domingo, 16 de noviembre de 2014

KARMA, VIPAKA Y DHARMA


KARMA, VIPAKA Y DHARMA
©Giuseppe Isgró C.


En la literatura sánscrita, la ley del karma se relaciona con la acción y la reacción, o consecuencia; esa es la razón por la cual se habla de karma y vipaka.
En el hinduismo, la ley del karma se vincula con la actividad mediante la cual, cada ser, pueda alcanzar la unión con la Divinidad.
Empero, siendo cada ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, en el alma universal, sin separarse de sí misma, y sin dejar de ser ella misma, la unión ya existe en forma indisoluble y permanente, en el eterno presente. Lo que ocurre es, que por el efecto de sus pensamientos, sentimientos, palabras y actos, cada ser interrumpe la conciencia de la unión, con la ausencia de lo que ello implica, en cuanto al flujo del poder creador y de la sabiduría de los valores universales, expresados en la propia conciencia, por el lenguaje de los sentimientos.
En la actualidad, al hablar de ley del karma y del vipaka, ambos términos los relacionamos con la causa y el efecto, con la acción y reacción, y, con la siembra y recogida.
En el Manava-Dharma Sâstra o Leyes de Manú, Código redactado en torno al año 3.800 antes de nuestra era, al mencionarse a la ley del karma, se expresa lo siguiente: -“El ser dotado de razón obtiene una recompensa o un castigo en su Espíritu, por los actos del Espíritu; por los de la palabra, en los órganos de la palabra; por los actos corporales, en su cuerpo”.
Ahora bien, qué es el karma?
El término karma deriva de dos partículas: la primera, kar, que significa: -aplicación de la voluntad –o poder creador- por la persona; y, man: equivalente a pensador; por lo cual, karma, etimológicamente, significa: -acción de la voluntad sobre el pensador -y sus pensamientos.  A la palabra karma le sigue el término vipaka, que representa: fruto, resultado, reacción o compensación.
Existen cuatro elementos que tienen una marcada influencia en las personas: Los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos. Los dos primeros, es decir, los pensamientos y los sentimientos, en ambas polaridades, positiva y negativa, activan a la ley de atracción y la de repulsión. Por la ley de atracción, lo semejante atrae a lo semejante y repele a lo desemejante. Los opuestos jamás se juntan.
Por los pensamientos y sentimientos, activando a las leyes de atracción y repulsión, en ambas polaridades: positiva y negativa, creamos las circunstancias en torno a las cuales va a girar nuestra propia existencia.
Tan pronto los pensamientos y sentimientos se traduzcan en palabras y acciones, activan a las leyes del karma y del vipaka, creando karma, que puede ser positivo o negativo, según su índole positiva o negativa.
El karma se relaciona con el pasado, del cual surge el vipaka, o reacción presente; ambos, karma y vipaka, constituyen un mecanismo de ajuste o compensación.
La ley universal que rige este mecanismo es la ley de afinidad. La ley de afinidad se sustenta en otras leyes auxiliares, entre las cuales podemos citar a la ley de justicia, cuyo fiel de la balanza indica el grado de compensación que se debe aportar o recibir.
La balanza, como es del conocimiento de todos, tiene dos platillos que representan: primero: a la ley de igualdad: igualdad en la ley y ante la ley, donde la ley cósmica no tiene preferencias por nadie, excepto el estricto sentido de justicia, que trasciende la equidad. Segundo: el otro platillo, simboliza a la ley de compensación.
El resultado de la compensación, en la balanza de la justicia divina, se conoce como Suma Existencial. Representa el saldo de vida, al igual que en una cuenta bancaria, después de haberse efectuado todos los abonos y retiros correspondientes. El resultado es el saldo, según cuyo importe, la persona adquiere mayor o menor capacidad de acción.
A su vez, la ley de afinidad, por el el grado de suma existencial, ubica o reubica a cada ser en el orden que le corresponde; orden éste, en el cual podrá actuar en consonancia con su grado de afinidad. Igualmente, en ese orden podrá recibir o efectuar las compensaciones inherentes en relación con los seres que correspondan.
Es un efecto instantáneo de la ley del karma y del vipaka, el cual era denominado por Edgar Cayce, como “Karma al contado”, es decir, de efectos instantáneos.
Ralph Waldo Emerson, señalaba que: -“Todo acto tiene en sí mismo, su propia compensación.
El karma se puede dividir en tres grandes grupos: Karma acumulado, que es el que resulta al término de un ciclo de vida, o en un momento dado. Karma maduro, que es aquel que, al iniciar un nuevo ciclo de vida, será el que marcará el destino de la persona, como plan de vida, mediante el cual, recibirá las compensaciones de las cuales es acreedor, y otorgará, aquellas de las cuales es deudor. Esto mirado en un ciclo macro, es decir, una existencia completa. o muchos ciclos de vida; empero, ocurre exactamente lo mismo en un micro-ciclo a cada instante de la existencia.
El tercer aspecto de la ley del karma, es el incipiente, es decir: las palabras y los actos presentes tenderán a crear el karma futuro.
Esta es la razón por la cual, una vez compensado el karma maduro, mirando al futuro, es preciso enmarcar los propios pensamientos y sentimientos, las palabras y las acciones, en el Dharma, ley cósmica, o los valores cuyos principios representan.
Guiando los pensamientos, sentimientos, palabras y actos, deseos y anhelos, por los parámetros de los valores universales, el karma incipiente se conduce en polaridad positiva, aportando el grado de felicidad, autorrealización y tranquilidad de Espíritu suficientes, generando el sentido de la propia paz interior.
Es lo que hacían los filósofos estoicos en la antigua Grecia, es decir: vivir en armonía con las leyes de la naturaleza.
Igualmente, Sidharta Gautama, con las Cuatro nobles verdades y el Noble sendero óctuple, señalaba el recto camino a seguir, mediante las rectas opiniones, o arte del discernimiento, los rectos propósitos, objetivos e intenciones; las rectas y armoniosas palabras, las rectas acciones; los rectos medios de sustentamiento de vida; el recto esfuerzo, la recta atención y la recta concentración.
Mediante la aplicación del Noble sendero óctuple, se transmutan los estados de conciencia de un grado a otro más elevados, así como los estados de insatisfacción, canalizando el potencial de la energía creadora hacía la realización de objetivos claramente prefijados, y enunciado por escrito, a corto, mediano y largo plazo. Es lo que la psicología humanista, o la escuela de Abraham Maslow, denominó como Insatisfacción creadora.
Maslow, y sus discípulos, en la teoría de la motivación, sintetizó, en forma admirable, como toda necesidad, de la índole que fuere, genera, tan pronto se experimente una necesidad, una fuerza motivadora suficiente, para ayudar a desplazar a la persona en particular, hasta aquel lugar en el cual se encuentra la satisfacción pertinente.
La conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora, por la intuición y la inspiración, aporta el conocimiento claro del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del cuánto y del porqué.
El karma, evidentemente, tiene un efecto protector para la persona justa, tanto en protegerlo, evitando que le sucedan experiencias que no corresponden a su plan de vida, como, sucediéndole diversos acontecimientos, activando el mecanismo de compensación adecuado al resarcimiento del perjuicio recibido.
La ley cósmica tiene dos principios esenciales, enunciados por Joaquín Trincado: El amor, el primero, que expresa: Quien odia tendrá que amar.  El segundo: Quien quita una vida, debe reponerla. A tales efectos, naciendo como mujer, en un nuevo ciclo de vida, y teniendo como hijo, o hija, a aquel ser de cuya vida era deudor (a). El conocimiento de esta ley, evitaría a gran número de personas de incurrir en actos que preservarían la existencia de incontables otras, ya que se tendría consciencia de las consecuencias exactas de las propias acciones.
En todo caso, en la conciencia, siempre se expresa una advertencia coercitiva, antes de ser realizado cualquier acto indebido; es la acción pedagógica del Ser Universal por el lenguaje del sentimiento del valor inherente de la justicia, percibiendo, cada ser, lo que es justo o no, tan pronto manifieste el pensamiento, o el sentimiento. Del mismo modo, una vez realizado el acto, en polaridad negativa, se activa la acción coactiva de la ley cósmica, en la conciencia, experimentando, la persona, instantáneamente, la reprimenda, o la consciecia del error en que ha incurrido, que no le dejará tranquila hasta que haya compensado el acto, y aprendido la experiencia inherente.

Resumen de una conferencia dictada el 13 de noviembre de 2014, en la ciudad de Barcelona, Venezuela.

Texto en revisión y desarrollo.



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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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domingo, 16 de noviembre de 2014

KARMA, VIPAKA Y DHARMA


KARMA, VIPAKA Y DHARMA
©Giuseppe Isgró C.


En la literatura sánscrita, la ley del karma se relaciona con la acción y la reacción, o consecuencia; esa es la razón por la cual se habla de karma y vipaka.
En el hinduismo, la ley del karma se vincula con la actividad mediante la cual, cada ser, pueda alcanzar la unión con la Divinidad.
Empero, siendo cada ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, en el alma universal, sin separarse de sí misma, y sin dejar de ser ella misma, la unión ya existe en forma indisoluble y permanente, en el eterno presente. Lo que ocurre es, que por el efecto de sus pensamientos, sentimientos, palabras y actos, cada ser interrumpe la conciencia de la unión, con la ausencia de lo que ello implica, en cuanto al flujo del poder creador y de la sabiduría de los valores universales, expresados en la propia conciencia, por el lenguaje de los sentimientos.
En la actualidad, al hablar de ley del karma y del vipaka, ambos términos los relacionamos con la causa y el efecto, con la acción y reacción, y, con la siembra y recogida.
En el Manava-Dharma Sâstra o Leyes de Manú, Código redactado en torno al año 3.800 antes de nuestra era, al mencionarse a la ley del karma, se expresa lo siguiente: -“El ser dotado de razón obtiene una recompensa o un castigo en su Espíritu, por los actos del Espíritu; por los de la palabra, en los órganos de la palabra; por los actos corporales, en su cuerpo”.
Ahora bien, qué es el karma?
El término karma deriva de dos partículas: la primera, kar, que significa: -aplicación de la voluntad –o poder creador- por la persona; y, man: equivalente a pensador; por lo cual, karma, etimológicamente, significa: -acción de la voluntad sobre el pensador -y sus pensamientos.  A la palabra karma le sigue el término vipaka, que representa: fruto, resultado, reacción o compensación.
Existen cuatro elementos que tienen una marcada influencia en las personas: Los pensamientos, los sentimientos, las palabras y los actos. Los dos primeros, es decir, los pensamientos y los sentimientos, en ambas polaridades, positiva y negativa, activan a la ley de atracción y la de repulsión. Por la ley de atracción, lo semejante atrae a lo semejante y repele a lo desemejante. Los opuestos jamás se juntan.
Por los pensamientos y sentimientos, activando a las leyes de atracción y repulsión, en ambas polaridades: positiva y negativa, creamos las circunstancias en torno a las cuales va a girar nuestra propia existencia.
Tan pronto los pensamientos y sentimientos se traduzcan en palabras y acciones, activan a las leyes del karma y del vipaka, creando karma, que puede ser positivo o negativo, según su índole positiva o negativa.
El karma se relaciona con el pasado, del cual surge el vipaka, o reacción presente; ambos, karma y vipaka, constituyen un mecanismo de ajuste o compensación.
La ley universal que rige este mecanismo es la ley de afinidad. La ley de afinidad se sustenta en otras leyes auxiliares, entre las cuales podemos citar a la ley de justicia, cuyo fiel de la balanza indica el grado de compensación que se debe aportar o recibir.
La balanza, como es del conocimiento de todos, tiene dos platillos que representan: primero: a la ley de igualdad: igualdad en la ley y ante la ley, donde la ley cósmica no tiene preferencias por nadie, excepto el estricto sentido de justicia, que trasciende la equidad. Segundo: el otro platillo, simboliza a la ley de compensación.
El resultado de la compensación, en la balanza de la justicia divina, se conoce como Suma Existencial. Representa el saldo de vida, al igual que en una cuenta bancaria, después de haberse efectuado todos los abonos y retiros correspondientes. El resultado es el saldo, según cuyo importe, la persona adquiere mayor o menor capacidad de acción.
A su vez, la ley de afinidad, por el el grado de suma existencial, ubica o reubica a cada ser en el orden que le corresponde; orden éste, en el cual podrá actuar en consonancia con su grado de afinidad. Igualmente, en ese orden podrá recibir o efectuar las compensaciones inherentes en relación con los seres que correspondan.
Es un efecto instantáneo de la ley del karma y del vipaka, el cual era denominado por Edgar Cayce, como “Karma al contado”, es decir, de efectos instantáneos.
Ralph Waldo Emerson, señalaba que: -“Todo acto tiene en sí mismo, su propia compensación.
El karma se puede dividir en tres grandes grupos: Karma acumulado, que es el que resulta al término de un ciclo de vida, o en un momento dado. Karma maduro, que es aquel que, al iniciar un nuevo ciclo de vida, será el que marcará el destino de la persona, como plan de vida, mediante el cual, recibirá las compensaciones de las cuales es acreedor, y otorgará, aquellas de las cuales es deudor. Esto mirado en un ciclo macro, es decir, una existencia completa. o muchos ciclos de vida; empero, ocurre exactamente lo mismo en un micro-ciclo a cada instante de la existencia.
El tercer aspecto de la ley del karma, es el incipiente, es decir: las palabras y los actos presentes tenderán a crear el karma futuro.
Esta es la razón por la cual, una vez compensado el karma maduro, mirando al futuro, es preciso enmarcar los propios pensamientos y sentimientos, las palabras y las acciones, en el Dharma, ley cósmica, o los valores cuyos principios representan.
Guiando los pensamientos, sentimientos, palabras y actos, deseos y anhelos, por los parámetros de los valores universales, el karma incipiente se conduce en polaridad positiva, aportando el grado de felicidad, autorrealización y tranquilidad de Espíritu suficientes, generando el sentido de la propia paz interior.
Es lo que hacían los filósofos estoicos en la antigua Grecia, es decir: vivir en armonía con las leyes de la naturaleza.
Igualmente, Sidharta Gautama, con las Cuatro nobles verdades y el Noble sendero óctuple, señalaba el recto camino a seguir, mediante las rectas opiniones, o arte del discernimiento, los rectos propósitos, objetivos e intenciones; las rectas y armoniosas palabras, las rectas acciones; los rectos medios de sustentamiento de vida; el recto esfuerzo, la recta atención y la recta concentración.
Mediante la aplicación del Noble sendero óctuple, se transmutan los estados de conciencia de un grado a otro más elevados, así como los estados de insatisfacción, canalizando el potencial de la energía creadora hacía la realización de objetivos claramente prefijados, y enunciado por escrito, a corto, mediano y largo plazo. Es lo que la psicología humanista, o la escuela de Abraham Maslow, denominó como Insatisfacción creadora.
Maslow, y sus discípulos, en la teoría de la motivación, sintetizó, en forma admirable, como toda necesidad, de la índole que fuere, genera, tan pronto se experimente una necesidad, una fuerza motivadora suficiente, para ayudar a desplazar a la persona en particular, hasta aquel lugar en el cual se encuentra la satisfacción pertinente.
La conciencia perceptiva, comprensiva y realizadora, por la intuición y la inspiración, aporta el conocimiento claro del qué, del cómo, del cuándo, del dónde, del quién, del cuánto y del porqué.
El karma, evidentemente, tiene un efecto protector para la persona justa, tanto en protegerlo, evitando que le sucedan experiencias que no corresponden a su plan de vida, como, sucediéndole diversos acontecimientos, activando el mecanismo de compensación adecuado al resarcimiento del perjuicio recibido.
La ley cósmica tiene dos principios esenciales, enunciados por Joaquín Trincado: El amor, el primero, que expresa: Quien odia tendrá que amar.  El segundo: Quien quita una vida, debe reponerla. A tales efectos, naciendo como mujer, en un nuevo ciclo de vida, y teniendo como hijo, o hija, a aquel ser de cuya vida era deudor (a). El conocimiento de esta ley, evitaría a gran número de personas de incurrir en actos que preservarían la existencia de incontables otras, ya que se tendría consciencia de las consecuencias exactas de las propias acciones.
En todo caso, en la conciencia, siempre se expresa una advertencia coercitiva, antes de ser realizado cualquier acto indebido; es la acción pedagógica del Ser Universal por el lenguaje del sentimiento del valor inherente de la justicia, percibiendo, cada ser, lo que es justo o no, tan pronto manifieste el pensamiento, o el sentimiento. Del mismo modo, una vez realizado el acto, en polaridad negativa, se activa la acción coactiva de la ley cósmica, en la conciencia, experimentando, la persona, instantáneamente, la reprimenda, o la consciecia del error en que ha incurrido, que no le dejará tranquila hasta que haya compensado el acto, y aprendido la experiencia inherente.

Resumen de una conferencia dictada el 13 de noviembre de 2014, en la ciudad de Barcelona, Venezuela.

Texto en revisión y desarrollo.



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