sábado, 5 de noviembre de 2016

DIOS Y EL INFINITO


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LUNES


DIOS Y EL INFINITO
El Libro de los Espíritus
Allan Kardec
Versión y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.



1.  Quién es Dios?
-“Dios es la suprema inteligencia, la causa primera de todas las cosas”-.

2.       Qué debe entenderse por infinito?

-“Lo que no tiene ni principio, ni fin; lo ignoto. Todo lo que es desconocido es infinito”-.

3.       Podría decirse que Dios sea lo Infinito?
-“Sería una definición incompleta por la limitación del lenguaje humano, insuficiente para expresar las cosas que son superiores a vuestra inteligencia”-.
Dios es infinito en sus perfecciones; empero, lo infinito es una abstracción. Decir, por lo tanto, que Dios sea lo infinito, sería tomar el atributo por el sujeto, y definir una cosa ignota por medio de otra igualmente desconocida.
Allan Kardec

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En la primera edición de El Libro de los Espíritus la pregunta se formula tal como la hemos traducido desde la edición italiana, es decir: Quién es Dios?, en vez de: Qué es Dios, como se modificó en la segunda edición francesa y en todas las versiones a partir de entonces. Cuál de las dos formas es más acertada?
Estimamos que ambos enfoques de preguntas son correctos, empero, la respuesta: -“Dios es la suprema inteligencia, la causa primera de todas las cosas”-, correspondería mejor a lo que es Dios. Ahora bien: “la suprema inteligencia” es un atributo que alguien posee; quién es ese alguien? Ese alguien es Dios. Entonces la respuesta a la pregunta: Quién es Dios?, debería ser: Dios, es el Ser Universal que posee la suprema inteligencia, y constituye, al mismo tiempo, la causa primera de todas las cosas-.
Como suprema inteligencia ha contemplado todas las variantes habidas y por haber en el eterno presente, sin límites de ninguna naturaleza.
Como causa primera de todas las cosas, constituye la fuente de donde emanan a la Conciencia, en un momento dado, todos los Espíritus de todos los seres en los cuatro reinos de la naturaleza, con individualidad claramente demarcada y con unos atributos que se corresponden, en forma análoga, a los atributos divinos poseídos por el mismo Ser Universal. En este caso tendríamos Seres individuales y un Ser Universal, formando una Unidad perfecta e indisoluble.
Fueron creados esos seres individuales o siempre han estado en la fuente, y en un dado momento han emergido a la conciencia? Esto derivado de que la vida no se crea ni se destruye, simplemente existe. Emana a la Conciencia, en cada uno de los cuatro reinos naturales con una misión específica y en calidad de ejecutores de la Voluntad del Ser Universal. El Ser Universal es el anhelo de ser, mientras que los seres individuales, -en los cuatro reinos- constituyen los ejecutores de dicha voluntad en todos los planos existenciales, en el eterno ahora.
La Conciencia de un Espíritu como ser individual, en los cuatro reinos naturales, nos aportaría la explicación de la creación de las formas materiales de la vida en todos los planos de expresión, así como de la creación de los mundos, su desarrollo y extinción, en incontables ciclos, los cuales, gradualmente, iremos analizando, buscando la percepción intuitiva más que la percepción objetiva o razonamiento intelectual, lógicamente limitado. Es preciso centrar la atención en este enfoque para ir expandiendo la conciencia al respecto y la gradual percepción o darse cuenta de la realidad, siempre en expansión ilimitada.
La Unicidad del Ser Universal; hay un solo Dios. Pese a su emanación a la conciencia individual desde el Ser Universal, los seres individuales siguen conformando la Unidad con Él. La citada emanación a la conciencia individual les faculta con el libre albedrío, y les dota, simultáneamente, con los mismos atributos del Ser Universal, los cuales se corresponden con los valores universales. Además, cada ser individual, en los cuatro reinos naturales, está dotado de una conciencia que constituye una réplica exacta de la del Creador, por medio de la cual los seres individuales y el Ser Universal se comunican entre sí.
El lenguaje mediante el cual se realiza esta comunicación -recíproca, es decir, en ambos sentidos-, es el de los sentimientos análogos a los valores universales. También, otro medio de comunicación utilizado, es el de la fuerza de empuje -expresión de la energía creadora, -por inspiración energética, y/o entusiasmo, que los antiguos denominaban “Dios dentro de sí” -(En Zeus)-, y por la fuerza de bloqueo, que induce a la quietud creadora. Ambas formas de expresión de fuerzas, permiten a la persona estar en el lugar adecuado, haciendo la cosa correcta, en el momento oportuno. Por supuesto que, esta forma de comunicación mediante los sentimientos de los valores universales, (en ambas polaridades), expresados en la conciencia, -capacidad perceptiva-realizadora de cada ser en los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral-, y por la fuerza de empuje y la de bloqueo, se realiza entre los espíritus, en la interrelación constante, entre ambas dimensiones: la física y la espiritual, en sentido figurado, ya que, en esencia, existe una sola dimensión en la ecología mental: la espiritual, o del Espíritu: en unos casos en estado de encarnado, y en otros, de desencarnado, en interacción constante a nivel objetivo y subjetivo.)
Cuáles son esos atributos divinos -expresados como valores universales y/o sentidos cósmicos-, que los seres poseen en forma análoga a los del Ser Universal, en los cuatro reinos de la naturaleza, es decir: el humano, el animal, el vegetal y el mineral? Este es un objetivo de investigación: Enunciar, por escrito, cien atributos divinos. Señalamos: El amor, la prudencia, la justicia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la belleza, la conciencia, la energía creadora, el equilibrio, la armonía, la libertad, o libre albedrío, el servicio, la cooperación, la voluntad, la percepción, la comprensión, la capacidad realizadora, la paciencia, la constancia, la eternidad en tiempo presente, la vida, la inteligencia, la tolerancia, la bondad y el bien.
Cuáles son los nombres divinos del Ser Universal, que analizándolos, o meditando sobre ellos, constantemente, permitan percibirle y conocerle? Se sugiere investigar los nombres que se le asignan a Dios en el Sufismo y en cualesquiera otras fuentes que se desee.
Evidentemente, conociendo los atributos divinos, -valores universales-, en su totalidad, o en parte, gradualmente, cada quien puede adquirir conciencia de ÉL, de acuerdo al propio nivel evolutivo.

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En el sufismo, se le asignan las siguientes dos características a Dios, -el Ser Universal: La primera, denominada "Qidám", es decir: -“Él es lo anterior a lo anterior. Él no se hizo. Él siempre fue“-. La segunda, con el término "Baqá'", que significa: -“Él es el después del después, Eterno; Él siempre será“-. 
Dios, -el Ser Universal-, constituye uno de los mejores ejemplos de la características del término “infinito”, por su carácter atemporal y eterno, como lo expresa el “Quidam”: -”Él no se hizo”; simplemente era, es y será en el eterno presente.
La primera vertiente del término “infinito” se relaciona con el tiempo: por su condición de eterno presente el tiempo es eterno, por lo cual, constituye el segundo mejor ejemplo de “infinito”.
En la segunda, Dios es, también, infinito en la perfección y en el potencial de sus atributos. En el potencial, por cuanto, si bien Su perfección lo es en grado infinito, en lo relativo a Su capacidad creadora, desde el momento en que siguen emanando de Él nuevos seres a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, la misma se encuentra, aún, en grado de potencialidad, infinita, sí, pero potencial, es decir, seguirá en Su rol Creador eternamente. Esta característica de potencialidad de su capacidad creadora dejaría de ser potencial si ya todos los seres que existirán, en el eterno presente, existieran ya, es decir, que no van a emanar más nuevos seres a la conciencia individual, a partir del Creador Universal. En este caso, todos los seres, en los cuatro reinos naturales, existirían desde siempre, junto al Creador Universal. Pero, su capacidad creadora de nuevas expresiones de vida tiene un potencial infinito aún en el caso de que, el Espíritu individualizado en el Alma Universal, y dentro de una unidad de ella, sea, como de hecho es, el Espíritu Universal del Creador. Con este enfoque, realmente, no habría creación de nuevos seres, ya que quien se encarna en “la unidad” del Alma Universal, en una expresión individualizada, -Ser Universal- es el mismo Creador Universal, -sin dejar de ser Él, ni separarse de Él-, a partir de cuyo estado inicial empieza un proceso evolutivo potencialmente infinito y eterno. Pero, en cualesquiera de las formas que se quiera ver, siempre constituye un carácter potencial, en grado infinito, de su capacidad creadora. (Ver comentario exegético de la pregunta Nº  81).
Un tercer enfoque del término “infinito” se relaciona con el espacio. El espacio cósmico es infinito, caso contrario, -qué habría más allá del límite? Si hubiese un límite dejaría de ser infinito.
Dentro de la respuesta dada por los Espíritus al maestro Allan Kardec, se expresa: -“lo ignoto. Todo lo que es desconocido es infinito”-.
Esta parte de la respuesta, realmente, tiene dos vertientes: la primera, de carácter infinito; la segunda, expresa un límite o condición finita. Es decir, en realidad lo ignoto, lo que se ignora, es infinitamente ilimitado; no tiene fin, eternamente encontraremos un más allá. Empero, en lo referente a: -“Todo lo que es desconocido es infinito”-, puede señalarse que en la suma de todo, en el Todo o en un área determinada, no en su número, sino en su potencial o posibilidades, lo desconocido es infinito, pero, en términos relativos, no todo lo desconocido es infinito. Por ejemplo: si a todas las galaxias existentes, aunque su número sea desconocido para nosotros, les agregáramos una más, dejarían de ser infinitas y así ocurrirá con todas las cosas en cuanto se refiera a su cantidad, cualidades y características. Pero, en cuanto al potencial y variantes de sus manifestaciones y aplicaciones, en todos los ámbitos, conservará su carácter infinito e ilimitado. Sin embargo, encontrándose el Universo en constante expansión, lo que aun siendo limitado, en un momento dado, se encuentra en constante crecimiento, lo cual ratifica que todo potencial es de carácter infinito.

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Dios, El Ser Universal, es infinito en el desarrollo del potencial de sus atributos divinos, en todas las vertientes y variantes.
Este grado infinito de desarrollo se extiende en el tiempo, siendo atemporal, es decir, siempre existió dicho desarrollo en la eternidad pasada. Siempre existirá en la eternidad futura.
Sus vertientes fundamentales también son infinitas en conocimiento y poder.
Como conocimiento se expresa como ley cósmica impresa en la conciencia, con el lenguaje de los sentimientos de los valores universales. Ese es el lenguaje del Ser Universal.
Como poder creador, es ilimitado en todas sus vertientes y variantes.
Es fuente ilimitada y causa suprema de todo lo existente.
Él se expresa en cada ser de los cuatro reinos naturales sin separarse de sí mismo y sin dejar de ser Él mismo tantas veces como sea necesario para poblar cada mundo del inmenso universo, siempre en expansión.
Su potencial de auto-expresión en los seres de los cuatro reinos de la naturaleza es infinito; es decir: Eternamente seguirá expresándose cuantas veces sea necesario hacerlo.
Se expresa en cualquier mínimo espacio del infinito universo, simultáneamente.
Se encuentra, simultáneamente, en todas las conciencias de todos los seres del inmenso universo, en todos los niveles de expresiones posibles.
Se renueva constantemente en todas las expresiones físicas del universo, por lo cual, todo lo existente, a nivel físico, dejará de existir, y se formarán nuevos mundos y expresiones físicas de vida, de acuerdo a los estados de conciencias que, gradualmente se van expresando en cada ser, en los cuatro reinos de la naturaleza.
Él se interesa por todas las expresiones de vida, en los cuatro reinos de la naturaleza, en el inmenso universo, simultáneamente, expresándose dentro de la conciencia de cada ser, por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales.
Es fuente infinita de provisión en todas las vertientes y variantes, en la medida que cada ser vaya experimentando niveles más elevados de necesidades, anhelos y objetivos de autorrealización.
Es el pedagogo universal actuando en la conciencia de cada ser por medio de los sentimientos de los valores universales.
Dios constituye para cada ser la eterna polarización, infinita e ilimitada, en el eterno retorno del ser universal hacia Él.
Es omnisciente: Siempre lo supo todo. Siempre lo sabrá todo, sin límites de ninguna naturaleza. 
Es omnipresente: Se encuentra en la conciencia de cada ser, al mismo tiempo, en los cuatro reinos de la naturaleza, y en cada lugar del infinito universo. Nada existe que no sea Él y que no esté en Él.
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Un amigo, L. N., plantea: -“Es posible pensar que Dios nos afecta en decisiones directas en nuestro plano humano (en todos los sentidos),  de manera que su conciencia de juicio, creadora, de amor, de equidad, entre otros atributos sean expresados en un nivel superior? Como lo que decía Platón, -que va más allá del mundo de los sentidos al cual estamos atados?”
Sin dudas algunas, el ser humano (y todos los seres de los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral), han emanado, en un momento dado, a la conciencia individual, en el Alma Universal, con libre albedrío, y dotados de todos los atributos de la Divinidad, y de una Conciencia que es una réplica exacta de la Conciencia del Gran Arquitecto del Universo, o Ser Universal.
Este ser emanado a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, en primer instancia en el Alma Universal, es la misma Divinidad, sin separarse de sí misma y sin dejar de ser Ella misma), por lo cual su conciencia es exactamente la misma, en el ser individual, que en el Ser Universal.
La única diferencia reside en que, en el Ser Universal se encuentra desarrollada en todas sus vertientes y variantes, en grado infinito, y en los seres individuales, lo está en estado potencial, que eternamente, cada ser, desarrollará, sin límites algunos, en el eterno retorno del ser individual al Ser Universal.
A medida que el ser individual experimenta necesidades, deseos, anhelos y propósitos, así como conciencia de su ignorancia, van emergiendo en su conciencia las percepciones intuitivas, los sentimientos análogos a los valores universales (atributos divinos) que les inspirarán los sentimientos (de los valores universales) de lo justo o de lo injusto, de la verdad o de lo contrario, de la fuerza o de su opuesto, de la belleza o de la fealdad, del bien o del mal, que les sirven de parámetros para orientar, o reorientar, su conducta.
Simultáneamente, a las necesidades, y al conocimiento que percibe, aflora en su ser el poder potencialmente infinito que posee, y lo hace en el grado análogo a la necesidad que experimenta. Por eso se dice, en la expresión de Abraham Maslow, que “toda necesidad genera una fuerza motivadora equivalente, capaz de permitirle, a la persona, u otro ser, el desplazamiento desde el lugar en que reside su necesidad hasta otro en que se encuentra la satisfacción de la misma”.
Evidentemente, si cada ser fuese capaz de experimentar en grado infinito una necesidad, en ese mismo grado infinito expresaría el poder potencialmente infinito del cual está dotado, así como el conocimiento, o visión, inherentes.
Siendo la conciencia del ser individual una réplica exacta de la del Ser Universal, el Ser Universal se comunica con el ser individual, por medio del lenguaje de los sentimientos –análogos a los valores universales-, en la conciencia, tanto como advertencias coercitivas, advirtiéndole, en forma de sentimientos de vergüenza –estados de representación mental de lo que resultaría si lleva a cabo la acción concebida-, como de estados de certeza si evita las acciones indebidas y ejecuta las debidas, así como, por las acciones coactivas, dentro de la conciencia, en forma de remordimiento, y percepción de haber incurrido en error, si llegare a ejecutar la acción indebida, que ya no le dejará tranquilo hasta que haya reparado el mal ejecutado, o lo haya compensado, o pedido perdón, simultáneamente, a la persona, o personas, afectadas, según se trate, en cada caso particular. 
Este mecanismo coercitivo, o coactivo, -pedagógico-, lo ejercita el Ser Universal en la conciencia de todos los seres, en los cuatro reinos naturales, sin afectar al libre albedrío de cada ser, en todo momento. Es decir, es cada uno de los seres individuales, en los cuatro reinos naturales, quien toma las decisiones inherentes, y por supuesto, cosecha los beneficios inherentes, o asume las consecuencias de sus acciones. Esto lo rige la ley de afinidad, la de justicia, la de igualdad y la de compensación, además de la del amor, que es una síntesis de todos los valores universales.
Platón, sin duda alguna, es el filósofo por excelencia que más profundamente refleja el conocimiento de los valores universales, o VIRTUDES.
Tal como es el lema de la Masonería Universal, en cuanto a su definición: -“La Masonería es el estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes y la práctica de todas las virtudes”, el enfoque tiene vinculación con esa definición y con la práctica de todas las virtudes. Empero, para lograr ejercerlas, en grado óptimo, es preciso realizar el estudio integral del Conocimiento reflejado por la Sabiduría de los Valores Universales, cuya percepción se logra por vía intuitiva, o inspirativa en la conciencia de los seres, en los cuatro reinos naturales. (Inspiración de un Ente espiritual,  -encarnado o desencarnado-, o por la misma Divinidad, por el sentimiento) por el pensamiento y el sentimiento en el pensamiento y en el sentimiento de la persona inspirada).
Es decir: Un trabajo pedagógico de Dios con Dios, o un juego de Dios con Dios, donde Él mismo respeta sus propias reglas, plasmadas en la Ley Cósmica, impresa en su conciencia y en la conciencia de cada ser, sustentada, ésta, por la Sabiduría de los Valores universales.

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MARTES


PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS


4.       En qué puede sustentarse la prueba de la existencia de Dios?
-“En un axioma que aplicáis a vuestras ciencias: No existe efecto sin causa. Buscad la causa de todo lo que no sea obra del ser humano y vuestra razón os responderá”-.
Para creer en Dios, es suficiente observar las obras de la Creación. El universo existe; por lo cual tiene una causa. Dudar de la existencia de Dios, sería como negar que cada efecto tenga una causa, y afirmar que la nada haya podido producir alguna cosa.

5.      Cuál consecuencia se puede obtener del sentimiento intuitivo que todos los seres humanos tienen de la existencia de Dios?
-“La de que Dios existe. Cómo explicar en ellos este sentimiento si se apoyase en la nada? Y, también ésta es una consecuencia del principio de la  causalidad”-.

6.      El sentimiento íntimo que tenemos en nosotros mismos de la existencia de Dios, no podría ser una consecuencia de la educación, y el producto de ideas adquiridas?
-“Si esto fuese así, cómo tuvieron este sentimiento, también, las personas de las humanidades de épocas primitivas?
Si el sentimiento de la existencia de un Ser Supremo fuese el producto de la instrucción, no sería universal, y no se encontraría, como las nociones de las ciencias, más que en los individuos y en los pueblos cultos.
Allan Kardec



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La prueba de la existencia de Dios se puede observar en todo lo que es, o está manifestado en la realidad. También, en lo que, eternamente, se manifiesta en el eterno presente. Él es; tú eres; él, - ella-, es; nosotros somos; ustedes son; ellos son. Todo es Él, sin dejar de ser Él, y sin separarse de Él.
Todo lo que es, es Él.
Todo lo que es, emana de Él, sin dejar de ser Él y sin separarse de Él. Es Él emanado a la conciencia individual, en el Alma Universal, con los mismos atributos que los de Él, en los Espíritus de los cuatro reinos naturales.
Él es causa y fuente de todo lo existente y de todo lo que eternamente existirá.
Él es ley cósmica impresa en su propia conciencia y en la conciencia de cada ser.
Él es guía de sí mismo en la conciencia de cada ser por los valores universales, o atributos divinos, o sentidos cósmicos. Los valores universales fungen de sentidos cósmicos en cada ser de los cuatro reinos naturales.
Él es anhelo de ser; cada ser en los cuatro reinos naturales es una expresión de su voluntad.
Toda vida es una expresión de Él.
Toda voluntad es una expresión de su voluntad.
Todo amor es una expresión de su amor.
Toda justicia es una expresión de su justicia.
Toda belleza es un grado de la expresión de su belleza, la que cada ser es capaz de expresar en un momento dado, según el nivel de conciencia alcanzado.
Todo poder es una expresión de su poder creador.
Todo conocimiento es una expresión de su conocimiento, en determinado grado.

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Cada ser en los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral, tiene conciencia de Dios. En qué grado le percibe depende del estado de conciencia alcanzado, en un momento dado.
Sabemos que el ser humano le percibe de diversas maneras y de que el sentimiento de reverencia es general tanto hacia el Ser Universal como hacia toda la Creación. Empero, la reverencia hacia Dios se encuentra generalizada en todos los seres de los cuatro reinos naturales.
Sabemos, intuitivamente, o por analogía, que el sentido de la conciencia perceptiva de Dios es constante en todos los reinos naturales. Los seres perciben a la Divinidad aun cuando no se dan cuenta de que lo hacen. También los animales, los vegetales y los minerales perciben a Dios en su conciencia, por ser ésta, aun en ellos, una réplica exacta de la conciencia de Dios.
Cómo le perciben y de qué manera, precisa mayor grado de meditación para detectarlo. El modo universal en que se percibe a Dios, en todos los seres de los cuatro reinos naturales, es el de los sentimientos análogos a los valores universales, en la conciencia.
En todos los seres late la misma vida, y es idéntica voluntad la que determina que esa vida continúe expresándose en cada individuo, sea mujer u hombre, animal, vegetal o mineral.
Esa voluntad, o anhelo de vivir, generalizado en todos los seres es la expresión de la voluntad de la Divinidad. Es la búsqueda de la expansión de la Creación haciendo tangibles los anhelos de Dios.
Siendo esa Divinidad perfecta en todas sus vertientes y variantes, lo es también el Espíritu de cada ser emanado a la conciencia individual, indiviso, y sin dejar de ser la misma Divinidad, Adquiriendo, la Divinidad, conciencia individual en cada ser, la evolución consiste en manifestar, por la experiencia, siempre, nuevos y más elevados estados de conciencia, y no de pasar de un nivel mineral al vegetal, de éste al animal y luego al humano. Por lo menos en el Planeta Tierra es así. (Si meditamos sobre la respuesta dada a la pregunta N° 172, observaremos implícita esta realidad).
Pero, siendo una y la misma la ley cósmica en todo el universo, ese proceso es uniforme en toda la Creación y en todos los mundos del universo.
Esto indica que la diferencia es aparente, y que es la misma la vida que late en todos los seres.
En el rol que asume, la Divinidad, en cada ser de los cuatro reinos naturales, cumple el que le está asignado desde siempre en los planes cósmicos, y en la ley cósmica. En ese rol cada ser sigue su propio camino en el eterno retorno del ser individual hacia el Ser universal.
Los infinitos grados –estaciones- de conciencia, y los estados de conciencia –valores universales, o atributos divinos-, por los que va avanzado en la espiral evolutiva, cada ser, son idénticos en todos los reinos naturales. Y en cada reino natural, todo ser experimenta análoga autorrealización, dada la justicia y la igualdad en la ley y ante la ley que rige a todos los seres. La diferencia es aparente, ya que en todos los seres de los cuatro reinos naturales es la misma Divinidad la que se expresa.
En los cuatro reinos naturales, ningún ser animal, vegetal o mineral se cree superior a otro, excepto un sinnúmero de seres en el reino humano.
Sólo el ser humano se cree superior a los demás reinos naturales, o a determinados seres de diferentes grupos étnicos o condiciones sociales. Empero, si bien en alguna forma ese sentimiento de superioridad puede expresarse, también, en los demás reinos naturales, en éstos el grado de conciencia de la realidad se encuentra libre de manipulación, por lo menos de la que se ha observado en diferentes niveles en la historia. El aprendizaje es idéntico en todos los seres de los cuatro reinos pese a que los roles son diferentes. Cada ser tiene conciencia del rol que la Divinidad ejecuta por su intermedio. Los roles de todos los seres conforman una obra armónica, un todo universal. Un trabajo de Dios con Dios. (Empero, y es un tema aparte, existe cierta analogía en la idiosincrasia de cada ser en los cuatro reinos naturales, por lo cual ciertas manipulaciones de dominio, o poder, son generalizadas en todos los seres, -de los cuatro reinos naturales-, y la ley de que el más domina al menos, en todas sus vertientes y variantes, rige en todo-.)
La Divinidad tiene conciencia de sí misma en cada ser en que se expresa, así como de los atributos divinos y de los sentimientos que les son inherentes. Los reinos parecen ser diferentes, los seres también, pero son diferencias aparentes. Lo roles son diferentes, pero la obra final es una sola, conformando un todo. Las partes de ese todo son diferentes, en expresión, pero conforman una unidad.
La conciencia de la Divinidad en cada ser refleja el nexo que existe entre causa y efecto.
Es la relación causal entre la Divinidad y cada uno de los seres de los cuatro reinos naturales, en todas sus vertientes y variantes, en el eterno camino del retorno del ser individual hacia el Ser Universal, mejor conocido como Dios.

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En todas las épocas, y culturas, desde la más temprana edad, en todos los seres de los cuatro reinos naturales, existe un sentimiento de reverencia hacia la Divinidad, de múltiples maneras.
Es la conciencia de un Ser Superior que, en edades primitivas de vida en el Planeta tierra, el ser humano ha identificado de diversas maneras:
1)       Reverencia y culto hacia algún fenómeno de la naturaleza.
2)       Culto hacia los antepasados.
3)       Culto a diversas deidades mitológicas.
4)       Culto a una Divinidad superior impersonal.
5)       Cualesquiera otras modalidades.

Evidentemente, no tiene nada que ver con un sistema de ideas, o creencias, impuestos por un determinado tipo de cultura. Esta es la razón por la cual ese sentimiento hacia la Divinidad es universal y simultáneo en todos los seres de las múltiples culturas. Caso contrario en aquellos lugares en que no se hubiese fomentado ese orden de ideas, no habría imperado la espiritualidad centrada en la Divinidad.
Esa conciencia de la Divinidad existe latente en cada ser desde sus inicios en el planeta de turno en que le toque vivir, por cuanto el Espíritu de cada ser es una emanación a la conciencia individual sin separarse de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. Empero, se expresa en mayor o menor nivel de acuerdo al grado evolutivo alcanzado. 
Siendo cada ser una expresión gradual de la potencialidad total de la Divinidad, no expresa toda la Divinidad sino una estación y un estado de la Divinidad. La parte tiene conciencia del Todo, aunque jamás pueda percibir el Todo. Empero, tiende hacia el Todo en el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal. 

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MIÉRCOLES



7.      Se podría encontrar la causa primera de la formación de las cosas en las propiedades íntimas de la materia?
-“Entonces, cuál sería la causa de estas propiedades? Volvemos siempre a la necesidad de una causa primera”-.
Atribuir la primera formación de las cosas a las propiedades íntimas de la materia, sería igual que tomar el efecto por la causa, por cuanto estas mismas propiedades constituyen un efecto que debe tener una causa.
Allan Kardec


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Cuáles son las propiedades íntimas de la materia? Cuál es la esencia de la materia, en cada tipo de la materia? Por qué de la misma tierra diversas especies vegetales extraen una inmensa variedad de plantas, flores, frutos, entre otros particulares? Por ejemplo: Cada especie tiene una forma diversa y uniforme, edad tras edad, excepto un estado de perfeccionamiento en el espacio y en el tiempo, que indica que cada una se va perfeccionando, o evolucionando, en su misma naturaleza. Un naranjo produce naranjas en cualquier parte del planeta en que se siembre. En un mismo lugar, un rosal y un cerezo, darán, respectivamente, y de la misma tierra, una rosa y un fruto denominado cereza. Existe una inteligencia vegetal que realiza un trabajo capaz de extraer –y elaborar- los elementos adecuados, de la tierra, para dar el respectivo fruto –resultado- inherente a la especie que representa.
Cada especie tiene una inteligencia particular y una programación mental –conocimiento-, para realizar una labor asignada por la naturaleza de las cosas para obtener un resultado que complementa la Gran Obra de la Creación.
La misma tierra que pareciera uniforme, contiene, sin embargo, una determinada cantidad de elementos –diferentes entre sí-, conocidos y por conocer, que tienen entre sí características particulares. Esas características particulares a nivel elemental –de los minerales- son los resultados –características- inherentes a cada mineral. La materia en sí no es más que energía condensada. Si se manifiesta una determinada variante en los elementos que conforman la materia, es porque existen determinadas esencias –Espíritus elementales- que vibrando a determinada frecuencia, son capaces de manifestar determinados elementos físicos –o materia-.
Esas propiedades íntimas de la materia a que hace referencia el Maestro Allan Kardec, en su pregunta número siete de El Libro de los Espíritus, no son más que las diversas variantes de Espíritus Elementales de la naturaleza que tienen una misión específica de condensar determinados tipos de materias en la dimensión física a partir de la energía universal. Cada Espíritu elemental tiene una frecuencia vibratoria determinada. Al vibrar en esa frecuencia, manifiesta su equivalente físico, condensando el respectivo elemento. Por ejemplo: El Espíritu elemental del hierro, condensando la misma energía universal, manifiesta el elemento hierro, tal como el del oro, manifiesta oro, y el del platino, platino, y así sucesivamente con cada elemento conocido o por conocer.
Si existen variantes en las manifestaciones físicas de la materia es porque también las hay en los espíritus elementales que las manifiestan, al igual que ocurre en el reino vegetal, en el animal y en el humano.
El tipo de materia manifestada es un efecto del tipo de Espíritu elemental que la manifiesta, es decir: Su causa. No existe efecto sin causa, ni causa que no genere efecto. De manera que es imposible aislar el efecto de la causa, o ignorar ésta, sin distorsionar la verdad. Es preciso en todo efecto buscar la causa que lo origina y tendremos una visión completa de la verdad, en el grado relativo al propio estado -y grado- de conciencia. Es indispensable ver toda la realidad y no solamente un aspecto de la misma. Y toda realidad tiene una vertiente física y otra espiritual. Además, existe un elemento de enlace que une ambas dimensiones o polaridades. En esa duplicidad de dimensiones el grado de conciencia imperante en la dimensión espiritual se refleja en la respectiva manifestación física. Una mayor depuración de la materia indica que existe una equivalente en la dimensión espiritual.
En todos los reinos naturales existen elementos, -o especies-, que presentan una mayor depuración que en otros. Es el grado de conciencia evolutiva que presenta, a nivel particular cada uno de los elementos, o especies vegetales, animales o humanos.
Entonces, la causa de estas propiedades íntimas de la materia lo constituye el Espíritu, en todas sus vertientes y variantes: Elemental, -en el reino  mineral-; Vegetal, -en el reino vegetal-; Animal, -en el reino animal; recordando que animal quiere decir que posee un alma, ya que alma equivale a –anima-, de ahí el término animal. El Espíritu elemental es la causa primera de la materia. La manifiesta a partir de la condensación de la energía por su respectivo grado vibratorio. 
El Espíritu de cada reino natural es una manifestación en la conciencia individual de la Divinidad sin separarse de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. Cada Espíritu en los cuatro reinos de la naturaleza está dotado de vida eterna e inmortal; es coeterno con la Divinidad y está dotado de los mismos atributos divinos de la Divinidad y es poseedor de una réplica exacta de la conciencia de la Divinidad.
La única diferencia que existe es que, mientras la Divinidad posee todos sus atributos divinos desarrollados en grado infinito en todas sus vertientes y variantes, cada uno de los Espíritus manifestado a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, los posee en grado potencialmente infinito, que eternamente desarrollará sin encontrar jamás un límite.
Es el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal. Es la búsqueda de sí misma de la Divinidad en sus ilimitadas expresiones a la conciencia individual.
Esos atributos divinos tienen una doble vertientes: La del conocimiento, que se expresa mediante los parámetros de los valores universales, mediante el lenguaje de los sentimientos en la propia conciencia, en la dimensión espiritual. Como emociones, en la conciencia, a nivel anímico o del alma; y como sensación, a nivel físico, o del cuerpo. Los pensamientos en cada una de las variantes espirituales se expresan mediante imágenes. Se piensa en imágenes. Cada ser en los cuatro reinos naturales demuestra ser poseedor de un conocimiento específico para realizar la propia labor que le asignara la naturaleza de las cosas en los planes cósmicos. 
Empero, desde ese mismo estado de conciencia inherente a cada ser en los cuatro reinos naturales, cada quien realiza su viaje del eterno retorno hacia el Ser Universal, Jamás ese viaje tendrá fin por cuanto es infinito. Es el eterno camino del progreso universal sin límites de ninguna naturaleza, en una inmensidad de mundos, en la expansión eterna de la Creación. La misión consiste en adquirir consciencia del Todo en todas sus vertientes y variantes. Siempre encontrará un más allá. Es lo que denominamos la Eterna polarización del ser individual hacia el Ser Universal: -en el Círculo y el Signo Más-. Es un camino circunferencial que conforma la espiral cósmica, en los estados de conciencia y sus grados perceptivos de la verdad universal.
La segunda vertiente, es la expresión potencialmente infinita del poder creador que se anida en cada Espíritu, o ser, que eternamente expresará en un mayor nivel, a medida que vaya afrontando necesidades inherentes a ese nivel, o anhelos, propósitos u objetivos de auto-realización. Si cada ser experimentase una necesidad infinita, en ese mismo grado expresaría el conocimiento inherente, y el poder creador para autosatisfacerla.
Dentro de ese potencial infinito de manifestación expansiva de la Creación Universal, la Divinidad constituye la pedagoga de sí misma en la manifestación respectiva de cada ser en la conciencia individual por el lenguaje de los sentimientos análogos a los valores universales, expresión sublime de la ley cósmica impresa en la conciencia de cada ser. En fin de cuenta, no deja de ser un juego de la Divinidad con la misma Divinidad. Un juego para divertirse en toda la eternidad.
Entonces, porque no empezar ahora mismo con esa sublime diversión? Cambiaremos todo eso por un bien menor de lo que la Divinidad dispuso para todos?


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JUEVES



8.      Qué se debe pensar de la opinión que atribuye la primera formación de lo creado a una combinación fortuita de la materia, es decir, de la casualidad?
-“Otra absurdidad! Cuál ser humano de buen sentido puede considerar la casualidad como un ser inteligente? Y, después, qué  es la casualidad? Nada”-.
La armonía, que regula las fuerzas del universo, demuestra combinaciones y principios determinados, y por lo tanto una potencia inteligente. Atribuir la primera formación a la casualidad, sería un absurdo, por cuanto en ella está ausente la visión y no puede producir los efectos inteligentes. Una casualidad inteligente dejaría de ser una casualidad.

9.       Cómo se puede reconocer en la causa primera una inteligencia suprema, es decir, superior a todas las inteligencias?
-“Vosotros tenéis un proverbio que dice: La obra elogia el maestro. Ahora bien, examinad la obra y buscad el artífice; el orgullo, solamente, hace nacer la incredulidad. El ser humano orgulloso no acepta nada por encima de él, y se proclama un espíritu fuerte. Inconsciente ser que la ley de Dios neutraliza”.
El poder de una inteligencia se manifiesta por medio de sus obras. Ahora, por cuanto ningún ser humano puede crear lo que produce la naturaleza, se deriva que la causa primera debe ser una inteligencia superior a la de la humanidad.
Por grandes que sean los prodigios realizados por la inteligencia humana, la misma tiene una causa, y cuanto más lo que ella cumple es grande, tanto más debe serlo la causa primera. Ahora bien, esta inteligencia superior a cualquier otra es la causa primera de todas las cosas, sea cual fuere el nombre del cual el ser humano se sirve para designarla.
Allan Kardec


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En nuestro comentario anterior se ha explicado, en líneas generales, la manera como emerge la materia a partir de la energía. Es una condensación de la energía que realizan los Espíritus Elementales –de los elementos- de acuerdo al respectivo grado vibratorio regido por la ley de afinidad. La ley de afinidad establece la armonía y el orden en la naturaleza, en todas sus vertientes y variantes. En todo existe un perfecto sistema y orden. Todo está ordenado y ubicado, en el esquema cósmico, por su grado vibratorio, en una escala que va del 0° a 360°, y a la vez ubicado-por su suma existencial-, en el respectivo grado de la infinita espiral evolutiva del universo. Y eso ocurre en todas las vertientes y variantes existenciales, de cada ser, en los cuatro reinos naturales. Esas vertientes y variantes, en el Sufismo se denominan los Estados y las Estaciones. Cada estado representa a un valor universal, o atributo divino, es decir el estado de conciencia de ese valor o atributo. Cada estación, equivale a un grado de progreso, o conciencia perceptiva, sobre un determinado valor. Cada estado y su respectiva estación pueden variar de un valor a otro. Esto equivale a la diferencia del bagaje de experiencia que  cada ser tiene en relación a una u otra de las áreas del conocimiento humano, y universal. Por cada área existe un ángulo de la espiral evolutiva, y su respectivo estado de conciencia y su grado perceptivo de la realidad, así como capacidad de percibir y comprender, hacer, o de dejar de hacer. Empero, el nivel de conciencia alcanzado en una determinada estación, o grado perceptivo de la realidad, le facilita la labor de alcanzar, con mayor efectividad, el mismo nivel de conciencia en todos los estados, o áreas de conocimientos relativos a los valores universales, o atributos divinos. Esto debido a que, estando en una determinada altura, en una montaña, hacia cualquier lado en que se mire, se hará desde esa misma perspectiva o elevación. 
Tanta perfección como existe en la naturaleza obedece a una ley cósmica que rige todo.
Toda ley cósmica –en todas sus vertientes y variantes- está sustentada por una inteligencia suprema ab eterna que la legisló con carácter eterno e inmutable.
Igualmente, existe una voluntad potencialmente infinita que vela por su cumplimiento en el espacio y en el tiempo. Es el carácter coercitivo y coactivo de la ley cósmica, Su carácter coercitivo regido por los parámetros de los valores universales. Y el coactivo, por las leyes de afinidad, justicia, igualdad y compensación. La ley ordenadora del universo es la de afinidad. Ella ubica y reubica cada ser y cosa en el orden que le corresponde en base a su peso específico –suma existencial-, en el lugar –orden- que le corresponde.
El orden es un valor universal, al igual que la armonía. Ese orden y armonía se logran por la guía de los parámetros de los valores de la justicia, de la compensación y de la igualdad, entre tantos otros que conforman la ley cósmica.
El amor es la síntesis de todos los sentimientos expresados por los valores universales, o atributos divinos. El amor es la ley matriz del universo y la síntesis de la ley cósmica. La ley cósmica es eterna e inmutable. Es ab eterna, es decir, existe desde siempre al igual que el Legislador Universal.
Detrás de toda obra existe un propósito, una idea, un objetivo, una intención.
Nada existe sin propósito alguno en la naturaleza. De manera que, viendo más allá de las apariencias se observa que, detrás de toda aparente casualidad existe una ley de causa y efecto que rige todo. Dada la condición mental del universo en que nos desenvolvemos, es en la mente del Ser Supremo –en su conciencia- donde se encuentra plasmada la ley cósmica, al igual que todos los valores universales –atributos divinos-. Su expresión –o manifestación- en la conciencia de cada ser de los cuatro reinos naturales, es por medio de los sentimientos análogos a cada valor universal. La retroalimentación de todo pensamiento, sentimiento y acto, -acción- lo realiza la ley de afinidad –coacción correctora-, con el auxilio de la ley de justicia, la igualdad, -en la ley y ante ella-, y la compensación, de acuerdo a los eternos planes trazados por el Ser Universal.
La aparente casualidad en la manifestación de la materia es solo eso: apariencia. Detrás de todo lo existente hay un perfecto sistema y orden regidos por la ley cósmica de acuerdo con los planes de la Divinidad.

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La causa primera universal, Dios, fuente de todo lo existente y de la eterna expansión universal, constituye, al mismo tiempo, la inteligencia suprema, e infinita, del universo. Es decir, inteligencia desarrollada en todas las vertientes y variantes.
Empero, pese a la inmensidad del universo, y todo lo que en él existe, esa inteligencia infinita aún no ha expresado toda su potencialidad, ya que, eternamente seguirá expandiéndose la Creación Universal con la formación de nuevos mundos y el desarrollo del progreso factible en cada uno de ellos.
Es decir que, parodiando al Tao, la suprema inteligencia, de la que está dotada la causa primera universal, es toda la que se ha expresado en un momento dado, y la que eternamente se expresará sin límites algunos.
Es la rueda de la vida y dentro de ella el Signo Más, como eterna polarización regida por la ley cósmica impresa en la conciencia del Ser universal y en la conciencia individual de cada ser en los cuatro reinos naturales. Es una rueda que gira ad infinitum en todas las vertientes y variantes, impulsando el progreso universal de todos los seres.
Es la rueda del progreso, de la sabiduría y de la felicidad. Esa inteligencia se expresa mediante los infinitos parámetros de todos los valores universales, o atributos divinos.
Esa inteligencia suprema se expresa, también, como ley cósmica dentro de la conciencia de cada ser, por medio de la cual realiza su labor creadora en el eterno presente.
Efectos inteligentes denotan causas inteligentes. La Creación toda es un efecto de una causa suprema que rige todo por la ley cósmica.
En todo cuanto existe se observa la misma vida fluyendo; la misma inteligencia, latiendo, y dirigiendo el curso de los acontecimientos.
Es la misma inteligencia suprema que actúa en cada hombre, en cada animal, en cada vegetal y en cada mineral, realizando el prodigio de la creación perenne.
Quien quiera verla, a la inteligencia infinita, la verá en todo cuanto existe. La observará en sí mismo y en cada ser con quien entra en contacto, cada día. La observará en cada flor, cuando al abrirse a los nuevos rayos, cada día, parecería decirle al observador absorto y admirado de su belleza: Te amo.
La inteligencia infinita del universo, de la causa primera, fluye como amor, como justicia, como fortaleza, como templanza, como belleza y como expresión de cada uno de los valores universales. Lo hace por medio de los sentimientos inherentes expresados en la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos naturales.
La sabiduría de los valores universales, o atributos de la Divinidad, constituye la expresión más avanzada de la inteligencia de la Divinidad. Ella realiza silenciosamente su labor por medio de cada ser.
Toda obra existente en el universo, que no haya sido realizada por el ser humano, es la expresión de la inteligencia universal que trasciende la del ser humano, y la de cada ser de los cuatro reinos naturales.
Cada uno de los seres de los cuatro reinos naturales coadyuva con la inteligencia universal en las múltiples manifestaciones de la vida, de los fenómenos que les son inherentes, y de la Gran Obra cósmica.


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VIERNES


ATRIBUTOS DE LA DIVINIDAD


10.     Puede el ser humano comprender la naturaleza íntima de Dios?
-“No: necesitaría un sentido que le falta”-.

11.   Será otorgado al ser humano comprender el misterio de la Divinidad?
-“Cuando su espíritu, liberado de la opaca luz de la materia, por su perfección se haya acercado a Dios, lo comprenderá, cuanto la criatura puede comprender el Creador”-.
Las facultades del ser humano, en sus grados inferiores de desarrollo, no le permiten de comprender la naturaleza íntima de Dios. En la infancia de la humanidad, el ser humano lo confunde, con frecuencia, con la criatura, de quien le atribuye las imperfecciones; empero, en cuanto se desarrolla en él el sentido moral, su pensamiento penetra mejor en el fondo de las cosas, formándose una idea más justa y conforme a la razón, aunque siempre perfectible.

12.   Si no nos es dado comprender la naturaleza íntima de Dios, podemos, nosotros, concebir algunas de sus perfecciones?
-“Algunas sí. El ser humano las entrevé con el pensamiento tanto mejor cuanto mas se eleva por encima de la materia”-.
Allan Kardec


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Podríamos complementar la respuesta anterior de la siguiente manera, tomando en cuenta el contexto de las respuestas a las preguntas que siguen:
-“No; necesitaría un sentido que le falta, aún, por desarrollar”.
El ser humano, y cada uno de los restantes seres en los cuatro reinos naturales, han emanado a la conciencia individual, a partir del Ser Universal, perfectos, dotados, potencialmente, de todos los atributos divinos, análogos a los de Él. La única diferencia reside en que los del Ser Universal se encuentran desarrollados en todas sus vertientes y variantes, en grado infinito, y los de los seres individuales, se encuentran dotados de potencialidad que desarrollarán en el eterno presente, sin límites de ninguna naturaleza, en la medida en que se vayan ampliando las percepciones de sus estados de conciencia.
Es decir, los grados evolutivos de la conciencia se expresarán mediante una ampliación constante de sus aptitudes perceptivas y de comprensión, y en sus capacidades de hacer o dejar de hacer, expresando el poder creador potencialmente infinito, de acuerdo con los grados de necesidades que se vayan experimentando, en el aquí y ahora. Es preciso tener presente, al igual que se explica en el comentario de la respuesta a la pregunta Nº 81, que el Ser Universal emana a la conciencia individual, en el Alma Universal, en cada uno de los seres de los cuatros reinos naturales, sin dejar de ser Él mismo, y sin separarse de Él mismo, por lo cual, cada ser individualizado es el mismo Creador que inicia su respectivo rol dotado con los mismos atributos, y con libre albedrío, desde cero grado de progreso, pero con el mismo potencial infinito, tanto en conciencia perceptiva como en poder creador, que expresará en la medida que las necesidades existenciales lo vayan requiriendo, en su ascenso evolutivo gradual, y como expresión de la voluntad de la Divinidad, de la cual es instrumento.
Es decir, en la medida que cada uno de los seres se vaya conociendo a sí mismo, en ese mismo grado reconocerá, en sí mismo, a Dios, el Ser Universal, percibiendo que todo es Uno.
La clave reside en conocerse a sí mismos, y percibir, en la propia conciencia, el lenguaje de los sentimientos con que, constantemente, se comunica el Ser Universal, con cada quien, en los cuatro reinos naturales.
Allí, en la conciencia, se expresa el conocimiento de la Verdad Universal, relativa a los valores universales, o atributos divinos, y el Poder Creador, en la medida, y grados, en que los va precisando.
Podemos concluir, contundentemente, que cada uno de los seres en los cuatro reinos naturales, ya conoce al Ser Universal, lo que ocurre que no lo recuerda, aún, en la conciencia individual. Empero, cuando oportunamente le vuelva a percibir, en su esencia, se percatará de que ya le conocía.
Esta es la razón por la cual los sufíes practican el constante recuerdo del nombre de Dios, recordando al Recordado, se Le llega a recordar, en un momento dado.
Es preciso recordar que donde se centra la atención se expande la conciencia. Si centramos la propia conciencia en Dios, el Ser Universal, comenzamos a percibirle, gradualmente, en mayor grado, cada vez más, y a adquirir la conciencia de los atributos divinos, o valores universales, como aptitud perceptiva, comprensiva, y capacidad creadora-realizadora, en armonía con los planes trazados en la Ley Cósmica.

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La Doctrina Universal denota que, a través de los tiempos han existidos seres que han tenido una percepción en grado muy elevado de la Divinidad, que se corresponde ampliamente con la realidad susceptible de ser captada en los actuales estados de conciencia. Nosotros ignoramos el grado de percepción que cada uno de los seres de los otros tres reinos naturales posee de Dios. El ser humano, muy engreído de sí mismo, estima que los seres de cada uno de esos reinos, carecen de espíritus, y capacidad de pensar, empero, la realidad es que ellos sí poseen el mismo Espíritu del Ser Universal, dotado con análogos atributos divinos, potencialmente infinitos, con una conciencia que constituye una réplica idéntica a la de Él. Dado lo anterior, estando los seres de cada uno de esos reinos naturales libres del condicionamiento limitante de los seres humanos, su capacidad perceptiva trasciende la de los humanos, como lo demuestran incontables pruebas, percibiendo y, probablemente, comprendiendo la naturaleza de la Divinidad en mayor grado que los seres humanos.
La percepción de que todo es UNO, y de que cada uno de los seres, en los cuatro reinos naturales, es una emanación del Ser Universal, formando una unidad indisoluble con Él, es universal, y ha sido percibida en todas las épocas y culturas, desde la más remota antigüedad: Las diversas doctrinas orientales, el Hinduismo, el Taoísmo, el Sufismo, el Yoga, y el Kriya Yoga, la Masonería Universal y el Espiritismo, entre otras corrientes de pensamientos. Los pensadores más relevantes como Hermes Trismegisto, Tales de Mileto, Pitágoras, Moisés Maimónides, Al-Ghazali, Ibn Arabi, Rumi, Kabir, Ramakrisna, Gandhi, Tagore, Paúl Brunton y Joaquín Trincado, entre otros incontables más, han tenido percepciones sobre la Divinidad de gran interés, con una constante coincidencia. Esa es la razón por la cual se hace preciso conocer todas las corrientes de pensamiento que conforman la Doctrina Universal: todas constituyen una herencia espiritual de la humanidad, por encima de las cuales debe predominar, únicamente, la verdad universal.

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Trascendiendo la conciencia objetiva y la lógica del razonamiento inductivo y deductivo, así como el propio ego, interiorizándose, el ser humano puede percibir, en la propia conciencia, por el lenguaje de los sentimiento, los valores universales que conforman los atributos divinos, de acuerdo al grado de necesidades que experimenta, y en el foco de atención en que centra su conciencia perceptiva. En estado de interiorización, en meditación, el ser humano puede, intuitivamente, o mediante la inspiración, percibir los atributos de la Divinidad y comprenderlos en determinado grado, como una guía de vida. El sentimiento de los valores universales, expresados por el Ser Universal en la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos naturales, es posibles percibirlo, aún, en la conciencia objetiva, en la vida diaria. En la medida en que se aprende a escuchar el mensaje que conllevan, centrando la atención en las percepciones intuitivas e inspirativas, la aptitud perceptiva se va afinando, siendo más nítida su guía y lúcido el conocimiento que aporta.

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SÁBADO



13.     Cuando decimos que Dios es eterno, infinito, inmutable, inmaterial, único, omnipotente, supremamente justo y bueno, no tenemos, nosotros, la idea exacta de sus atributos?
-“Según vuestro modo de ver, sí, porque con esta palabra creéis de abarcar todo. Sabed, pero, que existen cosas superiores a la inteligencia del ser humano más inteligente, para expresar las cuales, vuestro lenguaje, limitado a las ideas y sensaciones humanas, no posee vocablos. La razón, en cambio, os dice que Dios debe tener todas las perfecciones  en grado supremo, por cuanto, si dejase de tener una sola, o si una sola no lo fuese en grado infinito, Él no sería superior a todo, y por consiguiente no sería Dios. Para estar por encima de todo, Dios no debe estar sujeto a ningún cambio, y no debe tener alguna de las imperfecciones que pueden ser concebidas por la mente humana”-.
Dios es eterno: si Él hubiese tenido principio, habría salido de la nada, o debería su creación a un ser anterior. En tal guisa remontamos de grado en grado al infinito, y a la eternidad.
Él es inmutable: si estuviese sujeto a cambios, las leyes que rigen el universo no tendrían estabilidad.
Él es inmaterial: es decir: su naturaleza difiere de todo aquello que llamamos materia; diversamente no sería inmutable, por cuanto estaría sujeto a las transformaciones de la materia”.
Él es único: si hubiesen más Dioses, en el ordenamiento del universo no habría ni unidad de concepto, ni unidad de potencia.
Él es omnipotente: por cuanto es único; si no tuviese la suma potencia, habría alguien más poderoso, o por lo menos de igual poder que Él; por lo cual no habría hecho todas las cosas, y aquellas que no hubiese hecho Él serían obras de otro Dios.
Él es supremamente justo y bueno: de hecho, la providencial sabiduría de las leyes divinas se revela, de esta manera, en las cosas más pequeñas así como en las más grandes, y tal sabiduría rinde imposible el dudar de su justicia y de su bondad.
Allan Kardec


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El ser humano sólo puede tener una percepción de los atributos de la Divinidad de acuerdo con su propio nivel perceptivo, estados y estaciones –grados- de conciencia.
Sin embargo, esa percepción de los atributos divinos, en este momento, y en la escala del infinito progreso, oscila entre cero e infinito grado de conciencia. Por supuesto, en cada mundo, de la inmensa cantidad de los existentes que se encuentran poblados de humanidades más avanzadas, o menos que la tierra, se posee una visión relativa, y, ciertamente, en proceso constante de expansión.
El atributo primordial de la Divinidad es la Conciencia, asiento de la ley cósmica, eterna e inmutable.
La Divinidad está consciente de sí misma y de todo lo existente en el Universo, ya que ella se encuentra en cada Espíritu de los cuatro reinos naturales. La conciencia de cada ser es una réplica exacta de la que posee la Divinidad. Es más, en cada ser su conciencia es "la misma" que posee la Divinidad. Siendo el Espíritu de cada ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, sin dejar de ser la Divinidad y sin separarse de ella, es la clave para entender su grado de conciencia de lo que ocurre en todo el universo. La Divinidad es la conciencia universal por excelencia, en grado infinito, en todas las vertientes y variantes. La de cada ser, en los cuatro reinos naturales, es potencialmente infinita, pero que eternamente debe desarrollar.
Estando la ley cósmica sustentada por la totalidad de los valores universales, éstos constituyen los atributos de la Divinidad, o los sentidos cósmicos.
En la Divinidad los atributos se encuentran desarrollados en grado infinito, en todas sus vertientes y variantes.
En el ser humano, siendo los atributos divinos los mismos que los de la Divinidad, empero, los tiene desarrollados en determinado grado. Ese será siempre el nivel perceptivo de los atributos de la Divinidad.
En la medida en que el ser humano desarrolle en mayor grado sus propios atributos divinos, y se conozca más a sí mismo, en idéntico nivel o estado de conciencia percibirá, y comprenderá tanto los atributos divinos, -valores universales-, como a la Divinidad.
 Quilón, el Lacedemonio, -uno de los siete sabios griegos-, inscribió en el portal del templo de Apolo, en Delfos de la antigua Grecia: -"Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios sino conocerse a sí mismo".
Esa es la razón por la que tantos pensadores han sustentado la misma idea; -"Hombre, conócete a ti mismo y conocerás a Dios".
Evidentemente, la Divinidad posee una voluntad desarrollada en grado infinito, asiento del poder creador universal.
Siendo la Divinidad causa suprema de todo lo existente, todo lo que existe forma parte de ella misma. La Divinidad, por ende, se encuentra en todas partes. Tiene, simultáneamente, conciencia de todo lo que ocurre en cualquier lugar del infinito universo. Es omnisciente.

Es fuente de toda vida, por su emanación a la conciencia individual, en cada ser.
Es fuente de la energía universal que mantiene en eterno movimiento todo el universo.
Es, como Conciencia Suprema, la "Guardiana cósmica" por excelencia. Vigila permanentemente la realización de la gran obra y "paga" el salario cósmico. Guía, por la inspiración de los sentimientos análogos a los valores universales dentro de la conciencia, e ilumina, asiste y protege a cada ser.
La Divinidad es voluntad, o anhelo de ser; cada ser en los cuatro reinos naturales es una expresión de esa voluntad y anhelos divinos.

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DOMINGO


PANTEISMO

14.     Dios es un ser distinto, o es, según la opinión de algunos, el conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo?
-“Si así fuese, no existiría Dios, por cuanto Él sería el efecto y no la causa. Él no puede ser al mismo tiempo una cosa y la otra. De la existencia de Dios no podéis dudar; y esto es lo esencial. Hacedme caso y no vayáis más allá. No os perdáis en un laberinto, del cual no podríais encontrar la salida, lo cual no os haría mejores, quizá os rendiría un poco más orgullosos, por cuanto creeríais de saber, mientras que, en realidad, no sabríais nada. Poned aparte todos vuestros sistemas. Tenéis muchas cosas que os tocan más de cerca, comenzando por vosotros mismos; estudiad vuestras imperfecciones con el fin de liberaros, y esto resultará más proficuo que el querer penetrar lo impenetrable.

15.   Qué debemos pensar de la opinión según la cual todos los cuerpos de la naturaleza, todos los seres, todos los globos del universo serían parte de la Divinidad, e constituirían, en su conjunto, la Divinidad misma? En otros términos: Qué debemos pensar de la doctrina panteísta?
-“Que el ser humano, no pudiendo ser un Dios, quiere ser, por lo menos, una parte”-.

16.   Aquellos que profesan esta doctrina, pretenden encontrar en ella la demostración de algunos de los atributos de la Divinidad y razonan de esta manera: Los mundos son infinitos, por lo tanto es infinito, también, Dios. El vacío o la nada no existe en algún lugar, por lo cual Dios está en todas partes. Estando en todas partes, ya que todo es parte integral de Él, Dios da a todos los fenómenos de la naturaleza el carácter de la inteligencia. Qué objeción se puede oponer a esta opinión?
-“La razón. Reflexionad bien y no os será difícil descubrir la absurdidad”-.
Esta doctrina hace de Dios un ser material, que, si bien dotado de inteligencia suprema, sería en grande lo que nosotros somos en pequeño. Ahora, si así fuese, por cuanto la materia se transforma perennemente, Dios no tendría estabilidad alguna, estaría sujeto a todas las mutaciones y a todas las necesidades del ser humano y le haría falta uno de los atributos divinos más esenciales, cual es el de la inmutabilidad.
Las propiedades de la materia son incompatibles con el concepto de Dios, y no hacen más que profesarlo. Todas las sutilezas del sofisma  no alcanzarán jamás a resolver  el problema de su íntima naturaleza. Por otra parte, si no sabemos lo que es Dios, conocemos bien, en cambio, lo que Él no puede ser. Ahora, este sistema está  en abierta contradicción con los atributos divinos más esenciales, y confunde el Creador con la criatura, como si se dijese, que una maquina ingeniosa es una parte integral del mecánico que la ha concebido.
La inteligencia de Dios, se revela en sus obras, al igual que la de un pintor en su cuadro; empero, las obras de Dios no son Dios como el cuadro no es el pintor que lo ha realizado.
Allan Kardec


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Si bien es cierto que el ser humano, en un momento dado, tiene cosas prioritarias a las cuales precisa centrar su atención, estando dotado de un potencial sin límites por el Creador Universal, y conformando una unidad perfecta e indisoluble con Él, no puede aceptar limitación alguna por parte de nadie en su ascenso evolutivo ni en sus ansias de conocimiento.
El ser humano, simplemente anhela saber y frente a los enigmas universales, persistirá desentrañando hasta sus mínimos detalles, aunque eso le lleve la eternidad y siempre encuentre un más allá que descubrir o desentrañar.
De manera que, ninguna persona debe aceptar que nadie le imponga límites de ninguna naturaleza, por cuanto, si tiene un objetivo claro de conocimiento, y con paciencia se avoca al estudio, en el tiempo suficiente, y con persistencia, llegará a conocer la verdad universal, gradualmente.
Por supuesto, cada etapa de la vida humana, en el devenir histórico, tiene sus respectivos objetivos de estudios que se corresponden con determinado estado de conciencia, pero es la misma naturaleza intuitiva del ser que le hace presentir que hay algo más de lo que ahora percibe, y esa percepción es la que le pone en movimiento hacia su búsqueda, hasta encontrarle, en una eterna polarización.
La pregunta, en esencia, quiere diferenciar si Dios es “algo”, o “alguien” diferente al conjunto de todo lo existente, en el universo, o es “el conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo”.
En la respuesta, se soslaya tratar el tema de una manera directa, empero, se da un aporte esencial, y aclaratorio, por una parte, cuando se dice: -“Si así fuese, no existiría Dios, por cuanto Él sería el efecto y no la causa. Él no puede ser al mismo tiempo una cosa y la otra”.
Esto se refiere, fundamentalmente, a que “Dios no es “el conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo”, que constituye un enfoque panteísta de Dios.
Recordemos, por analogía, una definición del Tao, de Lao Tse: -“Tao es todo lo que existe y puede llegar a existir”.
“El conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo”, constituye, únicamente, una parte de lo que, en un momento dado, ha emanado a la conciencia individual, en el alma universal, como entes inteligentes, en los cuatro reinos naturales, pero no constituye ni toda la Divinidad, ni todo el potencial manifestado, en la dimensión física, ni todo el potencial desarrollado en la inteligencia de todos los entes espirituales, en los cuatro reinos naturales, ya que, eternamente, seguirán desarrollándose en más elevados estados de conciencia; y, por supuesto, tampoco constituye todo lo manifestado a nivel físico, en todos los mundos del universo, ya que, el universo se encuentra en una constante renovación, y expansión.
Recordemos que, Dios emana a la conciencia individual, en el alma universal, en los cuatro reinos naturales, tantas veces como sea necesario, en la Creación de un nuevo mundo, sin separarse de la Divinidad, y sin dejar de ser la Divinidad. Posteriormente, cada uno de estos entes espirituales se ocupará de realizar el trabajo de la manifestación precisada en la expansión de la Creación universal. Pero, jamás, todo esto, ni todos los entes manifestados en la conciencia individual, constituyen, ni constituirán, jamás, toda la Divinidad, por cuanto el potencial de la Divinidad, para emanar a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, es infinito, y jamás tendrá límites algunos de ninguna naturaleza.
Por otra parte, “el conjunto de todas las fuerzas” manifestadas en la expresión tangible del universo, en los inmensos mundos, no es toda la energía universal que constituye un atributo de la Divinidad, ni es toda la fuerza de voluntad expresada por los entes espirituales de los cuatro reinos naturales, ni toda la fuerza de la Divinidad, en todas sus vertientes y variantes, a nivel de voluntad y de sentimientos análogos a los valores universales, y cualesquiera otros aspectos conocidos o por conocer.
Luego, en la respuesta, se sugiere: -“…estudiad vuestras imperfecciones con el fin de liberaros, y esto resultará más proficuo que el querer penetrar lo impenetrable”.
No deja de ser una sugerencia ya percibida por Quilón y por Mahoma, entre otros, es decir, la de conocerse a sí mismos, y de esa manera, conocer a Dios, por ser el Espíritu del hombre una emanación indivisa de la Divinidad, ´-pero, no toda la Divinidad-.

15

Todos los mundos y seres que en un momento dado existen en manifestación activa, en el universo, en los cuatro reinos naturales, forman parte de la Divinidad, sin embargo, no constituyen toda la Divinidad, por cuanto el Creador Universal, sigue infundiendo vida a nuevos seres individuales, mediante la emanación de la Divinidad en el Alma individualizada, en los cuatro reinos naturales, y la Creación se encuentra en expansión constante. En síntesis, todo forma parte de la Divinidad, por ser una expresión de Ella; pero, no toda la Divinidad manifestada, en los cuatros reinos naturales, y en todos los mundos del universo, en un momento dado, es toda la Divinidad. Vendría a ser lo mismo que el Tao, de acuerdo con un aforismo de Lao Tse: -“El Tao que puede nombrarse no es el Tao. La sustancia del Mundo es solo un nombre para el Tao y Tao es todo lo que existe y puede existir”.

16

En comentarios anteriores se ha explicado como cada ser en los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral, constituye una emanación a la conciencia individual a partir de la Divinidad sin dejar de ser la Divinidad y sin separarse de la Divinidad.
Cada uno de los seres de los cuatro reinos naturales está dotado de una conciencia que es la réplica exacta de la de la Divinidad. Es decir, la conciencia de la Divinidad se encuentra presente en cada ser de acuerdo con los estados – valores – atributos desarrollados y en el respectivo nivel – grado – estación en que cada quien se encuentre.
La diferencia de la conciencia de la Divinidad con la de cada ser emanado a la conciencia individual consiste en que la Divinidad tiene su conciencia desarrollada en todos sus estados y estaciones, atributos y grados perceptivos, comprensivos y realizadores, en todas las vertientes y variantes. Mientras que, cada ser de los cuatro reinos naturales los tiene desarrollados en su respectivo nivel evolutivo.
Empero, la Divinidad es anhelo de ser y el ser individual la expresión de ese anhelo o voluntad de ser. La Divinidad actúa en cada ser por medio de la conciencia, manifestándose en ella por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, por cuya acción ejerce acciones coercitivas, coactivas, de empuje y de bloqueo, de manera que, cada ser, pueda realizar la cosa correcta, en el lugar adecuado, en el tiempo perfecto de la Divinidad.
La Divinidad tiene plasmada, en su conciencia, la ley cósmica. El ser individual, también. La diferencia es el grado de desarrollo. En ambos, la ley cósmica es eterna e inmutable. Pero el ser individual adquirirá conciencia de la totalidad de la ley cósmica durante la eternidad, sin agotarla jamás, ya que los valores universales que la sustentan son infinitos en sus grados perceptivos –estaciones perceptivas- de la verdad universal. En su eterno viaje de regreso del ser individual, en los cuatro reinos naturales, hacia el Ser Universal, va adquiriendo conciencia de los estados-atributos divinos-valores universales, pasando de una estación a otra, de un grado a otro, en la eterna e infinita escala de la polarización universal. Es un trabajo de alquimia espiritual transmutándose cada ser de un grado de conciencia a otro más elevado, en todos los estados de conciencia, atributos divinos o valores universales.
Además, estando el infinito universo lleno de la energía universal cuya fuente es la misma Divinidad, como si la misma Divinidad, – Espíritu universal, tuviese diferentes escalas de frecuencias vibratorias -según los reinos naturales que existen, de la cual se alimentan cada uno de dichos reinos-, la presencia de la Divinidad se encuentra en cada ser de cada reino natural, sin dejar de ser la Divinidad y sin separarse de la Divinidad.
Pese a la aparente diversidad entre la dimensión espiritual y la física, ésta se encuentra vivificada por los entes espirituales de los cuatro reinos naturales.
En toda expresión de vida en la dimensión física, se encuentra la Divinidad que anima esa vida; y toda expresión de vida forma parte de la Divinidad sin ser toda la Divinidad, pero, es la Divinidad. Una paradoja digna de constante meditación.

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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 5 de noviembre de 2016

DIOS Y EL INFINITO


1

LUNES


DIOS Y EL INFINITO
El Libro de los Espíritus
Allan Kardec
Versión y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.



1.  Quién es Dios?
-“Dios es la suprema inteligencia, la causa primera de todas las cosas”-.

2.       Qué debe entenderse por infinito?

-“Lo que no tiene ni principio, ni fin; lo ignoto. Todo lo que es desconocido es infinito”-.

3.       Podría decirse que Dios sea lo Infinito?
-“Sería una definición incompleta por la limitación del lenguaje humano, insuficiente para expresar las cosas que son superiores a vuestra inteligencia”-.
Dios es infinito en sus perfecciones; empero, lo infinito es una abstracción. Decir, por lo tanto, que Dios sea lo infinito, sería tomar el atributo por el sujeto, y definir una cosa ignota por medio de otra igualmente desconocida.
Allan Kardec

1

En la primera edición de El Libro de los Espíritus la pregunta se formula tal como la hemos traducido desde la edición italiana, es decir: Quién es Dios?, en vez de: Qué es Dios, como se modificó en la segunda edición francesa y en todas las versiones a partir de entonces. Cuál de las dos formas es más acertada?
Estimamos que ambos enfoques de preguntas son correctos, empero, la respuesta: -“Dios es la suprema inteligencia, la causa primera de todas las cosas”-, correspondería mejor a lo que es Dios. Ahora bien: “la suprema inteligencia” es un atributo que alguien posee; quién es ese alguien? Ese alguien es Dios. Entonces la respuesta a la pregunta: Quién es Dios?, debería ser: Dios, es el Ser Universal que posee la suprema inteligencia, y constituye, al mismo tiempo, la causa primera de todas las cosas-.
Como suprema inteligencia ha contemplado todas las variantes habidas y por haber en el eterno presente, sin límites de ninguna naturaleza.
Como causa primera de todas las cosas, constituye la fuente de donde emanan a la Conciencia, en un momento dado, todos los Espíritus de todos los seres en los cuatro reinos de la naturaleza, con individualidad claramente demarcada y con unos atributos que se corresponden, en forma análoga, a los atributos divinos poseídos por el mismo Ser Universal. En este caso tendríamos Seres individuales y un Ser Universal, formando una Unidad perfecta e indisoluble.
Fueron creados esos seres individuales o siempre han estado en la fuente, y en un dado momento han emergido a la conciencia? Esto derivado de que la vida no se crea ni se destruye, simplemente existe. Emana a la Conciencia, en cada uno de los cuatro reinos naturales con una misión específica y en calidad de ejecutores de la Voluntad del Ser Universal. El Ser Universal es el anhelo de ser, mientras que los seres individuales, -en los cuatro reinos- constituyen los ejecutores de dicha voluntad en todos los planos existenciales, en el eterno ahora.
La Conciencia de un Espíritu como ser individual, en los cuatro reinos naturales, nos aportaría la explicación de la creación de las formas materiales de la vida en todos los planos de expresión, así como de la creación de los mundos, su desarrollo y extinción, en incontables ciclos, los cuales, gradualmente, iremos analizando, buscando la percepción intuitiva más que la percepción objetiva o razonamiento intelectual, lógicamente limitado. Es preciso centrar la atención en este enfoque para ir expandiendo la conciencia al respecto y la gradual percepción o darse cuenta de la realidad, siempre en expansión ilimitada.
La Unicidad del Ser Universal; hay un solo Dios. Pese a su emanación a la conciencia individual desde el Ser Universal, los seres individuales siguen conformando la Unidad con Él. La citada emanación a la conciencia individual les faculta con el libre albedrío, y les dota, simultáneamente, con los mismos atributos del Ser Universal, los cuales se corresponden con los valores universales. Además, cada ser individual, en los cuatro reinos naturales, está dotado de una conciencia que constituye una réplica exacta de la del Creador, por medio de la cual los seres individuales y el Ser Universal se comunican entre sí.
El lenguaje mediante el cual se realiza esta comunicación -recíproca, es decir, en ambos sentidos-, es el de los sentimientos análogos a los valores universales. También, otro medio de comunicación utilizado, es el de la fuerza de empuje -expresión de la energía creadora, -por inspiración energética, y/o entusiasmo, que los antiguos denominaban “Dios dentro de sí” -(En Zeus)-, y por la fuerza de bloqueo, que induce a la quietud creadora. Ambas formas de expresión de fuerzas, permiten a la persona estar en el lugar adecuado, haciendo la cosa correcta, en el momento oportuno. Por supuesto que, esta forma de comunicación mediante los sentimientos de los valores universales, (en ambas polaridades), expresados en la conciencia, -capacidad perceptiva-realizadora de cada ser en los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral-, y por la fuerza de empuje y la de bloqueo, se realiza entre los espíritus, en la interrelación constante, entre ambas dimensiones: la física y la espiritual, en sentido figurado, ya que, en esencia, existe una sola dimensión en la ecología mental: la espiritual, o del Espíritu: en unos casos en estado de encarnado, y en otros, de desencarnado, en interacción constante a nivel objetivo y subjetivo.)
Cuáles son esos atributos divinos -expresados como valores universales y/o sentidos cósmicos-, que los seres poseen en forma análoga a los del Ser Universal, en los cuatro reinos de la naturaleza, es decir: el humano, el animal, el vegetal y el mineral? Este es un objetivo de investigación: Enunciar, por escrito, cien atributos divinos. Señalamos: El amor, la prudencia, la justicia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la belleza, la conciencia, la energía creadora, el equilibrio, la armonía, la libertad, o libre albedrío, el servicio, la cooperación, la voluntad, la percepción, la comprensión, la capacidad realizadora, la paciencia, la constancia, la eternidad en tiempo presente, la vida, la inteligencia, la tolerancia, la bondad y el bien.
Cuáles son los nombres divinos del Ser Universal, que analizándolos, o meditando sobre ellos, constantemente, permitan percibirle y conocerle? Se sugiere investigar los nombres que se le asignan a Dios en el Sufismo y en cualesquiera otras fuentes que se desee.
Evidentemente, conociendo los atributos divinos, -valores universales-, en su totalidad, o en parte, gradualmente, cada quien puede adquirir conciencia de ÉL, de acuerdo al propio nivel evolutivo.

2

En el sufismo, se le asignan las siguientes dos características a Dios, -el Ser Universal: La primera, denominada "Qidám", es decir: -“Él es lo anterior a lo anterior. Él no se hizo. Él siempre fue“-. La segunda, con el término "Baqá'", que significa: -“Él es el después del después, Eterno; Él siempre será“-. 
Dios, -el Ser Universal-, constituye uno de los mejores ejemplos de la características del término “infinito”, por su carácter atemporal y eterno, como lo expresa el “Quidam”: -”Él no se hizo”; simplemente era, es y será en el eterno presente.
La primera vertiente del término “infinito” se relaciona con el tiempo: por su condición de eterno presente el tiempo es eterno, por lo cual, constituye el segundo mejor ejemplo de “infinito”.
En la segunda, Dios es, también, infinito en la perfección y en el potencial de sus atributos. En el potencial, por cuanto, si bien Su perfección lo es en grado infinito, en lo relativo a Su capacidad creadora, desde el momento en que siguen emanando de Él nuevos seres a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, la misma se encuentra, aún, en grado de potencialidad, infinita, sí, pero potencial, es decir, seguirá en Su rol Creador eternamente. Esta característica de potencialidad de su capacidad creadora dejaría de ser potencial si ya todos los seres que existirán, en el eterno presente, existieran ya, es decir, que no van a emanar más nuevos seres a la conciencia individual, a partir del Creador Universal. En este caso, todos los seres, en los cuatro reinos naturales, existirían desde siempre, junto al Creador Universal. Pero, su capacidad creadora de nuevas expresiones de vida tiene un potencial infinito aún en el caso de que, el Espíritu individualizado en el Alma Universal, y dentro de una unidad de ella, sea, como de hecho es, el Espíritu Universal del Creador. Con este enfoque, realmente, no habría creación de nuevos seres, ya que quien se encarna en “la unidad” del Alma Universal, en una expresión individualizada, -Ser Universal- es el mismo Creador Universal, -sin dejar de ser Él, ni separarse de Él-, a partir de cuyo estado inicial empieza un proceso evolutivo potencialmente infinito y eterno. Pero, en cualesquiera de las formas que se quiera ver, siempre constituye un carácter potencial, en grado infinito, de su capacidad creadora. (Ver comentario exegético de la pregunta Nº  81).
Un tercer enfoque del término “infinito” se relaciona con el espacio. El espacio cósmico es infinito, caso contrario, -qué habría más allá del límite? Si hubiese un límite dejaría de ser infinito.
Dentro de la respuesta dada por los Espíritus al maestro Allan Kardec, se expresa: -“lo ignoto. Todo lo que es desconocido es infinito”-.
Esta parte de la respuesta, realmente, tiene dos vertientes: la primera, de carácter infinito; la segunda, expresa un límite o condición finita. Es decir, en realidad lo ignoto, lo que se ignora, es infinitamente ilimitado; no tiene fin, eternamente encontraremos un más allá. Empero, en lo referente a: -“Todo lo que es desconocido es infinito”-, puede señalarse que en la suma de todo, en el Todo o en un área determinada, no en su número, sino en su potencial o posibilidades, lo desconocido es infinito, pero, en términos relativos, no todo lo desconocido es infinito. Por ejemplo: si a todas las galaxias existentes, aunque su número sea desconocido para nosotros, les agregáramos una más, dejarían de ser infinitas y así ocurrirá con todas las cosas en cuanto se refiera a su cantidad, cualidades y características. Pero, en cuanto al potencial y variantes de sus manifestaciones y aplicaciones, en todos los ámbitos, conservará su carácter infinito e ilimitado. Sin embargo, encontrándose el Universo en constante expansión, lo que aun siendo limitado, en un momento dado, se encuentra en constante crecimiento, lo cual ratifica que todo potencial es de carácter infinito.

3


Dios, El Ser Universal, es infinito en el desarrollo del potencial de sus atributos divinos, en todas las vertientes y variantes.
Este grado infinito de desarrollo se extiende en el tiempo, siendo atemporal, es decir, siempre existió dicho desarrollo en la eternidad pasada. Siempre existirá en la eternidad futura.
Sus vertientes fundamentales también son infinitas en conocimiento y poder.
Como conocimiento se expresa como ley cósmica impresa en la conciencia, con el lenguaje de los sentimientos de los valores universales. Ese es el lenguaje del Ser Universal.
Como poder creador, es ilimitado en todas sus vertientes y variantes.
Es fuente ilimitada y causa suprema de todo lo existente.
Él se expresa en cada ser de los cuatro reinos naturales sin separarse de sí mismo y sin dejar de ser Él mismo tantas veces como sea necesario para poblar cada mundo del inmenso universo, siempre en expansión.
Su potencial de auto-expresión en los seres de los cuatro reinos de la naturaleza es infinito; es decir: Eternamente seguirá expresándose cuantas veces sea necesario hacerlo.
Se expresa en cualquier mínimo espacio del infinito universo, simultáneamente.
Se encuentra, simultáneamente, en todas las conciencias de todos los seres del inmenso universo, en todos los niveles de expresiones posibles.
Se renueva constantemente en todas las expresiones físicas del universo, por lo cual, todo lo existente, a nivel físico, dejará de existir, y se formarán nuevos mundos y expresiones físicas de vida, de acuerdo a los estados de conciencias que, gradualmente se van expresando en cada ser, en los cuatro reinos de la naturaleza.
Él se interesa por todas las expresiones de vida, en los cuatro reinos de la naturaleza, en el inmenso universo, simultáneamente, expresándose dentro de la conciencia de cada ser, por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales.
Es fuente infinita de provisión en todas las vertientes y variantes, en la medida que cada ser vaya experimentando niveles más elevados de necesidades, anhelos y objetivos de autorrealización.
Es el pedagogo universal actuando en la conciencia de cada ser por medio de los sentimientos de los valores universales.
Dios constituye para cada ser la eterna polarización, infinita e ilimitada, en el eterno retorno del ser universal hacia Él.
Es omnisciente: Siempre lo supo todo. Siempre lo sabrá todo, sin límites de ninguna naturaleza. 
Es omnipresente: Se encuentra en la conciencia de cada ser, al mismo tiempo, en los cuatro reinos de la naturaleza, y en cada lugar del infinito universo. Nada existe que no sea Él y que no esté en Él.
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Un amigo, L. N., plantea: -“Es posible pensar que Dios nos afecta en decisiones directas en nuestro plano humano (en todos los sentidos),  de manera que su conciencia de juicio, creadora, de amor, de equidad, entre otros atributos sean expresados en un nivel superior? Como lo que decía Platón, -que va más allá del mundo de los sentidos al cual estamos atados?”
Sin dudas algunas, el ser humano (y todos los seres de los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral), han emanado, en un momento dado, a la conciencia individual, en el Alma Universal, con libre albedrío, y dotados de todos los atributos de la Divinidad, y de una Conciencia que es una réplica exacta de la Conciencia del Gran Arquitecto del Universo, o Ser Universal.
Este ser emanado a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, en primer instancia en el Alma Universal, es la misma Divinidad, sin separarse de sí misma y sin dejar de ser Ella misma), por lo cual su conciencia es exactamente la misma, en el ser individual, que en el Ser Universal.
La única diferencia reside en que, en el Ser Universal se encuentra desarrollada en todas sus vertientes y variantes, en grado infinito, y en los seres individuales, lo está en estado potencial, que eternamente, cada ser, desarrollará, sin límites algunos, en el eterno retorno del ser individual al Ser Universal.
A medida que el ser individual experimenta necesidades, deseos, anhelos y propósitos, así como conciencia de su ignorancia, van emergiendo en su conciencia las percepciones intuitivas, los sentimientos análogos a los valores universales (atributos divinos) que les inspirarán los sentimientos (de los valores universales) de lo justo o de lo injusto, de la verdad o de lo contrario, de la fuerza o de su opuesto, de la belleza o de la fealdad, del bien o del mal, que les sirven de parámetros para orientar, o reorientar, su conducta.
Simultáneamente, a las necesidades, y al conocimiento que percibe, aflora en su ser el poder potencialmente infinito que posee, y lo hace en el grado análogo a la necesidad que experimenta. Por eso se dice, en la expresión de Abraham Maslow, que “toda necesidad genera una fuerza motivadora equivalente, capaz de permitirle, a la persona, u otro ser, el desplazamiento desde el lugar en que reside su necesidad hasta otro en que se encuentra la satisfacción de la misma”.
Evidentemente, si cada ser fuese capaz de experimentar en grado infinito una necesidad, en ese mismo grado infinito expresaría el poder potencialmente infinito del cual está dotado, así como el conocimiento, o visión, inherentes.
Siendo la conciencia del ser individual una réplica exacta de la del Ser Universal, el Ser Universal se comunica con el ser individual, por medio del lenguaje de los sentimientos –análogos a los valores universales-, en la conciencia, tanto como advertencias coercitivas, advirtiéndole, en forma de sentimientos de vergüenza –estados de representación mental de lo que resultaría si lleva a cabo la acción concebida-, como de estados de certeza si evita las acciones indebidas y ejecuta las debidas, así como, por las acciones coactivas, dentro de la conciencia, en forma de remordimiento, y percepción de haber incurrido en error, si llegare a ejecutar la acción indebida, que ya no le dejará tranquilo hasta que haya reparado el mal ejecutado, o lo haya compensado, o pedido perdón, simultáneamente, a la persona, o personas, afectadas, según se trate, en cada caso particular. 
Este mecanismo coercitivo, o coactivo, -pedagógico-, lo ejercita el Ser Universal en la conciencia de todos los seres, en los cuatro reinos naturales, sin afectar al libre albedrío de cada ser, en todo momento. Es decir, es cada uno de los seres individuales, en los cuatro reinos naturales, quien toma las decisiones inherentes, y por supuesto, cosecha los beneficios inherentes, o asume las consecuencias de sus acciones. Esto lo rige la ley de afinidad, la de justicia, la de igualdad y la de compensación, además de la del amor, que es una síntesis de todos los valores universales.
Platón, sin duda alguna, es el filósofo por excelencia que más profundamente refleja el conocimiento de los valores universales, o VIRTUDES.
Tal como es el lema de la Masonería Universal, en cuanto a su definición: -“La Masonería es el estudio de todas las ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes y la práctica de todas las virtudes”, el enfoque tiene vinculación con esa definición y con la práctica de todas las virtudes. Empero, para lograr ejercerlas, en grado óptimo, es preciso realizar el estudio integral del Conocimiento reflejado por la Sabiduría de los Valores Universales, cuya percepción se logra por vía intuitiva, o inspirativa en la conciencia de los seres, en los cuatro reinos naturales. (Inspiración de un Ente espiritual,  -encarnado o desencarnado-, o por la misma Divinidad, por el sentimiento) por el pensamiento y el sentimiento en el pensamiento y en el sentimiento de la persona inspirada).
Es decir: Un trabajo pedagógico de Dios con Dios, o un juego de Dios con Dios, donde Él mismo respeta sus propias reglas, plasmadas en la Ley Cósmica, impresa en su conciencia y en la conciencia de cada ser, sustentada, ésta, por la Sabiduría de los Valores universales.

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MARTES


PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS


4.       En qué puede sustentarse la prueba de la existencia de Dios?
-“En un axioma que aplicáis a vuestras ciencias: No existe efecto sin causa. Buscad la causa de todo lo que no sea obra del ser humano y vuestra razón os responderá”-.
Para creer en Dios, es suficiente observar las obras de la Creación. El universo existe; por lo cual tiene una causa. Dudar de la existencia de Dios, sería como negar que cada efecto tenga una causa, y afirmar que la nada haya podido producir alguna cosa.

5.      Cuál consecuencia se puede obtener del sentimiento intuitivo que todos los seres humanos tienen de la existencia de Dios?
-“La de que Dios existe. Cómo explicar en ellos este sentimiento si se apoyase en la nada? Y, también ésta es una consecuencia del principio de la  causalidad”-.

6.      El sentimiento íntimo que tenemos en nosotros mismos de la existencia de Dios, no podría ser una consecuencia de la educación, y el producto de ideas adquiridas?
-“Si esto fuese así, cómo tuvieron este sentimiento, también, las personas de las humanidades de épocas primitivas?
Si el sentimiento de la existencia de un Ser Supremo fuese el producto de la instrucción, no sería universal, y no se encontraría, como las nociones de las ciencias, más que en los individuos y en los pueblos cultos.
Allan Kardec



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La prueba de la existencia de Dios se puede observar en todo lo que es, o está manifestado en la realidad. También, en lo que, eternamente, se manifiesta en el eterno presente. Él es; tú eres; él, - ella-, es; nosotros somos; ustedes son; ellos son. Todo es Él, sin dejar de ser Él, y sin separarse de Él.
Todo lo que es, es Él.
Todo lo que es, emana de Él, sin dejar de ser Él y sin separarse de Él. Es Él emanado a la conciencia individual, en el Alma Universal, con los mismos atributos que los de Él, en los Espíritus de los cuatro reinos naturales.
Él es causa y fuente de todo lo existente y de todo lo que eternamente existirá.
Él es ley cósmica impresa en su propia conciencia y en la conciencia de cada ser.
Él es guía de sí mismo en la conciencia de cada ser por los valores universales, o atributos divinos, o sentidos cósmicos. Los valores universales fungen de sentidos cósmicos en cada ser de los cuatro reinos naturales.
Él es anhelo de ser; cada ser en los cuatro reinos naturales es una expresión de su voluntad.
Toda vida es una expresión de Él.
Toda voluntad es una expresión de su voluntad.
Todo amor es una expresión de su amor.
Toda justicia es una expresión de su justicia.
Toda belleza es un grado de la expresión de su belleza, la que cada ser es capaz de expresar en un momento dado, según el nivel de conciencia alcanzado.
Todo poder es una expresión de su poder creador.
Todo conocimiento es una expresión de su conocimiento, en determinado grado.

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Cada ser en los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral, tiene conciencia de Dios. En qué grado le percibe depende del estado de conciencia alcanzado, en un momento dado.
Sabemos que el ser humano le percibe de diversas maneras y de que el sentimiento de reverencia es general tanto hacia el Ser Universal como hacia toda la Creación. Empero, la reverencia hacia Dios se encuentra generalizada en todos los seres de los cuatro reinos naturales.
Sabemos, intuitivamente, o por analogía, que el sentido de la conciencia perceptiva de Dios es constante en todos los reinos naturales. Los seres perciben a la Divinidad aun cuando no se dan cuenta de que lo hacen. También los animales, los vegetales y los minerales perciben a Dios en su conciencia, por ser ésta, aun en ellos, una réplica exacta de la conciencia de Dios.
Cómo le perciben y de qué manera, precisa mayor grado de meditación para detectarlo. El modo universal en que se percibe a Dios, en todos los seres de los cuatro reinos naturales, es el de los sentimientos análogos a los valores universales, en la conciencia.
En todos los seres late la misma vida, y es idéntica voluntad la que determina que esa vida continúe expresándose en cada individuo, sea mujer u hombre, animal, vegetal o mineral.
Esa voluntad, o anhelo de vivir, generalizado en todos los seres es la expresión de la voluntad de la Divinidad. Es la búsqueda de la expansión de la Creación haciendo tangibles los anhelos de Dios.
Siendo esa Divinidad perfecta en todas sus vertientes y variantes, lo es también el Espíritu de cada ser emanado a la conciencia individual, indiviso, y sin dejar de ser la misma Divinidad, Adquiriendo, la Divinidad, conciencia individual en cada ser, la evolución consiste en manifestar, por la experiencia, siempre, nuevos y más elevados estados de conciencia, y no de pasar de un nivel mineral al vegetal, de éste al animal y luego al humano. Por lo menos en el Planeta Tierra es así. (Si meditamos sobre la respuesta dada a la pregunta N° 172, observaremos implícita esta realidad).
Pero, siendo una y la misma la ley cósmica en todo el universo, ese proceso es uniforme en toda la Creación y en todos los mundos del universo.
Esto indica que la diferencia es aparente, y que es la misma la vida que late en todos los seres.
En el rol que asume, la Divinidad, en cada ser de los cuatro reinos naturales, cumple el que le está asignado desde siempre en los planes cósmicos, y en la ley cósmica. En ese rol cada ser sigue su propio camino en el eterno retorno del ser individual hacia el Ser universal.
Los infinitos grados –estaciones- de conciencia, y los estados de conciencia –valores universales, o atributos divinos-, por los que va avanzado en la espiral evolutiva, cada ser, son idénticos en todos los reinos naturales. Y en cada reino natural, todo ser experimenta análoga autorrealización, dada la justicia y la igualdad en la ley y ante la ley que rige a todos los seres. La diferencia es aparente, ya que en todos los seres de los cuatro reinos naturales es la misma Divinidad la que se expresa.
En los cuatro reinos naturales, ningún ser animal, vegetal o mineral se cree superior a otro, excepto un sinnúmero de seres en el reino humano.
Sólo el ser humano se cree superior a los demás reinos naturales, o a determinados seres de diferentes grupos étnicos o condiciones sociales. Empero, si bien en alguna forma ese sentimiento de superioridad puede expresarse, también, en los demás reinos naturales, en éstos el grado de conciencia de la realidad se encuentra libre de manipulación, por lo menos de la que se ha observado en diferentes niveles en la historia. El aprendizaje es idéntico en todos los seres de los cuatro reinos pese a que los roles son diferentes. Cada ser tiene conciencia del rol que la Divinidad ejecuta por su intermedio. Los roles de todos los seres conforman una obra armónica, un todo universal. Un trabajo de Dios con Dios. (Empero, y es un tema aparte, existe cierta analogía en la idiosincrasia de cada ser en los cuatro reinos naturales, por lo cual ciertas manipulaciones de dominio, o poder, son generalizadas en todos los seres, -de los cuatro reinos naturales-, y la ley de que el más domina al menos, en todas sus vertientes y variantes, rige en todo-.)
La Divinidad tiene conciencia de sí misma en cada ser en que se expresa, así como de los atributos divinos y de los sentimientos que les son inherentes. Los reinos parecen ser diferentes, los seres también, pero son diferencias aparentes. Lo roles son diferentes, pero la obra final es una sola, conformando un todo. Las partes de ese todo son diferentes, en expresión, pero conforman una unidad.
La conciencia de la Divinidad en cada ser refleja el nexo que existe entre causa y efecto.
Es la relación causal entre la Divinidad y cada uno de los seres de los cuatro reinos naturales, en todas sus vertientes y variantes, en el eterno camino del retorno del ser individual hacia el Ser Universal, mejor conocido como Dios.

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En todas las épocas, y culturas, desde la más temprana edad, en todos los seres de los cuatro reinos naturales, existe un sentimiento de reverencia hacia la Divinidad, de múltiples maneras.
Es la conciencia de un Ser Superior que, en edades primitivas de vida en el Planeta tierra, el ser humano ha identificado de diversas maneras:
1)       Reverencia y culto hacia algún fenómeno de la naturaleza.
2)       Culto hacia los antepasados.
3)       Culto a diversas deidades mitológicas.
4)       Culto a una Divinidad superior impersonal.
5)       Cualesquiera otras modalidades.

Evidentemente, no tiene nada que ver con un sistema de ideas, o creencias, impuestos por un determinado tipo de cultura. Esta es la razón por la cual ese sentimiento hacia la Divinidad es universal y simultáneo en todos los seres de las múltiples culturas. Caso contrario en aquellos lugares en que no se hubiese fomentado ese orden de ideas, no habría imperado la espiritualidad centrada en la Divinidad.
Esa conciencia de la Divinidad existe latente en cada ser desde sus inicios en el planeta de turno en que le toque vivir, por cuanto el Espíritu de cada ser es una emanación a la conciencia individual sin separarse de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. Empero, se expresa en mayor o menor nivel de acuerdo al grado evolutivo alcanzado. 
Siendo cada ser una expresión gradual de la potencialidad total de la Divinidad, no expresa toda la Divinidad sino una estación y un estado de la Divinidad. La parte tiene conciencia del Todo, aunque jamás pueda percibir el Todo. Empero, tiende hacia el Todo en el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal. 

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MIÉRCOLES



7.      Se podría encontrar la causa primera de la formación de las cosas en las propiedades íntimas de la materia?
-“Entonces, cuál sería la causa de estas propiedades? Volvemos siempre a la necesidad de una causa primera”-.
Atribuir la primera formación de las cosas a las propiedades íntimas de la materia, sería igual que tomar el efecto por la causa, por cuanto estas mismas propiedades constituyen un efecto que debe tener una causa.
Allan Kardec


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Cuáles son las propiedades íntimas de la materia? Cuál es la esencia de la materia, en cada tipo de la materia? Por qué de la misma tierra diversas especies vegetales extraen una inmensa variedad de plantas, flores, frutos, entre otros particulares? Por ejemplo: Cada especie tiene una forma diversa y uniforme, edad tras edad, excepto un estado de perfeccionamiento en el espacio y en el tiempo, que indica que cada una se va perfeccionando, o evolucionando, en su misma naturaleza. Un naranjo produce naranjas en cualquier parte del planeta en que se siembre. En un mismo lugar, un rosal y un cerezo, darán, respectivamente, y de la misma tierra, una rosa y un fruto denominado cereza. Existe una inteligencia vegetal que realiza un trabajo capaz de extraer –y elaborar- los elementos adecuados, de la tierra, para dar el respectivo fruto –resultado- inherente a la especie que representa.
Cada especie tiene una inteligencia particular y una programación mental –conocimiento-, para realizar una labor asignada por la naturaleza de las cosas para obtener un resultado que complementa la Gran Obra de la Creación.
La misma tierra que pareciera uniforme, contiene, sin embargo, una determinada cantidad de elementos –diferentes entre sí-, conocidos y por conocer, que tienen entre sí características particulares. Esas características particulares a nivel elemental –de los minerales- son los resultados –características- inherentes a cada mineral. La materia en sí no es más que energía condensada. Si se manifiesta una determinada variante en los elementos que conforman la materia, es porque existen determinadas esencias –Espíritus elementales- que vibrando a determinada frecuencia, son capaces de manifestar determinados elementos físicos –o materia-.
Esas propiedades íntimas de la materia a que hace referencia el Maestro Allan Kardec, en su pregunta número siete de El Libro de los Espíritus, no son más que las diversas variantes de Espíritus Elementales de la naturaleza que tienen una misión específica de condensar determinados tipos de materias en la dimensión física a partir de la energía universal. Cada Espíritu elemental tiene una frecuencia vibratoria determinada. Al vibrar en esa frecuencia, manifiesta su equivalente físico, condensando el respectivo elemento. Por ejemplo: El Espíritu elemental del hierro, condensando la misma energía universal, manifiesta el elemento hierro, tal como el del oro, manifiesta oro, y el del platino, platino, y así sucesivamente con cada elemento conocido o por conocer.
Si existen variantes en las manifestaciones físicas de la materia es porque también las hay en los espíritus elementales que las manifiestan, al igual que ocurre en el reino vegetal, en el animal y en el humano.
El tipo de materia manifestada es un efecto del tipo de Espíritu elemental que la manifiesta, es decir: Su causa. No existe efecto sin causa, ni causa que no genere efecto. De manera que es imposible aislar el efecto de la causa, o ignorar ésta, sin distorsionar la verdad. Es preciso en todo efecto buscar la causa que lo origina y tendremos una visión completa de la verdad, en el grado relativo al propio estado -y grado- de conciencia. Es indispensable ver toda la realidad y no solamente un aspecto de la misma. Y toda realidad tiene una vertiente física y otra espiritual. Además, existe un elemento de enlace que une ambas dimensiones o polaridades. En esa duplicidad de dimensiones el grado de conciencia imperante en la dimensión espiritual se refleja en la respectiva manifestación física. Una mayor depuración de la materia indica que existe una equivalente en la dimensión espiritual.
En todos los reinos naturales existen elementos, -o especies-, que presentan una mayor depuración que en otros. Es el grado de conciencia evolutiva que presenta, a nivel particular cada uno de los elementos, o especies vegetales, animales o humanos.
Entonces, la causa de estas propiedades íntimas de la materia lo constituye el Espíritu, en todas sus vertientes y variantes: Elemental, -en el reino  mineral-; Vegetal, -en el reino vegetal-; Animal, -en el reino animal; recordando que animal quiere decir que posee un alma, ya que alma equivale a –anima-, de ahí el término animal. El Espíritu elemental es la causa primera de la materia. La manifiesta a partir de la condensación de la energía por su respectivo grado vibratorio. 
El Espíritu de cada reino natural es una manifestación en la conciencia individual de la Divinidad sin separarse de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. Cada Espíritu en los cuatro reinos de la naturaleza está dotado de vida eterna e inmortal; es coeterno con la Divinidad y está dotado de los mismos atributos divinos de la Divinidad y es poseedor de una réplica exacta de la conciencia de la Divinidad.
La única diferencia que existe es que, mientras la Divinidad posee todos sus atributos divinos desarrollados en grado infinito en todas sus vertientes y variantes, cada uno de los Espíritus manifestado a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, los posee en grado potencialmente infinito, que eternamente desarrollará sin encontrar jamás un límite.
Es el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal. Es la búsqueda de sí misma de la Divinidad en sus ilimitadas expresiones a la conciencia individual.
Esos atributos divinos tienen una doble vertientes: La del conocimiento, que se expresa mediante los parámetros de los valores universales, mediante el lenguaje de los sentimientos en la propia conciencia, en la dimensión espiritual. Como emociones, en la conciencia, a nivel anímico o del alma; y como sensación, a nivel físico, o del cuerpo. Los pensamientos en cada una de las variantes espirituales se expresan mediante imágenes. Se piensa en imágenes. Cada ser en los cuatro reinos naturales demuestra ser poseedor de un conocimiento específico para realizar la propia labor que le asignara la naturaleza de las cosas en los planes cósmicos. 
Empero, desde ese mismo estado de conciencia inherente a cada ser en los cuatro reinos naturales, cada quien realiza su viaje del eterno retorno hacia el Ser Universal, Jamás ese viaje tendrá fin por cuanto es infinito. Es el eterno camino del progreso universal sin límites de ninguna naturaleza, en una inmensidad de mundos, en la expansión eterna de la Creación. La misión consiste en adquirir consciencia del Todo en todas sus vertientes y variantes. Siempre encontrará un más allá. Es lo que denominamos la Eterna polarización del ser individual hacia el Ser Universal: -en el Círculo y el Signo Más-. Es un camino circunferencial que conforma la espiral cósmica, en los estados de conciencia y sus grados perceptivos de la verdad universal.
La segunda vertiente, es la expresión potencialmente infinita del poder creador que se anida en cada Espíritu, o ser, que eternamente expresará en un mayor nivel, a medida que vaya afrontando necesidades inherentes a ese nivel, o anhelos, propósitos u objetivos de auto-realización. Si cada ser experimentase una necesidad infinita, en ese mismo grado expresaría el conocimiento inherente, y el poder creador para autosatisfacerla.
Dentro de ese potencial infinito de manifestación expansiva de la Creación Universal, la Divinidad constituye la pedagoga de sí misma en la manifestación respectiva de cada ser en la conciencia individual por el lenguaje de los sentimientos análogos a los valores universales, expresión sublime de la ley cósmica impresa en la conciencia de cada ser. En fin de cuenta, no deja de ser un juego de la Divinidad con la misma Divinidad. Un juego para divertirse en toda la eternidad.
Entonces, porque no empezar ahora mismo con esa sublime diversión? Cambiaremos todo eso por un bien menor de lo que la Divinidad dispuso para todos?


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JUEVES



8.      Qué se debe pensar de la opinión que atribuye la primera formación de lo creado a una combinación fortuita de la materia, es decir, de la casualidad?
-“Otra absurdidad! Cuál ser humano de buen sentido puede considerar la casualidad como un ser inteligente? Y, después, qué  es la casualidad? Nada”-.
La armonía, que regula las fuerzas del universo, demuestra combinaciones y principios determinados, y por lo tanto una potencia inteligente. Atribuir la primera formación a la casualidad, sería un absurdo, por cuanto en ella está ausente la visión y no puede producir los efectos inteligentes. Una casualidad inteligente dejaría de ser una casualidad.

9.       Cómo se puede reconocer en la causa primera una inteligencia suprema, es decir, superior a todas las inteligencias?
-“Vosotros tenéis un proverbio que dice: La obra elogia el maestro. Ahora bien, examinad la obra y buscad el artífice; el orgullo, solamente, hace nacer la incredulidad. El ser humano orgulloso no acepta nada por encima de él, y se proclama un espíritu fuerte. Inconsciente ser que la ley de Dios neutraliza”.
El poder de una inteligencia se manifiesta por medio de sus obras. Ahora, por cuanto ningún ser humano puede crear lo que produce la naturaleza, se deriva que la causa primera debe ser una inteligencia superior a la de la humanidad.
Por grandes que sean los prodigios realizados por la inteligencia humana, la misma tiene una causa, y cuanto más lo que ella cumple es grande, tanto más debe serlo la causa primera. Ahora bien, esta inteligencia superior a cualquier otra es la causa primera de todas las cosas, sea cual fuere el nombre del cual el ser humano se sirve para designarla.
Allan Kardec


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En nuestro comentario anterior se ha explicado, en líneas generales, la manera como emerge la materia a partir de la energía. Es una condensación de la energía que realizan los Espíritus Elementales –de los elementos- de acuerdo al respectivo grado vibratorio regido por la ley de afinidad. La ley de afinidad establece la armonía y el orden en la naturaleza, en todas sus vertientes y variantes. En todo existe un perfecto sistema y orden. Todo está ordenado y ubicado, en el esquema cósmico, por su grado vibratorio, en una escala que va del 0° a 360°, y a la vez ubicado-por su suma existencial-, en el respectivo grado de la infinita espiral evolutiva del universo. Y eso ocurre en todas las vertientes y variantes existenciales, de cada ser, en los cuatro reinos naturales. Esas vertientes y variantes, en el Sufismo se denominan los Estados y las Estaciones. Cada estado representa a un valor universal, o atributo divino, es decir el estado de conciencia de ese valor o atributo. Cada estación, equivale a un grado de progreso, o conciencia perceptiva, sobre un determinado valor. Cada estado y su respectiva estación pueden variar de un valor a otro. Esto equivale a la diferencia del bagaje de experiencia que  cada ser tiene en relación a una u otra de las áreas del conocimiento humano, y universal. Por cada área existe un ángulo de la espiral evolutiva, y su respectivo estado de conciencia y su grado perceptivo de la realidad, así como capacidad de percibir y comprender, hacer, o de dejar de hacer. Empero, el nivel de conciencia alcanzado en una determinada estación, o grado perceptivo de la realidad, le facilita la labor de alcanzar, con mayor efectividad, el mismo nivel de conciencia en todos los estados, o áreas de conocimientos relativos a los valores universales, o atributos divinos. Esto debido a que, estando en una determinada altura, en una montaña, hacia cualquier lado en que se mire, se hará desde esa misma perspectiva o elevación. 
Tanta perfección como existe en la naturaleza obedece a una ley cósmica que rige todo.
Toda ley cósmica –en todas sus vertientes y variantes- está sustentada por una inteligencia suprema ab eterna que la legisló con carácter eterno e inmutable.
Igualmente, existe una voluntad potencialmente infinita que vela por su cumplimiento en el espacio y en el tiempo. Es el carácter coercitivo y coactivo de la ley cósmica, Su carácter coercitivo regido por los parámetros de los valores universales. Y el coactivo, por las leyes de afinidad, justicia, igualdad y compensación. La ley ordenadora del universo es la de afinidad. Ella ubica y reubica cada ser y cosa en el orden que le corresponde en base a su peso específico –suma existencial-, en el lugar –orden- que le corresponde.
El orden es un valor universal, al igual que la armonía. Ese orden y armonía se logran por la guía de los parámetros de los valores de la justicia, de la compensación y de la igualdad, entre tantos otros que conforman la ley cósmica.
El amor es la síntesis de todos los sentimientos expresados por los valores universales, o atributos divinos. El amor es la ley matriz del universo y la síntesis de la ley cósmica. La ley cósmica es eterna e inmutable. Es ab eterna, es decir, existe desde siempre al igual que el Legislador Universal.
Detrás de toda obra existe un propósito, una idea, un objetivo, una intención.
Nada existe sin propósito alguno en la naturaleza. De manera que, viendo más allá de las apariencias se observa que, detrás de toda aparente casualidad existe una ley de causa y efecto que rige todo. Dada la condición mental del universo en que nos desenvolvemos, es en la mente del Ser Supremo –en su conciencia- donde se encuentra plasmada la ley cósmica, al igual que todos los valores universales –atributos divinos-. Su expresión –o manifestación- en la conciencia de cada ser de los cuatro reinos naturales, es por medio de los sentimientos análogos a cada valor universal. La retroalimentación de todo pensamiento, sentimiento y acto, -acción- lo realiza la ley de afinidad –coacción correctora-, con el auxilio de la ley de justicia, la igualdad, -en la ley y ante ella-, y la compensación, de acuerdo a los eternos planes trazados por el Ser Universal.
La aparente casualidad en la manifestación de la materia es solo eso: apariencia. Detrás de todo lo existente hay un perfecto sistema y orden regidos por la ley cósmica de acuerdo con los planes de la Divinidad.

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La causa primera universal, Dios, fuente de todo lo existente y de la eterna expansión universal, constituye, al mismo tiempo, la inteligencia suprema, e infinita, del universo. Es decir, inteligencia desarrollada en todas las vertientes y variantes.
Empero, pese a la inmensidad del universo, y todo lo que en él existe, esa inteligencia infinita aún no ha expresado toda su potencialidad, ya que, eternamente seguirá expandiéndose la Creación Universal con la formación de nuevos mundos y el desarrollo del progreso factible en cada uno de ellos.
Es decir que, parodiando al Tao, la suprema inteligencia, de la que está dotada la causa primera universal, es toda la que se ha expresado en un momento dado, y la que eternamente se expresará sin límites algunos.
Es la rueda de la vida y dentro de ella el Signo Más, como eterna polarización regida por la ley cósmica impresa en la conciencia del Ser universal y en la conciencia individual de cada ser en los cuatro reinos naturales. Es una rueda que gira ad infinitum en todas las vertientes y variantes, impulsando el progreso universal de todos los seres.
Es la rueda del progreso, de la sabiduría y de la felicidad. Esa inteligencia se expresa mediante los infinitos parámetros de todos los valores universales, o atributos divinos.
Esa inteligencia suprema se expresa, también, como ley cósmica dentro de la conciencia de cada ser, por medio de la cual realiza su labor creadora en el eterno presente.
Efectos inteligentes denotan causas inteligentes. La Creación toda es un efecto de una causa suprema que rige todo por la ley cósmica.
En todo cuanto existe se observa la misma vida fluyendo; la misma inteligencia, latiendo, y dirigiendo el curso de los acontecimientos.
Es la misma inteligencia suprema que actúa en cada hombre, en cada animal, en cada vegetal y en cada mineral, realizando el prodigio de la creación perenne.
Quien quiera verla, a la inteligencia infinita, la verá en todo cuanto existe. La observará en sí mismo y en cada ser con quien entra en contacto, cada día. La observará en cada flor, cuando al abrirse a los nuevos rayos, cada día, parecería decirle al observador absorto y admirado de su belleza: Te amo.
La inteligencia infinita del universo, de la causa primera, fluye como amor, como justicia, como fortaleza, como templanza, como belleza y como expresión de cada uno de los valores universales. Lo hace por medio de los sentimientos inherentes expresados en la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos naturales.
La sabiduría de los valores universales, o atributos de la Divinidad, constituye la expresión más avanzada de la inteligencia de la Divinidad. Ella realiza silenciosamente su labor por medio de cada ser.
Toda obra existente en el universo, que no haya sido realizada por el ser humano, es la expresión de la inteligencia universal que trasciende la del ser humano, y la de cada ser de los cuatro reinos naturales.
Cada uno de los seres de los cuatro reinos naturales coadyuva con la inteligencia universal en las múltiples manifestaciones de la vida, de los fenómenos que les son inherentes, y de la Gran Obra cósmica.


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VIERNES


ATRIBUTOS DE LA DIVINIDAD


10.     Puede el ser humano comprender la naturaleza íntima de Dios?
-“No: necesitaría un sentido que le falta”-.

11.   Será otorgado al ser humano comprender el misterio de la Divinidad?
-“Cuando su espíritu, liberado de la opaca luz de la materia, por su perfección se haya acercado a Dios, lo comprenderá, cuanto la criatura puede comprender el Creador”-.
Las facultades del ser humano, en sus grados inferiores de desarrollo, no le permiten de comprender la naturaleza íntima de Dios. En la infancia de la humanidad, el ser humano lo confunde, con frecuencia, con la criatura, de quien le atribuye las imperfecciones; empero, en cuanto se desarrolla en él el sentido moral, su pensamiento penetra mejor en el fondo de las cosas, formándose una idea más justa y conforme a la razón, aunque siempre perfectible.

12.   Si no nos es dado comprender la naturaleza íntima de Dios, podemos, nosotros, concebir algunas de sus perfecciones?
-“Algunas sí. El ser humano las entrevé con el pensamiento tanto mejor cuanto mas se eleva por encima de la materia”-.
Allan Kardec


10

Podríamos complementar la respuesta anterior de la siguiente manera, tomando en cuenta el contexto de las respuestas a las preguntas que siguen:
-“No; necesitaría un sentido que le falta, aún, por desarrollar”.
El ser humano, y cada uno de los restantes seres en los cuatro reinos naturales, han emanado a la conciencia individual, a partir del Ser Universal, perfectos, dotados, potencialmente, de todos los atributos divinos, análogos a los de Él. La única diferencia reside en que los del Ser Universal se encuentran desarrollados en todas sus vertientes y variantes, en grado infinito, y los de los seres individuales, se encuentran dotados de potencialidad que desarrollarán en el eterno presente, sin límites de ninguna naturaleza, en la medida en que se vayan ampliando las percepciones de sus estados de conciencia.
Es decir, los grados evolutivos de la conciencia se expresarán mediante una ampliación constante de sus aptitudes perceptivas y de comprensión, y en sus capacidades de hacer o dejar de hacer, expresando el poder creador potencialmente infinito, de acuerdo con los grados de necesidades que se vayan experimentando, en el aquí y ahora. Es preciso tener presente, al igual que se explica en el comentario de la respuesta a la pregunta Nº 81, que el Ser Universal emana a la conciencia individual, en el Alma Universal, en cada uno de los seres de los cuatros reinos naturales, sin dejar de ser Él mismo, y sin separarse de Él mismo, por lo cual, cada ser individualizado es el mismo Creador que inicia su respectivo rol dotado con los mismos atributos, y con libre albedrío, desde cero grado de progreso, pero con el mismo potencial infinito, tanto en conciencia perceptiva como en poder creador, que expresará en la medida que las necesidades existenciales lo vayan requiriendo, en su ascenso evolutivo gradual, y como expresión de la voluntad de la Divinidad, de la cual es instrumento.
Es decir, en la medida que cada uno de los seres se vaya conociendo a sí mismo, en ese mismo grado reconocerá, en sí mismo, a Dios, el Ser Universal, percibiendo que todo es Uno.
La clave reside en conocerse a sí mismos, y percibir, en la propia conciencia, el lenguaje de los sentimientos con que, constantemente, se comunica el Ser Universal, con cada quien, en los cuatro reinos naturales.
Allí, en la conciencia, se expresa el conocimiento de la Verdad Universal, relativa a los valores universales, o atributos divinos, y el Poder Creador, en la medida, y grados, en que los va precisando.
Podemos concluir, contundentemente, que cada uno de los seres en los cuatro reinos naturales, ya conoce al Ser Universal, lo que ocurre que no lo recuerda, aún, en la conciencia individual. Empero, cuando oportunamente le vuelva a percibir, en su esencia, se percatará de que ya le conocía.
Esta es la razón por la cual los sufíes practican el constante recuerdo del nombre de Dios, recordando al Recordado, se Le llega a recordar, en un momento dado.
Es preciso recordar que donde se centra la atención se expande la conciencia. Si centramos la propia conciencia en Dios, el Ser Universal, comenzamos a percibirle, gradualmente, en mayor grado, cada vez más, y a adquirir la conciencia de los atributos divinos, o valores universales, como aptitud perceptiva, comprensiva, y capacidad creadora-realizadora, en armonía con los planes trazados en la Ley Cósmica.

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La Doctrina Universal denota que, a través de los tiempos han existidos seres que han tenido una percepción en grado muy elevado de la Divinidad, que se corresponde ampliamente con la realidad susceptible de ser captada en los actuales estados de conciencia. Nosotros ignoramos el grado de percepción que cada uno de los seres de los otros tres reinos naturales posee de Dios. El ser humano, muy engreído de sí mismo, estima que los seres de cada uno de esos reinos, carecen de espíritus, y capacidad de pensar, empero, la realidad es que ellos sí poseen el mismo Espíritu del Ser Universal, dotado con análogos atributos divinos, potencialmente infinitos, con una conciencia que constituye una réplica idéntica a la de Él. Dado lo anterior, estando los seres de cada uno de esos reinos naturales libres del condicionamiento limitante de los seres humanos, su capacidad perceptiva trasciende la de los humanos, como lo demuestran incontables pruebas, percibiendo y, probablemente, comprendiendo la naturaleza de la Divinidad en mayor grado que los seres humanos.
La percepción de que todo es UNO, y de que cada uno de los seres, en los cuatro reinos naturales, es una emanación del Ser Universal, formando una unidad indisoluble con Él, es universal, y ha sido percibida en todas las épocas y culturas, desde la más remota antigüedad: Las diversas doctrinas orientales, el Hinduismo, el Taoísmo, el Sufismo, el Yoga, y el Kriya Yoga, la Masonería Universal y el Espiritismo, entre otras corrientes de pensamientos. Los pensadores más relevantes como Hermes Trismegisto, Tales de Mileto, Pitágoras, Moisés Maimónides, Al-Ghazali, Ibn Arabi, Rumi, Kabir, Ramakrisna, Gandhi, Tagore, Paúl Brunton y Joaquín Trincado, entre otros incontables más, han tenido percepciones sobre la Divinidad de gran interés, con una constante coincidencia. Esa es la razón por la cual se hace preciso conocer todas las corrientes de pensamiento que conforman la Doctrina Universal: todas constituyen una herencia espiritual de la humanidad, por encima de las cuales debe predominar, únicamente, la verdad universal.

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Trascendiendo la conciencia objetiva y la lógica del razonamiento inductivo y deductivo, así como el propio ego, interiorizándose, el ser humano puede percibir, en la propia conciencia, por el lenguaje de los sentimiento, los valores universales que conforman los atributos divinos, de acuerdo al grado de necesidades que experimenta, y en el foco de atención en que centra su conciencia perceptiva. En estado de interiorización, en meditación, el ser humano puede, intuitivamente, o mediante la inspiración, percibir los atributos de la Divinidad y comprenderlos en determinado grado, como una guía de vida. El sentimiento de los valores universales, expresados por el Ser Universal en la conciencia de cada ser, en los cuatro reinos naturales, es posibles percibirlo, aún, en la conciencia objetiva, en la vida diaria. En la medida en que se aprende a escuchar el mensaje que conllevan, centrando la atención en las percepciones intuitivas e inspirativas, la aptitud perceptiva se va afinando, siendo más nítida su guía y lúcido el conocimiento que aporta.

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SÁBADO



13.     Cuando decimos que Dios es eterno, infinito, inmutable, inmaterial, único, omnipotente, supremamente justo y bueno, no tenemos, nosotros, la idea exacta de sus atributos?
-“Según vuestro modo de ver, sí, porque con esta palabra creéis de abarcar todo. Sabed, pero, que existen cosas superiores a la inteligencia del ser humano más inteligente, para expresar las cuales, vuestro lenguaje, limitado a las ideas y sensaciones humanas, no posee vocablos. La razón, en cambio, os dice que Dios debe tener todas las perfecciones  en grado supremo, por cuanto, si dejase de tener una sola, o si una sola no lo fuese en grado infinito, Él no sería superior a todo, y por consiguiente no sería Dios. Para estar por encima de todo, Dios no debe estar sujeto a ningún cambio, y no debe tener alguna de las imperfecciones que pueden ser concebidas por la mente humana”-.
Dios es eterno: si Él hubiese tenido principio, habría salido de la nada, o debería su creación a un ser anterior. En tal guisa remontamos de grado en grado al infinito, y a la eternidad.
Él es inmutable: si estuviese sujeto a cambios, las leyes que rigen el universo no tendrían estabilidad.
Él es inmaterial: es decir: su naturaleza difiere de todo aquello que llamamos materia; diversamente no sería inmutable, por cuanto estaría sujeto a las transformaciones de la materia”.
Él es único: si hubiesen más Dioses, en el ordenamiento del universo no habría ni unidad de concepto, ni unidad de potencia.
Él es omnipotente: por cuanto es único; si no tuviese la suma potencia, habría alguien más poderoso, o por lo menos de igual poder que Él; por lo cual no habría hecho todas las cosas, y aquellas que no hubiese hecho Él serían obras de otro Dios.
Él es supremamente justo y bueno: de hecho, la providencial sabiduría de las leyes divinas se revela, de esta manera, en las cosas más pequeñas así como en las más grandes, y tal sabiduría rinde imposible el dudar de su justicia y de su bondad.
Allan Kardec


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El ser humano sólo puede tener una percepción de los atributos de la Divinidad de acuerdo con su propio nivel perceptivo, estados y estaciones –grados- de conciencia.
Sin embargo, esa percepción de los atributos divinos, en este momento, y en la escala del infinito progreso, oscila entre cero e infinito grado de conciencia. Por supuesto, en cada mundo, de la inmensa cantidad de los existentes que se encuentran poblados de humanidades más avanzadas, o menos que la tierra, se posee una visión relativa, y, ciertamente, en proceso constante de expansión.
El atributo primordial de la Divinidad es la Conciencia, asiento de la ley cósmica, eterna e inmutable.
La Divinidad está consciente de sí misma y de todo lo existente en el Universo, ya que ella se encuentra en cada Espíritu de los cuatro reinos naturales. La conciencia de cada ser es una réplica exacta de la que posee la Divinidad. Es más, en cada ser su conciencia es "la misma" que posee la Divinidad. Siendo el Espíritu de cada ser una emanación de la Divinidad a la conciencia individual, sin dejar de ser la Divinidad y sin separarse de ella, es la clave para entender su grado de conciencia de lo que ocurre en todo el universo. La Divinidad es la conciencia universal por excelencia, en grado infinito, en todas las vertientes y variantes. La de cada ser, en los cuatro reinos naturales, es potencialmente infinita, pero que eternamente debe desarrollar.
Estando la ley cósmica sustentada por la totalidad de los valores universales, éstos constituyen los atributos de la Divinidad, o los sentidos cósmicos.
En la Divinidad los atributos se encuentran desarrollados en grado infinito, en todas sus vertientes y variantes.
En el ser humano, siendo los atributos divinos los mismos que los de la Divinidad, empero, los tiene desarrollados en determinado grado. Ese será siempre el nivel perceptivo de los atributos de la Divinidad.
En la medida en que el ser humano desarrolle en mayor grado sus propios atributos divinos, y se conozca más a sí mismo, en idéntico nivel o estado de conciencia percibirá, y comprenderá tanto los atributos divinos, -valores universales-, como a la Divinidad.
 Quilón, el Lacedemonio, -uno de los siete sabios griegos-, inscribió en el portal del templo de Apolo, en Delfos de la antigua Grecia: -"Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios sino conocerse a sí mismo".
Esa es la razón por la que tantos pensadores han sustentado la misma idea; -"Hombre, conócete a ti mismo y conocerás a Dios".
Evidentemente, la Divinidad posee una voluntad desarrollada en grado infinito, asiento del poder creador universal.
Siendo la Divinidad causa suprema de todo lo existente, todo lo que existe forma parte de ella misma. La Divinidad, por ende, se encuentra en todas partes. Tiene, simultáneamente, conciencia de todo lo que ocurre en cualquier lugar del infinito universo. Es omnisciente.

Es fuente de toda vida, por su emanación a la conciencia individual, en cada ser.
Es fuente de la energía universal que mantiene en eterno movimiento todo el universo.
Es, como Conciencia Suprema, la "Guardiana cósmica" por excelencia. Vigila permanentemente la realización de la gran obra y "paga" el salario cósmico. Guía, por la inspiración de los sentimientos análogos a los valores universales dentro de la conciencia, e ilumina, asiste y protege a cada ser.
La Divinidad es voluntad, o anhelo de ser; cada ser en los cuatro reinos naturales es una expresión de esa voluntad y anhelos divinos.

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DOMINGO


PANTEISMO

14.     Dios es un ser distinto, o es, según la opinión de algunos, el conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo?
-“Si así fuese, no existiría Dios, por cuanto Él sería el efecto y no la causa. Él no puede ser al mismo tiempo una cosa y la otra. De la existencia de Dios no podéis dudar; y esto es lo esencial. Hacedme caso y no vayáis más allá. No os perdáis en un laberinto, del cual no podríais encontrar la salida, lo cual no os haría mejores, quizá os rendiría un poco más orgullosos, por cuanto creeríais de saber, mientras que, en realidad, no sabríais nada. Poned aparte todos vuestros sistemas. Tenéis muchas cosas que os tocan más de cerca, comenzando por vosotros mismos; estudiad vuestras imperfecciones con el fin de liberaros, y esto resultará más proficuo que el querer penetrar lo impenetrable.

15.   Qué debemos pensar de la opinión según la cual todos los cuerpos de la naturaleza, todos los seres, todos los globos del universo serían parte de la Divinidad, e constituirían, en su conjunto, la Divinidad misma? En otros términos: Qué debemos pensar de la doctrina panteísta?
-“Que el ser humano, no pudiendo ser un Dios, quiere ser, por lo menos, una parte”-.

16.   Aquellos que profesan esta doctrina, pretenden encontrar en ella la demostración de algunos de los atributos de la Divinidad y razonan de esta manera: Los mundos son infinitos, por lo tanto es infinito, también, Dios. El vacío o la nada no existe en algún lugar, por lo cual Dios está en todas partes. Estando en todas partes, ya que todo es parte integral de Él, Dios da a todos los fenómenos de la naturaleza el carácter de la inteligencia. Qué objeción se puede oponer a esta opinión?
-“La razón. Reflexionad bien y no os será difícil descubrir la absurdidad”-.
Esta doctrina hace de Dios un ser material, que, si bien dotado de inteligencia suprema, sería en grande lo que nosotros somos en pequeño. Ahora, si así fuese, por cuanto la materia se transforma perennemente, Dios no tendría estabilidad alguna, estaría sujeto a todas las mutaciones y a todas las necesidades del ser humano y le haría falta uno de los atributos divinos más esenciales, cual es el de la inmutabilidad.
Las propiedades de la materia son incompatibles con el concepto de Dios, y no hacen más que profesarlo. Todas las sutilezas del sofisma  no alcanzarán jamás a resolver  el problema de su íntima naturaleza. Por otra parte, si no sabemos lo que es Dios, conocemos bien, en cambio, lo que Él no puede ser. Ahora, este sistema está  en abierta contradicción con los atributos divinos más esenciales, y confunde el Creador con la criatura, como si se dijese, que una maquina ingeniosa es una parte integral del mecánico que la ha concebido.
La inteligencia de Dios, se revela en sus obras, al igual que la de un pintor en su cuadro; empero, las obras de Dios no son Dios como el cuadro no es el pintor que lo ha realizado.
Allan Kardec


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Si bien es cierto que el ser humano, en un momento dado, tiene cosas prioritarias a las cuales precisa centrar su atención, estando dotado de un potencial sin límites por el Creador Universal, y conformando una unidad perfecta e indisoluble con Él, no puede aceptar limitación alguna por parte de nadie en su ascenso evolutivo ni en sus ansias de conocimiento.
El ser humano, simplemente anhela saber y frente a los enigmas universales, persistirá desentrañando hasta sus mínimos detalles, aunque eso le lleve la eternidad y siempre encuentre un más allá que descubrir o desentrañar.
De manera que, ninguna persona debe aceptar que nadie le imponga límites de ninguna naturaleza, por cuanto, si tiene un objetivo claro de conocimiento, y con paciencia se avoca al estudio, en el tiempo suficiente, y con persistencia, llegará a conocer la verdad universal, gradualmente.
Por supuesto, cada etapa de la vida humana, en el devenir histórico, tiene sus respectivos objetivos de estudios que se corresponden con determinado estado de conciencia, pero es la misma naturaleza intuitiva del ser que le hace presentir que hay algo más de lo que ahora percibe, y esa percepción es la que le pone en movimiento hacia su búsqueda, hasta encontrarle, en una eterna polarización.
La pregunta, en esencia, quiere diferenciar si Dios es “algo”, o “alguien” diferente al conjunto de todo lo existente, en el universo, o es “el conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo”.
En la respuesta, se soslaya tratar el tema de una manera directa, empero, se da un aporte esencial, y aclaratorio, por una parte, cuando se dice: -“Si así fuese, no existiría Dios, por cuanto Él sería el efecto y no la causa. Él no puede ser al mismo tiempo una cosa y la otra”.
Esto se refiere, fundamentalmente, a que “Dios no es “el conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo”, que constituye un enfoque panteísta de Dios.
Recordemos, por analogía, una definición del Tao, de Lao Tse: -“Tao es todo lo que existe y puede llegar a existir”.
“El conjunto de todas las fuerzas y de todas las inteligencias reunidas del universo”, constituye, únicamente, una parte de lo que, en un momento dado, ha emanado a la conciencia individual, en el alma universal, como entes inteligentes, en los cuatro reinos naturales, pero no constituye ni toda la Divinidad, ni todo el potencial manifestado, en la dimensión física, ni todo el potencial desarrollado en la inteligencia de todos los entes espirituales, en los cuatro reinos naturales, ya que, eternamente, seguirán desarrollándose en más elevados estados de conciencia; y, por supuesto, tampoco constituye todo lo manifestado a nivel físico, en todos los mundos del universo, ya que, el universo se encuentra en una constante renovación, y expansión.
Recordemos que, Dios emana a la conciencia individual, en el alma universal, en los cuatro reinos naturales, tantas veces como sea necesario, en la Creación de un nuevo mundo, sin separarse de la Divinidad, y sin dejar de ser la Divinidad. Posteriormente, cada uno de estos entes espirituales se ocupará de realizar el trabajo de la manifestación precisada en la expansión de la Creación universal. Pero, jamás, todo esto, ni todos los entes manifestados en la conciencia individual, constituyen, ni constituirán, jamás, toda la Divinidad, por cuanto el potencial de la Divinidad, para emanar a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, es infinito, y jamás tendrá límites algunos de ninguna naturaleza.
Por otra parte, “el conjunto de todas las fuerzas” manifestadas en la expresión tangible del universo, en los inmensos mundos, no es toda la energía universal que constituye un atributo de la Divinidad, ni es toda la fuerza de voluntad expresada por los entes espirituales de los cuatro reinos naturales, ni toda la fuerza de la Divinidad, en todas sus vertientes y variantes, a nivel de voluntad y de sentimientos análogos a los valores universales, y cualesquiera otros aspectos conocidos o por conocer.
Luego, en la respuesta, se sugiere: -“…estudiad vuestras imperfecciones con el fin de liberaros, y esto resultará más proficuo que el querer penetrar lo impenetrable”.
No deja de ser una sugerencia ya percibida por Quilón y por Mahoma, entre otros, es decir, la de conocerse a sí mismos, y de esa manera, conocer a Dios, por ser el Espíritu del hombre una emanación indivisa de la Divinidad, ´-pero, no toda la Divinidad-.

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Todos los mundos y seres que en un momento dado existen en manifestación activa, en el universo, en los cuatro reinos naturales, forman parte de la Divinidad, sin embargo, no constituyen toda la Divinidad, por cuanto el Creador Universal, sigue infundiendo vida a nuevos seres individuales, mediante la emanación de la Divinidad en el Alma individualizada, en los cuatro reinos naturales, y la Creación se encuentra en expansión constante. En síntesis, todo forma parte de la Divinidad, por ser una expresión de Ella; pero, no toda la Divinidad manifestada, en los cuatros reinos naturales, y en todos los mundos del universo, en un momento dado, es toda la Divinidad. Vendría a ser lo mismo que el Tao, de acuerdo con un aforismo de Lao Tse: -“El Tao que puede nombrarse no es el Tao. La sustancia del Mundo es solo un nombre para el Tao y Tao es todo lo que existe y puede existir”.

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En comentarios anteriores se ha explicado como cada ser en los cuatro reinos naturales: humano, animal, vegetal y mineral, constituye una emanación a la conciencia individual a partir de la Divinidad sin dejar de ser la Divinidad y sin separarse de la Divinidad.
Cada uno de los seres de los cuatro reinos naturales está dotado de una conciencia que es la réplica exacta de la de la Divinidad. Es decir, la conciencia de la Divinidad se encuentra presente en cada ser de acuerdo con los estados – valores – atributos desarrollados y en el respectivo nivel – grado – estación en que cada quien se encuentre.
La diferencia de la conciencia de la Divinidad con la de cada ser emanado a la conciencia individual consiste en que la Divinidad tiene su conciencia desarrollada en todos sus estados y estaciones, atributos y grados perceptivos, comprensivos y realizadores, en todas las vertientes y variantes. Mientras que, cada ser de los cuatro reinos naturales los tiene desarrollados en su respectivo nivel evolutivo.
Empero, la Divinidad es anhelo de ser y el ser individual la expresión de ese anhelo o voluntad de ser. La Divinidad actúa en cada ser por medio de la conciencia, manifestándose en ella por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales, por cuya acción ejerce acciones coercitivas, coactivas, de empuje y de bloqueo, de manera que, cada ser, pueda realizar la cosa correcta, en el lugar adecuado, en el tiempo perfecto de la Divinidad.
La Divinidad tiene plasmada, en su conciencia, la ley cósmica. El ser individual, también. La diferencia es el grado de desarrollo. En ambos, la ley cósmica es eterna e inmutable. Pero el ser individual adquirirá conciencia de la totalidad de la ley cósmica durante la eternidad, sin agotarla jamás, ya que los valores universales que la sustentan son infinitos en sus grados perceptivos –estaciones perceptivas- de la verdad universal. En su eterno viaje de regreso del ser individual, en los cuatro reinos naturales, hacia el Ser Universal, va adquiriendo conciencia de los estados-atributos divinos-valores universales, pasando de una estación a otra, de un grado a otro, en la eterna e infinita escala de la polarización universal. Es un trabajo de alquimia espiritual transmutándose cada ser de un grado de conciencia a otro más elevado, en todos los estados de conciencia, atributos divinos o valores universales.
Además, estando el infinito universo lleno de la energía universal cuya fuente es la misma Divinidad, como si la misma Divinidad, – Espíritu universal, tuviese diferentes escalas de frecuencias vibratorias -según los reinos naturales que existen, de la cual se alimentan cada uno de dichos reinos-, la presencia de la Divinidad se encuentra en cada ser de cada reino natural, sin dejar de ser la Divinidad y sin separarse de la Divinidad.
Pese a la aparente diversidad entre la dimensión espiritual y la física, ésta se encuentra vivificada por los entes espirituales de los cuatro reinos naturales.
En toda expresión de vida en la dimensión física, se encuentra la Divinidad que anima esa vida; y toda expresión de vida forma parte de la Divinidad sin ser toda la Divinidad, pero, es la Divinidad. Una paradoja digna de constante meditación.

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