viernes, 9 de julio de 2010

PERDONAR PARA LIBERARSE




PERDONAR PARA LIBERARSE

©Giuseppe Isgró C.


Olvida la felicidad perdida; disfruta de la que aún queda; expresa, sabiamente, un aforismo del Libro de las Mutaciones, -el I Ching-.
Por qué reaccionar con violencia, si del mal recibido vendrán compensaciones y del hecho se deberán pagar sus consecuencias?
En cierta ocasión, el rey Felipe de Macedonia, fue tratado con insolencia por un miembro de la comisión griega. Al solicitarle, el público presente, que lo castigara, él contestó: -“Quien se insolenta de esa manera se demuestra inferior al ofendido y el que, pudiendo castigar, perdona, superior al ofensor”-.
Las personas que dejan de vaciarse de sentimientos afectados por la acción ajena impiden que la copa de la vida se llene de la felicidad que aún queda por disfrutar.
El poder del perdón es una ley universal poderosa que proporciona resultados. Hay que perdonar mentalmente a quienes de una u otra forma han proporcionado perjuicio, -tomando todas las precauciones para que, si te abofetearon una mejilla, de alejar lo suficiente la otra, para evitar que le ocurra lo mismo, salvo aquellos casos en que, siguiendo las enseñanzas del Maestro del Amor, Jesús de Nazareth-, poner la otra mejilla constituya la mejor lección moral que pueda impartirse, cuyo acto de valentía, y fortaleza, lleva a tomar pleno dominio de la situación. De esta manera, se permite que la Ley de Compensación actúe. (O, la humana, si tal es el caso).
Enviar pensamientos de luz, amor, amistad, perdón y comprensión a personas con mentes poco abiertas genera resultados prodigiosos a la vez que se crea un círculo protector que mantiene inmune, a la persona que los emite, de ondas mentales menos positivas.
Hay que permanecer mentalmente libre y la ley del perdón ayuda a hacerlo. La única manera de liberarse es liberando.
El acto de perdonar, independientemente de cual haya sido la falta, -como disciplina mental o filosofía de vida-, a veces cuesta aceptarlo, empero, ayuda a ver las nuevas puertas que se abren donde se cerró una. Es la ley de compensación que actúa si se deja de obstaculizar su curso.
El perdón aporta descanso, paz, tranquilidad, salud, armonía, luz, amor, abundancia de dones, felicidad y, lo más importante, permite estar en paz con la propia conciencia, juez severo e inflexible.
Aplicando el perdón, por una ley cósmica, se obliga a ser perdonado, a su vez, por cuanto, la ley de compensación actúa libremente, nivelando las situaciones de la mejor manera posible.
Por último, recuerda auto-perdonarte. Eres mejor de lo que crees!
* *

Un aforismo de Joaquín Trincado, expresa: -“Si odias, tendrá que amar”-.
La Ley Cósmica, obliga a las personas que dejan de liberarse de esos sentimientos ajenos a la armonía a nacer en el seno de la misma familia para que los lazos de la carne vayan limando las asperezas y en su lugar nazcan lazos de amor, afecto, simpatía, de hermandad, al mismo tiempo, que, sin ellas saberlo a nivel de conciencia objetiva, la ley de compensación les pone en condiciones de compensarse mutuamente las eventuales deudas kármicas existentes entre las partes.
Esa es la razón por la cual se observa en el seno de muchas familias que existe entre algunos miembros una mayor afinidad o acercamiento que en otros. En unos se han cultivado los lazos de afinidad o afecto más que en otros, empero, un cierto número de existencias de convivencia en el seno de la misma familia va fortaleciendo los afectos y la armonía.
Por lo cual, si existe alguna persona que pueda causarte desasosiego, es mejor perdonarla y dejarla en libertad –mental y espiritualmente- ya que, alentar en contra de ella pensamientos en desacuerdo con la armonía, es una manera de acercarla –y mantenerla en tu radio de acción- hasta que, por la ley del perdón mutuo –o unilateral, en primera instancia- una de las parte se libere y obliga, a la otra, a hacerlo, simultáneamente o en forma gradual, por cuanto, la más efectiva forma que existe para extinguir un fuego es dejando de echarle más leñas, carbón, gas u otro combustible, que en el caso de las personas, son pensamientos carentes de amor, tolerancia y perdón.
La ausencia del perdón constituye una forma de rehusar el pago por la compensación que se le es debida –ya que, la ley de compensación, auxiliar de la ley de justicia, obliga al pago, inexorablemente-; dejar de perdonar significa tomarse la justicia en las propias manos, lo cual es contrario a la ley cósmica, y, muchas veces, de acreedor, podría pasarse al bando de deudor, si por ese medio se ocasiona un daño mayor al recibido, hasta por la diferencia resultante en la respectiva compensación, al igual que lo contempla cualquier Código Civil.
En la ley cósmica, impera la ley de la igualdad entre las partes y todos son iguales en la ley y ante ella, por lo cual, nadie escapa de su cumplimiento; quien debe, habrá de pagar, hoy, mañana o en el momento oportuno.
Si todos conocieran esta normativa universal, cada quien se cuidaría no sólo de dejar de efectuar perjuicio alguno que tendría que pagar con sus respectivos intereses, sino que se avocaría en hacer el mayor bien posible por cuanto de ellos devengaría las respectivas compensaciones.
Otro de los aforismos enunciado por Joaquín Trincado, -ligeramente parafraseado- que constituye un principio sublime de la ley de justicia y sus respectivas auxiliares, ley de compensación e igualdad, expresa: -“Quien provocare la des-encarnación de alguien, con sus besos repondrá la vida que debe”-.
Significa que, quien debe una vida, precisa darla. Esos actos de enemistad han llevado a algunas personas a la eliminación de sus enemigos, físicamente hablando. En la siguiente existencia habrán de nacer en el sexo femenino y con sus besos repondrán la vida a su cargo. -Cuántos incurrirían en tales actos si conociesen la ley cósmica y la particularidad de que, en vez de liberarse del enemigo, lo que se están haciendo es acercarlo más por cuanto lo van a tener como hijo o hija, y recibirlo con besos y muestras de afecto?  Empero, son numerosos los casos, en los cuales, algunas madres, una vez dado a luz a su hijo o hija,  por la misma percepción espiritual o intuición de que se trata de un antiguo enemigo, le lleva a incumplir su rol. Pero, es peor para ellas, ya que tendrán que limar esas asperezas, transmutando el sentimiento de polaridad negativa en amor y reponer la vida que deben tantas veces como sea necesario, hasta saldar la deuda kármica.
Exonera, el perdón, de la respectiva compensación? Es decir, si una persona perdona a otra, la deuda existente, -quedaría sin compensación?
En línea general, toda deuda hay que pagarla. Empero, aún aquellas deudas que una de las partes pueda exonerar de su pago a otra, de forma generosa, prácticamente, nunca quedan sin compensación, por cuanto, por una parte, la misma persona favorecida, compensará con crece tal acto generoso con algún otro beneficio, como ocurre entre las personas, en la vida normal, que se rinden, recíprocamente, y en forma generosa, pequeños o grandes beneficios. Existe la ley de la reciprocidad y surgirán nuevas interrelaciones que compensar –indirectamente- el acto. La ley de la vida, compensa siempre y a veces de donde menos se espera, por cuanto, las personas tienen acreencias y deudas con diferentes personas, y entre todas ellas, las compensa, liberándolas recíprocamente, a todas  aquellas interrelacionadas. Es decir, A debe a B; C y D, deben a A, la ley de compensación compensa la acreencia de B con la deuda de A, con cargo de C y D, quedando todos ellos liberados recíprocamente y simultáneamente. Es decir, C y D pagan a B y se liberan de A, y A, se libera de B. Es una ley fantástica.
Este tipo de compensación, se presenta en la vida de una persona, como esa ayuda que se recibe, muchas veces, de donde menos se espera, y que resuelve casos a los cuales no se le veía salida alguna; empero, la ley cósmica, desde una perspectiva más amplia y universal, maneja los hilos de la interrelación de manera precisa y proporciona los resultados que mejor convengan a las partes involucradas.
La ley del perdón, realmente, no exonera el pago debido a que la ley de compensación compensa y la de justicia obliga en igualdad de condiciones para las partes; pero, en cambio, deja en libertad de acción a la ley cósmica, para que, por el mecanismo competente, compense entre las partes las acreencias con las deudas y exhorte, coercitivamente, u obligue, coactivamente, según los casos, y oportunamente, al respectivo pago.
Esa compensación se efectúa automáticamente, como si se tratara de una hoja de cálculo electrónica, arrojando el saldo restante, en la suma existencial, como el saldo de una cuenta bancaria.
Por eso, el perdón aporta una liberación propia y ajena y deja en libertad a la ley cósmica para que actúe en consecuencia y oportunamente, en beneficio de las partes involucradas.
Ahora bien, existen situaciones del actual ciclo de vida que precisan el ejercicio del perdón para liberarse, bien sea que tengamos que pedirlo como darlo.
Hay que afrontar con valentía todos esos casos en los cuales sea preciso pedir perdón, visitando a las personas pertinentes y expresarle, con sinceridad, las disculpas por cualquier acción que lo requiera.
Decirle con franqueza algo así: -“Sr., o sra., fulano o fulana de tal, hay algo que me ha tenido preocupado –o preocupada-, y es que, en aquella oportunidad cometí un error al actuar de tal o cual manera, y me gustaría pedirle disculpas por mi conducta y compensarle, de alguna manera, por el perjuicio que le he ocasionado”.
Generalmente, reconocer las propias faltas genera en la persona hacia quien se efectúa tal acto, una muestra de simpatía, quien suele decir: -“Oh, no es nada, no te preocupes”-. En línea general vuelve a reestablecer la armonía entre las partes o por lo menos la buena voluntad y cesará la recriminación mental que, siempre constituye un elemento poco favorable, al margen de que, en muchos casos, la persona descontenta suele dañar la reputación de la persona que ha cometido la falta al expresar comentarios pocos favorables.
En aquellos casos en que, por cualquier circunstancias sea imposible pedir el perdón por vía personal, se recomienda hacerlo mentalmente. Tiene efectos positivos, también.
De igual manera, en forma presencial o mentalmente, es preciso que otorgues el perdón a todas aquellas personas que lo requieran, como una forma de auto-liberación, con lo cual, dejas en libertad, como fue  dicho, a la ley de compensación, para efectuar el balance respectivo. Tiene efectos positivos, por cuanto se interrumpe una actitud mental negativo por otra positiva y es como prender la luz, con lo cual se ilumina el propio estado de conciencia y las nuevas imágenes positivas atraen elementos análogos a partir de entonces.
Hay acreencias y deudas que corresponden a ciclos de vidas anteriores que constituyen los aspectos denominados como karma, positivo, cuando se trata de acreencias; negativo cuando se trata de deudas. Las interrelaciones entre las personas que presentan esas relaciones de acreencias-deudas kármicas, genera unos estados de inquietud espiritual, estados depresivos en general y en diversa intensidad, que, la mayoría de las veces, corresponden a causas originadas en vidas anteriores y que, en el estado de conciencia objetivo actual, es imposible conocer a quien o a quienes pedir perdón o perdonar; por supuesto, el propio plan de vida, en el presente ciclo existencial, contempla los casos que deben ser compensados como misión de vida y liberarse de dichas deudas, bien sea pagando o cobrando, por cuanto, en ambos casos mientras no se pague o cobre, cada una de las partes se mantiene atada a la otra. Hay que liberarse cuanto antes y al costo pertinente.
Qué hacer en esos casos? Simplemente, pedir perdón, mentalmente, a toda persona que, en cualquier tiempo pasado haya resultado con algún perjuicio de parte nuestra y ofrecer que, de acuerdo a la ley cósmica y en las condiciones que ella condicione y en la medida de las propias fuerzas y recursos, se le pagará, a todo ser a quien se le deba, -lo que sea y en la magnitud respectiva-, oportunamente, se le pagará todo lo que se le deba, de acuerdo al orden y prioridad, respectivamente.
Ese perdón y ofrecimiento de pago, proporciona una liberación inmediata y deja en libertad a la ley cósmica de compensar, reciproca y oportunamente, las respectivas acreencias y deudas y pagar la diferencia, quien la deba, en armonía con todos.
Se debe ofrecer, mentalmente, el perdón a todo ser que lo precise, sin limitación alguna y ofrecer la disposición de recibir el respectivo pago –y/o compensación-, de acuerdo a la ley cósmica y en armonía con todos.
Ese tipo de actitud, la de solicitar el perdón y la de otorgarlo, más la de ofrecer pagar y aceptar el pago, y la de colocarse en el ámbito de la ley cósmica, facilita que las fuerzas protectoras del universo cooperen para reestablecer la armonía entre las partes.
Empero, hay pruebas que, habiendo elegido la persona para experimentar las mismas situaciones que hizo pasar a otra u otras, seguirán su libre curso; pero, muchas veces, ocurre que, quien resultó afectado o afectada, se presta a cooperar para ayudar al deudor a superarla con éxito, naciendo, con tal acción, una verdadera relación afectiva, restauradora del orden y la armonía entre las partes involucradas.
La ley cósmica respeta el libre albedrío, empero, las partes están sometidas al efecto de la ley que se cumple o deja de cumplir, asumiendo las respectivas consecuencias o disfrutando de los beneficios equivalente.
El ejercicio del perdón es esencial para liberarse y dejar a la ley cósmica en libertad para que lleve a cabo las respectivas compensaciones entre las partes, en forma equitativa y justa.
Es importante destacar una de las mayores ventajas del perdón, la cual consiste en que, conservar, en la mente, determinada clase de resentimientos, por las razones que sean, justificadas o no, conlleva a mantener, en la mente, imágenes análogas que fungen de imán que ejercen fuerza de atracción de situaciones semejante –lo semejante atrae a lo semejante- y repelen lo contrario, lo cual equivale decir, que, de no liberarse de la carga emotiva que representan, serán un serio obstáculo a la armonía interior, en detrimento de la propia salud física, mental y emocional, y de la energía vital, pero, lo más importante, esas imágenes seguirán creando situaciones semejantes que mantienen, a la persona, dentro de un círculo del cual es deseable salir.
Por lo cual, buscando la auto-liberación y el propio bienestar, es muy ventajoso perdonar bajo todos los puntos de  vista posibles, lo cual constituye un escudo protector muy poderoso y se podrá conservan la serenidad, la calma imperturbable y la impasibilidad frente a todas las circunstancias, y sobre todo, reflejar en la cara la alegría de vivir, con lo cual se produce la sintonía con las cosas buenas y positivas de la vida y se atraerán cosas análogas, yendo todo cada día mejor y mejor.
Es preciso perdonar hasta por el sano orgullo de estar por encima de las circunstancias –sea cuales fueren- para conservar el dominio de las situaciones y permanecer en el camino, sin desviaciones ni demoras, que habrá de conducir a la gran meta en sus múltiples e infinitas escalas, en la espiral evolutiva.
El perdón ayuda a mantener la fuerza vital inalterable, el sistema inmunológico cumple sus funciones protectoras de manera perfecta y la salud física, mental y espiritual conservará su perfecto equilibrio y, podrás disfrutar de la felicidad que la vida te tiene reservada en el eterno presente, aquí y ahora.
Perdona y grandes ventajas llegarán pronto a tu vida, comenzando el proceso en el mismo instante de tomar la decisión de otorgar el perdón, o de pedirlo.
Adelante.










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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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viernes, 9 de julio de 2010

PERDONAR PARA LIBERARSE




PERDONAR PARA LIBERARSE

©Giuseppe Isgró C.


Olvida la felicidad perdida; disfruta de la que aún queda; expresa, sabiamente, un aforismo del Libro de las Mutaciones, -el I Ching-.
Por qué reaccionar con violencia, si del mal recibido vendrán compensaciones y del hecho se deberán pagar sus consecuencias?
En cierta ocasión, el rey Felipe de Macedonia, fue tratado con insolencia por un miembro de la comisión griega. Al solicitarle, el público presente, que lo castigara, él contestó: -“Quien se insolenta de esa manera se demuestra inferior al ofendido y el que, pudiendo castigar, perdona, superior al ofensor”-.
Las personas que dejan de vaciarse de sentimientos afectados por la acción ajena impiden que la copa de la vida se llene de la felicidad que aún queda por disfrutar.
El poder del perdón es una ley universal poderosa que proporciona resultados. Hay que perdonar mentalmente a quienes de una u otra forma han proporcionado perjuicio, -tomando todas las precauciones para que, si te abofetearon una mejilla, de alejar lo suficiente la otra, para evitar que le ocurra lo mismo, salvo aquellos casos en que, siguiendo las enseñanzas del Maestro del Amor, Jesús de Nazareth-, poner la otra mejilla constituya la mejor lección moral que pueda impartirse, cuyo acto de valentía, y fortaleza, lleva a tomar pleno dominio de la situación. De esta manera, se permite que la Ley de Compensación actúe. (O, la humana, si tal es el caso).
Enviar pensamientos de luz, amor, amistad, perdón y comprensión a personas con mentes poco abiertas genera resultados prodigiosos a la vez que se crea un círculo protector que mantiene inmune, a la persona que los emite, de ondas mentales menos positivas.
Hay que permanecer mentalmente libre y la ley del perdón ayuda a hacerlo. La única manera de liberarse es liberando.
El acto de perdonar, independientemente de cual haya sido la falta, -como disciplina mental o filosofía de vida-, a veces cuesta aceptarlo, empero, ayuda a ver las nuevas puertas que se abren donde se cerró una. Es la ley de compensación que actúa si se deja de obstaculizar su curso.
El perdón aporta descanso, paz, tranquilidad, salud, armonía, luz, amor, abundancia de dones, felicidad y, lo más importante, permite estar en paz con la propia conciencia, juez severo e inflexible.
Aplicando el perdón, por una ley cósmica, se obliga a ser perdonado, a su vez, por cuanto, la ley de compensación actúa libremente, nivelando las situaciones de la mejor manera posible.
Por último, recuerda auto-perdonarte. Eres mejor de lo que crees!
* *

Un aforismo de Joaquín Trincado, expresa: -“Si odias, tendrá que amar”-.
La Ley Cósmica, obliga a las personas que dejan de liberarse de esos sentimientos ajenos a la armonía a nacer en el seno de la misma familia para que los lazos de la carne vayan limando las asperezas y en su lugar nazcan lazos de amor, afecto, simpatía, de hermandad, al mismo tiempo, que, sin ellas saberlo a nivel de conciencia objetiva, la ley de compensación les pone en condiciones de compensarse mutuamente las eventuales deudas kármicas existentes entre las partes.
Esa es la razón por la cual se observa en el seno de muchas familias que existe entre algunos miembros una mayor afinidad o acercamiento que en otros. En unos se han cultivado los lazos de afinidad o afecto más que en otros, empero, un cierto número de existencias de convivencia en el seno de la misma familia va fortaleciendo los afectos y la armonía.
Por lo cual, si existe alguna persona que pueda causarte desasosiego, es mejor perdonarla y dejarla en libertad –mental y espiritualmente- ya que, alentar en contra de ella pensamientos en desacuerdo con la armonía, es una manera de acercarla –y mantenerla en tu radio de acción- hasta que, por la ley del perdón mutuo –o unilateral, en primera instancia- una de las parte se libere y obliga, a la otra, a hacerlo, simultáneamente o en forma gradual, por cuanto, la más efectiva forma que existe para extinguir un fuego es dejando de echarle más leñas, carbón, gas u otro combustible, que en el caso de las personas, son pensamientos carentes de amor, tolerancia y perdón.
La ausencia del perdón constituye una forma de rehusar el pago por la compensación que se le es debida –ya que, la ley de compensación, auxiliar de la ley de justicia, obliga al pago, inexorablemente-; dejar de perdonar significa tomarse la justicia en las propias manos, lo cual es contrario a la ley cósmica, y, muchas veces, de acreedor, podría pasarse al bando de deudor, si por ese medio se ocasiona un daño mayor al recibido, hasta por la diferencia resultante en la respectiva compensación, al igual que lo contempla cualquier Código Civil.
En la ley cósmica, impera la ley de la igualdad entre las partes y todos son iguales en la ley y ante ella, por lo cual, nadie escapa de su cumplimiento; quien debe, habrá de pagar, hoy, mañana o en el momento oportuno.
Si todos conocieran esta normativa universal, cada quien se cuidaría no sólo de dejar de efectuar perjuicio alguno que tendría que pagar con sus respectivos intereses, sino que se avocaría en hacer el mayor bien posible por cuanto de ellos devengaría las respectivas compensaciones.
Otro de los aforismos enunciado por Joaquín Trincado, -ligeramente parafraseado- que constituye un principio sublime de la ley de justicia y sus respectivas auxiliares, ley de compensación e igualdad, expresa: -“Quien provocare la des-encarnación de alguien, con sus besos repondrá la vida que debe”-.
Significa que, quien debe una vida, precisa darla. Esos actos de enemistad han llevado a algunas personas a la eliminación de sus enemigos, físicamente hablando. En la siguiente existencia habrán de nacer en el sexo femenino y con sus besos repondrán la vida a su cargo. -Cuántos incurrirían en tales actos si conociesen la ley cósmica y la particularidad de que, en vez de liberarse del enemigo, lo que se están haciendo es acercarlo más por cuanto lo van a tener como hijo o hija, y recibirlo con besos y muestras de afecto?  Empero, son numerosos los casos, en los cuales, algunas madres, una vez dado a luz a su hijo o hija,  por la misma percepción espiritual o intuición de que se trata de un antiguo enemigo, le lleva a incumplir su rol. Pero, es peor para ellas, ya que tendrán que limar esas asperezas, transmutando el sentimiento de polaridad negativa en amor y reponer la vida que deben tantas veces como sea necesario, hasta saldar la deuda kármica.
Exonera, el perdón, de la respectiva compensación? Es decir, si una persona perdona a otra, la deuda existente, -quedaría sin compensación?
En línea general, toda deuda hay que pagarla. Empero, aún aquellas deudas que una de las partes pueda exonerar de su pago a otra, de forma generosa, prácticamente, nunca quedan sin compensación, por cuanto, por una parte, la misma persona favorecida, compensará con crece tal acto generoso con algún otro beneficio, como ocurre entre las personas, en la vida normal, que se rinden, recíprocamente, y en forma generosa, pequeños o grandes beneficios. Existe la ley de la reciprocidad y surgirán nuevas interrelaciones que compensar –indirectamente- el acto. La ley de la vida, compensa siempre y a veces de donde menos se espera, por cuanto, las personas tienen acreencias y deudas con diferentes personas, y entre todas ellas, las compensa, liberándolas recíprocamente, a todas  aquellas interrelacionadas. Es decir, A debe a B; C y D, deben a A, la ley de compensación compensa la acreencia de B con la deuda de A, con cargo de C y D, quedando todos ellos liberados recíprocamente y simultáneamente. Es decir, C y D pagan a B y se liberan de A, y A, se libera de B. Es una ley fantástica.
Este tipo de compensación, se presenta en la vida de una persona, como esa ayuda que se recibe, muchas veces, de donde menos se espera, y que resuelve casos a los cuales no se le veía salida alguna; empero, la ley cósmica, desde una perspectiva más amplia y universal, maneja los hilos de la interrelación de manera precisa y proporciona los resultados que mejor convengan a las partes involucradas.
La ley del perdón, realmente, no exonera el pago debido a que la ley de compensación compensa y la de justicia obliga en igualdad de condiciones para las partes; pero, en cambio, deja en libertad de acción a la ley cósmica, para que, por el mecanismo competente, compense entre las partes las acreencias con las deudas y exhorte, coercitivamente, u obligue, coactivamente, según los casos, y oportunamente, al respectivo pago.
Esa compensación se efectúa automáticamente, como si se tratara de una hoja de cálculo electrónica, arrojando el saldo restante, en la suma existencial, como el saldo de una cuenta bancaria.
Por eso, el perdón aporta una liberación propia y ajena y deja en libertad a la ley cósmica para que actúe en consecuencia y oportunamente, en beneficio de las partes involucradas.
Ahora bien, existen situaciones del actual ciclo de vida que precisan el ejercicio del perdón para liberarse, bien sea que tengamos que pedirlo como darlo.
Hay que afrontar con valentía todos esos casos en los cuales sea preciso pedir perdón, visitando a las personas pertinentes y expresarle, con sinceridad, las disculpas por cualquier acción que lo requiera.
Decirle con franqueza algo así: -“Sr., o sra., fulano o fulana de tal, hay algo que me ha tenido preocupado –o preocupada-, y es que, en aquella oportunidad cometí un error al actuar de tal o cual manera, y me gustaría pedirle disculpas por mi conducta y compensarle, de alguna manera, por el perjuicio que le he ocasionado”.
Generalmente, reconocer las propias faltas genera en la persona hacia quien se efectúa tal acto, una muestra de simpatía, quien suele decir: -“Oh, no es nada, no te preocupes”-. En línea general vuelve a reestablecer la armonía entre las partes o por lo menos la buena voluntad y cesará la recriminación mental que, siempre constituye un elemento poco favorable, al margen de que, en muchos casos, la persona descontenta suele dañar la reputación de la persona que ha cometido la falta al expresar comentarios pocos favorables.
En aquellos casos en que, por cualquier circunstancias sea imposible pedir el perdón por vía personal, se recomienda hacerlo mentalmente. Tiene efectos positivos, también.
De igual manera, en forma presencial o mentalmente, es preciso que otorgues el perdón a todas aquellas personas que lo requieran, como una forma de auto-liberación, con lo cual, dejas en libertad, como fue  dicho, a la ley de compensación, para efectuar el balance respectivo. Tiene efectos positivos, por cuanto se interrumpe una actitud mental negativo por otra positiva y es como prender la luz, con lo cual se ilumina el propio estado de conciencia y las nuevas imágenes positivas atraen elementos análogos a partir de entonces.
Hay acreencias y deudas que corresponden a ciclos de vidas anteriores que constituyen los aspectos denominados como karma, positivo, cuando se trata de acreencias; negativo cuando se trata de deudas. Las interrelaciones entre las personas que presentan esas relaciones de acreencias-deudas kármicas, genera unos estados de inquietud espiritual, estados depresivos en general y en diversa intensidad, que, la mayoría de las veces, corresponden a causas originadas en vidas anteriores y que, en el estado de conciencia objetivo actual, es imposible conocer a quien o a quienes pedir perdón o perdonar; por supuesto, el propio plan de vida, en el presente ciclo existencial, contempla los casos que deben ser compensados como misión de vida y liberarse de dichas deudas, bien sea pagando o cobrando, por cuanto, en ambos casos mientras no se pague o cobre, cada una de las partes se mantiene atada a la otra. Hay que liberarse cuanto antes y al costo pertinente.
Qué hacer en esos casos? Simplemente, pedir perdón, mentalmente, a toda persona que, en cualquier tiempo pasado haya resultado con algún perjuicio de parte nuestra y ofrecer que, de acuerdo a la ley cósmica y en las condiciones que ella condicione y en la medida de las propias fuerzas y recursos, se le pagará, a todo ser a quien se le deba, -lo que sea y en la magnitud respectiva-, oportunamente, se le pagará todo lo que se le deba, de acuerdo al orden y prioridad, respectivamente.
Ese perdón y ofrecimiento de pago, proporciona una liberación inmediata y deja en libertad a la ley cósmica de compensar, reciproca y oportunamente, las respectivas acreencias y deudas y pagar la diferencia, quien la deba, en armonía con todos.
Se debe ofrecer, mentalmente, el perdón a todo ser que lo precise, sin limitación alguna y ofrecer la disposición de recibir el respectivo pago –y/o compensación-, de acuerdo a la ley cósmica y en armonía con todos.
Ese tipo de actitud, la de solicitar el perdón y la de otorgarlo, más la de ofrecer pagar y aceptar el pago, y la de colocarse en el ámbito de la ley cósmica, facilita que las fuerzas protectoras del universo cooperen para reestablecer la armonía entre las partes.
Empero, hay pruebas que, habiendo elegido la persona para experimentar las mismas situaciones que hizo pasar a otra u otras, seguirán su libre curso; pero, muchas veces, ocurre que, quien resultó afectado o afectada, se presta a cooperar para ayudar al deudor a superarla con éxito, naciendo, con tal acción, una verdadera relación afectiva, restauradora del orden y la armonía entre las partes involucradas.
La ley cósmica respeta el libre albedrío, empero, las partes están sometidas al efecto de la ley que se cumple o deja de cumplir, asumiendo las respectivas consecuencias o disfrutando de los beneficios equivalente.
El ejercicio del perdón es esencial para liberarse y dejar a la ley cósmica en libertad para que lleve a cabo las respectivas compensaciones entre las partes, en forma equitativa y justa.
Es importante destacar una de las mayores ventajas del perdón, la cual consiste en que, conservar, en la mente, determinada clase de resentimientos, por las razones que sean, justificadas o no, conlleva a mantener, en la mente, imágenes análogas que fungen de imán que ejercen fuerza de atracción de situaciones semejante –lo semejante atrae a lo semejante- y repelen lo contrario, lo cual equivale decir, que, de no liberarse de la carga emotiva que representan, serán un serio obstáculo a la armonía interior, en detrimento de la propia salud física, mental y emocional, y de la energía vital, pero, lo más importante, esas imágenes seguirán creando situaciones semejantes que mantienen, a la persona, dentro de un círculo del cual es deseable salir.
Por lo cual, buscando la auto-liberación y el propio bienestar, es muy ventajoso perdonar bajo todos los puntos de  vista posibles, lo cual constituye un escudo protector muy poderoso y se podrá conservan la serenidad, la calma imperturbable y la impasibilidad frente a todas las circunstancias, y sobre todo, reflejar en la cara la alegría de vivir, con lo cual se produce la sintonía con las cosas buenas y positivas de la vida y se atraerán cosas análogas, yendo todo cada día mejor y mejor.
Es preciso perdonar hasta por el sano orgullo de estar por encima de las circunstancias –sea cuales fueren- para conservar el dominio de las situaciones y permanecer en el camino, sin desviaciones ni demoras, que habrá de conducir a la gran meta en sus múltiples e infinitas escalas, en la espiral evolutiva.
El perdón ayuda a mantener la fuerza vital inalterable, el sistema inmunológico cumple sus funciones protectoras de manera perfecta y la salud física, mental y espiritual conservará su perfecto equilibrio y, podrás disfrutar de la felicidad que la vida te tiene reservada en el eterno presente, aquí y ahora.
Perdona y grandes ventajas llegarán pronto a tu vida, comenzando el proceso en el mismo instante de tomar la decisión de otorgar el perdón, o de pedirlo.
Adelante.










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