lo hace la naturaleza en sus manifestaciones acerca del ser humano, dejando, haciendo o presentando de este modo –por así decirlo- aquellas verdades infalibles, indelebles, de que ella –la Vida- es continua. Y aun cuando puedan invertirse unos pocos y cortos años en esta o en aquella experiencia, son una sola cosa; el espíritu, el yo interior, que se purifica, que se eleva, para que pueda ser uno con aquella primera causa, aquel primer propósito, para que cobre vida.


Y aunque puedan presentarse aquellas existencias por acá y por allá, cada una tiene sus relaciones con lo que ha pasado antes, y lo que tiene que venir. Y a cada espíritu se le ha dado ese privilegio, esa elección, de aunarse con las Fuerzas Creativas. Y las pautas que se han establecido como señales a lo largo del progreso del ser humano son bien claras.
Nosotros y solamente nosotros somos responsables por lo que somos y por nuestra condición en esta Tierra.


Las interpretaciones de Edgar Cayce indican que la individualidad es la suma total de lo que el espíritu ha hecho con las Fuerzas Creativas e ideales, en sus distintas experiencias en la Tierra. La individualidad cambia a medida que la entidad actúa, piensa y siente en el presente acerca de sus ideales, sus experiencias y sus oportunidades. Los problemas, las condiciones, las personas, todos ellos causan una reacción en el individuo. Cada fase de la entidad tiene atributos separados, que pueden ser tanto físicos como espirituales. También pueden ser uno, y para poder realizar esto, la entidad tiene que emplear la mente. La mente es el constructor, el camino en el cual uno se acerca a lo infinito o a lo material.


Pues no es casual que cada entidad entre, sino que la entidad –como parte integrante del todo- pueda llenar ese lugar que ningún otro espíritu puede llenar tan bien.


De este modo, en cada manifestación material una entidad asume el compromiso de manifestar que ella, como parte del todo, pueda ir armonizándose cada vez más con esa conciencia, glorificándolo a Él (el Creador), por ese motivo, con sus relaciones con los demás, en cada experiencia y en todas ellas.
De este modo, los impulsos latentes o manifiestos son expresiones de un espíritu en las variadas fases de la conciencia. En la estancia material o terrenal, estas hallan expresión o manifestación de un modo tri-dimensional. Cada entidad, de este modo, se ve a sí misma como cuerpo, mente y espíritu. Estas fases representan los tres atributos espirituales que son comprensibles o están comprendidos en lo material. No obstante, como lo mental y lo espiritual van haciéndose cada vez más expresivos, o se controlan más a causa de sus experiencias en la Tierra, la entidad advierte la existencia de otras dimensiones en su estancia física.


Mientras el cuerpo está sujeto a todas las influencias de lo material, puede ser controlado –y también sus emociones- por la mente. Y la mente puede ser dirigida por el Espíritu. El espíritu es aquella porción de la Primera Causa, que halla expresión en todo lo que es imperecedero en la conciencia de la mente o de la materia.


Y ningún impulso sobrepasa a las capacidades mentales y espirituales de un espíritu para elegir el camino que, el espíritu y la mente, puedan seguir.
En lo material, entonces, según pueda expresarse en cualquier medio que un cuerpo haya elegido, este se acostumbra al ambiente de esa particular esfera de actividad, o armoniza con él. Sin embargo, esto puede quedar localizado; o interesarse en el Estado o la Nación, o en lo espiritual, o en sus semejantes, alterando de este modo la forma en que la entidad pueda expresarse a sí misma, aún cuando actúe dentro del ambiente de otros que se dedican a esa particular esfera de actividad. (Lectura 2.533-1, Edgar Cayce).


Cada entidad, cada espíritu, penetra en la experiencia física buscando una finalidad. Esta no es individual, ni de naturaleza egoísta, aun cuando es muy personal en lo que respecta a su aplicación y a su práctica.


Cada espíritu se encuentra constantemente consigo mismo; no solo en lo que con frecuencia llamamos karma o influencias kármicas. Recordemos: La Vida es Dios; aquello que es constructivo crece; lo que es destructivo se deteriora.


Entonces, las fuerzas kármicas, -si la consagración de una vida en la experiencia de una entidad individual CRECE hacia un abrigo de paz y de armonía y de comprensión, o si ustedes crecen espiritualmente, lo harán en comprensión.
-¿Cómo –preguntarán ustedes- podrán saber cuando marchan por la senda correcta?


-¿Cómo? Tu conciencia de Dios, tu Espíritu, condena, rechaza o vacila ante las condiciones existentes en la experiencia del yo mental y material. La mente es siempre la que construye.

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