lunes, 28 de octubre de 2013

EL TRABAJO PERFECTO DE DIOS


EL TRABAJO PERFECTO DE DIOS

©Giuseppe Isgró C.

Hace algunos años, Jo realizó algunas observaciones que son dignas, aquí, y ahora, de recordarlas y reflexionar sobre ellas.
Durante el mes de actividades intensas, atendía alrededor de doscientas personas en el ámbito de la comercialización inmobiliaria. Pero, finalmente, todos los meses, los resultados salían de donde menos lo esperaba y casi nunca de aquellas que más le exigieron a fondo.
Generalmente, de ese flujo de veinte a treinta llamadas diarias que recibía, había desarrollado algunas técnicas que le permitían en un lapso de sesenta segundos, con dos dos o tres preguntas claves, determinar si la persona calificaba o no para los inmuebles por los cuales llamaba.
Preguntaba, por ejemplo:
-Si a usted le gusta el inmueble por el que llama, haría la negociación de contado o requeriría algún financiamiento?
Si la persona respondía que precisaba financiamiento, le volvía a preguntar: -Cuál es la inicial máxima que usted podría aportar, en forma inmediata? Y, en un lapso de sesenta días, cuánto más podría disponer?
Jo calculaba, en forma inmediata, si con esas cantidades de dinero, más el importe de un crédito hipotecario, si la persona calificaba para ese inmueble, o para otro, caso contrario la descartaba, sin necesidad de hacerle una demostración que significaba por lo menos una hora de tiempo.
Si la persona indicaba que compraría de contado, le volvía a inquirir: -Usted dispone ya en forma inmediata el importe del precio de venta, o debe vender antes algún inmueble?
Esta pregunta era porque muchas personas comprarían de contado si venden su inmueble, pero cuando lo hagan la casa por la que llaman ya no estará disponible, y al atender a ese persona ese día, eligiéndola entre cinco o seis para las demostraciones, copa un espacio que podría dedicar a otra más calificada, o debía disponer de un número excesivo de promotores para ese servicio.
Sin embargo, de esa pregunta, al responder el prospecto que tiene un inmueble para vender y ofrecerle el servicio de gestión de venta, Jo solía realizar un sinnúmero de captaciones que, luego, al realizar la venta, tenía a su alcance al cliente para venderle, a su vez, otro inmueble disponible.
Si la persona respondía que disponía el dinero para realizar la compra, entonces concertaba la cita para hacerle la demostración y buscar el cierre de venta.
Cada mes, el promedio de ventas que realizaba salía de personas que nada tenía que ver con todo ese movimiento de gran euforia, sino por un canal que permitía fluir las negociaciones, casi siempre sin el menor esfuerzo. Observaba que existía un mecanismo actuante que le ayudaba a obtener los resultados acostumbrados de donde menos lo pensaba. Eso significaba un proceso integral que incluía la captación y la venta y que le utilizaban como canal por el servicio.
Desde el primer momento de la llamada, Jo percibía algo en el tono de voz que le indicaba que a esa persona “la enviaba Dios”.
Siempre expresaba: -“A esta persona la envía Dios”.
Ese particular le indicaba que debía prestarle una atención especial por cuanto albergaba la certeza de que esa persona adquiriría el inmueble por el que llamaba, u otro equivalente, entre los de su cartera. En esos casos dejaba todo lo demás que estuviese haciendo para centrarse en ese cliente “enviado por Dios”. Los resultados estadísticos le indicaban que rara vez se equivocaba.
Jo se percató de que había un mecanismo que por encima del propio esfuerzo le facilitaba a las personas a quienes debía prestarle atención preferente, porque esos casos obedecían a factores intangibles que manejaban fuerzas vinculadas con el sincronismo cósmico.
Es decir, las cosas están destinadas para determinadas personas, y mientras ellas no llegan, podrán verlas decenas, o centenares, hasta que llegue a quien le corresponde, y entonces se rompe la fuerza de bloqueo inherente, que impedía que otra accediese a ese bien o servicio.
Pero, esta ley de asignación cósmica se relaciona con todas las cosas o personas, en todas las áreas y actividades, lucrativas o no. Por ejemplo: hay un dicho popular que expresa: -“Cuando la muchacha se casa aparecen los pretendientes”.
Después de que la muchacha se casa, la gente se pregunta: Por qué nadie se fijaba en esa joven, si es tan bonita, de tan buena familia, tan seria, etcétera?
Es que mientras la persona indicada a la que estaba destinada, llegaba, había una fuerza de bloqueo que impedía un enlace definitivo. Siempre había algo que ahuyentaba a los pretendientes temporales. Son las fuerzas de bloqueo respectivas, para cada ser, hasta que llegue la indicada, según el propio plan de vida, en el tiempo correcto y en el lugar adecuado. Esas fuerzas de bloqueo actúan en todas las personas simultáneamente, en un sincronismo cósmico perfecto. La ley de afinidad, conjuntamente con el amor, la justicia, la igualdad y la compensación, entre otros valores y principios de la ley cósmica, rige este mecanismo de sincronismo cósmico.
Con la venta de inmuebles ocurren coincidencias análogas. Por ejemplo, alguien a quien el inmueble no le estaba destinado, el día que debe ir a para adquirirlo, se le presenta un inconveniente, justo a tiempo para que otro comprador, el indicado, pueda adquirirlo.
Hay casos de inversionistas que lo adquieren, para volver a venderlo posteriormente, justo en el momento en que la persona a quien estaba destinado el inmueble tenga la oportunidad de aparecer en escena y adquirirlo. Ese comprador intermedio actúa como enlace con el comprador final correcto. Son variantes que utiliza el mecanismo del sincronismo cósmico. 
Pasa también con el propio trabajo en las diferentes etapas de la vida. En cualquier área en que se actúe, desde el momento que existe una oferta constante y perdurable de los propios bienes y servicios, hay personas que demandarán esos bienes y  servicios. El mecanismo cósmico es el que va ubicando a cada persona que debe brindar el respectivo servicio, o aportar un bien determinado.
Por ejemplo: Un arquitecto, por encargo de un constructor, diseña un proyecto habitacional “X”; tanto por el estudio del mercado, que permite percibir las necesidades insatisfechas, como el poder adquisitivo y las modalidades de compra, determinando quién es el cliente, qué compra, dónde compra, cómo compra, cuánto compra, y por qué compra. Además, por vía intuitiva, o inspirativa, percibe necesidades intangibles no manifiestas aún, y un mercado emergente que, oportunamente, cuando los bienes inmuebles –o de otra índole, también-, se encuentran colocados en el mercado, dichos clientes detectados por vía intuitiva, aparecen adquiriendo los bienes en particular. La ley de Say, expresa: -"Toda oferta genera su propia demanda", la cual es válida, igualmente, en sentido contrario: -"Toda demanda genera su propia oferta". En esta percepción de necesidades insatisfechas y en la creación de los respectivos bienes y servicios que las satisfagan de la mejor forma posible, en cada época, reside la mejor fuente de riqueza integral.
Esa es la razón por la que Jo percibía que determinadas personas le habían sido enviadas por Dios.
También se percató Jo, de que, en algunas ocasiones, cuando por las razones que fueren no asumía el compromiso de atender a determinadas personas “enviadas por Dios”, generalmente pagaba un costo.
Esas personas eran las mejores que “Dios”, o el mecanismo del sincronismo cósmico, habían encontrado para él para que, al mismo tiempo que él hubiese satisfecho sus necesidades, dicha persona le aportaba los recursos que precisaba en ese momento. Al descartar a ese eventual prospecto, generalmente se desaprovechaba la oportunidad inmediata para llenar el vacío existencial, o laboral, que luego quedaría sin cubrir. Esto significaría una etapa temporal de “adversidad equilibradora”, o crisis económica, espiritual, o de cualquier otra índole, mientras no llegara la etapa sucesiva.
Es el mecanismo coactivo de la vida que actúa para que cada quien aprenda la lección pedagógica de que, al asumir un rol, o profesión determinada, hay casos que deben ser atendidos aunque sea sin cobrar honorarios, o con trato especial, y esos son los que hay que atender con mayor esmero aún que los normales, por cuanto son los casos “enviados por Dios” y Dios retribuye con el Salario cósmico: Remuneración integral que va más allá de cualquier pago normal.
Se va aprendiendo, de esta manera, de que hay que ser “humilde y tolerante”, viendo más allá de las apariencias, y que jamás debería dejarse de atender ninguno de estos casos, tenga o no este determinado grupo de personas los recursos suficientes para pagar los respectivos honorarios para pagarlos. En la profesión de Abogado, por ejemplo, existe  una norma jurídica que obliga a todos los abogados a brindar sus servicios gratuitamente cuando los clientes no dispongan de recursos suficientes para realizar el pago de los honorarios, y a tales efectos un juez competente le da la calificación de rigor que constituye una orden para el abogado elegido a tales efectos y mientras dure esa circunstancia de necesidad.  
Un médico, por ejemplo, está moralmente obligado de atender a cualquier persona que, eventualmente, no pudiese pagar sus honorarios profesionales. Por encima de todo está su obligación de salvar una o más vidas, o cumplir con su juramento hipocrático. Quienes así lo hicieren derivaran inmensas bendiciones, y las respectivas compensaciones de toda índole: el salario cósmico.
Que cada profesional lo haga o no es cosa suya, y, por supuesto se respeta. Empero, el gran dador es Dios, o el mecanismo de sincronismo cósmico que va utilizando a cada quien donde debe hacerlo, con quien debe hacerlo y en el momento perfecto. Por eso se dice: El tiempo de Dios es perfecto, y el trabajo, también.
La experiencia que se recaba con esos casos determinados, sirve para atender otros de mayor relevancia, o envergadura, que aportarán la respectiva compensación de donde menos se piense, o espere. Conducirán, indirectamente, e indefectiblemente, a la persona en particular al lugar en que deba ir, para que, cumpliendo con el “servicio de Dios”, pueda acceder al caso de justicia que le corresponda. Es decir, hay una guía interior que se ocupa de establecer la conexión divina que conduce al lugar correcto de destino, para realizar la cosa adecuada, en lugar acertado, y en el tiempo oportuno.
Este mecanismo de sincronismo cósmico evita, también, de que la persona se dedique a actividades diferentes a las que trae en su plan de vida, o de inferior nivel o jerarquía a que está destinada. Muchas veces la persona apunta demasiado bajo, y la vida le tiene destinada a niveles de mayor envergadura. Ese es el caso cuando se cierran determinadas puertas, para luego abrirse las correctas, que sí correspondían a su plan de vida. El aforismo popular expresa, a tales efectos: -Cuando se cierra una puerta, en el mismo instante, simultáneamente, se abre otra; es preciso ver la que abre, con la nueva oportunidad, y no la que se cerró, que aparta del camino inadecuado.
El mecanismo de sincronismo cósmico le va conduciendo a los lugares donde determinadas personas puedan servirle de efectos de enlaces o de catalizadores que le impulsarán al lugar y a la actividad a que la vida les tenía destinadas.
Jo recuerda como cierto día en que fue a venderle una enciclopedia al gerente de una compañía de seguros, este le motivó para realizar una carrera como productor de seguros, actividad en la que se desenvolvió durante quince años, con gran éxito. Y así, en dada fase de su vida, desde sus años más jóvenes, siempre encontró, en su camino, al igual que todas las personas, a quienes le favorecían su siguiente fase de labores por acción de esa “voluntad divina”.
Por eso los sufíes, -una de las corrientes místicas, o espirituales, más elevadas que existen en el planeta tierra-, suelen expresar: -“Lo que Allah quiera, nada se le asemeja”.
Uno se pregunta: -Qué es lo que Allah quiere? Dios quiere, siempre lo mejor. Y por la acción de inspiración constante, por los sentimientos de los valores universales, dentro de la conciencia, expresa su guía y deja fluir la energía creadora que impulsará a la persona con la potencia creadora suficiente para alcanzar lo que, muchas veces, parecería imposible. Empero nada es imposible para Él que todo lo puede, y sabe, cuando cada quien adquiere conciencia de la conexión con la Divinidad, Gran Pedagoga Universal.
Es preciso ofrecer el propio servicio a la Divinidad para que ella disponga a su mejor criterio del mismo, según los planes cósmicos que, en la noche de los tiempos, en el momento de emanar cada ser a la conciencia individual, trazara como plan de vida para cada quien.
Mientras con mayor diligencia y efectividad realice cada quien su labor en los planes cósmicos, se le irá delegando actividades de mayor envergadura, cumpliendo en cada época de su vida, el trabajo perfecto de Dios.
Adelante.


No hay comentarios:

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

lunes, 28 de octubre de 2013

EL TRABAJO PERFECTO DE DIOS


EL TRABAJO PERFECTO DE DIOS

©Giuseppe Isgró C.

Hace algunos años, Jo realizó algunas observaciones que son dignas, aquí, y ahora, de recordarlas y reflexionar sobre ellas.
Durante el mes de actividades intensas, atendía alrededor de doscientas personas en el ámbito de la comercialización inmobiliaria. Pero, finalmente, todos los meses, los resultados salían de donde menos lo esperaba y casi nunca de aquellas que más le exigieron a fondo.
Generalmente, de ese flujo de veinte a treinta llamadas diarias que recibía, había desarrollado algunas técnicas que le permitían en un lapso de sesenta segundos, con dos dos o tres preguntas claves, determinar si la persona calificaba o no para los inmuebles por los cuales llamaba.
Preguntaba, por ejemplo:
-Si a usted le gusta el inmueble por el que llama, haría la negociación de contado o requeriría algún financiamiento?
Si la persona respondía que precisaba financiamiento, le volvía a preguntar: -Cuál es la inicial máxima que usted podría aportar, en forma inmediata? Y, en un lapso de sesenta días, cuánto más podría disponer?
Jo calculaba, en forma inmediata, si con esas cantidades de dinero, más el importe de un crédito hipotecario, si la persona calificaba para ese inmueble, o para otro, caso contrario la descartaba, sin necesidad de hacerle una demostración que significaba por lo menos una hora de tiempo.
Si la persona indicaba que compraría de contado, le volvía a inquirir: -Usted dispone ya en forma inmediata el importe del precio de venta, o debe vender antes algún inmueble?
Esta pregunta era porque muchas personas comprarían de contado si venden su inmueble, pero cuando lo hagan la casa por la que llaman ya no estará disponible, y al atender a ese persona ese día, eligiéndola entre cinco o seis para las demostraciones, copa un espacio que podría dedicar a otra más calificada, o debía disponer de un número excesivo de promotores para ese servicio.
Sin embargo, de esa pregunta, al responder el prospecto que tiene un inmueble para vender y ofrecerle el servicio de gestión de venta, Jo solía realizar un sinnúmero de captaciones que, luego, al realizar la venta, tenía a su alcance al cliente para venderle, a su vez, otro inmueble disponible.
Si la persona respondía que disponía el dinero para realizar la compra, entonces concertaba la cita para hacerle la demostración y buscar el cierre de venta.
Cada mes, el promedio de ventas que realizaba salía de personas que nada tenía que ver con todo ese movimiento de gran euforia, sino por un canal que permitía fluir las negociaciones, casi siempre sin el menor esfuerzo. Observaba que existía un mecanismo actuante que le ayudaba a obtener los resultados acostumbrados de donde menos lo pensaba. Eso significaba un proceso integral que incluía la captación y la venta y que le utilizaban como canal por el servicio.
Desde el primer momento de la llamada, Jo percibía algo en el tono de voz que le indicaba que a esa persona “la enviaba Dios”.
Siempre expresaba: -“A esta persona la envía Dios”.
Ese particular le indicaba que debía prestarle una atención especial por cuanto albergaba la certeza de que esa persona adquiriría el inmueble por el que llamaba, u otro equivalente, entre los de su cartera. En esos casos dejaba todo lo demás que estuviese haciendo para centrarse en ese cliente “enviado por Dios”. Los resultados estadísticos le indicaban que rara vez se equivocaba.
Jo se percató de que había un mecanismo que por encima del propio esfuerzo le facilitaba a las personas a quienes debía prestarle atención preferente, porque esos casos obedecían a factores intangibles que manejaban fuerzas vinculadas con el sincronismo cósmico.
Es decir, las cosas están destinadas para determinadas personas, y mientras ellas no llegan, podrán verlas decenas, o centenares, hasta que llegue a quien le corresponde, y entonces se rompe la fuerza de bloqueo inherente, que impedía que otra accediese a ese bien o servicio.
Pero, esta ley de asignación cósmica se relaciona con todas las cosas o personas, en todas las áreas y actividades, lucrativas o no. Por ejemplo: hay un dicho popular que expresa: -“Cuando la muchacha se casa aparecen los pretendientes”.
Después de que la muchacha se casa, la gente se pregunta: Por qué nadie se fijaba en esa joven, si es tan bonita, de tan buena familia, tan seria, etcétera?
Es que mientras la persona indicada a la que estaba destinada, llegaba, había una fuerza de bloqueo que impedía un enlace definitivo. Siempre había algo que ahuyentaba a los pretendientes temporales. Son las fuerzas de bloqueo respectivas, para cada ser, hasta que llegue la indicada, según el propio plan de vida, en el tiempo correcto y en el lugar adecuado. Esas fuerzas de bloqueo actúan en todas las personas simultáneamente, en un sincronismo cósmico perfecto. La ley de afinidad, conjuntamente con el amor, la justicia, la igualdad y la compensación, entre otros valores y principios de la ley cósmica, rige este mecanismo de sincronismo cósmico.
Con la venta de inmuebles ocurren coincidencias análogas. Por ejemplo, alguien a quien el inmueble no le estaba destinado, el día que debe ir a para adquirirlo, se le presenta un inconveniente, justo a tiempo para que otro comprador, el indicado, pueda adquirirlo.
Hay casos de inversionistas que lo adquieren, para volver a venderlo posteriormente, justo en el momento en que la persona a quien estaba destinado el inmueble tenga la oportunidad de aparecer en escena y adquirirlo. Ese comprador intermedio actúa como enlace con el comprador final correcto. Son variantes que utiliza el mecanismo del sincronismo cósmico. 
Pasa también con el propio trabajo en las diferentes etapas de la vida. En cualquier área en que se actúe, desde el momento que existe una oferta constante y perdurable de los propios bienes y servicios, hay personas que demandarán esos bienes y  servicios. El mecanismo cósmico es el que va ubicando a cada persona que debe brindar el respectivo servicio, o aportar un bien determinado.
Por ejemplo: Un arquitecto, por encargo de un constructor, diseña un proyecto habitacional “X”; tanto por el estudio del mercado, que permite percibir las necesidades insatisfechas, como el poder adquisitivo y las modalidades de compra, determinando quién es el cliente, qué compra, dónde compra, cómo compra, cuánto compra, y por qué compra. Además, por vía intuitiva, o inspirativa, percibe necesidades intangibles no manifiestas aún, y un mercado emergente que, oportunamente, cuando los bienes inmuebles –o de otra índole, también-, se encuentran colocados en el mercado, dichos clientes detectados por vía intuitiva, aparecen adquiriendo los bienes en particular. La ley de Say, expresa: -"Toda oferta genera su propia demanda", la cual es válida, igualmente, en sentido contrario: -"Toda demanda genera su propia oferta". En esta percepción de necesidades insatisfechas y en la creación de los respectivos bienes y servicios que las satisfagan de la mejor forma posible, en cada época, reside la mejor fuente de riqueza integral.
Esa es la razón por la que Jo percibía que determinadas personas le habían sido enviadas por Dios.
También se percató Jo, de que, en algunas ocasiones, cuando por las razones que fueren no asumía el compromiso de atender a determinadas personas “enviadas por Dios”, generalmente pagaba un costo.
Esas personas eran las mejores que “Dios”, o el mecanismo del sincronismo cósmico, habían encontrado para él para que, al mismo tiempo que él hubiese satisfecho sus necesidades, dicha persona le aportaba los recursos que precisaba en ese momento. Al descartar a ese eventual prospecto, generalmente se desaprovechaba la oportunidad inmediata para llenar el vacío existencial, o laboral, que luego quedaría sin cubrir. Esto significaría una etapa temporal de “adversidad equilibradora”, o crisis económica, espiritual, o de cualquier otra índole, mientras no llegara la etapa sucesiva.
Es el mecanismo coactivo de la vida que actúa para que cada quien aprenda la lección pedagógica de que, al asumir un rol, o profesión determinada, hay casos que deben ser atendidos aunque sea sin cobrar honorarios, o con trato especial, y esos son los que hay que atender con mayor esmero aún que los normales, por cuanto son los casos “enviados por Dios” y Dios retribuye con el Salario cósmico: Remuneración integral que va más allá de cualquier pago normal.
Se va aprendiendo, de esta manera, de que hay que ser “humilde y tolerante”, viendo más allá de las apariencias, y que jamás debería dejarse de atender ninguno de estos casos, tenga o no este determinado grupo de personas los recursos suficientes para pagar los respectivos honorarios para pagarlos. En la profesión de Abogado, por ejemplo, existe  una norma jurídica que obliga a todos los abogados a brindar sus servicios gratuitamente cuando los clientes no dispongan de recursos suficientes para realizar el pago de los honorarios, y a tales efectos un juez competente le da la calificación de rigor que constituye una orden para el abogado elegido a tales efectos y mientras dure esa circunstancia de necesidad.  
Un médico, por ejemplo, está moralmente obligado de atender a cualquier persona que, eventualmente, no pudiese pagar sus honorarios profesionales. Por encima de todo está su obligación de salvar una o más vidas, o cumplir con su juramento hipocrático. Quienes así lo hicieren derivaran inmensas bendiciones, y las respectivas compensaciones de toda índole: el salario cósmico.
Que cada profesional lo haga o no es cosa suya, y, por supuesto se respeta. Empero, el gran dador es Dios, o el mecanismo de sincronismo cósmico que va utilizando a cada quien donde debe hacerlo, con quien debe hacerlo y en el momento perfecto. Por eso se dice: El tiempo de Dios es perfecto, y el trabajo, también.
La experiencia que se recaba con esos casos determinados, sirve para atender otros de mayor relevancia, o envergadura, que aportarán la respectiva compensación de donde menos se piense, o espere. Conducirán, indirectamente, e indefectiblemente, a la persona en particular al lugar en que deba ir, para que, cumpliendo con el “servicio de Dios”, pueda acceder al caso de justicia que le corresponda. Es decir, hay una guía interior que se ocupa de establecer la conexión divina que conduce al lugar correcto de destino, para realizar la cosa adecuada, en lugar acertado, y en el tiempo oportuno.
Este mecanismo de sincronismo cósmico evita, también, de que la persona se dedique a actividades diferentes a las que trae en su plan de vida, o de inferior nivel o jerarquía a que está destinada. Muchas veces la persona apunta demasiado bajo, y la vida le tiene destinada a niveles de mayor envergadura. Ese es el caso cuando se cierran determinadas puertas, para luego abrirse las correctas, que sí correspondían a su plan de vida. El aforismo popular expresa, a tales efectos: -Cuando se cierra una puerta, en el mismo instante, simultáneamente, se abre otra; es preciso ver la que abre, con la nueva oportunidad, y no la que se cerró, que aparta del camino inadecuado.
El mecanismo de sincronismo cósmico le va conduciendo a los lugares donde determinadas personas puedan servirle de efectos de enlaces o de catalizadores que le impulsarán al lugar y a la actividad a que la vida les tenía destinadas.
Jo recuerda como cierto día en que fue a venderle una enciclopedia al gerente de una compañía de seguros, este le motivó para realizar una carrera como productor de seguros, actividad en la que se desenvolvió durante quince años, con gran éxito. Y así, en dada fase de su vida, desde sus años más jóvenes, siempre encontró, en su camino, al igual que todas las personas, a quienes le favorecían su siguiente fase de labores por acción de esa “voluntad divina”.
Por eso los sufíes, -una de las corrientes místicas, o espirituales, más elevadas que existen en el planeta tierra-, suelen expresar: -“Lo que Allah quiera, nada se le asemeja”.
Uno se pregunta: -Qué es lo que Allah quiere? Dios quiere, siempre lo mejor. Y por la acción de inspiración constante, por los sentimientos de los valores universales, dentro de la conciencia, expresa su guía y deja fluir la energía creadora que impulsará a la persona con la potencia creadora suficiente para alcanzar lo que, muchas veces, parecería imposible. Empero nada es imposible para Él que todo lo puede, y sabe, cuando cada quien adquiere conciencia de la conexión con la Divinidad, Gran Pedagoga Universal.
Es preciso ofrecer el propio servicio a la Divinidad para que ella disponga a su mejor criterio del mismo, según los planes cósmicos que, en la noche de los tiempos, en el momento de emanar cada ser a la conciencia individual, trazara como plan de vida para cada quien.
Mientras con mayor diligencia y efectividad realice cada quien su labor en los planes cósmicos, se le irá delegando actividades de mayor envergadura, cumpliendo en cada época de su vida, el trabajo perfecto de Dios.
Adelante.


No hay comentarios: