©Giuseppe Isgró C.
03-06-2021
Recuerdo una clase magistral que impartiera uno de los
mejores oradores que he oído a lo largo de tantos años: fue una noche del año
1968, en el Liceo Tomás Alfaro Calatrava, -uno de los dos principales, en la
región- en el curso de: Castellano y Literatura del tercer año de Bachillerato.
El profesor Ramón Rodríguez Bello, esa noche se explayó con un extenso discurso
sobre La Evasión y el Retorno.
De las múltiples meditaciones que he efectuado sobre el
argumento, ya en temprana edad, en un poema intitulado: El Retorno a la natura,
en un libro de juventud, con el mismo título, de poesías y ensayos cortos,
expresé:
-“Es que sin pensarlo, todo implica retorno
al punto de evasión, ya experimentados,
después de todo, uno es el principio, uno es el fin,
en la natura está el principio
que es la vida,
en ella está ese fin
que no es la muerte.
Es la evolución”.
El recorrer de la vida enfrenta a cada ser, en los cuatro
reinos naturales, a una constante probabilidad de evasión y retorno, hasta que se descubre el Gran Secreto: Afrontar la realidad cara a cara.
Hasta ese momento, las circunstancias ejercen un gran
influjo sobre cada ser que las experimenta, arrojándole a la deriva, como
cabalgando en un caballo desbocado que hace del jinete lo que se le antoja, hasta
que éste descubre que, a pesar de todos los vaivenes, y de los intentos del indócil
corcel, nada de todo lo que temía aconteció y se percata que puede permanecer
firme en la precipitada carrera, sujetar con seguridad las riendas en sus manos, y
conducir al noble, aunque de momento ofuscado animal, en la dirección que él
desea y hasta donde quiera conducirle.
Ese noble ser humano descubre que sí puede tomar el control de su
vida y emprender el retorno hacia el verdadero camino que forma parte de su plan existencial. A pesar de
todo, la evasión le aporta una valiosa experiencia que le permite darse cuenta de lo que no debe
hacer; es decir, todo aquello que deja de aportarle resultados útiles y gratificantes. Esa experiencia
tiene inmenso valor, siempre y cuando se sea capaz de experimentar vergüenza
por los errores en que se ha incurrido, y de esa manera capitalizarla como un tesoro. La vergüenza es un freno, y representa un estado de conciencia que permite mantenerse dentro de los parámetros de una vida virtuosa, útil y efectiva.
Se realiza, gradualmente, el descubrimiento de que, ya,
previamente, la persona sabía lo que debía hacer, y de que, intuía que podía
controlar la situación. Empero, en vez de afrontar la situación, o el emocionante reto, o, tomar la decisión de no abandonar a mitad
de camino, cuando las cosas suelen ponerse menos fáciles, o, muchas veces, sin siquiera
detenerse a pensarlo, pasar a la acción evasiva por costumbre, lo que inhibe la
posibilidad de que aflore la conciencia del propio poder y el conocimiento inherente, para
solventar cualquier situación y recabar el debido provecho, como oportunidad latente al alcance de sus manos.
La experiencia de la evasión facilita la percepción clara
de que, desde el momento en que asume afrontar la realidad, comienza a
redimensionarla objetivamente, tal cual es, no maximizada por los efectos menos favorables de la imaginación. Toma el control de la misma, comprende los aspectos inherentes y los probables cursos de acciones
antepuestos al propio alcance. Percibe que tiene el don del discernimiento y que debe
ejercerlo, diferenciando entre la verdad y la falsedad, entre el honor y el
deshonor, entre la dignidad y la ausencia de la misma, entre la nobleza de carácter y su eventual iniquidad, entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto.
Cada quien posee el poder de la elección en sus manos, al decidir entre
la evasión y el retorno al dominio de sí mismo y de la situación, afrontando la realidad sea cual fuere. Ese
conocimiento del don de elegir que posee, la permite ser dueño de su destino, y del poder creativo de realización, completando la trilogía del gran secreto: Percibir,
comprender y realizar. Siempre conserva la serenidad, y por ende, su lucidez mental y sosiego espiritual.
Se descubre, tal como lo hiciera Abraham Maslow en su tiempo, que toda necesidad genera
una fuerza motivacional capaz de impulsar a cada ser desde el lugar en se se
encuentra hasta aquel otro en que reside la satisfacción de la misma, o la solución de la situación que afronta. Tanto las necesidades como los retos que se asumen como objetivos de logros esenciales, extraen del depósito del ser interno, tanto el poder creativo suficiente, como el conocimiento inherente, bien sea por el cultivo del arte, por intuición o por inspiración, del qué, del cómo, del dónde, del cuándo, del quién, del cuánto y del por qué. Empero, la clave esencial es la de afrontar cara a cara la realidad, y asumir el reto situacional a que ha lugar, sin evasión de ninguna naturaleza. Por eso los antigüos decían: -"Hazlo y tendrás el poder"
Si alguna vez, o muchas veces, se cae, como decía Confucio, de
lo que hay que vanagloriarse, no es de nunca haber caído, sino de levantarse
cada vez que fuera necesario.
Como lo afirmaba, y sugería, Napoleón Hill, descubre el gran secreto de
que, en toda adversidad que se afronta, siempre se genera un beneficio equivalente, o, aún mayor.
Ten presente que toda oportunidad genuina, siempre viene envuelta en
situaciones por resolver. Hay que ver más allá de las apariencias y descubrir la nuez dentro de la cáscara.
Es preciso darse cuenta, como decía Sathya Sai Baba, de que: -“Nadie... puede
aislarse y decir: “Este no es mi trabajo; es la responsabilidad de aquel hombre
o aquel grupo”. (…). Luego, agrega: -“Entonces, -la Nación- será feliz y
próspera. Cada quien habrá de cumplir con los deberes del papel que desempeñe
con actitud de adoración” –a la Divinidad-. (…). Es importante percibir de que, cada quien es responsable de hacer aquello de lo cual tenga cvonciencia que alguién debe realizar. Ese alguien es la misma persona que percibe. Percibir implica responsabilidad: Nadie tiene derecho de cerrar los ojos a la realidad inminente que observa y evadir la obligación de contribuir a la solución que corresponda en el entorno del que se forma parte. Existe el deber -moral-, en primer lugar, y por mandato de la justicia divina, en segundo lugar, de contribuir a la solución, o mejoras, de lo que se tenga conciencia que debe hacerse: La contribución puede ser aportada de múltiples manera, depende de cada quien. El salario cósmico que se devenga es inherente, y equivalente, al esfuerzo y resultados desplegados. Igualmente lo es el demérito colectivo en un entorno en que nadie toma la iniciativa de hacer lo que es tarea de todos, ya que los derechos van aparejados a los deberes cumplidos y/o por cumplir, en forma continúa.
El gran secreto es: que cada ser es el caminante, que con
la evasión va descubriendo que él mismo es el camino, y no las diferentes
sendas físicas que recorre, que constituyen las oportunidades de realización puestas al propio alcance, y que, a medida que va llegando a las incontables
metas parciales, y temporales, por turno, ad infinitum, -y desde siempre-, percibe, también,
que es, él mismo, la fuente a la que se dirige. Igualmente, que siempre ha estado en casa,
poseyendo todos los tesoros, los poderes y los conocimientos,
escondidos dentro de su ser, empero, se da cuenta de que lo ignoraba.
Las situaciones, las necesidades y las inquietudes según los tiempos, van confrontando a cada ser con las realidades existenciales, en sus estados de
conciencia, en las estaciones de turno, en la eterna polarización, y cuando, en
vez de evadirse, o seguir haciéndolo, decide afrontar, serena y confiadamente,
lo que le compete, cumpliendo su deber, asumiendo el rol y el
reto, inherentes, comienza a aflorar tanto el propio poder potencialmente infinito, en el
grado precisado, como el conocimiento necesario y suficiente para resolver todo
lo que precisa serlo, o alcanzar la meta anhelada.
Percibe que lo tenía todo dentro de sí, pero, como ya se dijo, lo ignoraba.
La experiencia, afortunadamente, le permite descubrirlo, y ganar la confianza suficiente para
abordar la siguiente etapa, en la eterna polarización de un estado
de conciencia a otro más elevado, en las infinitas estaciones de la misma.
Siempre encuentra un más allá en nuevas oportunidades de progreso, cada vez en un mejor nivel, lo cual le aporta sentido a la vida.
Entonces, se emprende el eterno camino de retorno del ser
individual al Ser Universal, para extraer de sí todo lo que es inherente a la
fuente universal, de la que es parte indivisa, sin jamás lograr hacerlo. Una
paradoja.
Empero, es la gran misión, el eterno reto, pero, con todo, jamás logrará agotar
en su totalidad lo que compete a esa finalidad de la expansión universal. A pesar de que jamás se
completará la tarea, por los eternos alcances que les son inherentes, seguir en el camino de retorno a la fuente, es la senda,
la única, aunque multifuncional, en que irá derivando su salario cósmico: Percibe, comprende y desarrolla su sentido de la vida, siempre a un mejor nivel, según las inquietudes de los tiempos.
Encuentra la justificación para afrontar, siempre ad infinitum, el emergente reto existencial, en la expansión de la Creación Universal. Es lo único que permitirá aflorar el poder potencialmente infinito, y adquirir la
experiencia, que es lo que se precisa, en forma gradual y eterna.
Se requiere conocer, gradualmente, los parámetros de los
valores universales dentro de los cuales enmarcar los pensamientos, los sentimientos,
las palabras y los actos.
La gran experiencia, marca la diferencia: Es el salario
cósmico.
Ideas expresadas a vuela pluma:
1) Afrontar cara a cara la realidad, y el inherente reto que corresponda, para tomar
el control de las situaciones, y de la propia vida. Enunciar los objetivos de solución, y de realización, por escrito, para darle carácter de permanencia, en el espacio y tiempo, a corto, mediano y largo plazo.
2) Siempre se puede, si se cree poderlo hacer y
no se abandona a mitad de camino, jamás. En el momento en que, cada quien se
niega en abandonar, en los momentos menos fáciles, se activan los poderes
creadores de la mente, y comienzan a surgir las coincidencias que aportan la
solución apetecida, o la realización del objetivo antepuesto como meta
temporal.
3) Afrontar, positiva, serena y creativamente, a
la hora de la verdad, permite tomar el control de la situación. Es el momento
en que se redimensionan las cosas a lo que realmente importa: A la esencia de
las mismas.
4) Afrontar, representa mirar cara a cara la propia realidad, y discernir la verdad, de lo que no lo es, o de lo que se cree serlo.
Diferenciar el grano, de la paja; lo que importa de lo que ha dejado, ya, de ser esencial. Es cuando se percibe que el camino que se recorre es el camino, o,
eventualmente, que no lo es. Entonces, cesa la evasión y se emprende el
retorno, fortalecido, al punto de evasión.
5) Empero, el
camino, cualquiera que se siga, siempre es el camino, por cuanto, el verdadero
camino no es el físico que se recorre, sino el mental. Es la propia mente, el
Espíritu. El punto de partida es uno solo y el mismo para todo, y todos, La
meta que se persigue, es, igualmente, idéntica: Encontrarse a sí mismo;
conocer los inmensos tesoros que se poseen y utilizarlos para el bien común.
6) Hay un poder que lo ordena todo sobre la base de la suma
existencial individual, fruto de la experiencia personal. Todo es regido bajo la égida de la ley de
afinidad, por el veredicto dado en la balanza de la justicia divina, y a la aplicación de la gran ley matriz universal: El amor. Aquí reside el secreto
que une al servidor con el que es servido.
7) Afrontar la realidad, sea cual fuere, permite
descubrir el gran secreto que se esconde dentro de cada ser, en los cuatro
reinos de la naturaleza: ¡Siempre se puede, tal como ya se dijo! Hay que
emprender, conscientemente, el eterno camino de retorno hacia la fuente. Es
preciso afrontar todo lo que sea de la propia incumbencia, con serenidad,
confianza, voluntad e imaginación perceptiva, comprensiva y realizadora,
desempeñando el trabajo activo, sosegado, justo y perfecto, ad infinitum. El trabajo asumido y el rol que se desempeña, así como los resultados obtenidos, señalan, silenciosamente, lo que, cada quien, es, representa o tiene, como bagaje de experiencia: su verdadero tesoro, o salario cósmico.
EL RETORNO A LA NATURA
©Giuseppe Isgró C.
Poblado de
hermosas flores
de la natura el
jardín,
del humano ser
embellece
su paso por las
existencias.
Natura fuente de
vida que vibra
manantial
fluídico de supremo amor,
al hombre ofrece
albergue y en su taller
experimenta,
preciados secretos desentraña;
pero no eran
secretos.
El hombre mientras
avanza rasga el velo
que libera su
inteligencia.
La natura cual
libro abierto se muestra al hombre,
el hombre
imprudente se precipita,
y tal como dijera
Carrel
un mundo
artificial se creó.
No le rigen leyes
naturales,
del hombre las
necesidades no yacen satisfechas.
Allí el desconcierto
del hombre en el
abismo del conocimiento;
agobiado en el
mundo que se ha creado
no satisfecho
marcha, no feliz vive,
pero en la fuente
no busca
la causa del
desconcierto.
Quizá sean los
poetas
quienes del
retorno a la natura iniciados,
saturados de la
romántica poesía,
igual que
filósofos y antiguos aedas,
en la natura de
nuevo se inspirarán
en ese mensaje que
del más allá
nos trae la
poesía.
Es que sin
pensarlo, todo implica retorno
al punto de
evasión, ya experimentados,
después de todo,
uno es el principio, uno es el fin,
en la natura está
el principio
que es la vida,
en ella está ese
fin
que no es la
muerte.
Es la evolución.
Recitada en “Atardecer Poético”, el Domingo
13-07-1969.
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