sábado, 30 de marzo de 2019

DE QUÉ SIRVE LA ÉTICA?




DE QUÉ SIRVE LA ÉTICA?

©Giuseppe Isgró C.



El término ética deriva del griego ethos, cuyo significado es “modos de ser”, o “carácter” de una persona, e inclusive, por extensión, de otros seres en los restantes reinos naturales, como son el animal, el vegetal y el mineral, como lo demuestran incontables estudios de la Etología, la Biología y la Física Cuántica. Por qué?

Por “modos de ser”, dentro del marco del ethos, o ética, vendría a significar que cada persona enmarca su conducta dentro de los parámetros de los valores universales, o atributos divinos, como son: el amor, la prudencia, o sabiduría, la justicia, la fortaleza, la templanza y la belleza, que son los valores esenciales en los cuales se sustentan las virtudes clásicas a las que hacía referencia Aristóteles, en el siglo de oro griego, hace un poco más de 2.300 años, tal como lo menciona en sus diversas obras como la Ética Nicomaquea, la Gran Ética y la Ética Eudemia, sobre las cuales se sustentan todos los estudios posteriores.

Aristóteles refería, entre otras cosas, que: mientras menos fáciles sean las situaciones a las cuales se enfrenta una persona, más requiere arte y virtud, es decir: conducta ética y carácter aquilatado que le permitan ver las cosas más allá de las apariencias, es decir: percibirlas tal como son, comprenderlas y realizar las acciones precisas y necesarias tendientes a resolver la situaciones que restablezcan el equilibrio preexistente, o alcanzar los resultados que faciliten el logro del cambio anhelado. Esas virtudes esenciales son:

Visión, comprensión, sentido de la medida, o de la justicia, que es lo mismo, asumiendo la propia responsabilidad, y riesgos, cumpliendo las propias obligaciones en el sentido estricto de la palabra, y usufructuando los derechos que les son inherentes. Aristóteles señalaba que la justicia podía ser distribuitiva, equivalente a equidad, y la justicia correctiva, para compensar un daño causado, o recibido. No siempre la justicia y la equidad son equivalentes, ya que, muchas veces, la equidad podría no corresponder a lo justo y perfecto: por ejemplo, distribuir los gastos extraordinarios de un condominio en forma equitativa, o en partes iguales, contrariamente al inherente porcentaje previsto en los respectivos documentos de condominio y de propiedad. La forma equitativa significaría que unos, que deberían pagar más, pagaran menos, y otros que deberían pagar menos, pagaran más. Esto, aunque pareciera un exabrupto en pleno siglo XXI, suele ocurrir y es poco fácil hacerlo entender a las personas que, realmente, no están interesadas de comprenderlo, por las razones que fueren, o porque, aún, su entendimiento no alcanza para eso, o su ética, que también ocurre, por observarse ocasionalmente este fenómeno. Según el estagirita justicia es el justo medio "entre incurrir en injusticia y su polo opuesto, ser objeto de ella". En el primer caso la persona sería deudora, en el segundo, acreedora a una compensación. 

Además la visión permite ver a lo lejos y ser prudente calibrando hasta donde debe arriesgarse cada quien. La fortaleza, dando el primer paso hacia la solución, o el logro. La templanza, asumiendo la austeridad necesaria, el autodominio esencial, la calma imperturbable y la impasibilidad a prueba de todo, lo cual otorga la confianza de que la meta será alcanzada respetando los derechos ajenos, por encima de todo. El respeto, el amor, la tolerancia, la amistad, la cortesía, la dignidad, la honradez, el honor, el sentido del deber y la dignidad personal, el patriotismo puro, el sentido filial, o ciudadano, o profesional, constituyen valores de la ética.

Decía Aristóteles: -“Cuando existe amistad no hace falta justicia”. Para que exista amistad genuina, deben aplicarse los valores, y esto, hasta en aquellos casos de grupos de personas cuya conducta pudiese estar reñida con la ética, y a pesar de ello, en su respectivo mundo, hay unos principios o valores "ético", de rectitud, que deben ser cumplidos, so penas severas, tal como lo demuestra Miguel de Cervantes y Saavedra, en su genial obra Rinconete y Cortadillo, que retrata a la sociedad sevillana del siglo XVI, con su magistral genio plasmado en el Quijote, que es la suma de la aplicación práctica de la Ética para todos los tiempos en grado excelso. Pero, en toda la obra cervantina se observa la misma aplicación elevado de los valores éticos en sus múltiples personajes, que indican el estado avanzado de conciencia del primer novelista de la lengua castellana. 

Aristóteles, al inicio de su Ética Nocomaquea, mencionaba: -“Cada arte, y cada búsqueda, e igualmente cada acción y todo propósito, siempre buscan un bien; por esto, con razón se definió el bien: aquello a lo cual toda cosa tiende”. Luego añade: -“Todavía pareciera existir una diferencia entre los fines: alguna vez ellos equivalen a actividades, en cambio, otras, trascendiendo a éstas, obras definidas”. Al final, lo que determina el valor ético de toda acción, u obras realizadas, son los resultados, positivos o negativos, es decir: éticos o no éticos. Con valores o con ausencias de los mismos.

En uno u otro caso se genera una distinción entre moral y derecho.

En la moral, que es una variante subjetiva de ética, generalmente no trasciende la manifestación de los pensamientos y sentimientos; se piensan o sienten, pero no se transforman en actos, ni en expresión verbal, o de otra índole. Por lo cual, la ausencia de moral, en los pensamientos y sentimientos, no puestos en práctica como palabras o acciones, que afecten, o afectaran a las personas involucradas, por la ley de atracción, perjudican, únicamente, a quien cultiva ese género de pensamientos y sentimientos, pero que, el sentido de la vergüenza, u otros valores éticos que se imponen, como el deber, el respeto y cualesquiera otras razones, u advertencias coercitivas, evitan que se expresen mediantes actos y perjudiquen a terceras personas, de lo cual tendría que responder por sus efectos nocivos, por la acción coactiva de la Legislación vigente.

Los principios éticos sustentados por los valores que representan estados de conciencia frente a las diferentes variantes o realidades afrontadas en el día a día, permiten vivir una vida, como decían los antiguos, en armonía con la naturaleza, que era el fin último de los estoicos, lo cual aporta un estado de felicidad.

Aún antes de Aristóteles, Platón, su maestro, reflejó la mayor suma de valores aplicables a la ética, en todos sus diálogos, desde el Eutifron, que es el primero de todos, donde el mismo Eutifron acude a los Tribunales de Justicia para acusar a su padre, por haber aplicado un castigo a un empleado suyo, a quien dejó aislado, pasando a desencarnar por efectos de la ausencia de alimentos. En una época en que los amos eran dueños y señores de la vida de los esclavos, para todos no dejada de ser una conducta ética la del padre de Eutifron; sin embargo éste, estimaba que se había excedido y que debía responder por la desencarnación del esclavo. Sin duda, un estado de conciencia elevado el de Eutifron, y aún más el de Platón, que sigue siendo el maestro por excelencia de la filosofía y, por ende, de los valores ético, o axiología.

Pero, el mayor pensador que plasmó un pensamiento ético por excelencia, inspirando a Sócrates, y a Platón, que conocía a fondo sus dos obras clásicas, fue Homero, en la Ilíada y la Odisea, sobre todo esta última, la más relevante de la literatura universal, sobre todo en el mundo occidental.

Alejandro Magno, discípulo de Aristóteles, que aplicó sus enseñanzas en la difusión de los valores éticos griegos a los pueblos conquistados, con profundo respeto, alcanzando elevado nivel de Estadista, en un diálogo con su padre, Felipe de Macedonia, sobre quién era el maestro de líderes por excelencia, entre Hesiodo y Homero, Alejandro termina por convencer a su ilustre progenitor de que no era Hesiodo, ya que este era maestro de artesanos, al enseñarle como debían realizar sus cultivos y los mejores días para ir al mercado, para vender las cosechas inherentes, como lo refleja en su obra: Los trabajos y Los días, sino Homero, que ensañaba, a través de la Ilíada, y sobre todo, en la Odisea, las virtudes heróicas en acción, magistralmente expuestas en sus dos inmortales obras maestras que han inspirado a los pensadores más relevantes de la historia, a partir del siglo XII antes de nuestra era, que es cuando realmente vivió Homero.

Al explicar Homero las virtudes heroicas en acción, reflejadas por todos los personajes homéricos, contribuyó a forjar la edad de oro griega, que en sentido estricto representa el siglo IV ante de nuestra era, pero que, en sentido lato, desde el siglo XII antes de nuestra era hasta el siglo III, cuando en la Biblioteca de Alejandría, grandes filósofos escriben sus magistrales obras, entre ellos Eratóstenes, Euclides, su director: Demetrio Falereo, entre tantos otros.

Más recientemente, a caballo del siglo I y II, Plutarco representa el mayor maestro de Ética, al comparar sus cincuenta y cuatro personajes, entre griegos y latinos, exaltado sus virtudes, y reflejando la enseñanza ejemplar, modeladora de los grandes caracteres. Con razón se le considera a Plutarco, en los últimos XVIII siglos, el mayor educador de los grandes estadistas y líderes del mundo occidental. Es una obra de enseñanzas éticas incomparable la del maestro de Queronea, antigua ciudad de Esparta. Suele destacar aquellos actos de profundo contenido ético con fines pedagógico. 

El valor de la ética se verifica en forma excelente, cuando al gran discípulo de Platón, y amigo de Aristóteles, Xenócrates, que después de Espeusipo, sobrino de Platón, dirigió durante 25 años la Escuela Platónica de Atenas, al prestar testimonio público, en cualquier lugar de Grecia, jamás se le pedía juramento previo. La fama de honradez que caracterizaba a Xenócrates, de que jamás dejaba de decir la verdad era tan proverbial, que su palabra era tomada con absoluta certeza de verdad.

Catón, en Roma, gozaba de igual credibilidad frente a sus amigos y enemigos. Cuando a sus enemigos daba su palabra, la cumplía aún a costa, y a conciencia de que, acto seguido sería ejecutado.

Esos tipos de caracteres son los que templan la ética, mediante el cultivo de los valores universales.

La Ética de Baruch Spinoza, contempla un estudio muy denso sobre los atributos divinos, o valores universales, y sobre la Divinidad, que acaparan la atención de profundos pensadores, pero que, con el tiempo, será una obra de estudio obligado de líderes en general.

Los grandes utopistas, como Henry Poicaré, Aldous Huxley, H. G. Well, Georges Bernard Shaw, entre otros, estiman que, las humanidades del futuro, enmarcadas alrededor del siglo 30.000 de nuestra era, dedicarán su mayor tiempo de ocio, al estudio de la ética y de los valores.

Max Scheler, máximo expositor de los valores en el siglo XX, junto con Nicolai Hartmann, con su obra Ontología, en cinco tomos, José Ortega y Gasset, profundo expositor de los valores, María Zambrano, con su obra El Hombre y lo divino, Baltazar Gracián, con su Arte de la Prudencia y otras obras de orientación de líderes y pensadores trascendentales, como Arthur Shopenhauer, José Ingenieros, con sus obras: Las Fuerzas Morales, El Hombre Mediocre y la Simulación en la Lucha por la Vida, entre otras Michel de Montaigne, en sus Ensayos; Benjamín Franklin, con su Autobiografía, El hombre de bien vivir y el Imperio de la Vergüenza; Napoleón Hill, con sus Leyes del Éxito, entre otros, son grandes expositores de los valores universales que sustentan los principios fundamentales de la Ética. En España, dos grandes mujeres han sido expositores de valores éticos por excelencia, además de María Zambrano: Concepción Arenal, gallega universal, al humanizar el derecho pela, y estimular la emancipación de la mujer, y la andaluza Amalia Domingo Soler, cuyas obras exponen como nadie más los valore éticos en la formación de los grandes caracteres, y como afecta su ausencia, en las vidas de las personas. En el siglo XX, el universal mexicano: Amado Nervo, en todas sus obras, y en especial, en PLENITUD, tan admirado por Alfonso Reyes, que fue el primero en recibir un ejemplar, tan pronto saliera de la imprenta, plasma los valores éticos de manera realmente estimulante y edificante en la forja de los caracteres excelsos. Otros dos eminentes expositores de la ética, mexicano, el primero: Eduardo García Máynez, y el segundo, que realizara su amplia labor en México, Luís Recasens Siches, discípulo de Ortega y Gasset, que realiza en el Nuevo Mundo, o Hispano América, el más amplio estudio sobre los valores, y por supuesto, la ética, con una voluminosa obra sobre Filosofía del Derecho, y una densa obra intitulada: Experiencia Jurídica, Naturaleza de la cosa y Lógica “razonable”.

También de México, una excelente obra sobre Ética: Ética y Derechos Humanos, con ensayos de autores diversos, que resumen los principios esenciales de tan valiosa disciplina, cuya coordinadora es Edith Mariana Zaragoza Martínez.

Abraham Lincoln fue un proverbial ejemplo en la aplicación de la ética, o valores universales: sentido amplio de la justicia, el respecto y la consideración hacia las personas, en todos sus actos públicos y privados, demostrando una auténtica autenticidad, y credibilidad. Su fuente para fortalecer su carácter fueron las Fábulas de Esopo, que había estudiado a fondo. La obra de Dale Carnegie: Lincoln, ese desconocido, presenta esa faceta de eticidad avanzada de uno de los líderes fundamentales del siglo XIX.

Por supuesto: Confucio, Lao Tse, Lie Tzi, Mo Ti, Chuang Tse, entre otros, en Chinas, son grandes expositores de los principios Éticos.

En la India, aparte del Bagavad Gita, que es el sexto capítulo del Mahabharata, El Ramayana, los Aforismos de Pantajali, y las Cuatro Nobles Verdades o el Noble Sendero Óctuple, de Sidharta Gautama, ésta última que es uno de los monumentos éticos más sobresalientes de la historia, todas estas obras de la India son fuentes indiscutibles del Recto camino ético. Mas recientemente, todas las obras de Jiddu Krisnhamurti, tienen un amplio y profundo contenido de los valores universales para el desarrollo de la conciencia ética de la humanidad.

José Enrique Rodó, con sus Motivos de Proteo, plasma una de las obras más trascendentales sobre la Aptitud ética de Latinoamérica, en el siglo XX, y en igual grado, con antelación a él, le precedió, en Ecuador, Juan Montalvo, con sus Siete Tratados y las Catilinarias, obras muy densas que denotan como el Nuevo Mundo tiene algo más que decir, por su visión universal, a la humanidad del futuro, en el desarrollo de la conciencia ética. 

Los tratados Morales de Séneca y Cicerón, son otros monumentos de lectura obligada. Incluiré, para concluir, los Versos de Oro Pitagóricos, en una versión castellana realizada por mí, que constituyen la base sobre la cual han cultivado su carácter ético los principales expositores del pensamiento universal del mundo occidental:

LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS
Versión castellana de Giuseppe Isgró C.

PREPARACIÓN:

I.   La práctica espiritual:
Antes, honra a los Dioses inmortales, de acuerdo con su jerarquía.
II.  –“Respeta tu promesa, y reverencia a los héroes ilustres, y a los genios, ejecutando las prácticas en uso”.

PURIFICACIÓN:

III. El culto a la familia:
Rinde honor a tus padres, y a los más cercanos parientes.
IV. El culto de la amistad:
De los demás, del más virtuoso, por mérito, hazte amigo; con serenas palabras y útiles acciones, sigue su ejemplo. Por leve falta no te irrites con el amigo, de acuerdo con tus fuerzas. Al lado del poder, convence la Necesidad.    
V.   La cultura personal.
 A: La cultura mental:
Por lo tanto, tales cosas conozcas, y sepas, también, refrenar estas otras: El estómago, antes de todo; igualmente el sueño, el sexo y la ira.
VI. Ser honrado, franco y justo:
Se irreprochable con todos y en todo; ejecuta, únicamente, actos dignos, tanto en compañía de otros como a solas. Como prioridad, ten pudor contigo, respetándote. Después, siempre, en palabras y en actos, ejercítate en la práctica de la justicia.
VII. Ser reflexivo:
-“Fórjate el hábito de regir tu conducta por la razón. Recuerda, en suma, que la desencarnación es un destino común. Por lo tanto, las riquezas, hoy buscas de adquirirlas; mañana, puedes perderlas”-.
VIII.    Trabajar con toda confianza:
Cuantos, por acción de la ley cósmica, experimentan pruebas adversas. Las que a ti te correspondan, sopórtalas con calma, sosegadamente. Superarlas, satisfactoriamente, sí, te conviene, con toda tu potencia creadora. Piensa, que, después de todo, a la gente buena, no son tantas las adversidades que les toca afrontar.
IX. Ser tolerante y paciente:
Discursos varios oirás, con frecuencia, unos con nobles contenidos, otros indignos; tú, no permitas que los unos te turben, ni de los otros te vuelvas para no oírlos. Y si una mentira es dicha, sopórtala con calma.
X.   Crearse un juicio sano y firme:
En todo cumple cuanto ahora te digo. Ni uno, con palabras u obras, te induzca jamás a decir o a hacer cosa alguna que después no resulte lo mejor para ti. Antes de actuar, reflexiona, para no cometer errores; que actuar o hablar con discernimiento es de gente prudente.
XI. Estar prevenido:
Pero, tú las cosas harás, que después no te perjudiquen.
XII.     Aprende lo que es necesario:
Ni una cosa, harás, por lo tanto, en la cual, tú, experiencia no tengas. Empero, cuanto, en verdad, te sea necesario, aprende, y vida agradable tendrás.
XIII.    La cultura personal.
B: Seguir un régimen puro y fisiológico.
 Hacer ejercicio.
Es preciso ocuparse de la higiene del cuerpo; pero en las bebidas, en los alimentos y en el ejercicio, la justa medida observa. Recuerda, utiliza el sentido de la justa medida en todo; que nada te proporcione perjuicio.
XIV.     Ser reservado:
Por lo tanto, habitúate a una vida sana, sin molicie; abstente en realizar todo acto que suscite envidia.
XV. Ser ponderado:
De esta manera, más de lo necesario no gastes, como hacen quienes ignoran lo que es la honradez; pero, no por ello dejes de ser generoso: La justa medida en todo, es en verdad, la virtud de la nobleza. No hagas, en resumen, lo que pueda dañarte, y pondera bien las cosas antes de actuar.

PERFECCIÓN:

XVI.     Los medios de perfeccionamiento.
Antes de todo, tan pronto como despiertes, aprovecha  para elevar tu Espíritu; enseguida ocúpate de cuanto en ese día quieres hacer”-.
XVII.    Examen de sí mismo:
Antes de dormirte, cada noche, por mucho cansancio que tengas, tres veces examina cada uno de tus actos:
    –“Dónde he estado?”
    –“Qué he realizado?”
    –“Cuál obligación dejé de cumplir?”
Partiendo desde el inicio, recorre, también, el después del después. Has incurrido en bajezas? Recrimínate! Has realizado justas acciones? Alégrate. De las primeras, proponte enmendarte; estas últimas, tenlas como modelo a seguir, con fervor. Esto es lo que a ti te pondrá en la horma de la virtud divina.
XVIII.   La meditación. La fe. La vida virtuosa. La ciencia del Universo.
Sí, sí: Por Aquel que a nuestros Espíritus ha transmitido la Tetratkis, fuente de la eterna-fluente Naturaleza. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas hay que empeñarse en practicar, y amar. Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.
XIX.     La oración:
Pero, al cumplimiento de la obra cíñete, tú, no sin antes solicitar asistencia a los Espíritus protectores que la conduzcan a la perfección.
XX. La iniciación:
Conocerás el orden divino que rige a los Espíritus, a los seres humanos y a todas las cosas, y percibirás la unidad que penetra la obra toda. Entonces, sabrás que la Naturaleza es una e idéntica en todas partes; a no esperar lo inesperable, y, a no dejar nada sin explicación.
XXI.     La clarividencia:
Sabrás, que los seres humanos soportan pruebas por ellos mismos generadas. Insensatos: A su lado se encuentra el bien, y no lo ven, ni lo oyen; y, también, la liberación de los males la descubren pocos. Tal es la condición que opaca el juicio a los humanos! Son desplazados de un lado para otro, como lo hacen las infantiles cuentas, después de incesantes sacudidas. La discordia es su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.
XXII.    La verdad oculta:
Oh, Dios! De cuántos males librarías a los humanos, si tan solo te dignases en desvelarles a que daimón obedecen! Pero, tú, ten confianza. El origen de los seres humanos es divino. La Naturaleza le va abriendo el acceso a las arcanas virtudes, que ella misma les explica.
XXIII.  La recompensa.  La sabiduría:
Si de ellos en ti hay algo, verás hasta allí, donde te exhorto, reintegrado y silente, y con el Espíritu inmune de todo mal. Pero, deja los alimentos que te prohibí, en los días en que, en hacer puro y libre el Espíritu buscas. Observa, discierne y valúa todo, y a la Inteligencia soberana erige en auriga de lo Alto. De esta manera, dejando el cuerpo, en el eter, libre, irás, como Espíritu divino e inmortal; no más vulnerable serás.

CONCLUSIÓN:

La lectura del resumen de la obra de la  Dra. Cortina, PARA QUÉ SIRVE LA ÉTICA, refleja un enfoque práctico en todos los ámbitos de la vida humana, a nivel personal, social y profesional.
Toda conducta humana debe ser enmarcada dentro de los parámetros de los valores esenciales de la justicia, del amor, del respeto, de la dignidad, de la honradez, de la prudencia, del cumplimiento del deber, del servicio efectivo y justo, del trabajo productivo bien realizado, de la cortesía, del decoro, de la fidelidad, de la cordialidad, de la alegría y buen humor, de la serenidad, del altruismo y generosidad.
Para ello, es preciso construir una auto-estima sólida, y una auto-imagen positiva, sin complejos de ninguna naturaleza.
Es preciso vivir una vida donde se cumpla: valor por valor, brindando el mejor servicio al prójimo, a la sociedad, a la propia familia y a sí mismo, con un profundo amor a la vida, a la naturaleza, a la Divinidad, y a sí mismo, ya que alguien que no se ama a si mismo, no podrá amar a nadie, o por lo menos, en un grado exento de desapego: cumpliendo el aserto: valor por valor, donde, dando se recibe acrecentado lo que se da.


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EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 30 de marzo de 2019

DE QUÉ SIRVE LA ÉTICA?




DE QUÉ SIRVE LA ÉTICA?

©Giuseppe Isgró C.



El término ética deriva del griego ethos, cuyo significado es “modos de ser”, o “carácter” de una persona, e inclusive, por extensión, de otros seres en los restantes reinos naturales, como son el animal, el vegetal y el mineral, como lo demuestran incontables estudios de la Etología, la Biología y la Física Cuántica. Por qué?

Por “modos de ser”, dentro del marco del ethos, o ética, vendría a significar que cada persona enmarca su conducta dentro de los parámetros de los valores universales, o atributos divinos, como son: el amor, la prudencia, o sabiduría, la justicia, la fortaleza, la templanza y la belleza, que son los valores esenciales en los cuales se sustentan las virtudes clásicas a las que hacía referencia Aristóteles, en el siglo de oro griego, hace un poco más de 2.300 años, tal como lo menciona en sus diversas obras como la Ética Nicomaquea, la Gran Ética y la Ética Eudemia, sobre las cuales se sustentan todos los estudios posteriores.

Aristóteles refería, entre otras cosas, que: mientras menos fáciles sean las situaciones a las cuales se enfrenta una persona, más requiere arte y virtud, es decir: conducta ética y carácter aquilatado que le permitan ver las cosas más allá de las apariencias, es decir: percibirlas tal como son, comprenderlas y realizar las acciones precisas y necesarias tendientes a resolver la situaciones que restablezcan el equilibrio preexistente, o alcanzar los resultados que faciliten el logro del cambio anhelado. Esas virtudes esenciales son:

Visión, comprensión, sentido de la medida, o de la justicia, que es lo mismo, asumiendo la propia responsabilidad, y riesgos, cumpliendo las propias obligaciones en el sentido estricto de la palabra, y usufructuando los derechos que les son inherentes. Aristóteles señalaba que la justicia podía ser distribuitiva, equivalente a equidad, y la justicia correctiva, para compensar un daño causado, o recibido. No siempre la justicia y la equidad son equivalentes, ya que, muchas veces, la equidad podría no corresponder a lo justo y perfecto: por ejemplo, distribuir los gastos extraordinarios de un condominio en forma equitativa, o en partes iguales, contrariamente al inherente porcentaje previsto en los respectivos documentos de condominio y de propiedad. La forma equitativa significaría que unos, que deberían pagar más, pagaran menos, y otros que deberían pagar menos, pagaran más. Esto, aunque pareciera un exabrupto en pleno siglo XXI, suele ocurrir y es poco fácil hacerlo entender a las personas que, realmente, no están interesadas de comprenderlo, por las razones que fueren, o porque, aún, su entendimiento no alcanza para eso, o su ética, que también ocurre, por observarse ocasionalmente este fenómeno. Según el estagirita justicia es el justo medio "entre incurrir en injusticia y su polo opuesto, ser objeto de ella". En el primer caso la persona sería deudora, en el segundo, acreedora a una compensación. 

Además la visión permite ver a lo lejos y ser prudente calibrando hasta donde debe arriesgarse cada quien. La fortaleza, dando el primer paso hacia la solución, o el logro. La templanza, asumiendo la austeridad necesaria, el autodominio esencial, la calma imperturbable y la impasibilidad a prueba de todo, lo cual otorga la confianza de que la meta será alcanzada respetando los derechos ajenos, por encima de todo. El respeto, el amor, la tolerancia, la amistad, la cortesía, la dignidad, la honradez, el honor, el sentido del deber y la dignidad personal, el patriotismo puro, el sentido filial, o ciudadano, o profesional, constituyen valores de la ética.

Decía Aristóteles: -“Cuando existe amistad no hace falta justicia”. Para que exista amistad genuina, deben aplicarse los valores, y esto, hasta en aquellos casos de grupos de personas cuya conducta pudiese estar reñida con la ética, y a pesar de ello, en su respectivo mundo, hay unos principios o valores "ético", de rectitud, que deben ser cumplidos, so penas severas, tal como lo demuestra Miguel de Cervantes y Saavedra, en su genial obra Rinconete y Cortadillo, que retrata a la sociedad sevillana del siglo XVI, con su magistral genio plasmado en el Quijote, que es la suma de la aplicación práctica de la Ética para todos los tiempos en grado excelso. Pero, en toda la obra cervantina se observa la misma aplicación elevado de los valores éticos en sus múltiples personajes, que indican el estado avanzado de conciencia del primer novelista de la lengua castellana. 

Aristóteles, al inicio de su Ética Nocomaquea, mencionaba: -“Cada arte, y cada búsqueda, e igualmente cada acción y todo propósito, siempre buscan un bien; por esto, con razón se definió el bien: aquello a lo cual toda cosa tiende”. Luego añade: -“Todavía pareciera existir una diferencia entre los fines: alguna vez ellos equivalen a actividades, en cambio, otras, trascendiendo a éstas, obras definidas”. Al final, lo que determina el valor ético de toda acción, u obras realizadas, son los resultados, positivos o negativos, es decir: éticos o no éticos. Con valores o con ausencias de los mismos.

En uno u otro caso se genera una distinción entre moral y derecho.

En la moral, que es una variante subjetiva de ética, generalmente no trasciende la manifestación de los pensamientos y sentimientos; se piensan o sienten, pero no se transforman en actos, ni en expresión verbal, o de otra índole. Por lo cual, la ausencia de moral, en los pensamientos y sentimientos, no puestos en práctica como palabras o acciones, que afecten, o afectaran a las personas involucradas, por la ley de atracción, perjudican, únicamente, a quien cultiva ese género de pensamientos y sentimientos, pero que, el sentido de la vergüenza, u otros valores éticos que se imponen, como el deber, el respeto y cualesquiera otras razones, u advertencias coercitivas, evitan que se expresen mediantes actos y perjudiquen a terceras personas, de lo cual tendría que responder por sus efectos nocivos, por la acción coactiva de la Legislación vigente.

Los principios éticos sustentados por los valores que representan estados de conciencia frente a las diferentes variantes o realidades afrontadas en el día a día, permiten vivir una vida, como decían los antiguos, en armonía con la naturaleza, que era el fin último de los estoicos, lo cual aporta un estado de felicidad.

Aún antes de Aristóteles, Platón, su maestro, reflejó la mayor suma de valores aplicables a la ética, en todos sus diálogos, desde el Eutifron, que es el primero de todos, donde el mismo Eutifron acude a los Tribunales de Justicia para acusar a su padre, por haber aplicado un castigo a un empleado suyo, a quien dejó aislado, pasando a desencarnar por efectos de la ausencia de alimentos. En una época en que los amos eran dueños y señores de la vida de los esclavos, para todos no dejada de ser una conducta ética la del padre de Eutifron; sin embargo éste, estimaba que se había excedido y que debía responder por la desencarnación del esclavo. Sin duda, un estado de conciencia elevado el de Eutifron, y aún más el de Platón, que sigue siendo el maestro por excelencia de la filosofía y, por ende, de los valores ético, o axiología.

Pero, el mayor pensador que plasmó un pensamiento ético por excelencia, inspirando a Sócrates, y a Platón, que conocía a fondo sus dos obras clásicas, fue Homero, en la Ilíada y la Odisea, sobre todo esta última, la más relevante de la literatura universal, sobre todo en el mundo occidental.

Alejandro Magno, discípulo de Aristóteles, que aplicó sus enseñanzas en la difusión de los valores éticos griegos a los pueblos conquistados, con profundo respeto, alcanzando elevado nivel de Estadista, en un diálogo con su padre, Felipe de Macedonia, sobre quién era el maestro de líderes por excelencia, entre Hesiodo y Homero, Alejandro termina por convencer a su ilustre progenitor de que no era Hesiodo, ya que este era maestro de artesanos, al enseñarle como debían realizar sus cultivos y los mejores días para ir al mercado, para vender las cosechas inherentes, como lo refleja en su obra: Los trabajos y Los días, sino Homero, que ensañaba, a través de la Ilíada, y sobre todo, en la Odisea, las virtudes heróicas en acción, magistralmente expuestas en sus dos inmortales obras maestras que han inspirado a los pensadores más relevantes de la historia, a partir del siglo XII antes de nuestra era, que es cuando realmente vivió Homero.

Al explicar Homero las virtudes heroicas en acción, reflejadas por todos los personajes homéricos, contribuyó a forjar la edad de oro griega, que en sentido estricto representa el siglo IV ante de nuestra era, pero que, en sentido lato, desde el siglo XII antes de nuestra era hasta el siglo III, cuando en la Biblioteca de Alejandría, grandes filósofos escriben sus magistrales obras, entre ellos Eratóstenes, Euclides, su director: Demetrio Falereo, entre tantos otros.

Más recientemente, a caballo del siglo I y II, Plutarco representa el mayor maestro de Ética, al comparar sus cincuenta y cuatro personajes, entre griegos y latinos, exaltado sus virtudes, y reflejando la enseñanza ejemplar, modeladora de los grandes caracteres. Con razón se le considera a Plutarco, en los últimos XVIII siglos, el mayor educador de los grandes estadistas y líderes del mundo occidental. Es una obra de enseñanzas éticas incomparable la del maestro de Queronea, antigua ciudad de Esparta. Suele destacar aquellos actos de profundo contenido ético con fines pedagógico. 

El valor de la ética se verifica en forma excelente, cuando al gran discípulo de Platón, y amigo de Aristóteles, Xenócrates, que después de Espeusipo, sobrino de Platón, dirigió durante 25 años la Escuela Platónica de Atenas, al prestar testimonio público, en cualquier lugar de Grecia, jamás se le pedía juramento previo. La fama de honradez que caracterizaba a Xenócrates, de que jamás dejaba de decir la verdad era tan proverbial, que su palabra era tomada con absoluta certeza de verdad.

Catón, en Roma, gozaba de igual credibilidad frente a sus amigos y enemigos. Cuando a sus enemigos daba su palabra, la cumplía aún a costa, y a conciencia de que, acto seguido sería ejecutado.

Esos tipos de caracteres son los que templan la ética, mediante el cultivo de los valores universales.

La Ética de Baruch Spinoza, contempla un estudio muy denso sobre los atributos divinos, o valores universales, y sobre la Divinidad, que acaparan la atención de profundos pensadores, pero que, con el tiempo, será una obra de estudio obligado de líderes en general.

Los grandes utopistas, como Henry Poicaré, Aldous Huxley, H. G. Well, Georges Bernard Shaw, entre otros, estiman que, las humanidades del futuro, enmarcadas alrededor del siglo 30.000 de nuestra era, dedicarán su mayor tiempo de ocio, al estudio de la ética y de los valores.

Max Scheler, máximo expositor de los valores en el siglo XX, junto con Nicolai Hartmann, con su obra Ontología, en cinco tomos, José Ortega y Gasset, profundo expositor de los valores, María Zambrano, con su obra El Hombre y lo divino, Baltazar Gracián, con su Arte de la Prudencia y otras obras de orientación de líderes y pensadores trascendentales, como Arthur Shopenhauer, José Ingenieros, con sus obras: Las Fuerzas Morales, El Hombre Mediocre y la Simulación en la Lucha por la Vida, entre otras Michel de Montaigne, en sus Ensayos; Benjamín Franklin, con su Autobiografía, El hombre de bien vivir y el Imperio de la Vergüenza; Napoleón Hill, con sus Leyes del Éxito, entre otros, son grandes expositores de los valores universales que sustentan los principios fundamentales de la Ética. En España, dos grandes mujeres han sido expositores de valores éticos por excelencia, además de María Zambrano: Concepción Arenal, gallega universal, al humanizar el derecho pela, y estimular la emancipación de la mujer, y la andaluza Amalia Domingo Soler, cuyas obras exponen como nadie más los valore éticos en la formación de los grandes caracteres, y como afecta su ausencia, en las vidas de las personas. En el siglo XX, el universal mexicano: Amado Nervo, en todas sus obras, y en especial, en PLENITUD, tan admirado por Alfonso Reyes, que fue el primero en recibir un ejemplar, tan pronto saliera de la imprenta, plasma los valores éticos de manera realmente estimulante y edificante en la forja de los caracteres excelsos. Otros dos eminentes expositores de la ética, mexicano, el primero: Eduardo García Máynez, y el segundo, que realizara su amplia labor en México, Luís Recasens Siches, discípulo de Ortega y Gasset, que realiza en el Nuevo Mundo, o Hispano América, el más amplio estudio sobre los valores, y por supuesto, la ética, con una voluminosa obra sobre Filosofía del Derecho, y una densa obra intitulada: Experiencia Jurídica, Naturaleza de la cosa y Lógica “razonable”.

También de México, una excelente obra sobre Ética: Ética y Derechos Humanos, con ensayos de autores diversos, que resumen los principios esenciales de tan valiosa disciplina, cuya coordinadora es Edith Mariana Zaragoza Martínez.

Abraham Lincoln fue un proverbial ejemplo en la aplicación de la ética, o valores universales: sentido amplio de la justicia, el respecto y la consideración hacia las personas, en todos sus actos públicos y privados, demostrando una auténtica autenticidad, y credibilidad. Su fuente para fortalecer su carácter fueron las Fábulas de Esopo, que había estudiado a fondo. La obra de Dale Carnegie: Lincoln, ese desconocido, presenta esa faceta de eticidad avanzada de uno de los líderes fundamentales del siglo XIX.

Por supuesto: Confucio, Lao Tse, Lie Tzi, Mo Ti, Chuang Tse, entre otros, en Chinas, son grandes expositores de los principios Éticos.

En la India, aparte del Bagavad Gita, que es el sexto capítulo del Mahabharata, El Ramayana, los Aforismos de Pantajali, y las Cuatro Nobles Verdades o el Noble Sendero Óctuple, de Sidharta Gautama, ésta última que es uno de los monumentos éticos más sobresalientes de la historia, todas estas obras de la India son fuentes indiscutibles del Recto camino ético. Mas recientemente, todas las obras de Jiddu Krisnhamurti, tienen un amplio y profundo contenido de los valores universales para el desarrollo de la conciencia ética de la humanidad.

José Enrique Rodó, con sus Motivos de Proteo, plasma una de las obras más trascendentales sobre la Aptitud ética de Latinoamérica, en el siglo XX, y en igual grado, con antelación a él, le precedió, en Ecuador, Juan Montalvo, con sus Siete Tratados y las Catilinarias, obras muy densas que denotan como el Nuevo Mundo tiene algo más que decir, por su visión universal, a la humanidad del futuro, en el desarrollo de la conciencia ética. 

Los tratados Morales de Séneca y Cicerón, son otros monumentos de lectura obligada. Incluiré, para concluir, los Versos de Oro Pitagóricos, en una versión castellana realizada por mí, que constituyen la base sobre la cual han cultivado su carácter ético los principales expositores del pensamiento universal del mundo occidental:

LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS
Versión castellana de Giuseppe Isgró C.

PREPARACIÓN:

I.   La práctica espiritual:
Antes, honra a los Dioses inmortales, de acuerdo con su jerarquía.
II.  –“Respeta tu promesa, y reverencia a los héroes ilustres, y a los genios, ejecutando las prácticas en uso”.

PURIFICACIÓN:

III. El culto a la familia:
Rinde honor a tus padres, y a los más cercanos parientes.
IV. El culto de la amistad:
De los demás, del más virtuoso, por mérito, hazte amigo; con serenas palabras y útiles acciones, sigue su ejemplo. Por leve falta no te irrites con el amigo, de acuerdo con tus fuerzas. Al lado del poder, convence la Necesidad.    
V.   La cultura personal.
 A: La cultura mental:
Por lo tanto, tales cosas conozcas, y sepas, también, refrenar estas otras: El estómago, antes de todo; igualmente el sueño, el sexo y la ira.
VI. Ser honrado, franco y justo:
Se irreprochable con todos y en todo; ejecuta, únicamente, actos dignos, tanto en compañía de otros como a solas. Como prioridad, ten pudor contigo, respetándote. Después, siempre, en palabras y en actos, ejercítate en la práctica de la justicia.
VII. Ser reflexivo:
-“Fórjate el hábito de regir tu conducta por la razón. Recuerda, en suma, que la desencarnación es un destino común. Por lo tanto, las riquezas, hoy buscas de adquirirlas; mañana, puedes perderlas”-.
VIII.    Trabajar con toda confianza:
Cuantos, por acción de la ley cósmica, experimentan pruebas adversas. Las que a ti te correspondan, sopórtalas con calma, sosegadamente. Superarlas, satisfactoriamente, sí, te conviene, con toda tu potencia creadora. Piensa, que, después de todo, a la gente buena, no son tantas las adversidades que les toca afrontar.
IX. Ser tolerante y paciente:
Discursos varios oirás, con frecuencia, unos con nobles contenidos, otros indignos; tú, no permitas que los unos te turben, ni de los otros te vuelvas para no oírlos. Y si una mentira es dicha, sopórtala con calma.
X.   Crearse un juicio sano y firme:
En todo cumple cuanto ahora te digo. Ni uno, con palabras u obras, te induzca jamás a decir o a hacer cosa alguna que después no resulte lo mejor para ti. Antes de actuar, reflexiona, para no cometer errores; que actuar o hablar con discernimiento es de gente prudente.
XI. Estar prevenido:
Pero, tú las cosas harás, que después no te perjudiquen.
XII.     Aprende lo que es necesario:
Ni una cosa, harás, por lo tanto, en la cual, tú, experiencia no tengas. Empero, cuanto, en verdad, te sea necesario, aprende, y vida agradable tendrás.
XIII.    La cultura personal.
B: Seguir un régimen puro y fisiológico.
 Hacer ejercicio.
Es preciso ocuparse de la higiene del cuerpo; pero en las bebidas, en los alimentos y en el ejercicio, la justa medida observa. Recuerda, utiliza el sentido de la justa medida en todo; que nada te proporcione perjuicio.
XIV.     Ser reservado:
Por lo tanto, habitúate a una vida sana, sin molicie; abstente en realizar todo acto que suscite envidia.
XV. Ser ponderado:
De esta manera, más de lo necesario no gastes, como hacen quienes ignoran lo que es la honradez; pero, no por ello dejes de ser generoso: La justa medida en todo, es en verdad, la virtud de la nobleza. No hagas, en resumen, lo que pueda dañarte, y pondera bien las cosas antes de actuar.

PERFECCIÓN:

XVI.     Los medios de perfeccionamiento.
Antes de todo, tan pronto como despiertes, aprovecha  para elevar tu Espíritu; enseguida ocúpate de cuanto en ese día quieres hacer”-.
XVII.    Examen de sí mismo:
Antes de dormirte, cada noche, por mucho cansancio que tengas, tres veces examina cada uno de tus actos:
    –“Dónde he estado?”
    –“Qué he realizado?”
    –“Cuál obligación dejé de cumplir?”
Partiendo desde el inicio, recorre, también, el después del después. Has incurrido en bajezas? Recrimínate! Has realizado justas acciones? Alégrate. De las primeras, proponte enmendarte; estas últimas, tenlas como modelo a seguir, con fervor. Esto es lo que a ti te pondrá en la horma de la virtud divina.
XVIII.   La meditación. La fe. La vida virtuosa. La ciencia del Universo.
Sí, sí: Por Aquel que a nuestros Espíritus ha transmitido la Tetratkis, fuente de la eterna-fluente Naturaleza. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas hay que empeñarse en practicar, y amar. Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.
XIX.     La oración:
Pero, al cumplimiento de la obra cíñete, tú, no sin antes solicitar asistencia a los Espíritus protectores que la conduzcan a la perfección.
XX. La iniciación:
Conocerás el orden divino que rige a los Espíritus, a los seres humanos y a todas las cosas, y percibirás la unidad que penetra la obra toda. Entonces, sabrás que la Naturaleza es una e idéntica en todas partes; a no esperar lo inesperable, y, a no dejar nada sin explicación.
XXI.     La clarividencia:
Sabrás, que los seres humanos soportan pruebas por ellos mismos generadas. Insensatos: A su lado se encuentra el bien, y no lo ven, ni lo oyen; y, también, la liberación de los males la descubren pocos. Tal es la condición que opaca el juicio a los humanos! Son desplazados de un lado para otro, como lo hacen las infantiles cuentas, después de incesantes sacudidas. La discordia es su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.
XXII.    La verdad oculta:
Oh, Dios! De cuántos males librarías a los humanos, si tan solo te dignases en desvelarles a que daimón obedecen! Pero, tú, ten confianza. El origen de los seres humanos es divino. La Naturaleza le va abriendo el acceso a las arcanas virtudes, que ella misma les explica.
XXIII.  La recompensa.  La sabiduría:
Si de ellos en ti hay algo, verás hasta allí, donde te exhorto, reintegrado y silente, y con el Espíritu inmune de todo mal. Pero, deja los alimentos que te prohibí, en los días en que, en hacer puro y libre el Espíritu buscas. Observa, discierne y valúa todo, y a la Inteligencia soberana erige en auriga de lo Alto. De esta manera, dejando el cuerpo, en el eter, libre, irás, como Espíritu divino e inmortal; no más vulnerable serás.

CONCLUSIÓN:

La lectura del resumen de la obra de la  Dra. Cortina, PARA QUÉ SIRVE LA ÉTICA, refleja un enfoque práctico en todos los ámbitos de la vida humana, a nivel personal, social y profesional.
Toda conducta humana debe ser enmarcada dentro de los parámetros de los valores esenciales de la justicia, del amor, del respeto, de la dignidad, de la honradez, de la prudencia, del cumplimiento del deber, del servicio efectivo y justo, del trabajo productivo bien realizado, de la cortesía, del decoro, de la fidelidad, de la cordialidad, de la alegría y buen humor, de la serenidad, del altruismo y generosidad.
Para ello, es preciso construir una auto-estima sólida, y una auto-imagen positiva, sin complejos de ninguna naturaleza.
Es preciso vivir una vida donde se cumpla: valor por valor, brindando el mejor servicio al prójimo, a la sociedad, a la propia familia y a sí mismo, con un profundo amor a la vida, a la naturaleza, a la Divinidad, y a sí mismo, ya que alguien que no se ama a si mismo, no podrá amar a nadie, o por lo menos, en un grado exento de desapego: cumpliendo el aserto: valor por valor, donde, dando se recibe acrecentado lo que se da.


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