viernes, 12 de abril de 2013

EL ARTE DE LA VERDADERA FELICIDAD: -"La felicidad está en el amor, en la sabiduría, en la justicia, en la igualdad compensativa, en la fortaleza, en la templanza, en la belleza y en la conciencia de la conexión permanente con el Creador"-. Giuseppe Isgró Cattafi


EL ARTE DE LA VERDADERA FELICIDAD

©Giuseppe Isgró C.


-“El único medio de alcanzar la felicidad está, pues, en perseguir el éxito en la vida; de nada sirve perseguir directamente la felicidad, que viene por añadidura cuando la vida tiene éxito”-.
-“La persona que realiza esfuerzo para que ascienda el espíritu todo lo alto que sea posible ascender ha alcanzado el éxito en su vida, como el héroe, el místico”-.
-“Es preciso que sustituyamos la persecución de la felicidad por el perfeccionamiento del cuerpo y del espíritu. Si alcanzamos la perfección, la felicidad nos será dada por añadidura”-.
Alexis Carrel

-“… los sabios dedicarán sus laboratorios al estudio de Dios… y  de las fuerzas espirituales que apenas se han tocado….ese día, el mundo verá mayor progreso en una generación que el que ha viso en las últimas cuatro”-.
Charles Steinmetz

-La felicidad está en el amor, en la sabiduría, en la justicia, en la igualdad compensativa, en la fortaleza, en la templanza, en la belleza y en la conciencia de la conexión permanente con el Creador Universal-.
Giuseppe Isgró Cattafi



Séneca, filósofo estoico y uno de los pensadores más profundos de todos los tiempos, se preguntaba: -“En qué consiste la felicidad”? Acto seguido, contestaba: -“En el sosiego y la tranquilidad perennes. La otorgará la grandeza del alma y la constancia porfiada  en seguir el recto juicio. Tales virtudes, ¿en qué condiciones se alcanzan? Siempre que hayamos captado plenamente la verdad y observado, en nuestra conducta, el orden, la mesura, el decoro, con una voluntad tenaz en el bien y benevolente, en consonancia con la razón y sin separarse jamás de ella”-.
Para la filosofía estoica, todo lo que es conforme con la naturaleza, proporciona felicidad. Tú puedes y debes ser más feliz, todavía, aquí y ahora mismo. De ti depende exclusivamente. ¡Acepta ser más feliz, todavía, en este instante!
Siéntete plena y totalmente feliz y encuentra cien o más razones por las cuales puedas mostrar gratitud a la vida y al Supremo Hacedor, para ser más feliz, aún, de lo que lo has sido hasta ahora. Escribe esas razones y medita sobre ellas. Este ejercicio es sumamente poderoso y efectivo. Mientras vas escribiendo, por asociación magnética van surgiendo nuevas ideas para expresar gratitud y motivos para ser más feliz, ahora. Por la ley de atracción, mediante la cual, lo semejante atrae lo semejante, al representarte, mentalmente, las razones por las cuales te puedes sentir más feliz, ahora, atraerás mayores situaciones, a tu vida, que reforzarán las condiciones idóneas para alcanzar nuevos estados de conciencias relativos a la felicidad.
Tienes el poder más grandioso que otorgó el Creador a todos los seres: el libre albedrío, lo cual significa que tienes la libertad de elegir. En el mismo instante en que elijas ser más feliz, todavía, -plenamente feliz-, lo demás viene por añadidura, por cuanto tu vida comenzará a girar alrededor de ese nuevo estado de conciencia y decisión. Al afianzar tu poder interior de dominarte y ser inmune a las influencias y condiciones exteriores, todo tu mundo de relación se acoplará, en perfecta armonía y concordancia. Es más fácil ser feliz, por cuanto la vida te secunda para ello, que dejar de serlo, que es ajeno al plan de la naturaleza. Hay un precio que pagar; pero hay que pagarlo: tomar la decisión de realizar las cosas que deben hacerse para ser más feliz. Hazlo y tendrás el poder.
Parafraseando a Epicteto, -otro de los grandes maestros de la Stoa-, podría decirse que, lo importante no es la felicidad en si misma, sino la propia comprensión y actitud frente a ella
La felicidad es un estado interior del propio ser. Es una actitud frente a la vida. Es la comprensión de las leyes del universo. Es el resultado de un proceso vital mediante el cual, los sentidos cósmicos de la persona, guían, bajo la égida de la visión de los valores universales y de la vida, otorgándole orientación, utilidad, trascendencia y valor existencial.
Sentirse plenamente feliz es el resultado final de una vida centrada en la práctica de las virtudes y en el estudio de la sabiduría universal, aquí y ahora, en la escuela de la vida, en esas circunstancias que se afrontan en el diario vivir, las cuales te ayudan a ejercitarte en la adquisición de la maestría existencial. Sí, ya sé que tienes una lista grande de cosas, personas y circunstancias que te van clavando el aguijón; pero, ese es el mecanismo de la vida, quine te va presentando las situaciones acordes a lo que has sembrado, previamente, y que te son precisas para ayudarte a adquirir nuevos estados de conciencia e impulsar tu evolución; si no fueran esas personas o circunstancias que actualmente pudieran exigirte que te emplees más a fondo para armonizarte con una realidad superior y hacerte inmune a ellas, serían otras diferentes pero de análogo efecto, por cuanto, esas son las experiencias que, ahora, requieres y es preciso afrontarlas y asimilar la enseñanzas que contienen y pasar a la siguiente fase en el plan de tu vida. Nada de evasión, sino decisión firme de afrontar las cosas y vencer en las pruebas de la vida, serenamente, con paciencia, y conservar, siempre, la paz mental.
Es preciso amar, antes, la felicidad, para ser feliz; lo mismo hay que hacer con la sabiduría, para cultivarla y desarrollarla, en el propio ser. Amándola, comienzas a descubrir el por qué de todas las cosas, cuyas respuestas, en la meditación de tu “yo interno” –espíritu-, te dan la comprensión de las mismas.
La primera gran percepción que ilumina la inteligencia, es la de que, en el universo, todas las razones existentes indican que, la meta inmediata y final del ser humano, es la de ser feliz, cada día, mediante el desempeño efectivo de la propia misión en la vida, con virtuoso cumplimiento de los propios deberes. Es la regla ética cósmica.
La insatisfacción que, eventualmente, se experimenta, señala el desempeño suficiente y adecuado que debe ser logrado, para que, el equilibrio vital y creativo de la felicidad, pueda manifestarse plenamente. Es la sensación del deber cumplido; la emoción del logro alcanzado; el sentimiento de lo justo que guía las propias acciones; la intuición de la verdad que ilumina el espíritu y las ideas; la visión de los valores universales para dirigir los acontecimientos; la prudencia, que determina hasta donde llegar y cuando hay que pararse, indicando la medida exacta de todas las cosas; el poder del entusiasmo que potencia las facultades transformando en incansable, a la persona, hasta alcanzar lo –aparentemente- “imposible”, por cuanto, todo es posible para quien cree que lo es y mantiene la expectativa positiva en el logro de los resultados apetecidos.
La fe –expectativa positiva- en la bondad universal que siempre busca lo mejor para cada quien, aún en las situaciones menos favorables.
La aceptación de los designios superiores del Gran Arquitecto del Universo, a cuya voluntad es preciso armonizarse en el quehacer universal, por ser la rectora de todo cuanto existe.
El respeto a las leyes cósmicas y humanas; a los derechos ajenos; a las personas y a todas las expresiones de la vida universal.
El valor o coraje, que da fuerza para seguir adelante, transmutando en buenas todas las situaciones.
La templanza, -moderación- o autodominio, como principio de economía cósmica, por cuanto, mientras mejor se administren los propios recursos existenciales, la vida confía caudales de abundancia mayores, para optimizar su uso en beneficio de todos; en fin de cuenta, aquí, cada ser, es un trabajador del cosmos. Es preciso hacer el trabajo, y realizándolo, se es feliz. ¿Cuál trabajo? El que estimes que alguien debe llevar a cabo. Tú eres esa persona.
Es preciso recordar, una vez más, las sabias palabras del I Ching, -el libro de las mutaciones y uno de los mejores de todos los tiempos-: -“Olvida la felicidad perdida, disfruta de la que aún queda”-.
La felicidad es un termómetro. La naturaleza de las cosas –quien deja en libertad de elegir las cosas inherentes a la propia vida y actuar con libre albedrío- diseñó, en los seres, el mecanismo de la felicidad, en su doble polaridad positiva y negativa, -satisfacción-insatisfacción-, el cual permite calibrar el acercamiento o alejamiento, advirtiendo cuando deben hacerse correctivos. El aguijón que inflige la insatisfacción mueve a la acción suficiente, en la realización de los objetivos existenciales que competen a cada persona de acuerdo al esquema cósmico, única manera de acallar la misma.
El fin de la insatisfacción siempre es positivo. Es, como fue dicho, el aguijón cósmico que penetra en lo más profundo del ser, para despertarlo a la realidad emergente de la vida, al propio objetivo existencial, indicando, mediante las cosas que causan inconformidad, el sentido direccional hacia el cual hay que encauzarse, transmutando la situación insatisfactoria en su opuesta positiva.
Hay una sola manera de hacerlo. Es canalizando el propio caudal creativo hacia objetivos externos. La fuerza de insatisfacción , acumulada en la represa de la propia vida, en busca de auto-expresión, es un tremendo poder concentrado que puede y debe ser utilizado para imprimir el impulso realizador de la felicidad, anteponiéndose objetivos claramente definidos, enunciados por escrito, cuantificados en el espacio y tiempo, con su respectiva curva de resultados y atacando la realización de cada uno a la vez.
En el mismo instante en que se acepta la propia realidad, -tal cual es, exactamente-, decidiendo hacer lo que debe ser hecho y resolver lo que debe ser resuelto, se comienza a experimentar el sentimiento de la propia felicidad, como resultado gradual del desarrollo de la existencia humana, expresado en la aceptación y cumplimiento de los propios deberes existenciales –consigo, con los demás y con el Creador-, como ejercicio de los derechos subjetivos que las leyes naturales otorgan a cada quien. La felicidad es un estado fundamental del ser. Desarrolla, cada día más y mejor, el arte de la verdadera felicidad.
Afirma: -Creador Universal, aquí y ahora, acepto la felicidad y abundancia de este día. Gracias-.


**

Cada quien toma, de la vida, el grado de felicidad que lleva dentro. El medio ambiente en el cual vive, refleja, como un espejo, lo que se es, lo que se tiene o lo que se experimenta.
La felicidad nada tiene que ver con la posesión de bienes, ni la infelicidad con su carencia.
La felicidad es ajena al vaivén de la fortuna y ésta siempre acompaña al ser feliz por cuanto el estado interior de la dicha, es en sí mismo el mayor bien. Es un poder que mueve a la acción para alcanzar logros que proporcionen autosatisfacción personal y espiritual. Permite disfrutar cada momento de la vida, aquí y ahora,
Las polaridades de la felicidad son auto-excluyentes recíprocamente: o se es feliz, o no; la una desplaza a la otra. Y, por la ley de la asociación magnética, cada uno de dichos polos, tiene fuerzas de atracción y de repulsión. Atrae las situaciones que proporcionan felicidad y repele aquellas que les son contrarias. Hay que sintonizar el propio ser con los elementos propios de la felicidad.
La sintonía es un factor clave. Cada ser es único e incomparable en el universo. Con personalidad, inteligencia, potencial, facultades y evolución, propias. Tú eres mejor de lo que crees. La vida te ha dotado de un mecanismo interior para ser feliz por medio del dominio de tus pensamientos, sustituyendo uno negativo por su opuesto positivo y alcanzar la realización de todos tus objetivos y metas, por elevadas que sean, por cuanto, las ideas que concibes constituyen semillas que al germinar, en el plano mental, manifiestan en la realidad objetiva sus respectivos logros, con lo cual, aún sin saberlo, contribuyes al desarrollo universal de acuerdo a los planes del Gran Arquitecto del Universo.
Ésta es una de las mejores épocas de la humanidad y el futuro siempre será mejor. El cosmos, extraordinario e inmenso, con sus leyes sabias e inmutables, rige todo: esa inmensidad en el espacio cósmico y en la eternidad del tiempo, están a tu alcance para conquistar la evolución universal, en ciclos existenciales periódicos, en este planeta, y en miles de millones de mundos habitados que la imaginación intuye –y los ojos de la inteligencia ven-, los cuales constituyen etapas –o moradas- de progreso, que gradual y oportunamente, es preciso ascender. Tu espíritu es inmortal, coeterno con el Creador y, a su vez, forma una unidad con Él.
Cada ser es un Creador de la naturaleza secundando al Supremo Hacedor. Es un ejecutor de su voluntad de su voluntad y planes en el quehacer universal y diario. El mejor rendimiento se obtiene al estar en acoplamiento con Él, en perfecta armonía con sus leyes y valores cósmicos. Ese acoplamiento es instantáneo. Puede hacerse aquí y ahora mismo.
Basta decir: -Creador Universal, acepto Tu voluntad. Pongo mi vida en tus manos. Guíame de acuerdo a tus designios. Utilízame donde creas que pueda ser más útil. Ilumíname, protégeme, asísteme. Gracias-.
Dejándote guiar por el poder espiritual que yace en tu ser interno, en perfecta conexión cósmica, tu vida va ubicándose donde las leyes naturales, en perfecta cooperación, consideran que eres un eslabón perfecto de la gran cadena universal; de acuerdo a tus propias fuerzas, experiencia, evolución, suma existencial y voluntad de servicio.
Observa como surgen las oportunidades que canalizan tu potencial de donde menos lo piensas y esperas. La clave está en aceptar la propia realidad y rol, y actuar en la dirección que indica el sentido de la propia responsabilidad. La vida presenta, oportunamente, la tarea que cada quien debe atender. Haciendo la que compete, se recibe el salario cósmico que compensa, siempre suficientemente, todo lo que se precisa. Aceptar la propia realidad significa sentar las bases para construir el futuro que cada quien anhela. En ese mismo instante, comienza a manifestarse la felicidad de la meta en la cual se centran los propios esfuerzos.
La felicidad verdadera se experimenta mientras se realiza la gran tarea; se expresa como sentimiento –en correspondencia con cada uno de los valores universales que auto-manifiesta, en un momento dado- como ejercicio de todas las virtudes y cumplimiento de los propios deberes.
Al llegar a la meta, es preciso forjarse una nueva, por cuanto la inactividad crea insatisfacción y la felicidad se expresa en plena actividad dirigida y orientada a un objetivo predeterminado.
Las nuevas metas generan felicidad desde el mismo instante en que son concebidas.
Es la felicidad que se experimenta mientras se recorre el camino. Es un grado de dicha que al final de cada día se manifiesta como salario cósmico por la tarea cumplida, y al inicio de la jornada, mediante la confianza de que, este día, el Creador ha permitido que se esté aquí para una finalidad útil, de cooperar con el cosmos, y que, asumiendo la tareadel día, se están aceptando todos los beneficios inherentes que la vida tiene dispuestos para cada persona.
El grado diario de tarea y auto-satisfacción van tejiendo la felicidad existencial y la gran carrera cósmica.
Para experimentar la verdadera felicidad deben ser reparadas todas las deudas cósmicas contraídas con la humanidad en general,  y, con determinados seres, en particular; para ser feliz, se deben saldar estas obligaciones kármicas, de las que se tiene conciencia; y, de las que se ignora su existencia a nivel objetivo, por pertenecer a ciclos de vidas anteriores, pero que, aún sin darse cuenta, mantienen a cada quien dentro de determinadas condiciones de vida que inhiben la libertad, mientras se deje de satisfacer la compensación de las mismas.
Es el saldo existencial. Si es negativo, la cuenta bancaria cósmica restringe cierto movimientos de libertad; si es positivo, en el mismo nivel, permiten grados de libertad acordes e inherentes y capacidad de experimentar felicidad en proporción equivalente.
Es preciso auto-liberarse: perdona a quien te ha ofendido o perjudicado de alguna manera. Déjale libre y quedarás en libertad, dándole, a la vez, la oportunidad de que, la persona en particular, -o la vida-, te compense adecuadamente, por cuanto, perdonar significa aceptar el pago que, por el mecanismo respectivo de la ley de compensación, la naturaleza de las cosas, traerá, oportunamente, de donde menos se piensa. Ello permite que la justicia universal vaya balanceando tu vida con lo que te deben.
Empero, deberías auto-perdonarte, para dar cabida a los sentimientos nuevos de felicidad y valores universales que inundarán –iluminando- tu vida, con una nueva luz de comprensión y significado vital-existencial.
Al haber recibido el flujo compensatorio que mediante el perdón has permitido que acceda a tu vida, rellenando tus arcas existenciales, estarás en condiciones de compensar, a tu vez, tus deudas cósmicas; por lo cual, pide a la vida asistencia y ayuda para que tu puedas saldar tus obligaciones. El pago de lo que se debe proporciona una de las máximas felicidades liberatorias.
Una forma efectiva que contribuye a la propia liberación de obligaciones kármicas es hacer lo más posible en bien de la humanidad, que si bien es preciso realizarlo en forma altruista y desinteresada, sus efectos compensatorios contribuyen a aligerar la propia carga existencial, las cuales aportan un caudal de riquezas espirituales que incrementan las propias fortalezas, con las cuales, es más fácil afrontar las tareas auto-liberatorias en relación con los demás y emanciparse, forjando la propia libertad de acción y auto-independencia.
Pregúntate: -¿Qué queda por hacer, ahora? Realizar lo único –o lo mejor- que es preciso, en cada caso, constituye el verdadero arte de la felicidad.

Adelante.




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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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viernes, 12 de abril de 2013

EL ARTE DE LA VERDADERA FELICIDAD: -"La felicidad está en el amor, en la sabiduría, en la justicia, en la igualdad compensativa, en la fortaleza, en la templanza, en la belleza y en la conciencia de la conexión permanente con el Creador"-. Giuseppe Isgró Cattafi


EL ARTE DE LA VERDADERA FELICIDAD

©Giuseppe Isgró C.


-“El único medio de alcanzar la felicidad está, pues, en perseguir el éxito en la vida; de nada sirve perseguir directamente la felicidad, que viene por añadidura cuando la vida tiene éxito”-.
-“La persona que realiza esfuerzo para que ascienda el espíritu todo lo alto que sea posible ascender ha alcanzado el éxito en su vida, como el héroe, el místico”-.
-“Es preciso que sustituyamos la persecución de la felicidad por el perfeccionamiento del cuerpo y del espíritu. Si alcanzamos la perfección, la felicidad nos será dada por añadidura”-.
Alexis Carrel

-“… los sabios dedicarán sus laboratorios al estudio de Dios… y  de las fuerzas espirituales que apenas se han tocado….ese día, el mundo verá mayor progreso en una generación que el que ha viso en las últimas cuatro”-.
Charles Steinmetz

-La felicidad está en el amor, en la sabiduría, en la justicia, en la igualdad compensativa, en la fortaleza, en la templanza, en la belleza y en la conciencia de la conexión permanente con el Creador Universal-.
Giuseppe Isgró Cattafi



Séneca, filósofo estoico y uno de los pensadores más profundos de todos los tiempos, se preguntaba: -“En qué consiste la felicidad”? Acto seguido, contestaba: -“En el sosiego y la tranquilidad perennes. La otorgará la grandeza del alma y la constancia porfiada  en seguir el recto juicio. Tales virtudes, ¿en qué condiciones se alcanzan? Siempre que hayamos captado plenamente la verdad y observado, en nuestra conducta, el orden, la mesura, el decoro, con una voluntad tenaz en el bien y benevolente, en consonancia con la razón y sin separarse jamás de ella”-.
Para la filosofía estoica, todo lo que es conforme con la naturaleza, proporciona felicidad. Tú puedes y debes ser más feliz, todavía, aquí y ahora mismo. De ti depende exclusivamente. ¡Acepta ser más feliz, todavía, en este instante!
Siéntete plena y totalmente feliz y encuentra cien o más razones por las cuales puedas mostrar gratitud a la vida y al Supremo Hacedor, para ser más feliz, aún, de lo que lo has sido hasta ahora. Escribe esas razones y medita sobre ellas. Este ejercicio es sumamente poderoso y efectivo. Mientras vas escribiendo, por asociación magnética van surgiendo nuevas ideas para expresar gratitud y motivos para ser más feliz, ahora. Por la ley de atracción, mediante la cual, lo semejante atrae lo semejante, al representarte, mentalmente, las razones por las cuales te puedes sentir más feliz, ahora, atraerás mayores situaciones, a tu vida, que reforzarán las condiciones idóneas para alcanzar nuevos estados de conciencias relativos a la felicidad.
Tienes el poder más grandioso que otorgó el Creador a todos los seres: el libre albedrío, lo cual significa que tienes la libertad de elegir. En el mismo instante en que elijas ser más feliz, todavía, -plenamente feliz-, lo demás viene por añadidura, por cuanto tu vida comenzará a girar alrededor de ese nuevo estado de conciencia y decisión. Al afianzar tu poder interior de dominarte y ser inmune a las influencias y condiciones exteriores, todo tu mundo de relación se acoplará, en perfecta armonía y concordancia. Es más fácil ser feliz, por cuanto la vida te secunda para ello, que dejar de serlo, que es ajeno al plan de la naturaleza. Hay un precio que pagar; pero hay que pagarlo: tomar la decisión de realizar las cosas que deben hacerse para ser más feliz. Hazlo y tendrás el poder.
Parafraseando a Epicteto, -otro de los grandes maestros de la Stoa-, podría decirse que, lo importante no es la felicidad en si misma, sino la propia comprensión y actitud frente a ella
La felicidad es un estado interior del propio ser. Es una actitud frente a la vida. Es la comprensión de las leyes del universo. Es el resultado de un proceso vital mediante el cual, los sentidos cósmicos de la persona, guían, bajo la égida de la visión de los valores universales y de la vida, otorgándole orientación, utilidad, trascendencia y valor existencial.
Sentirse plenamente feliz es el resultado final de una vida centrada en la práctica de las virtudes y en el estudio de la sabiduría universal, aquí y ahora, en la escuela de la vida, en esas circunstancias que se afrontan en el diario vivir, las cuales te ayudan a ejercitarte en la adquisición de la maestría existencial. Sí, ya sé que tienes una lista grande de cosas, personas y circunstancias que te van clavando el aguijón; pero, ese es el mecanismo de la vida, quine te va presentando las situaciones acordes a lo que has sembrado, previamente, y que te son precisas para ayudarte a adquirir nuevos estados de conciencia e impulsar tu evolución; si no fueran esas personas o circunstancias que actualmente pudieran exigirte que te emplees más a fondo para armonizarte con una realidad superior y hacerte inmune a ellas, serían otras diferentes pero de análogo efecto, por cuanto, esas son las experiencias que, ahora, requieres y es preciso afrontarlas y asimilar la enseñanzas que contienen y pasar a la siguiente fase en el plan de tu vida. Nada de evasión, sino decisión firme de afrontar las cosas y vencer en las pruebas de la vida, serenamente, con paciencia, y conservar, siempre, la paz mental.
Es preciso amar, antes, la felicidad, para ser feliz; lo mismo hay que hacer con la sabiduría, para cultivarla y desarrollarla, en el propio ser. Amándola, comienzas a descubrir el por qué de todas las cosas, cuyas respuestas, en la meditación de tu “yo interno” –espíritu-, te dan la comprensión de las mismas.
La primera gran percepción que ilumina la inteligencia, es la de que, en el universo, todas las razones existentes indican que, la meta inmediata y final del ser humano, es la de ser feliz, cada día, mediante el desempeño efectivo de la propia misión en la vida, con virtuoso cumplimiento de los propios deberes. Es la regla ética cósmica.
La insatisfacción que, eventualmente, se experimenta, señala el desempeño suficiente y adecuado que debe ser logrado, para que, el equilibrio vital y creativo de la felicidad, pueda manifestarse plenamente. Es la sensación del deber cumplido; la emoción del logro alcanzado; el sentimiento de lo justo que guía las propias acciones; la intuición de la verdad que ilumina el espíritu y las ideas; la visión de los valores universales para dirigir los acontecimientos; la prudencia, que determina hasta donde llegar y cuando hay que pararse, indicando la medida exacta de todas las cosas; el poder del entusiasmo que potencia las facultades transformando en incansable, a la persona, hasta alcanzar lo –aparentemente- “imposible”, por cuanto, todo es posible para quien cree que lo es y mantiene la expectativa positiva en el logro de los resultados apetecidos.
La fe –expectativa positiva- en la bondad universal que siempre busca lo mejor para cada quien, aún en las situaciones menos favorables.
La aceptación de los designios superiores del Gran Arquitecto del Universo, a cuya voluntad es preciso armonizarse en el quehacer universal, por ser la rectora de todo cuanto existe.
El respeto a las leyes cósmicas y humanas; a los derechos ajenos; a las personas y a todas las expresiones de la vida universal.
El valor o coraje, que da fuerza para seguir adelante, transmutando en buenas todas las situaciones.
La templanza, -moderación- o autodominio, como principio de economía cósmica, por cuanto, mientras mejor se administren los propios recursos existenciales, la vida confía caudales de abundancia mayores, para optimizar su uso en beneficio de todos; en fin de cuenta, aquí, cada ser, es un trabajador del cosmos. Es preciso hacer el trabajo, y realizándolo, se es feliz. ¿Cuál trabajo? El que estimes que alguien debe llevar a cabo. Tú eres esa persona.
Es preciso recordar, una vez más, las sabias palabras del I Ching, -el libro de las mutaciones y uno de los mejores de todos los tiempos-: -“Olvida la felicidad perdida, disfruta de la que aún queda”-.
La felicidad es un termómetro. La naturaleza de las cosas –quien deja en libertad de elegir las cosas inherentes a la propia vida y actuar con libre albedrío- diseñó, en los seres, el mecanismo de la felicidad, en su doble polaridad positiva y negativa, -satisfacción-insatisfacción-, el cual permite calibrar el acercamiento o alejamiento, advirtiendo cuando deben hacerse correctivos. El aguijón que inflige la insatisfacción mueve a la acción suficiente, en la realización de los objetivos existenciales que competen a cada persona de acuerdo al esquema cósmico, única manera de acallar la misma.
El fin de la insatisfacción siempre es positivo. Es, como fue dicho, el aguijón cósmico que penetra en lo más profundo del ser, para despertarlo a la realidad emergente de la vida, al propio objetivo existencial, indicando, mediante las cosas que causan inconformidad, el sentido direccional hacia el cual hay que encauzarse, transmutando la situación insatisfactoria en su opuesta positiva.
Hay una sola manera de hacerlo. Es canalizando el propio caudal creativo hacia objetivos externos. La fuerza de insatisfacción , acumulada en la represa de la propia vida, en busca de auto-expresión, es un tremendo poder concentrado que puede y debe ser utilizado para imprimir el impulso realizador de la felicidad, anteponiéndose objetivos claramente definidos, enunciados por escrito, cuantificados en el espacio y tiempo, con su respectiva curva de resultados y atacando la realización de cada uno a la vez.
En el mismo instante en que se acepta la propia realidad, -tal cual es, exactamente-, decidiendo hacer lo que debe ser hecho y resolver lo que debe ser resuelto, se comienza a experimentar el sentimiento de la propia felicidad, como resultado gradual del desarrollo de la existencia humana, expresado en la aceptación y cumplimiento de los propios deberes existenciales –consigo, con los demás y con el Creador-, como ejercicio de los derechos subjetivos que las leyes naturales otorgan a cada quien. La felicidad es un estado fundamental del ser. Desarrolla, cada día más y mejor, el arte de la verdadera felicidad.
Afirma: -Creador Universal, aquí y ahora, acepto la felicidad y abundancia de este día. Gracias-.


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Cada quien toma, de la vida, el grado de felicidad que lleva dentro. El medio ambiente en el cual vive, refleja, como un espejo, lo que se es, lo que se tiene o lo que se experimenta.
La felicidad nada tiene que ver con la posesión de bienes, ni la infelicidad con su carencia.
La felicidad es ajena al vaivén de la fortuna y ésta siempre acompaña al ser feliz por cuanto el estado interior de la dicha, es en sí mismo el mayor bien. Es un poder que mueve a la acción para alcanzar logros que proporcionen autosatisfacción personal y espiritual. Permite disfrutar cada momento de la vida, aquí y ahora,
Las polaridades de la felicidad son auto-excluyentes recíprocamente: o se es feliz, o no; la una desplaza a la otra. Y, por la ley de la asociación magnética, cada uno de dichos polos, tiene fuerzas de atracción y de repulsión. Atrae las situaciones que proporcionan felicidad y repele aquellas que les son contrarias. Hay que sintonizar el propio ser con los elementos propios de la felicidad.
La sintonía es un factor clave. Cada ser es único e incomparable en el universo. Con personalidad, inteligencia, potencial, facultades y evolución, propias. Tú eres mejor de lo que crees. La vida te ha dotado de un mecanismo interior para ser feliz por medio del dominio de tus pensamientos, sustituyendo uno negativo por su opuesto positivo y alcanzar la realización de todos tus objetivos y metas, por elevadas que sean, por cuanto, las ideas que concibes constituyen semillas que al germinar, en el plano mental, manifiestan en la realidad objetiva sus respectivos logros, con lo cual, aún sin saberlo, contribuyes al desarrollo universal de acuerdo a los planes del Gran Arquitecto del Universo.
Ésta es una de las mejores épocas de la humanidad y el futuro siempre será mejor. El cosmos, extraordinario e inmenso, con sus leyes sabias e inmutables, rige todo: esa inmensidad en el espacio cósmico y en la eternidad del tiempo, están a tu alcance para conquistar la evolución universal, en ciclos existenciales periódicos, en este planeta, y en miles de millones de mundos habitados que la imaginación intuye –y los ojos de la inteligencia ven-, los cuales constituyen etapas –o moradas- de progreso, que gradual y oportunamente, es preciso ascender. Tu espíritu es inmortal, coeterno con el Creador y, a su vez, forma una unidad con Él.
Cada ser es un Creador de la naturaleza secundando al Supremo Hacedor. Es un ejecutor de su voluntad de su voluntad y planes en el quehacer universal y diario. El mejor rendimiento se obtiene al estar en acoplamiento con Él, en perfecta armonía con sus leyes y valores cósmicos. Ese acoplamiento es instantáneo. Puede hacerse aquí y ahora mismo.
Basta decir: -Creador Universal, acepto Tu voluntad. Pongo mi vida en tus manos. Guíame de acuerdo a tus designios. Utilízame donde creas que pueda ser más útil. Ilumíname, protégeme, asísteme. Gracias-.
Dejándote guiar por el poder espiritual que yace en tu ser interno, en perfecta conexión cósmica, tu vida va ubicándose donde las leyes naturales, en perfecta cooperación, consideran que eres un eslabón perfecto de la gran cadena universal; de acuerdo a tus propias fuerzas, experiencia, evolución, suma existencial y voluntad de servicio.
Observa como surgen las oportunidades que canalizan tu potencial de donde menos lo piensas y esperas. La clave está en aceptar la propia realidad y rol, y actuar en la dirección que indica el sentido de la propia responsabilidad. La vida presenta, oportunamente, la tarea que cada quien debe atender. Haciendo la que compete, se recibe el salario cósmico que compensa, siempre suficientemente, todo lo que se precisa. Aceptar la propia realidad significa sentar las bases para construir el futuro que cada quien anhela. En ese mismo instante, comienza a manifestarse la felicidad de la meta en la cual se centran los propios esfuerzos.
La felicidad verdadera se experimenta mientras se realiza la gran tarea; se expresa como sentimiento –en correspondencia con cada uno de los valores universales que auto-manifiesta, en un momento dado- como ejercicio de todas las virtudes y cumplimiento de los propios deberes.
Al llegar a la meta, es preciso forjarse una nueva, por cuanto la inactividad crea insatisfacción y la felicidad se expresa en plena actividad dirigida y orientada a un objetivo predeterminado.
Las nuevas metas generan felicidad desde el mismo instante en que son concebidas.
Es la felicidad que se experimenta mientras se recorre el camino. Es un grado de dicha que al final de cada día se manifiesta como salario cósmico por la tarea cumplida, y al inicio de la jornada, mediante la confianza de que, este día, el Creador ha permitido que se esté aquí para una finalidad útil, de cooperar con el cosmos, y que, asumiendo la tareadel día, se están aceptando todos los beneficios inherentes que la vida tiene dispuestos para cada persona.
El grado diario de tarea y auto-satisfacción van tejiendo la felicidad existencial y la gran carrera cósmica.
Para experimentar la verdadera felicidad deben ser reparadas todas las deudas cósmicas contraídas con la humanidad en general,  y, con determinados seres, en particular; para ser feliz, se deben saldar estas obligaciones kármicas, de las que se tiene conciencia; y, de las que se ignora su existencia a nivel objetivo, por pertenecer a ciclos de vidas anteriores, pero que, aún sin darse cuenta, mantienen a cada quien dentro de determinadas condiciones de vida que inhiben la libertad, mientras se deje de satisfacer la compensación de las mismas.
Es el saldo existencial. Si es negativo, la cuenta bancaria cósmica restringe cierto movimientos de libertad; si es positivo, en el mismo nivel, permiten grados de libertad acordes e inherentes y capacidad de experimentar felicidad en proporción equivalente.
Es preciso auto-liberarse: perdona a quien te ha ofendido o perjudicado de alguna manera. Déjale libre y quedarás en libertad, dándole, a la vez, la oportunidad de que, la persona en particular, -o la vida-, te compense adecuadamente, por cuanto, perdonar significa aceptar el pago que, por el mecanismo respectivo de la ley de compensación, la naturaleza de las cosas, traerá, oportunamente, de donde menos se piensa. Ello permite que la justicia universal vaya balanceando tu vida con lo que te deben.
Empero, deberías auto-perdonarte, para dar cabida a los sentimientos nuevos de felicidad y valores universales que inundarán –iluminando- tu vida, con una nueva luz de comprensión y significado vital-existencial.
Al haber recibido el flujo compensatorio que mediante el perdón has permitido que acceda a tu vida, rellenando tus arcas existenciales, estarás en condiciones de compensar, a tu vez, tus deudas cósmicas; por lo cual, pide a la vida asistencia y ayuda para que tu puedas saldar tus obligaciones. El pago de lo que se debe proporciona una de las máximas felicidades liberatorias.
Una forma efectiva que contribuye a la propia liberación de obligaciones kármicas es hacer lo más posible en bien de la humanidad, que si bien es preciso realizarlo en forma altruista y desinteresada, sus efectos compensatorios contribuyen a aligerar la propia carga existencial, las cuales aportan un caudal de riquezas espirituales que incrementan las propias fortalezas, con las cuales, es más fácil afrontar las tareas auto-liberatorias en relación con los demás y emanciparse, forjando la propia libertad de acción y auto-independencia.
Pregúntate: -¿Qué queda por hacer, ahora? Realizar lo único –o lo mejor- que es preciso, en cada caso, constituye el verdadero arte de la felicidad.

Adelante.




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