miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Sermón de la Contemplación de la Mente, BODHIDHARMA



El Sermón de la Contemplación de la Mente
Por:  BODHIDHARMA


Si alguien está determinado a alcanzar la iluminación, ¿cuál es el método más esencial que puede practicar?

El método más esencial, que incluye todos los demás métodos, es la contemplación de la mente.

¿Pero cómo un método puede incluir todos los demás?

La mente es la raíz de la que crecen todas las cosas. Si puedes llegar a comprender la mente, todo lo demás está incluido. Es como la raíz de un árbol. Todos los frutos, flores, ramas y hojas del árbol dependen de su raíz. Si alimentas su raíz, el árbol se multiplica. Si cortas la raíz, muere. Aquellos que comprenden la mente alcanzan la iluminación. Aquellos que no comprenden la mente practican en vano. Todo lo bueno y lo malo proviene de tu propia mente. Encontrar algo más allá de la mente es imposible.


¿Pero cómo contemplar la mente puede llamarse comprensión?

Cuando un gran bodhisattva ahonda profundamente en la perfecta sabiduría, comprueba que los cuatro elementos y las cinco sombras carecen de un yo personal. Y comprende que la actividad de su mente cuenta con dos aspectos: puro e impuro. A causa de su naturaleza, ambos estados mentales están siempre presentes. Se alternan como causa o efecto dependiendo de las condiciones, la mente pura se complace en las buenas acciones, la impura piensa en el mal. Aquellos que no son afectados por la impureza son sabios. Trascienden el sufrimiento y experimentan el gozo del nirvana. Todos los demás, atrapados por la mente impura y enredados en su propio karma, son mortales. Vagan por los tres reinos y sufren incontables aflicciones, y todo porque su mente impura oscurece su ser real.

El Sutra de las Diez Etapas dice: "En el cuerpo de los mortales está la indestructible naturaleza búdica. Como el sol, su luz llena el espacio ilimitado. Pero una vez que es velado por las oscuras nubes de las cinco sombras es como una luz en el interior de una tinaja, oculta de la vista". Y el Sutra del Nirvana dice: "Todos los mortales cuentan con naturaleza búdica. Pero se halla cubierta por la oscuridad de la que no pueden escapar. Nuestra naturaleza búdica es conocimiento: conocer y hacer que otros conozcan a otros. Realizar el conocimiento es la liberación". Todo lo bueno tiene su raíz en este conocimiento. Y de esta raíz nace el árbol de todas las virtudes y el fruto del nirvana. Contemplar la mente así es comprender.

Dices que nuestra naturaleza búdica y todas las virtudes tienen su raíz en este conocimiento. ¿Pero cual es la raíz de la ignorancia?

La mente ignorante, con sus innumerables aflicciones, pasiones y maldades, está enraizada en los tres venenos: codicia, odio y pensamiento ilusorio. Estos tres estados mentales venenosos incluyen ilimitadas maldades, como los árboles que cuentan con un sólo tronco pero con innumerables ramas y hojas. Pero cada veneno produce tantos millares de males que apenas sirve compararlo con un árbol.

Los tres venenos están presentes en nuestros seis órganos de los sentidos como seis clases de conciencia, o ladrones. Son llamados ladrones porque penetran a través de las puertas de los sentidos, codician ilimitadas posesiones, se ocupan en el mal y enmascaran su auténtica identidad. Y como los mortales engañados en cuerpo y mente por esos venenos o ladrones, se pierden en la vida y la muerte, vagando a través de los seis estados de existencia, sufriendo incontables aflicciones. Estas aflicciones son como ríos que recorren miles de kilómetros a causa del flujo constante de pequeños manantiales. Pero si alguien corta su fuente, los ríos se secan. Y si alguien que busca a liberación puede convertir los tres venenos en los tres conjuntos de preceptos y a los seis ladrones en seis paramitas, se liberará de la aflicción de una vez para siempre.

Pero los tres reinos y los seis estados de existencia son infinitamente vastos. ¿Cómo podemos escapar de sus aflicciones ilimitadas si todo lo que hacemos es contemplar la mente?

El karma de los tres reinos proviene sólo de la mente. Si tu mente no está en los tres reinos entonces está más allá de ellos. Los tres reinos corresponden a los tres venenos: la codicia corresponde al reino del deseo, el odio al reino de la forma y el pensamiento ilusorio al reino de la no forma. Y como el karma creado por los tres venenos puede ser benévolo o pesado, estos tres reinos se hallan a su vez subdivididos en seis lugares conocidos como los seis estados de existencia.

¿Y en qué se diferencia el karma de estos seis estados?

Los mortales que no comprenden la verdadera práctica y ciegamente llevan a cabo buenos actos nacen en los tres estados de existencia más elevados, en el interior de los tres reinos. ¿Y cuáles son esos tres elevados estados? Aquellos que ciegamente llevan a cabo los diez buenos actos y buscan neciamente la felicidad nacen como dioses en el reino del deseo. Aquellos que ciegamente observan los cinco preceptos y se abandonan tontamente al amor y al odio nacen como hombres en el reino del odio. Y aquellos que ciegamente se aferran al mundo fenoménico, creen en falsas doctrinas y rezan en busca de bendiciones, nacen como demonios en el reino de la ignorancia. Estos son los tres elevados estados de existencia.

¿Y cuáles son los estados inferiores? Son aquellos en los que nacen los que persisten en pensamientos envenenados y actos malignos. Aquellos cuyo karma procedente de la codicia es mayor se convierten en espíritus ávidos. Aquellos cuyo karma procedente del pensamiento ilusorio es mayor sufren en el infierno. Y aquellos cuyo karma proveniente del odio es mayor se convierten en bestias. Estos tres estados inferiores junto con los anteriores más elevados conforman los seis estados de existencia. Por ello deberás comprender que todo karma, doloroso o de otro tipo, proviene de tu propia mente. Si puedes concentrar tu mente y trascender su falsedad y maldad, el sufrimiento de los tres reinos y de los seis estados de existencia desaparecerá automáticamente. Y una vez liberado del sufrimiento, serás verdaderamente libre.

Pero el Buda dijo.- "Sólo tras experimentar innumerables infortunios durante tres kalpas asankhya alcancé la iluminación". ¿Por qué dices ahora que simplemente contemplar la mente y vencer los tres venenos es la liberación?

Las palabras del Buda son ciertas. Pero las tres kalpas asankhya se refieren a los tres estados envenenados de la mente. Lo que en sánscrito denominan asankhya tú lo denominas incontables. En esos tres estados envenenados de la mente hay incontables pensamientos malignos. Y cada pensamiento dura una kalpa. Esa infinidad es a la que el Buda se refiere mediante las tres kalpas asankhya.


Una vez que tu yo real se ve oscurecido por los tres venenos, ¿cómo se te puede llamar liberado si no hasta que venzas sus incontables pensamientos malignos? De aquellos que pueden transformar los tres venenos de codicia, odio e ignorancia en las tres liberaciones se dice que han pasado a través de las tres kalpas asankhya. Pero la gente de esta Era final son los necios más pertinaces. No entienden lo que el Tathagata quería decir con las tres kalpas asankhya. Dicen que la iluminación sólo se alcanza tras innumerables kalpas y por ello hacen que los discípulos se aparten del sendero de la budeidad.
Pero los grandes budas sólo alcanzaron la iluminación mediante la observación de los tres grupos de preceptos y practicando las seis paramitas. Ahora dices a los discípulos que únicamente contemplen la mente. ¿Cómo puede nadie alcanzar, la iluminación sin cultivar las reglas de disciplina?

Los tres grupos de preceptos son para vencer los tres estados venenosos de la mente. Cuando vences esos venenos, creas tres grupos de ilimitada virtud. Un grupo reúne las cosas; en este caso, los incontables buenos pensamientos de tu mente. Y las seis paramitas son para purificar los seis sentidos. Lo que llamamos paramitas tú lo llamas medios hacia la otra orilla. Al purificar tus seis sentidos del polvo de la sensación, las paramitas te transportan a través del Río de la Aflicción hasta la Orilla de la Iluminación.

Según los sutras, los tres grupos de preceptos son.- "Prometo poner fin a todo mal. Prometo cultivar todas las virtudes. Y prometo liberar a todos los seres". Pero ahora dices que sólo son para controlar los tres estados venenosos de la mente. ¿No es eso lo contrario de lo que dicen las escrituras?


Los sutras del Buda son verdad. Pero hace mucho tiempo, cuando ese gran bodhisattva cultivaba la semilla de la iluminación realizó los tres votos para contrarrestar los tres venenos. Al practicar prohibiciones morales para contrarrestar el veneno de la codicia, prometió poner fin a todo mal. Al practicar la meditación para contrarrestar el veneno del odio, prometió cultivar todas las virtudes. Y al practicar la sabiduría para contrarrestar el veneno de la ignorancia, prometió liberar a todos los seres. Como perseveró en estas tres prácticas puras de moralidad, meditación y sabiduría, fue capaz de vencer los tres venenos y alcanzar la iluminación. Al vencer los tres venenos barrió todo lo pecaminoso y puso fin a la maldad. Al observar los tres grupos de preceptos no hizo más que el bien y por ello cultivó la virtud. Y al poner fin al mal y cultivar la virtud consumó todas las prácticas, beneficiándose él mismo así como a otros y rescatando a los mortales en todas partes. Así es como liberó a los seres.

Debes comprender que la práctica que cultivas no existe separada de tu mente. Si tu mente es pura, todas las tierras búdicas son puras. Se dice en los sutras: "Si sus mentes son impuras, los seres son impuros. Si sus mentes son puras, los seres son puros". Y: "Para alcanzar una tierra búdica, purifica tu mente. Según se va purificando tu mente, las tierras búdicas se van haciendo puras". Así pues, al vencer los tres estados envenenados de la mente los tres grupos de preceptos se cumplen automáticamente.
Pero en los sutras se dice que las seis patamitas son caridad, moralidad, paciencia, devoción, meditación y sabiduría. Ahora dices que las paramitas hacen referencia a la purificación de los sentidos. ¿Qué quieres decir con ello? ¿Y por qué se les llama las balsas?


Cultivar las paramitas significa purificar los seis sentidos venciendo a los seis ladrones. Expulsando al ladrón del ojo mediante el abandono del mundo visual, es caridad. Excluyendo al ladrón del oído no escuchando los sonidos, es moralidad. Humillar al ladrón del olfato igualando todos los olores como neutros es paciencia. Controlar al ladrón de la boca conquistando los deseos del gusto, la alabanza y la justificación es devoción. Dominar al ladrón del cuerpo permaneciendo impasible a las sensaciones del tacto es meditación. Y domar al ladrón de la mente no cayendo en el pensamiento ilusorio mediante la práctica de la atención es sabiduría. Estas seis paramitas son transportes. Como barcas o balsas que transportan a los seres a la otra orilla. Por ello se las llama balsas.

Pero cuando Shakyamuni era un bodhisattva consumió tres cuencos de leche y seis cazos de gachas antes de alcanzar la iluminación. Si tuvo que beber leche antes de poder degustar el fruto de la budeidad, ¿cómo puede la simple contemplación de la mente tener como resultado la liberación?


Lo que dices es cierto. Así es como él alcanzó la liberación. Tuvo que beber leche antes de convertirse en un buda. Pero hay dos clases de leche. La que bebió Shakyamuni no era la impura leche ordinaria sino la pura leche del Dharma. Los tres cuencos eran los tres grupos de preceptos. Y los seis cucharones eran las seis paramitas. Shakyamuni alcanzó la liberación porque bebió la pura leche del Dharma y probó el fruto de la budeidad. Decir que el Tathagata bebió el mundano y apestoso brebaje de la leche de vaca es la mayor de las calumnias. Lo que es verdadero, el indestructible e imparcial cuerpo del Dharma, permanece siempre libre de las aflicciones mundanas. ¿Cómo iba a necesitar leche impura para satisfacer su hambre o su sed?

Se dice en los sutras: "Este buey vive en las tierras altas o en las llanuras. No come grano ni paja y no pace con vacas. El cuerpo de este buey es de oro bruñido". El buey hace referencia a Vairocana. Debido a su gran compasión por todos los seres, del interior de su cuerpo dhármico produce la sublime leche dhármica de los tres grupos de preceptos y las seis paramitas, a fin de alimentar a aquellos que buscan la liberación. La pura leche de un buey de tal pureza no sólo permitió alcanzar la budeidad al Tathagata sino que también permite que cualquier ser que la beba alcance la insuperable y completa iluminación.

En los sutras el Buda dice a los mortales que pueden alcanzar la iluminación llevando a cabo actos tan meritorios como construir monasterios, forjar imágenes, quemar incienso, esparcir flores, encender lámparas eternas, practicar los seis períodos del día y de la noche, caminar alrededor de estupas, observando ayunos y venerando. Pero si contemplar la mente incluye todas las demás prácticas, entonces llevar a cabo obras de este tipo resulta redundante.


Los sutras del Buda contienen numerosas metáforas. Como los mortales poseen mentes superficiales y no comprenden nada profundo, el Buda utilizó lo tangible para representar lo sublime. Quienes buscan bendiciones concentrándose en obras externas en lugar de cultivar lo interno tratan de conseguir lo imposible.

Lo que llamas un monasterio nosotros lo llamamos un sangharama, un lugar de pureza. Pero cualquiera que niegue la entrada a los tres venenos y mantenga puras las puertas de sus sentidos, su cuerpo y mente inmóvil, limpio por fuera y por dentro, construye un monasterio.

Forjar imágenes se refiere a todas las prácticas cultivadas por aquellos que buscan la iluminación. La sublime forma del Tathagata no puede ser representada por el metal. Aquellos que buscan la iluminación ven su cuerpo como el horno, el Dharma como el fuego, la sabiduría como la artesanía y los tres grupos de preceptos y las seis paramitas como el molde. Funden y refinan la verdadera naturaleza búdica en su interior y la vierten en el molde formado por las reglas de disciplina. Actuando de conformidad con la enseñanza del Buda, crean una perfecta semejanza de manera natural. El cuerpo eterno y sublime no está sujeto a las condiciones ni al deterioro. Si buscas la Verdad pero no sabes cómo conseguir una verdadera semejanza, ¿qué utilizarás en su lugar?

Y quemar incienso no significa incienso material ordinario sino el incienso del Dharrna intangible, cuyo perfume aparta la inmundicia, la ignorancia y los actos maliciosos. Existen cinco clases de dicho incienso dhármico. El primero es el incienso de la moralidad, que quiere decir renunciar al mal y cultivar la virtud. El segundo es el incienso de la meditación, que significa creer profundamente en el Mahayana con resolución fuera de dudas. El tercero es el incienso de la sabiduría, que es contemplar cuerpo y mente, dentro y fuera. El cuarto es el incienso de la liberación, que significa cortar los lazos de unión con la ignorancia. Y el quinto es el incienso del perfecto conocimiento, que es permanecer siempre consciente y sin obstrucciones. Estos cinco inciensos son de la clase más preciosa y muy superiores a cualquier cosa que pueda ofrecer el mundo.


Cuando el Buda estaba en el mundo, dijo a sus discípulos que encendiesen tan preciados inciensos con el fuego del conocimiento como ofrenda a los budas de las diez direcciones. Pero la gente de hoy en día no comprende el verdadero sentido de las palabras del Tathagata. Sólo utilizan una llama ordinaria para encender incienso material de sándalo o de otros tipos y rezar en busca de bendiciones futuras que nunca llegan.

Lo mismo vale en cuanto a lo de esparcir flores. Se refiere a hablar el Dharma, a esparcir flores de virtud, a fin de beneficiar a los demás y glorificar al yo real. Esas son las flores de virtud alabadas por el Buda, que duran para siempre sin marchitarse. Y cualquiera que esparza flores de ese tipo recibirá infinitas bendiciones. Si piensas que el Tathagata se refería a que la gente dañase las plantas cortando sus flores, estás equivocado. Aquellos que observan los preceptos no perjudican ninguna de la miríada de formas de cielos y tierra. Si hieres algo por error sufres por ello. Pero aquellos que rompen los preceptos intencionadamente, hiriendo a lo vivo en pos de futuras bendiciones, todavía sufren más. ¿Cómo pueden dejar que esas posibles bendiciones se conviertan en penas?


La lámpara eterna representa el perfecto conocimiento. Comparando la iluminación de la conciencia con la de la lámpara, aquellos que buscan la liberación ven su cuerpo como la lámpara, su mente como la mecha, la disciplina como el aceite y el poder de la sabiduría como la llama. Al alumbrar esta lámpara de perfecta conciencia disipan toda oscuridad e ignorancia. Y al traspasar este Dharma otros son capaces de usar una lámpara para encender otras miles. Y como esas lámparas encienden a su vez un número incontable de ellas, su luz permanece para siempre.

Hace mucho tiempo hubo un buda llamado Dipamkara, o el que enciende la lámpara. Este era el significado de su nombre. Pero los necios no comprenden las metáforas del Tathagata. Persistiendo en su pensamiento ilusorio y aferrándose a lo tangible, encienden lámparas de aceite vegetal ordinario y piensan que iluminando los interiores de edificios sigue la enseñanza del Buda. ¡Qué tontería! La luz liberada por el bucle entre las cejas de un buda puede iluminar ilimitados mundos. Una lámpara de aceite no sirve de nada. ¿O es que piensas lo contrario?


Practicar los seis períodos del día y de la noche significa cultivar constantemente la iluminación entre los seis sentidos y perseverar en cada forma de conciencia. Nunca relajar el control sobre los seis sentidos, eso es lo que significan los seis períodos.

Y en cuanto a caminar alrededor de estupas, la estupa es tu cuerpo y mente. Cuando tu conciencia da vueltas alrededor de tu cuerpo y de tu mente sin detenerse, eso es lo que se llama caminar alrededor de una estupa. Los sabios de la antigüedad siguieron ese sendero hacia el nirvana, pero la gente de hoy en día no comprende lo que eso significa. En lugar de mirar hacia el interior insisten en mirar hacia fuera. Utilizan sus cuerpos materiales para caminar alrededor de estufas materiales. Y persisten en ello día y noche, cansándose en vano y no por ello acercándose más a su yo real.

Lo mismo reza en cuanto a observar ayunos. No es de ninguna utilidad a menos que se comprenda lo que realmente quiere decir. Ayunar significa regular. Regular el cuerpo y la mente de manera que no se distraigan ni perturben. Y observar significa sostener las reglas de disciplina según el Dharma. Ayunar significa guarecerse de las seis atracciones del exterior y de los tres venenos interiores y esforzarse mediante la contemplación en purificar el cuerno y la mente.

Ayunar también incluye los cinco tipos de alimento. Primero está el deleite en el Dharma. Este es el deleite que proviene de actuar de acuerdo con el Dharma. El segundo es la armonía en meditación. Es la armonía del cuerpo y la mente que provienen de ver a través de sujeto y objeto. El tercero es la invocación, la invocación de los budas tanto con la boca como con la mente. El cuarto es la resolución, resolución para mantenerse en la virtud mientras se camina, se está de pie, sentado o echado. Y el quinto es liberación, la liberación de tu mente de la contaminación mundana. Estos son los cinco tipos de alimentos del ayuno. A menos que una persona coma estos cinco puros alimentos, se equivoca si piensa que ayuna.

También, una vez que se deja de comer el alimento de la ignorancia, se rompe el ayuno si vuelve a tocarse. Y una vez que se rompe no se consigue ninguna bendición por ello. El mundo está lleno de personas ignorantes que no lo ven así. Abandonan su cuerpo y su mente a toda clase de maldades. Dan rienda suelta a sus pasiones sin ninguna vergüenza y cuando dejan de comer alimentos ordinarios a eso lo llaman ayuno. Qué absurdo!

Lo mismo ocurre con la veneración. Tienes que entender el significado de adaptarse a las condiciones. Los medios incluyen la acción y la no acción. Quien así lo entienda sigue el Dharma. Veneración significa reverencia y humildad. Quiere decir reverenciar tu verdadero yo y humillar la ignorancia. Si puedes barrer los malos deseos y albergar buenos pensamientos, aunque no sea aparente, es veneración. Esta forma es su forma real.


El Señor quiso que la gente pensase en veneración como en expresar humildad y templar la mente. Así que les dijo que postrasen sus cuerpos para mostrar su reverencia, para dejar que lo externo expresase lo interno, para armonizar esencia y forma. Aquellos que fracasan en cultivar el significado interno y en lugar de ello se concentran en la expresión externa nunca dejan de abocarse a la ignorancia, el odio y el mal mientras se cansan sin beneficio alguno. Pueden engañar a otros con posturas, permanecer aparentemente carentes de vergüenza ante los sabios y presumidos, ante los mortales, pero nunca escaparán a la Rueda, y mucho menos conseguirán ningún mérito.

Pero en el Sutra de la Casa de Baños se dice. "Al contribuir a que los monjes puedan bañarse, la gente recibe ilimitadas bendiciones". Ello puede aparecer como un ejemplo de práctica externa que alcanza mérito. ¿Cómo puede esto relacionarse con contemplar la mente?

Aquí, el baño de los monjes no se refiere al lavado de algo tangible. Cuando el Señor predicó el Sutra de la Casa de Baños, quiso que sus discípulos recordasen el Dharma del lavado. Así que utilizó una preocupación cotidiana para ocultar su verdadero significado, que expresó en su explicación del mérito resultante de las siete ofrendas. De estas siete, la primera es agua clara, la segunda fuego, la tercera jabón, la cuarta amento de sauce, la quinta cenizas puras, la sexta ungüento y la séptima la prenda interior. Utilizó estas siete ofrendas para representar las otras siete cosas que limpian y realzan a un persona al eliminar el pensamiento ilusorio y la inmundicia de una mente envenenada.

La primera de las siete es moralidad, que limpia los excesos como el agua clara limpia la suciedad. La segunda es sabiduría, que penetra sujeto y objeto, al igual que el fuego calienta el agua. La tercera es discriminación, que se deshace de las malas prácticas, igual que el jabón deshace la mugre. La cuarta es honestidad, que purga los pensamientos ilusorios, al igual que masticar amento de sauce purifica la respiración. La quinta es verdadera fe. que disuelve toda duda, como el frotarse el cuerpo con cenizas previene la enfermedad. La sexta es paciencia, que vence la resistencia y desgracia, al igual que el ungüento suaviza la piel. Y la séptima es la vergüenza, que repara los malos actos, al igual que la prenda interior cubre un cuerpo feo. Estas cinco ofrendas representan el significado real del sutra. Cuando pronunció este sutra, el Tathagata hablaba a seguidores claridiventes del Mahayana, no a los estrechos de miras. No resulta sorprendente que la gente de hoy en día no lo comprenda.


La casa de baño es el cuerpo. Cuando enciendes el fuego de la sabiduría, calientas el agua pura de los preceptos y bañas la verdadera naturaleza búdica que hay en ti. Manteniendo estas siete prácticas aumentas tu virtud. Los monjes de aquella época eran perceptivos y comprendieron el significado del Buda. Siguieron su enseñanza, perfeccionaron su virtud y probaron el fruto de la budeidad. Pero la gente de hoy en día no puede ni imaginar esas cosas. Utilizan agua ordinaria para limpiar un cuerpo físico y piensan que siguen el sutra, pero están equivocados.

Nuestra verdadera naturaleza búdica carece de forma. Y el polvo de la aflicción no tiene forma. ¿Cómo puede la gente utilizar agua ordinaria para limpiar un cuerpo intangible? No es así. ¿Cuándo despertarán? Para limpiar un cuerpo así tienes que contemplarlo. Cuando las impurezas y la inmundicia aparecen como fruto del deseo, se multiplican hasta que te cubren por dentro y por fuera. Pero si tratas de limpiarte ese cuerpo, deberás frotar hasta que casi desaparezca para que esté limpio. Por ello debes comprender que lavar algo externo no es lo que quería decir el Buda.

En los sutras se dice que quien invoque de todo corazón al Buda tiene asegurado renacer en el Paraíso Occidental. Como esa puerta conduce a la budeidad, ¿por qué buscar la liberación en la contemplación de la mente?

Si vas a invocar al Buda deberás hacerlo bien. A menos que comprendas lo que significa invocar te estarás equivocando. Y si te equivocas nunca irás a ninguna parte.

Buda significa conciencia, conciencia de cuerpo y mente que previene que el mal aparezca en ninguno de ellos. E invocar significa recordar, recordar constantemente las reglas de disciplina y seguirlas con todas tus fuerzas. Esto es lo que significa invocar. Invocar tiene que ver con pensar y no con el lenguaje. Si utilizas una trampa para atrapar un pez, una vez que logras el éxito puedes olvidar la trampa. Si utilizas el lenguaje para encontrar el significado, una vez que lo has hallado puedes olvidarte del lenguaje.


Al invocar el nombre del Buda tienes que entender el Dharma de invocar. Si no está presente en tu mente, tu boca cantará un nombre vacío. Mientras estés afligido por los tres venenos o por pensamientos sobre ti mismo, tu mente ignorante te incapacitará para ver al Buda y sólo malgastarás tu esfuerzo. Cantar e invocar son mundos diferentes. El cantar se hace con la boca; el invocar con la mente. Y como invocar proviene de la mente, se llama la puerta de la conciencia. Cantar está centrado en la boca y aparece como sonido. Si te aferras a las apariencias, mientras buscas el significado no encontrarás nada. Así pues, los sabios del pasado cultivaron la instrospección y no la palabra.

Esta mente es fuente de todas las virtudes. Y esta mente domina todos los poderes. La eterna bienaventuranza del nirvana proviene de la mente tranquila. Renacer en uno de los tres reinos también proviene de la mente. La mente es la puerta de todos los mundos y la mente es el vado hacia la otra orilla. Aquellos que saben dónde está la puerta no se preocupan por alcanzarla. Aquellos que saben dónde está el vado no se preocupan por cruzarlo.

La gente que encuentro en la actualidad es superficial. Piensan en el mérito como en algo que tiene forma. Derrochan su riqueza y matan criaturas del mar y de la tierra. Neciamente se preocupan en erigir imágenes y estupas, haciendo que la gente amontone leña y ladrillos, para pintar este azul o aquel verde. Abusan del cuerpo y de la mente, se hieren a sí mismos y engañan a otros. Y no saben lo suficiente como para avergonzarse. ¿Cómo podrán nunca iluminarse? Ven algo tangible e inmediatamente se aferran a ello. Si les hablas acerca de la carencia de forma se sientan, aturdidos y confusos. Ávidos de los pequeños placeres de este mundo, permanecen ciegos a los grandes sufrimientos que están al llegar. Tales discípulos se consumen en vano. Desviándose de la verdad y abocándose a lo falso, no hablan sino de futuras bendiciones.

Si puedes simplemente concentrar la luz interior de tu mente y contemplar su iluminación exterior, disiparás los tres venenos y ahuyentarás a los seis ladrones de una vez para siempre. Y sin esfuerzo tomarás posesión de un infinito número de virtudes, perfecciones y puertas hacia la verdad. Ver a través de lo mundano y contemplar lo sublime cuesta menos que un parpadeo. La realización es ahora. ¿Para qué preocuparse del cabello gris? Pero la verdadera puerta está escondida y no puede ser revelada. Sólo la he rozado contemplando la mente.

                                                                               

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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Sermón de la Contemplación de la Mente, BODHIDHARMA



El Sermón de la Contemplación de la Mente
Por:  BODHIDHARMA


Si alguien está determinado a alcanzar la iluminación, ¿cuál es el método más esencial que puede practicar?

El método más esencial, que incluye todos los demás métodos, es la contemplación de la mente.

¿Pero cómo un método puede incluir todos los demás?

La mente es la raíz de la que crecen todas las cosas. Si puedes llegar a comprender la mente, todo lo demás está incluido. Es como la raíz de un árbol. Todos los frutos, flores, ramas y hojas del árbol dependen de su raíz. Si alimentas su raíz, el árbol se multiplica. Si cortas la raíz, muere. Aquellos que comprenden la mente alcanzan la iluminación. Aquellos que no comprenden la mente practican en vano. Todo lo bueno y lo malo proviene de tu propia mente. Encontrar algo más allá de la mente es imposible.


¿Pero cómo contemplar la mente puede llamarse comprensión?

Cuando un gran bodhisattva ahonda profundamente en la perfecta sabiduría, comprueba que los cuatro elementos y las cinco sombras carecen de un yo personal. Y comprende que la actividad de su mente cuenta con dos aspectos: puro e impuro. A causa de su naturaleza, ambos estados mentales están siempre presentes. Se alternan como causa o efecto dependiendo de las condiciones, la mente pura se complace en las buenas acciones, la impura piensa en el mal. Aquellos que no son afectados por la impureza son sabios. Trascienden el sufrimiento y experimentan el gozo del nirvana. Todos los demás, atrapados por la mente impura y enredados en su propio karma, son mortales. Vagan por los tres reinos y sufren incontables aflicciones, y todo porque su mente impura oscurece su ser real.

El Sutra de las Diez Etapas dice: "En el cuerpo de los mortales está la indestructible naturaleza búdica. Como el sol, su luz llena el espacio ilimitado. Pero una vez que es velado por las oscuras nubes de las cinco sombras es como una luz en el interior de una tinaja, oculta de la vista". Y el Sutra del Nirvana dice: "Todos los mortales cuentan con naturaleza búdica. Pero se halla cubierta por la oscuridad de la que no pueden escapar. Nuestra naturaleza búdica es conocimiento: conocer y hacer que otros conozcan a otros. Realizar el conocimiento es la liberación". Todo lo bueno tiene su raíz en este conocimiento. Y de esta raíz nace el árbol de todas las virtudes y el fruto del nirvana. Contemplar la mente así es comprender.

Dices que nuestra naturaleza búdica y todas las virtudes tienen su raíz en este conocimiento. ¿Pero cual es la raíz de la ignorancia?

La mente ignorante, con sus innumerables aflicciones, pasiones y maldades, está enraizada en los tres venenos: codicia, odio y pensamiento ilusorio. Estos tres estados mentales venenosos incluyen ilimitadas maldades, como los árboles que cuentan con un sólo tronco pero con innumerables ramas y hojas. Pero cada veneno produce tantos millares de males que apenas sirve compararlo con un árbol.

Los tres venenos están presentes en nuestros seis órganos de los sentidos como seis clases de conciencia, o ladrones. Son llamados ladrones porque penetran a través de las puertas de los sentidos, codician ilimitadas posesiones, se ocupan en el mal y enmascaran su auténtica identidad. Y como los mortales engañados en cuerpo y mente por esos venenos o ladrones, se pierden en la vida y la muerte, vagando a través de los seis estados de existencia, sufriendo incontables aflicciones. Estas aflicciones son como ríos que recorren miles de kilómetros a causa del flujo constante de pequeños manantiales. Pero si alguien corta su fuente, los ríos se secan. Y si alguien que busca a liberación puede convertir los tres venenos en los tres conjuntos de preceptos y a los seis ladrones en seis paramitas, se liberará de la aflicción de una vez para siempre.

Pero los tres reinos y los seis estados de existencia son infinitamente vastos. ¿Cómo podemos escapar de sus aflicciones ilimitadas si todo lo que hacemos es contemplar la mente?

El karma de los tres reinos proviene sólo de la mente. Si tu mente no está en los tres reinos entonces está más allá de ellos. Los tres reinos corresponden a los tres venenos: la codicia corresponde al reino del deseo, el odio al reino de la forma y el pensamiento ilusorio al reino de la no forma. Y como el karma creado por los tres venenos puede ser benévolo o pesado, estos tres reinos se hallan a su vez subdivididos en seis lugares conocidos como los seis estados de existencia.

¿Y en qué se diferencia el karma de estos seis estados?

Los mortales que no comprenden la verdadera práctica y ciegamente llevan a cabo buenos actos nacen en los tres estados de existencia más elevados, en el interior de los tres reinos. ¿Y cuáles son esos tres elevados estados? Aquellos que ciegamente llevan a cabo los diez buenos actos y buscan neciamente la felicidad nacen como dioses en el reino del deseo. Aquellos que ciegamente observan los cinco preceptos y se abandonan tontamente al amor y al odio nacen como hombres en el reino del odio. Y aquellos que ciegamente se aferran al mundo fenoménico, creen en falsas doctrinas y rezan en busca de bendiciones, nacen como demonios en el reino de la ignorancia. Estos son los tres elevados estados de existencia.

¿Y cuáles son los estados inferiores? Son aquellos en los que nacen los que persisten en pensamientos envenenados y actos malignos. Aquellos cuyo karma procedente de la codicia es mayor se convierten en espíritus ávidos. Aquellos cuyo karma procedente del pensamiento ilusorio es mayor sufren en el infierno. Y aquellos cuyo karma proveniente del odio es mayor se convierten en bestias. Estos tres estados inferiores junto con los anteriores más elevados conforman los seis estados de existencia. Por ello deberás comprender que todo karma, doloroso o de otro tipo, proviene de tu propia mente. Si puedes concentrar tu mente y trascender su falsedad y maldad, el sufrimiento de los tres reinos y de los seis estados de existencia desaparecerá automáticamente. Y una vez liberado del sufrimiento, serás verdaderamente libre.

Pero el Buda dijo.- "Sólo tras experimentar innumerables infortunios durante tres kalpas asankhya alcancé la iluminación". ¿Por qué dices ahora que simplemente contemplar la mente y vencer los tres venenos es la liberación?

Las palabras del Buda son ciertas. Pero las tres kalpas asankhya se refieren a los tres estados envenenados de la mente. Lo que en sánscrito denominan asankhya tú lo denominas incontables. En esos tres estados envenenados de la mente hay incontables pensamientos malignos. Y cada pensamiento dura una kalpa. Esa infinidad es a la que el Buda se refiere mediante las tres kalpas asankhya.


Una vez que tu yo real se ve oscurecido por los tres venenos, ¿cómo se te puede llamar liberado si no hasta que venzas sus incontables pensamientos malignos? De aquellos que pueden transformar los tres venenos de codicia, odio e ignorancia en las tres liberaciones se dice que han pasado a través de las tres kalpas asankhya. Pero la gente de esta Era final son los necios más pertinaces. No entienden lo que el Tathagata quería decir con las tres kalpas asankhya. Dicen que la iluminación sólo se alcanza tras innumerables kalpas y por ello hacen que los discípulos se aparten del sendero de la budeidad.
Pero los grandes budas sólo alcanzaron la iluminación mediante la observación de los tres grupos de preceptos y practicando las seis paramitas. Ahora dices a los discípulos que únicamente contemplen la mente. ¿Cómo puede nadie alcanzar, la iluminación sin cultivar las reglas de disciplina?

Los tres grupos de preceptos son para vencer los tres estados venenosos de la mente. Cuando vences esos venenos, creas tres grupos de ilimitada virtud. Un grupo reúne las cosas; en este caso, los incontables buenos pensamientos de tu mente. Y las seis paramitas son para purificar los seis sentidos. Lo que llamamos paramitas tú lo llamas medios hacia la otra orilla. Al purificar tus seis sentidos del polvo de la sensación, las paramitas te transportan a través del Río de la Aflicción hasta la Orilla de la Iluminación.

Según los sutras, los tres grupos de preceptos son.- "Prometo poner fin a todo mal. Prometo cultivar todas las virtudes. Y prometo liberar a todos los seres". Pero ahora dices que sólo son para controlar los tres estados venenosos de la mente. ¿No es eso lo contrario de lo que dicen las escrituras?


Los sutras del Buda son verdad. Pero hace mucho tiempo, cuando ese gran bodhisattva cultivaba la semilla de la iluminación realizó los tres votos para contrarrestar los tres venenos. Al practicar prohibiciones morales para contrarrestar el veneno de la codicia, prometió poner fin a todo mal. Al practicar la meditación para contrarrestar el veneno del odio, prometió cultivar todas las virtudes. Y al practicar la sabiduría para contrarrestar el veneno de la ignorancia, prometió liberar a todos los seres. Como perseveró en estas tres prácticas puras de moralidad, meditación y sabiduría, fue capaz de vencer los tres venenos y alcanzar la iluminación. Al vencer los tres venenos barrió todo lo pecaminoso y puso fin a la maldad. Al observar los tres grupos de preceptos no hizo más que el bien y por ello cultivó la virtud. Y al poner fin al mal y cultivar la virtud consumó todas las prácticas, beneficiándose él mismo así como a otros y rescatando a los mortales en todas partes. Así es como liberó a los seres.

Debes comprender que la práctica que cultivas no existe separada de tu mente. Si tu mente es pura, todas las tierras búdicas son puras. Se dice en los sutras: "Si sus mentes son impuras, los seres son impuros. Si sus mentes son puras, los seres son puros". Y: "Para alcanzar una tierra búdica, purifica tu mente. Según se va purificando tu mente, las tierras búdicas se van haciendo puras". Así pues, al vencer los tres estados envenenados de la mente los tres grupos de preceptos se cumplen automáticamente.
Pero en los sutras se dice que las seis patamitas son caridad, moralidad, paciencia, devoción, meditación y sabiduría. Ahora dices que las paramitas hacen referencia a la purificación de los sentidos. ¿Qué quieres decir con ello? ¿Y por qué se les llama las balsas?


Cultivar las paramitas significa purificar los seis sentidos venciendo a los seis ladrones. Expulsando al ladrón del ojo mediante el abandono del mundo visual, es caridad. Excluyendo al ladrón del oído no escuchando los sonidos, es moralidad. Humillar al ladrón del olfato igualando todos los olores como neutros es paciencia. Controlar al ladrón de la boca conquistando los deseos del gusto, la alabanza y la justificación es devoción. Dominar al ladrón del cuerpo permaneciendo impasible a las sensaciones del tacto es meditación. Y domar al ladrón de la mente no cayendo en el pensamiento ilusorio mediante la práctica de la atención es sabiduría. Estas seis paramitas son transportes. Como barcas o balsas que transportan a los seres a la otra orilla. Por ello se las llama balsas.

Pero cuando Shakyamuni era un bodhisattva consumió tres cuencos de leche y seis cazos de gachas antes de alcanzar la iluminación. Si tuvo que beber leche antes de poder degustar el fruto de la budeidad, ¿cómo puede la simple contemplación de la mente tener como resultado la liberación?


Lo que dices es cierto. Así es como él alcanzó la liberación. Tuvo que beber leche antes de convertirse en un buda. Pero hay dos clases de leche. La que bebió Shakyamuni no era la impura leche ordinaria sino la pura leche del Dharma. Los tres cuencos eran los tres grupos de preceptos. Y los seis cucharones eran las seis paramitas. Shakyamuni alcanzó la liberación porque bebió la pura leche del Dharma y probó el fruto de la budeidad. Decir que el Tathagata bebió el mundano y apestoso brebaje de la leche de vaca es la mayor de las calumnias. Lo que es verdadero, el indestructible e imparcial cuerpo del Dharma, permanece siempre libre de las aflicciones mundanas. ¿Cómo iba a necesitar leche impura para satisfacer su hambre o su sed?

Se dice en los sutras: "Este buey vive en las tierras altas o en las llanuras. No come grano ni paja y no pace con vacas. El cuerpo de este buey es de oro bruñido". El buey hace referencia a Vairocana. Debido a su gran compasión por todos los seres, del interior de su cuerpo dhármico produce la sublime leche dhármica de los tres grupos de preceptos y las seis paramitas, a fin de alimentar a aquellos que buscan la liberación. La pura leche de un buey de tal pureza no sólo permitió alcanzar la budeidad al Tathagata sino que también permite que cualquier ser que la beba alcance la insuperable y completa iluminación.

En los sutras el Buda dice a los mortales que pueden alcanzar la iluminación llevando a cabo actos tan meritorios como construir monasterios, forjar imágenes, quemar incienso, esparcir flores, encender lámparas eternas, practicar los seis períodos del día y de la noche, caminar alrededor de estupas, observando ayunos y venerando. Pero si contemplar la mente incluye todas las demás prácticas, entonces llevar a cabo obras de este tipo resulta redundante.


Los sutras del Buda contienen numerosas metáforas. Como los mortales poseen mentes superficiales y no comprenden nada profundo, el Buda utilizó lo tangible para representar lo sublime. Quienes buscan bendiciones concentrándose en obras externas en lugar de cultivar lo interno tratan de conseguir lo imposible.

Lo que llamas un monasterio nosotros lo llamamos un sangharama, un lugar de pureza. Pero cualquiera que niegue la entrada a los tres venenos y mantenga puras las puertas de sus sentidos, su cuerpo y mente inmóvil, limpio por fuera y por dentro, construye un monasterio.

Forjar imágenes se refiere a todas las prácticas cultivadas por aquellos que buscan la iluminación. La sublime forma del Tathagata no puede ser representada por el metal. Aquellos que buscan la iluminación ven su cuerpo como el horno, el Dharma como el fuego, la sabiduría como la artesanía y los tres grupos de preceptos y las seis paramitas como el molde. Funden y refinan la verdadera naturaleza búdica en su interior y la vierten en el molde formado por las reglas de disciplina. Actuando de conformidad con la enseñanza del Buda, crean una perfecta semejanza de manera natural. El cuerpo eterno y sublime no está sujeto a las condiciones ni al deterioro. Si buscas la Verdad pero no sabes cómo conseguir una verdadera semejanza, ¿qué utilizarás en su lugar?

Y quemar incienso no significa incienso material ordinario sino el incienso del Dharrna intangible, cuyo perfume aparta la inmundicia, la ignorancia y los actos maliciosos. Existen cinco clases de dicho incienso dhármico. El primero es el incienso de la moralidad, que quiere decir renunciar al mal y cultivar la virtud. El segundo es el incienso de la meditación, que significa creer profundamente en el Mahayana con resolución fuera de dudas. El tercero es el incienso de la sabiduría, que es contemplar cuerpo y mente, dentro y fuera. El cuarto es el incienso de la liberación, que significa cortar los lazos de unión con la ignorancia. Y el quinto es el incienso del perfecto conocimiento, que es permanecer siempre consciente y sin obstrucciones. Estos cinco inciensos son de la clase más preciosa y muy superiores a cualquier cosa que pueda ofrecer el mundo.


Cuando el Buda estaba en el mundo, dijo a sus discípulos que encendiesen tan preciados inciensos con el fuego del conocimiento como ofrenda a los budas de las diez direcciones. Pero la gente de hoy en día no comprende el verdadero sentido de las palabras del Tathagata. Sólo utilizan una llama ordinaria para encender incienso material de sándalo o de otros tipos y rezar en busca de bendiciones futuras que nunca llegan.

Lo mismo vale en cuanto a lo de esparcir flores. Se refiere a hablar el Dharma, a esparcir flores de virtud, a fin de beneficiar a los demás y glorificar al yo real. Esas son las flores de virtud alabadas por el Buda, que duran para siempre sin marchitarse. Y cualquiera que esparza flores de ese tipo recibirá infinitas bendiciones. Si piensas que el Tathagata se refería a que la gente dañase las plantas cortando sus flores, estás equivocado. Aquellos que observan los preceptos no perjudican ninguna de la miríada de formas de cielos y tierra. Si hieres algo por error sufres por ello. Pero aquellos que rompen los preceptos intencionadamente, hiriendo a lo vivo en pos de futuras bendiciones, todavía sufren más. ¿Cómo pueden dejar que esas posibles bendiciones se conviertan en penas?


La lámpara eterna representa el perfecto conocimiento. Comparando la iluminación de la conciencia con la de la lámpara, aquellos que buscan la liberación ven su cuerpo como la lámpara, su mente como la mecha, la disciplina como el aceite y el poder de la sabiduría como la llama. Al alumbrar esta lámpara de perfecta conciencia disipan toda oscuridad e ignorancia. Y al traspasar este Dharma otros son capaces de usar una lámpara para encender otras miles. Y como esas lámparas encienden a su vez un número incontable de ellas, su luz permanece para siempre.

Hace mucho tiempo hubo un buda llamado Dipamkara, o el que enciende la lámpara. Este era el significado de su nombre. Pero los necios no comprenden las metáforas del Tathagata. Persistiendo en su pensamiento ilusorio y aferrándose a lo tangible, encienden lámparas de aceite vegetal ordinario y piensan que iluminando los interiores de edificios sigue la enseñanza del Buda. ¡Qué tontería! La luz liberada por el bucle entre las cejas de un buda puede iluminar ilimitados mundos. Una lámpara de aceite no sirve de nada. ¿O es que piensas lo contrario?


Practicar los seis períodos del día y de la noche significa cultivar constantemente la iluminación entre los seis sentidos y perseverar en cada forma de conciencia. Nunca relajar el control sobre los seis sentidos, eso es lo que significan los seis períodos.

Y en cuanto a caminar alrededor de estupas, la estupa es tu cuerpo y mente. Cuando tu conciencia da vueltas alrededor de tu cuerpo y de tu mente sin detenerse, eso es lo que se llama caminar alrededor de una estupa. Los sabios de la antigüedad siguieron ese sendero hacia el nirvana, pero la gente de hoy en día no comprende lo que eso significa. En lugar de mirar hacia el interior insisten en mirar hacia fuera. Utilizan sus cuerpos materiales para caminar alrededor de estufas materiales. Y persisten en ello día y noche, cansándose en vano y no por ello acercándose más a su yo real.

Lo mismo reza en cuanto a observar ayunos. No es de ninguna utilidad a menos que se comprenda lo que realmente quiere decir. Ayunar significa regular. Regular el cuerpo y la mente de manera que no se distraigan ni perturben. Y observar significa sostener las reglas de disciplina según el Dharma. Ayunar significa guarecerse de las seis atracciones del exterior y de los tres venenos interiores y esforzarse mediante la contemplación en purificar el cuerno y la mente.

Ayunar también incluye los cinco tipos de alimento. Primero está el deleite en el Dharma. Este es el deleite que proviene de actuar de acuerdo con el Dharma. El segundo es la armonía en meditación. Es la armonía del cuerpo y la mente que provienen de ver a través de sujeto y objeto. El tercero es la invocación, la invocación de los budas tanto con la boca como con la mente. El cuarto es la resolución, resolución para mantenerse en la virtud mientras se camina, se está de pie, sentado o echado. Y el quinto es liberación, la liberación de tu mente de la contaminación mundana. Estos son los cinco tipos de alimentos del ayuno. A menos que una persona coma estos cinco puros alimentos, se equivoca si piensa que ayuna.

También, una vez que se deja de comer el alimento de la ignorancia, se rompe el ayuno si vuelve a tocarse. Y una vez que se rompe no se consigue ninguna bendición por ello. El mundo está lleno de personas ignorantes que no lo ven así. Abandonan su cuerpo y su mente a toda clase de maldades. Dan rienda suelta a sus pasiones sin ninguna vergüenza y cuando dejan de comer alimentos ordinarios a eso lo llaman ayuno. Qué absurdo!

Lo mismo ocurre con la veneración. Tienes que entender el significado de adaptarse a las condiciones. Los medios incluyen la acción y la no acción. Quien así lo entienda sigue el Dharma. Veneración significa reverencia y humildad. Quiere decir reverenciar tu verdadero yo y humillar la ignorancia. Si puedes barrer los malos deseos y albergar buenos pensamientos, aunque no sea aparente, es veneración. Esta forma es su forma real.


El Señor quiso que la gente pensase en veneración como en expresar humildad y templar la mente. Así que les dijo que postrasen sus cuerpos para mostrar su reverencia, para dejar que lo externo expresase lo interno, para armonizar esencia y forma. Aquellos que fracasan en cultivar el significado interno y en lugar de ello se concentran en la expresión externa nunca dejan de abocarse a la ignorancia, el odio y el mal mientras se cansan sin beneficio alguno. Pueden engañar a otros con posturas, permanecer aparentemente carentes de vergüenza ante los sabios y presumidos, ante los mortales, pero nunca escaparán a la Rueda, y mucho menos conseguirán ningún mérito.

Pero en el Sutra de la Casa de Baños se dice. "Al contribuir a que los monjes puedan bañarse, la gente recibe ilimitadas bendiciones". Ello puede aparecer como un ejemplo de práctica externa que alcanza mérito. ¿Cómo puede esto relacionarse con contemplar la mente?

Aquí, el baño de los monjes no se refiere al lavado de algo tangible. Cuando el Señor predicó el Sutra de la Casa de Baños, quiso que sus discípulos recordasen el Dharma del lavado. Así que utilizó una preocupación cotidiana para ocultar su verdadero significado, que expresó en su explicación del mérito resultante de las siete ofrendas. De estas siete, la primera es agua clara, la segunda fuego, la tercera jabón, la cuarta amento de sauce, la quinta cenizas puras, la sexta ungüento y la séptima la prenda interior. Utilizó estas siete ofrendas para representar las otras siete cosas que limpian y realzan a un persona al eliminar el pensamiento ilusorio y la inmundicia de una mente envenenada.

La primera de las siete es moralidad, que limpia los excesos como el agua clara limpia la suciedad. La segunda es sabiduría, que penetra sujeto y objeto, al igual que el fuego calienta el agua. La tercera es discriminación, que se deshace de las malas prácticas, igual que el jabón deshace la mugre. La cuarta es honestidad, que purga los pensamientos ilusorios, al igual que masticar amento de sauce purifica la respiración. La quinta es verdadera fe. que disuelve toda duda, como el frotarse el cuerpo con cenizas previene la enfermedad. La sexta es paciencia, que vence la resistencia y desgracia, al igual que el ungüento suaviza la piel. Y la séptima es la vergüenza, que repara los malos actos, al igual que la prenda interior cubre un cuerpo feo. Estas cinco ofrendas representan el significado real del sutra. Cuando pronunció este sutra, el Tathagata hablaba a seguidores claridiventes del Mahayana, no a los estrechos de miras. No resulta sorprendente que la gente de hoy en día no lo comprenda.


La casa de baño es el cuerpo. Cuando enciendes el fuego de la sabiduría, calientas el agua pura de los preceptos y bañas la verdadera naturaleza búdica que hay en ti. Manteniendo estas siete prácticas aumentas tu virtud. Los monjes de aquella época eran perceptivos y comprendieron el significado del Buda. Siguieron su enseñanza, perfeccionaron su virtud y probaron el fruto de la budeidad. Pero la gente de hoy en día no puede ni imaginar esas cosas. Utilizan agua ordinaria para limpiar un cuerpo físico y piensan que siguen el sutra, pero están equivocados.

Nuestra verdadera naturaleza búdica carece de forma. Y el polvo de la aflicción no tiene forma. ¿Cómo puede la gente utilizar agua ordinaria para limpiar un cuerpo intangible? No es así. ¿Cuándo despertarán? Para limpiar un cuerpo así tienes que contemplarlo. Cuando las impurezas y la inmundicia aparecen como fruto del deseo, se multiplican hasta que te cubren por dentro y por fuera. Pero si tratas de limpiarte ese cuerpo, deberás frotar hasta que casi desaparezca para que esté limpio. Por ello debes comprender que lavar algo externo no es lo que quería decir el Buda.

En los sutras se dice que quien invoque de todo corazón al Buda tiene asegurado renacer en el Paraíso Occidental. Como esa puerta conduce a la budeidad, ¿por qué buscar la liberación en la contemplación de la mente?

Si vas a invocar al Buda deberás hacerlo bien. A menos que comprendas lo que significa invocar te estarás equivocando. Y si te equivocas nunca irás a ninguna parte.

Buda significa conciencia, conciencia de cuerpo y mente que previene que el mal aparezca en ninguno de ellos. E invocar significa recordar, recordar constantemente las reglas de disciplina y seguirlas con todas tus fuerzas. Esto es lo que significa invocar. Invocar tiene que ver con pensar y no con el lenguaje. Si utilizas una trampa para atrapar un pez, una vez que logras el éxito puedes olvidar la trampa. Si utilizas el lenguaje para encontrar el significado, una vez que lo has hallado puedes olvidarte del lenguaje.


Al invocar el nombre del Buda tienes que entender el Dharma de invocar. Si no está presente en tu mente, tu boca cantará un nombre vacío. Mientras estés afligido por los tres venenos o por pensamientos sobre ti mismo, tu mente ignorante te incapacitará para ver al Buda y sólo malgastarás tu esfuerzo. Cantar e invocar son mundos diferentes. El cantar se hace con la boca; el invocar con la mente. Y como invocar proviene de la mente, se llama la puerta de la conciencia. Cantar está centrado en la boca y aparece como sonido. Si te aferras a las apariencias, mientras buscas el significado no encontrarás nada. Así pues, los sabios del pasado cultivaron la instrospección y no la palabra.

Esta mente es fuente de todas las virtudes. Y esta mente domina todos los poderes. La eterna bienaventuranza del nirvana proviene de la mente tranquila. Renacer en uno de los tres reinos también proviene de la mente. La mente es la puerta de todos los mundos y la mente es el vado hacia la otra orilla. Aquellos que saben dónde está la puerta no se preocupan por alcanzarla. Aquellos que saben dónde está el vado no se preocupan por cruzarlo.

La gente que encuentro en la actualidad es superficial. Piensan en el mérito como en algo que tiene forma. Derrochan su riqueza y matan criaturas del mar y de la tierra. Neciamente se preocupan en erigir imágenes y estupas, haciendo que la gente amontone leña y ladrillos, para pintar este azul o aquel verde. Abusan del cuerpo y de la mente, se hieren a sí mismos y engañan a otros. Y no saben lo suficiente como para avergonzarse. ¿Cómo podrán nunca iluminarse? Ven algo tangible e inmediatamente se aferran a ello. Si les hablas acerca de la carencia de forma se sientan, aturdidos y confusos. Ávidos de los pequeños placeres de este mundo, permanecen ciegos a los grandes sufrimientos que están al llegar. Tales discípulos se consumen en vano. Desviándose de la verdad y abocándose a lo falso, no hablan sino de futuras bendiciones.

Si puedes simplemente concentrar la luz interior de tu mente y contemplar su iluminación exterior, disiparás los tres venenos y ahuyentarás a los seis ladrones de una vez para siempre. Y sin esfuerzo tomarás posesión de un infinito número de virtudes, perfecciones y puertas hacia la verdad. Ver a través de lo mundano y contemplar lo sublime cuesta menos que un parpadeo. La realización es ahora. ¿Para qué preocuparse del cabello gris? Pero la verdadera puerta está escondida y no puede ser revelada. Sólo la he rozado contemplando la mente.

                                                                               

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