lunes, 5 de noviembre de 2012

NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES



EL LIBRO DE LAS FACULTADES XIV
Autor: Allan Karde
Versión castellana: Giuseppe Isgró C.

Capítulo XIV
NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES

Comunicaciones rudimentarias, frívolas, serias o instructivas.

1. Hemos dicho que cada efecto que revela en su causa un acto de libre voluntad, por muy insignificante sea dicho acto, demuestra una causa inteligente. Así, un simple movimiento de la mesa que responde a nuestro pensamiento, y presenta un carácter intencional, puede ser considerado como una manifestación inteligente. Si el resultado debiera limitarse a esto, no tendría para nosotros más que un interés secundario; bastaría, todavía, para darnos la prueba, que en estos fenómenos exista algo más que una acción puramente material; pero la utilidad practica que resultaría para nosotros seria nula o muy limitada. Es muy diferente cuando esta inteligencia adquiere un desarrollo que permite un intercambio regular e interrelacionado de pensamientos; entonces no se trata más de simples manifestaciones inteligentes, sino de verdaderas comunicaciones. Los medios de los cuales hoy se dispone permiten obtenerlas tan extensas, explícitas y rápidas, como aquellas que ocurren entre los seres humanos.


Si después de haber leído la Escala Espírita (El Libro de los Espíritus, Nº 100) hemos quedado bien compenetrados de la variedad infinita que existe entre los Espíritus, bajo el propio aspecto de la inteligencia y de la moralidad, se comprenderá fácilmente la diferencia que debe existir en sus comunicaciones; ellas deben reflejar la elevación o el bajo nivel de sus ideas, su saber, su ignorancia, sus vicios y sus virtudes; en una palabra, no deben asemejarse más que las de los hombres, desde el salvaje hasta el más iluminado. Todas las gradaciones que presentan pueden reagruparse en cuatro principales categorías. Según sus caracteres más destacados, ellos son: rudimentarias, frívolas, serias o instructivas.

2. Las comunicaciones rudimentarias son aquellas que se traducen con expresiones que trascienden los límites de la decencia. Ellas no pueden emanar más que de Espíritus de bajo nivel, aún imbuidos de todas las impurezas de la materia, y no difieren en nada de las que podrían dar los seres humanos viciosos y burdos. Ellas repugnan a toda persona que tenga la más pequeña delicadeza de sentimiento; por cuanto, según el carácter de los Espíritus, dichas comunicaciones son triviales, poco serias, obscenas, insolentes, arrogantes, malévolas y aun impías.


3.  Las comunicaciones frívolas provienen de Espíritus ligeros, bromistas y traviesos, más maliciosos que malos, que no dan ninguna importancia a lo que dicen. Por cuanto no tienen nada de indecente, ellas gustan a determinadas personas que se divierten y encuentran placer en estas conversaciones fútiles, en las cuales se habla mucha y no se dice nada. Estos Espíritus, algunas veces expresan argucias humorísticas y mordaces, y en medio de los vulgares chistes dicen, con frecuencia, duras verdades, que golpean, casi siempre, de manera precisa. Estos Espíritus ligeros pululan en torno a nosotros, y aprovechan todas las ocasiones para mezclarse en las comunicaciones. La verdad es el último de sus pensamientos; por lo tanto, disfrutan de cierto placer de burlarse de quienes tienen la debilidad de creer en sus palabras. Las personas que se complacen de este tipo de comunicaciones, dan, naturalmente, pies a los Espíritus ligeros y engañadores; los Espíritus serios se alejan, al igual que entre nosotros lo hacen las personas serias de las reuniones de gentes ligeras.

4. Las comunicaciones serias son formales, tanto por el argumento como por la manera en la cual se desenvuelven. Cada comunicación que excluye la frivolidad y lo rudimentario, y que tiene un fin útil, aunque fuese de un interés privado, es caracterizada como seria; pero no está, por otra parte, libre de errores. Los Espíritus serios no son todos igualmente iluminados; hay muchas cosas que ellos ignoran y sobre las cuales pueden engañarse de buena fe; es por este motivo que los Espíritus verdaderamente superiores nos recomiendan, continuamente, de someter todas las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa lógica.


Conviene, por lo tanto, distinguir las comunicaciones de denominaremos serias-verdaderas de las comunicaciones serias-falsas; lo cual no es siempre fácil, por cuanto mediante la gravedad del lenguaje que utilizan determinados Espíritus presuntuosos y pseudos sabios, buscan de que prevalezcan las ideas más falsas y los sistemas más absurdos; y para darse mayor crédito e importancia, no tienen ningún escrúpulo de adoptar los nombres más respetados y venerables. Esto forma uno de los grandes escollos de la ciencia práctica; nosotros volveremos, más tarde, con todos los particulares que precisa un argumento tan importante, mientras hagamos conocer los medios para precaverse del peligro de las comunicaciones falsas.


5. Las comunicaciones instructivas son las que tienen por objeto principal una enseñanza cualquiera impartida por los Espíritus sobre las ciencias, la moral, la filosofía, etcétera. Ellas son más o menos profundas, según el grado de elevación y de purificación del Espíritu. Para obtener de estas comunicaciones un fruto real, conviene que sean regulares y continuadas con perseverancia.
Los Espíritus serios se acercan a aquellos que desean instruirse, y les secundan, dejando a los Espíritus ligeros que se ocupen de divertir a quienes ven en estas manifestaciones solamente una distracción. Es, únicamente, por la regularidad y la frecuencia de estas comunicaciones que se puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus, con los cuales nos entretenemos, y el grado de confianza que ellos merecen. Si es necesaria la experiencia para juzgar los seres humanos, lo es aún más para juzgar a los Espíritus.

Dando a estas comunicaciones la cualidad de instructivas, nosotros las suponemos verdaderas, por cuanto algo que no fuese verdad no podría serlo aunque fuese dicha en el lenguaje más imponente. No podríamos, por lo tanto, colocar en esta categoría ciertas enseñanzas que de serias tienen, solamente, la forma, con frecuencia pomposa y enfática, por medio de la cual los Espíritus, más presuntuosos que sabios, que las dictan, esperan ilusionar. Pero, estos Espíritu, no pudiendo suplir al fondo que le falta, no podrían sostener por mucho tiempo su rol, dejando ver, muy pronto, su lado débil, por poco que sus comunicaciones sean seguidas, o que sean acorralados en sus últimos atrincheramientos.
6. Los medios de las comunicaciones son muy variados. Los Espíritus, actuando sobre nuestros órganos y sobre todos nuestros sentidos, pueden manifestarse a la vista con las apariciones, al tacto con impresiones tangibles, ocultas o visibles, al oído con ruidos, y al olfato, con olores, de los cuales se ignora el origen. Este último modo de manifestación, por cuanto muy real, es, sin duda, el más incierto por las numerosas causas que pueden inducir en error; por lo cuan no nos detendremos sobre él.
Lo que, en cambio, debemos examinar con atención son los diversos modos de obtener las comunicaciones, es decir, un intercambio regular y continuado de pensamientos. Estos medios son: los golpes, la palabra y la escritura.
Los desarrollaremos en capítulos especiales.



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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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lunes, 5 de noviembre de 2012

NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES



EL LIBRO DE LAS FACULTADES XIV
Autor: Allan Karde
Versión castellana: Giuseppe Isgró C.

Capítulo XIV
NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES

Comunicaciones rudimentarias, frívolas, serias o instructivas.

1. Hemos dicho que cada efecto que revela en su causa un acto de libre voluntad, por muy insignificante sea dicho acto, demuestra una causa inteligente. Así, un simple movimiento de la mesa que responde a nuestro pensamiento, y presenta un carácter intencional, puede ser considerado como una manifestación inteligente. Si el resultado debiera limitarse a esto, no tendría para nosotros más que un interés secundario; bastaría, todavía, para darnos la prueba, que en estos fenómenos exista algo más que una acción puramente material; pero la utilidad practica que resultaría para nosotros seria nula o muy limitada. Es muy diferente cuando esta inteligencia adquiere un desarrollo que permite un intercambio regular e interrelacionado de pensamientos; entonces no se trata más de simples manifestaciones inteligentes, sino de verdaderas comunicaciones. Los medios de los cuales hoy se dispone permiten obtenerlas tan extensas, explícitas y rápidas, como aquellas que ocurren entre los seres humanos.


Si después de haber leído la Escala Espírita (El Libro de los Espíritus, Nº 100) hemos quedado bien compenetrados de la variedad infinita que existe entre los Espíritus, bajo el propio aspecto de la inteligencia y de la moralidad, se comprenderá fácilmente la diferencia que debe existir en sus comunicaciones; ellas deben reflejar la elevación o el bajo nivel de sus ideas, su saber, su ignorancia, sus vicios y sus virtudes; en una palabra, no deben asemejarse más que las de los hombres, desde el salvaje hasta el más iluminado. Todas las gradaciones que presentan pueden reagruparse en cuatro principales categorías. Según sus caracteres más destacados, ellos son: rudimentarias, frívolas, serias o instructivas.

2. Las comunicaciones rudimentarias son aquellas que se traducen con expresiones que trascienden los límites de la decencia. Ellas no pueden emanar más que de Espíritus de bajo nivel, aún imbuidos de todas las impurezas de la materia, y no difieren en nada de las que podrían dar los seres humanos viciosos y burdos. Ellas repugnan a toda persona que tenga la más pequeña delicadeza de sentimiento; por cuanto, según el carácter de los Espíritus, dichas comunicaciones son triviales, poco serias, obscenas, insolentes, arrogantes, malévolas y aun impías.


3.  Las comunicaciones frívolas provienen de Espíritus ligeros, bromistas y traviesos, más maliciosos que malos, que no dan ninguna importancia a lo que dicen. Por cuanto no tienen nada de indecente, ellas gustan a determinadas personas que se divierten y encuentran placer en estas conversaciones fútiles, en las cuales se habla mucha y no se dice nada. Estos Espíritus, algunas veces expresan argucias humorísticas y mordaces, y en medio de los vulgares chistes dicen, con frecuencia, duras verdades, que golpean, casi siempre, de manera precisa. Estos Espíritus ligeros pululan en torno a nosotros, y aprovechan todas las ocasiones para mezclarse en las comunicaciones. La verdad es el último de sus pensamientos; por lo tanto, disfrutan de cierto placer de burlarse de quienes tienen la debilidad de creer en sus palabras. Las personas que se complacen de este tipo de comunicaciones, dan, naturalmente, pies a los Espíritus ligeros y engañadores; los Espíritus serios se alejan, al igual que entre nosotros lo hacen las personas serias de las reuniones de gentes ligeras.

4. Las comunicaciones serias son formales, tanto por el argumento como por la manera en la cual se desenvuelven. Cada comunicación que excluye la frivolidad y lo rudimentario, y que tiene un fin útil, aunque fuese de un interés privado, es caracterizada como seria; pero no está, por otra parte, libre de errores. Los Espíritus serios no son todos igualmente iluminados; hay muchas cosas que ellos ignoran y sobre las cuales pueden engañarse de buena fe; es por este motivo que los Espíritus verdaderamente superiores nos recomiendan, continuamente, de someter todas las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa lógica.


Conviene, por lo tanto, distinguir las comunicaciones de denominaremos serias-verdaderas de las comunicaciones serias-falsas; lo cual no es siempre fácil, por cuanto mediante la gravedad del lenguaje que utilizan determinados Espíritus presuntuosos y pseudos sabios, buscan de que prevalezcan las ideas más falsas y los sistemas más absurdos; y para darse mayor crédito e importancia, no tienen ningún escrúpulo de adoptar los nombres más respetados y venerables. Esto forma uno de los grandes escollos de la ciencia práctica; nosotros volveremos, más tarde, con todos los particulares que precisa un argumento tan importante, mientras hagamos conocer los medios para precaverse del peligro de las comunicaciones falsas.


5. Las comunicaciones instructivas son las que tienen por objeto principal una enseñanza cualquiera impartida por los Espíritus sobre las ciencias, la moral, la filosofía, etcétera. Ellas son más o menos profundas, según el grado de elevación y de purificación del Espíritu. Para obtener de estas comunicaciones un fruto real, conviene que sean regulares y continuadas con perseverancia.
Los Espíritus serios se acercan a aquellos que desean instruirse, y les secundan, dejando a los Espíritus ligeros que se ocupen de divertir a quienes ven en estas manifestaciones solamente una distracción. Es, únicamente, por la regularidad y la frecuencia de estas comunicaciones que se puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus, con los cuales nos entretenemos, y el grado de confianza que ellos merecen. Si es necesaria la experiencia para juzgar los seres humanos, lo es aún más para juzgar a los Espíritus.

Dando a estas comunicaciones la cualidad de instructivas, nosotros las suponemos verdaderas, por cuanto algo que no fuese verdad no podría serlo aunque fuese dicha en el lenguaje más imponente. No podríamos, por lo tanto, colocar en esta categoría ciertas enseñanzas que de serias tienen, solamente, la forma, con frecuencia pomposa y enfática, por medio de la cual los Espíritus, más presuntuosos que sabios, que las dictan, esperan ilusionar. Pero, estos Espíritu, no pudiendo suplir al fondo que le falta, no podrían sostener por mucho tiempo su rol, dejando ver, muy pronto, su lado débil, por poco que sus comunicaciones sean seguidas, o que sean acorralados en sus últimos atrincheramientos.
6. Los medios de las comunicaciones son muy variados. Los Espíritus, actuando sobre nuestros órganos y sobre todos nuestros sentidos, pueden manifestarse a la vista con las apariciones, al tacto con impresiones tangibles, ocultas o visibles, al oído con ruidos, y al olfato, con olores, de los cuales se ignora el origen. Este último modo de manifestación, por cuanto muy real, es, sin duda, el más incierto por las numerosas causas que pueden inducir en error; por lo cuan no nos detendremos sobre él.
Lo que, en cambio, debemos examinar con atención son los diversos modos de obtener las comunicaciones, es decir, un intercambio regular y continuado de pensamientos. Estos medios son: los golpes, la palabra y la escritura.
Los desarrollaremos en capítulos especiales.



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