jueves, 14 de enero de 2010

¡JUSTICIA ETERNA! LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER


LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER
¡JUSTICIA ETERNA!
Por AMALIA DOMINGO SOLER
Del libro: LA LUZ DEL ESPÍRITU

Suceden en la Tierra casos tan extraordinarios, que se dice con profunda convicción: ¡Cuantas injusticias! ¡Cuántas atrocidades se cometen en este mundo! ¡Cuán ciega es la justicia humana! Condenando a seres inocentes, no sólo a prisión, más o menos larga, sino que lleva su inaudita ceguedad hasta condenar a muerte a infelices que la fatalidad hizo aparecer culpables, estando en realidad exentos de pecado.
Estas quejas son muy justas, porque efectivamente, más de un inocente ha sido condenado a muerte y después de ejecutado, ha confesado un criminal que él era el autor del delito por el cual un desventurado había dejado de existir.
Nunca los jueces estudiarán bastante para sentenciar con estricta justicia, nunca sus observaciones y averiguaciones conseguirán vencer los obstáculos que se oponen a leer en el corazón de un hombre como en un libro abierto, para saber fijamente cual ha sido el derrotero de su vida. La jurisprudencia es la ciencia más profunda y la más difícil de estudiar con éxito, porque hay inocentes que se turban apareciendo culpables cuando les piden declaración y hay en cambio criminales que hasta al pie del cadalso, niegan el delito por el cual son condenados a muerte.
Nosotros no condenamos a los jueces que castigan a los inocentes ni alabaremos su falta de penetración para juzgar y decidir el porvenir de un hombre y de la honra de una familia, porque creemos que sobre todas las torpezas humanas hay una justicia eterna que condena o absuelve premiando al inocente y castigando al culpable.
Este íntimo convencimiento de que existe una ley inapelable que no se inclina su balanza ni a favor del monarca, ni en defensa del mendigo, lo hemos adquirido por el estudio razonado del Espiritismo, por las admirables comunicaciones dadas por los espíritus, en las cuales hemos aprendido a no juzgar por las apariencias, a no condenar dejándonos llevar por la primera impresión, a no calificar a nadie de torpe, de inepto, o de mal intencionado; porque muchas veces el hombre es instrumento inconsciente de una ley justa que se cumple a través de los siglos, no dejando sin recompensa la acción meritoria y castigando al delincuente que merece sufrir una parte del dolor que a otros ha proporcionado.
Hemos visto por la comunicación de los espíritus, mejor dicho, hemos comprendido, que no porque un hombre tenga la astucia suficiente para ocultar su mal proceder, deja éste de ser a su tiempo víctima de sus propios desaciertos.
Podrá ser tan inteligente que consiga burlar a la justicia humana rodeándose de mil placeres obtenidos quizá por un asesinato, por una usurpación, por una estafa, por una felonía cualquiera, podrá hasta morir en su lecho colmado de honores y ser llorado por quien no conozca sus infamias, por quien ignore que es un miserable; podrá su cuerpo ser enterrado en lujoso y artístico mausoleo, podrá la iglesia entonar sus salmos y celebrar centenares de misas y hasta podrán los pobres bendecir su memoria por la donación que haya dejado para levantar un hospital, que éste es el máximum de la caridad humana; pero cuando su Espíritu se da cuenta de que su cuerpo ya no le pertenece, y que él vive sin haber entrado en el reino de los cielos a pesar que su familia no se cansa de hacer funerales y los pobres bendicen su nombre por el asilo que les ha legado, cuando conoce que el infierno, el cielo, el limbo y el purgatorio son parajes imaginarios, creados por las religiones para vivir de sus copiosas rentas, cuando lee detenidamente las memorias de sus existencias y encuentra en ellas que toda su hipocresía, que toda su astucia le ha servido únicamente para engañar a los terrenales, pero no para ocultar en el espacio sus desaciertos y sus crímenes; cuando descubre que el fingido filántropo llorado y bendecido por quien no le ha conocido a fondo, ha repartido una fortuna usurpada a seres inocentes, empleando la usura y la felonía para despojar a los desgraciados; cuando ve que la base de sus obras humanitarias es el robo oculto, la estafa bautizada con el nombre de negocio; cuando se ve despojado de sus lujosas vestiduras y se encuentra cubierto con los sucios y pestilentes harapos de sus miserias, entonces reconoce que no hay más que una ley y una verdad; no hagas a otro lo que no quieras para ti: ¿Querrá uno ser explotado? No; ¿Querrá uno ser engañado vilmente? Tampoco; ¿Querrá uno servir de escalón para el engrandecimiento de un malvado? De ninguna manera; lo que desea toda persona que tenga sentido común es ser amada, considerada y respetada por sus virtudes; porque nadie quiere ser malo; entonces no debemos en manera alguna prostituir a la niña inocente, ni hacer descender por la senda del vicio a la mujer casada, ni despertar la ambición del pobre ignorante, ni cometer los innumerables desaciertos que degradan a la humanidad de un modo inconcebible.
Para el engrandecimiento del Espíritu no hay más que dos caminos paralelos: el bien y la ciencia, por ellos se ha de ir simultáneamente. El Espíritu en su libre albedrío, podrá ir por los atajos creyendo que llegará más pronto, pero es inútil su veloz carrera; cuando llega al espacio se encuentra con la eterna verdad que, sin amor y sin sabiduría el Espíritu se estaciona, se degrada, se envilece y pasa centenares de siglos, viviendo sin vivir, porque no hace más que pagar deudas, que saldar cuentas, y cuando concluye una existencia se encuentra que no ha hecho más que padecer y que no tiene ante sí más que una serie interminable de humillaciones y de tormentos; porque la eterna justicia premia la virtud y castiga el vicio; y vuelve el hombre a la Tierra tantas veces sean necesarias para sufrir todos los dolores que él hizo padecer a los demás gozándose en su obra: así se ven personas buenísimas, víctimas en muchas ocasiones de atropellos incalificables sufriendo prisión preventiva años y años, resultando luego inocentes: he aquí porqué la justicia humana es torpe en diversas ocasiones y condena a muerte a seres inocentes en la actual existencia, pero no en sus encarnaciones pasadas.
Tiene en su ventaja el Espíritu que como le aguarda un tiempo ilimitado para pagar sus deudas las expiaciones más terribles las guarda para cuando tiene más fuerzas morales para resignarse con la adversidad, y así en muchas ocasiones vemos a diversas personas sufriendo tormentos horrorosos con la sonrisa en los labios, y se dice: ¡Fulano es un santo! ¡Mengano es un mártir!
¡Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados! Y en realidad aquella santidad, aquel martirio y aquella celestial resignación, no es más que el convencimiento adquirido por centenares de existencias de que “el que a hierro mata a hierro muere”.
Siempre nos han impresionado las desgracias de los mártires del infortunio, pero desde que estudiamos el Espiritismo nos interesan muchísimo más; porque cada injusticia humana representa para nosotros una historia terrible, en la cual la victima de hoy, ha representado ayer el papel odioso de tirano implacable o de verdugo complacido en ver sufrir a sus semejantes.
Bajo este supuesto, cuando leemos narraciones terroríficas que le dejan a uno emocionado durante algún tiempo, tratamos de preguntar al guía invisible de nuestros trabajos qué hay de cierto en lo que hemos leído, y qué nos puede decir sobre el pasado de aquel infeliz.
Como el móvil de nuestras preguntas no es otro que el de escribir para enseñar a los pobres a ser resignados, como no es la pueril curiosidad la que nos impele a interrogar, siempre encontramos a nuestro guía complaciente y cariñoso, diciéndonos a grandes rasgos, bien los episodios más interesantes de la vida pasada de aquel por quien le preguntamos, bien nos disuade de nuestro empeño diciéndonos que no merece tal asunto, que nos ocupemos de él.
Últimamente hemos leído el suelto siguiente:
Inocente condenado a muerte
“Preocupa mucho la atención de las gentes en Inglaterra, y muy particularmente jurisconsultos, el caso extraño de la grave equivocación cometida por los tribunales al fallar una causa equivocada por este horrendo delito”.
“En Noviembre de 1884, un horrendo incendio redujo a cenizas en el pueblecito de Green la quinta que habitaba miss Keyes, anciana señora que gozaba de generales simpatías por sus virtudes. Extinguido el fuego, se halló entre los escombros, ya calcinado, el cadáver de la infeliz señora: reconocido éste, se vio que presentaba varias heridas producidas por instrumento cortante y punzante. Este descubrimiento hizo ver a todos que el incendio se había producido para ocultar un asesinato y un robo”.
“Acusado de tales delitos, compareció ante el Tribunal de los Assises un sujeto llamado Lec, que hacía poco tiempo que había entrado al servicio de miss Keyes”.
“El desgraciado protestó siempre clamando por su inocencia, pero sus afirmaciones no lograron convencer a los jurados, que le declararon culpable, sin circunstancias atenuantes, siendo por consecuencia condenado a muerte”.
“El 23 de Febrero de 1885, Lec, fue entregado al verdugo, pero en el momento de ahorcarlo se rompió la cuerda. Según la ley inglesa el presunto criminal fue llevado de nuevo a la cárcel y juzgado por segunda vez. La sentencia le volvió a imponer la pena capital, que tampoco pudo cumplirse, porque la horca no funcionó bien”.
“Por tercera vez volvió al patíbulo y recibió la bendición del sacerdote, sin que tampoco la ejecución pudiera tener lugar”.
“Esta última vez, Lec fue trasportado a la cárcel más muerto que vivo”.
“Informado de lo sucedido el subsecretario del Interior, y creyendo ver en tan extraordinarios acontecimientos la mano de Dios, pidió y obtuvo de la reina de Inglaterra la conmutación de la pena”.
“Pues bien, el desgraciado Lec era inocente: su nombre aumentará los anales de las infelices víctimas de errores judiciales”.
“Días pasados un vecino de Green confesó in a r t ículo m o r t is ser autor del delito por el que el infeliz criado estaba en presidio”.
“El condenado inocente ha sido puesto inmediatamente en libertad, esperándose que se le concederá una fuerte indemnización que nunca compensará los perjuicios causados al infeliz Lec”.
La impresión que nos causó el anterior relato fue dolorosa, y sin perder momento aconsejados también por algunos compañeros en creencias, preguntamos a nuestro guía si era cierta tan lamentable y horrible historia.
“Desgraciadamente lo es, contestó nuestro amigo del espacio; aún encarnan en ese mundo los grandes criminales de ayer, aún tenéis que presenciar tormentos horrorosos, aún tenéis que tomar parte en tragedias espantosas, aún vuestro suelo desquebrajado se abre formando insondables abismos, para devorar en ellos miles y miles de infortunados que ayer entonaron alegres canciones al compás de los lamentos de sus siervos moribundos, arrastrados por caballos indómitos o descuartizados con refinada crueldad”.
Hay dos poderosos imanes en la creación, el bien y el mal: el primero atrae los heroísmos, las abnegaciones, los nobles sacrificios, los cuantiosos donativos, los trabajos personales en provecho de los afligidos, la manifestación espontánea de los más nobilísimos sentimiento; en cambio el mal atrae la codicia, la usura, la estafa, el engaño, la injusticia, la torpeza, el asesinato, el terremoto, el incendio, el naufragio, todas las calamidades, en fin, que afligen a la humanidad terrena, porque no creáis que los grandes cataclismos son dislocaciones de ese gran cuerpo llamado naturaleza, no; las explosiones en las minas, los hundimientos de la tierra, las tempestades que producen innumerables naufragios, son otros tantos medios de que dispone la eterna justicia para sanear ese planeta habitado por espíritus inferiores que necesitan para su progreso pagar una parte de lo que deben, desapareciendo violentamente de un mundo en el cual no merecen vivir mucho tiempo: pues aunque los terrenales son, con raras excepciones, espíritus cuya moralidad y sentimiento está aún en estado embrionario; los hay sin embargo unos más adelantados que otros, y los menos adelantados, los más rudos, los más reacios dejan la Tierra para ensayar su progreso quizá en otros mundos menos adelantados donde su pequeñez sea un rayo de sol en medio de las más densas sombras. Esto lo podéis estudiar en las distintas fracciones de que se compone vuestra sociedad. Id a un presidio, por ejemplo, donde viven afincados centenares de infelices que en su mayoría no tienen la menor noción del bien, donde hay criminales empedernidos, donde la ira y la cólera afilan constantemente enormes cuchillos y otras armas innobles, destrozándose unos a otros como bestias rabiosas; si entre aquellos desgraciados se presentara una mujer noble y pura que haya vivido a la sombra de su honrada familia, que no ha cometido ninguna bajeza, que ha vivido dignamente en el santuario de su hogar, ¿Qué parecerá entre aquella turba de forajidos? Pues indudablemente aparecerá como una divinidad, como una celestial aparición, como un ángel de amor y paz; y en realidad no será más que una mujer decente con sus defectos más o menos acentuados; mas, haciendo consideraciones me voy apartando del objeto principal de tu pregunta. Tú deseas saber quien fue ese infeliz que tres veces estuvo en el patíbulo y las tres fue salvado de una muerte cierta, ¿Quién quieres que sea? ¿Qué antecedentes puede tener el que ha sido tan cruelmente atormentado? Fácil muy fácil es adivinarlo; muy comprensibles son las manchadas páginas del libro de su historia; ese infeliz comerció durante mucho tiempo con la carne humana, fue pirata y negrero, se gozó en el estertor de sus víctimas; se creyó el rey de los mares y cometió los más horribles crímenes, y porque una mujer a quien él deseó, le negó sus caricias, diciéndole que primero entregaría su cuerpo a Satanás, antes que entregárselo a un monstruo como él, se encolerizó de tal manera, que le dijo: -Muy caro vas a pagar tus desdenes; y en el mismo buque donde se encontraban, la hizo subir sobre cubierta, la amarró fuertemente a una entena, y delante de ella hizo venir a los tres hijos de aquella desventurada (eran niños de corta edad) los colocó frente a su madre, diciéndole a ésta: -Ya que no quieres que mis brazos se enlacen a tu cuerpo, ya que el contacto de mis manos te horripila, sirvan mis manos para estrangular a tus hijos; y oprimiendo el cuello de uno de aquellos inocentes dio comienzo a su horrible tarea, pero sus brazos de hierro y sus dedos de acero, no tuvieron fuerza en aquellos momentos; miró al niño y la mirada de éste era tan triste y suplicante que le apartó lejos de sí, y sucesivamente cogió a los otros hermanos experimentando la misma sensación; sintió lástima, tembló ante las miradas angustiosas de sus pequeñas victimas, se encolerizó contra sí mismo, su compasión aumentaba extraordinariamente su ira, y avergonzado de la primera manifestación de su sentimiento humanitario, se arrojó al mar y en él pereció, porque sus crímenes le habían granjeado tantos odios, que nadie de la tripulación se dio prisa para salvarle, por el contrario, todos se alegraron de su muerte y se apresuraron a desatar a la infeliz madre, cuya razón no pudo resistir tan terrible, y horroroso espectáculo al ver a sus hijos entre las férreas manos del pirata; jamás la luz volvió a fulgurar en aquella inteligencia, sus hijos fueron recogidos por una comunidad religiosa, y los tres fueron sacerdotes, los tres llegaron a la ancianidad y nunca olvidaron el suplicio que sufrieron en su niñez, siendo espíritus tan superiores que cuando rezaban por el alma de su madre, siempre decían con acento compasivo: ¡Dios perdone a su matador!.
“Esos tres espíritus que fueron los primeros que despertaron el sentimiento del cruel pirata, del feroz negrero han sido los encargados de velar por su adelanto y su progreso, convirtiéndose en incansables consejeros de ese Espíritu atribulado, que al conocer su verdadero estado ha sido tan enérgico para saldar sus cuentas, como lo fue para contraer sus innumerables deudas; por eso en esta existencia pidió morir en el patíbulo, siendo inocente, y la compasión que en la noche de su pasado le inspiraron tres niños, ha tenido su justa recompensa; los espíritus de aquellos inocentes han sido los que han impedido que la horca funcionara, los que le han acompañado en su prisión, los que le han hecho confesar al verdadero delincuente; ellos murmuran en su oído: ¡Tu compasión de ayer, ha sido tu salvación de hoy!”
“¿Qué más te diré? Ya sabes el por qué ha sido salvado de una muerte segura un desdichado que vino a la Tierra a pagar una deuda terrible, y a recibir el premio de su primer momento de compasión. Ya ves si conviene ser bueno; el que merece la protección divina, aunque la justicia humana esté ciega para ver donde se cometió el crimen, y esté sorda para no atender la declaración del inocente, en el mismo patíbulo, con la cuerda al cuello vendrá el remedio, vendrá la salvación para el que merece tal beneficio”.
“No hay milagros, no hay prodigios, no hay más que el estricto cumplimiento de la justicia eterna”.
Adiós.
La enseñanza de estas nociones dadas por los espíritus es tan provechosa y tan necesaria a la humanidad, que sólo tenemos un sentimiento; el de no poseer todas las mediumnidades conocidas para repetir lo que nos dijeran los espíritus, demostrando mil y mil veces que no hay culpa sin castigo, ni buena acción sin recompensa. El bien, el amor y la sabiduría son las lumbreras eternas que iluminarán en todos los tiempos los senderos que cruce la humanidad; ¡El amor nos hará buenos, la ciencia nos hará sabios, y el progreso nos convertirá en grandes hombres, en redentores de los pueblos, en maestros de las generaciones del porvenir!
COMENTARIO:
Con toda seguridad, de la bibliografía mundial, la obra de Amalia Domingo Soler, equiparable a Hipolite León Denizard Rivail, León Denis, Ernesto Bozzano, Gabriel Delanne y F. Myers, entre otros, no sólo es una de las más importante sobre la temática de la Justicia Divina y leyes interrelacionadas, sino única en su estilo e incomparable, por la abundancia de casos que analiza con clara visión de la realidad espiritual.
Quienes deseen adquirir un conocimiento amplio y preciso sobre las causas de las múltiples vicisitudes que el ser humano afronta en la existencia, y encontrarle el sentido a la vida en pos de un progreso eterno que canalice positivamente la energía creadora que se anida en su interior, la lectura, y relecturas, de las obras de Amalia Domingo Soler, le aportará los elementos esenciales a tales efectos.
Gran parte de la obra de Amalia Domingo Soler, en mi opinión la de mayor trascendencia, pese a que toda es del mismo nivel, se encuentra contenida en los innumerables artículos que publicara en la Revista LA LUZ DEL PORVENIR, cuya recopilación se encuentra en diversas obras con los títulos: “La luz del espíritu”, “La luz de la verdad”, “La luz que guía”, “La Luz del camino”, ”La luz del porvenir”, entre otros, y de análoga importancia es la obra “Hechos que prueban…(la reencarnación), así como: TE PERDONO, MEMORÍAS DEL PADRE GERMÁN, RAMOS DE VIOLETAS, y el resto de su importantísima obra que el lector –o lectora- que tenga interés podrá descargarlas en los Portales: ANDALUCIAESPIRITISTA y FEDERACION ESPIRITA ESPAÑOLA. Grupos Yahoo: Grupo_Verdad_Universal.
Estamos seguros de que disfrutarán de incontables horas placenteras y edificantes de lecturas.
Un fraternal saludo,
Giuseppe Isgró C.

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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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jueves, 14 de enero de 2010

¡JUSTICIA ETERNA! LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER


LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER
¡JUSTICIA ETERNA!
Por AMALIA DOMINGO SOLER
Del libro: LA LUZ DEL ESPÍRITU

Suceden en la Tierra casos tan extraordinarios, que se dice con profunda convicción: ¡Cuantas injusticias! ¡Cuántas atrocidades se cometen en este mundo! ¡Cuán ciega es la justicia humana! Condenando a seres inocentes, no sólo a prisión, más o menos larga, sino que lleva su inaudita ceguedad hasta condenar a muerte a infelices que la fatalidad hizo aparecer culpables, estando en realidad exentos de pecado.
Estas quejas son muy justas, porque efectivamente, más de un inocente ha sido condenado a muerte y después de ejecutado, ha confesado un criminal que él era el autor del delito por el cual un desventurado había dejado de existir.
Nunca los jueces estudiarán bastante para sentenciar con estricta justicia, nunca sus observaciones y averiguaciones conseguirán vencer los obstáculos que se oponen a leer en el corazón de un hombre como en un libro abierto, para saber fijamente cual ha sido el derrotero de su vida. La jurisprudencia es la ciencia más profunda y la más difícil de estudiar con éxito, porque hay inocentes que se turban apareciendo culpables cuando les piden declaración y hay en cambio criminales que hasta al pie del cadalso, niegan el delito por el cual son condenados a muerte.
Nosotros no condenamos a los jueces que castigan a los inocentes ni alabaremos su falta de penetración para juzgar y decidir el porvenir de un hombre y de la honra de una familia, porque creemos que sobre todas las torpezas humanas hay una justicia eterna que condena o absuelve premiando al inocente y castigando al culpable.
Este íntimo convencimiento de que existe una ley inapelable que no se inclina su balanza ni a favor del monarca, ni en defensa del mendigo, lo hemos adquirido por el estudio razonado del Espiritismo, por las admirables comunicaciones dadas por los espíritus, en las cuales hemos aprendido a no juzgar por las apariencias, a no condenar dejándonos llevar por la primera impresión, a no calificar a nadie de torpe, de inepto, o de mal intencionado; porque muchas veces el hombre es instrumento inconsciente de una ley justa que se cumple a través de los siglos, no dejando sin recompensa la acción meritoria y castigando al delincuente que merece sufrir una parte del dolor que a otros ha proporcionado.
Hemos visto por la comunicación de los espíritus, mejor dicho, hemos comprendido, que no porque un hombre tenga la astucia suficiente para ocultar su mal proceder, deja éste de ser a su tiempo víctima de sus propios desaciertos.
Podrá ser tan inteligente que consiga burlar a la justicia humana rodeándose de mil placeres obtenidos quizá por un asesinato, por una usurpación, por una estafa, por una felonía cualquiera, podrá hasta morir en su lecho colmado de honores y ser llorado por quien no conozca sus infamias, por quien ignore que es un miserable; podrá su cuerpo ser enterrado en lujoso y artístico mausoleo, podrá la iglesia entonar sus salmos y celebrar centenares de misas y hasta podrán los pobres bendecir su memoria por la donación que haya dejado para levantar un hospital, que éste es el máximum de la caridad humana; pero cuando su Espíritu se da cuenta de que su cuerpo ya no le pertenece, y que él vive sin haber entrado en el reino de los cielos a pesar que su familia no se cansa de hacer funerales y los pobres bendicen su nombre por el asilo que les ha legado, cuando conoce que el infierno, el cielo, el limbo y el purgatorio son parajes imaginarios, creados por las religiones para vivir de sus copiosas rentas, cuando lee detenidamente las memorias de sus existencias y encuentra en ellas que toda su hipocresía, que toda su astucia le ha servido únicamente para engañar a los terrenales, pero no para ocultar en el espacio sus desaciertos y sus crímenes; cuando descubre que el fingido filántropo llorado y bendecido por quien no le ha conocido a fondo, ha repartido una fortuna usurpada a seres inocentes, empleando la usura y la felonía para despojar a los desgraciados; cuando ve que la base de sus obras humanitarias es el robo oculto, la estafa bautizada con el nombre de negocio; cuando se ve despojado de sus lujosas vestiduras y se encuentra cubierto con los sucios y pestilentes harapos de sus miserias, entonces reconoce que no hay más que una ley y una verdad; no hagas a otro lo que no quieras para ti: ¿Querrá uno ser explotado? No; ¿Querrá uno ser engañado vilmente? Tampoco; ¿Querrá uno servir de escalón para el engrandecimiento de un malvado? De ninguna manera; lo que desea toda persona que tenga sentido común es ser amada, considerada y respetada por sus virtudes; porque nadie quiere ser malo; entonces no debemos en manera alguna prostituir a la niña inocente, ni hacer descender por la senda del vicio a la mujer casada, ni despertar la ambición del pobre ignorante, ni cometer los innumerables desaciertos que degradan a la humanidad de un modo inconcebible.
Para el engrandecimiento del Espíritu no hay más que dos caminos paralelos: el bien y la ciencia, por ellos se ha de ir simultáneamente. El Espíritu en su libre albedrío, podrá ir por los atajos creyendo que llegará más pronto, pero es inútil su veloz carrera; cuando llega al espacio se encuentra con la eterna verdad que, sin amor y sin sabiduría el Espíritu se estaciona, se degrada, se envilece y pasa centenares de siglos, viviendo sin vivir, porque no hace más que pagar deudas, que saldar cuentas, y cuando concluye una existencia se encuentra que no ha hecho más que padecer y que no tiene ante sí más que una serie interminable de humillaciones y de tormentos; porque la eterna justicia premia la virtud y castiga el vicio; y vuelve el hombre a la Tierra tantas veces sean necesarias para sufrir todos los dolores que él hizo padecer a los demás gozándose en su obra: así se ven personas buenísimas, víctimas en muchas ocasiones de atropellos incalificables sufriendo prisión preventiva años y años, resultando luego inocentes: he aquí porqué la justicia humana es torpe en diversas ocasiones y condena a muerte a seres inocentes en la actual existencia, pero no en sus encarnaciones pasadas.
Tiene en su ventaja el Espíritu que como le aguarda un tiempo ilimitado para pagar sus deudas las expiaciones más terribles las guarda para cuando tiene más fuerzas morales para resignarse con la adversidad, y así en muchas ocasiones vemos a diversas personas sufriendo tormentos horrorosos con la sonrisa en los labios, y se dice: ¡Fulano es un santo! ¡Mengano es un mártir!
¡Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados! Y en realidad aquella santidad, aquel martirio y aquella celestial resignación, no es más que el convencimiento adquirido por centenares de existencias de que “el que a hierro mata a hierro muere”.
Siempre nos han impresionado las desgracias de los mártires del infortunio, pero desde que estudiamos el Espiritismo nos interesan muchísimo más; porque cada injusticia humana representa para nosotros una historia terrible, en la cual la victima de hoy, ha representado ayer el papel odioso de tirano implacable o de verdugo complacido en ver sufrir a sus semejantes.
Bajo este supuesto, cuando leemos narraciones terroríficas que le dejan a uno emocionado durante algún tiempo, tratamos de preguntar al guía invisible de nuestros trabajos qué hay de cierto en lo que hemos leído, y qué nos puede decir sobre el pasado de aquel infeliz.
Como el móvil de nuestras preguntas no es otro que el de escribir para enseñar a los pobres a ser resignados, como no es la pueril curiosidad la que nos impele a interrogar, siempre encontramos a nuestro guía complaciente y cariñoso, diciéndonos a grandes rasgos, bien los episodios más interesantes de la vida pasada de aquel por quien le preguntamos, bien nos disuade de nuestro empeño diciéndonos que no merece tal asunto, que nos ocupemos de él.
Últimamente hemos leído el suelto siguiente:
Inocente condenado a muerte
“Preocupa mucho la atención de las gentes en Inglaterra, y muy particularmente jurisconsultos, el caso extraño de la grave equivocación cometida por los tribunales al fallar una causa equivocada por este horrendo delito”.
“En Noviembre de 1884, un horrendo incendio redujo a cenizas en el pueblecito de Green la quinta que habitaba miss Keyes, anciana señora que gozaba de generales simpatías por sus virtudes. Extinguido el fuego, se halló entre los escombros, ya calcinado, el cadáver de la infeliz señora: reconocido éste, se vio que presentaba varias heridas producidas por instrumento cortante y punzante. Este descubrimiento hizo ver a todos que el incendio se había producido para ocultar un asesinato y un robo”.
“Acusado de tales delitos, compareció ante el Tribunal de los Assises un sujeto llamado Lec, que hacía poco tiempo que había entrado al servicio de miss Keyes”.
“El desgraciado protestó siempre clamando por su inocencia, pero sus afirmaciones no lograron convencer a los jurados, que le declararon culpable, sin circunstancias atenuantes, siendo por consecuencia condenado a muerte”.
“El 23 de Febrero de 1885, Lec, fue entregado al verdugo, pero en el momento de ahorcarlo se rompió la cuerda. Según la ley inglesa el presunto criminal fue llevado de nuevo a la cárcel y juzgado por segunda vez. La sentencia le volvió a imponer la pena capital, que tampoco pudo cumplirse, porque la horca no funcionó bien”.
“Por tercera vez volvió al patíbulo y recibió la bendición del sacerdote, sin que tampoco la ejecución pudiera tener lugar”.
“Esta última vez, Lec fue trasportado a la cárcel más muerto que vivo”.
“Informado de lo sucedido el subsecretario del Interior, y creyendo ver en tan extraordinarios acontecimientos la mano de Dios, pidió y obtuvo de la reina de Inglaterra la conmutación de la pena”.
“Pues bien, el desgraciado Lec era inocente: su nombre aumentará los anales de las infelices víctimas de errores judiciales”.
“Días pasados un vecino de Green confesó in a r t ículo m o r t is ser autor del delito por el que el infeliz criado estaba en presidio”.
“El condenado inocente ha sido puesto inmediatamente en libertad, esperándose que se le concederá una fuerte indemnización que nunca compensará los perjuicios causados al infeliz Lec”.
La impresión que nos causó el anterior relato fue dolorosa, y sin perder momento aconsejados también por algunos compañeros en creencias, preguntamos a nuestro guía si era cierta tan lamentable y horrible historia.
“Desgraciadamente lo es, contestó nuestro amigo del espacio; aún encarnan en ese mundo los grandes criminales de ayer, aún tenéis que presenciar tormentos horrorosos, aún tenéis que tomar parte en tragedias espantosas, aún vuestro suelo desquebrajado se abre formando insondables abismos, para devorar en ellos miles y miles de infortunados que ayer entonaron alegres canciones al compás de los lamentos de sus siervos moribundos, arrastrados por caballos indómitos o descuartizados con refinada crueldad”.
Hay dos poderosos imanes en la creación, el bien y el mal: el primero atrae los heroísmos, las abnegaciones, los nobles sacrificios, los cuantiosos donativos, los trabajos personales en provecho de los afligidos, la manifestación espontánea de los más nobilísimos sentimiento; en cambio el mal atrae la codicia, la usura, la estafa, el engaño, la injusticia, la torpeza, el asesinato, el terremoto, el incendio, el naufragio, todas las calamidades, en fin, que afligen a la humanidad terrena, porque no creáis que los grandes cataclismos son dislocaciones de ese gran cuerpo llamado naturaleza, no; las explosiones en las minas, los hundimientos de la tierra, las tempestades que producen innumerables naufragios, son otros tantos medios de que dispone la eterna justicia para sanear ese planeta habitado por espíritus inferiores que necesitan para su progreso pagar una parte de lo que deben, desapareciendo violentamente de un mundo en el cual no merecen vivir mucho tiempo: pues aunque los terrenales son, con raras excepciones, espíritus cuya moralidad y sentimiento está aún en estado embrionario; los hay sin embargo unos más adelantados que otros, y los menos adelantados, los más rudos, los más reacios dejan la Tierra para ensayar su progreso quizá en otros mundos menos adelantados donde su pequeñez sea un rayo de sol en medio de las más densas sombras. Esto lo podéis estudiar en las distintas fracciones de que se compone vuestra sociedad. Id a un presidio, por ejemplo, donde viven afincados centenares de infelices que en su mayoría no tienen la menor noción del bien, donde hay criminales empedernidos, donde la ira y la cólera afilan constantemente enormes cuchillos y otras armas innobles, destrozándose unos a otros como bestias rabiosas; si entre aquellos desgraciados se presentara una mujer noble y pura que haya vivido a la sombra de su honrada familia, que no ha cometido ninguna bajeza, que ha vivido dignamente en el santuario de su hogar, ¿Qué parecerá entre aquella turba de forajidos? Pues indudablemente aparecerá como una divinidad, como una celestial aparición, como un ángel de amor y paz; y en realidad no será más que una mujer decente con sus defectos más o menos acentuados; mas, haciendo consideraciones me voy apartando del objeto principal de tu pregunta. Tú deseas saber quien fue ese infeliz que tres veces estuvo en el patíbulo y las tres fue salvado de una muerte cierta, ¿Quién quieres que sea? ¿Qué antecedentes puede tener el que ha sido tan cruelmente atormentado? Fácil muy fácil es adivinarlo; muy comprensibles son las manchadas páginas del libro de su historia; ese infeliz comerció durante mucho tiempo con la carne humana, fue pirata y negrero, se gozó en el estertor de sus víctimas; se creyó el rey de los mares y cometió los más horribles crímenes, y porque una mujer a quien él deseó, le negó sus caricias, diciéndole que primero entregaría su cuerpo a Satanás, antes que entregárselo a un monstruo como él, se encolerizó de tal manera, que le dijo: -Muy caro vas a pagar tus desdenes; y en el mismo buque donde se encontraban, la hizo subir sobre cubierta, la amarró fuertemente a una entena, y delante de ella hizo venir a los tres hijos de aquella desventurada (eran niños de corta edad) los colocó frente a su madre, diciéndole a ésta: -Ya que no quieres que mis brazos se enlacen a tu cuerpo, ya que el contacto de mis manos te horripila, sirvan mis manos para estrangular a tus hijos; y oprimiendo el cuello de uno de aquellos inocentes dio comienzo a su horrible tarea, pero sus brazos de hierro y sus dedos de acero, no tuvieron fuerza en aquellos momentos; miró al niño y la mirada de éste era tan triste y suplicante que le apartó lejos de sí, y sucesivamente cogió a los otros hermanos experimentando la misma sensación; sintió lástima, tembló ante las miradas angustiosas de sus pequeñas victimas, se encolerizó contra sí mismo, su compasión aumentaba extraordinariamente su ira, y avergonzado de la primera manifestación de su sentimiento humanitario, se arrojó al mar y en él pereció, porque sus crímenes le habían granjeado tantos odios, que nadie de la tripulación se dio prisa para salvarle, por el contrario, todos se alegraron de su muerte y se apresuraron a desatar a la infeliz madre, cuya razón no pudo resistir tan terrible, y horroroso espectáculo al ver a sus hijos entre las férreas manos del pirata; jamás la luz volvió a fulgurar en aquella inteligencia, sus hijos fueron recogidos por una comunidad religiosa, y los tres fueron sacerdotes, los tres llegaron a la ancianidad y nunca olvidaron el suplicio que sufrieron en su niñez, siendo espíritus tan superiores que cuando rezaban por el alma de su madre, siempre decían con acento compasivo: ¡Dios perdone a su matador!.
“Esos tres espíritus que fueron los primeros que despertaron el sentimiento del cruel pirata, del feroz negrero han sido los encargados de velar por su adelanto y su progreso, convirtiéndose en incansables consejeros de ese Espíritu atribulado, que al conocer su verdadero estado ha sido tan enérgico para saldar sus cuentas, como lo fue para contraer sus innumerables deudas; por eso en esta existencia pidió morir en el patíbulo, siendo inocente, y la compasión que en la noche de su pasado le inspiraron tres niños, ha tenido su justa recompensa; los espíritus de aquellos inocentes han sido los que han impedido que la horca funcionara, los que le han acompañado en su prisión, los que le han hecho confesar al verdadero delincuente; ellos murmuran en su oído: ¡Tu compasión de ayer, ha sido tu salvación de hoy!”
“¿Qué más te diré? Ya sabes el por qué ha sido salvado de una muerte segura un desdichado que vino a la Tierra a pagar una deuda terrible, y a recibir el premio de su primer momento de compasión. Ya ves si conviene ser bueno; el que merece la protección divina, aunque la justicia humana esté ciega para ver donde se cometió el crimen, y esté sorda para no atender la declaración del inocente, en el mismo patíbulo, con la cuerda al cuello vendrá el remedio, vendrá la salvación para el que merece tal beneficio”.
“No hay milagros, no hay prodigios, no hay más que el estricto cumplimiento de la justicia eterna”.
Adiós.
La enseñanza de estas nociones dadas por los espíritus es tan provechosa y tan necesaria a la humanidad, que sólo tenemos un sentimiento; el de no poseer todas las mediumnidades conocidas para repetir lo que nos dijeran los espíritus, demostrando mil y mil veces que no hay culpa sin castigo, ni buena acción sin recompensa. El bien, el amor y la sabiduría son las lumbreras eternas que iluminarán en todos los tiempos los senderos que cruce la humanidad; ¡El amor nos hará buenos, la ciencia nos hará sabios, y el progreso nos convertirá en grandes hombres, en redentores de los pueblos, en maestros de las generaciones del porvenir!
COMENTARIO:
Con toda seguridad, de la bibliografía mundial, la obra de Amalia Domingo Soler, equiparable a Hipolite León Denizard Rivail, León Denis, Ernesto Bozzano, Gabriel Delanne y F. Myers, entre otros, no sólo es una de las más importante sobre la temática de la Justicia Divina y leyes interrelacionadas, sino única en su estilo e incomparable, por la abundancia de casos que analiza con clara visión de la realidad espiritual.
Quienes deseen adquirir un conocimiento amplio y preciso sobre las causas de las múltiples vicisitudes que el ser humano afronta en la existencia, y encontrarle el sentido a la vida en pos de un progreso eterno que canalice positivamente la energía creadora que se anida en su interior, la lectura, y relecturas, de las obras de Amalia Domingo Soler, le aportará los elementos esenciales a tales efectos.
Gran parte de la obra de Amalia Domingo Soler, en mi opinión la de mayor trascendencia, pese a que toda es del mismo nivel, se encuentra contenida en los innumerables artículos que publicara en la Revista LA LUZ DEL PORVENIR, cuya recopilación se encuentra en diversas obras con los títulos: “La luz del espíritu”, “La luz de la verdad”, “La luz que guía”, “La Luz del camino”, ”La luz del porvenir”, entre otros, y de análoga importancia es la obra “Hechos que prueban…(la reencarnación), así como: TE PERDONO, MEMORÍAS DEL PADRE GERMÁN, RAMOS DE VIOLETAS, y el resto de su importantísima obra que el lector –o lectora- que tenga interés podrá descargarlas en los Portales: ANDALUCIAESPIRITISTA y FEDERACION ESPIRITA ESPAÑOLA. Grupos Yahoo: Grupo_Verdad_Universal.
Estamos seguros de que disfrutarán de incontables horas placenteras y edificantes de lecturas.
Un fraternal saludo,
Giuseppe Isgró C.

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