jueves, 5 de julio de 2012

LA INICIACIÓN PERFECTA




LA INICIACIÓN PERFECTA

©Giuseppe Isgró C.


La iniciación masónica al grado de compañero, fue conocida, entre los antiguos, como la Iniciación Perfecta.

Ella marca, para el compañero, una nueva etapa en su carrera masónica, cuyas influencias habrán de enriquecerle integralmente.

Después de un período de estudios, y de pruebas, por los cuales ha pasado desde que fue iniciado a la luz masónica, cuya duración es de doce semanas, o más, un aprendiz ha solicitado a nuestra Augusta Cámara de Compañeros, su aumento de salario, para el cual se considera digno, y evidenciando, al mismo tiempo, un sincero deseo de continuar progresando en nuestra Magna Institución Masónica.

La Cámara de Compañeros, después de analizar su tesis de grado respectiva, presentada por el aspirante a Compañero y sometiéndose él mismo al examen correspondiente, así como, después de efectuar un análisis de la vida masónica y profana del aprendiz, se observa si el mazo y el cincel tuvieron tiempo de dar a la piedra bruta de su personalidad la forma equivalente a la ideal para la construcción del Gran Edificio Cósmico.

El grado de compañero representa la segunda edad del ser, en cuyas enseñanzas está compendiada la síntesis de:

1) Sus deberes para con Dios, representada por la fe perceptiva de la realidad.
2) Para consigo: simbolizada por la esperanza o expectación positiva, reflejada por la confianza en sus propias fuerzas y en las leyes de la vida.

3) Para con sus semejantes: expresada por el amor, verdadera síntesis de los valores universales y soporte de todas las virtudes.

En la antigüedad, en la época de la construcción del Templo de Salomón, era habitual, en las confraternidades de los constructores, según la leyenda, de que los nuevos compañeros cambiaran sus instrumentos, y de trabajo, pasando algunos a ser cortadores de piedras, mientras que otros eran asignados a la tarea de ajustar, exactamente, las que habían sido, ya, desbastadas por los aprendices.

El ilustre masón francés, J. M. Ragon, al referirse al grado de compañero, expresa que éste tiene por objeto “el estudio de las ciencias naturales y la investigación del origen y la causa de todas las cosas”, en perfecta concordancia con nuestra definición moderna de que la Masonería es el estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes y la practica de todas las virtudes. En el estudio de sus enseñanzas se descifran, e interpretan, los símbolos; proporciona el conocimiento de sí mismo; ilustra la manera de cómo se puede ser más útil, así como la forma en que la Francmasonería puede prestar a la humanidad grandes servicios, estimulando y formando cada uno de sus miembros para que su contribución sea acrecentada a través del trabajo, de la ciencia y de una vida virtuosa, con lo cual el compañero masón puede alcanzar la excelencia existencial, haciendo más y mejores cosas con menor cantidad de recursos, esfuerzos y tiempo.

Estas características hacen que el compañero masón sea un filósofo práctico, por lo cual, en el estudio del simbolismo y de la enseñanzas del grado, se percata de que está entrando en comunicación con una sabiduría antigua, y atemporal, que le permite fijar los objetivos de su existencia y construir la obra de su vida de acuerdo con los planes trazados por el Supremo Artífice, y por la razón, iluminado, paralelamente, por la intuición y por la inspiración, con lo cual puede culminar exitosamente el edificio moral de sus conocimientos.

Durante la iniciación, cuando el aspirante a compañero realizó su primer viaje simbólico, llevaba dos instrumentos: el martillo y el cincel, con lo cual realizó su trabajo de aprendiz. Por medio de ellos el cantero desbasta la piedra bruta. Ambos instrumentos tienen relación con la voluntad firme y decidida y la determinación inteligente, facultades éstas que le permiten pulir las asperezas e imperfecciones de la piedra bruta de la personalidad, elaborando la obra de arte: la piedra labrada, con lo cual se transforma en un auténtico francmasón, con libertad de ejercer su arte en forma independiente sin límites de espacio ni de tiempo. Durante el trayecto simbólico, diversas imágenes recuerdan al postulante a compañero, los cinco sentidos con que ha sido dotado por la naturaleza; ver, oír, oler, gustar y tocar, por medio de los cuales debe, con conocimiento de causa, tomar contacto, conscientemente, con el mundo exterior.

En el segundo viaje simbólico, el recipiendario lleva con sí dos instrumentos destinados a servirle de guía en la realización de un trabajo de carácter intelectual: la regla y el compás. Ambos le sirven para verificar el trabajo efectuado con los dos instrumentos anteriores, es decir: el mazo y el cincel. Paralelamente, el compañero adquiere los rudimentos esenciales de la geometría, que otorga a sus cultores la clave del arte de la construcción, -física, moral y espiritualmente-, facilitándole la interpretación de los planes del Gran Arquitecto del Universo.

Al inicio del tercer viaje simbólico, el recipiendario recibe una regla y un alza prima o palanca. Su significado es conocido, es decir: el compañero debe servirse de la regla como instrumento de dirección para hacer una obra definida y efectivamente constructora. La palanca simboliza la inteligencia humana, en forma integral, siendo su punto de apoyo el cuerpo físico. De forma análoga, la inteligencia se afinca sobre la voluntad, que representa el potencial espiritual del ser. En esta fase evolutiva, el compañero se familiariza con las siguientes artes liberales: la gramática, la retórica, la lógica, la aritmética, la geometría, la astronomía y la música.

La clave esencial de la cual adquiere consciencia el compañero que desea ascender a los niveles de la percepción de la realidad, es la de que debe confiar en sus propias fuerzas y no esperarlo todo de la iluminación divina. Es decir, debe combinar la lógica inductiva y deductiva con la intuición y la inspiración, en una percepción y acción conjuntas.

En el cuarto viaje simbólico, el aspirante a compañero aprende el uso de la escuadra. Esto le permite someter sus acciones a la razón y a la ley moral, simbolizada por la medida, desarrollando, precisamente, “el sentido de la medida”, que le sirve de guía en todos sus actos, reflejando la justicia y la equidad en armonía con todos y con el Todo. Adquiere conciencia sobre la importancia de “considerar el fin de todas las cosas”.

La escuadra permite establecer las figuras geométricas en perfecta armonía y total rectitud. Es el modelo mediante el cual debe desenvolverse la vida del compañero.
El quinto viaje es el último que simbólicamente realiza el recipiendario ante de su recepción en el grado de compañero. Ahora se encuentra con las manos libres; no lleva ninguna herramienta. Posee el conocimiento suficiente. Todo lo lleva consigo, al igual que Pitaco, uno de los siete sabios. Al final del recorrido alcanza un estado de iluminación, en cuya percepción intuitiva e inspirativa será capaz de recibir directamente, y por sí mismo, la luz, experimentando, al mismo tiempo, el influjo creador que le permitirá la concepción y la realización de su cuota de asunción en la realización de la gran Obra. Después de haberse encontrado en un estado de completa obscuridad, al igual que todo el recinto en el que está ubicado, en el momento oportuno un foco de luz aparece en el este, en el oriente, en la fuente existencial. Al igual que las estrellas iluminan mejor en la noche obscura, así la luz, en conexión divina, emana del centro universal para iluminar el horizonte humano, al compañero que alcanza a ver la estrella flamígera cuyas cinco puntas representan al hombre, emanación de la Divinidad. Al centro de la estrella emerge la letra “G”, entre cuyos múltiples significados se encuentra, precisamente, la representación del nombre de Dios en varios idiomas.

La estrella flamígera es el símbolo del genio que se eleva a las grandes realizaciones creadoras. Es la imagen de la fuente universal que ilumina el espíritu de cualquier ser que asume el ideal de dedicar su existencia a la conducción gloriosa de sí mismo y a la educación de la humanidad en los valores universales, soporte de la practica de todas las virtudes.

La estrella flamígera representa al ser evolucionado que ha desarrollado sus facultades espirituales, alcanzando la conciencia perceptiva en conexión con la conciencia cósmica. Ha descubierto que es poseedor de un poder creador potencialmente infinito que se expresa, oportunamente, y en grado equivalente, cada vez que experimente determinados niveles de necesidades. Allí reside la esencia de su poder potencialmente infinito: en la conciencia de lo que ignora, en las necesidades que afronta, resueltamente, y en los objetivos que asume a nivel personal y en la realización de la gran obra.

En síntesis, la estrella flamígera es el centro universal de donde emerge la auténtica luz y el poder creador universal.

El compañero alcanza la excelencia del grado en que tiene el privilegio de ascender haciendo gala de una esmerada dedicación, de una asidua y efectiva actividad creadora, así como del ejercicio de la prudencia, de la templanza, de la fortaleza, de la belleza, como expresión estética en todas sus obras, en los niveles físicos, morales y espirituales, de la justicia y de la armonía en todos sus actos y tratos sinalagmáticos.

Recibido en una Logia Perfecta, por el Venerable Maestro, los dos Vigilantes, los tres Maestros y un Compañero, pasa de la columna “B” a la “J”, subiendo a la quinta grada, en su ascenso evolutivo del Taller Cósmico.

Dotado de un signo, de un tocamiento, de una palabra sagrada de compañero y de una de pase, empero, su transmutación interior proyectar la luz que le distingue en cualquier entorno en donde vaya o actúe, y sin siquiera hablar ni hacer gesto alguno, es reconocido instantáneamente por sus iguales. Quienes, en el mundo profano tratan con él saben que es un ser de conducta virtuosa y digna. Le reconocen como Masón, una de las máximas distinciones a la que puede aspirar un ser humano, si realmente está dispuesto para la realización del ideal supremo de la perfección existencial concebido y ejecutado por los Hijos de la Luz.

El carácter pectoral del signo implica la custodia prudente de los tesoros morales y espirituales que le han sido confiados.

La palabra sagrada denota esa fuerza que sólo la conexión con el Creador Universal permite canalizar, por cuanto en Él se encuentra la fuente del poder creador y de Él emana la potencia divina que vivifica toda realización humana. En la columna del sur, -lugar de reunión de los compañeros-, se encuentra el calificativo respectivo que permite el acceso a la fuente interior del conocimiento.

En cuanto a la palabra que facilita el pase a la fuente, numerosas como las espigas del trigo han de ser las obras del compañero, para acceder a la fuente trascendental de la sabiduría y del poder creador, en la cadena de la fraternidad universal.

El punto gutural y pectoral, recuerdan al compañero sus obligaciones. El manual: mediante el respectivo toque preciso, permite percibir al compañero cuando se encuentra frente a su homólogo.

El pedestal: imparte la enseñanza de que todo masón, bajo la égida de la escuadra, recorre el camino de la vida ciñéndose a la equidad y a la justicia, en todos sus actos existenciales.

Como se ha dicho ya, la ubicación de los compañeros es en la columna del sur. Allí se encuentra el respectivo maestro que transmite la enseñanza necesaria y oportunamente. Este es el lugar, también, en el que reciben su respectivo salario cósmico.

La edad alcanzada por el compañero, representa la quintaesencia existencial, además de otros aspectos claramente identificables, como son los cinco sentidos y su respectivo uso. Se observa perfecta armonía en el toque, en la batería, en la marcha, en la edad, en la palabra sagrada, en la estructura geométrica de la estrella flamígera, en los viajes simbólicos y en las gradas del Taller.

Este simbolismo quintaesenciado en sus tres niveles de expresiones, representa:
1) En el plano físico: El nacimiento, la infancia, la edad adulta, la fuerza y la salud.

2) En el nivel intelectual: La gramática, la retórica, la lógica, la aritmética y la geometría.

3) En el sentido moral: La inteligencia, la rectitud, el amor, la prudencia y la filantropía.

El compañero realiza su trabajo iniciático desde el mediodía hasta medianoche, simbolismo que él conoce muy bien sabiendo que a la hora precisa de actuar hay que hacerlo puntualmente; y que, cuando llega el momento en que la tarea debe ser terminada, es preciso concluirla, pasando a la siguiente fase de reposo creativo-restaurador; de la actividad interior perceptiva de los elevados objetivos existenciales en correspondencia con los de la Gran Obra, a la realización externa, donde lo interno se hace patente como un claro reflejo de que lo que está adentro es idéntico a lo que se expresa afuera y de que lo que se encuentra arriba es análogo a lo que se manifiesta abajo, en perfecta armonía con todos y con el Todo.

El compañero se percata de que es preciso llegar a la mitad de la vida para ser útil a sus semejantes, tal como lo dijo Dante Alighieri, en su Divina Comedia, cuando expresa: -“En el medio del camino de la Vida”, etcétera, a partir de cuyo momento ha de trabajar la otra mitad en beneficio de la humanidad hasta la etapa culminante, en un determinado ciclo existencial.

La solapa del mandil del compañero, con la punta hacia abajo, denota que la inteligencia rige sobre la materia y que el espíritu expresa el perfecto autodominio sobre sus pasiones, exteriorizando los rasgos del iniciado, representados en la perfecta serenidad, en la calma imperturbable que le es inherente, en la impasibilidad frete a todo y a todos, y en la clara lucidez de su juicio a la hora de elegir la acción correcta, en el momento oportuno, para realizar la labor adecuada, de acuerdo a las inquietudes de los tiempos, en perfecta sintonía con los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo.

El estudio constante, permite, al compañero:

1) Percibir la propia misión en la vida, cumpliendo, simultáneamente, sus deberes y ejerciendo sus derechos, prudentemente.

2) Utilizar todos los recursos con que le dotó la naturaleza, es decir: el poder potencialmente infinito de su eterno e inmortal espíritu y las facultades espirituales que expresan dicho poder y la sabiduría de los valores universales.
3) Alcanzar el perfecto autodominio y el dominio de todas las circunstancias existenciales y del medio ambiente, paralelamente. Que cada acto refleje la inteligencia del Espíritu en perfecta correspondencia con los valores universales, haciendo el uso debido del desapego. Esto permite al compañero transformarse en la piedra cúbica viviente que le dará cabida en el grado del Magisterio, etapa siguiente, a cuya exaltación todo compañero digno de tal calificativo se encuentra destinado, en la realización de la Gran Obra.

4) Un compañero hábil, inteligente, estudioso y dinámico, será sin duda un excelente maestro, por lo cual, ahora, en este mismo instante, es preciso forjarse el propósito y la meta de llegar a serlo y poner manos a la Obra, en ello. Recordemos que el sublime mandato del Gran Arquitecto del Universo al Ser –en los tres reinos naturales- es el de alcanzar la maestría cósmica. En la realización de este propósito cósmico, empero, es preciso recordar que debería mantenerse la actitud de los Eternos Aprendices, única manera de acceder a los niveles superiores de la espiral evolutiva de la sabiduría de los valores universales.

Que el Gran Arquitecto del Universo ilumine y proteja a los nuevos compañeros, otorgándole la sabiduría de los valores universales, la salud física, mental y espiritual y la riqueza integral.

Hacemos votos para que la Augusta Institución Masónica Universal continúe siendo una escuela de virtudes y de liderazgo efectivo, capaz de conducir a la humanidad por los caminos de la paz, de la armonía, del amor, de la fraternidad, de la ciencia, de la prudencia, de la justicia y del entendimiento, bajo la égida del Gran Arquitecto del Universo. Así sea.

Adelante.

Puerto La Cruz, Venezuela, 30/04/1982.
Revisado: Lechería: 26 de junio de 2010.

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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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jueves, 5 de julio de 2012

LA INICIACIÓN PERFECTA




LA INICIACIÓN PERFECTA

©Giuseppe Isgró C.


La iniciación masónica al grado de compañero, fue conocida, entre los antiguos, como la Iniciación Perfecta.

Ella marca, para el compañero, una nueva etapa en su carrera masónica, cuyas influencias habrán de enriquecerle integralmente.

Después de un período de estudios, y de pruebas, por los cuales ha pasado desde que fue iniciado a la luz masónica, cuya duración es de doce semanas, o más, un aprendiz ha solicitado a nuestra Augusta Cámara de Compañeros, su aumento de salario, para el cual se considera digno, y evidenciando, al mismo tiempo, un sincero deseo de continuar progresando en nuestra Magna Institución Masónica.

La Cámara de Compañeros, después de analizar su tesis de grado respectiva, presentada por el aspirante a Compañero y sometiéndose él mismo al examen correspondiente, así como, después de efectuar un análisis de la vida masónica y profana del aprendiz, se observa si el mazo y el cincel tuvieron tiempo de dar a la piedra bruta de su personalidad la forma equivalente a la ideal para la construcción del Gran Edificio Cósmico.

El grado de compañero representa la segunda edad del ser, en cuyas enseñanzas está compendiada la síntesis de:

1) Sus deberes para con Dios, representada por la fe perceptiva de la realidad.
2) Para consigo: simbolizada por la esperanza o expectación positiva, reflejada por la confianza en sus propias fuerzas y en las leyes de la vida.

3) Para con sus semejantes: expresada por el amor, verdadera síntesis de los valores universales y soporte de todas las virtudes.

En la antigüedad, en la época de la construcción del Templo de Salomón, era habitual, en las confraternidades de los constructores, según la leyenda, de que los nuevos compañeros cambiaran sus instrumentos, y de trabajo, pasando algunos a ser cortadores de piedras, mientras que otros eran asignados a la tarea de ajustar, exactamente, las que habían sido, ya, desbastadas por los aprendices.

El ilustre masón francés, J. M. Ragon, al referirse al grado de compañero, expresa que éste tiene por objeto “el estudio de las ciencias naturales y la investigación del origen y la causa de todas las cosas”, en perfecta concordancia con nuestra definición moderna de que la Masonería es el estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes y la practica de todas las virtudes. En el estudio de sus enseñanzas se descifran, e interpretan, los símbolos; proporciona el conocimiento de sí mismo; ilustra la manera de cómo se puede ser más útil, así como la forma en que la Francmasonería puede prestar a la humanidad grandes servicios, estimulando y formando cada uno de sus miembros para que su contribución sea acrecentada a través del trabajo, de la ciencia y de una vida virtuosa, con lo cual el compañero masón puede alcanzar la excelencia existencial, haciendo más y mejores cosas con menor cantidad de recursos, esfuerzos y tiempo.

Estas características hacen que el compañero masón sea un filósofo práctico, por lo cual, en el estudio del simbolismo y de la enseñanzas del grado, se percata de que está entrando en comunicación con una sabiduría antigua, y atemporal, que le permite fijar los objetivos de su existencia y construir la obra de su vida de acuerdo con los planes trazados por el Supremo Artífice, y por la razón, iluminado, paralelamente, por la intuición y por la inspiración, con lo cual puede culminar exitosamente el edificio moral de sus conocimientos.

Durante la iniciación, cuando el aspirante a compañero realizó su primer viaje simbólico, llevaba dos instrumentos: el martillo y el cincel, con lo cual realizó su trabajo de aprendiz. Por medio de ellos el cantero desbasta la piedra bruta. Ambos instrumentos tienen relación con la voluntad firme y decidida y la determinación inteligente, facultades éstas que le permiten pulir las asperezas e imperfecciones de la piedra bruta de la personalidad, elaborando la obra de arte: la piedra labrada, con lo cual se transforma en un auténtico francmasón, con libertad de ejercer su arte en forma independiente sin límites de espacio ni de tiempo. Durante el trayecto simbólico, diversas imágenes recuerdan al postulante a compañero, los cinco sentidos con que ha sido dotado por la naturaleza; ver, oír, oler, gustar y tocar, por medio de los cuales debe, con conocimiento de causa, tomar contacto, conscientemente, con el mundo exterior.

En el segundo viaje simbólico, el recipiendario lleva con sí dos instrumentos destinados a servirle de guía en la realización de un trabajo de carácter intelectual: la regla y el compás. Ambos le sirven para verificar el trabajo efectuado con los dos instrumentos anteriores, es decir: el mazo y el cincel. Paralelamente, el compañero adquiere los rudimentos esenciales de la geometría, que otorga a sus cultores la clave del arte de la construcción, -física, moral y espiritualmente-, facilitándole la interpretación de los planes del Gran Arquitecto del Universo.

Al inicio del tercer viaje simbólico, el recipiendario recibe una regla y un alza prima o palanca. Su significado es conocido, es decir: el compañero debe servirse de la regla como instrumento de dirección para hacer una obra definida y efectivamente constructora. La palanca simboliza la inteligencia humana, en forma integral, siendo su punto de apoyo el cuerpo físico. De forma análoga, la inteligencia se afinca sobre la voluntad, que representa el potencial espiritual del ser. En esta fase evolutiva, el compañero se familiariza con las siguientes artes liberales: la gramática, la retórica, la lógica, la aritmética, la geometría, la astronomía y la música.

La clave esencial de la cual adquiere consciencia el compañero que desea ascender a los niveles de la percepción de la realidad, es la de que debe confiar en sus propias fuerzas y no esperarlo todo de la iluminación divina. Es decir, debe combinar la lógica inductiva y deductiva con la intuición y la inspiración, en una percepción y acción conjuntas.

En el cuarto viaje simbólico, el aspirante a compañero aprende el uso de la escuadra. Esto le permite someter sus acciones a la razón y a la ley moral, simbolizada por la medida, desarrollando, precisamente, “el sentido de la medida”, que le sirve de guía en todos sus actos, reflejando la justicia y la equidad en armonía con todos y con el Todo. Adquiere conciencia sobre la importancia de “considerar el fin de todas las cosas”.

La escuadra permite establecer las figuras geométricas en perfecta armonía y total rectitud. Es el modelo mediante el cual debe desenvolverse la vida del compañero.
El quinto viaje es el último que simbólicamente realiza el recipiendario ante de su recepción en el grado de compañero. Ahora se encuentra con las manos libres; no lleva ninguna herramienta. Posee el conocimiento suficiente. Todo lo lleva consigo, al igual que Pitaco, uno de los siete sabios. Al final del recorrido alcanza un estado de iluminación, en cuya percepción intuitiva e inspirativa será capaz de recibir directamente, y por sí mismo, la luz, experimentando, al mismo tiempo, el influjo creador que le permitirá la concepción y la realización de su cuota de asunción en la realización de la gran Obra. Después de haberse encontrado en un estado de completa obscuridad, al igual que todo el recinto en el que está ubicado, en el momento oportuno un foco de luz aparece en el este, en el oriente, en la fuente existencial. Al igual que las estrellas iluminan mejor en la noche obscura, así la luz, en conexión divina, emana del centro universal para iluminar el horizonte humano, al compañero que alcanza a ver la estrella flamígera cuyas cinco puntas representan al hombre, emanación de la Divinidad. Al centro de la estrella emerge la letra “G”, entre cuyos múltiples significados se encuentra, precisamente, la representación del nombre de Dios en varios idiomas.

La estrella flamígera es el símbolo del genio que se eleva a las grandes realizaciones creadoras. Es la imagen de la fuente universal que ilumina el espíritu de cualquier ser que asume el ideal de dedicar su existencia a la conducción gloriosa de sí mismo y a la educación de la humanidad en los valores universales, soporte de la practica de todas las virtudes.

La estrella flamígera representa al ser evolucionado que ha desarrollado sus facultades espirituales, alcanzando la conciencia perceptiva en conexión con la conciencia cósmica. Ha descubierto que es poseedor de un poder creador potencialmente infinito que se expresa, oportunamente, y en grado equivalente, cada vez que experimente determinados niveles de necesidades. Allí reside la esencia de su poder potencialmente infinito: en la conciencia de lo que ignora, en las necesidades que afronta, resueltamente, y en los objetivos que asume a nivel personal y en la realización de la gran obra.

En síntesis, la estrella flamígera es el centro universal de donde emerge la auténtica luz y el poder creador universal.

El compañero alcanza la excelencia del grado en que tiene el privilegio de ascender haciendo gala de una esmerada dedicación, de una asidua y efectiva actividad creadora, así como del ejercicio de la prudencia, de la templanza, de la fortaleza, de la belleza, como expresión estética en todas sus obras, en los niveles físicos, morales y espirituales, de la justicia y de la armonía en todos sus actos y tratos sinalagmáticos.

Recibido en una Logia Perfecta, por el Venerable Maestro, los dos Vigilantes, los tres Maestros y un Compañero, pasa de la columna “B” a la “J”, subiendo a la quinta grada, en su ascenso evolutivo del Taller Cósmico.

Dotado de un signo, de un tocamiento, de una palabra sagrada de compañero y de una de pase, empero, su transmutación interior proyectar la luz que le distingue en cualquier entorno en donde vaya o actúe, y sin siquiera hablar ni hacer gesto alguno, es reconocido instantáneamente por sus iguales. Quienes, en el mundo profano tratan con él saben que es un ser de conducta virtuosa y digna. Le reconocen como Masón, una de las máximas distinciones a la que puede aspirar un ser humano, si realmente está dispuesto para la realización del ideal supremo de la perfección existencial concebido y ejecutado por los Hijos de la Luz.

El carácter pectoral del signo implica la custodia prudente de los tesoros morales y espirituales que le han sido confiados.

La palabra sagrada denota esa fuerza que sólo la conexión con el Creador Universal permite canalizar, por cuanto en Él se encuentra la fuente del poder creador y de Él emana la potencia divina que vivifica toda realización humana. En la columna del sur, -lugar de reunión de los compañeros-, se encuentra el calificativo respectivo que permite el acceso a la fuente interior del conocimiento.

En cuanto a la palabra que facilita el pase a la fuente, numerosas como las espigas del trigo han de ser las obras del compañero, para acceder a la fuente trascendental de la sabiduría y del poder creador, en la cadena de la fraternidad universal.

El punto gutural y pectoral, recuerdan al compañero sus obligaciones. El manual: mediante el respectivo toque preciso, permite percibir al compañero cuando se encuentra frente a su homólogo.

El pedestal: imparte la enseñanza de que todo masón, bajo la égida de la escuadra, recorre el camino de la vida ciñéndose a la equidad y a la justicia, en todos sus actos existenciales.

Como se ha dicho ya, la ubicación de los compañeros es en la columna del sur. Allí se encuentra el respectivo maestro que transmite la enseñanza necesaria y oportunamente. Este es el lugar, también, en el que reciben su respectivo salario cósmico.

La edad alcanzada por el compañero, representa la quintaesencia existencial, además de otros aspectos claramente identificables, como son los cinco sentidos y su respectivo uso. Se observa perfecta armonía en el toque, en la batería, en la marcha, en la edad, en la palabra sagrada, en la estructura geométrica de la estrella flamígera, en los viajes simbólicos y en las gradas del Taller.

Este simbolismo quintaesenciado en sus tres niveles de expresiones, representa:
1) En el plano físico: El nacimiento, la infancia, la edad adulta, la fuerza y la salud.

2) En el nivel intelectual: La gramática, la retórica, la lógica, la aritmética y la geometría.

3) En el sentido moral: La inteligencia, la rectitud, el amor, la prudencia y la filantropía.

El compañero realiza su trabajo iniciático desde el mediodía hasta medianoche, simbolismo que él conoce muy bien sabiendo que a la hora precisa de actuar hay que hacerlo puntualmente; y que, cuando llega el momento en que la tarea debe ser terminada, es preciso concluirla, pasando a la siguiente fase de reposo creativo-restaurador; de la actividad interior perceptiva de los elevados objetivos existenciales en correspondencia con los de la Gran Obra, a la realización externa, donde lo interno se hace patente como un claro reflejo de que lo que está adentro es idéntico a lo que se expresa afuera y de que lo que se encuentra arriba es análogo a lo que se manifiesta abajo, en perfecta armonía con todos y con el Todo.

El compañero se percata de que es preciso llegar a la mitad de la vida para ser útil a sus semejantes, tal como lo dijo Dante Alighieri, en su Divina Comedia, cuando expresa: -“En el medio del camino de la Vida”, etcétera, a partir de cuyo momento ha de trabajar la otra mitad en beneficio de la humanidad hasta la etapa culminante, en un determinado ciclo existencial.

La solapa del mandil del compañero, con la punta hacia abajo, denota que la inteligencia rige sobre la materia y que el espíritu expresa el perfecto autodominio sobre sus pasiones, exteriorizando los rasgos del iniciado, representados en la perfecta serenidad, en la calma imperturbable que le es inherente, en la impasibilidad frete a todo y a todos, y en la clara lucidez de su juicio a la hora de elegir la acción correcta, en el momento oportuno, para realizar la labor adecuada, de acuerdo a las inquietudes de los tiempos, en perfecta sintonía con los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo.

El estudio constante, permite, al compañero:

1) Percibir la propia misión en la vida, cumpliendo, simultáneamente, sus deberes y ejerciendo sus derechos, prudentemente.

2) Utilizar todos los recursos con que le dotó la naturaleza, es decir: el poder potencialmente infinito de su eterno e inmortal espíritu y las facultades espirituales que expresan dicho poder y la sabiduría de los valores universales.
3) Alcanzar el perfecto autodominio y el dominio de todas las circunstancias existenciales y del medio ambiente, paralelamente. Que cada acto refleje la inteligencia del Espíritu en perfecta correspondencia con los valores universales, haciendo el uso debido del desapego. Esto permite al compañero transformarse en la piedra cúbica viviente que le dará cabida en el grado del Magisterio, etapa siguiente, a cuya exaltación todo compañero digno de tal calificativo se encuentra destinado, en la realización de la Gran Obra.

4) Un compañero hábil, inteligente, estudioso y dinámico, será sin duda un excelente maestro, por lo cual, ahora, en este mismo instante, es preciso forjarse el propósito y la meta de llegar a serlo y poner manos a la Obra, en ello. Recordemos que el sublime mandato del Gran Arquitecto del Universo al Ser –en los tres reinos naturales- es el de alcanzar la maestría cósmica. En la realización de este propósito cósmico, empero, es preciso recordar que debería mantenerse la actitud de los Eternos Aprendices, única manera de acceder a los niveles superiores de la espiral evolutiva de la sabiduría de los valores universales.

Que el Gran Arquitecto del Universo ilumine y proteja a los nuevos compañeros, otorgándole la sabiduría de los valores universales, la salud física, mental y espiritual y la riqueza integral.

Hacemos votos para que la Augusta Institución Masónica Universal continúe siendo una escuela de virtudes y de liderazgo efectivo, capaz de conducir a la humanidad por los caminos de la paz, de la armonía, del amor, de la fraternidad, de la ciencia, de la prudencia, de la justicia y del entendimiento, bajo la égida del Gran Arquitecto del Universo. Así sea.

Adelante.

Puerto La Cruz, Venezuela, 30/04/1982.
Revisado: Lechería: 26 de junio de 2010.

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