sábado, 5 de febrero de 2011

LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER


LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER
La poetisa del Espiritismo

¡ARRIBA!
Autora: Amalia Domingo Soler
Del libro: LA LUZ QUE NOS GUÍA

Cuando dice el poeta: ¡Arriba! En esa altura supuesta por nuestra imaginación, o mejor dicho, por los antiguos sabios que le daban a la Tierra y al cielo tan distinta configuración de la que en realidad tiene, pues hoy gracias a los telescopios de gran potencia como dice muy bien Flammarion en sus “Tierras del Cielo” que en el Universo no hay alto ni bajo, ni derecha ni izquierda, de ningún género. El globo terrestre va como lanzado en el vacío, bogando en su órbita ídem con una velocidad de 650.000 leguas por día, (mil y cien veces más rápida que la marcha de un tren exprés, y setenta y tres veces superior a una bala de cañón) girando al mismo tiempo rápidamente sobre sí mismo. Lo que ahora está arriba para nosotros, poco tiempo después estará abajo y recíprocamente. No existe tal cielo, sino solamente una inmensidad infinita, en cuyo seno circulan los mundos. La medida de las distancias, de las magnitudes y de los movimientos, es la que nos ha enseñado esta verdad capital: que la Tierra es un astro del cielo, y que nosotros estamos actualmente en el cielo; el telescopio, acercándose a los demás planetas, ha aumentado su volumen aparente, y en vez de simples puntos luminosos errantes bajo la bóveda celeste, nos muestran hoy mundos gigantescos, tan voluminosos y más grandes que el que nosotros habitamos.

Antes estas verdades demostradas por la ciencia, el arriba material, la altura del cielo bíblico desaparece; pero queda la altura moral, queda la elevación del pensamiento, queda la eterna aspiración del alma, queda la mirada del hombre que cuando ora con verdadero sentimiento, cuando reza con el corazón, cuando implora el perdón de sus culpas y pide misericordia al autor de todo lo creado, nunca mira a la Tierra, siempre mira al espacio. Su cabeza no se inclina sino al paso del remordimiento, la Tierra únicamente atrae las miradas del criminal. Siempre miramos al cielo cuando abrigamos en nuestra mente un buen pensamiento, y siempre inclinamos la vista cuando nuestra conciencia nos dice que hemos faltado a nuestro deber.

Fijémonos en los niños: por lo general siempre suelen mirar al cielo, parece que sus ojos ven ya en el  horizonte sus antiguos lares, la luz les atrae. Cuando las madres preguntan a los pequeñuelos: dónde está Dios, hijo mío, antes que les enseñen a levantar el dedito al cielo, el niño por un movimiento intuitivo mira hacia arriba, y con su inocente sonrisa parece que nos dice: allí está, yo lo veo.

A veces una palabra despierta un mundo de recuerdos, y los versos del poeta han traído a nuestra imaginación las reminiscencias de una triste historia.

Hace veinticinco años que conocimos a una pobre anciana que tenía más de setenta inviernos, y pedía limosna para ella y para su hijo, que ya tendría más de cuarenta años: el infeliz era idiota, y pasaba su vista por las calles riéndose y llorando a la vez; y cuando uno le preguntaba: ¿Isidoro dónde quieres irte? El pobre idiota se reía y extendiendo su diestra señalaba al cielo, y exclamaba, ¡Arriba! ¡Quiero irme arriba!... La multitud le asediaban, le tiraban piedras, le mortificaban, y el infeliz Isidoro lloraba amargamente y gritaba: ¡Oh me quiero ir arriba!... ¡Pobrecillo! Vivía cerca de nuestra casa, y se puede decir que pasaba el día en nuestra calle, donde varias familias le daban limosna, y su madre solía hacer algunos mandados a las criadas. Una tarde tuvimos ocasión de hablar con aquella mujer en casa de una amiga nuestra que la socorría mucho, y le preguntamos si siempre su hijo había estado de aquella manera.

¡Ay! Sí, señora, contestó la anciana, esa ha sido mi desgracia. Antes de venir él al mundo, yo vivía como el pez en el agua, nada me faltaba, mi marido me quería muchísimo; él trabajaba de albañil, yo planchaba y rizaba encajes, y hacía flores, y la única pena que teníamos era el no tener hijos; a los diez años de casada vino Isidoro al mundo y su padre no tuvo el gusto de verlo; ¡Tanto como lo deseaba! El pobre se cayó de un andamio pocos días antes de nacer nuestro hijo, quedando muerto en el acto, y desde entonces se puede decir que no he hecho más que sufrir; porque Vd. no puede formarse una idea de lo que me ha hecho padecer mi hijo. Cuando pequeño no parecía tonto sino loco; cuando empezó a hablar no me llamaba, no me decía madre como dicen todas las criaturas.

¿Pues qué decía? Lo que dice ahora: yo me quiero ir arriba; pero esto acompañado de unos gritos horribles, y si no se ha matado, es porque Dios no ha querido, porque se ha caído de grandes alturas: dos veces se ha caído de una torre. ¡Parece increíble! Pues es verdad; salía corriendo diciendo: yo me quiero ir arriba, y no había hombres que le detuvieran. Cuando tenía doce años se cayó del balcón a la calle y se partió las dos piernas, y estuvo más de ocho meses en la cama, de ninguna manera quise que fuera al hospital, se curó en casa, y curado se levantó y volvió a las mismas. A lo mejor salía y se iba corriendo y yo detrás de él, hasta que caía rendido en el suelo. A los veinte años se volvió a caer de un balcón al patio y se rompió un brazo y también lo curé en casa, porque conocía que si se lo hubieran llevado al hospital se hubiera muerto, porque era un enfermo irresistible, sólo el cariño de una madre puede resistir aquella lucha continua, que era no descansar ni de día ni de noche. Entonces tuvo la viruela y se quedó ciego, y estuvo más de dos años sin vista, gritando: ¡Yo quiero ir arriba! Al fin vino un médico, creo que de Inglaterra, que hacía milagros curando a los ciegos, y una señora a quien yo le planchaba la ropa, compadecida de mí (que nunca me han faltado buenas almas), me dio una carta de recomendación para aquel médico que hacía prodigios, y en menos de tres meses recobró mi hijo la vista, y desde entonces parece otro, dejó de atormentarse con sus carreras y con sus gritos y ha vivido como Vd. ve, andando por las calles, otros días no quiere salir, llora como un niño y me dice :¡Madre, llévame arriba y así vamos pasando. Yo con tantos disgustos y tanta intranquilidad, que no tenía sosiego para hacer nada, fui perdiendo los parroquianos que me daban trabajo, la vista también me faltó de tanto llorar y concluí por pedir limosna de puerta en puerta para el hijo de mis entrañas.

¿Y en un asilo no estaría Vd. mejor? No señora porque estaría separada de mi Isidoro. ¿Vd. sabe lo que yo quiero a mi hijo? Si le quiero más que a mi vida; si no podría vivir separada de él; y sólo le pido a Dios una cosa. ¿Cuál? Que mi hijo se muera antes que yo; porque si yo me voy ¡Qué será de él! ¿Quién le abrigará cuando duerma? ¿Quién le buscará el pan? ¡Pobre hijo mío! No lo quiero pensar. ¡Pobre madre! Su ruego fue escuchado: Dios siempre escucha el ruego de las almas grandes.

Tres años después de la conversación que hemos referido, Isidoro cayó enfermo, y según nos contó luego su madre, poco antes de morir se incorporó, se sentó sobre el jergón que le servía de cama, se llevó las manos a la frente, lanzó un grito ahogado y después miró fijamente a su madre, único ser que le acompañaba y le dijo con voz entera: ¡Madre! He recobrado la razón, ahora conozco cuanto te he hecho
sufrir, ¡Pobre mujer! No llores, me dicen que nos reuniremos allá arriba; y se quedó muerto. En su entierro no llevó más duelo que su madre, aquella mujer que tenía un gran corazón, fue la única que acompañó a los cuatro enterradores que vinieron a recoger el cadáver de su hijo. Nosotros la encontramos en la calle cinco días después de haber fallecido Isidoro, y al contarnos la anciana lo que había ocurrido, terminó su relato diciendo; ahora sí que puedo irme cuando Dios me lleve, nada tengo que hacer aquí, mi hijo ya está arriba, y ahogando sus gemidos siguió su camino la infeliz mendiga.

¡Qué historia tan triste y tan tierna a la vez! Cuán cierto es que el amor, que es el primer demócrata del Universo implantando la ley de igualdad en este mundo, lo mismo anida en el palacio que en las cabañas; ¡Quién al ver aquella pobre vieja, encorvada bajo el peso de los años y de los sufrimientos, cubierta de harapos, que guarda un corazón tan grande y tan delicado sentimiento!... porque parece que la miseria llega a embrutecer a los seres. Esa vida nómada que llevan los pordioseros, sin casa, sin hogar, sin abrigo, todo lo más que tienen es un miserable tugurio, como tenía aquella pobre mujer, y sin embargo, nunca quiso encerrar a su hijo en un asilo, ni encerrarse ella; siempre decía: No, no, maltratarán a mi pobre Isidoro y a mi lado está mejor, ningún día se queda sin comer y de noche duerme tranquilo porque yo le vigilo, y si tiene frío le envuelvo con un viejo mantón y se pone tan contento...

No sabemos cuanto tiempo vivió la madre de Isidoro después de perder a su hijo, y en el momento que escribimos estas líneas, un Espíritu nos dice que aún vivió dos años, que recojamos nuestros pensamientos y prestemos toda nuestra atención a la comunicación que nos quiere dar. Nuestro deseo es difundir la luz, repitiendo lo que nos digan los seres de ultra-tumba, si comprendemos que su relato puede servir de alguna enseñanza a la humanidad.

“De alguna enseñanza puede servir lo que voy a dictarte; escribe Amalia, escribe: ¡Quién te diría cuando me conociste que yo te había de inspirar un escrito! ¡Yo! …el tonto como me llamaban cuantos me conocían, el pobre imbécil perseguido y apedreado por los chiquillos, y amparado por una infeliz anciana, que corría afanosa tras de aquel hijo que le costaba tantas lágrimas”.

“¡Quién diría al ver aquellos dos seres tan pobres, tan desamparados, tan harapientos, el uno decrépito sin poder sostenerse, el otro peor que un niño, sin un destello de inteligencia, sin un átomo de entendimiento, que lloraba amargamente cuando le alcanzaba alguna piedra, y decía entre sollozos. ¡Quiero irme arriba! ¡Quién podría pensar que aquel desventurado había descendido de un trono para venir a la Tierra a espirar sus iniquidades!”...

“Todos hubieran dicho, ¡Es imposible! Si alguno hubiese dado cuenta de mi vida pasada, y sin embargo, a pesar de parecer increíble es una verdad”.

“¡Yo! El pobre idiota, el que durmió muchos años de su vida sobre un delgado jergón, sin tener para envolverse y abrigarse más que la ropa que se quitaba su madre; en otra encarnación dormía sobre edredones, en un lecho de marfil y oro bajo un pabellón de púrpura, velando su sueño más de cien esclavos, y al despertarse todos aquellos hombres se arrodillaban ante él y él los dispersaba a latigazos si aún le duraba la embriaguez de su última orgía; bien es verdad que para él, en todos los momentos de su vida, lúcidos o turbados consideraba a los hombres del mismo modo que a sus perros, quizás con más desprecio los miraba todavía”.

“Para él, o mejor dicho para mí, el mundo no era más que un rebaño, los hombres; creía firmemente que su único destino era ser mis siervos, míos eran sus tesoros, mías eran sus mujeres, mío cuanto poseían, yo no sabía más que mandar: ¡Ay! Del que se negaba a obedecer”.
“A nadie quise ni a mis hijos, ni a las mujeres que me servían para satisfacer mis apetitos brutales, me creía un dios y por consiguiente tan superior a los demás seres, que todo me parecía que debía pertenecerme. Hasta el Sol me incomodaba a veces, porque salía contra mi voluntad, los astros tenían en mí un enemigo implacable, porque eran los únicos que en mis dilatados dominios seguían su marcha por los espacios, sin poderles imponer mi voluntad”.

“Sólo una mujer consiguió algún tanto dominar mi corazón de fiera. Era una sacerdotisa consagrada a los dioses, Adina era hermosa, hermosísima, su belleza no puedo explicártelo, había en sus ojos un brillo deslumbrador, su cuerpo no era de la misma materia que el de otras mujeres, no; era un ser transparente, parecía que dentro de ella había los rayos del sol cubierto con un vapor blanco y rosado, la arranqué de su templo, pero no a viva fuerza; cuando la vi, caí postrado a sus pies y le dije: ¿Quién eres?

Tu redención, me contestó Adina. Ven entonces conmigo, deja a tus dioses que yo soy un dios, sí, te seguiré, me dijo Adina pero ¡Ay de ti! Si tus labios impuros llegasen a manchar mi blanca vestidura”.

“La obedecí sumiso como un niño: ella eligió el lugar de su retiro, y me fijó los días que debía ir a escuchar su voz profética”.
“Yo ansiaba aquellos momentos, aunque sus vaticinios eran funestísimos, porque me decía:” “¡Infeliz! ¡Vuelve en ti! ¡Mira que vivirás mañana! ¡Yo hablo con los dioses! ¡Yo sé que te arrastrarás por la tierra como se arrastran los reptiles!... ¡Yo sé que vivirás muriendo… que tendrás hambre, que tendrás sed y no hallarás donde reclinar tu cabeza. Escúchame: yo amo tu alma, no tu cuerpo: monstruo execrable, yo sé que soy la encargada de purificar tu Espíritu porque yo escuché tu primer gemido, yo sorprendí la primera mirada inteligente que dirigiste en torno tuyo y pedí ser tu genio tutelar; pero ¡Ay! ¡Cuán lejos fueron tus iniquidades! Mas la luz podrá más que la sombra, mi amor te arrancará de los abismos y te llevará, sí, te llevará a las regiones luminosas. No profanes mi cuerpo, que soy de los dioses, ¡Ay de ti! Si tus labios impuros osaras acercarlos a mi frente. ¡Tiembla desgraciado! No emplees la violencia para conseguir mis caricias, que yo te acariciaré en otra vida… y la voz de aquella mujer me dominaba hasta el punto que delante de ella era dócil y tímido como un niño”.

“Un día fui a verla y me dijo: pronto dejarás la ierra, morirás como mueren todos los tiranos, asesinado por tus esclavos, piensa en mí y llámame cuando estés en la agonía, que yo seré el único Espíritu en la creación que rogará a los dioses por ti”.

“Déjame libre, no te opongas a mi paso, vuelvo a mi templo para pedir a los dioses que tengan misericordia de ti, y me ofreceré en sacrificio de tu iniquidad, nos veremos más tarde, porque yo tengo que seguir las huellas de tu vida, tú serás carne de mi carne, y hueso de mis huesos; yo besaré tu frente cuando estés purificado por el dolor”.

“Subyugado por aquella voz profética, caí de hinojos, extendí mis brazos hacia ella y lagrimas de arrepentimiento por primera vez, se desprendían de mis ojos”.

“Mi muerte fue como ella me predijo; un día estando en el baño mis esclavos me rodearon, me hirieron, y tuve que morir como ellos quisieron ahogado en mi propia sangre.”

“¡Cuánto tiempo estuve dentro de aquel baño! De mi  cadáver, ya no quedaba en la Tierra ni una partícula!... el fuego había calcinado mis huesos, las cenizas se las había llevado el huracán, hasta mi recuerdo se había borrado de la historia de los pueblos, y aún me creía yo estar dentro del baño viendo las feroces caras de mis esclavos y escuchando sus palabras que me decían; ¡Muere! Hora es ya que vuelvas al infierno de donde nunca debiste salir”.

“¡Cuánto tiempo resonaron aquellas palabras en mis oídos!... hasta que al fin oí una voz que me dijo ¡Infeliz! Dios tiene misericordia de ti, y como por encanto me vi solo, envuelto en una densa bruma”.

“Pasó tiempo, mucho tiempo… y volví a escuchar la misma voz que me dijo: volverás a la Tierra; yo iré contigo, yo saciaré tu hambre y calmaré tu sed; yo abrigaré tu cuerpo con los harapos que cubran el mío. Yo te amo con ese amor que nunca muere; contempla tu historia, y pide a Dios que te fortifique porque tienes que caer muchas veces en tu camino. Después me quedé en la sombra; sepulcral silencio y oscuridad profunda me ofrecieron horas de angustia y de reflexión; pensaba en Adina, la llamaba, pero ni el eco me respondía luego… como si estuviera ante una linterna mágica se fueron presentando ante mis ojos sobre un fondo luminoso todos los cuadros de mis horribles encarnaciones. ¡Cuán odioso me vi en todos ellos!, Únicamente cobré ánimo cuando me vi delante de la sacerdotisa Adina, de aquella mujer hermosísima a quien sin saber porqué no profané con mi aliento sino que humilde y reverente la adoré como se adora a un dios: aquel cuadro duró mucho más tiempo que los otros, y al desaparecer en lugar de hundirse a mis plantas como se habían hundido los demás, aquél se elevó sobre mi cabeza dejando tras de si reflejos luminosos, y entonces exclamé: ¡Quiero ir arriba!

“¡Trabaja y subirás! Me contestaron. Pero yo  entonces no me encontré con fuerzas para trabajar, sólo quise sufrir, quise ser menospreciado de todos, humillado, escarnecido, quise volver a la Tierra para ser juguete de los hombres y entré nuevamente en el mundo, tan pobre en todos sentidos, que ni entendimiento quise tener”.
“Yo era el pobre idiota que tú compadecías en tu juventud, yo era aquel que lloraba cuando me apedreaban los chicuelos y decía: ¡Quiero irme arriba! Porque en mi mente siempre veía la hermosísima figura de Adina que se perdía en la altura”.

“Yo ni comprendía entonces quién era, ni tampoco aunque hubiese dado giro a mis ideas, hubiese podido explicarme, porque apenas sabía hablar; no pronunciaba más que algunas frases, y hasta que me quedé ciego, no comprendí, mientras mi cuerpo reposaba, quien era mi madre, que coincidió mi descubrimiento con mi curación; por eso entonces cambié de carácter, porque aunque despierto yo no me había dado cuenta absolutamente de nada; cuando dormía mi Espíritu una noche se lanzó como de costumbre hacia arriba, porque todo mi afán era ver aquella figura luminosa, a la hermosísima Adina y una noche se me presentó un anciano y me dijo: Eres más feliz de lo que crees; la mujer de tus sueños, el Espíritu que trabaja en tu redención no está arriba, que los ángeles descienden a los abismos cuando tienen que salvar a un pecador”.

“Mira a la mujer que te sirve de madre; mira a la que ha querido compartir tus penas. La sacerdotisa que se inmoló por ti, volvió a la Tierra a seguir sus sacrificios en otro templo, en otro más grande que el anterior, en el templo inmenso del amor maternal. Contigo cruza la Tierra y no te abandonará, ella cerrará tus ojos y en menos tiempo que un segundo, vi junto a mí, a mi madre, no con su triste envoltura, sino radiante de belleza, y de imponente majestad, que inclinada sobre mi lecho sonreía amorosísimamente al pobre idiota de la Tierra”.

“Mis ojos tuvieron luz desde que la vi a ella. ¡Cuántos  misterios guardan vuestros mundos! Cuántos auxiliares tiene vuestra ciencia que desconocéis por completo”.

“¡Cuántos médicos creen que curan a sus enfermos y apenas toman parte en su curación!”. “¡Ella estaba conmigo. Ella, la sola mujer que yo respeté, el único ser que yo llegué a admirar,

¡Qué grande es el amor de los espíritus! ¡Ahora comprendo que Adina es mi ángel tutelar, y que el origen de su amor se pierde en la noche de los siglos”.

“¡Cuánto bien me hizo en la Tierra! En mi última encarnación ¡Cuánta ternura! ¡Cuántos sacrificios! ¡Cuánta abnegación! Ella, que por sus virtudes debía habitar en los mundos felices, quiso participar en todas las amarguras que tenían que rodear mi vida. Ese amor, ni yo tengo elevación para pintártelo ni definirlo, ni tú adelanto suficiente para comprenderlo. En la Tierra aún no adivinan ni se presienten esos efectos supremos, efluvios divinos del amor de Dios”.
“Pocos momentos antes de dejar ese mundo, recobré por completo la razón, comprendí cuanto había martirizado a mi madre, y sentí un dolor tan agudo en el corazón que aquella sensación no me dejó tener ni agonía, ni paz después de la turbación. Presencié mi entierro y vi la diferencia notabilísima que había de un tiempo a otro”.

“Cuando fui soberano de los pueblos, cuando mis dominios era tan extensos que no sabía el número de mis siervos, mis esclavos me asesinaron, me ahogaron en mi propia sangre, quemaron mi cadáver, arrojaron mis cenizas al viento y las multitudes ebrias de alegría organizaron fiestas para celebrar mi muerte, y cuando murió el pobre idiota, el infeliz mendigo, aquel ser que en medio de su imbecilidad lloraba amargamente si veía que maltrataban a un niño, o pegaban a un perro, o le daban latigazos a un caballo; cuando murió aquel pordiosero, que no hizo ningún bien, pero que siempre le horrorizó el mal, una madre amorosísima, un Espíritu de luz recibió mi último suspiro y fue acompañado mi cadáver hacia la mansión de los muertos, y durante dos años, rezó por el descanso de mi alma con la fe del creyente y más de una vez fue al cementerio a llorar en la fosa de su hijo, y cuando algunas almas compasivas le hablaban a mi madre de su pobre Isidoro, solían decirle: No rece Vd. por él, si era un inocente, ¡Pobrecillo! Él sí que se fue del mundo sin pecar”.

“¡Qué diferencia de la muerte del tirano y la muerte del mendigo! Cuando desapareció el primero, hasta la tierra se alegró: cuando se fue el segundo, si algunos le consagraron un recuerdo, fue para decir ¡Pobrecillo! Él sí que no pecó. Y ella ¡Adina! Aquel alma sublime lloró por el hijo de su corazón!”.

“¡Amor de los espíritus! ¡Amor inmenso! ¡Amor supremo! ¡Amor que salva! ¡Amor que regenera! ¡Amor que nos engrandece! ¡Amor que nos eleva desde los abismos de la barbarie a las alturas del progreso!”.

“Yo presentía ese amor en medio de mi idiotismo; por eso exclamaba siempre que me atormentaban: ¡Quiero irme arriba! Porque en la altura yo veía la luz”.

“Y tú, tú que evocando mi recuerdo me has permitido comunicarme contigo, tú que también has dicho en tus horas de alucinación: ¡Quiero irme arriba! No olvides Amalia que arriba no se puede ir, sino después de haber amado mucho, de haber sufrido mucho; tú ya has sufrido, pero aún no has amado como se debe amar para ver la luz, yo tampoco puedo verla todavía, pero la veré porque me ama tanto el Espíritu que me sirvió de madre en mi última encarnación, que su amor obrará en mí prodigios”.

“Si vuestros libros sagrados dicen que la fe transporta las montañas, yo te digo, Amalia, que el amor de los espíritus transporta los mundos”. “En agradecimiento a tu condescendencia en recibir mi inspiración, me despido de ti dándote un consejo: trabaja y ama; el trabajo le dará energía a tu Espíritu, el amor engrandecerá tus sentimientos”.
Adiós buen Espíritu; mucho nos has complacido con tu comunicación, porque presta a profundas consideraciones, también como tú deseamos ir arriba, también decimos como el poeta: Sube alma mía, que arriba tendrás sombra, fuiste arriba, pero también comprendemos que las almas no suben por la escala de Jacob, sino amando el sacrificio, santificando el trabajo, difundiendo la luz de la verdad, sólo entonces llegarán a la cima donde el patriarca vio en sus sueños a Dios.

Voluntad tenemos, queremos ir arriba, queremos ser sabios, grandes y buenos, queremos dejar la Tierra y habitar en mundos mejores, queremos vivir entre torrentes de luz, contemplando horizontes de vivos colores, aspirando el embriagador perfume de flores que nuca se marchitan, queremos ser amados y amar como aman los espíritus para que nuestra alma realice sus sueños, para que después de luengos siglos podamos en alas del progreso ¡Ir arriba!

sábado, 29 de enero de 2011

CAPÍTULO NUEVE DE EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS












9. INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN EL MUNDO CORPORAL.


AUTOR: ALLAN KARDEC
DE: EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
Versión castellana: Giuseppe Isgró C.


Penetración de nuestro pensamiento – Influencia oculta sobre nuestro Pensamientos y sobre nuestras Acciones – Afectos de los Espíritus por los encarnados –Espíritus protectores o Guías – Espíritus simpáticos Espíritus familiares – Presentimientos. Influencias de los Espíritus sobre los acontecimientos de la vida – Acción de los Espíritus sobre los fenómenos de la naturaleza –Los Espíritus en las batallas –Pactos de maleficio – Poder oculto, Talismanes- Bendiciones y Maldiciones.


PENETRACIÓN EN NUESTRO PENSAMIENTO:

1. -¿Los Espíritus ven todo lo que hacemos?
-“Podrían; ya qué se encuentran siempre a nuestro lado; pero cada uno de ellos ve solamente aquellas cosas a las cuales presta atención; de las otras, que les son indiferentes, no se ocupan”-.
2. -¿Pueden los Espíritus conocer nuestros pensamientos?
-“Aún aquellos que vosotros quisierais esconderos a vosotros mismos. Es imposible esconder alguna cosa a los Espíritus”-.
-¿Es más fácil, por lo tanto, esconder una cosa a una persona mientras viva, que escondérsela después de su desencarnación?
-“Ciertamente, ya qué cuando vosotros creéis de no ser vistos, sois frecuentemente circundados por una cantidad de Espíritus, que os observan”-.
3. –“Qué piensan de nosotros los Espíritus que nos circundan y observan?
-“Los Espíritus ligeros gozan en daros pequeños fastidios, y se ríen de vuestras impaciencias; los Espíritus serios se conduelen de vuestras peripecias, y buscan de ayudaros”-.

INFLUENCIA OCULTA SOBRE NUESTROS PENSAMIENTOS Y SOBRE NUESTRAS ACCIONES.

4. -¿Los Espíritus influyen sobre nuestros pensamientos y sobre nuestras acciones?
-“Mucho más de cuanto vosotros podáis pensar, por cuanto, frecuentemente, son ellos quienes os dirigen”-.
5. Esto admitido, -¿tenemos, nosotros, por lo tanto, pensamientos propios y otros que nos son sugeridos?
-“Vuestro Espíritu piensa. Pero, vosotros sabéis que frecuentemente alrededor del mismo argumento os vienen a la mente más ideas, y algunas veces contrastantes: esto ocurre por cuanto entre los pensamientos que os pasan por la mente los hay que son vuestros, mientras que otros son nuestros, lo que os pone en la incertidumbre, por cuanto concebís dos ideas opuestas”-.
6. ¿Cómo distinguir los pensamientos que nos son propios de aquellos que nos son sugeridos?
-“El pensamiento sugerido parece casi una voz, que os habla; vuestros, propiamente, son los pensamientos del primer impulso. Del resto no sirve de nada que os afanéis para distinguirlos; más bien, es mejor que no lo hagáis, ya qué en tal modo podéis actuar más libremente, y si os decidid por el bien, tendréis mayor mérito; si, en cambio, por el mal, aumentaréis vuestra responsabilidad”-.
7. Los seres humanos de ingenio, y aquellos que se denominan genios, -¿obtienen sus ideas de la propia mente?
-“Algunas veces sí; pero, frecuentemente, ellas les son sugeridas por otros Espíritus, que los juzgan capaces de entenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando ellos no las encuentran en sí mismos, atienden la inspiración, la cual no es otra cosa que una invocación, que realizan sin tener conciencia de ello”-.
Si hubiese sido útil distinguir claramente nuestros pensamientos de aquellos que nos son sugeridos, Dios nos habría dado el medio, al igual que nos da el de distinguir el día de la noche. Cuando una cosa queda incierta, es signo de que debe ser así por nuestro bien.
8. ¿Se dice, comúnmente, que el primer impulso es siempre bueno. ¿Es verdad?
-“Puede ser bueno o malo según la naturaleza del Espíritu encarnado. Es siempre bueno en quien escucha las buenas inspiraciones”-.
9. ¿Cómo se puede distinguir si un pensamiento sugerido proviene de un Espíritu bueno o no?
-“Estudiadlo: los buenos Espíritus aconsejan solamente el bien; os toca a vosotros distinguirlo”-.
10. ¿Por qué nos empujan al mal los Espíritus imperfectos?
-“Para haceros sufrir al igual que ellos”-.
-¿Mejora su condición con ello?
-“No: lo hacen por envidia de ver a otros más felices que ellos”-.
-¿Qué clase de sufrimientos quieren producir en otros?
-“Aquellos que resultan de un estado moral imperfecto y de encontrarse desconectados del Ser Universal”-.
11. ¿Por qué permite el Ser Universal que los Espíritus imperfectos nos induzcan al mal?
-“Los Espíritus imperfectos son los instrumentos destinados a probar la fe y la constancia en el bien de los seres humanos. Vosotros, por cuanto Espíritus, debéis progresar en la ciencia del infinito, y pasar a través de las pruebas del mal para alcanzar el bien. Nuestra misión es la de ayudaros a seguir por la recta vía. Las malas influencias actúan sobre vosotros cuando las llamáis con deseos negativos, por cuanto los Espíritus inferiores vienen para ayudaros en el mal, cuando deseáis cometerlo. Ellos no pueden seduciros en contra de vuestra voluntad. Quien estuviese inclinado al homicidio encontraría una multitud de Espíritus que fomentarían en él este pensamiento; sin embargo, también tendría la asistencia de otros que buscarían de disuadirlo con exhortaciones al bien: esto establece el equilibrio y os deja libre en la elección”-.
De este modo el Ser Universal deja a nuestra conciencia la elección de la vía que debemos seguir y la libertad de de ceder a una u otra influencia que se ejerce sobre nosotros.
12. ¿Podemos librarnos de la influencia de los Espíritus que tratan de inducirnos al mal?
-“Ciertamente, por cuanto se atacan solamente a quienes que les invitan con el deseo, o les atraen con el pensamiento”-.
13. Los Espíritus, cuya influencia negativa nosotros rechazamos con la fuerza de la voluntad, renuncian a sus tentativos?
-“¿Y qué queréis que hagan? Cuando no logran su objetivo, abandonan; empero, siempre están pendientes, al igual que lo hace el gato con el ratón”-.
14. ¡De qué manera se puede neutralizar la influencia de los Espíritus imperfectos?
-“Haciendo el bien y reponiendo toda vuestra confianza en el Ser Universal, vosotros rechazaréis la influencia de los Espíritus inferiores, y neutralizaréis el dominio que ellos quisieran ejercer sobre vosotros. Guardaos de escuchar las sugestiones de los Espíritus que suscitan pensamientos negativos, siembran la discordia entre vosotros, excitando cada mala pasión; desconfiad, en especial modo, de quienes soplan en vuestro orgullo, por cuanto ellos os golpearan en vuestro punto menos fuerte. Es por esto que Jesús expresaba: Ser Universal, no nos dejes inducir en tentación; líbranos del mal”-.
15. Los Espíritus que buscan de inducirnos al mal, poniendo de esta manera a prueba nuestra firmeza en el bien hacer, obedecen, así a una misión que le fuera encomendada? Y, si esa es una misión, -¿tienen por ello responsabilidad?
-“Ningún Espíritu tiene por misión hacer el mal: quien lo comete lo hace por propia voluntad, asumiendo las respectivas consecuencias. El Ser Universal deja hacer para poneros en prueba, pero lo lo ordena: toca a vosotros rechazarlo”-.
16. Cuando experimentamos un sentimiento de inquietud, de ansiedad inexplicable, o de interna satisfacción, sin conocer el motivo, -¿eso tiene su origen en una disposición física?
-“Casi siempre es el resultado de comunicaciones que se tienen, inconscientemente, con los Espíritus, o que tuvisteis con ellos durante el sueño”-.
17. Los Espíritus que buscan de inducir al mal, -¿aprovechan las circunstancias en que la gente se encuentra, o pueden crearlas a voluntad?
-“Aprovechan las circunstancias, pero, muchas veces las provocan empujándoos, sin vosotros saberlo, hacia el objeto que deseáis. De esta manera, por ejemplo, una persona encuentra en su camino una suma de dinero: no creáis ya que sean los Espíritus que le condujeron en aquel lugar; empero, los imperfectos pueden inducir al sujeto a dirigirse a aquel lugar y sugerirle la idea de adueñarse del dinero, mientras los buenos le sugieren la de restituirlo a quien pertenezca. Lo mismo ocurre en todas las demás tentaciones”-,

OBSESIONADOS

18. ¿Puede un Espíritu revestir momentáneamente la envoltura de una persona viva, es decir, introducirse en su cuerpo, y actuar en lugar del que se encuentra encarnado?
-“Un Espíritu no entra en un cuerpo, como uno de vosotros en una casa; se puede asimilar con un Espíritu encarnado, que tiene sus mismos defectos y sus mismas cualidades, para actuar en armonía; pero es siempre el Espíritu encarnado que actúa como quiere sobre la materia de la que encuentra revestido. Ningún Espíritu puede sustituir al que se encuentra encarnado, por cuanto en el ser humano Espíritu y cuerpo están indisolublemente unidos hasta el término de la existencia material”-.
19. Entonces, si no existe posesión propiamente dicha, es decir, cohabitación de dos Espíritus en el mismo cuerpo, puede un Espíritu encontrarse en dependencia de otro de manera de ser sojuzgado u obsesionado al punto que su voluntad sea más o menos inhibida?
-“Sí, este es el verdadero caso de obsesión. Empero, sabed que esta dominación jamás puede subsistir sin la participación de quien experimenta, bien sea por debilidad o por consenso. Sin embargo, muchas veces se toman por poseídos epilépticos o personas enloquecidas, quienes precisaban más un médico que de exorcismo”-.
El término obsesión, en su acepción normal, presupone la existencia de Espíritus imperfectos, es decir, una categoría de seres de naturaleza perversa, y la cohabitación de uno de estos con un Espíritu encarnado en el mismo cuerpo. Ahora, por cuanto no existen demonios propiamente dichos, y dos Espíritus no pueden habitar contemporáneamente en el mismo cuerpo, no existen poseídos, según el significado atribuido a este vocablo. La palabra obsesión se entiende como dependencia absoluta, en la cual el ser puede encontrarse, de parte de Espíritus imperfectos, quele dominan”-.
20. ¿Es posible alejar de sí a los Espíritus malvados, y liberarse de su dominio?
-“Puede siempre, cada quien, desempeñar un rol, quien tiene la firme intención de hacerlo”-.
21. ¿Puede suceder que la fascinación ejercitada por un Espíritu imperfecto sea de tal grado que la persona subyugada no lo perciba? Entonces, ¿puede un tercero hacer cesar este dominio ejercitado y en tal caso como se procede?
-“Si este tercero es una persona de bien, su voluntad puede ayudar, solicitando sobre el caso la asistencia de los buenos Espíritus, por cuanto cuando se trata de un ser virtuoso, tiene mayor ascendencia sobre los Espíritus imperfectos para alejarlos, y sobre los buenos para atraerlos; pero sería vano todo esfuerzo si el subyugado no lo consiente y deja de cooperar. Hay quienes se complacen de una dependencia que estimula los gustos y los deseos. En cada caso, quien no tiene un pensamiento puro experimenta en ese mismo grado la respectiva impotencia: los Espíritus buenos le desprecian y los imperfectos no le temen”-.
22. ¿Las fórmulas de exorcismo tienen alguna eficacia sobre los Espíritus imperfectos?
-“No: cuando estos Espíritus ven que se recurre a tales medios, se ríen, haciendo cosas peores”-.
23. ¿Existen personas animadas de buenos pensamientos y no obstante se encuentran poseídas? ¿Cuál es el mejor medio de librarse de los Espíritus dominadores?
-“Agotando la obstinación, no haciendo caso de sus sugestiones; persuadidles de que pierden el tiempo. Cuando observan de que es un esfuerzo perdido, se van”-.
24. ¿La oración es un medio eficaz en contra de la obsesión?
La oración siempre es una ayuda potentísima; pero tomad en cuenta de que no es suficiente pronunciar palabras. El Ser Universal asiste a quienes actúan y no a quienes se limitan a preguntar. Es, por lo tanto, necesario que el obsesionado haga de su parte todo cuanto dependa de él para erradicar de sí la causa que atrae a los Espíritus imperfectos”-.
25. ¿Qué se debe pensar del ahuyentamiento de los demonios del que habla el Nuevo Testamento?
-“Es preciso distinguir en cual acepción se utiliza la palabra demonio. Si se denomina demonio un Espíritu imperfecto, que subyuga a un encarnado, cuando se elimine la influencia, él será alejado de verdad. Si atribuís una ausencia de salud al demonio, reestablecida la salud, podréis decir que le habéis alejado. Una cosa resulta cierta o falsa según el sentido que se le dé a las palabras. Las más grandes verdades pueden parecer absurdas, si se observa únicamente la forma, o se toma la alegoría por la realidad. Entendedlo bien, y fijadlo en la mente, por cuanto esta es una regla que se precisa frecuentemente aplicar”-.

CONVULSIONARIOS

26. -¿Los Espíritus participan en los fenómenos que se producen en los individuos denominados convulsionarios?
-“Sí, mucha, al igual que, también, el magnetismo, que es la primera causa. Pero, personas pocos escrupulosas, para explotarlas, frecuentemente los han exagerado, y de esta manera, ridiculizados”-.
-¿De cuál naturaleza son, generalmente, los Espíritus, que contribuyen a esta especie de fenómenos?
-“Pocos elevados. Creéis vosotros que Espíritus elevados se ocuparían de esto?”
27. -¿Cómo es que el estado anormal de las convulsiones y las crisis de este genero pueden desenvolverse, de repente, en una entera población?
Por efecto de simpático: en determinados casos, las disposiciones morales se comunican con extrema facilidad. Conocéis en grado suficiente los efectos magnéticos para comprender este particular, así como la parte que ciertos Espíritus toman por simpatía”.
Entre las singulares facultades que se observan en los convulsionarios, es fácil notar varias, de las cuales el sonambulismo y el magnetismo ofrecen numerosos ejemplos, como la insensibilidad física, la penetración del pensamiento, la transmisión simpática de los dolores, y otros similares. Por lo cual, no se puede dudar que aquellos seres no se encuentran, en estado de vigilia, en una especie de sonambulismo provocado por influencia recíproca. Son, al mismo tiempo, magnetizadores y magnetizados, sin saberlo.
28. -¿Cuál es la causa de la insensibilidad física que se observa en ciertos convulsionarios y en otros individuos sometidos a las más atroces torturas?
-“En algunos es exclusivamente la fuerza magnética, que actúa en el sistema nervioso de la misma manera que ciertas sustancias; en otros, la exaltación del pensamiento, la cual aturde la sensibilidad de tal manera que la vida parece que fue retirada del cuerpo para trasladarse en el Espíritu. -¿No sabéis, acaso, que cuando el Espíritu está centrado en una cosa con intensidad, el cuerpo no oye, no ve y no siente nada?
La exaltación fanática y el entusiasmo ofrecen, frecuentemente, en los suplicios, el ejemplo de una tranquilidad e intrepidez, que no podrían triunfar de un dolor agudo, si no se admitiese que la sensibilidad es inhibida por una especie de efecto anestésico. Es notorio que, en el ardor de las batallas, alguno, frecuentemente, no se percata de una grave herida, mientras que, en condiciones normales, experimentaría dolor.
Por cuanto estos fenómenos dependen de una causa física y de la acción de ciertos Espíritus, se podría anteponer la pregunta sobre cómo ha sido posible que los magistrados públicos hayan logrado, en algunos casos, a hacerlos cesar. La respuesta es muy simple. La acción de los Espíritus no es sino secundaria: ellos aprovechan, únicamente, de una disposición natural. Ahora, los magistrados no han suprimido esta disposición, sino la causa, que la mantenía, y la exaltaba, por lo cual, de activa que era la convirtieron en latente. Si no hubiese sido así, su intervención habría fallado, al igual que lo hace, cada vez, que la acción de los Espíritus es directa y espontánea.
AFECTOS DE LOS ESPÍRITUS
POR DETERMINADAS PERSONAS

29. -¿Los Espíritus aman algunas personas encarnadas con preferencia de otras?
-“Los Espíritus buenos tienen simpatía por las personas virtuosas, o que van mejorando; los Espíritus inferiores por los seres viciosos, o que tienen tendencia a tales efectos. Esta es la causa del afecto, dado por la semejanza de los sentimientos”-.
30. -¿El afecto de los Espíritus por las personas encarnadas es puramente moral?
-“El afecto verdadero no puede ser diverso; empero, cuando un Espíritu se liga a una persona no siempre es por afecto, sino que interviene un remanente de pasiones humanas”-.
31. -¿Los Espíritus toman parte en nuestras desventuras y en nuestra prosperidad? -¿Quiénes nos aman, se afligen de nuestros males?
-“Los buenos hacen todo el bien que les es posible, y se alegran de vuestro bienestar. Se afligen de vuestros males, cuando no los soportad con resignación, resultando sus esfuerzos por ayudaros infructuosos, por cuanto vosotros hacéis como el que rechaza la bebida amarga que habrá de curarle”.-
32. De los males humanos, -¿de cuales se afligen más los Espíritus, de los físicos o de los morales?
-“De vuestro egoísmo y dureza de sentimientos, que constituyen la causa de todos los demás. No se ocupan de todos aquellos males imaginarios, que nacen del orgullo y de la ambición; pero si lo hacen de todo aquello que tiene por efecto abreviar vuestro tiempo de prueba”.-
Los buenos Espíritus, por cuanto saben como la vida corpórea es transitoria, y las tribulaciones que las acompañan son medios para alcanzar un estado mejor, se afligen por nosotros más de las causas morales, que distancian de la meta, que de los males físicos que son pasajeros. De las adversidades que perjudican, únicamente, nuestras ideas mundanas, ellos se ocupan al igual que nosotros lo hacemos con las aflicciones pueriles de los niños”-.
Ellos, que en las aflicciones de la vida ven un medio para el propio avance, las consideran como las crisis momentáneas que debe salvar a la persona que anhela curarse. Se interesan en nuestras adversidades al igual que nosotros lo hacemos con las de una persona amiga. Empero, juzgando las cosas mejor que nosotros, las aprecian de manera más precisa. De esta manera, mientras ellos nos exhortan hacia un buen porvenir, nos Espíritus inferiores lo hacen en sentido contrario.
33. -Nuestros parientes y amigos, que nos precedieron en la dimensión espiritual, -¿tienen por nosotros más simpatía que los Espíritus que nos son extraños?
-“Ciertamente, con frecuencia os protegen con todas sus fuerzas”-.
-¿Son sensibles al afecto que experimentamos por ellos?
-“Sensibilísimos; olvidan, únicamente, a quienes lo hacen con ellos”-.
ESPÍRITUS PROTECTORES O GUÍAS.
ESPÍRITUS AFINES, ESPÍRITUS FAMILIARES.

34. -¿Existen Espíritus que protegen a una persona encarnada, en particular?
-“Sí; cada encarnado tiene un hermano espiritual, es decir, aquel que vosotros, frecuentemente, denomináis vuestro buen Espíritu o vuestro buen Genio”-.
35. -¿Qué se debe entender por Espíritu protector?
-“Es un Espíritu de orden elevado asignado en función protectora”.
36. -¿Cuál es la misión del Espíritu protector?
-“La de un Padre hacia sus propios hijos: guiar su protegido en la buena vía y ayudarle con consejos; consolarlos en las aflicciones, y alentar su coraje en las pruebas de la vida”.
37. -¿El Espíritu protector vigila a su protegido desde el nacimiento?
-“Desde el nacimiento hasta la desencarnación”. Frecuentemente, después, le sigue, también, en la dimensión espiritual, y, muchas veces, en diversas existencias, dado que, por la relación existente en la vida del Espíritu, cada una constituye una breve fase”,
38. –La misión del Espíritu protector, -¿es voluntaria u obligada?
-“Es obligada, desde el momento en que el Espíritu aceptó, voluntariamente, aquella tarea; pero, está en su facultad elegir como protegido el ser que le sea más simpático. Para unos, constituye un placer; para otros, una misión o un deber”.
-Dedicándose a un encarnado, -¿el Espíritu renuncia a proteger a otros?
-“No; pero, lo hace menos exclusivamente”.
39. -¿El Espíritu protector está unido, fatalmente, al ser a quien protege?
-“Puede ocurrir que él deba dejar su lugar para cumplir otros encargos, en cuyo caso es sustituido”.
40. -¿Ocurre, alguna vez, que el Espíritu protector abandone a su protegido, cuando éste es rebelde a sus consejos”
-“Se aleja, cuando ve que su acción protectora no conduce a nada, es decir, cuando la persona encarnada prefiere seguir la influencia de los Espíritus inferiores: pero, no le abandona, y se hace siempre sentir, aún cuando habla con alguien que se reusa oír. Empero, en cuanto es llamado, vuelve a asistirle. La doctrina de los Espíritus protectores debería convertir, también, a los más incrédulos, por el encanto de su dulzura. En verdad, -¿cuál idea puede ser más consoladora de la que sostiene que, cada uno de nosotros, tiene siempre en su defensa un ser que le es superior, dispuesto, siempre, a socorrerle, a aconsejarle, a sostenerle, a ayudarle a subir la áspera montaña del bien, amigo más sincero y más devoto de los más íntimos que se puedan desear sobre esta tierra? Aquel ser os sigue por orden de Dios, que bajo su cuidado os colocó, y, y con amor, cumple, cerca de vosotros, una hermosa, pero, exigente misión. Sí, en cualquier parte en que os encontráis, él estará con vosotros. Nada podrá separaros de aquel ser amigo, que no podéis ver, pero que, vuestro Espíritu siente sus suaves impulsos y entiende los prudentes consejos. -¿Por qué no os fundáis mejor sobre esta excelente verdad? ¡Oh, cuantas veces os reafirmaría en los momentos de crisis! ¡Cuantas veces os salvaría de la influencia de los Espíritus inferiores! Con frecuencia, en cambio, a vuestro regreso en la dimensión espiritual, aquel Espíritu protector deberá deciros: -”Yo te aconsejé, pero tú no me prestaste atención; yo te enseñé a donde te conducía el camino, y tú quisiste seguirlo; yo te hice sentir en la conciencia la voz de la verdad, pero tú seguiste los consejos opuestos. Interrogad vuestros Guías, estrechad con ellos aquella segura intimidad que reina entre los mejores amigos. No busquéis de ocultarles cosa alguna, por cuanto tienen el ojo de Dios; no podréis engañarle. Pensad al porvenir; procurad de ascender siempre más en alto en este ciclo de vida; vuestras pruebas serán más breves; más felices vuestras existencias. Coraje, por lo tanto, hijos del hombre. ¡Arrojad lejos de vosotros los prejuicios y las viejas vestiduras; entrad en la nueva vía, que se os abre delante! ¡Caminad! ¡Proceded! Tened amorosos guías, seguidles: la meta no os puede faltar, por cuanto ella consiste en el mismo Creador Universal. –A quien creyese imposible que los Espíritus elevados se sometan a una tarea tan laboriosa y obligante, diremos que nosotros guiamos vuestros Espíritus, aunque nos encontremos millones de millas distantes de vosotros. Para nosotros el espacio es nada, por lo cual, si bien vivimos en otro mundo, nuestros Espíritus conservan la sintonía con el vuestro. Nosotros poseemos facultades que vosotros no podéis comprender, aún; empero, tened la certeza de que Dios, a nosotros, no nos impone encargo superior a nuestras fuerzas y no os abandonó, solos, sobre la tierra, sin amigos y sin sustento. Cada Espíritu protector tiene su protegido, sobre el cual vigila como un padre sobre su hijo, contento cuando le ve sobre la buena vía, insatisfecho cuando sus consejos resultan inútiles. No temáis cansarnos con vuestras preguntas; al contrario, manteneos en constante relación con nosotros: seréis más fuertes y más felices. Son, por lo tanto, estas comunicaciones de cada ser con su Espíritu protector que hacen de todos los seres humanos tantos médiums ignorados hasta hoy, pero, se manifestarán más tarde, y se expandirán como un océano sin límites para expulsar lejos de la tierra la incredulidad y la ignorancia. Seres humanos instruidos, instruid; seres humanos de ingenio, elevad vuestros hermanos. Haciéndolo de esta manera, cumpliréis la obra que Dios os asigna. Él os ha dado el ingenio y la ciencia, para que compartáis su fruto con vuestros congéneres, para que les ayudéis a progresar en la vía del bien y de la eterna felicidad”-.
Luís - Agustín de Hipona.

La gran y sublime doctrina de los Espíritus protectores, que vigilan sobre sus protegidos, no obstante la distancia que separa los globos, no contradice en modo alguno la razón. -¿No vemos, nosotros, sobre la tierra, a un padre vigilar sobre el hijo, aunque se encuentre lejos, y ayudarlo con sus consejos por correspondencia? -¿Cuál contradicción podría haber en que los Espíritus puedan guiar a los encarnados, que ellos asuman de hacerlo, desde un mundo a otro, ya que la distancia, que separa los mundos, para ellos es menor que la que, en la tierra, separa los continentes? ¿No disponen del fluido universal, que comunica, en conjunto, todos los mundos, haciendo un todo armónico, fluido que constituye un inmenso vehículo en la comunicación de contenidos mentales, como el aire es para vosotros en la trasmisión del sonido?

41. -El Espíritu protector que se aleja de su protegido, al dejarle de beneficiarle, -¿podría perjudicarle?
-“Los Espíritus buenos jamás ocasionan mal alguno a nadie; empero, lo dejan hacer a quienes se le interrelacionan. Entonces, vosotros acusáis al destino de las adversidades que afrontáis, mientras que la responsabilidad es toda vuestra”-.
42. -¿Puede el Espíritu protector dejar a su protegido a merced de uno que desea perjudicarle?
.”Los Espíritus inferiores realizan sus esfuerzos para contrarrestar la acción de los buenos; empero, mientras la persona asistida quiera, el protector vencerá. El Espíritu bueno, mientras tanto, encontrando en otra parte a alguien que precise cooperación, le ayudará, hasta que, oportunamente, se ocupe, nuevamente, de su protegido”-.
43. –Cuando el Espíritu protector deja extraviar a su protegido, -lo hace por su impotencia para luchar en contra de los Espíritus inferiores?
-“No se trata, ya, de que no pueda, sino porque ya no quiere: su protegido sale de las pruebas mejorado y más experto; en ellas él le asiste con sus inspiraciones, sugiriéndole buenos pensamientos, los cuales, lamentablemente, no siempre sigue. Recordad que la fuerza de los Espíritus inferiores se encuentra, únicamente, en la debilidad, en la indiferencia y en el orgullo del ser humano: si encuentran alguna resistencia en vosotros, quedan neutralizados”-.
44. -¿El Espíritu protector es constantemente con su protegido? -¿No se dan casos, en los cuales, sin abandonarlo, le pierda de vista?
-“Existen casos en los cuales la asistencia del Espíritu Protector no es necesaria a su protegido”-.
45. -¿Llega el momento en el cual el Espíritu no precise más de Guía?
-“Sí, cuando ha llegado al grado de poder regirse por sí mismo, al igual que llega el momento en el cual el alumno no requiere más de maestro; empero, esto no ocurre en vuestro planeta, aún”-.
46. -¿Por qué pasa inadvertida la acción de los Espíritus en nuestra existencia? Es decir, -¿Por qué su protección no es visible?
-“En ese caso, vosotros dependeríais en grado excesivo de su asistencia, inhibiendo, esta circunstancia, vuestra autonomía; dejando, al mismo tiempo, de estimular el progreso individual de cada quien. A esta finalidad, es precisa la experiencia, la cual, la persona encarnada, debe adquirirla por cuenta propia. Cada individuo debe ejercitar sus fuerzas, única manera en que podrá ser capaz de caminar por sí mismo, superando la etapa infantil. La acción de los Espíritus que os aman, es siempre realizada de manera tal que podáis ejercer vuestro propio libre albedrío. Si vosotros no fueseis responsables de vuestras acciones, dejaríais de progresar en la vía que ha de conduciros al Creador Universal. El ser humano, no viendo el apoyo espiritual que se le aporta, hace uso de sus propias fuerzas: su Guía, empero, le vigila, y le va inspirando la toma de precauciones esenciales, haciéndole percibir los peligros inherentes, en cada caso”-.
47. -El Espíritu protector que logra conducir a su protegido sobre la justa vía, -¿obtiene algún beneficio para sí?
-“El mérito del bien realizado, como usufructo, tanto para su avance evolutivo como para su propia felicidad. Se encuentra contento si ve que sus cuidados lograron su objetivo, al igual que un preceptor disfruta del buen éxito alcanzado por su discípulo”-.
-En caso de que no se haya alcanzado el resultado apetecido, -¿debe responder de ello?
-“No, por cuanto ha hecho cuento le era posible”-.
48. –El Espíritu protector que ve a su protegido seguir por una senda inadecuada a su progreso, no obstante sus sugerencias inspirativas, -experimenta algún tipo de sentimiento que afecte su felicidad?
-“Se entristece por los errores de su protegido, y lo lamenta. Pero, este estado es incomparable con las inquietudes paternales, en la dimensión física, por cuanto el Espíritu protector sabe que la situación tiene solución, y que, lo que se ha dejado de hacer hoy, se hará mañana”-.
49. -¿Podemos, nosotros, saber el nombre de nuestro Espíritu protector?
-“¿Cómo queréis conocer nombres que no existen para vosotros? -¿Creéis, vosotros, que entre los Espíritus solamente pueden existir aquellos que conocéis?
-Y, entonces, -¿cómo invocarlo?
-“Dadle el nombre que queráis; aquel (si así os agrada) de un Espíritu superior, por el cual tenéis simpatía y veneración: vuestro Guía vendrá a la llamada, por cuanto todos los Espíritus buenos son hermanos, y se asisten recíprocamente”-.
50. Los Espíritus protectores, que toman nombres conocidos, -¿fueron, siempre, en la dimensión física, las personas que los llevaron?
-“No; sino Espíritus a ellos afines, que, frecuentemente, son enviados por ellos. Si ven que, propiamente, no podéis hacer a menos de su nombre, asumen uno que os inspira confianza. Cuando vosotros, en la dimensión física, no podéis cumplir un acto, personalmente, enviáis a un apoderado de confianza que actúa en vuestro propio nombre”-.
51. -¿Cuándo hayamos regresado a la dimensión espiritual, reconoceros a nuestro Espíritu protector?
-“Sí, y lo más factible es que ya le conocíais antes de encarnaros”-.
52. -¿Los Guías pertenecen todos a la clase de los Espíritus superiores? -¿Los hay, también, entre los inferiores? Un padre, por ejemplo, -¿puede convertirse en el Espíritu protector de un hijo suyo?
-“La protección precisa, en el protector, determinado grado de elevación, de poder y de virtud superior al que posee el protegido. El padre, que protege a un hijo suyo, puede ser asistido, a su vez, por un Espíritu más elevado”-.
53. –Los Espíritus virtuosos que han dejado la dimensión física, -¿pueden, siempre, proteger a sus seres queridos, que, aún, permanecen en ella?
-“Su poder es más o menos limitado, y no siempre la condición en la cual se encuentran le dejan en plena libertad de actuar”-.
54. -Los seres humanos que se encuentran en condiciones primitivas de vida, o en estado de inferioridad moral, -¿tienen, también ellos, sus propios Espíritus protectores? Si esto fuese así, estos Guías -¿son de orden elevado al igual que los más adelantados?
-“Cada ser tiene un Espíritu que vigila sobre él; empero, las misiones son relativas al respectivo propósito. -A un niño que empieza a leer, -¿le asignáis, acaso, a un profesor de filosofía? El grado del Espíritu protector es equivalente al del protegido. Al mismo tiempo que cada uno de vosotros tenéis un Espíritu superior a vosotros, el cual os asiste, cada uno de vosotros, puede, a su vez, proteger a un Espíritu que le sea inferior, y los progresos que con su ayuda ha logrado realizar el protegido, contribuyen a incrementar el vuestro. El Creador Universal no exige al Espíritu más que lo que permiten su naturaleza y el grado evolutivo al cual ha llegado”-.
55. -¿Cuándo el Espíritu de un padre que asiste a un hijo suyo, reencarna, continúa protegiéndole?
-“Le resulta menos fácil; empero, él solicita, en un momento en que se encuentra emancipado, a un Espíritu afín, de ayudarle en su misión. Por otra parte, los Espíritus asumen, únicamente, misiones que pueden cumplir hasta el final. Los Espíritus encarnados, especialmente en los mundos en los cuales la vida se encuentra altamente materializada, se encuentran muy ligados al cuerpo, para que puedan cumplir el objetivo de asistir a otros personalmente: por esta razón los Espíritus protectores poco elevados son, ellos mismos, asistidos por otros Espíritus, que mayor nivel evolutivo. Por lo tanto, si los primeros vienen a menos en su cometido, son suplidos por los segundos”-.
56. Como el Espíritu protector que lo guía al bien, -¿tiene, quizá, cada ser encarnado, también, un Espíritu inferior o maléfico, que le empuja al mal, y le proporciona las ocasiones de elegir entre una cosa u otra?
-“No. Los Espíritus inferiores cuando se le presenta la ocasión, intentan, siempre, de alejar a los seres humanos de la recta vía; pero, cuando uno de ellos se acerca a un encarnado lo hace por su propia voluntad, por cuanto espera de ser escuchado: entonces ocurre el accionar entre el Espíritu superior con el inferior, ganando, entre los dos, aquel a quién la persona objeto de la influencia, concede el dominio sobre sí”-.
57. -¿Podemos, los seres humanos, tener, al mismo tiempo, varios Espíritus protectores?
-“Más Espíritus protectores no, pero sí varios Espíritus afines de mayor o menor elevación, que os tienen afecto, y por lo tanto, os brindan asistencia”-.
58. –¿Los Espíritus afines actúan por misión asignada?
-“En alguna ocasión podrían hacerlo por una misión temporal; pero, casi siempre, son atraídos por la afinidad de pensamientos y de sentimientos, tanto en el bien como en la polaridad opuesta”-.
-¿Se deduce de esto que los Espíritus afines pueden ser tanto superiores como inferiores?-.
-“Ciertamente: el ser humano encuentra siempre Espíritus que simpatizan con él, sea cual fuere su carácter”-.
59. -¿Los Espíritus familiares son los mismos afines?
-“Existen infinitas gradaciones de protección y afinidad: dad a ellas el nombre que queráis. El Espíritu familiar es, en cierto modo, el amigo de la casa”-.
De las precedentes explicaciones y de las observaciones efectuadas sobre la naturaleza de los Espíritus, que tienen vinculación con los seres humanos, se puede deducir cuanto sigue:
1. Espíritu protector, Guía o buen Genio, es aquel que tiene la misión de vigilar sobre la persona encarnada y de ayudarle a progresar. Él es, siempre, de estado de conciencia superior, relativamente hablando, al del ser que protege.
2. Espíritus afines son aquellos que son atraídos a nosotros por afectos particulares y por una serie de semejanzas de gustos y sentimientos tanto en el bien como en el mal. La duración de sus relaciones depende, casi siempre, de las circunstancias inherentes.
3. Espíritus familiares son los que acercan a determinadas personas con ligamen más o menos durable, con la finalidad de brindarle algunos servicios dentro de los límites de sus propias fuerzas, generalmente, con cierta restricción. Son de naturaleza benévola, pero, en línea general, pocos avanzados y, eventualmente, también, ligeros. Se ocupan de los particulares de la vida íntima y suelen actuar por orden o con el permiso de los Espíritus protectores.
4. Genio maléfico es un Espíritu imperfecto o perverso, que se ataca al ser humano para distraerlo del bien, pero actúa de su espontánea voluntad, y no en virtud de una misión. Su tenacidad depende de la mayor o menor resistencia que encuentra. El ser humano es siempre libre de escuchar la voz, o de rechazarla.
60. –Existen personas encarnadas que se relacionan con otras, bien sea para perjudicarle, induciéndoles a cometer errores, o para estimularle, guiándoles por el recto camino. -¿Quién son ellos?
-“Ciertas personas ejercen sobre otras una especie de fascinación casi irresistible. Cuando esto ocurre para el mal, se trata de Espíritus imperfectos, de quienes se valen otros peores para mejor subjugar la victima. Dios puede permitirlo para probaros”-.
61. –Nuestro Espíritu protector, o, también, eventualmente, un genio maléfico, -¿podría encarnarse para acompañarnos en la vida, más directamente?
-“Ocurre muy rara vez; frecuentemente, ellos dan tal encargo a otros Espíritus encarnados, que les son afines”-.
62. -¿Existen Espíritus que se dedican a proteger a toda una familia?
-“Existen Espíritus que protegen a los miembros de una misma familia, para que vivan juntos unidos por el afecto; empero, no los hay protectores del orgullo de los grupos étnicos”-.
63. –Dado que los Espíritus son atraídos por su afinidad hacia las personas, -¿lo son, igualmente, hacia grupos de personas, por causas particulares?
-“Los Espíritus van, preferiblemente, donde encuentran sus afines, por cuanto allí se encuentran a su gusto y más seguros de ser oídos. Los seres humanos, sean solos, o en grupos, como una asamblea, una ciudad o una nación, atraen a sí, siempre, a los Espíritus, en razón de sus tendencias. Existen entes morales, ciudades y naciones, que son asistidos por Espíritus más o menos elevados, según el carácter y las pasiones dominantes. Los Espíritus imperfectos se alejan de quienes les rechazan: de esto resulta que el perfeccionamiento moral de los cuerpos colectivos, como el de los individuos, tiende a eliminar los Espíritus imperfectos y a atraer los benéficos, que suscitan y mantienen, en las masas, el sentimiento del bien”-.
64. Las uniones individuales, como la sociedad, las ciudades y las naciones, -¿tienen sus Espíritus protectores especiales?
-“Sí, por cuanto son individualidades colectivas que persiguen un propósito común. Precisan de una dirección superior”-.
65. –Los Espíritus protectores de las masas, -¿son más elevados que aquellos de los individuos particulares?
-“Según los casos, es decir, de acuerdo al desarrollo intelectual y moral de la masa, que ellos protegen, a cuyo grupo es relativa su superioridad”-.
66. -¿Determinados Espíritus pueden promover el progreso de las artes, protegiendo a quienes se ocupan de las mismas?
-“Ciertamente, y asisten a quien le invoca, cuando, empero, es digno de tal cosa, ya que, de nada serviría asistir a quienes se encuentran preparados insuficientemente para ejecutar sus inspiraciones”-.
Los antiguos poseían divinidades especiales: las musas no eran otra cosa que la alegórica personificación de los Espíritus protectores de las ciencias y de las artes; denominaban con los nombres de lares y penates, a los Espíritus protectores y afines de la familia. Entre los modernos, las artes, las industrias, las ciudades y las naciones, tienen, también, sus respectivos protectores bajo diversas denominaciones.
Del hecho de que cada individuo tiene sus Espíritus afines deriva que, en todos los cuerpos colectivos, la generalidad de los Espíritus afines se encuentra en relación con la generalidad de los individuos. Los Espíritus extraños son atraídos por la identificación de los gustos y de los pensamientos. Las masas, al igual que los individuos, son más o menos circundadas, asistidas, e inspiradas, según sus pensamientos y sus tendencias.
En los pueblos las causas de atracción de los Espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter predominante, y, especialmente, las leyes, por cuanto, en éstas se refleja el carácter de las naciones. Los seres humanos que han establecido como regidora de sus pactos sociales la justicia, se encuentran inmunizados en contra de la influencia de los Espíritus imperfectos. Donde, en cambio, las leyes sancionan disposiciones injustas, contrarias a la humanidad, los buenos Espíritus escasean, y la caterva de malvados, que allí fluye, retarda el progreso de la nación, inhibiendo los influjos positivos parciales, perdidos en la muchedumbre, como una espiga aislada entre las ortigas. Estudiando las costumbres de cualquier pueblo o sociedad humana, es fácil formarse un concepto de las inteligencias invisibles que ejercitan su influencia sobre los pensamientos y las acciones.

PRESENTIMIENTOS

67. -¿El presentimiento es siempre un aviso del Espíritu protector?
-“Puede ser el consejo íntimo y oculto de cualquier Espíritu que os ame; pero, lo más usual es que sea una percepción intuitiva de las pruebas que habéis querido asumir: es la voz de la conciencia. El Espíritu, antes de encarnarse, ha conocido las fases principales de su futura existencia, es decir, el tipo de pruebas a las cuales estaba a punto de someterse. Ahora, por lo tanto, aquellas que tienen un carácter más exigente, generan en lo íntimo una especie de aprehensión, y ésta que es la voz de la propia conciencia, que, despertándose, cuando el suceso está por ocurrir, se convierte en presentimiento”-.
68. Los presentimientos y la voz de la conciencia presentan cierta vaguedad. -¿Qué debe hacerse en los casos de incertidumbre?
-“Invocar a vuestro Guía, u orar al Creador Universal, para que os asista”-.
69. -¿Las advertencias de los Espíritus protectores tienen como único objeto la vida virtuosa, o, también, se refieren a la vida material?
-“A ambas; por cuanto ellos se ocupan de vuestro mejoramiento integral. Empero, vosotros, con frecuencia, cerráis los oídos a las buenas advertencias; y os encontráis insatisfechos por culpa vuestra”-.
Los Espíritus protectores nos ayudan con sus consejos por medio de la voz de la conciencia, que hacen hablar en nosotros; pero, dado que no siempre damos a esta voz la debida importancia, ellos nos otros más directos sirviéndose de las personas que nos circundan. Cada quien examine los varios casos, generalmente adversos, de su vida, y verá que, en muchas ocasiones, ha recibido sugerencias que ha dejado de aprovechar, las cuales, seguidas, le habrían ahorrado el costoso aprendizaje.
INFLUENCIA DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS DE LA VIDA
70. -¿Ejercen, los Espíritus, alguna influencia sobre los acontecimientos de la vida?
-“Evidentemente, ya que os aconsejan”-.
-¿Ejercen, también, esta influencia de manera diversa, además de los pensamientos que nos sugieren, o, mejor dicho, tienen ellos una inherencia directa sobre las circunstancias de nuestra vida?
-“Si, pero, siempre de acuerdo con las leyes de la naturaleza”-.
Erróneamente, se suele creer que la acción de los Espíritus debe manifestarse con fenómenos extraordinarios, y quisiéramos que su ayuda se expresara con hechos sobrenaturales, y nos los representamos siempre equipados con una varita mágica. Pero, las cosas no son así; esta es la razón por la cual dejamos de percibir su intervención, y todo lo que llevamos a cabo con su concurso, nos parece del todo natural. Ellos, por ejemplo, propician el acercamiento de dos personas, el cual parece un encuentro casual; inspiran a alguien el pensamiento de pasar por un determinado lugar, atraen la atención de otro sobre un determinado aspecto, si ello debe conducir al resultado que se proponen obtener. De esta manera, la persona cree de seguir el propio impulso, y conserva su libre albedrío.
71. Dado que los Espíritus ejercen una acción sobre la materia, -¿pueden, ellos, producir determinados efectos, para hacer que se cumpla un acontecimiento? Así, por ejemplo: una persona que debe desencarnar, sube por una escalera, se rompe la misma y la persona pasa a mejor vida. ¿Son los Espíritus que han hecho romper la escalera, para que se realice el destino de esta persona?
-“Es verdad que los Espíritus ejercen acciones sobre la materia; pero, por el cumplimiento de las leyes naturales, y no para derogarlas produciendo, arbitrariamente, fenómenos inesperados y contrarias a las mismas. En el ejemplo antepuesto, la escalera se rompió, por cuanto, estando corroída, no poseía la suficiente resistencia para soportar el peso de una persona, siendo su desencarnación un efecto natural, sin necesidad de la ocurrencia de un hecho sobrenatural”-.
72. –Tomemos otro ejemplo: una persona que debe desencarnar fulminada, se refugia debajo de un árbol; el rayo le envía a mejor vida. -¿Han tenido alguna participación los Espíritus tanto en provocar el rayo como en orientarlo en dirección de la persona en particular?
-“Nos encontramos en un caso similar al anterior. El rayo se manifestó sobre aquel árbol y en aquel momento, por cuanto las leyes de la naturaleza así lo determinaron, y no porque aquella persona se encontraba debajo del árbol. Empero, la persona fue inspirada a proceder de aquel modo y refugiarse debajo del árbol sobre el cual debía caer el rayo. El árbol, de todas maneras, habría estado afectado tanto si la persona se refugiaba como si hubiese dejado de hacerlo, debajo de él”-.
73. –Una persona mal intencionada dispara sobre alguien un proyectil, que le roza, pero no le pega. -¿Pudo haberlo desviado un Espíritu benévolo?
-“Si aquel ser no debe ser interceptado, el Espíritu benévolo le inspirará el pensamiento de moverse, o interferirá sobre su enemigo para que falle el tiro; el proyectil, una vez disparada el arma, seguirá el curso de la trayectoria que deber recorrer”-.
74. -¿Y, los proyectiles encantados de ciertas leyendas que le acertaban fatalmente al objetivo?
-“Fabulas fantásticas. El ser humano tiende a lo maravilloso; precisa apreciar, en cambio, las maravillas de la naturaleza”.-
-“Los Espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida, -¿podrían ser obstaculizados por otros que quisieran lo opuesto?
-“Lo que el Creador Universal quiere, -por la Ley Cósmica- debe ser; si existe retardo o impedimento, es por su voluntad”-.
75. -¿Los Espíritus ligeros y burlones, pueden suscitar leves interferencias que nos desvíen de nuestros propósitos? En otros términos: Son ellos los autores de aquellas pequeñas, pero frecuentes contrariedades, que constituyen los diversos estados de insatisfacción de la vida humana?
-“Ellos se complacen de aquellas interferencias que a vosotros os sirven para ejercitar la paciencia: pero se cansan rápido, si se percatan que os domináis. Pero, sería injusto y carente de verdad, culparle de todas vuestras adversidades, que vosotros mismos os procuráis, precisando mayor grado de disciplina. Tened presente que si se os cae la vajilla de las manos y se rompe, la causa se debe a un acto de desatención y nada más”-.
-Los Espíritus que se complacen en interferir, -¿lo hacen por animosidad personal, o se la toman con el primero que encuentran, sin ningún motivo, solamente por ligera diversión?
-“Por una u otra cosa. Algunas veces se trata por enemistad de esta u otra existencia, razón por la cual existe este tipo de ataque. En otras ocasiones, no hay motivo alguno”-.
76. La animadversión de los seres que, en un momento dado, nos han ocasionado algún perjuicio sobre la tierra, -¿cesa con su paso a la dimensión espiritual?
-“Frecuentemente reconocen su actitud injusta y el perjuicio que han ocasionado; empero, también como Espíritus os pueden perseguir animosamente, si el Creador Universal, -por la Ley Cósmica- permite que continúe, para vosotros, aquel tipo de prueba”-.
-¿Se puede lograr que termine? -¿De qué manera?
-“Sí, orando por ellos, y devolviéndoles bien por mal, hasta que se percaten de que deben actuar correctamente. Del resto, tan pronto sepáis rendiros superiores a sus maquinaciones, le ponen fin para no perder tiempo y esfuerzo”-.
La experiencia demuestra que ciertos Espíritus persisten en su venganza de una existencia a otra, y de esta manera, tarde o temprano, se expían las culpas que se puedan haber tenido hacia alguien.
77. -¿Tienen, los Espíritus, el poder de eximir de males a sus protegidos y de propiciarle condiciones de prosperidad?
-“No, por cuanto los males, -por la Ley Cósmica- forman parte de los decretos de la Providencia; empero, ellos alivian vuestros estados de adversidad inspirándoos la paciencia y la asunción de la prueba. Por otra parte, sabed que, frecuentemente, depende únicamente de vosotros evitar tales condiciones adversas, o, al menos, atenuarlas. El Creador Universal os dio la inteligencia para que la uséis, y es, de manera especial, en esto en lo que los Espíritus os pueden ayudar enormemente, sugiriéndoos buenos pensamientos. Empero, ellos ayudan a quienes se ayudan. Fue dicho: Buscad y encontraréis; tocad y os será abierto. Y sabed, por último, que no siempre es un mal el que os parece tal, por cuanto, frecuentemente, se deriva del mismo un bien inmensamente mayor, el cual a vosotros, de momento, os pasa desapercibido, por cuanto pensáis, únicamente, al presente o a vuestra persona”-.
78. -¿Puedes, los Espíritus, si se le solicita, ayudar en la obtención de bienes de fortuna?
-“Alguna vez como prueba; pero, en general, ellos no se ocupan de estas cosas, al igual que un adulto deja de hacerlo con una pregunta inconsiderada de un chaval”-.
-¿Son los Espíritus buenos, o los inferiores, quienes brindan estos favores?
-“Los unos o los otros: depende de la intención; empero, son, más frecuentemente, quienes desean arrastraros fuera del camino de la virtud, por cuanto encuentran que el camino de las riquezas es el medio más fácil para hacerlo”-.
79. -Cuando ciertos obstáculos parecieran oponerse, fatalmente, a nuestros designios, -¿nos vienen ellos de la influencia de algún Espíritu?
-“Alguna vez sí, pero, frecuentemente, es el resultado de la propia aptitud insuficientemente desarrollada. La condición personal y el carácter tienen gran inherencia. -Si os obstináis en una vía que no es la vuestra, -¿qué tienen que ver los Espíritus en ello? Sois vosotros mismos vuestro propio Genio”-.
80. De las propias condiciones venturosas de vida, -¿es a nuestro Espíritu protector a quién debemos expresar gratitud?
-“Agradeced, primeramente, al Creador Universal, sin cuya voluntad, -por la Ley Cósmica-, no ocurre nada; después a los buenos Espíritus, quienes han sido los instrumentos”-.
-¿Qué ocurriría si dejáramos de expresarles nuestra gratitud?
-“Lo que les ocurre a los ingratos”-.
-Sin embargo, -¿existen algunos que aún sin orar ni expresar gratitud, son exitosos en todo?
-“Sí, pero hay que esperar hasta el final; toda fortuna obtenida sin méritos, suele tener un costo inherente; cuanto más se haya recibido, tanto más hay que pagar”-.

ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LOS FENÓMENOS DE LA NATURALEZA

81. –Los grandes fenómenos de la naturaleza, que se consideran como una perturbación de los elementos, -¿son debidos a causas fortuitas, o tienen, todos, un fin providencial?
-“Todo tiene una razón de ser. No ocurre nada sin el permiso del Creador Universal, -por la Ley Cósmica-“.
-¿Aquellos fenómenos, tienen siempre, por objeto, el ser humano?
-“No, por lo menos directamente; frecuentemente, lo único que deben reestablecer es el equilibrio y la armonía de las fuerzas físicas de la naturaleza”-.
-Comprendemos, perfectamente, que la voluntad divina sea la causa primera; empero, sabemos que los Espíritus actúan sobre la materia y son agentes de la voluntad de Dios, -¿algunos de ellos, no ejercen, quizá, un influjo sobre los elementos para agitarlos, calmarlos o dirigirlos?
-“La cosa es evidente, y no podría ser diversa. El Creador Universal no se ocupa de la acción directa sobre la materia, y tiene sus instrumentos en cada grado de la escala evolutiva, en los mundos”-.
82. La mitología de los antiguos se encuentra, enteramente, fundada sobre las ideas espíritas; ellos consideraban a los Espíritus como Divinidades, y atribuían a estos Dioses, o Espíritus, funciones especiales. Algunos, según ellos, estaban a cargo de los vientos, otros, de la vegetación, y así sucesivamente. -¿Con esta creencia, los antiguos, se acercaban a la verdad?
-“Perfectamente; pero, estaban, aún, por debajo de la verdad”-.
-Por la misma razón, entonces, -¿podrían haber Espíritus que habitan en el interior de la tierra y que presidan los fenómenos geológicos?
-“Todos estos Espíritus, para cumplir sus propias funciones de presidir o dirigir, no tienen ninguna necesidad de habitar sobre o dentro de la tierra. Vendrá el día, en el cual tendréis la explicación de estos fenómenos, y los comprenderéis mejor”-.
83. –Los Espíritus que presiden los fenómenos de la naturaleza, -¿forman una clase especial? -¿Constituyen una categoría especial de seres, o son Espíritus que estuvieron encarnados como nosotros?
-“Que fueron y que serán”-.
-¿Pertenecen a los órdenes superiores o a los inferiores de la jerarquía espírita?
-“Según que su oficio sea más o menos inteligente. Los unos dirigen, los otros ejecutan; quien ejecuta las cosas materiales es siempre de orden inferior; así ocurre entre los Espíritus como entre los seres humanos”-.
84. –Para la producción de ciertos fenómenos, por ejemplo: las tempestades, -¿actúa un solo Espíritu o un gran número?
-“Un número determinado”-.
85. Los Espíritus que actúan sobre los fenómenos de la naturaleza, -¿lo hacen con conocimiento de causa o en virtud del libre albedrío, o por un impulso instintivo mecánico?
-“Los unos, en aquello; los otros, en esto. Tomemos un ejemplo: Imaginad las miríadas de pequeñísimos animales que poco a poco hacen salir de las ondas islas y archipiélagos; -¿creéis vosotros, que esto ocurre sin un fin de la Providencia, y que, aquella transformación de la superficie del globo no sea necesaria a la armonía general? Y, todavía, son pequeñísimos seres de ínfimo orden que cumplen una función tan importante, y al mismo tiempo, provechoso a sus propias necesidades, sin saber, que son, al mismo tiempo, instrumentos del Creador Universal. Y bien, de igual manera, son útiles al conjunto los ínfimos Espíritus; mientras hacen las primeras pruebas de la vida, antes de tener plena conciencia de los propios actos y de gozar del libre albedrío, actúan sobre ciertos fenómenos, de los cuales son los agentes sin ellos saberlo. Primeramente, ejecutan; más tarde, cuando su inteligencia se haya desarrollado, mandarán, y dirigirán las cosas del mundo material; más tarde, todavía, podrán dirigir las del mundo moral. De esta manera, todo sirve, todo se encadena en la naturaleza, del átomo primitivo al Espíritu más elevado, que, también ha empezado desde el grado del átomo: ley admirable de armonía, que vuestro Espíritu, aún, está lejos de comprender en su totalidad”-.



















EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 5 de febrero de 2011

LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER


LECTURAS DE AMALIA DOMINGO SOLER
La poetisa del Espiritismo

¡ARRIBA!
Autora: Amalia Domingo Soler
Del libro: LA LUZ QUE NOS GUÍA

Cuando dice el poeta: ¡Arriba! En esa altura supuesta por nuestra imaginación, o mejor dicho, por los antiguos sabios que le daban a la Tierra y al cielo tan distinta configuración de la que en realidad tiene, pues hoy gracias a los telescopios de gran potencia como dice muy bien Flammarion en sus “Tierras del Cielo” que en el Universo no hay alto ni bajo, ni derecha ni izquierda, de ningún género. El globo terrestre va como lanzado en el vacío, bogando en su órbita ídem con una velocidad de 650.000 leguas por día, (mil y cien veces más rápida que la marcha de un tren exprés, y setenta y tres veces superior a una bala de cañón) girando al mismo tiempo rápidamente sobre sí mismo. Lo que ahora está arriba para nosotros, poco tiempo después estará abajo y recíprocamente. No existe tal cielo, sino solamente una inmensidad infinita, en cuyo seno circulan los mundos. La medida de las distancias, de las magnitudes y de los movimientos, es la que nos ha enseñado esta verdad capital: que la Tierra es un astro del cielo, y que nosotros estamos actualmente en el cielo; el telescopio, acercándose a los demás planetas, ha aumentado su volumen aparente, y en vez de simples puntos luminosos errantes bajo la bóveda celeste, nos muestran hoy mundos gigantescos, tan voluminosos y más grandes que el que nosotros habitamos.

Antes estas verdades demostradas por la ciencia, el arriba material, la altura del cielo bíblico desaparece; pero queda la altura moral, queda la elevación del pensamiento, queda la eterna aspiración del alma, queda la mirada del hombre que cuando ora con verdadero sentimiento, cuando reza con el corazón, cuando implora el perdón de sus culpas y pide misericordia al autor de todo lo creado, nunca mira a la Tierra, siempre mira al espacio. Su cabeza no se inclina sino al paso del remordimiento, la Tierra únicamente atrae las miradas del criminal. Siempre miramos al cielo cuando abrigamos en nuestra mente un buen pensamiento, y siempre inclinamos la vista cuando nuestra conciencia nos dice que hemos faltado a nuestro deber.

Fijémonos en los niños: por lo general siempre suelen mirar al cielo, parece que sus ojos ven ya en el  horizonte sus antiguos lares, la luz les atrae. Cuando las madres preguntan a los pequeñuelos: dónde está Dios, hijo mío, antes que les enseñen a levantar el dedito al cielo, el niño por un movimiento intuitivo mira hacia arriba, y con su inocente sonrisa parece que nos dice: allí está, yo lo veo.

A veces una palabra despierta un mundo de recuerdos, y los versos del poeta han traído a nuestra imaginación las reminiscencias de una triste historia.

Hace veinticinco años que conocimos a una pobre anciana que tenía más de setenta inviernos, y pedía limosna para ella y para su hijo, que ya tendría más de cuarenta años: el infeliz era idiota, y pasaba su vista por las calles riéndose y llorando a la vez; y cuando uno le preguntaba: ¿Isidoro dónde quieres irte? El pobre idiota se reía y extendiendo su diestra señalaba al cielo, y exclamaba, ¡Arriba! ¡Quiero irme arriba!... La multitud le asediaban, le tiraban piedras, le mortificaban, y el infeliz Isidoro lloraba amargamente y gritaba: ¡Oh me quiero ir arriba!... ¡Pobrecillo! Vivía cerca de nuestra casa, y se puede decir que pasaba el día en nuestra calle, donde varias familias le daban limosna, y su madre solía hacer algunos mandados a las criadas. Una tarde tuvimos ocasión de hablar con aquella mujer en casa de una amiga nuestra que la socorría mucho, y le preguntamos si siempre su hijo había estado de aquella manera.

¡Ay! Sí, señora, contestó la anciana, esa ha sido mi desgracia. Antes de venir él al mundo, yo vivía como el pez en el agua, nada me faltaba, mi marido me quería muchísimo; él trabajaba de albañil, yo planchaba y rizaba encajes, y hacía flores, y la única pena que teníamos era el no tener hijos; a los diez años de casada vino Isidoro al mundo y su padre no tuvo el gusto de verlo; ¡Tanto como lo deseaba! El pobre se cayó de un andamio pocos días antes de nacer nuestro hijo, quedando muerto en el acto, y desde entonces se puede decir que no he hecho más que sufrir; porque Vd. no puede formarse una idea de lo que me ha hecho padecer mi hijo. Cuando pequeño no parecía tonto sino loco; cuando empezó a hablar no me llamaba, no me decía madre como dicen todas las criaturas.

¿Pues qué decía? Lo que dice ahora: yo me quiero ir arriba; pero esto acompañado de unos gritos horribles, y si no se ha matado, es porque Dios no ha querido, porque se ha caído de grandes alturas: dos veces se ha caído de una torre. ¡Parece increíble! Pues es verdad; salía corriendo diciendo: yo me quiero ir arriba, y no había hombres que le detuvieran. Cuando tenía doce años se cayó del balcón a la calle y se partió las dos piernas, y estuvo más de ocho meses en la cama, de ninguna manera quise que fuera al hospital, se curó en casa, y curado se levantó y volvió a las mismas. A lo mejor salía y se iba corriendo y yo detrás de él, hasta que caía rendido en el suelo. A los veinte años se volvió a caer de un balcón al patio y se rompió un brazo y también lo curé en casa, porque conocía que si se lo hubieran llevado al hospital se hubiera muerto, porque era un enfermo irresistible, sólo el cariño de una madre puede resistir aquella lucha continua, que era no descansar ni de día ni de noche. Entonces tuvo la viruela y se quedó ciego, y estuvo más de dos años sin vista, gritando: ¡Yo quiero ir arriba! Al fin vino un médico, creo que de Inglaterra, que hacía milagros curando a los ciegos, y una señora a quien yo le planchaba la ropa, compadecida de mí (que nunca me han faltado buenas almas), me dio una carta de recomendación para aquel médico que hacía prodigios, y en menos de tres meses recobró mi hijo la vista, y desde entonces parece otro, dejó de atormentarse con sus carreras y con sus gritos y ha vivido como Vd. ve, andando por las calles, otros días no quiere salir, llora como un niño y me dice :¡Madre, llévame arriba y así vamos pasando. Yo con tantos disgustos y tanta intranquilidad, que no tenía sosiego para hacer nada, fui perdiendo los parroquianos que me daban trabajo, la vista también me faltó de tanto llorar y concluí por pedir limosna de puerta en puerta para el hijo de mis entrañas.

¿Y en un asilo no estaría Vd. mejor? No señora porque estaría separada de mi Isidoro. ¿Vd. sabe lo que yo quiero a mi hijo? Si le quiero más que a mi vida; si no podría vivir separada de él; y sólo le pido a Dios una cosa. ¿Cuál? Que mi hijo se muera antes que yo; porque si yo me voy ¡Qué será de él! ¿Quién le abrigará cuando duerma? ¿Quién le buscará el pan? ¡Pobre hijo mío! No lo quiero pensar. ¡Pobre madre! Su ruego fue escuchado: Dios siempre escucha el ruego de las almas grandes.

Tres años después de la conversación que hemos referido, Isidoro cayó enfermo, y según nos contó luego su madre, poco antes de morir se incorporó, se sentó sobre el jergón que le servía de cama, se llevó las manos a la frente, lanzó un grito ahogado y después miró fijamente a su madre, único ser que le acompañaba y le dijo con voz entera: ¡Madre! He recobrado la razón, ahora conozco cuanto te he hecho
sufrir, ¡Pobre mujer! No llores, me dicen que nos reuniremos allá arriba; y se quedó muerto. En su entierro no llevó más duelo que su madre, aquella mujer que tenía un gran corazón, fue la única que acompañó a los cuatro enterradores que vinieron a recoger el cadáver de su hijo. Nosotros la encontramos en la calle cinco días después de haber fallecido Isidoro, y al contarnos la anciana lo que había ocurrido, terminó su relato diciendo; ahora sí que puedo irme cuando Dios me lleve, nada tengo que hacer aquí, mi hijo ya está arriba, y ahogando sus gemidos siguió su camino la infeliz mendiga.

¡Qué historia tan triste y tan tierna a la vez! Cuán cierto es que el amor, que es el primer demócrata del Universo implantando la ley de igualdad en este mundo, lo mismo anida en el palacio que en las cabañas; ¡Quién al ver aquella pobre vieja, encorvada bajo el peso de los años y de los sufrimientos, cubierta de harapos, que guarda un corazón tan grande y tan delicado sentimiento!... porque parece que la miseria llega a embrutecer a los seres. Esa vida nómada que llevan los pordioseros, sin casa, sin hogar, sin abrigo, todo lo más que tienen es un miserable tugurio, como tenía aquella pobre mujer, y sin embargo, nunca quiso encerrar a su hijo en un asilo, ni encerrarse ella; siempre decía: No, no, maltratarán a mi pobre Isidoro y a mi lado está mejor, ningún día se queda sin comer y de noche duerme tranquilo porque yo le vigilo, y si tiene frío le envuelvo con un viejo mantón y se pone tan contento...

No sabemos cuanto tiempo vivió la madre de Isidoro después de perder a su hijo, y en el momento que escribimos estas líneas, un Espíritu nos dice que aún vivió dos años, que recojamos nuestros pensamientos y prestemos toda nuestra atención a la comunicación que nos quiere dar. Nuestro deseo es difundir la luz, repitiendo lo que nos digan los seres de ultra-tumba, si comprendemos que su relato puede servir de alguna enseñanza a la humanidad.

“De alguna enseñanza puede servir lo que voy a dictarte; escribe Amalia, escribe: ¡Quién te diría cuando me conociste que yo te había de inspirar un escrito! ¡Yo! …el tonto como me llamaban cuantos me conocían, el pobre imbécil perseguido y apedreado por los chiquillos, y amparado por una infeliz anciana, que corría afanosa tras de aquel hijo que le costaba tantas lágrimas”.

“¡Quién diría al ver aquellos dos seres tan pobres, tan desamparados, tan harapientos, el uno decrépito sin poder sostenerse, el otro peor que un niño, sin un destello de inteligencia, sin un átomo de entendimiento, que lloraba amargamente cuando le alcanzaba alguna piedra, y decía entre sollozos. ¡Quiero irme arriba! ¡Quién podría pensar que aquel desventurado había descendido de un trono para venir a la Tierra a espirar sus iniquidades!”...

“Todos hubieran dicho, ¡Es imposible! Si alguno hubiese dado cuenta de mi vida pasada, y sin embargo, a pesar de parecer increíble es una verdad”.

“¡Yo! El pobre idiota, el que durmió muchos años de su vida sobre un delgado jergón, sin tener para envolverse y abrigarse más que la ropa que se quitaba su madre; en otra encarnación dormía sobre edredones, en un lecho de marfil y oro bajo un pabellón de púrpura, velando su sueño más de cien esclavos, y al despertarse todos aquellos hombres se arrodillaban ante él y él los dispersaba a latigazos si aún le duraba la embriaguez de su última orgía; bien es verdad que para él, en todos los momentos de su vida, lúcidos o turbados consideraba a los hombres del mismo modo que a sus perros, quizás con más desprecio los miraba todavía”.

“Para él, o mejor dicho para mí, el mundo no era más que un rebaño, los hombres; creía firmemente que su único destino era ser mis siervos, míos eran sus tesoros, mías eran sus mujeres, mío cuanto poseían, yo no sabía más que mandar: ¡Ay! Del que se negaba a obedecer”.
“A nadie quise ni a mis hijos, ni a las mujeres que me servían para satisfacer mis apetitos brutales, me creía un dios y por consiguiente tan superior a los demás seres, que todo me parecía que debía pertenecerme. Hasta el Sol me incomodaba a veces, porque salía contra mi voluntad, los astros tenían en mí un enemigo implacable, porque eran los únicos que en mis dilatados dominios seguían su marcha por los espacios, sin poderles imponer mi voluntad”.

“Sólo una mujer consiguió algún tanto dominar mi corazón de fiera. Era una sacerdotisa consagrada a los dioses, Adina era hermosa, hermosísima, su belleza no puedo explicártelo, había en sus ojos un brillo deslumbrador, su cuerpo no era de la misma materia que el de otras mujeres, no; era un ser transparente, parecía que dentro de ella había los rayos del sol cubierto con un vapor blanco y rosado, la arranqué de su templo, pero no a viva fuerza; cuando la vi, caí postrado a sus pies y le dije: ¿Quién eres?

Tu redención, me contestó Adina. Ven entonces conmigo, deja a tus dioses que yo soy un dios, sí, te seguiré, me dijo Adina pero ¡Ay de ti! Si tus labios impuros llegasen a manchar mi blanca vestidura”.

“La obedecí sumiso como un niño: ella eligió el lugar de su retiro, y me fijó los días que debía ir a escuchar su voz profética”.
“Yo ansiaba aquellos momentos, aunque sus vaticinios eran funestísimos, porque me decía:” “¡Infeliz! ¡Vuelve en ti! ¡Mira que vivirás mañana! ¡Yo hablo con los dioses! ¡Yo sé que te arrastrarás por la tierra como se arrastran los reptiles!... ¡Yo sé que vivirás muriendo… que tendrás hambre, que tendrás sed y no hallarás donde reclinar tu cabeza. Escúchame: yo amo tu alma, no tu cuerpo: monstruo execrable, yo sé que soy la encargada de purificar tu Espíritu porque yo escuché tu primer gemido, yo sorprendí la primera mirada inteligente que dirigiste en torno tuyo y pedí ser tu genio tutelar; pero ¡Ay! ¡Cuán lejos fueron tus iniquidades! Mas la luz podrá más que la sombra, mi amor te arrancará de los abismos y te llevará, sí, te llevará a las regiones luminosas. No profanes mi cuerpo, que soy de los dioses, ¡Ay de ti! Si tus labios impuros osaras acercarlos a mi frente. ¡Tiembla desgraciado! No emplees la violencia para conseguir mis caricias, que yo te acariciaré en otra vida… y la voz de aquella mujer me dominaba hasta el punto que delante de ella era dócil y tímido como un niño”.

“Un día fui a verla y me dijo: pronto dejarás la ierra, morirás como mueren todos los tiranos, asesinado por tus esclavos, piensa en mí y llámame cuando estés en la agonía, que yo seré el único Espíritu en la creación que rogará a los dioses por ti”.

“Déjame libre, no te opongas a mi paso, vuelvo a mi templo para pedir a los dioses que tengan misericordia de ti, y me ofreceré en sacrificio de tu iniquidad, nos veremos más tarde, porque yo tengo que seguir las huellas de tu vida, tú serás carne de mi carne, y hueso de mis huesos; yo besaré tu frente cuando estés purificado por el dolor”.

“Subyugado por aquella voz profética, caí de hinojos, extendí mis brazos hacia ella y lagrimas de arrepentimiento por primera vez, se desprendían de mis ojos”.

“Mi muerte fue como ella me predijo; un día estando en el baño mis esclavos me rodearon, me hirieron, y tuve que morir como ellos quisieron ahogado en mi propia sangre.”

“¡Cuánto tiempo estuve dentro de aquel baño! De mi  cadáver, ya no quedaba en la Tierra ni una partícula!... el fuego había calcinado mis huesos, las cenizas se las había llevado el huracán, hasta mi recuerdo se había borrado de la historia de los pueblos, y aún me creía yo estar dentro del baño viendo las feroces caras de mis esclavos y escuchando sus palabras que me decían; ¡Muere! Hora es ya que vuelvas al infierno de donde nunca debiste salir”.

“¡Cuánto tiempo resonaron aquellas palabras en mis oídos!... hasta que al fin oí una voz que me dijo ¡Infeliz! Dios tiene misericordia de ti, y como por encanto me vi solo, envuelto en una densa bruma”.

“Pasó tiempo, mucho tiempo… y volví a escuchar la misma voz que me dijo: volverás a la Tierra; yo iré contigo, yo saciaré tu hambre y calmaré tu sed; yo abrigaré tu cuerpo con los harapos que cubran el mío. Yo te amo con ese amor que nunca muere; contempla tu historia, y pide a Dios que te fortifique porque tienes que caer muchas veces en tu camino. Después me quedé en la sombra; sepulcral silencio y oscuridad profunda me ofrecieron horas de angustia y de reflexión; pensaba en Adina, la llamaba, pero ni el eco me respondía luego… como si estuviera ante una linterna mágica se fueron presentando ante mis ojos sobre un fondo luminoso todos los cuadros de mis horribles encarnaciones. ¡Cuán odioso me vi en todos ellos!, Únicamente cobré ánimo cuando me vi delante de la sacerdotisa Adina, de aquella mujer hermosísima a quien sin saber porqué no profané con mi aliento sino que humilde y reverente la adoré como se adora a un dios: aquel cuadro duró mucho más tiempo que los otros, y al desaparecer en lugar de hundirse a mis plantas como se habían hundido los demás, aquél se elevó sobre mi cabeza dejando tras de si reflejos luminosos, y entonces exclamé: ¡Quiero ir arriba!

“¡Trabaja y subirás! Me contestaron. Pero yo  entonces no me encontré con fuerzas para trabajar, sólo quise sufrir, quise ser menospreciado de todos, humillado, escarnecido, quise volver a la Tierra para ser juguete de los hombres y entré nuevamente en el mundo, tan pobre en todos sentidos, que ni entendimiento quise tener”.
“Yo era el pobre idiota que tú compadecías en tu juventud, yo era aquel que lloraba cuando me apedreaban los chicuelos y decía: ¡Quiero irme arriba! Porque en mi mente siempre veía la hermosísima figura de Adina que se perdía en la altura”.

“Yo ni comprendía entonces quién era, ni tampoco aunque hubiese dado giro a mis ideas, hubiese podido explicarme, porque apenas sabía hablar; no pronunciaba más que algunas frases, y hasta que me quedé ciego, no comprendí, mientras mi cuerpo reposaba, quien era mi madre, que coincidió mi descubrimiento con mi curación; por eso entonces cambié de carácter, porque aunque despierto yo no me había dado cuenta absolutamente de nada; cuando dormía mi Espíritu una noche se lanzó como de costumbre hacia arriba, porque todo mi afán era ver aquella figura luminosa, a la hermosísima Adina y una noche se me presentó un anciano y me dijo: Eres más feliz de lo que crees; la mujer de tus sueños, el Espíritu que trabaja en tu redención no está arriba, que los ángeles descienden a los abismos cuando tienen que salvar a un pecador”.

“Mira a la mujer que te sirve de madre; mira a la que ha querido compartir tus penas. La sacerdotisa que se inmoló por ti, volvió a la Tierra a seguir sus sacrificios en otro templo, en otro más grande que el anterior, en el templo inmenso del amor maternal. Contigo cruza la Tierra y no te abandonará, ella cerrará tus ojos y en menos tiempo que un segundo, vi junto a mí, a mi madre, no con su triste envoltura, sino radiante de belleza, y de imponente majestad, que inclinada sobre mi lecho sonreía amorosísimamente al pobre idiota de la Tierra”.

“Mis ojos tuvieron luz desde que la vi a ella. ¡Cuántos  misterios guardan vuestros mundos! Cuántos auxiliares tiene vuestra ciencia que desconocéis por completo”.

“¡Cuántos médicos creen que curan a sus enfermos y apenas toman parte en su curación!”. “¡Ella estaba conmigo. Ella, la sola mujer que yo respeté, el único ser que yo llegué a admirar,

¡Qué grande es el amor de los espíritus! ¡Ahora comprendo que Adina es mi ángel tutelar, y que el origen de su amor se pierde en la noche de los siglos”.

“¡Cuánto bien me hizo en la Tierra! En mi última encarnación ¡Cuánta ternura! ¡Cuántos sacrificios! ¡Cuánta abnegación! Ella, que por sus virtudes debía habitar en los mundos felices, quiso participar en todas las amarguras que tenían que rodear mi vida. Ese amor, ni yo tengo elevación para pintártelo ni definirlo, ni tú adelanto suficiente para comprenderlo. En la Tierra aún no adivinan ni se presienten esos efectos supremos, efluvios divinos del amor de Dios”.
“Pocos momentos antes de dejar ese mundo, recobré por completo la razón, comprendí cuanto había martirizado a mi madre, y sentí un dolor tan agudo en el corazón que aquella sensación no me dejó tener ni agonía, ni paz después de la turbación. Presencié mi entierro y vi la diferencia notabilísima que había de un tiempo a otro”.

“Cuando fui soberano de los pueblos, cuando mis dominios era tan extensos que no sabía el número de mis siervos, mis esclavos me asesinaron, me ahogaron en mi propia sangre, quemaron mi cadáver, arrojaron mis cenizas al viento y las multitudes ebrias de alegría organizaron fiestas para celebrar mi muerte, y cuando murió el pobre idiota, el infeliz mendigo, aquel ser que en medio de su imbecilidad lloraba amargamente si veía que maltrataban a un niño, o pegaban a un perro, o le daban latigazos a un caballo; cuando murió aquel pordiosero, que no hizo ningún bien, pero que siempre le horrorizó el mal, una madre amorosísima, un Espíritu de luz recibió mi último suspiro y fue acompañado mi cadáver hacia la mansión de los muertos, y durante dos años, rezó por el descanso de mi alma con la fe del creyente y más de una vez fue al cementerio a llorar en la fosa de su hijo, y cuando algunas almas compasivas le hablaban a mi madre de su pobre Isidoro, solían decirle: No rece Vd. por él, si era un inocente, ¡Pobrecillo! Él sí que se fue del mundo sin pecar”.

“¡Qué diferencia de la muerte del tirano y la muerte del mendigo! Cuando desapareció el primero, hasta la tierra se alegró: cuando se fue el segundo, si algunos le consagraron un recuerdo, fue para decir ¡Pobrecillo! Él sí que no pecó. Y ella ¡Adina! Aquel alma sublime lloró por el hijo de su corazón!”.

“¡Amor de los espíritus! ¡Amor inmenso! ¡Amor supremo! ¡Amor que salva! ¡Amor que regenera! ¡Amor que nos engrandece! ¡Amor que nos eleva desde los abismos de la barbarie a las alturas del progreso!”.

“Yo presentía ese amor en medio de mi idiotismo; por eso exclamaba siempre que me atormentaban: ¡Quiero irme arriba! Porque en la altura yo veía la luz”.

“Y tú, tú que evocando mi recuerdo me has permitido comunicarme contigo, tú que también has dicho en tus horas de alucinación: ¡Quiero irme arriba! No olvides Amalia que arriba no se puede ir, sino después de haber amado mucho, de haber sufrido mucho; tú ya has sufrido, pero aún no has amado como se debe amar para ver la luz, yo tampoco puedo verla todavía, pero la veré porque me ama tanto el Espíritu que me sirvió de madre en mi última encarnación, que su amor obrará en mí prodigios”.

“Si vuestros libros sagrados dicen que la fe transporta las montañas, yo te digo, Amalia, que el amor de los espíritus transporta los mundos”. “En agradecimiento a tu condescendencia en recibir mi inspiración, me despido de ti dándote un consejo: trabaja y ama; el trabajo le dará energía a tu Espíritu, el amor engrandecerá tus sentimientos”.
Adiós buen Espíritu; mucho nos has complacido con tu comunicación, porque presta a profundas consideraciones, también como tú deseamos ir arriba, también decimos como el poeta: Sube alma mía, que arriba tendrás sombra, fuiste arriba, pero también comprendemos que las almas no suben por la escala de Jacob, sino amando el sacrificio, santificando el trabajo, difundiendo la luz de la verdad, sólo entonces llegarán a la cima donde el patriarca vio en sus sueños a Dios.

Voluntad tenemos, queremos ir arriba, queremos ser sabios, grandes y buenos, queremos dejar la Tierra y habitar en mundos mejores, queremos vivir entre torrentes de luz, contemplando horizontes de vivos colores, aspirando el embriagador perfume de flores que nuca se marchitan, queremos ser amados y amar como aman los espíritus para que nuestra alma realice sus sueños, para que después de luengos siglos podamos en alas del progreso ¡Ir arriba!

sábado, 29 de enero de 2011

CAPÍTULO NUEVE DE EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS












9. INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN EL MUNDO CORPORAL.


AUTOR: ALLAN KARDEC
DE: EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
Versión castellana: Giuseppe Isgró C.


Penetración de nuestro pensamiento – Influencia oculta sobre nuestro Pensamientos y sobre nuestras Acciones – Afectos de los Espíritus por los encarnados –Espíritus protectores o Guías – Espíritus simpáticos Espíritus familiares – Presentimientos. Influencias de los Espíritus sobre los acontecimientos de la vida – Acción de los Espíritus sobre los fenómenos de la naturaleza –Los Espíritus en las batallas –Pactos de maleficio – Poder oculto, Talismanes- Bendiciones y Maldiciones.


PENETRACIÓN EN NUESTRO PENSAMIENTO:

1. -¿Los Espíritus ven todo lo que hacemos?
-“Podrían; ya qué se encuentran siempre a nuestro lado; pero cada uno de ellos ve solamente aquellas cosas a las cuales presta atención; de las otras, que les son indiferentes, no se ocupan”-.
2. -¿Pueden los Espíritus conocer nuestros pensamientos?
-“Aún aquellos que vosotros quisierais esconderos a vosotros mismos. Es imposible esconder alguna cosa a los Espíritus”-.
-¿Es más fácil, por lo tanto, esconder una cosa a una persona mientras viva, que escondérsela después de su desencarnación?
-“Ciertamente, ya qué cuando vosotros creéis de no ser vistos, sois frecuentemente circundados por una cantidad de Espíritus, que os observan”-.
3. –“Qué piensan de nosotros los Espíritus que nos circundan y observan?
-“Los Espíritus ligeros gozan en daros pequeños fastidios, y se ríen de vuestras impaciencias; los Espíritus serios se conduelen de vuestras peripecias, y buscan de ayudaros”-.

INFLUENCIA OCULTA SOBRE NUESTROS PENSAMIENTOS Y SOBRE NUESTRAS ACCIONES.

4. -¿Los Espíritus influyen sobre nuestros pensamientos y sobre nuestras acciones?
-“Mucho más de cuanto vosotros podáis pensar, por cuanto, frecuentemente, son ellos quienes os dirigen”-.
5. Esto admitido, -¿tenemos, nosotros, por lo tanto, pensamientos propios y otros que nos son sugeridos?
-“Vuestro Espíritu piensa. Pero, vosotros sabéis que frecuentemente alrededor del mismo argumento os vienen a la mente más ideas, y algunas veces contrastantes: esto ocurre por cuanto entre los pensamientos que os pasan por la mente los hay que son vuestros, mientras que otros son nuestros, lo que os pone en la incertidumbre, por cuanto concebís dos ideas opuestas”-.
6. ¿Cómo distinguir los pensamientos que nos son propios de aquellos que nos son sugeridos?
-“El pensamiento sugerido parece casi una voz, que os habla; vuestros, propiamente, son los pensamientos del primer impulso. Del resto no sirve de nada que os afanéis para distinguirlos; más bien, es mejor que no lo hagáis, ya qué en tal modo podéis actuar más libremente, y si os decidid por el bien, tendréis mayor mérito; si, en cambio, por el mal, aumentaréis vuestra responsabilidad”-.
7. Los seres humanos de ingenio, y aquellos que se denominan genios, -¿obtienen sus ideas de la propia mente?
-“Algunas veces sí; pero, frecuentemente, ellas les son sugeridas por otros Espíritus, que los juzgan capaces de entenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando ellos no las encuentran en sí mismos, atienden la inspiración, la cual no es otra cosa que una invocación, que realizan sin tener conciencia de ello”-.
Si hubiese sido útil distinguir claramente nuestros pensamientos de aquellos que nos son sugeridos, Dios nos habría dado el medio, al igual que nos da el de distinguir el día de la noche. Cuando una cosa queda incierta, es signo de que debe ser así por nuestro bien.
8. ¿Se dice, comúnmente, que el primer impulso es siempre bueno. ¿Es verdad?
-“Puede ser bueno o malo según la naturaleza del Espíritu encarnado. Es siempre bueno en quien escucha las buenas inspiraciones”-.
9. ¿Cómo se puede distinguir si un pensamiento sugerido proviene de un Espíritu bueno o no?
-“Estudiadlo: los buenos Espíritus aconsejan solamente el bien; os toca a vosotros distinguirlo”-.
10. ¿Por qué nos empujan al mal los Espíritus imperfectos?
-“Para haceros sufrir al igual que ellos”-.
-¿Mejora su condición con ello?
-“No: lo hacen por envidia de ver a otros más felices que ellos”-.
-¿Qué clase de sufrimientos quieren producir en otros?
-“Aquellos que resultan de un estado moral imperfecto y de encontrarse desconectados del Ser Universal”-.
11. ¿Por qué permite el Ser Universal que los Espíritus imperfectos nos induzcan al mal?
-“Los Espíritus imperfectos son los instrumentos destinados a probar la fe y la constancia en el bien de los seres humanos. Vosotros, por cuanto Espíritus, debéis progresar en la ciencia del infinito, y pasar a través de las pruebas del mal para alcanzar el bien. Nuestra misión es la de ayudaros a seguir por la recta vía. Las malas influencias actúan sobre vosotros cuando las llamáis con deseos negativos, por cuanto los Espíritus inferiores vienen para ayudaros en el mal, cuando deseáis cometerlo. Ellos no pueden seduciros en contra de vuestra voluntad. Quien estuviese inclinado al homicidio encontraría una multitud de Espíritus que fomentarían en él este pensamiento; sin embargo, también tendría la asistencia de otros que buscarían de disuadirlo con exhortaciones al bien: esto establece el equilibrio y os deja libre en la elección”-.
De este modo el Ser Universal deja a nuestra conciencia la elección de la vía que debemos seguir y la libertad de de ceder a una u otra influencia que se ejerce sobre nosotros.
12. ¿Podemos librarnos de la influencia de los Espíritus que tratan de inducirnos al mal?
-“Ciertamente, por cuanto se atacan solamente a quienes que les invitan con el deseo, o les atraen con el pensamiento”-.
13. Los Espíritus, cuya influencia negativa nosotros rechazamos con la fuerza de la voluntad, renuncian a sus tentativos?
-“¿Y qué queréis que hagan? Cuando no logran su objetivo, abandonan; empero, siempre están pendientes, al igual que lo hace el gato con el ratón”-.
14. ¡De qué manera se puede neutralizar la influencia de los Espíritus imperfectos?
-“Haciendo el bien y reponiendo toda vuestra confianza en el Ser Universal, vosotros rechazaréis la influencia de los Espíritus inferiores, y neutralizaréis el dominio que ellos quisieran ejercer sobre vosotros. Guardaos de escuchar las sugestiones de los Espíritus que suscitan pensamientos negativos, siembran la discordia entre vosotros, excitando cada mala pasión; desconfiad, en especial modo, de quienes soplan en vuestro orgullo, por cuanto ellos os golpearan en vuestro punto menos fuerte. Es por esto que Jesús expresaba: Ser Universal, no nos dejes inducir en tentación; líbranos del mal”-.
15. Los Espíritus que buscan de inducirnos al mal, poniendo de esta manera a prueba nuestra firmeza en el bien hacer, obedecen, así a una misión que le fuera encomendada? Y, si esa es una misión, -¿tienen por ello responsabilidad?
-“Ningún Espíritu tiene por misión hacer el mal: quien lo comete lo hace por propia voluntad, asumiendo las respectivas consecuencias. El Ser Universal deja hacer para poneros en prueba, pero lo lo ordena: toca a vosotros rechazarlo”-.
16. Cuando experimentamos un sentimiento de inquietud, de ansiedad inexplicable, o de interna satisfacción, sin conocer el motivo, -¿eso tiene su origen en una disposición física?
-“Casi siempre es el resultado de comunicaciones que se tienen, inconscientemente, con los Espíritus, o que tuvisteis con ellos durante el sueño”-.
17. Los Espíritus que buscan de inducir al mal, -¿aprovechan las circunstancias en que la gente se encuentra, o pueden crearlas a voluntad?
-“Aprovechan las circunstancias, pero, muchas veces las provocan empujándoos, sin vosotros saberlo, hacia el objeto que deseáis. De esta manera, por ejemplo, una persona encuentra en su camino una suma de dinero: no creáis ya que sean los Espíritus que le condujeron en aquel lugar; empero, los imperfectos pueden inducir al sujeto a dirigirse a aquel lugar y sugerirle la idea de adueñarse del dinero, mientras los buenos le sugieren la de restituirlo a quien pertenezca. Lo mismo ocurre en todas las demás tentaciones”-,

OBSESIONADOS

18. ¿Puede un Espíritu revestir momentáneamente la envoltura de una persona viva, es decir, introducirse en su cuerpo, y actuar en lugar del que se encuentra encarnado?
-“Un Espíritu no entra en un cuerpo, como uno de vosotros en una casa; se puede asimilar con un Espíritu encarnado, que tiene sus mismos defectos y sus mismas cualidades, para actuar en armonía; pero es siempre el Espíritu encarnado que actúa como quiere sobre la materia de la que encuentra revestido. Ningún Espíritu puede sustituir al que se encuentra encarnado, por cuanto en el ser humano Espíritu y cuerpo están indisolublemente unidos hasta el término de la existencia material”-.
19. Entonces, si no existe posesión propiamente dicha, es decir, cohabitación de dos Espíritus en el mismo cuerpo, puede un Espíritu encontrarse en dependencia de otro de manera de ser sojuzgado u obsesionado al punto que su voluntad sea más o menos inhibida?
-“Sí, este es el verdadero caso de obsesión. Empero, sabed que esta dominación jamás puede subsistir sin la participación de quien experimenta, bien sea por debilidad o por consenso. Sin embargo, muchas veces se toman por poseídos epilépticos o personas enloquecidas, quienes precisaban más un médico que de exorcismo”-.
El término obsesión, en su acepción normal, presupone la existencia de Espíritus imperfectos, es decir, una categoría de seres de naturaleza perversa, y la cohabitación de uno de estos con un Espíritu encarnado en el mismo cuerpo. Ahora, por cuanto no existen demonios propiamente dichos, y dos Espíritus no pueden habitar contemporáneamente en el mismo cuerpo, no existen poseídos, según el significado atribuido a este vocablo. La palabra obsesión se entiende como dependencia absoluta, en la cual el ser puede encontrarse, de parte de Espíritus imperfectos, quele dominan”-.
20. ¿Es posible alejar de sí a los Espíritus malvados, y liberarse de su dominio?
-“Puede siempre, cada quien, desempeñar un rol, quien tiene la firme intención de hacerlo”-.
21. ¿Puede suceder que la fascinación ejercitada por un Espíritu imperfecto sea de tal grado que la persona subyugada no lo perciba? Entonces, ¿puede un tercero hacer cesar este dominio ejercitado y en tal caso como se procede?
-“Si este tercero es una persona de bien, su voluntad puede ayudar, solicitando sobre el caso la asistencia de los buenos Espíritus, por cuanto cuando se trata de un ser virtuoso, tiene mayor ascendencia sobre los Espíritus imperfectos para alejarlos, y sobre los buenos para atraerlos; pero sería vano todo esfuerzo si el subyugado no lo consiente y deja de cooperar. Hay quienes se complacen de una dependencia que estimula los gustos y los deseos. En cada caso, quien no tiene un pensamiento puro experimenta en ese mismo grado la respectiva impotencia: los Espíritus buenos le desprecian y los imperfectos no le temen”-.
22. ¿Las fórmulas de exorcismo tienen alguna eficacia sobre los Espíritus imperfectos?
-“No: cuando estos Espíritus ven que se recurre a tales medios, se ríen, haciendo cosas peores”-.
23. ¿Existen personas animadas de buenos pensamientos y no obstante se encuentran poseídas? ¿Cuál es el mejor medio de librarse de los Espíritus dominadores?
-“Agotando la obstinación, no haciendo caso de sus sugestiones; persuadidles de que pierden el tiempo. Cuando observan de que es un esfuerzo perdido, se van”-.
24. ¿La oración es un medio eficaz en contra de la obsesión?
La oración siempre es una ayuda potentísima; pero tomad en cuenta de que no es suficiente pronunciar palabras. El Ser Universal asiste a quienes actúan y no a quienes se limitan a preguntar. Es, por lo tanto, necesario que el obsesionado haga de su parte todo cuanto dependa de él para erradicar de sí la causa que atrae a los Espíritus imperfectos”-.
25. ¿Qué se debe pensar del ahuyentamiento de los demonios del que habla el Nuevo Testamento?
-“Es preciso distinguir en cual acepción se utiliza la palabra demonio. Si se denomina demonio un Espíritu imperfecto, que subyuga a un encarnado, cuando se elimine la influencia, él será alejado de verdad. Si atribuís una ausencia de salud al demonio, reestablecida la salud, podréis decir que le habéis alejado. Una cosa resulta cierta o falsa según el sentido que se le dé a las palabras. Las más grandes verdades pueden parecer absurdas, si se observa únicamente la forma, o se toma la alegoría por la realidad. Entendedlo bien, y fijadlo en la mente, por cuanto esta es una regla que se precisa frecuentemente aplicar”-.

CONVULSIONARIOS

26. -¿Los Espíritus participan en los fenómenos que se producen en los individuos denominados convulsionarios?
-“Sí, mucha, al igual que, también, el magnetismo, que es la primera causa. Pero, personas pocos escrupulosas, para explotarlas, frecuentemente los han exagerado, y de esta manera, ridiculizados”-.
-¿De cuál naturaleza son, generalmente, los Espíritus, que contribuyen a esta especie de fenómenos?
-“Pocos elevados. Creéis vosotros que Espíritus elevados se ocuparían de esto?”
27. -¿Cómo es que el estado anormal de las convulsiones y las crisis de este genero pueden desenvolverse, de repente, en una entera población?
Por efecto de simpático: en determinados casos, las disposiciones morales se comunican con extrema facilidad. Conocéis en grado suficiente los efectos magnéticos para comprender este particular, así como la parte que ciertos Espíritus toman por simpatía”.
Entre las singulares facultades que se observan en los convulsionarios, es fácil notar varias, de las cuales el sonambulismo y el magnetismo ofrecen numerosos ejemplos, como la insensibilidad física, la penetración del pensamiento, la transmisión simpática de los dolores, y otros similares. Por lo cual, no se puede dudar que aquellos seres no se encuentran, en estado de vigilia, en una especie de sonambulismo provocado por influencia recíproca. Son, al mismo tiempo, magnetizadores y magnetizados, sin saberlo.
28. -¿Cuál es la causa de la insensibilidad física que se observa en ciertos convulsionarios y en otros individuos sometidos a las más atroces torturas?
-“En algunos es exclusivamente la fuerza magnética, que actúa en el sistema nervioso de la misma manera que ciertas sustancias; en otros, la exaltación del pensamiento, la cual aturde la sensibilidad de tal manera que la vida parece que fue retirada del cuerpo para trasladarse en el Espíritu. -¿No sabéis, acaso, que cuando el Espíritu está centrado en una cosa con intensidad, el cuerpo no oye, no ve y no siente nada?
La exaltación fanática y el entusiasmo ofrecen, frecuentemente, en los suplicios, el ejemplo de una tranquilidad e intrepidez, que no podrían triunfar de un dolor agudo, si no se admitiese que la sensibilidad es inhibida por una especie de efecto anestésico. Es notorio que, en el ardor de las batallas, alguno, frecuentemente, no se percata de una grave herida, mientras que, en condiciones normales, experimentaría dolor.
Por cuanto estos fenómenos dependen de una causa física y de la acción de ciertos Espíritus, se podría anteponer la pregunta sobre cómo ha sido posible que los magistrados públicos hayan logrado, en algunos casos, a hacerlos cesar. La respuesta es muy simple. La acción de los Espíritus no es sino secundaria: ellos aprovechan, únicamente, de una disposición natural. Ahora, los magistrados no han suprimido esta disposición, sino la causa, que la mantenía, y la exaltaba, por lo cual, de activa que era la convirtieron en latente. Si no hubiese sido así, su intervención habría fallado, al igual que lo hace, cada vez, que la acción de los Espíritus es directa y espontánea.
AFECTOS DE LOS ESPÍRITUS
POR DETERMINADAS PERSONAS

29. -¿Los Espíritus aman algunas personas encarnadas con preferencia de otras?
-“Los Espíritus buenos tienen simpatía por las personas virtuosas, o que van mejorando; los Espíritus inferiores por los seres viciosos, o que tienen tendencia a tales efectos. Esta es la causa del afecto, dado por la semejanza de los sentimientos”-.
30. -¿El afecto de los Espíritus por las personas encarnadas es puramente moral?
-“El afecto verdadero no puede ser diverso; empero, cuando un Espíritu se liga a una persona no siempre es por afecto, sino que interviene un remanente de pasiones humanas”-.
31. -¿Los Espíritus toman parte en nuestras desventuras y en nuestra prosperidad? -¿Quiénes nos aman, se afligen de nuestros males?
-“Los buenos hacen todo el bien que les es posible, y se alegran de vuestro bienestar. Se afligen de vuestros males, cuando no los soportad con resignación, resultando sus esfuerzos por ayudaros infructuosos, por cuanto vosotros hacéis como el que rechaza la bebida amarga que habrá de curarle”.-
32. De los males humanos, -¿de cuales se afligen más los Espíritus, de los físicos o de los morales?
-“De vuestro egoísmo y dureza de sentimientos, que constituyen la causa de todos los demás. No se ocupan de todos aquellos males imaginarios, que nacen del orgullo y de la ambición; pero si lo hacen de todo aquello que tiene por efecto abreviar vuestro tiempo de prueba”.-
Los buenos Espíritus, por cuanto saben como la vida corpórea es transitoria, y las tribulaciones que las acompañan son medios para alcanzar un estado mejor, se afligen por nosotros más de las causas morales, que distancian de la meta, que de los males físicos que son pasajeros. De las adversidades que perjudican, únicamente, nuestras ideas mundanas, ellos se ocupan al igual que nosotros lo hacemos con las aflicciones pueriles de los niños”-.
Ellos, que en las aflicciones de la vida ven un medio para el propio avance, las consideran como las crisis momentáneas que debe salvar a la persona que anhela curarse. Se interesan en nuestras adversidades al igual que nosotros lo hacemos con las de una persona amiga. Empero, juzgando las cosas mejor que nosotros, las aprecian de manera más precisa. De esta manera, mientras ellos nos exhortan hacia un buen porvenir, nos Espíritus inferiores lo hacen en sentido contrario.
33. -Nuestros parientes y amigos, que nos precedieron en la dimensión espiritual, -¿tienen por nosotros más simpatía que los Espíritus que nos son extraños?
-“Ciertamente, con frecuencia os protegen con todas sus fuerzas”-.
-¿Son sensibles al afecto que experimentamos por ellos?
-“Sensibilísimos; olvidan, únicamente, a quienes lo hacen con ellos”-.
ESPÍRITUS PROTECTORES O GUÍAS.
ESPÍRITUS AFINES, ESPÍRITUS FAMILIARES.

34. -¿Existen Espíritus que protegen a una persona encarnada, en particular?
-“Sí; cada encarnado tiene un hermano espiritual, es decir, aquel que vosotros, frecuentemente, denomináis vuestro buen Espíritu o vuestro buen Genio”-.
35. -¿Qué se debe entender por Espíritu protector?
-“Es un Espíritu de orden elevado asignado en función protectora”.
36. -¿Cuál es la misión del Espíritu protector?
-“La de un Padre hacia sus propios hijos: guiar su protegido en la buena vía y ayudarle con consejos; consolarlos en las aflicciones, y alentar su coraje en las pruebas de la vida”.
37. -¿El Espíritu protector vigila a su protegido desde el nacimiento?
-“Desde el nacimiento hasta la desencarnación”. Frecuentemente, después, le sigue, también, en la dimensión espiritual, y, muchas veces, en diversas existencias, dado que, por la relación existente en la vida del Espíritu, cada una constituye una breve fase”,
38. –La misión del Espíritu protector, -¿es voluntaria u obligada?
-“Es obligada, desde el momento en que el Espíritu aceptó, voluntariamente, aquella tarea; pero, está en su facultad elegir como protegido el ser que le sea más simpático. Para unos, constituye un placer; para otros, una misión o un deber”.
-Dedicándose a un encarnado, -¿el Espíritu renuncia a proteger a otros?
-“No; pero, lo hace menos exclusivamente”.
39. -¿El Espíritu protector está unido, fatalmente, al ser a quien protege?
-“Puede ocurrir que él deba dejar su lugar para cumplir otros encargos, en cuyo caso es sustituido”.
40. -¿Ocurre, alguna vez, que el Espíritu protector abandone a su protegido, cuando éste es rebelde a sus consejos”
-“Se aleja, cuando ve que su acción protectora no conduce a nada, es decir, cuando la persona encarnada prefiere seguir la influencia de los Espíritus inferiores: pero, no le abandona, y se hace siempre sentir, aún cuando habla con alguien que se reusa oír. Empero, en cuanto es llamado, vuelve a asistirle. La doctrina de los Espíritus protectores debería convertir, también, a los más incrédulos, por el encanto de su dulzura. En verdad, -¿cuál idea puede ser más consoladora de la que sostiene que, cada uno de nosotros, tiene siempre en su defensa un ser que le es superior, dispuesto, siempre, a socorrerle, a aconsejarle, a sostenerle, a ayudarle a subir la áspera montaña del bien, amigo más sincero y más devoto de los más íntimos que se puedan desear sobre esta tierra? Aquel ser os sigue por orden de Dios, que bajo su cuidado os colocó, y, y con amor, cumple, cerca de vosotros, una hermosa, pero, exigente misión. Sí, en cualquier parte en que os encontráis, él estará con vosotros. Nada podrá separaros de aquel ser amigo, que no podéis ver, pero que, vuestro Espíritu siente sus suaves impulsos y entiende los prudentes consejos. -¿Por qué no os fundáis mejor sobre esta excelente verdad? ¡Oh, cuantas veces os reafirmaría en los momentos de crisis! ¡Cuantas veces os salvaría de la influencia de los Espíritus inferiores! Con frecuencia, en cambio, a vuestro regreso en la dimensión espiritual, aquel Espíritu protector deberá deciros: -”Yo te aconsejé, pero tú no me prestaste atención; yo te enseñé a donde te conducía el camino, y tú quisiste seguirlo; yo te hice sentir en la conciencia la voz de la verdad, pero tú seguiste los consejos opuestos. Interrogad vuestros Guías, estrechad con ellos aquella segura intimidad que reina entre los mejores amigos. No busquéis de ocultarles cosa alguna, por cuanto tienen el ojo de Dios; no podréis engañarle. Pensad al porvenir; procurad de ascender siempre más en alto en este ciclo de vida; vuestras pruebas serán más breves; más felices vuestras existencias. Coraje, por lo tanto, hijos del hombre. ¡Arrojad lejos de vosotros los prejuicios y las viejas vestiduras; entrad en la nueva vía, que se os abre delante! ¡Caminad! ¡Proceded! Tened amorosos guías, seguidles: la meta no os puede faltar, por cuanto ella consiste en el mismo Creador Universal. –A quien creyese imposible que los Espíritus elevados se sometan a una tarea tan laboriosa y obligante, diremos que nosotros guiamos vuestros Espíritus, aunque nos encontremos millones de millas distantes de vosotros. Para nosotros el espacio es nada, por lo cual, si bien vivimos en otro mundo, nuestros Espíritus conservan la sintonía con el vuestro. Nosotros poseemos facultades que vosotros no podéis comprender, aún; empero, tened la certeza de que Dios, a nosotros, no nos impone encargo superior a nuestras fuerzas y no os abandonó, solos, sobre la tierra, sin amigos y sin sustento. Cada Espíritu protector tiene su protegido, sobre el cual vigila como un padre sobre su hijo, contento cuando le ve sobre la buena vía, insatisfecho cuando sus consejos resultan inútiles. No temáis cansarnos con vuestras preguntas; al contrario, manteneos en constante relación con nosotros: seréis más fuertes y más felices. Son, por lo tanto, estas comunicaciones de cada ser con su Espíritu protector que hacen de todos los seres humanos tantos médiums ignorados hasta hoy, pero, se manifestarán más tarde, y se expandirán como un océano sin límites para expulsar lejos de la tierra la incredulidad y la ignorancia. Seres humanos instruidos, instruid; seres humanos de ingenio, elevad vuestros hermanos. Haciéndolo de esta manera, cumpliréis la obra que Dios os asigna. Él os ha dado el ingenio y la ciencia, para que compartáis su fruto con vuestros congéneres, para que les ayudéis a progresar en la vía del bien y de la eterna felicidad”-.
Luís - Agustín de Hipona.

La gran y sublime doctrina de los Espíritus protectores, que vigilan sobre sus protegidos, no obstante la distancia que separa los globos, no contradice en modo alguno la razón. -¿No vemos, nosotros, sobre la tierra, a un padre vigilar sobre el hijo, aunque se encuentre lejos, y ayudarlo con sus consejos por correspondencia? -¿Cuál contradicción podría haber en que los Espíritus puedan guiar a los encarnados, que ellos asuman de hacerlo, desde un mundo a otro, ya que la distancia, que separa los mundos, para ellos es menor que la que, en la tierra, separa los continentes? ¿No disponen del fluido universal, que comunica, en conjunto, todos los mundos, haciendo un todo armónico, fluido que constituye un inmenso vehículo en la comunicación de contenidos mentales, como el aire es para vosotros en la trasmisión del sonido?

41. -El Espíritu protector que se aleja de su protegido, al dejarle de beneficiarle, -¿podría perjudicarle?
-“Los Espíritus buenos jamás ocasionan mal alguno a nadie; empero, lo dejan hacer a quienes se le interrelacionan. Entonces, vosotros acusáis al destino de las adversidades que afrontáis, mientras que la responsabilidad es toda vuestra”-.
42. -¿Puede el Espíritu protector dejar a su protegido a merced de uno que desea perjudicarle?
.”Los Espíritus inferiores realizan sus esfuerzos para contrarrestar la acción de los buenos; empero, mientras la persona asistida quiera, el protector vencerá. El Espíritu bueno, mientras tanto, encontrando en otra parte a alguien que precise cooperación, le ayudará, hasta que, oportunamente, se ocupe, nuevamente, de su protegido”-.
43. –Cuando el Espíritu protector deja extraviar a su protegido, -lo hace por su impotencia para luchar en contra de los Espíritus inferiores?
-“No se trata, ya, de que no pueda, sino porque ya no quiere: su protegido sale de las pruebas mejorado y más experto; en ellas él le asiste con sus inspiraciones, sugiriéndole buenos pensamientos, los cuales, lamentablemente, no siempre sigue. Recordad que la fuerza de los Espíritus inferiores se encuentra, únicamente, en la debilidad, en la indiferencia y en el orgullo del ser humano: si encuentran alguna resistencia en vosotros, quedan neutralizados”-.
44. -¿El Espíritu protector es constantemente con su protegido? -¿No se dan casos, en los cuales, sin abandonarlo, le pierda de vista?
-“Existen casos en los cuales la asistencia del Espíritu Protector no es necesaria a su protegido”-.
45. -¿Llega el momento en el cual el Espíritu no precise más de Guía?
-“Sí, cuando ha llegado al grado de poder regirse por sí mismo, al igual que llega el momento en el cual el alumno no requiere más de maestro; empero, esto no ocurre en vuestro planeta, aún”-.
46. -¿Por qué pasa inadvertida la acción de los Espíritus en nuestra existencia? Es decir, -¿Por qué su protección no es visible?
-“En ese caso, vosotros dependeríais en grado excesivo de su asistencia, inhibiendo, esta circunstancia, vuestra autonomía; dejando, al mismo tiempo, de estimular el progreso individual de cada quien. A esta finalidad, es precisa la experiencia, la cual, la persona encarnada, debe adquirirla por cuenta propia. Cada individuo debe ejercitar sus fuerzas, única manera en que podrá ser capaz de caminar por sí mismo, superando la etapa infantil. La acción de los Espíritus que os aman, es siempre realizada de manera tal que podáis ejercer vuestro propio libre albedrío. Si vosotros no fueseis responsables de vuestras acciones, dejaríais de progresar en la vía que ha de conduciros al Creador Universal. El ser humano, no viendo el apoyo espiritual que se le aporta, hace uso de sus propias fuerzas: su Guía, empero, le vigila, y le va inspirando la toma de precauciones esenciales, haciéndole percibir los peligros inherentes, en cada caso”-.
47. -El Espíritu protector que logra conducir a su protegido sobre la justa vía, -¿obtiene algún beneficio para sí?
-“El mérito del bien realizado, como usufructo, tanto para su avance evolutivo como para su propia felicidad. Se encuentra contento si ve que sus cuidados lograron su objetivo, al igual que un preceptor disfruta del buen éxito alcanzado por su discípulo”-.
-En caso de que no se haya alcanzado el resultado apetecido, -¿debe responder de ello?
-“No, por cuanto ha hecho cuento le era posible”-.
48. –El Espíritu protector que ve a su protegido seguir por una senda inadecuada a su progreso, no obstante sus sugerencias inspirativas, -experimenta algún tipo de sentimiento que afecte su felicidad?
-“Se entristece por los errores de su protegido, y lo lamenta. Pero, este estado es incomparable con las inquietudes paternales, en la dimensión física, por cuanto el Espíritu protector sabe que la situación tiene solución, y que, lo que se ha dejado de hacer hoy, se hará mañana”-.
49. -¿Podemos, nosotros, saber el nombre de nuestro Espíritu protector?
-“¿Cómo queréis conocer nombres que no existen para vosotros? -¿Creéis, vosotros, que entre los Espíritus solamente pueden existir aquellos que conocéis?
-Y, entonces, -¿cómo invocarlo?
-“Dadle el nombre que queráis; aquel (si así os agrada) de un Espíritu superior, por el cual tenéis simpatía y veneración: vuestro Guía vendrá a la llamada, por cuanto todos los Espíritus buenos son hermanos, y se asisten recíprocamente”-.
50. Los Espíritus protectores, que toman nombres conocidos, -¿fueron, siempre, en la dimensión física, las personas que los llevaron?
-“No; sino Espíritus a ellos afines, que, frecuentemente, son enviados por ellos. Si ven que, propiamente, no podéis hacer a menos de su nombre, asumen uno que os inspira confianza. Cuando vosotros, en la dimensión física, no podéis cumplir un acto, personalmente, enviáis a un apoderado de confianza que actúa en vuestro propio nombre”-.
51. -¿Cuándo hayamos regresado a la dimensión espiritual, reconoceros a nuestro Espíritu protector?
-“Sí, y lo más factible es que ya le conocíais antes de encarnaros”-.
52. -¿Los Guías pertenecen todos a la clase de los Espíritus superiores? -¿Los hay, también, entre los inferiores? Un padre, por ejemplo, -¿puede convertirse en el Espíritu protector de un hijo suyo?
-“La protección precisa, en el protector, determinado grado de elevación, de poder y de virtud superior al que posee el protegido. El padre, que protege a un hijo suyo, puede ser asistido, a su vez, por un Espíritu más elevado”-.
53. –Los Espíritus virtuosos que han dejado la dimensión física, -¿pueden, siempre, proteger a sus seres queridos, que, aún, permanecen en ella?
-“Su poder es más o menos limitado, y no siempre la condición en la cual se encuentran le dejan en plena libertad de actuar”-.
54. -Los seres humanos que se encuentran en condiciones primitivas de vida, o en estado de inferioridad moral, -¿tienen, también ellos, sus propios Espíritus protectores? Si esto fuese así, estos Guías -¿son de orden elevado al igual que los más adelantados?
-“Cada ser tiene un Espíritu que vigila sobre él; empero, las misiones son relativas al respectivo propósito. -A un niño que empieza a leer, -¿le asignáis, acaso, a un profesor de filosofía? El grado del Espíritu protector es equivalente al del protegido. Al mismo tiempo que cada uno de vosotros tenéis un Espíritu superior a vosotros, el cual os asiste, cada uno de vosotros, puede, a su vez, proteger a un Espíritu que le sea inferior, y los progresos que con su ayuda ha logrado realizar el protegido, contribuyen a incrementar el vuestro. El Creador Universal no exige al Espíritu más que lo que permiten su naturaleza y el grado evolutivo al cual ha llegado”-.
55. -¿Cuándo el Espíritu de un padre que asiste a un hijo suyo, reencarna, continúa protegiéndole?
-“Le resulta menos fácil; empero, él solicita, en un momento en que se encuentra emancipado, a un Espíritu afín, de ayudarle en su misión. Por otra parte, los Espíritus asumen, únicamente, misiones que pueden cumplir hasta el final. Los Espíritus encarnados, especialmente en los mundos en los cuales la vida se encuentra altamente materializada, se encuentran muy ligados al cuerpo, para que puedan cumplir el objetivo de asistir a otros personalmente: por esta razón los Espíritus protectores poco elevados son, ellos mismos, asistidos por otros Espíritus, que mayor nivel evolutivo. Por lo tanto, si los primeros vienen a menos en su cometido, son suplidos por los segundos”-.
56. Como el Espíritu protector que lo guía al bien, -¿tiene, quizá, cada ser encarnado, también, un Espíritu inferior o maléfico, que le empuja al mal, y le proporciona las ocasiones de elegir entre una cosa u otra?
-“No. Los Espíritus inferiores cuando se le presenta la ocasión, intentan, siempre, de alejar a los seres humanos de la recta vía; pero, cuando uno de ellos se acerca a un encarnado lo hace por su propia voluntad, por cuanto espera de ser escuchado: entonces ocurre el accionar entre el Espíritu superior con el inferior, ganando, entre los dos, aquel a quién la persona objeto de la influencia, concede el dominio sobre sí”-.
57. -¿Podemos, los seres humanos, tener, al mismo tiempo, varios Espíritus protectores?
-“Más Espíritus protectores no, pero sí varios Espíritus afines de mayor o menor elevación, que os tienen afecto, y por lo tanto, os brindan asistencia”-.
58. –¿Los Espíritus afines actúan por misión asignada?
-“En alguna ocasión podrían hacerlo por una misión temporal; pero, casi siempre, son atraídos por la afinidad de pensamientos y de sentimientos, tanto en el bien como en la polaridad opuesta”-.
-¿Se deduce de esto que los Espíritus afines pueden ser tanto superiores como inferiores?-.
-“Ciertamente: el ser humano encuentra siempre Espíritus que simpatizan con él, sea cual fuere su carácter”-.
59. -¿Los Espíritus familiares son los mismos afines?
-“Existen infinitas gradaciones de protección y afinidad: dad a ellas el nombre que queráis. El Espíritu familiar es, en cierto modo, el amigo de la casa”-.
De las precedentes explicaciones y de las observaciones efectuadas sobre la naturaleza de los Espíritus, que tienen vinculación con los seres humanos, se puede deducir cuanto sigue:
1. Espíritu protector, Guía o buen Genio, es aquel que tiene la misión de vigilar sobre la persona encarnada y de ayudarle a progresar. Él es, siempre, de estado de conciencia superior, relativamente hablando, al del ser que protege.
2. Espíritus afines son aquellos que son atraídos a nosotros por afectos particulares y por una serie de semejanzas de gustos y sentimientos tanto en el bien como en el mal. La duración de sus relaciones depende, casi siempre, de las circunstancias inherentes.
3. Espíritus familiares son los que acercan a determinadas personas con ligamen más o menos durable, con la finalidad de brindarle algunos servicios dentro de los límites de sus propias fuerzas, generalmente, con cierta restricción. Son de naturaleza benévola, pero, en línea general, pocos avanzados y, eventualmente, también, ligeros. Se ocupan de los particulares de la vida íntima y suelen actuar por orden o con el permiso de los Espíritus protectores.
4. Genio maléfico es un Espíritu imperfecto o perverso, que se ataca al ser humano para distraerlo del bien, pero actúa de su espontánea voluntad, y no en virtud de una misión. Su tenacidad depende de la mayor o menor resistencia que encuentra. El ser humano es siempre libre de escuchar la voz, o de rechazarla.
60. –Existen personas encarnadas que se relacionan con otras, bien sea para perjudicarle, induciéndoles a cometer errores, o para estimularle, guiándoles por el recto camino. -¿Quién son ellos?
-“Ciertas personas ejercen sobre otras una especie de fascinación casi irresistible. Cuando esto ocurre para el mal, se trata de Espíritus imperfectos, de quienes se valen otros peores para mejor subjugar la victima. Dios puede permitirlo para probaros”-.
61. –Nuestro Espíritu protector, o, también, eventualmente, un genio maléfico, -¿podría encarnarse para acompañarnos en la vida, más directamente?
-“Ocurre muy rara vez; frecuentemente, ellos dan tal encargo a otros Espíritus encarnados, que les son afines”-.
62. -¿Existen Espíritus que se dedican a proteger a toda una familia?
-“Existen Espíritus que protegen a los miembros de una misma familia, para que vivan juntos unidos por el afecto; empero, no los hay protectores del orgullo de los grupos étnicos”-.
63. –Dado que los Espíritus son atraídos por su afinidad hacia las personas, -¿lo son, igualmente, hacia grupos de personas, por causas particulares?
-“Los Espíritus van, preferiblemente, donde encuentran sus afines, por cuanto allí se encuentran a su gusto y más seguros de ser oídos. Los seres humanos, sean solos, o en grupos, como una asamblea, una ciudad o una nación, atraen a sí, siempre, a los Espíritus, en razón de sus tendencias. Existen entes morales, ciudades y naciones, que son asistidos por Espíritus más o menos elevados, según el carácter y las pasiones dominantes. Los Espíritus imperfectos se alejan de quienes les rechazan: de esto resulta que el perfeccionamiento moral de los cuerpos colectivos, como el de los individuos, tiende a eliminar los Espíritus imperfectos y a atraer los benéficos, que suscitan y mantienen, en las masas, el sentimiento del bien”-.
64. Las uniones individuales, como la sociedad, las ciudades y las naciones, -¿tienen sus Espíritus protectores especiales?
-“Sí, por cuanto son individualidades colectivas que persiguen un propósito común. Precisan de una dirección superior”-.
65. –Los Espíritus protectores de las masas, -¿son más elevados que aquellos de los individuos particulares?
-“Según los casos, es decir, de acuerdo al desarrollo intelectual y moral de la masa, que ellos protegen, a cuyo grupo es relativa su superioridad”-.
66. -¿Determinados Espíritus pueden promover el progreso de las artes, protegiendo a quienes se ocupan de las mismas?
-“Ciertamente, y asisten a quien le invoca, cuando, empero, es digno de tal cosa, ya que, de nada serviría asistir a quienes se encuentran preparados insuficientemente para ejecutar sus inspiraciones”-.
Los antiguos poseían divinidades especiales: las musas no eran otra cosa que la alegórica personificación de los Espíritus protectores de las ciencias y de las artes; denominaban con los nombres de lares y penates, a los Espíritus protectores y afines de la familia. Entre los modernos, las artes, las industrias, las ciudades y las naciones, tienen, también, sus respectivos protectores bajo diversas denominaciones.
Del hecho de que cada individuo tiene sus Espíritus afines deriva que, en todos los cuerpos colectivos, la generalidad de los Espíritus afines se encuentra en relación con la generalidad de los individuos. Los Espíritus extraños son atraídos por la identificación de los gustos y de los pensamientos. Las masas, al igual que los individuos, son más o menos circundadas, asistidas, e inspiradas, según sus pensamientos y sus tendencias.
En los pueblos las causas de atracción de los Espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter predominante, y, especialmente, las leyes, por cuanto, en éstas se refleja el carácter de las naciones. Los seres humanos que han establecido como regidora de sus pactos sociales la justicia, se encuentran inmunizados en contra de la influencia de los Espíritus imperfectos. Donde, en cambio, las leyes sancionan disposiciones injustas, contrarias a la humanidad, los buenos Espíritus escasean, y la caterva de malvados, que allí fluye, retarda el progreso de la nación, inhibiendo los influjos positivos parciales, perdidos en la muchedumbre, como una espiga aislada entre las ortigas. Estudiando las costumbres de cualquier pueblo o sociedad humana, es fácil formarse un concepto de las inteligencias invisibles que ejercitan su influencia sobre los pensamientos y las acciones.

PRESENTIMIENTOS

67. -¿El presentimiento es siempre un aviso del Espíritu protector?
-“Puede ser el consejo íntimo y oculto de cualquier Espíritu que os ame; pero, lo más usual es que sea una percepción intuitiva de las pruebas que habéis querido asumir: es la voz de la conciencia. El Espíritu, antes de encarnarse, ha conocido las fases principales de su futura existencia, es decir, el tipo de pruebas a las cuales estaba a punto de someterse. Ahora, por lo tanto, aquellas que tienen un carácter más exigente, generan en lo íntimo una especie de aprehensión, y ésta que es la voz de la propia conciencia, que, despertándose, cuando el suceso está por ocurrir, se convierte en presentimiento”-.
68. Los presentimientos y la voz de la conciencia presentan cierta vaguedad. -¿Qué debe hacerse en los casos de incertidumbre?
-“Invocar a vuestro Guía, u orar al Creador Universal, para que os asista”-.
69. -¿Las advertencias de los Espíritus protectores tienen como único objeto la vida virtuosa, o, también, se refieren a la vida material?
-“A ambas; por cuanto ellos se ocupan de vuestro mejoramiento integral. Empero, vosotros, con frecuencia, cerráis los oídos a las buenas advertencias; y os encontráis insatisfechos por culpa vuestra”-.
Los Espíritus protectores nos ayudan con sus consejos por medio de la voz de la conciencia, que hacen hablar en nosotros; pero, dado que no siempre damos a esta voz la debida importancia, ellos nos otros más directos sirviéndose de las personas que nos circundan. Cada quien examine los varios casos, generalmente adversos, de su vida, y verá que, en muchas ocasiones, ha recibido sugerencias que ha dejado de aprovechar, las cuales, seguidas, le habrían ahorrado el costoso aprendizaje.
INFLUENCIA DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS DE LA VIDA
70. -¿Ejercen, los Espíritus, alguna influencia sobre los acontecimientos de la vida?
-“Evidentemente, ya que os aconsejan”-.
-¿Ejercen, también, esta influencia de manera diversa, además de los pensamientos que nos sugieren, o, mejor dicho, tienen ellos una inherencia directa sobre las circunstancias de nuestra vida?
-“Si, pero, siempre de acuerdo con las leyes de la naturaleza”-.
Erróneamente, se suele creer que la acción de los Espíritus debe manifestarse con fenómenos extraordinarios, y quisiéramos que su ayuda se expresara con hechos sobrenaturales, y nos los representamos siempre equipados con una varita mágica. Pero, las cosas no son así; esta es la razón por la cual dejamos de percibir su intervención, y todo lo que llevamos a cabo con su concurso, nos parece del todo natural. Ellos, por ejemplo, propician el acercamiento de dos personas, el cual parece un encuentro casual; inspiran a alguien el pensamiento de pasar por un determinado lugar, atraen la atención de otro sobre un determinado aspecto, si ello debe conducir al resultado que se proponen obtener. De esta manera, la persona cree de seguir el propio impulso, y conserva su libre albedrío.
71. Dado que los Espíritus ejercen una acción sobre la materia, -¿pueden, ellos, producir determinados efectos, para hacer que se cumpla un acontecimiento? Así, por ejemplo: una persona que debe desencarnar, sube por una escalera, se rompe la misma y la persona pasa a mejor vida. ¿Son los Espíritus que han hecho romper la escalera, para que se realice el destino de esta persona?
-“Es verdad que los Espíritus ejercen acciones sobre la materia; pero, por el cumplimiento de las leyes naturales, y no para derogarlas produciendo, arbitrariamente, fenómenos inesperados y contrarias a las mismas. En el ejemplo antepuesto, la escalera se rompió, por cuanto, estando corroída, no poseía la suficiente resistencia para soportar el peso de una persona, siendo su desencarnación un efecto natural, sin necesidad de la ocurrencia de un hecho sobrenatural”-.
72. –Tomemos otro ejemplo: una persona que debe desencarnar fulminada, se refugia debajo de un árbol; el rayo le envía a mejor vida. -¿Han tenido alguna participación los Espíritus tanto en provocar el rayo como en orientarlo en dirección de la persona en particular?
-“Nos encontramos en un caso similar al anterior. El rayo se manifestó sobre aquel árbol y en aquel momento, por cuanto las leyes de la naturaleza así lo determinaron, y no porque aquella persona se encontraba debajo del árbol. Empero, la persona fue inspirada a proceder de aquel modo y refugiarse debajo del árbol sobre el cual debía caer el rayo. El árbol, de todas maneras, habría estado afectado tanto si la persona se refugiaba como si hubiese dejado de hacerlo, debajo de él”-.
73. –Una persona mal intencionada dispara sobre alguien un proyectil, que le roza, pero no le pega. -¿Pudo haberlo desviado un Espíritu benévolo?
-“Si aquel ser no debe ser interceptado, el Espíritu benévolo le inspirará el pensamiento de moverse, o interferirá sobre su enemigo para que falle el tiro; el proyectil, una vez disparada el arma, seguirá el curso de la trayectoria que deber recorrer”-.
74. -¿Y, los proyectiles encantados de ciertas leyendas que le acertaban fatalmente al objetivo?
-“Fabulas fantásticas. El ser humano tiende a lo maravilloso; precisa apreciar, en cambio, las maravillas de la naturaleza”.-
-“Los Espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida, -¿podrían ser obstaculizados por otros que quisieran lo opuesto?
-“Lo que el Creador Universal quiere, -por la Ley Cósmica- debe ser; si existe retardo o impedimento, es por su voluntad”-.
75. -¿Los Espíritus ligeros y burlones, pueden suscitar leves interferencias que nos desvíen de nuestros propósitos? En otros términos: Son ellos los autores de aquellas pequeñas, pero frecuentes contrariedades, que constituyen los diversos estados de insatisfacción de la vida humana?
-“Ellos se complacen de aquellas interferencias que a vosotros os sirven para ejercitar la paciencia: pero se cansan rápido, si se percatan que os domináis. Pero, sería injusto y carente de verdad, culparle de todas vuestras adversidades, que vosotros mismos os procuráis, precisando mayor grado de disciplina. Tened presente que si se os cae la vajilla de las manos y se rompe, la causa se debe a un acto de desatención y nada más”-.
-Los Espíritus que se complacen en interferir, -¿lo hacen por animosidad personal, o se la toman con el primero que encuentran, sin ningún motivo, solamente por ligera diversión?
-“Por una u otra cosa. Algunas veces se trata por enemistad de esta u otra existencia, razón por la cual existe este tipo de ataque. En otras ocasiones, no hay motivo alguno”-.
76. La animadversión de los seres que, en un momento dado, nos han ocasionado algún perjuicio sobre la tierra, -¿cesa con su paso a la dimensión espiritual?
-“Frecuentemente reconocen su actitud injusta y el perjuicio que han ocasionado; empero, también como Espíritus os pueden perseguir animosamente, si el Creador Universal, -por la Ley Cósmica- permite que continúe, para vosotros, aquel tipo de prueba”-.
-¿Se puede lograr que termine? -¿De qué manera?
-“Sí, orando por ellos, y devolviéndoles bien por mal, hasta que se percaten de que deben actuar correctamente. Del resto, tan pronto sepáis rendiros superiores a sus maquinaciones, le ponen fin para no perder tiempo y esfuerzo”-.
La experiencia demuestra que ciertos Espíritus persisten en su venganza de una existencia a otra, y de esta manera, tarde o temprano, se expían las culpas que se puedan haber tenido hacia alguien.
77. -¿Tienen, los Espíritus, el poder de eximir de males a sus protegidos y de propiciarle condiciones de prosperidad?
-“No, por cuanto los males, -por la Ley Cósmica- forman parte de los decretos de la Providencia; empero, ellos alivian vuestros estados de adversidad inspirándoos la paciencia y la asunción de la prueba. Por otra parte, sabed que, frecuentemente, depende únicamente de vosotros evitar tales condiciones adversas, o, al menos, atenuarlas. El Creador Universal os dio la inteligencia para que la uséis, y es, de manera especial, en esto en lo que los Espíritus os pueden ayudar enormemente, sugiriéndoos buenos pensamientos. Empero, ellos ayudan a quienes se ayudan. Fue dicho: Buscad y encontraréis; tocad y os será abierto. Y sabed, por último, que no siempre es un mal el que os parece tal, por cuanto, frecuentemente, se deriva del mismo un bien inmensamente mayor, el cual a vosotros, de momento, os pasa desapercibido, por cuanto pensáis, únicamente, al presente o a vuestra persona”-.
78. -¿Puedes, los Espíritus, si se le solicita, ayudar en la obtención de bienes de fortuna?
-“Alguna vez como prueba; pero, en general, ellos no se ocupan de estas cosas, al igual que un adulto deja de hacerlo con una pregunta inconsiderada de un chaval”-.
-¿Son los Espíritus buenos, o los inferiores, quienes brindan estos favores?
-“Los unos o los otros: depende de la intención; empero, son, más frecuentemente, quienes desean arrastraros fuera del camino de la virtud, por cuanto encuentran que el camino de las riquezas es el medio más fácil para hacerlo”-.
79. -Cuando ciertos obstáculos parecieran oponerse, fatalmente, a nuestros designios, -¿nos vienen ellos de la influencia de algún Espíritu?
-“Alguna vez sí, pero, frecuentemente, es el resultado de la propia aptitud insuficientemente desarrollada. La condición personal y el carácter tienen gran inherencia. -Si os obstináis en una vía que no es la vuestra, -¿qué tienen que ver los Espíritus en ello? Sois vosotros mismos vuestro propio Genio”-.
80. De las propias condiciones venturosas de vida, -¿es a nuestro Espíritu protector a quién debemos expresar gratitud?
-“Agradeced, primeramente, al Creador Universal, sin cuya voluntad, -por la Ley Cósmica-, no ocurre nada; después a los buenos Espíritus, quienes han sido los instrumentos”-.
-¿Qué ocurriría si dejáramos de expresarles nuestra gratitud?
-“Lo que les ocurre a los ingratos”-.
-Sin embargo, -¿existen algunos que aún sin orar ni expresar gratitud, son exitosos en todo?
-“Sí, pero hay que esperar hasta el final; toda fortuna obtenida sin méritos, suele tener un costo inherente; cuanto más se haya recibido, tanto más hay que pagar”-.

ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LOS FENÓMENOS DE LA NATURALEZA

81. –Los grandes fenómenos de la naturaleza, que se consideran como una perturbación de los elementos, -¿son debidos a causas fortuitas, o tienen, todos, un fin providencial?
-“Todo tiene una razón de ser. No ocurre nada sin el permiso del Creador Universal, -por la Ley Cósmica-“.
-¿Aquellos fenómenos, tienen siempre, por objeto, el ser humano?
-“No, por lo menos directamente; frecuentemente, lo único que deben reestablecer es el equilibrio y la armonía de las fuerzas físicas de la naturaleza”-.
-Comprendemos, perfectamente, que la voluntad divina sea la causa primera; empero, sabemos que los Espíritus actúan sobre la materia y son agentes de la voluntad de Dios, -¿algunos de ellos, no ejercen, quizá, un influjo sobre los elementos para agitarlos, calmarlos o dirigirlos?
-“La cosa es evidente, y no podría ser diversa. El Creador Universal no se ocupa de la acción directa sobre la materia, y tiene sus instrumentos en cada grado de la escala evolutiva, en los mundos”-.
82. La mitología de los antiguos se encuentra, enteramente, fundada sobre las ideas espíritas; ellos consideraban a los Espíritus como Divinidades, y atribuían a estos Dioses, o Espíritus, funciones especiales. Algunos, según ellos, estaban a cargo de los vientos, otros, de la vegetación, y así sucesivamente. -¿Con esta creencia, los antiguos, se acercaban a la verdad?
-“Perfectamente; pero, estaban, aún, por debajo de la verdad”-.
-Por la misma razón, entonces, -¿podrían haber Espíritus que habitan en el interior de la tierra y que presidan los fenómenos geológicos?
-“Todos estos Espíritus, para cumplir sus propias funciones de presidir o dirigir, no tienen ninguna necesidad de habitar sobre o dentro de la tierra. Vendrá el día, en el cual tendréis la explicación de estos fenómenos, y los comprenderéis mejor”-.
83. –Los Espíritus que presiden los fenómenos de la naturaleza, -¿forman una clase especial? -¿Constituyen una categoría especial de seres, o son Espíritus que estuvieron encarnados como nosotros?
-“Que fueron y que serán”-.
-¿Pertenecen a los órdenes superiores o a los inferiores de la jerarquía espírita?
-“Según que su oficio sea más o menos inteligente. Los unos dirigen, los otros ejecutan; quien ejecuta las cosas materiales es siempre de orden inferior; así ocurre entre los Espíritus como entre los seres humanos”-.
84. –Para la producción de ciertos fenómenos, por ejemplo: las tempestades, -¿actúa un solo Espíritu o un gran número?
-“Un número determinado”-.
85. Los Espíritus que actúan sobre los fenómenos de la naturaleza, -¿lo hacen con conocimiento de causa o en virtud del libre albedrío, o por un impulso instintivo mecánico?
-“Los unos, en aquello; los otros, en esto. Tomemos un ejemplo: Imaginad las miríadas de pequeñísimos animales que poco a poco hacen salir de las ondas islas y archipiélagos; -¿creéis vosotros, que esto ocurre sin un fin de la Providencia, y que, aquella transformación de la superficie del globo no sea necesaria a la armonía general? Y, todavía, son pequeñísimos seres de ínfimo orden que cumplen una función tan importante, y al mismo tiempo, provechoso a sus propias necesidades, sin saber, que son, al mismo tiempo, instrumentos del Creador Universal. Y bien, de igual manera, son útiles al conjunto los ínfimos Espíritus; mientras hacen las primeras pruebas de la vida, antes de tener plena conciencia de los propios actos y de gozar del libre albedrío, actúan sobre ciertos fenómenos, de los cuales son los agentes sin ellos saberlo. Primeramente, ejecutan; más tarde, cuando su inteligencia se haya desarrollado, mandarán, y dirigirán las cosas del mundo material; más tarde, todavía, podrán dirigir las del mundo moral. De esta manera, todo sirve, todo se encadena en la naturaleza, del átomo primitivo al Espíritu más elevado, que, también ha empezado desde el grado del átomo: ley admirable de armonía, que vuestro Espíritu, aún, está lejos de comprender en su totalidad”-.