martes, 4 de diciembre de 2012

SALARIO CÓSMICO




SALARIO CÓSMICO

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.

       Cada cosa tiene su precio, hay que pagarlo o cobrarlo. Si cada quien hace lo estrictamente necesario, equivalente a lo que recibe como pago, desaprovecha el cobro más importante: el salario cósmico.
       Cuando se realiza un trabajo a la perfección, incluso dando beneficios adicionales por lo que se recibe como pago, es decir, excelente atención, una sonrisa agradable, una frase amable, la concesión de algún detalle extra gratuito, una información que va más allá del servicio solicitado, sugerencias que ahorran tiempo y dinero, asesoramiento que optimizan resultados  y resuelven situaciones, una frase de felicitación, una idea creativa que permita realizar algún negocio a la personas que se le da, la transmisión generosa de conocimientos, etcétera, permite obtener los siguientes beneficios:
 1.                Sensación de bienestar  y auto-realización; incremento de la auto-estima y confianza en sí y en sus propias posibilidades; obtención de la experiencia que consolida la propia jerarquía de experto (a), que implica evolución personal y profesional; solvencia ética y solidez; fortalecimiento de la visión de líder.

 2.                Reconocimiento ajeno, lo cual incrementa la estimación del entorno en que se actúa. Genera méritos que permiten ascensos y progresos profesionales y comerciales. Los héroes adquieren gloria inmortal y el derecho de ser considerados  como benefactores de la humanidad o de la patria. Se obtiene el respaldo de los superiores  o de la colectividad, lo cual incrementa la cooperación, el apoyo, el equilibrio, mejores resultados, continuidad, crédito y la recomendación, en una cadena sin fin, que aporta nuevas oportunidades, éxitos, estímulos, riquezas, agradecimiento y compensación.
 3.                Un trabajo bien efectuado genera ejemplos dignos de emulación que guían a las nuevas generaciones en el camino correcto de hacer las cosas. Se comprende que, dando lo mejor de sí, se recibe lo mejor de los demás.
 4.                Esta forma de salario universal es la mejor manera de contrarrestar el anti-salario -o costo cósmico-.
 Cada vez que se adquiere el compromiso de efectuar una tarea, lo que importa es realizar la misma de la mejor manera posible de forma tal que arroje óptimos y satisfactorios resultados. Si se adquirió el compromiso, la labor hay que hacerla bien o se pagará el anti-salario  o costo cósmico, es decir, los efectos negativos causados en los demás que descalifican al ejecutor y les restan oportunidades. Más allá del pago que se pueda recibir en el aspecto económico, si la tarea es realizada bien, por la ley de reciprocidad, se recibirá la compensación de donde menos se espera.
 Un trabajador que ejecuta a la perfección su labor, más allá del salario de la empresa a la cual presta sus servicios, está el reconocimiento del cliente que comienza a preferirle. Los empresarios competidores perciben la optima reputación que va formando y cuando menos lo espera se le abren nuevas oportunidades que van más allá del salario económico adecuado que hubiera percibido, en el caso de que este fuera insuficiente.
 Cuando se realizan obras en beneficio de la colectividad, dando, generosamente, tiempo, conocimientos, esfuerzos y, a veces, dinero, se van efectuando, sin darse cuenta, depósitos en el banco cósmico que, oportunamente, proveerán, a la persona en particular, de lo requerido por él.

 De igual manera, esos depósitos, -en el Banco Cósmico-, constituyen  un capital siempre disponible que, la vida, oportunamente, facilita cuando más se le requiere, apareciendo, la provisión cósmica, donde menos se espera, pero siempre a tiempo.
 Dar es el mejor camino para recibir. Cuando se da, la misma fuerza vaciante, al retrotraerse, trae las cosas nuevas que se requieren. Hay que ser como el agua que corre, lo cual permite la llegada  de la nueva, manteniendo la frescura y la vida. El agua estancada que se deja de dar se deteriora y se vuelve inservible para el poseedor y para todos.
 La renovación viene del hecho de dar más y mejores cosas de sí.
 Hay que tener confianza en que la vida siempre traerá más cosas de las cuales se dan.  El depósito universal es infinito y, al dar, cada quien, se transforma en canal del cósmico que permite fungir como distribuidor.
 En el trabajo de reparto siempre existe el salario cósmico que permite retener un porcentaje  como beneficio por los servicios prestados. Pero, hay que desengañarse, el dinero es sólo una de las muchas formas de pago que usa la vida.
 Todo el capital existente podría resultar insignificante frente a los inmensos beneficios del salario cósmico.
 Comprender, -y aplicar-, estos principios del salario cósmico, es una de las formas más efectivas que existen para conectarse con la abundancia cósmica.
 La gente que más prospera positivamente y disfruta, realmente, de las bondades de la vida a plenitud, con un elevado sentido de autorrealización, son las que realizan actividades que reciben como pago el salario cósmico.
 La vida otorga beneficios en forma equivalente a los servicios que se prestan por medio de un estricto cumplimiento de la ley de la justicia  y sus dos auxiliares: la ley de la igualdad y la de compensación.
 Sé un instrumento de la abundancia cósmica  y conviértete  en un canal de distribución  de luz, amor, sabiduría, armonía, equilibrio, orden, felicidad, riqueza, salud, paz, etcétera, y obtén, cada día, mejor salario cósmico.
 Adelante.





sábado, 1 de diciembre de 2012

LA VERGÜENZA, MAESTRA DE LA VIDA




LA VERGÜENZA,
MAESTRA DE LA VIDA

POR © GIUSEPPE ISGRÓ C. 

Para los antiguos griegos, la vergüenza equivalía al sentido del honor; la denominaban “aidós” cuando se refería a la expresión de tal sentimiento en sí mismo/a; y “némesis” o “recta indignación” cuando se experimentaba en relación con la conducta ajena.

Alfonso Reyes, uno de los máximos humanistas hispanoamericanos del siglo XX, en su obra Rescoldo de Grecia, hace un sintético e interesante estudio sobre el tema.

Según Reyes, -“hay actos que no se ejecutan sin sentir el reproche interno, y que (las personas) prefieren abstenerse de realizar”. Mientras que, la “némesis”, “surge entre verdaderos testigos del acto que la provocan”. En los casos que nadie los presencie, -“el acto, sin embargo, respira némesis, sólo que no hay pecho que lo reciba”. Luego agrega que, “némesis viene poco a poco a ser el reproche cósmico que nos hostiga en la tierra”.

Demetrio Falereo, -ese gran político, filósofo peripatético,  orador y escritor griego del siglo IV a.n.e., -organizador y primer director de la Biblioteca de Alejandría-, expresó: -“Dentro de la casa tened vergüenza de vuestros padres, fuera de ella, de todos cuanto os vean, y en la soledad téngala cada uno de sí mismo”.

Hay una ley divina mediante la cual, el infractor –aún cuando lo sea a nivel de deseo o representación mental- experimenta tanto el efecto coercitivo, como el “correctivo”o sancionador, a la vez, de la vergüenza.

En la primera fase, el efecto coercitivo de la vergüenza  se manifiesta como resistencia ético-moral a infringir cualesquiera de las leyes cósmicas o naturales, las de derecho público o privado, así como las normas morales, y las de las buenas costumbres y urbanidad universalmente aceptadas; el elemento tentador que se manifiesta, a nivel mental, exhortando al hecho punible, se encuentra con la barrera o resistencia de la fuerza moral de la vergüenza que experimentaría frente  al Gran Ser Supremo, frente a la sociedad y a sí mismo/a, tiene efectos coercitivos –es decir, de freno-, que le impide dar el paso que separa de lo lícito.

La vergüenza ha surtido efecto y la persona conserva la paz y quietud interior, y, sobre todo, la tranquilidad de su conciencia,  –severo juez-, cuya voz interior conminatoria, constituye un verdadero verdugo para el infractor.

En la otra fase, en el caso de que,  la voz tentadora interna bloqueara el poder coercitivo, es decir, de freno, de la vergüenza, -o sentido del honor-, que indica lo justo, en cada caso, y triunfare, realizando el acto ilícito, modificándose con la conducta respectiva, algún hecho del mundo exterior, o simplemente, una vez aceptada la realización del acto indebido, efectuado a nivel de representación mental –en este último caso de manifestación más sutil a nivel del mundo interior o psíquico del individuo, de la cual, Jesús de Nazareth tenía plena conciencia, al decir que, al desear las cosas ajenas, o la mujer del prójimo, ya se había pecado, entonces, desde el mismo instante de aceptación del hecho objetable, comienza a actuar el poder “coactivo-sancionador” de la vergüenza, a nivel personal y, de la “Némesis”, o reproche cósmico a nivel externo y, por medio de mecanismos cósmicos existentes a tales efectos, de donde menos se piensa, comienzan a surgir las personas, circunstancias o situaciones, además del respectivo reclamo interno de la conciencia, que, por cualquier forma o medio –aún sin aparente  relación con el hecho punible, realizado o en vía de serlo-,hace experimentar la vergüenza  correctora o sancionadora.

Los demás experimentan indignación hacia el infractor; mientras que éste siente vergüenza, o reproche interno, en forma de arrepentimiento, que lo lleva a enmendar su acción o conducta inadecuada a la norma ético-moral o de derecho, haciendo, en el futuro, más fuerte y resistente el poder coercitivo o, de freno, de la vergüenza, frente a la voz tentadora.

En la persona honrada, el poder de la vergüenza proporciona la fuerza necesaria o estímulo adicional para emplearse a fondo, para cumplir cualquier trato o compromiso adquirido, es decir, efectuar un pago puntualmente; realizar un trabajo bien hecho; observar una conducta  idónea en todos los actos de la vida; ser respetuoso y amable; mantener la compostura, positividad y serenidad frente a los sucesos exteriores que le competen; asumir la propia responsabilidad  frente a todos y a sí mismo, dando la cara, oportunamente, etc.

El estudiante honesto tiene vergüenza de cosechar triunfos inmerecidos; y la misma fuerza intrínseca de la vergüenza le insta a esforzarse más y mejor, para asimilar conocimientos y así estar preparado para el momento de la evaluación más importante, -no sólo frente a sus examinadores para aprobar determinado grado o curso-, sino frente a la vida, quien le evalúa por los resultados que obtiene; y frente a sí, por cuanto el juez más severo es el propio yo interno, su conciencia, que le indicará, siempre,  que aún debe y, puede, dar más de sí, por medio de la insatisfacción personal y el poder coercitivo y el “coactivo cósmico” de la vergüenza, para alcanzar lo óptimo y necesario en cada caso.

La vergüenza es un impulso estimulante para actuar con decoro, respeto y fidelidad, dando valor por valor, haciendo a otros lo mismo que a cada quien le gustaría recibir en idénticas condiciones; por supuesto, los valores éticos-morales de la persona fortalecen el efecto rector de la vergüenza o el sentido del honor; por lo cual, la convicción de lo justo, lo recto, lo adecuado, en cada caso, es el mejor camino para mantener intacto el propio honor y una elevada auto-estima, modeladora de los grandes destinos humanos y universales.

La vergüenza es una manifestación activa de la prudencia y constituye un freno para mantenerse dentro de los límites de la adecuada dignidad personal. A la vez, es sanción, o castigo, para el infractor o la infractora, al exponerle los propios actos  a  la “recta indignación” o “némesis” de la sociedad decente, con efectos de repudio y excluyentes, tanto a nivel comercial, profesional o personal.

Que nadie pueda recriminar su conducta es el sincero anhelo de la persona con elevado sentido del honor o probidad; es el sentir de quien, dando cabida al poder positivo y moralizante de la vergüenza, con rectitud y definida conciencia ética, se mantiene dentro de los límites de lo justo, de lo ecuánime, verdadero, sincero y objetivo.


**


Cuando las circunstancias, exentas de la propia intención, generan resultados de los cuales se es responsable, la persona con rectitud de conciencia simplemente asume los hechos y responde de los mismos, en forma inmediata, única manera de evitar la recriminación de la “aídos” y de la “némesis”, es decir, el reproche propio o ajeno.

La vergüenza, como efecto moderador, es conductora del orden perfecto; indica, a cada quien,  cual es el lugar adecuado que le corresponde. A la persona con meritos se le permite ubicarse y permanecer en el nivel acorde a su dignidad y suma existencial.

La vergüenza, en su polaridad positiva, tiene en sí misma un poder de atracción y otro de repulsión. El primero, atrae lo elevado, lo bueno, lo justo, lo armónico, etcétera, imponiendo un impulso  auto-motivador  para su manifestación tangible. El segundo, repele todo lo que expresa un valor negativo, -o anti-valor-. Es la fuerza rectora a través de la cual, silenciosamente, actúa –coercitiva y coactivamente-, el universo.

El acto indebido genera, en la conciencia, lo que en la antigüedad se denominaba “la mala conciencia” –que atormenta más que el mismo “infierno simbólico”, éste se refiere a penas futuras de incierta aplicación; mientras que la vida actúa aquí y ahora y el infierno o paraíso, cada quien lo experimenta instantáneamente,  -y perdurablemente-, en el espacio y tiempo, de acuerdo a la magnitud de los hechos; positivos o no.

La vergüenza de algunos actos atormenta el espíritu, el alma y el cuerpo; lleva, a la persona, una vez efectuada la compensación, a no volver a incurrir en hechos cargados de anti-valores, para evitar la experimentación  de la pena silenciosa que inflige la vida, a través de la auto-vergüenza, -amén de la pública, que desacredita-, que le recrimina constante e inflexiblemente, hasta crearle conciencia del acto justo, a partir de cuyo momento vuelve la paz interna –verdadero tesoro-.

Solicitar el perdón cósmico, da, a cada persona, la oportunidad de reparar lo debido, reestableciendo el equilibrio y haciendo cesar la “recta indignación” colectiva y cósmica.

El infractor, en cualquiera de sus múltiples e infinitos grados, experimenta, enseguida, el efecto “coactivo” del cósmico y, por todos los canales adecuados, el justo efecto sancionador o pena, correctivo de la conducta, y a la vez, reeducativo y compensador, ya que todo se paga, con sus respectivos intereses cósmicos.

Nadie escapa, y es ahí porque en la antigüedad se hablaba de lo sabio de tener el temor de Dios –el de infringir sus leyes-, por cuanto, “el ojo que todo lo ve”, controla la totalidad  del cosmos, lo premia todo y, a la vez, solicita el pago respectivo, que será efectuado, sin excepción, en el aquí y ahora.

Séneca –gran filósofo estoico- en su Epístola Moral a Lucilo, (40,13), le dice: -“Tanto más, en efecto, trata de apartarte de este vicio cuanto que a ti te será posible contraer tal lacra, a no ser que supere la vergüenza”, Se denota la conciencia que tenía Séneca, de la vergüenza, como barrera antepuesta al mal en general; es decir, un medio preventivo de la naturaleza indicando el peligro; una señal inequívoca de lo que debe ser evitado.

Séneca, vuelve a afirmar con más énfasis: -“No es posible, lo repetiré, que contraigas este vicio sin perder la vergüenza”.

Agustín de Hipona percibe otro aspecto interesante de la vergüenza, cuando expresa: -“….Todo porque nos avergonzamos de abstenernos cuando otros nos incitan a participar”.

Es la vergüenza, en su polaridad negativa, -de los menos fuertes de carácter, cuando son incitados a realizar actos pocos dignos-,  modalidad que se precisa controlar fortaleciendo la auto-estima y afirmando la personalidad con las prácticas de las virtudes y el desarrollo de la visión de los valores universales.

Se requiere evitar los actos “indebidos” y contrarios a la propia voluntad, lo cual, generalmente, ocurre por la vergüenza frente a compañeros (as) o amigos (as) que, en la euforia del grupo, se animan y contagian para la realización de conductas, de las cuales, acto seguido, se amerita el reproche ajeno o el propio arrepentimiento. Este aspecto negativo de la vergüenza va desde el hecho de usar productos de marca; la de fumar sin desearlo, o, ingerir licor, en una reunión de negocios, cuando lo que se quiere es tomar un zumo de frutas,  hasta la realización de hechos pocos positivos; igualmente se expresa en el temor de “lo que dirán”, cuando se trata de emprender una acción original, diferente, o asumir una línea de pensamiento distinta a la mayoría que, en las personalidades definidas, y auténticas, la conciencia de lo positivo -e importancia de los propios actos-, constituye móvil suficiente para emprender la tarea, sin importar los obstáculos a vencer, y, al final, el triunfo es seguro.

Es preciso superar a “toda costa” ese temor  “del que dirán”, expresión negativa de la vergüenza y afirmar la positividad  de la misma, haciendo todo lo que se teme hacer.

Mientras los propios actos no perjudiquen a nadie, no se debe sentir vergüenza por nada.

Es conveniente, también, controlar ese afán de búsqueda de reconocimiento ajeno, debiendo bastar, en las mayorías de los casos, el sentimiento de la propia importancia y valía.

Cada quien, siempre, es mejor de lo que se cree. La persona honrada, en cualquier posición en que se encuentra, -y, mientras más elevada mejor-, por cuanto precisa demostrar menos, siempre preferirá el perfil más modesto, en base al recto proceder, que cualesquiera otra forma que deje de ajustarse a tal patrón ético-moral.

Más vale la escoba honrada del barredor que la pluma de oro usada incorrectamente; es más valiosa comida modesta en casa con techo de paja, propia, que suntuosos majares en mansión lujosa ajena, -decía Salomón.

Es necesario afirmar, cada día más y mejor, en la conciencia, la visión de los valores positivos universales del amor, la sabiduría y/o prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, el orden, la igualdad, la compensación, el respeto mutuo, la tolerancia, la fraternidad, la cooperación recíproca, etcétera, haciendo que los propios se ajusten, -y guíen-, por sus elevados principios  direccionales, de rectitud absoluta, rehuyendo aquéllos que pudieran representar anti-valores respectivos.

Abriendo la mente a la luz de la visión de los valores universales, meditando en los efectos positivos de su aplicación y practicando asiduamente la ética cósmica, se afirma, cada vez más, una vida llena de auténtica riqueza y abundancia, optimizando el sentido del honor, que no es otra cosa que la guía positiva, y divina, del sentido de la vergüenza, maestro y rector  de la vida.

La vergüenza canaliza el sentimiento del pundonor que mueve a la persona al resguardo de su honra, prestigio y crédito personal por medio de la práctica de todas las virtudes.

Adelante.



martes, 27 de noviembre de 2012

Andrés Bello, El Sabio




ANDRÉS BELLO, EL SABIO

Por ©Giuseppe Isgró C.

Carlos V, con agudeza singular, frente al voraz afán por destruir todo vestigio del pasado, como lo señala Bartolomé De Las Casas, en su reseña al respecto, sugería rescatar la memoria histórica de los antepasados, en el territorio americano.
Uno de los que siguieron aquella sugerencia fue Pedro de Cieza de León, en su Crónica del Perú y en El Señorío de los Incas.
En todo país es preciso rescatar los Valores de la Patria. Andrés Bello, relevante figura del humanismo americano, fue conocido, en su época, como “el hombre que lo sabía todo”.
Ya al salir para Londres, en junio de 1810, en compañía de Luís López Méndez y de Simón Bolívar, había escrito su Resumen de la Historia de Venezuela, y la Gramática Castellana para el uso de los americanos, con la que buscaba mantener la unidad del castellano, era una obra acabada.
Sin duda, denota ya, a esa temprana juventud, un genio formidable, con la que habría pasado como uno de los grandes hombres de la humanidad. Es la segunda gramática más importante después de la de Antonio Nebrija, escrita en 1492, con análogo fin. Su lectura es una delicia, por la concisión, perfección de estilo y claridad en las ideas, en la edición ampliada y comentada por Rufino José Cuervo.
Su permanencia en Londres, y su acceso a la Biblioteca del Museo Británico y a la de Francisco de Miranda, durante diecinueve años, le permitió cultivar ampliamente su acervo cultural en tal grado que constituyó la base para su fecunda obra en Chile, en la tercera etapa de su vida.
Su extensa obra como Jurisconsulto y Legislador, por su aporte a la Constitución Chilena, a la Redacción del Código Civil, que al igual que lo hacen los literatos con el Napoleónico, es preciso leer para perfeccionar el arte de escribir con precisión en las ideas y la elegancia en el estilo.
Fue, además Pedagogo, de múltiples facetas, que creó “escuela” y una constelación de discípulos que continuarían su obra. Su discurso al inaugurar la Universidad de Chile, de la que sería su Rector aún después de su desencarnación, impresionó al joven Rafael Caldera, cuando a los diecinueve años escribió su obra “Andrés Bello”, -clásico continental del bellismo-, analizando las principales las vertientes del Maestro.
Fue el pionero, en América, del Derecho Internacional, siendo el redactor de gran número de Tratados, además de la reseña de Bolívar en Londres, de lectura obligada, y de la adaptación de los principios del Derecho de Gentes, a la realidad americana, para hacer más fluidas las relaciones internacionales de las jóvenes naciones.
En geografía, astronomía, historia, poesía de corte clásico, cultivo del latín, griego y otras lenguas, Derecho Romano, Crítica Literaria, Discursos en el Senado Chileno, traducciones como la de Orlando Enamorado, e incontables artículos para la educación de América, sus estudios del Cid, los de Filosofía y filología, entre otros, sus columnas en el Repertorio Americano y en el Araucano, denotan la vastedad de su saber.
Cuando, en cierta ocasión Antonio Leocadio Guzmán daba un discurso sobre Andrés Bello, se disculpa enseguida cuando observa que le resulta poco fácil abarcar la inmensidad del personaje.
Andrés Bello sigue siendo uno de los principales maestros de las patrias americanas, ya que trascendió los límites de la propia, y los nuevos líderes e intelectuales, y cualquier persona que se precie de culta, precisa emular, cultivándose, en las obras completas del sabio venezolano.
Qué influjo no ejercería sobre Rafael Caldera en su larga trayectoria política, pedagógica y de profundo pensador, como se denota en “Moldes para la Fragua”, y en “Reflexiones desde la Rábida”, sin duda otro modelo a emular, para las nuevas generaciones.
Juan Vicente González estaba asombrado cuando el 24 de noviembre de 1865, al llegar la noticia de la desencarnación de Bello, la gente, en la Caracas de entonces, la recibió con cierta indiferencia. Él presintió el suceso al ver que esa tarde era menos alegre que las otras tardes caraqueñas.
Luis Correa señala algo análogo con Teresa de la Parra, escritura de exquisita prosa y estilo clásico, con sus obras cumbres Ifigenia y Memoria de Mamá Blanca. Argentina, México, y el resto de Latinoamérica, exaltaron los méritos literarios de su obra, pero en Venezuela pasó como algo intrascendente.
Empero, los maestros de la Patria constituyen los paradigmas que es preciso emular en la edificación de la propia obra, ya que ellos vieron más lejos los futuros destinos que se precisa construir en el espacio y en el tiempo. Un claro ejemplo lo tenemos con José Antonio Páez y Simón Bolívar.
Pero, al igual que lo hiciera Andrés Bello, hay que avocarse al estudio de la obra de todos los grandes hombres, y mujeres, de la humanidad, para el cultivo de la Doctrina Universal, y tener la visión amplía en las funciones de líderes, que cada generación está destinada a generar.
Centremos, las nuevas generaciones, la atención en la obra de Andrés Bello, y sin duda alguna tendremos el mejor ejemplo a emular en el desarrollo del propio intelecto y comprensión del mundo en el que nos ha tocado vivir.
Adelante. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

JAMÁS DARSE POR VENCIDO: EL VALOR DE LA PERSISTENCIA



JAMÁS DARSE POR VENCIDO

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.


Se requiere un esfuerzo sostenido para mantener el equilibrio vital en la vida.
Las circunstancias diarias, para sacar el diario sustento, en el nivel de necesidades básicas, constituyen pruebas que calibran la propia tenacidad y resistencia. Empero, los niveles de necesidades alcanzan rangos más exigentes, aún, pero motivan todas las realizaciones humanas y le dan sentido a la vida.
Es necesario poseer la tenacidad de una hormiga para persistir, pese a lo poco favorable de la perspectiva en curso; y, también, la resistencia férrea de los antiguos íberos, para no abandonar a mitad de camino, y soportar cualquier eventual adversidad, en la ejecución de la acción, hasta obtener el beneficio equivalente, o mayor, que sea factible, en cada caso.
La voluntad es el motor; la actitud es la que determina el triunfo, o su ausencia; la imaginación, como visión del espíritu, es la que abre el mejor cauce, que luego sigue, dócilmente la voluntad, hasta alcanzar los resultados apetecidos. La aptitud, es la que marca la diferencia entre una obra normal y la del genio. La intuición permite abrir caminos inexplorados y la inspiración le insufla el hálito divino que sublimiza toda obra humana.
El ánimo contento permite disfrutar el viaje de la vida, sin quejas, denotando autodominio, serenidad, comprensión de los valores universales, fortaleza y la conducción de una vida virtuosa y sosegada. La honradez y la sinceridad, permiten que el sentido de la justicia guíe, y oriente, todas las acciones humanas, y así vivir en perfecta armonía, con la conciencia en paz. La paz de la conciencia es un bien inestimable y se refleja en la serena faz del ser justo y perfecto en las intenciones, por el libre albedrío, ya que perfecto emanó a la conciencia de la vida a partir de la Divinidad.
No existen atajos en la vida; es preciso recorrer el camino paso a paso, siempre en sentido de la meta y todo el tiempo necesario, emulando a la naturaleza que para obtener cada fruto precisa un tiempo determinado, según su valía.
Cuando se introduce un clavo en la pared, hay que martillar con persistencia pese a la resistencia que ésta pueda anteponer. Llega el momento en el cual un solo golpe, termina por introducirlo, fácilmente, y sin esfuerzo alguno.
Jamás hay que darse por vencido frente a ningún obstáculo o resistencia; es preciso volver una y otra vez a la acción firme y sostenida. Cuantas veces sea requerido, es preciso persistir, sin abandonar, hasta transmutar la situación “aparentemente” adversa, en ventajosa. Son las pruebas de la vida la que rinden más interesante el arte de vivir, para desarrollar la inteligencia y optimizar los resultados, con mérito propio.
Cuando alguien se niega en abandonar al ponerse las cosas menos fáciles, es el instante en que se activan los poderes creadores de la mente, y comienzan a surgir las coincidencias favorables al fin propuesto.
Cuando el juego de la vida se vuelve más exigente, únicamente los mejores jugadores permanecen en el mismo. Es un mecanismo de selección natural en el ascenso evolutivo. Empero, todos están obligados a avanzar de acuerdo a los propios estados de conciencia.
Esto ocurre en el mercado, en cualquier tipo de actividad. Las oscilaciones cíclicas de la economía, de la historia, de la sociedad, presentan fases de expansión y de contracción, de recuperación y de recesión. Son las estaciones cíclicas de la vida, equiparables a las de la naturaleza: primavera, verano, otoño e invierno. Cada uno cumple su cometido en el logro del equilibrio esencial.
La acción es acorde a las propias fuerzas, ya que la vida jamás antepone pruebas que superen el propio potencial. Mientras más exigentes sean las pruebas de la vida, en equivalente grado emana el poder potencialmente infinito que se anida en el interior, y el conocimiento intuitivo e inspirativo que permite conocer el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto y el por qué.
Los objetivos esenciales deben anteponerse por escrito, en su estricto orden prioritario. Luego se planea su ejecución en el espacio y en el tiempo. Empero, acto seguido es preciso ponerse en camino, dando el primer paso. Después, dar los siguientes hasta culminar cada etapa, ad infinitum.
Con el timón fijo en dirección del puerto seguro, hay que anticipar las tempestades y ponerse a resguardo, tomando las debidas precauciones.
Los escollos deben ser sorteados y seguir adelante, una y otra vez. Oportunamente, la provisión de recursos precisados se presenta de donde menos se espera, o piensa. Hay que ir por ella. Solo los que llegan a la meta se reparten los beneficios. Aunque, todo el camino está repleto de frutos que se van saboreando en su recorrido, además de la gratificación de la experiencia.
El camino que conduce a nuestra meta, que es parte del camino de retorno a la Divinidad, y que nos separa del lugar en el que nos encontramos, es preciso recorrerlo antes o después. Es la misma Divinidad la que guía los propios pasos, de manera imperceptible, pero segura.
Mientras más exigente sea dicho camino, de mayor envergadura será el desarrollo de las propias aptitudes y más dulces los frutos saboreados. El Gran Pedagogo Universal es el gran conductor, pastor de hombres y de cada ente en los cuatros reinos naturales.
Adelante. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

LA EXPRESIÓN DE LA DIVINIDAD, -Primera parte-.


LA EXPRESIÓN DE LA DIVINIDAD
-Primera parte-

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.

-Para meditar en profundidad, en el tiempo, por ser un tema complejo, poco usual y de largo alcance, pero apasionante. En él reside la esencia y el sentido de la vida. Es una meditación para toda la eternidad, que, continuamente aportará nuevos elementos de estudios en la espiral evolutiva de los roles, los estados y las estaciones, o, el caminante, el camino y la fuente, es decir: la expresión de Divinidad y de sus atributos divinos, en los seres y en su conciencia, en los cuatro reinos naturales-


Meditaba, desde hace algunos días, sobre la expresión de la Divinidad en cada ser de los cuatro reinos naturales. Esa reflexión la he ido profundizando a raíz del pequeño ensayo sobre Cagliostro, donde afirmaba, con contundencia, que aquel “hijo de la luz” había efectuado la transmutación alquímica, logrando un oro purísimo, en un laboratorio suizo, en el que trabajara durante un tiempo.


Al reflexionar sobre la transmutación física de un elemento determinado, en otro, que suele ser el oro, el alquimista sólo puede accionar sobre la materia, pero no desplazar al espíritu elemental del plomo para hacer reencarnar en el metal transmutado, al espíritu del oro. Eso, por la razón de su imposibilidad, dado que representaría exactamente lo mismo que, en una persona encarnada, se le cambiara su espíritu por otro, lo cual, por la ley cósmica, resulta de todo punto de vista, imposible. Este fenómeno es parcialmente posible, por breves intervalos, mediante la facultad de la posesión espiritual de un espíritu, encarnado o desencarnado, sobre un ser encarnado. Pero, el espíritu de dicha persona permanece en su estado de encarnado, aunque momentáneamente pueda estar emancipado del cuerpo, por el desdoblamiento.
Evidentemente, esta reflexión nos abriría un campo “nunca antes pensado”, de que, en el mundo mineral, al igual que en el vegetal, y en el animal, este fenómeno de la posesión espiritual, fuese posible. No hay duda alguna de que en el mundo animal este fenómeno es factible, y además existen registros diversos de que el fenómeno se ha realizado, y se realiza, normalmente. Determinadas observaciones en el mundo vegetal, como es el de la telepatía entre un ser humano y una planta, y de una planta a un ser humano, en ambos sentidos, es factible, y de hecho ha ocurrido, y lo sigue haciendo, lo mismo podría darse con los espíritus elementales y los elementos del reino mineral. Por supuesto, en primera instancia entre entes de la misma especie.
Sin embargo, la transmutación del plomo en oro, nos indicaría que, la interrelación espiritual existe, también, entre entes diferentes del mismo reino de que se trate, es decir: minerales con minerales, vegetales con vegetales, animales con animales y por supuesto, humanos con humanos.
Empero, se vislumbra, por los fenómenos observados, que esa interrelación también es factible entre los entes de los diferentes reinos: mineral, vegetal, animal y humano, interactuando recíprocamente.
En la eterna polarización, cada ente espiritual de los cuatro reinos naturales, desde su inicio a la conciencia individual, como emanación de la Divinidad, sin dejar de ser la Divinidad, y sin separarse de la Divinidad, da inicio a la eterna polarización, efectuando una transmutación constante de un estado a otro más elevado, adquiriendo nuevos estados de conciencia. Esos estados de conciencia, al estilo sufí, se vinculan con cada uno de los valores universales, como por ejemplo, el amor, la justicia, la belleza, la fortaleza, la templanza, etcétera. Y, en cada estado, o valor, recorrer las infinitas estaciones, o grado de progreso, sin límites algunos, ya que, en su conciencia, como réplica de la de la Divinidad, y en su ser individual, como expresión de la misma Divinidad, es la misma Divinidad, con todos sus atributos potencialmente dotados en grado infinito, que eternamente expresará en la medida que va afrontando niveles más elevados de conciencia de necesidades, deseos o anhelos de progresos. Cada ente, en cada especie, inicia un camino infinito, circunferencialmente hablando, en cada uno de los valores universales, o atributos divinos, o estado de conciencia, simultáneos como estados y estaciones, es decir, por ejemplo, el estado del amor, y el grado del amor que expresa en un momento dado.  
Pongamos por ejemplo una rosa: El espíritu de la rosa evolucionará eternamente, expresando cada vez un mayor grado de perfección, de sabiduría, de belleza, de fortaleza, y todos los estados, en los cuales recorrerá, eternamente, las infinitas estaciones, expresando, cada vez más, la Divinidad que es, y representa, al mismo tiempo, en esa PERSONALIDAD particular, en el sentido de “mascara”. Cada ser, en los cuatro reinos naturales, al expresar su personalidad individual, está utilizando una “máscara-personalidad” determinada, según el rol que desempeña. Pero, en todos los casos, el actor es uno sólo: EL SER UNIVERSAL, sin separarse de sí mismo, y sin dejar de ser Él mismo.
De acuerdo con este enfoque, el Espíritu de la Rosa, en su eterna carrera como ser individual, jamás encontrará límites a su progreso. Siempre expresará en mayor grado de perfección a la Divinidad que es, y representa, al mismo tiempo. Y, en ese recorrer de los inmensos ESTADOS, o valores universales, o desarrollo de los atributos divinos, en estados de conciencia, y en estaciones, o grados, dentro de la conciencia de cada estado, o valor, encuentra su respectiva AUTORREALIZACIÓN. Esta auto-realización es el paso gradual por las infinitas estaciones de los inmensos ESTADOS, o valores universales, que son los atributos divinos, del ser individual, y del Ser Universal, recíprocamente. Es un camino “continúo” y circunferencial al mismo tiempo. “Continúo”, por cuanto en las infinitas estaciones de cada estado, el avance es ascensional sin límites, de menor a mayor grado, siguiendo la eterna polarización. Pero, ese camino recto se sigue en forma de espiral. Es una espiral ascensional, de menos a más, en cada estación o grado, recorriendo todas las estaciones de todos los estados, o valores, y al concluir la esfera de ese estado de conciencia, pasa a la estación siguiente, una nueva esfera evolutiva, que representa un grado más elevado de progreso, de percepción y de conocimientos.

Ese camino que inicia cada ser individual, en los cuatro reinos naturales, es un infinito en el eterno retorno de sí hacia el Ser Universal. En el respectivo rol, ese ente individual, mineral, vegetal, animal o humano, sigue su propio camino, donde, tanto él, como el camino, y la fuente a la que tiende, gradualmente y eternamente, es la misma Divinidad: el ser, el camino y la fuente. Pero, al mismo tiempo existe una cierta y aparente separatividad, o diferenciación, ya que el Ser Universal acompaña, guía y dirige al ser individual, que es una expresión e instrumento de su voluntad.  Es un canal de expresión de la Divinidad, con un fin suficiente, y definido, en sí mismo.
Cada ser, en su inherente camino, encontrará el mismo estado de iluminación, y de autorrealización. Las mismas pruebas, los mismos progresos, y las mismas gratificaciones. Y, todo ser, gradualmente, en los cuatro reinos naturales, va recorriendo los caminos de los ESTADOS o valores, POR LAS INFINITAS ESTACIONES, O GRADOS, simultáneamente. Cada reino marcha paralelamente en progreso al de los demás seres de los cuatro reinos naturales, y la percepción de la “separatividad”, por la forma, o reino, es aparente, ya que se trata de la misma DIVINIDAD. Los niveles de progreso, en la conciencia, se equiparan y ninguno es menor ni mayor que otro, en importancia, -aunque, cada quien expresa el nivel alcanzado, en un momento dado, por propio esfuerzo-, al igual que la “superioridad” de un reino sobre otro también es aparente: ni el hombre es superior a la hormiga, ni ésta al hombre, aunque el hombre puede, erróneamente creer otra cosa. Es un trabajo complementario, donde, si faltara uno de esos eslabones, todo el equilibrio universal se vendría abajo. Esta percepción, en forma clara, la tuvo Víctor Hugo, en cierta oportunidad; él dio a entender, parafraseándolo, de que si fuera posible exterminar la especie más diminuta del reino animal, ponía por ejemplo a la hormiga, se rompería el equilibrio universal. Una pregunta necesaria: Sería capaz usted de realizar el trabajo de una hormiga, de una abeja o de una rosa? Personalmente lo dudo, por cuanto usted no posee ni la sabiduría de una hormiga, ni la de la abeja, ni la de la rosa, ni su fortaleza, ni su templanza, ni su amor, ni su generosidad, que todo lo aportan gratuitamente, al bien común, ejemplo que los humanos deben emular, aunque en la práctica, sin darnos cuenta, lo realizamos, pero es preciso hacerlo conscientemente. –Por supuesto, usted posee sus propios atributos y méritos que les son inherente, que nadie, en los demás reinos, por su humildad, y sabiduría, le discute-. Cada uno de esos reinos es un mundo de sabiduría con incontables lecciones para el ser humano, cuya humildad, únicamente, le hará aprovechar, útilmente.
Esa Rosa que hoy nos admira, la seguiremos admirando en esos infinitos mundos por los cuales iremos ascendiendo en progreso. En cada uno de esos infinitos niveles de conciencia, apreciaremos un mayor grado de expresión de los estados y de las estaciones, de la DIVINIDAD, en sus múltiples roles-mascaras-personalidades, a nivel individual, en los cuatro reinos naturales. Sigue siendo un “juego” de Dios con Dios, para expresar los ESTADOS POTENCIALES en estados auto-realizados de conciencias, en infinitas estaciones o grados.
En la segunda parte de este ensayo analizaremos los efectos de los injertos a nivel vegetal, los cruces de razas a nivel animal, y de grupos étnicos, a nivel humano, y su analogía con la transmutación alquímica, y los estados de conciencia y las estaciones en cada ser de los cuatro reinos naturales.  
Adelante.

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

martes, 4 de diciembre de 2012

SALARIO CÓSMICO




SALARIO CÓSMICO

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.

       Cada cosa tiene su precio, hay que pagarlo o cobrarlo. Si cada quien hace lo estrictamente necesario, equivalente a lo que recibe como pago, desaprovecha el cobro más importante: el salario cósmico.
       Cuando se realiza un trabajo a la perfección, incluso dando beneficios adicionales por lo que se recibe como pago, es decir, excelente atención, una sonrisa agradable, una frase amable, la concesión de algún detalle extra gratuito, una información que va más allá del servicio solicitado, sugerencias que ahorran tiempo y dinero, asesoramiento que optimizan resultados  y resuelven situaciones, una frase de felicitación, una idea creativa que permita realizar algún negocio a la personas que se le da, la transmisión generosa de conocimientos, etcétera, permite obtener los siguientes beneficios:
 1.                Sensación de bienestar  y auto-realización; incremento de la auto-estima y confianza en sí y en sus propias posibilidades; obtención de la experiencia que consolida la propia jerarquía de experto (a), que implica evolución personal y profesional; solvencia ética y solidez; fortalecimiento de la visión de líder.

 2.                Reconocimiento ajeno, lo cual incrementa la estimación del entorno en que se actúa. Genera méritos que permiten ascensos y progresos profesionales y comerciales. Los héroes adquieren gloria inmortal y el derecho de ser considerados  como benefactores de la humanidad o de la patria. Se obtiene el respaldo de los superiores  o de la colectividad, lo cual incrementa la cooperación, el apoyo, el equilibrio, mejores resultados, continuidad, crédito y la recomendación, en una cadena sin fin, que aporta nuevas oportunidades, éxitos, estímulos, riquezas, agradecimiento y compensación.
 3.                Un trabajo bien efectuado genera ejemplos dignos de emulación que guían a las nuevas generaciones en el camino correcto de hacer las cosas. Se comprende que, dando lo mejor de sí, se recibe lo mejor de los demás.
 4.                Esta forma de salario universal es la mejor manera de contrarrestar el anti-salario -o costo cósmico-.
 Cada vez que se adquiere el compromiso de efectuar una tarea, lo que importa es realizar la misma de la mejor manera posible de forma tal que arroje óptimos y satisfactorios resultados. Si se adquirió el compromiso, la labor hay que hacerla bien o se pagará el anti-salario  o costo cósmico, es decir, los efectos negativos causados en los demás que descalifican al ejecutor y les restan oportunidades. Más allá del pago que se pueda recibir en el aspecto económico, si la tarea es realizada bien, por la ley de reciprocidad, se recibirá la compensación de donde menos se espera.
 Un trabajador que ejecuta a la perfección su labor, más allá del salario de la empresa a la cual presta sus servicios, está el reconocimiento del cliente que comienza a preferirle. Los empresarios competidores perciben la optima reputación que va formando y cuando menos lo espera se le abren nuevas oportunidades que van más allá del salario económico adecuado que hubiera percibido, en el caso de que este fuera insuficiente.
 Cuando se realizan obras en beneficio de la colectividad, dando, generosamente, tiempo, conocimientos, esfuerzos y, a veces, dinero, se van efectuando, sin darse cuenta, depósitos en el banco cósmico que, oportunamente, proveerán, a la persona en particular, de lo requerido por él.

 De igual manera, esos depósitos, -en el Banco Cósmico-, constituyen  un capital siempre disponible que, la vida, oportunamente, facilita cuando más se le requiere, apareciendo, la provisión cósmica, donde menos se espera, pero siempre a tiempo.
 Dar es el mejor camino para recibir. Cuando se da, la misma fuerza vaciante, al retrotraerse, trae las cosas nuevas que se requieren. Hay que ser como el agua que corre, lo cual permite la llegada  de la nueva, manteniendo la frescura y la vida. El agua estancada que se deja de dar se deteriora y se vuelve inservible para el poseedor y para todos.
 La renovación viene del hecho de dar más y mejores cosas de sí.
 Hay que tener confianza en que la vida siempre traerá más cosas de las cuales se dan.  El depósito universal es infinito y, al dar, cada quien, se transforma en canal del cósmico que permite fungir como distribuidor.
 En el trabajo de reparto siempre existe el salario cósmico que permite retener un porcentaje  como beneficio por los servicios prestados. Pero, hay que desengañarse, el dinero es sólo una de las muchas formas de pago que usa la vida.
 Todo el capital existente podría resultar insignificante frente a los inmensos beneficios del salario cósmico.
 Comprender, -y aplicar-, estos principios del salario cósmico, es una de las formas más efectivas que existen para conectarse con la abundancia cósmica.
 La gente que más prospera positivamente y disfruta, realmente, de las bondades de la vida a plenitud, con un elevado sentido de autorrealización, son las que realizan actividades que reciben como pago el salario cósmico.
 La vida otorga beneficios en forma equivalente a los servicios que se prestan por medio de un estricto cumplimiento de la ley de la justicia  y sus dos auxiliares: la ley de la igualdad y la de compensación.
 Sé un instrumento de la abundancia cósmica  y conviértete  en un canal de distribución  de luz, amor, sabiduría, armonía, equilibrio, orden, felicidad, riqueza, salud, paz, etcétera, y obtén, cada día, mejor salario cósmico.
 Adelante.





sábado, 1 de diciembre de 2012

LA VERGÜENZA, MAESTRA DE LA VIDA




LA VERGÜENZA,
MAESTRA DE LA VIDA

POR © GIUSEPPE ISGRÓ C. 

Para los antiguos griegos, la vergüenza equivalía al sentido del honor; la denominaban “aidós” cuando se refería a la expresión de tal sentimiento en sí mismo/a; y “némesis” o “recta indignación” cuando se experimentaba en relación con la conducta ajena.

Alfonso Reyes, uno de los máximos humanistas hispanoamericanos del siglo XX, en su obra Rescoldo de Grecia, hace un sintético e interesante estudio sobre el tema.

Según Reyes, -“hay actos que no se ejecutan sin sentir el reproche interno, y que (las personas) prefieren abstenerse de realizar”. Mientras que, la “némesis”, “surge entre verdaderos testigos del acto que la provocan”. En los casos que nadie los presencie, -“el acto, sin embargo, respira némesis, sólo que no hay pecho que lo reciba”. Luego agrega que, “némesis viene poco a poco a ser el reproche cósmico que nos hostiga en la tierra”.

Demetrio Falereo, -ese gran político, filósofo peripatético,  orador y escritor griego del siglo IV a.n.e., -organizador y primer director de la Biblioteca de Alejandría-, expresó: -“Dentro de la casa tened vergüenza de vuestros padres, fuera de ella, de todos cuanto os vean, y en la soledad téngala cada uno de sí mismo”.

Hay una ley divina mediante la cual, el infractor –aún cuando lo sea a nivel de deseo o representación mental- experimenta tanto el efecto coercitivo, como el “correctivo”o sancionador, a la vez, de la vergüenza.

En la primera fase, el efecto coercitivo de la vergüenza  se manifiesta como resistencia ético-moral a infringir cualesquiera de las leyes cósmicas o naturales, las de derecho público o privado, así como las normas morales, y las de las buenas costumbres y urbanidad universalmente aceptadas; el elemento tentador que se manifiesta, a nivel mental, exhortando al hecho punible, se encuentra con la barrera o resistencia de la fuerza moral de la vergüenza que experimentaría frente  al Gran Ser Supremo, frente a la sociedad y a sí mismo/a, tiene efectos coercitivos –es decir, de freno-, que le impide dar el paso que separa de lo lícito.

La vergüenza ha surtido efecto y la persona conserva la paz y quietud interior, y, sobre todo, la tranquilidad de su conciencia,  –severo juez-, cuya voz interior conminatoria, constituye un verdadero verdugo para el infractor.

En la otra fase, en el caso de que,  la voz tentadora interna bloqueara el poder coercitivo, es decir, de freno, de la vergüenza, -o sentido del honor-, que indica lo justo, en cada caso, y triunfare, realizando el acto ilícito, modificándose con la conducta respectiva, algún hecho del mundo exterior, o simplemente, una vez aceptada la realización del acto indebido, efectuado a nivel de representación mental –en este último caso de manifestación más sutil a nivel del mundo interior o psíquico del individuo, de la cual, Jesús de Nazareth tenía plena conciencia, al decir que, al desear las cosas ajenas, o la mujer del prójimo, ya se había pecado, entonces, desde el mismo instante de aceptación del hecho objetable, comienza a actuar el poder “coactivo-sancionador” de la vergüenza, a nivel personal y, de la “Némesis”, o reproche cósmico a nivel externo y, por medio de mecanismos cósmicos existentes a tales efectos, de donde menos se piensa, comienzan a surgir las personas, circunstancias o situaciones, además del respectivo reclamo interno de la conciencia, que, por cualquier forma o medio –aún sin aparente  relación con el hecho punible, realizado o en vía de serlo-,hace experimentar la vergüenza  correctora o sancionadora.

Los demás experimentan indignación hacia el infractor; mientras que éste siente vergüenza, o reproche interno, en forma de arrepentimiento, que lo lleva a enmendar su acción o conducta inadecuada a la norma ético-moral o de derecho, haciendo, en el futuro, más fuerte y resistente el poder coercitivo o, de freno, de la vergüenza, frente a la voz tentadora.

En la persona honrada, el poder de la vergüenza proporciona la fuerza necesaria o estímulo adicional para emplearse a fondo, para cumplir cualquier trato o compromiso adquirido, es decir, efectuar un pago puntualmente; realizar un trabajo bien hecho; observar una conducta  idónea en todos los actos de la vida; ser respetuoso y amable; mantener la compostura, positividad y serenidad frente a los sucesos exteriores que le competen; asumir la propia responsabilidad  frente a todos y a sí mismo, dando la cara, oportunamente, etc.

El estudiante honesto tiene vergüenza de cosechar triunfos inmerecidos; y la misma fuerza intrínseca de la vergüenza le insta a esforzarse más y mejor, para asimilar conocimientos y así estar preparado para el momento de la evaluación más importante, -no sólo frente a sus examinadores para aprobar determinado grado o curso-, sino frente a la vida, quien le evalúa por los resultados que obtiene; y frente a sí, por cuanto el juez más severo es el propio yo interno, su conciencia, que le indicará, siempre,  que aún debe y, puede, dar más de sí, por medio de la insatisfacción personal y el poder coercitivo y el “coactivo cósmico” de la vergüenza, para alcanzar lo óptimo y necesario en cada caso.

La vergüenza es un impulso estimulante para actuar con decoro, respeto y fidelidad, dando valor por valor, haciendo a otros lo mismo que a cada quien le gustaría recibir en idénticas condiciones; por supuesto, los valores éticos-morales de la persona fortalecen el efecto rector de la vergüenza o el sentido del honor; por lo cual, la convicción de lo justo, lo recto, lo adecuado, en cada caso, es el mejor camino para mantener intacto el propio honor y una elevada auto-estima, modeladora de los grandes destinos humanos y universales.

La vergüenza es una manifestación activa de la prudencia y constituye un freno para mantenerse dentro de los límites de la adecuada dignidad personal. A la vez, es sanción, o castigo, para el infractor o la infractora, al exponerle los propios actos  a  la “recta indignación” o “némesis” de la sociedad decente, con efectos de repudio y excluyentes, tanto a nivel comercial, profesional o personal.

Que nadie pueda recriminar su conducta es el sincero anhelo de la persona con elevado sentido del honor o probidad; es el sentir de quien, dando cabida al poder positivo y moralizante de la vergüenza, con rectitud y definida conciencia ética, se mantiene dentro de los límites de lo justo, de lo ecuánime, verdadero, sincero y objetivo.


**


Cuando las circunstancias, exentas de la propia intención, generan resultados de los cuales se es responsable, la persona con rectitud de conciencia simplemente asume los hechos y responde de los mismos, en forma inmediata, única manera de evitar la recriminación de la “aídos” y de la “némesis”, es decir, el reproche propio o ajeno.

La vergüenza, como efecto moderador, es conductora del orden perfecto; indica, a cada quien,  cual es el lugar adecuado que le corresponde. A la persona con meritos se le permite ubicarse y permanecer en el nivel acorde a su dignidad y suma existencial.

La vergüenza, en su polaridad positiva, tiene en sí misma un poder de atracción y otro de repulsión. El primero, atrae lo elevado, lo bueno, lo justo, lo armónico, etcétera, imponiendo un impulso  auto-motivador  para su manifestación tangible. El segundo, repele todo lo que expresa un valor negativo, -o anti-valor-. Es la fuerza rectora a través de la cual, silenciosamente, actúa –coercitiva y coactivamente-, el universo.

El acto indebido genera, en la conciencia, lo que en la antigüedad se denominaba “la mala conciencia” –que atormenta más que el mismo “infierno simbólico”, éste se refiere a penas futuras de incierta aplicación; mientras que la vida actúa aquí y ahora y el infierno o paraíso, cada quien lo experimenta instantáneamente,  -y perdurablemente-, en el espacio y tiempo, de acuerdo a la magnitud de los hechos; positivos o no.

La vergüenza de algunos actos atormenta el espíritu, el alma y el cuerpo; lleva, a la persona, una vez efectuada la compensación, a no volver a incurrir en hechos cargados de anti-valores, para evitar la experimentación  de la pena silenciosa que inflige la vida, a través de la auto-vergüenza, -amén de la pública, que desacredita-, que le recrimina constante e inflexiblemente, hasta crearle conciencia del acto justo, a partir de cuyo momento vuelve la paz interna –verdadero tesoro-.

Solicitar el perdón cósmico, da, a cada persona, la oportunidad de reparar lo debido, reestableciendo el equilibrio y haciendo cesar la “recta indignación” colectiva y cósmica.

El infractor, en cualquiera de sus múltiples e infinitos grados, experimenta, enseguida, el efecto “coactivo” del cósmico y, por todos los canales adecuados, el justo efecto sancionador o pena, correctivo de la conducta, y a la vez, reeducativo y compensador, ya que todo se paga, con sus respectivos intereses cósmicos.

Nadie escapa, y es ahí porque en la antigüedad se hablaba de lo sabio de tener el temor de Dios –el de infringir sus leyes-, por cuanto, “el ojo que todo lo ve”, controla la totalidad  del cosmos, lo premia todo y, a la vez, solicita el pago respectivo, que será efectuado, sin excepción, en el aquí y ahora.

Séneca –gran filósofo estoico- en su Epístola Moral a Lucilo, (40,13), le dice: -“Tanto más, en efecto, trata de apartarte de este vicio cuanto que a ti te será posible contraer tal lacra, a no ser que supere la vergüenza”, Se denota la conciencia que tenía Séneca, de la vergüenza, como barrera antepuesta al mal en general; es decir, un medio preventivo de la naturaleza indicando el peligro; una señal inequívoca de lo que debe ser evitado.

Séneca, vuelve a afirmar con más énfasis: -“No es posible, lo repetiré, que contraigas este vicio sin perder la vergüenza”.

Agustín de Hipona percibe otro aspecto interesante de la vergüenza, cuando expresa: -“….Todo porque nos avergonzamos de abstenernos cuando otros nos incitan a participar”.

Es la vergüenza, en su polaridad negativa, -de los menos fuertes de carácter, cuando son incitados a realizar actos pocos dignos-,  modalidad que se precisa controlar fortaleciendo la auto-estima y afirmando la personalidad con las prácticas de las virtudes y el desarrollo de la visión de los valores universales.

Se requiere evitar los actos “indebidos” y contrarios a la propia voluntad, lo cual, generalmente, ocurre por la vergüenza frente a compañeros (as) o amigos (as) que, en la euforia del grupo, se animan y contagian para la realización de conductas, de las cuales, acto seguido, se amerita el reproche ajeno o el propio arrepentimiento. Este aspecto negativo de la vergüenza va desde el hecho de usar productos de marca; la de fumar sin desearlo, o, ingerir licor, en una reunión de negocios, cuando lo que se quiere es tomar un zumo de frutas,  hasta la realización de hechos pocos positivos; igualmente se expresa en el temor de “lo que dirán”, cuando se trata de emprender una acción original, diferente, o asumir una línea de pensamiento distinta a la mayoría que, en las personalidades definidas, y auténticas, la conciencia de lo positivo -e importancia de los propios actos-, constituye móvil suficiente para emprender la tarea, sin importar los obstáculos a vencer, y, al final, el triunfo es seguro.

Es preciso superar a “toda costa” ese temor  “del que dirán”, expresión negativa de la vergüenza y afirmar la positividad  de la misma, haciendo todo lo que se teme hacer.

Mientras los propios actos no perjudiquen a nadie, no se debe sentir vergüenza por nada.

Es conveniente, también, controlar ese afán de búsqueda de reconocimiento ajeno, debiendo bastar, en las mayorías de los casos, el sentimiento de la propia importancia y valía.

Cada quien, siempre, es mejor de lo que se cree. La persona honrada, en cualquier posición en que se encuentra, -y, mientras más elevada mejor-, por cuanto precisa demostrar menos, siempre preferirá el perfil más modesto, en base al recto proceder, que cualesquiera otra forma que deje de ajustarse a tal patrón ético-moral.

Más vale la escoba honrada del barredor que la pluma de oro usada incorrectamente; es más valiosa comida modesta en casa con techo de paja, propia, que suntuosos majares en mansión lujosa ajena, -decía Salomón.

Es necesario afirmar, cada día más y mejor, en la conciencia, la visión de los valores positivos universales del amor, la sabiduría y/o prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, el orden, la igualdad, la compensación, el respeto mutuo, la tolerancia, la fraternidad, la cooperación recíproca, etcétera, haciendo que los propios se ajusten, -y guíen-, por sus elevados principios  direccionales, de rectitud absoluta, rehuyendo aquéllos que pudieran representar anti-valores respectivos.

Abriendo la mente a la luz de la visión de los valores universales, meditando en los efectos positivos de su aplicación y practicando asiduamente la ética cósmica, se afirma, cada vez más, una vida llena de auténtica riqueza y abundancia, optimizando el sentido del honor, que no es otra cosa que la guía positiva, y divina, del sentido de la vergüenza, maestro y rector  de la vida.

La vergüenza canaliza el sentimiento del pundonor que mueve a la persona al resguardo de su honra, prestigio y crédito personal por medio de la práctica de todas las virtudes.

Adelante.



martes, 27 de noviembre de 2012

Andrés Bello, El Sabio




ANDRÉS BELLO, EL SABIO

Por ©Giuseppe Isgró C.

Carlos V, con agudeza singular, frente al voraz afán por destruir todo vestigio del pasado, como lo señala Bartolomé De Las Casas, en su reseña al respecto, sugería rescatar la memoria histórica de los antepasados, en el territorio americano.
Uno de los que siguieron aquella sugerencia fue Pedro de Cieza de León, en su Crónica del Perú y en El Señorío de los Incas.
En todo país es preciso rescatar los Valores de la Patria. Andrés Bello, relevante figura del humanismo americano, fue conocido, en su época, como “el hombre que lo sabía todo”.
Ya al salir para Londres, en junio de 1810, en compañía de Luís López Méndez y de Simón Bolívar, había escrito su Resumen de la Historia de Venezuela, y la Gramática Castellana para el uso de los americanos, con la que buscaba mantener la unidad del castellano, era una obra acabada.
Sin duda, denota ya, a esa temprana juventud, un genio formidable, con la que habría pasado como uno de los grandes hombres de la humanidad. Es la segunda gramática más importante después de la de Antonio Nebrija, escrita en 1492, con análogo fin. Su lectura es una delicia, por la concisión, perfección de estilo y claridad en las ideas, en la edición ampliada y comentada por Rufino José Cuervo.
Su permanencia en Londres, y su acceso a la Biblioteca del Museo Británico y a la de Francisco de Miranda, durante diecinueve años, le permitió cultivar ampliamente su acervo cultural en tal grado que constituyó la base para su fecunda obra en Chile, en la tercera etapa de su vida.
Su extensa obra como Jurisconsulto y Legislador, por su aporte a la Constitución Chilena, a la Redacción del Código Civil, que al igual que lo hacen los literatos con el Napoleónico, es preciso leer para perfeccionar el arte de escribir con precisión en las ideas y la elegancia en el estilo.
Fue, además Pedagogo, de múltiples facetas, que creó “escuela” y una constelación de discípulos que continuarían su obra. Su discurso al inaugurar la Universidad de Chile, de la que sería su Rector aún después de su desencarnación, impresionó al joven Rafael Caldera, cuando a los diecinueve años escribió su obra “Andrés Bello”, -clásico continental del bellismo-, analizando las principales las vertientes del Maestro.
Fue el pionero, en América, del Derecho Internacional, siendo el redactor de gran número de Tratados, además de la reseña de Bolívar en Londres, de lectura obligada, y de la adaptación de los principios del Derecho de Gentes, a la realidad americana, para hacer más fluidas las relaciones internacionales de las jóvenes naciones.
En geografía, astronomía, historia, poesía de corte clásico, cultivo del latín, griego y otras lenguas, Derecho Romano, Crítica Literaria, Discursos en el Senado Chileno, traducciones como la de Orlando Enamorado, e incontables artículos para la educación de América, sus estudios del Cid, los de Filosofía y filología, entre otros, sus columnas en el Repertorio Americano y en el Araucano, denotan la vastedad de su saber.
Cuando, en cierta ocasión Antonio Leocadio Guzmán daba un discurso sobre Andrés Bello, se disculpa enseguida cuando observa que le resulta poco fácil abarcar la inmensidad del personaje.
Andrés Bello sigue siendo uno de los principales maestros de las patrias americanas, ya que trascendió los límites de la propia, y los nuevos líderes e intelectuales, y cualquier persona que se precie de culta, precisa emular, cultivándose, en las obras completas del sabio venezolano.
Qué influjo no ejercería sobre Rafael Caldera en su larga trayectoria política, pedagógica y de profundo pensador, como se denota en “Moldes para la Fragua”, y en “Reflexiones desde la Rábida”, sin duda otro modelo a emular, para las nuevas generaciones.
Juan Vicente González estaba asombrado cuando el 24 de noviembre de 1865, al llegar la noticia de la desencarnación de Bello, la gente, en la Caracas de entonces, la recibió con cierta indiferencia. Él presintió el suceso al ver que esa tarde era menos alegre que las otras tardes caraqueñas.
Luis Correa señala algo análogo con Teresa de la Parra, escritura de exquisita prosa y estilo clásico, con sus obras cumbres Ifigenia y Memoria de Mamá Blanca. Argentina, México, y el resto de Latinoamérica, exaltaron los méritos literarios de su obra, pero en Venezuela pasó como algo intrascendente.
Empero, los maestros de la Patria constituyen los paradigmas que es preciso emular en la edificación de la propia obra, ya que ellos vieron más lejos los futuros destinos que se precisa construir en el espacio y en el tiempo. Un claro ejemplo lo tenemos con José Antonio Páez y Simón Bolívar.
Pero, al igual que lo hiciera Andrés Bello, hay que avocarse al estudio de la obra de todos los grandes hombres, y mujeres, de la humanidad, para el cultivo de la Doctrina Universal, y tener la visión amplía en las funciones de líderes, que cada generación está destinada a generar.
Centremos, las nuevas generaciones, la atención en la obra de Andrés Bello, y sin duda alguna tendremos el mejor ejemplo a emular en el desarrollo del propio intelecto y comprensión del mundo en el que nos ha tocado vivir.
Adelante. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

JAMÁS DARSE POR VENCIDO: EL VALOR DE LA PERSISTENCIA



JAMÁS DARSE POR VENCIDO

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.


Se requiere un esfuerzo sostenido para mantener el equilibrio vital en la vida.
Las circunstancias diarias, para sacar el diario sustento, en el nivel de necesidades básicas, constituyen pruebas que calibran la propia tenacidad y resistencia. Empero, los niveles de necesidades alcanzan rangos más exigentes, aún, pero motivan todas las realizaciones humanas y le dan sentido a la vida.
Es necesario poseer la tenacidad de una hormiga para persistir, pese a lo poco favorable de la perspectiva en curso; y, también, la resistencia férrea de los antiguos íberos, para no abandonar a mitad de camino, y soportar cualquier eventual adversidad, en la ejecución de la acción, hasta obtener el beneficio equivalente, o mayor, que sea factible, en cada caso.
La voluntad es el motor; la actitud es la que determina el triunfo, o su ausencia; la imaginación, como visión del espíritu, es la que abre el mejor cauce, que luego sigue, dócilmente la voluntad, hasta alcanzar los resultados apetecidos. La aptitud, es la que marca la diferencia entre una obra normal y la del genio. La intuición permite abrir caminos inexplorados y la inspiración le insufla el hálito divino que sublimiza toda obra humana.
El ánimo contento permite disfrutar el viaje de la vida, sin quejas, denotando autodominio, serenidad, comprensión de los valores universales, fortaleza y la conducción de una vida virtuosa y sosegada. La honradez y la sinceridad, permiten que el sentido de la justicia guíe, y oriente, todas las acciones humanas, y así vivir en perfecta armonía, con la conciencia en paz. La paz de la conciencia es un bien inestimable y se refleja en la serena faz del ser justo y perfecto en las intenciones, por el libre albedrío, ya que perfecto emanó a la conciencia de la vida a partir de la Divinidad.
No existen atajos en la vida; es preciso recorrer el camino paso a paso, siempre en sentido de la meta y todo el tiempo necesario, emulando a la naturaleza que para obtener cada fruto precisa un tiempo determinado, según su valía.
Cuando se introduce un clavo en la pared, hay que martillar con persistencia pese a la resistencia que ésta pueda anteponer. Llega el momento en el cual un solo golpe, termina por introducirlo, fácilmente, y sin esfuerzo alguno.
Jamás hay que darse por vencido frente a ningún obstáculo o resistencia; es preciso volver una y otra vez a la acción firme y sostenida. Cuantas veces sea requerido, es preciso persistir, sin abandonar, hasta transmutar la situación “aparentemente” adversa, en ventajosa. Son las pruebas de la vida la que rinden más interesante el arte de vivir, para desarrollar la inteligencia y optimizar los resultados, con mérito propio.
Cuando alguien se niega en abandonar al ponerse las cosas menos fáciles, es el instante en que se activan los poderes creadores de la mente, y comienzan a surgir las coincidencias favorables al fin propuesto.
Cuando el juego de la vida se vuelve más exigente, únicamente los mejores jugadores permanecen en el mismo. Es un mecanismo de selección natural en el ascenso evolutivo. Empero, todos están obligados a avanzar de acuerdo a los propios estados de conciencia.
Esto ocurre en el mercado, en cualquier tipo de actividad. Las oscilaciones cíclicas de la economía, de la historia, de la sociedad, presentan fases de expansión y de contracción, de recuperación y de recesión. Son las estaciones cíclicas de la vida, equiparables a las de la naturaleza: primavera, verano, otoño e invierno. Cada uno cumple su cometido en el logro del equilibrio esencial.
La acción es acorde a las propias fuerzas, ya que la vida jamás antepone pruebas que superen el propio potencial. Mientras más exigentes sean las pruebas de la vida, en equivalente grado emana el poder potencialmente infinito que se anida en el interior, y el conocimiento intuitivo e inspirativo que permite conocer el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto y el por qué.
Los objetivos esenciales deben anteponerse por escrito, en su estricto orden prioritario. Luego se planea su ejecución en el espacio y en el tiempo. Empero, acto seguido es preciso ponerse en camino, dando el primer paso. Después, dar los siguientes hasta culminar cada etapa, ad infinitum.
Con el timón fijo en dirección del puerto seguro, hay que anticipar las tempestades y ponerse a resguardo, tomando las debidas precauciones.
Los escollos deben ser sorteados y seguir adelante, una y otra vez. Oportunamente, la provisión de recursos precisados se presenta de donde menos se espera, o piensa. Hay que ir por ella. Solo los que llegan a la meta se reparten los beneficios. Aunque, todo el camino está repleto de frutos que se van saboreando en su recorrido, además de la gratificación de la experiencia.
El camino que conduce a nuestra meta, que es parte del camino de retorno a la Divinidad, y que nos separa del lugar en el que nos encontramos, es preciso recorrerlo antes o después. Es la misma Divinidad la que guía los propios pasos, de manera imperceptible, pero segura.
Mientras más exigente sea dicho camino, de mayor envergadura será el desarrollo de las propias aptitudes y más dulces los frutos saboreados. El Gran Pedagogo Universal es el gran conductor, pastor de hombres y de cada ente en los cuatros reinos naturales.
Adelante. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

LA EXPRESIÓN DE LA DIVINIDAD, -Primera parte-.


LA EXPRESIÓN DE LA DIVINIDAD
-Primera parte-

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.

-Para meditar en profundidad, en el tiempo, por ser un tema complejo, poco usual y de largo alcance, pero apasionante. En él reside la esencia y el sentido de la vida. Es una meditación para toda la eternidad, que, continuamente aportará nuevos elementos de estudios en la espiral evolutiva de los roles, los estados y las estaciones, o, el caminante, el camino y la fuente, es decir: la expresión de Divinidad y de sus atributos divinos, en los seres y en su conciencia, en los cuatro reinos naturales-


Meditaba, desde hace algunos días, sobre la expresión de la Divinidad en cada ser de los cuatro reinos naturales. Esa reflexión la he ido profundizando a raíz del pequeño ensayo sobre Cagliostro, donde afirmaba, con contundencia, que aquel “hijo de la luz” había efectuado la transmutación alquímica, logrando un oro purísimo, en un laboratorio suizo, en el que trabajara durante un tiempo.


Al reflexionar sobre la transmutación física de un elemento determinado, en otro, que suele ser el oro, el alquimista sólo puede accionar sobre la materia, pero no desplazar al espíritu elemental del plomo para hacer reencarnar en el metal transmutado, al espíritu del oro. Eso, por la razón de su imposibilidad, dado que representaría exactamente lo mismo que, en una persona encarnada, se le cambiara su espíritu por otro, lo cual, por la ley cósmica, resulta de todo punto de vista, imposible. Este fenómeno es parcialmente posible, por breves intervalos, mediante la facultad de la posesión espiritual de un espíritu, encarnado o desencarnado, sobre un ser encarnado. Pero, el espíritu de dicha persona permanece en su estado de encarnado, aunque momentáneamente pueda estar emancipado del cuerpo, por el desdoblamiento.
Evidentemente, esta reflexión nos abriría un campo “nunca antes pensado”, de que, en el mundo mineral, al igual que en el vegetal, y en el animal, este fenómeno de la posesión espiritual, fuese posible. No hay duda alguna de que en el mundo animal este fenómeno es factible, y además existen registros diversos de que el fenómeno se ha realizado, y se realiza, normalmente. Determinadas observaciones en el mundo vegetal, como es el de la telepatía entre un ser humano y una planta, y de una planta a un ser humano, en ambos sentidos, es factible, y de hecho ha ocurrido, y lo sigue haciendo, lo mismo podría darse con los espíritus elementales y los elementos del reino mineral. Por supuesto, en primera instancia entre entes de la misma especie.
Sin embargo, la transmutación del plomo en oro, nos indicaría que, la interrelación espiritual existe, también, entre entes diferentes del mismo reino de que se trate, es decir: minerales con minerales, vegetales con vegetales, animales con animales y por supuesto, humanos con humanos.
Empero, se vislumbra, por los fenómenos observados, que esa interrelación también es factible entre los entes de los diferentes reinos: mineral, vegetal, animal y humano, interactuando recíprocamente.
En la eterna polarización, cada ente espiritual de los cuatro reinos naturales, desde su inicio a la conciencia individual, como emanación de la Divinidad, sin dejar de ser la Divinidad, y sin separarse de la Divinidad, da inicio a la eterna polarización, efectuando una transmutación constante de un estado a otro más elevado, adquiriendo nuevos estados de conciencia. Esos estados de conciencia, al estilo sufí, se vinculan con cada uno de los valores universales, como por ejemplo, el amor, la justicia, la belleza, la fortaleza, la templanza, etcétera. Y, en cada estado, o valor, recorrer las infinitas estaciones, o grado de progreso, sin límites algunos, ya que, en su conciencia, como réplica de la de la Divinidad, y en su ser individual, como expresión de la misma Divinidad, es la misma Divinidad, con todos sus atributos potencialmente dotados en grado infinito, que eternamente expresará en la medida que va afrontando niveles más elevados de conciencia de necesidades, deseos o anhelos de progresos. Cada ente, en cada especie, inicia un camino infinito, circunferencialmente hablando, en cada uno de los valores universales, o atributos divinos, o estado de conciencia, simultáneos como estados y estaciones, es decir, por ejemplo, el estado del amor, y el grado del amor que expresa en un momento dado.  
Pongamos por ejemplo una rosa: El espíritu de la rosa evolucionará eternamente, expresando cada vez un mayor grado de perfección, de sabiduría, de belleza, de fortaleza, y todos los estados, en los cuales recorrerá, eternamente, las infinitas estaciones, expresando, cada vez más, la Divinidad que es, y representa, al mismo tiempo, en esa PERSONALIDAD particular, en el sentido de “mascara”. Cada ser, en los cuatro reinos naturales, al expresar su personalidad individual, está utilizando una “máscara-personalidad” determinada, según el rol que desempeña. Pero, en todos los casos, el actor es uno sólo: EL SER UNIVERSAL, sin separarse de sí mismo, y sin dejar de ser Él mismo.
De acuerdo con este enfoque, el Espíritu de la Rosa, en su eterna carrera como ser individual, jamás encontrará límites a su progreso. Siempre expresará en mayor grado de perfección a la Divinidad que es, y representa, al mismo tiempo. Y, en ese recorrer de los inmensos ESTADOS, o valores universales, o desarrollo de los atributos divinos, en estados de conciencia, y en estaciones, o grados, dentro de la conciencia de cada estado, o valor, encuentra su respectiva AUTORREALIZACIÓN. Esta auto-realización es el paso gradual por las infinitas estaciones de los inmensos ESTADOS, o valores universales, que son los atributos divinos, del ser individual, y del Ser Universal, recíprocamente. Es un camino “continúo” y circunferencial al mismo tiempo. “Continúo”, por cuanto en las infinitas estaciones de cada estado, el avance es ascensional sin límites, de menor a mayor grado, siguiendo la eterna polarización. Pero, ese camino recto se sigue en forma de espiral. Es una espiral ascensional, de menos a más, en cada estación o grado, recorriendo todas las estaciones de todos los estados, o valores, y al concluir la esfera de ese estado de conciencia, pasa a la estación siguiente, una nueva esfera evolutiva, que representa un grado más elevado de progreso, de percepción y de conocimientos.

Ese camino que inicia cada ser individual, en los cuatro reinos naturales, es un infinito en el eterno retorno de sí hacia el Ser Universal. En el respectivo rol, ese ente individual, mineral, vegetal, animal o humano, sigue su propio camino, donde, tanto él, como el camino, y la fuente a la que tiende, gradualmente y eternamente, es la misma Divinidad: el ser, el camino y la fuente. Pero, al mismo tiempo existe una cierta y aparente separatividad, o diferenciación, ya que el Ser Universal acompaña, guía y dirige al ser individual, que es una expresión e instrumento de su voluntad.  Es un canal de expresión de la Divinidad, con un fin suficiente, y definido, en sí mismo.
Cada ser, en su inherente camino, encontrará el mismo estado de iluminación, y de autorrealización. Las mismas pruebas, los mismos progresos, y las mismas gratificaciones. Y, todo ser, gradualmente, en los cuatro reinos naturales, va recorriendo los caminos de los ESTADOS o valores, POR LAS INFINITAS ESTACIONES, O GRADOS, simultáneamente. Cada reino marcha paralelamente en progreso al de los demás seres de los cuatro reinos naturales, y la percepción de la “separatividad”, por la forma, o reino, es aparente, ya que se trata de la misma DIVINIDAD. Los niveles de progreso, en la conciencia, se equiparan y ninguno es menor ni mayor que otro, en importancia, -aunque, cada quien expresa el nivel alcanzado, en un momento dado, por propio esfuerzo-, al igual que la “superioridad” de un reino sobre otro también es aparente: ni el hombre es superior a la hormiga, ni ésta al hombre, aunque el hombre puede, erróneamente creer otra cosa. Es un trabajo complementario, donde, si faltara uno de esos eslabones, todo el equilibrio universal se vendría abajo. Esta percepción, en forma clara, la tuvo Víctor Hugo, en cierta oportunidad; él dio a entender, parafraseándolo, de que si fuera posible exterminar la especie más diminuta del reino animal, ponía por ejemplo a la hormiga, se rompería el equilibrio universal. Una pregunta necesaria: Sería capaz usted de realizar el trabajo de una hormiga, de una abeja o de una rosa? Personalmente lo dudo, por cuanto usted no posee ni la sabiduría de una hormiga, ni la de la abeja, ni la de la rosa, ni su fortaleza, ni su templanza, ni su amor, ni su generosidad, que todo lo aportan gratuitamente, al bien común, ejemplo que los humanos deben emular, aunque en la práctica, sin darnos cuenta, lo realizamos, pero es preciso hacerlo conscientemente. –Por supuesto, usted posee sus propios atributos y méritos que les son inherente, que nadie, en los demás reinos, por su humildad, y sabiduría, le discute-. Cada uno de esos reinos es un mundo de sabiduría con incontables lecciones para el ser humano, cuya humildad, únicamente, le hará aprovechar, útilmente.
Esa Rosa que hoy nos admira, la seguiremos admirando en esos infinitos mundos por los cuales iremos ascendiendo en progreso. En cada uno de esos infinitos niveles de conciencia, apreciaremos un mayor grado de expresión de los estados y de las estaciones, de la DIVINIDAD, en sus múltiples roles-mascaras-personalidades, a nivel individual, en los cuatro reinos naturales. Sigue siendo un “juego” de Dios con Dios, para expresar los ESTADOS POTENCIALES en estados auto-realizados de conciencias, en infinitas estaciones o grados.
En la segunda parte de este ensayo analizaremos los efectos de los injertos a nivel vegetal, los cruces de razas a nivel animal, y de grupos étnicos, a nivel humano, y su analogía con la transmutación alquímica, y los estados de conciencia y las estaciones en cada ser de los cuatro reinos naturales.  
Adelante.