sábado, 8 de agosto de 2009

POEMA A LO QUE EXISTIR NO PUEDE





POEMA A LO QUE EXISTIR NO PUEDE

©Giuseppe Isgró C.


“Hermanos míos, el Cielo es una designación vaga de la habitación de Dios. El infierno no existe. La muerte es el término de una etapa del Espíritu; las existencias sucesivas operan paulatinamente la purificación en la naturaleza de los Espíritus, a los que la Justicia de Dios da, a todos por igual, una manifestación confusa de la verdad, la cual paso a paso se perfecciona a medida que ellos caminan en la presencia del porvenir, por el abandono de los instintos materiales y por la pureza de los deseos”-.
Vida de Jesús
Dictada por él mismo



¡Oh, tú, que existir no puedes,
agobias al ser humano
en la ignorante materia!
¿Dónde la vida tendría sentido
si tú existencia real tuvieras?

¡Tú, que alimentada yaces
en errónea concepción!
¡Para el hombre racional ya no existes,
pronto nadie ha de temer
frente a la máscara de tu existencia!

¿Acaso no ha observado el hombre
que en la natura nada muere,
que todo se transforma?
¿Habría de ser el eje del progreso
quien en momentos dados
debiera perecer?

¡Renacer, reencarnar, son frases ya comunes,
por las ciencias psíquicas divulgadas!
¡En el hombre, el velo misterioso
que de la muerte su realidad cubría,
ha sido ya rasgado!

A ti que existir no puedes,
evoqué mi canto,
y cual poema sublime.
hizo la inspiración.

Los humanos horizontes han sido esclarecidos,
ya todos mirarte tranquilos pueden
y al unísono cantar aquello que dice así:
¡Muerte, figura equívoca del fin
que no existe,
ya reposar tranquila puedes,
pues, tú sí ya has muerto,
pero, ¿qué digo?
si aún tú no has nacido,
si nacido hubieras, morir no podrías!

¡Sucede,
que en oscuras eras que ya no vuelven,
hasta el presente que tiende
a no seguir opaco,
aparente vida creyeron haberte dado,
pero ese error
en la luz de los hombres

ha sido ya borrado!

martes, 4 de agosto de 2009

MARÍA DONDENA, LA GATA QUE REALIZÓ UNA HAZAÑA





MARÍA DONDENA
LA GATA QUE REALIZÓ UNA HAZAÑA
23 de Diciembre de 1969

© Giuseppe Isgró C.



El relato que sigue, fue escrito por el autor en diciembre de 1969. Es una historia verídica, la cual le fue contada por una familia amiga, en Venezuela. La hazaña había ocurrido a mediados de los años 50, del siglo XX.

El mensaje que contiene sigue vigente. Entre la variada bibliografía consultada durante años, a nivel internacional, este caso refleja la mayor distancia en un fenómeno de esta naturaleza. Los nombres reales fueron sustituidos, excepto el de la protagonista: María Dondena.

Era un día de octubre. La familia Romento, integrada por el matrimonio y tres hijos, en uno de sus viajes periódicos a Caracas, trajeron de Boleitas una gata negra con manchas blanquecinas, algo fea pero simpática con sus vivaces ojos.

El viaje, la gata, lo había realizado encerrada en una caja de cartón, en el viejo carro de la familia.

-¿Quién iba a pensar que esa larga incomodidad de cinco horas de viaje le permitiría aprovechar la gran oportunidad de su vida? La de demostrar al mundo lo grande y real de la inteligencia y capacidad de los gatos, cuya máxima expresión ella representaba en ese momento.

-¡Por fin hemos llegado!, -se habrá dicho María Dondena, al verse libre de la oscura caja donde había realizado su duro viaje.

La familia Romento, al llegar a su residencia, en Puerto La Cruz, había sacado a la asustada gata y encerrado en una pequeña habitación que le servía de depósito.

La señora Romento, después de dar alimento a María Dondena, se retiró tranquila a reposar del largo y cansado viaje.

–Ya se acostumbrará al nuevo hogar-, pensaba mientras cerraba la puerta. Pero, la realidad era otra. María Dondena parecía no estar conforme; allí, en Boleitas, vivía muy bien. Bueno, aquí con la familia Romento, también viviría excelentemente; pero no sería lo mismo. Quizá la vida romántica de María Dondena, allí en Boleitas, le hacía pensar de esta manera. Posiblemente era el afecto que sentía por sus antiguos dueños. En fin, -¿quién sabe lo que era? ¡Son cosas de gatos! Sólo sabemos que no estaba conforme con todo aquello y eso nos basta. -¡Escaparé!, -repetiría en su serena mente, mientras estudiaba el terreno con impasibilidad y férrea decisión.

La señora Romento, por descuido, había dejado media abierta una pequeña ventana en el lado sur de la casa. Seguramente, no era la casualidad la que ayudaba a María Dondena. ¡Muchas veces suceden cosas tan extrañas! Esta era una de aquellas. Afortunadamente ayudaba a la futura heroína.

María Dondena, mientras observaba palmo a palmo la habitación, fijó sus vivaces ojos en lo que sería tabla de su salvación. Allí estaba la salida que la ponía cara a la libertad. Saltando, rápidamente, por encima de unas cajas, maría Dondena alcanzó la ventana, encontrándose ya libre.

Era ese el inicio de la parte culminante de la hazaña. Pero, -¿sabía ella que le separaban 400 Km? -¿Tendría fuerzas suficientes para llegar hasta allí? Otra interrogante tomaba cuerpo: -podría ella orientarse? -¿Cómo regresar si ni siquiera había visto por dónde había venido?

Estas preguntas le habían puesto a meditar, llegando quizá a exclamar: -¡No importa, apelaré a las facultades psíquicas propias de los seres vivientes y regresaré!

Convencida, seguramente, de su triunfo, emprende el retorno que había de conducirle a su amado hogar.
Al día siguiente, cuando la señora Romento fue a llevarle algo de comer, encontró que María Dondena ya no estaba allí. Preocupada, miró por todos lados, pensando que posiblemente se encontraba en alguna de las cajas que allí estaban. Pero no, la pequeña ventana abierta aclaró la realidad. ¡Maria Dondena, había escapado!

No sabemos las miles de situaciones que habrá vivido María Dondena. El hambre, seguro habrá devorado su vacío estómago, aunque, mirándolo bien, son cazadores natos y se las ingenian. La reseca garganta pocas veces habrá encontrado agua, la odiada agua, que apaciguara, aunque levemente, su sed. Pero, superior a todo obstáculo, fiel a todo propósito, realizó la hazaña. María Dondena demostraba ser extraordinaria.

Ocho meses después, la familia antigua de María Dondena, veía llegar una gata en el gran patio de la casa. Era una gata maltrecha. Los gatos del lugar, acostumbrados tanto a echar a todo semejante extraño, por el contrario, se le acercaron con muestra de alegría, como aquellos que después de haber fuera por muchos años a un ser querido, a su regreso le reciben con mezcla de lágrimas y alegría.

Los niños fueron los primeros en exclamar: -¡Mamá, es María Dondena! La sorpresa no pudo ser mayor para aquella señora. Una gata que para demostrar el afecto que siente por sus dueños recorre tantos kilómetros, no pudo menos que despertar, en aquella familia, un gran sentimiento de admiración y cariño. Se le tomó una foto, para registrar el acontecimiento.

Con todo cuidado, María Dondena es atendida por la señora Eugenia, que así se llama aquella señora que la había regalado. Con atenciones maternales curó los efectos de tan largo viaje, cuyas huellas estaban a la vista.

Al cabo de algunos días, maría Dondena, pensaba quizá, que ya había realizado bastante en su intensa vida, o, probablemente intuía que ya se había completado el lapso previsto para ese ciclo de vida; con serenidad manifiesta en los hermosos rasgos de su cara, apaciblemente abandona el mundo de la materia para renacer en el del espíritu, satisfecha, seguramente, de su hazaña.

Realmente fue una hazaña. Casos como estos, indudablemente, siembran interrogantes en las mentes de las personas todas. El relato anterior, evidencia que los animales en general, poseen ciertas facultades de índole psíquica, sobre las cuales tienen gran control, y que, en momentos dados, les permiten hacer realizaciones que a la vista de los seres humanos se catalogan simplemente de extraordinarias.

Los seres humanos, en grado extraordinariamente más elevado, aunque similar en naturaleza, poseen esas facultades psíquicas, las cuales, es preciso, conocer, desarrollar y utilizar en mayor grado. Se ha comprobado, según recientes investigaciones científicas, que el ser humano sólo utiliza apenas de un ocho a un diez por ciento su potencial psico-espiritual.

 Quedan, por supuesto, algunas preguntas por contestar en cuanto a cómo lo hizo, qué facultades psíquicas utilizó, qué aspectos sobre el carácter y la personalidad de María Dondena reflejan el relato, así como el hecho de regresar a su antiguo hogar denota determinadas clases de sentimientos o afectos hacia sus anteriores dueños, al lugar al cual ella estimaba que pertenecía y la capacidad de tomar decisiones y elegir donde quiere vivir y la de asumir riesgos tan importantes hasta el punto de no importarle tardar ocho meses en regresar a la que consideraba su casa, al margen de tantas otras ideas que, con su estudio y análisis podrían surgir.

Publicado en el Diario La Prensa, el día 23 de Diciembre de 1969.











viernes, 31 de julio de 2009

EL PODER DE LA PACIENCIA





EL PODER DE LA PACIENCIA

©Giuseppe Isgró C.


La paciencia, como virtud genial, implica previsión de metas y su distribución en el espacio y en el tiempo, con pleno dominio del “know how”, para hacer más efectivo tu logro.
La persona, en la vida, comienza por conocer cuales son los instrumentos que habrá de utilizar en su tarea.
Luego, aprende a utilizarlos y, por último, como hacer la obra que le está encomendada.
Más allá de la obra física realizada, llega a comprender que aún hay más.
Adquiere la conciencia de que su obra complementa la realización de un plan diseñado por el Gran Arquitecto del Universo, bajo cuyos designios, en concordancia con la evolución cósmica, adquiere la sabiduría que la paciente búsqueda y autorrealización le permiten.
La acción individual de cada persona constituye una activa cooperación con el plan rector universal.
En todo momento, es conveniente mantener la calma y la paciencia, organizando los esfuerzos en base a estrictas prioridades, continuando, pacientemente, la acción en pos de la meta con expectativa positiva.
Oportunamente, cuando las propias prioridades coinciden con las del engranaje cósmico, y se sincronice con el mismo, desaparece cualquier eventual bloqueo y todo marchará fluidamente.
La humanidad está embarcada en la nave espacial llamada tierra, de cuyo programa de objetivos colectivos se forma parte, con sus responsabilidades inherentes.
Si se restringe el plan de vida a la propia misión cósmica, se tendrá siempre lo necesario para seguir adelante con éxito.
La paciencia es, en toda persona, -y expresión de vida-, la manifestación tangible de la propia comprensión de las leyes que rigen el cosmos.
Cada uno de los propios talentos puede ser mejorado con esfuerzos pacientes y constantes.
William James hizo una valiosa sugerencia al respecto, cuando dijo: -“….Que ningún joven esté ansioso acerca del resultado final de su educación. Cualquiera que sea la línea de su especialidad, si se mantiene fielmente ocupado cada hora del día laborable, puede dejar, sin riesgo alguno, que el resultado aparezca por sí mismo. Puede contar, con perfecta certeza, que se despertará una bonita mañana para encontrarse a sí mismo como uno de los hombres más competentes de su generación, en cualquier campo que pueda haber escogido”-.
El que persevera, con paciencia, atacando los obstáculos uno a uno, resuelve positivamente todas las situaciones, alcanzando sus metas con efectividad.
Un antiguo aforismo expresa: -“Hasta su hora aguanta el que es paciente, más después se le dará contento. Hasta su hora contiene sus palabras,  y entonces, muchos labios proclaman su inteligencia”.-
La paciencia es una expresión de la voluntad y dominando en el ánimo controla, externamente, todas las cosas.
Adelante.


  






lunes, 27 de julio de 2009

EL HOMBRE, ESE GIGANTE DE LA ACCIÓN - ENSAYO DE JUVENTUD 5





EL HOMBRE, ESE GIGANTE DE LA ACCIÓN


©Giuseppe Isgró C.

-1970-



El hombre, es un ser cuya labor fundamental es labrar evolución, es decir, estados de conciencia más elevados. La naturaleza, desde el principio inmemorial constituye el libro eterno de la sabiduría. El hombre heredó del Creador, ese cúmulo de riquezas, ese inmenso taller Universal, donde experimenta, trabaja, actúa, evoluciona y se hace sabio.

Desde que el hombre inicia su actuación en la escala de valores, comienza desde un grado primario, como un ser sencillo, despojado de toda experiencia y con un mandato del Creador, de acrecentar la Creación y ser maestro de la misma. Él es un centro de energía potencial y un cúmulo de sabiduría, luz y amor en estado embrionario latente. Es decir, es poseedor de una fuerza creadora, la cual va a aprender a usar, para efectuar la transformación continua de las formas en la naturaleza y en ella, su evolución.

Ese valor inmenso de potencialidad y luz que en sí encierra, se encuentra desprovisto de experiencia y es opacado, neutralizado en el momento en que el espíritu toma materia en su primera encarnación.

Es decir, el hombre tiene en sí ese caudal enorme de sabiduría y luz que encierra el Universo, pero falto de experiencia, no la reconoce, o deja de apreciarla, por lo que él va a iniciar su carrera como hombre partiendo del grado mínimo de evolución, -siempre como hombre, en este punto está descartada la teoría de que el hombre ha evolucionado de especies inferiores-, para que por medio de las experiencias y estudio perpetuo él pueda reconocerse a sí mismo y su misión en la naturaleza, a través del cumplimiento de la ley de la Reencarnación y de la Ley Cósmica impresa en la conciencia.

El hombre, es un Universo en miniatura o microcosmos. En él está todo lo que existe en el entero Universo. En la formación de su cuerpo participan los otros tres reinos naturales. El alma alberga los instintos naturales de esos reinos, que representan grados naturales de inteligencia. El cuerpo y el alma del hombre, son complementados por un ente inteligente, espíritu, parte indivisa y activa de ese principio Creador. Ese ente, Espíritu, -dotado de los mismos atributos divinos del Creador- tiene por misión dirigir la acción creadora y evolutiva del Universo. El cuerpo del hombre es un vehículo que permite la manifestación de la vida-espíritu, quien se sirve de aquel para realizar su actuación. Pues, el cuerpo sin el espíritu no presenta signos de vida y el espíritu sin el cuerpo no puede ejercer su labor en las formas físicas de la materia.

Como el hombre es depositario de todo lo existente en el Universo, en porción ínfima, de ahí que él tiene como labor inmediata conocerse a sí mismo, en las partes constitutivas, y de ese conocimiento particular elevarse a lo general, el Universo o Macrocosmos, parte integral que eternamente estudiará.

Con acertada sabiduría expresó Quilón, el Lacedemonio: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios sino conocerse a sí mismo”.

Mientras eternamente el hombre estudia y avanza en sabiduría, se percata de que son tales las magnitudes del conocimiento, por explorar dentro de sí, microcosmos, y del Universo, Macrocosmos, que sabe a ciencia cierta que siempre encontrará un más allá.

El hombre, es como un diamante; cuando inicia su misión, toda su riqueza en valores se encuentra cubierta por corteza; mientras evoluciona, pulimenta la capa que su luz opaca, y se manifiesta el potencial de fuerza y sabiduría que en sí encierra. Pero siempre habrá nuevos horizontes de la luz que alcanzar, porque “siempre hay un más allá”.

El hombre, en su ambiente natural, utiliza como herramientas los elementos naturales con que le ha dotado la naturaleza y desarrolla su labor.

El inmenso Universo es el Taller Universal del hombre. Como en toda empresa, existen normas o sistemas, un orden establecido y condiciones, que se llaman leyes, las cuales ha de conocer y cumplir inexorablemente.

El mismo, en su ser físico, biológica y físicamente tiene ciertas características que reflejan las huellas de esas leyes. Aun cuando el hombre tiene libre albedrío, llega un momento, en su escala evolutiva, en que comprende que, para efectuar una marcha armónica, en ritmo ascendente de evolución, tiene que cumplirlas y las cumple.

El hombre es un ser gregario, es decir, su labor la realiza en conjunto con otros seres y ha llegado a formar lo que llama sociedad. Toda la labor del hombre en sociedad es realizada ayudando y recibiendo ayuda de otros. Todos son el complemento de todos: la sociedad. Cada ser, o individuo, es un grado de fuerza, de progreso, de sabiduría. En el Universo existe una cadena infinita de fuerzas, por grados, partiendo del cero al infinito.

En esta cadena, integrada por entes individuales de fuerzas y grados, cada grado es un factor, cada factor es un hombre. Cada hombre es una parte de la misma, cuya esencia constituye la Fraternidad Universal. Cada uno cumple su cometido. Para que haya armonía de fuerzas, bienestar colectivo, las debe integrar un solo querer unánime; un solo deseo: Un ideal común.

Cuando el hombre no ha alcanzado un estado determinado de evolución, -estado de conciencia- se encuentra deslindado de la solidaridad del conjunto. Para que exista un perfecto equilibrio social, es preciso que las fuerzas individuales estén acopladas adecuadamente.

El hombre, en la tierra, desde las edades prehistóricas, ha venido realizando mejoras en sus relaciones sociales y medios de comunicación con sus semejantes.

A medida que evoluciona, ha ido acoplando sus fuerzas para realizar una mejor estructuración de la comunidad. Grandes obstáculos han sido interpuestos en su avance, de los cuales, unas veces ha vencido, otras ha caído, Pero, parafraseando a Confucio, de lo que hay que vanagloriarse es de levantarse cada vez que se cae. El hombre ha caído, se ha levantado, lucha constantemente, eternamente avanzará.

La unión de fuerzas permite satisfacer mejor las necesidades humanas y les conduce a una realización más efectiva de sus ideales.

Los mismos seres de rango diferente al ser humano, se unen en manada o grupo para subsistir.

Mediante las cualidades que forman la personalidad, el ser humano combina, mejorando, sus relaciones con los demás, en un esfuerzo supremo hacia una mejor armonía.

Constantemente, son adoptadas normas para mejorar esas relaciones, las cuales son regidas, también, por una ley natural que se denomina Afinidad. Ella agrupa a individuos con condiciones y cualidades análogas. Es la ordenadora del Universo.

El hombre, agrupado con sus semejantes, actúa comunitariamente dentro de la naturaleza Universal. Satisface, en esa unión, los imperativos psico-físicos que les caracterizan.

En el inmenso Universo que ha heredado como fuente común de trabajo, el ser humano cumple su misión. Es decir, al mismo tiempo que perfecciona las formas de la naturaleza en una transformación activa se transmuta a sí mismo; su sabiduría y progresa labra.

La naturaleza es el libro eterno que estudiará. Para ello el tiempo siempre es presente. Caudales de conocimientos y sabiduría inagotables se les ofrecen para ejercitar su infinita capacidad de realización. Nada se le oculta; todo está expuesto ante sus ojos. Sólo le limita su propia capacidad de percepción y el estado evolutivo de su inteligencia. En la medida que desarrolla su conciencia perceptiva podrá conocer más y mejor ese hermoso libro y su grandiosa misión. Podrá conocerse a sí mismo y reconocerse en el Creador Universal, armonizándose con los planes que Él trazara para la realización de la Obra y asumir la cuota con la cual desea contribuir.

Por eso, cuando el ser humano vislumbra la realidad que le es inherente, se avoca al estudio asiduo o intenso de todo cuanto le rodea, para mejorar su condición humana y espiritual. En la medida en que la luz se manifiesta libre en el curso del proceso evolutivo, conociéndose a sí mismo, labrando la gran misión con que ha sido investido en su propio ambiente o en el que elige desenvolverse, por su propio peso específico, va adquiriendo conciencia de su condición de co-Creador y activo Gigante ejecutor en la manifestación eterna de la vida.

miércoles, 22 de julio de 2009

El ideal en la propia Evolución - ENSAYO DE JUVENTUD 4















EL IDEAL EN LA PROPIA EVOLUCIÓN

POR GIUSEPPE ISGRÓ C.

…El hombre sin un ideal,
es como la tierra sin sol,
como la flor sin fruto,….
de su letargo precisa despertar,
para, plenamente, vivir -.





La humanidad, hoy como nunca, vive momentos de incertidumbre, de miras equívocas hacia un futuro que precisa exactas definiciones, para imprimirle un sentido cierto al destino humano.
Los pseudo líderes, en su ambición, arrastran tras de sí a los que viviendo aprisa, por las condiciones del medio de vida presente, no se percatan de que viven y de que son envueltos por los ríos turbulentos de las bajas pasiones y negativismos psicológicos, pasándoles desapercibida la existencia del disfrute de un bienestar equilibrado y de una propia evolución controlada. Para esto, como condición fundamental exigida por la naturaleza humana, se requiere la libre manifestación de la conciencia interna del hombre y la formación de un ideal, un ideal común de Amor, trabajo y estudios en las múltiples ramificaciones de la naturaleza y sus manifestaciones en la vida.
Vivir para un ideal es percatarse de las realidades existenciales y constituirse en el guía y paladín de la propia razón y conciencia. En tal virtud, si se alcanza una conciencia plena para la formación de un ideal definido, las fuerzas naturales que gobiernan al ser vendrán en su ayuda creando la condición favorable al fin propuesto.
-“La humanidad, -dice José Ingenieros- necesita fe, pero una fe puesta en el futuro, que no le sirva de consuelo sino de esperanza, que le impulse a luchar activamente contra las causas del mal, que sea fuerza renovadora y no regresiva pasividad”. La fe, para el ser progresista, e idealista, debe significar el conocimiento de las propias fuerzas y facultades, y a la vez, la confianza en el éxito del ideal concebido. A esto, nos completa Joaquín Trincado: -“Sólo las obras hacen fe”; por lo cual se hace obvia la necesidad de ser activos y llevar todo a la práctica y a la experimentación para obtener la convicción de lo que se postula. Resumiendo lo anterior, diremos: Sólo la convicción de un ideal permitirá a un individuo desarrollar actividades que aporten valores en pro de la propia evolución y de la colectividad en que vive.
Sólo de esta manera podrá justificarse delante de la existencia que de él espera el equilibrio de la evolución.
Todo individuo vive de acuerdo a ideas concebidas; en sus actos antepone justificaciones de índole diversas, lo cual demuestra que vive sujeto a creencias que determinan el cauce de su existencia. Las funciones desempeñadas los son por impulsos espontáneos de fuerzas manifiestas de “algo” interno del individuo, a cuya fuente se le denomina conciencia. Si estas fuerzas internas son dirigidas, el ser se torna en auto-dirigente del destino de su existencia. A estas alturas caben las preguntas: 1) Es abstracto e indefinido el destino de cada ser? 2) ¿Es posible gobernarlo? A lo cual podemos contestar que, el destino de todo ser presenta una fase indefinida pero no abstracta, por cuanto se manifiesta gradualmente en el transcurso de la existencia, e inclusive, por una guía interna que refleja las propias tendencias y facultades, se puede determinar el curso a seguir en la vida, por lo cual asentamos: Sí es posible dirigir el gobierno del propio destino. ¿Cómo? Encauzando las propias fuerzas a una meta prefijada por medio de la potencia del ideal manifiesto en la conciencia –intuitiva- de todo individuo.
El ideal máximo que el ser puede forjarse en la vida, es el conocimiento de la misma y de las leyes que les rigen. Quilón, el Lacedemonio, en la antigua Grecia, lo reveló cuando dije: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios, sino conocerse a sí mismo”-. Denota, indudablemente, sabiduría inmensa este eterno pensamiento de Quilón. Pero, a pesar de haber pasado tantos siglos desde que él lo inscribiera en el portal del Templo de Apolo, en Delfos, -¿cuántos se conocen a sí mismos? -¿Cuántos pueden regular sus propias vidas? Solamente aquellos que se han forjado el ideal de la propia evolución.
En el Universo, toda partícula de materia, molécula, átomo, electrón, etc., actúa en el centro y punto de equilibrio que lo determinan las propias fuerzas (vibraciones emitidas por el espíritu elemental de cada elemento o sustancia) y, en ese centro, está en continúo movimiento, por cuanto todo cuanto existe, es debido a un desplazamiento continuo de vibraciones, en cuyo centro se activan en evolución perenne. De ahí la armonía en las funciones de la naturaleza. De igual manera, el ser humano, Microcosmos o Universo en miniatura, tiene su propio centro y funciones específicas a las fuerzas y facultades correspondientes al estado alcanzado en su escala evolutiva. Este mecanismo es regido por la ley de Afinidad con la cooperación de las leyes de justicia, igualdad y compensación, que ubica y reubica a cada ser de acuerdo a la propia suma existencial, progreso evolutivo y estado de conciencia alcanzados en un momento dado. Este proceso se encuentra en constante transformación de acuerdo a cada pensamiento sostenido en la pantalla mental y a la respectiva acción ejecutada.
El conocimiento de las propias facultades involucra dominio de sí mismo y perfeccionamiento continuo del ideal concebido. José Ingenieros, nos vuelve a ocupar, cuando dice: -“En todo lo que existe actúan las fuerzas de perfección. Amar la perfección implica vivir en un plano superior a la realidad inmediata”
En efecto, el ideal de perfección determina la inexistencia de estancamiento y la generación de las fuerzas morales, impulsando a la vez la evolución humana a un plano superior, cuya esencia constituye la razón por la cual existimos.
Se admira a los grandes hombres –y a las grandes mujeres- que en la historia de la humanidad han dejado páginas de heroísmo y valor, por cuyo continuo sacrificio ha sido posible el progreso de los pueblos; sus luchas ante los intereses creados les ha valido, muchas veces, pagar un costo muy elevado en su integridad física, empero, ningún temor fue suficiente para frenar la fuerza de sus ideales renovadores y en todas las épocas en que han vivido han dejado establecido siempre un nuevo avance en la escala evolutiva humana.
La culminación de los grandes ideales, concebidos y llevados a la cumbre del éxito por hombres y mujeres insignes, ha sido siempre el estímulo orientador en el logro de los propios ideales. El ser humano, con sus fuerzas creativas, transforma todo cuanto existe. Visualiza y materializa los matices que harán más expresiva su obra en belleza y sublimidad y es que él, cada vez que crea nuevas formas en la naturaleza, es porque ya alcanzó antes ese estado de realización, cuyo progreso conquistado se reconoce por la magnitud de las obras realizadas; las cuales desarrolla por su misión implícita de evolución, de cuya semilla germinante dotó el Creador en el principio inmemorable, cuya escala evolutiva en la naturaleza toda la observamos. En ella, el ser humano asciende la propia, cuyas etapas supera sólo por la fuerza generadora de los distintos ideales que en forma periódica se manifiestan en la conciencia como deseos e inquietudes cuyos impulsos le llevan a la realización de el ideal en la propia evolución.

EVOLUCIÓN

Sumido en la percepción de un ideal
el ser avanza en su destino;
con su fuerza doblega
las trabas que a su paso se interponen
dándole a todo lo que existe
la expresión que en su mente visualizada
refleja la condición de su existencia.

Es el hombre un ser
de naturaleza en constante transformar,
en su condición de rudimentaria vida
aparente valor no tiene,
pero tampoco diamante alguno
refleja valor en estado bruto,
pero al pulimentar su concha
exterioriza valor inmenso
que a todos cautiva.

En idénticas condiciones
el ser en su evolución
pulimenta las capas que su luz opaca,
trasluciendo la grandeza
de la ya alcanzada evolución.

En continuas y activas luchas
el ser evoluciona
y de saber nuevos horizontes alcanza,
que esa visión les dan del más allá.

Es ley, pues, y en la esencia de la vida
el ser se renueva;
la naturaleza cual madre bondadosa
en su seno le acoge y alimenta,
y en ella desarrolla
condición de creador de formas.
Concibe los ideales que realizarlos
constitúyesele en fin de la existencia
y en ésta visualiza los matices
que harán más expresiva
su obra de evolución.

sábado, 18 de julio de 2009

UNA CALLE DESIERTA, UN HOMBRE CAMINANDO - ENSAYO DE JUVENTUD 3


UNA CALLE DESIERTA,
UN HOMBRE CAMINANDO
19 de agosto de 1970

©Giuseppe Isgró Cattafi


Una calle desierta. Un hombre caminando con lento paso y erguido, cual si mientras caminara fuera pensando en un profundo motivo. Un hombre extraño por su aspecto insólito, traje claro, barba larga y mirar fijo. Va caminando calle tras calle, como si la ciudad dejar quisiera pronto. Mientras se aleja se va acercando al campo también desierto de seres humanos, pero poblado de otros seres, de otra vida. Mientras su paso lento continúa, llegando va a una casa mediana, de aspecto austero, tipo campestre. Llega, abre la puerta y entra. Enciende una lámpara grande, iluminando un interior inesperado y sorpresivo a todo mirador externo que llegara, entrara y observara. El cuadro no puede más que asombrar si uno entrara por vez primera.
Aquella casa sola, de aspecto humilde y sobrio, en el campo profundo del silencio opaco, donde nadie pensar llegaría que a sus paredes adornan grandes estantes de libros varios. Libros de todas clase, filosofía, psicología, ocultismo, espiritismo, teosofía, budismo zen, taoismo, sufismo, clásicos, ensayos, historia, etc.


Un hombre solo en aquella apartada casa en la soledad del campo, rodeado de libros, devorando horas de intenso estudio, escribiendo luego versos, ensayos científicos y filosóficos,  que publica con sonoros  pseudónimos. Cual si quisiera realizar la lúcida idea del sabio Alexis Carrel, de la necesidad de aislarse algunos hombres en intenso estudio, para, en determinado tiempo, compendiar un estudio amplio del hombre.
-¿Quién era aquel hombre, extraño hombre? Su aspecto imponente, su mirada fija, su tez luminosa, su andar firme algunas veces, cabizbajo otras, devorando libros en su extraña casa, hacían preguntar a un supuesto observador: -¿Quién era ese extraño hombre?
Era un hombre sabio quizá. Un psicólogo innato. De día estudiaba en los libros y la naturaleza, con íntimo contacto; de noche estudiaba la ciudad, la gente, mientras ésta dormía. Con la soledad del sueño en la presencia física y la desdoblada compañía de entes invisibles a los opacos sentidos, pero manifiestos al que se ha dado en llamar “Sexto Sentido”.
Mientras estudiaba la ciudad en las desiertas calles, con su imaginación viva y vibrante su saber refinaba. Por eso, en las noches caminaba por las desiertas calles, sosegado, meditabundo, mientras activaba la circulación sanguínea, como lo hacen los sabios hombres en sus largos paseos, que mucho caminan: Mientras caminan piensan. Mientras piensan aprenden. Mientras aprenden perfeccionan su saber.
Cuantas noches observamos en altas horas, por las desiertas calles, algún solitario hombre. Algunas veces un bohemio, otras veces un hombre serio, tranquilo, con paso lento, cual si sereno fuera pensando un motivo desconocido.
Nuestro hombre, solitario hombre, por las desiertas calles, fue escribiendo sus más importantes versos. Mientras caminaba se inspiraba en las luminosas estrellas del estrellado firmamento de moradas sin fin. Se inspiraba en las mansiones suntuosas. En las casas humildes, de los humildes hombres de los rústicos hogares. En las calles que requerían reparaciones, y las avenidas mayor cantidad de árboles. Mientras pensaba se inspiraba, escribía poesías, versos sentidos de la sentida vida de un hombre solo por las sosegadas calles desiertas de la vida. En el eterno retorno hacia la Divinidad, cada ser es el caminante y el camino hacia la eterna fuente. A un cierto momento percibe que es, también, la Fuente. Hay tantos caminos hacia la Verdad Universal como seres existan en los cuatro reinos naturales. En cada uno de esos caminantes, y caminos, se puede observar la presencia acompañante, y vigilante, como pedagogo y eterno motor volitivo, del Ser Universal, Divinidad inmanente en cada ser.
Hay muchos hombres por el mundo como nuestro personaje que por los desiertos caminos de la sabia vida solos caminan. Algunas o muchas veces incomprendidos. En su soledad parecen aprehender la inmensidad sublime, mientras más comprenden que el hombre solo, aislado, poco hacer puede para ayudar al mundo a renovar su faz. El común de los seres desperdician preciado tiempo, desechando las casi desiertas calles que en la tierra conducen a la sabiduría.

Empero, esa soledad es aparente. En la conexión con el infinito, todos los seres suelen vivir en conexión con todos aquellos que al unísono vibran en las mismas ondas de pensamientos, en la afinidad de ideas y propósitos.
Pese a las distancias inmensas que físicamente les separan, espiritualmente se transmiten contenidos mentales que constituyen los adelantos que van alcanzando, cada quien por su lado. Por efecto de la resonancia magnética van influyendo en la conciencia colectiva, estimulando niveles más elevados de progreso, en los cuatro reinos naturales.
Solos, aislados en sus propios ambientes, conectados con sus iguales en apartados y lejanos mundos, en sus niveles forman armoniosas esferas mentales, y un todo, que constituyen campos de fuerzas magnético-espirituales, estados de conciencia y estaciones o grados de sabiduría.
Uno y otros se van retro-alimentando reciprocamente. En cada área de las actividades humanas los que alcanzan la excelencia en sus conocimientos y actividades, conforman lo más excelsos representantes aportando el efectivo servicio, y realizan las obras geniales que sostienen, silenciosamente, al mundo, o cada uno a su respectivo mundo.
 Todos son instrumentos de la Divina Voluntad que los va utilizando para resolver las situaciones que precisan atención prioritaria.
Es la Providencia Universal que actúa y utiliza al más apto, en cada caso. Pero, en todos los niveles, no hay nadie que deja de ser utilizado, siempre y cuando, voluntariamente quiera brindar su aporte.
 Quien así no lo hiciere, por la ley de la necesidad, la vida le encarrila de una u otra forma, ya que todos precisan expresar su poder creador potencialmente infinito. El mecanismo que la ley cósmica utiliza es el de las necesidades, regido por la ley de causa y efecto.
A medida que cada quien va afrontando necesidades de mayor envergadura, expresa en ese mismo nivel y en forma equivalente, el poder que requiere y el conocimiento que precisa, por intuición, por inspiración o por el cultivo de un arte cualquiera, en su respectivo caso.
 Pero, siempre que el ser afronta alguna necesidad, en el grado que fuere, dispone del poder y del conocimiento suficientes para resolverla y aprovechar la oportunidad inherente que la vida le va brindando silenciosamente, en la quietud de la conciencia. Las inquietudes según los tiempos rigen el mecanismo de las necesidades.
Cada quien experimenta su necesidad inherente según el aprendizaje que precisa, y en esa interacción de seres que precisan el aporte de otros para satisfacer sus propias necesidades y resolver las propias situaciones inherentes, se van formando los grupos armónicos, afines, de cooperación, por la ley de la oferta y de la demanda. Con gran agudeza, Jean-Baptiste Say acuñó la ley que expresa: -"Toda oferta genera su propia demanda"; y por ende, toda demanda, su propia oferta.
Es el trabajo silencioso del Gran Pedagogo Universal que por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales y la fuerza de empuje y la de bloqueo, se ocupa de educar a cada ser de los cuatro reinos naturales, y orientar sus respectivas acciones, al mismo tiempo, en todos los inmensos mundos del universo.
Una calle desierta. Un hombre caminando. Muchos hombres meditando.

 Publicado en el Diario la Prensa, 19 de Agosto de 1970. Puerto La Cruz, Venezuela.

miércoles, 15 de julio de 2009

¿Por qué necesitamos leer una hora diaria?


POR QUÉ NECESITAMOS LEER UNA HORA DIARIA?

Por Giuseppe Isgró C.

La lectura amplia y variada representa el elemento fundamental para el desarrollo psíquico e intelectual del ser humano.
Las condiciones de la vida moderna sustraen al hombre –y a la mujer- del desarrollo activo de sus facultades mentales y con frecuencia descuida el recurso más asequible: la lectura, para sustituirlo por la televisión, la cual en exceso atrofia los órganos de ciertas facultades mentales. Esto tiende a aminorar la capacidad de iniciativa y hace al individuo más dependiente de los demás. También cabe destacar que, durante la etapa estudiantil , merma la capacidad de aprendizaje.

El ser humano necesita una activa reeducación personal. Precisa enfocar, periódicamente, su atención hacia aquellos elementos que son indispensables para el logro de una personalidad dinámica y para la perfección de los conocimientos que permiten su evolución en la naturaleza y una mayor comprensión de las leyes que les rigen.

Vivimos en un mundo donde estancarse significa quedarse rezagados. No conocernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea es faltar a lo más sublime de nuestra condición de seres pensantes. –“Conócete a ti mismo”, dijo Quilón, el Lacedemonio. El hombre –y la mujer-, en la búsqueda de ese conocimiento lucha durante toda su existencia. La lectura y la investigación son el medio indispensable para la satisfacción de la necesidad que representa un mayor desarrollo cultural o intelectual y una visión más amplia del ser humano en la naturaleza.

¿Qué hace la lectura? Lo veremos a continuación. El cerebro humano está formado por unas doce mil millones –o más- de células llamadas neuronas, las cuales forman las diferentes áreas o centros direccionales (psíquicos) del mismo. Estos centros constituyen el mecanismo de control mediante el cual un ente llamado “psiquis” desempeña las funciones que nos caracterizan como seres pensantes y racionales. Al abordar el individuo los diferentes campos del saber humano, desarrolla activamente a estos centros o áreas psíquicas, cuyo desarrollo hace al ser humano más grande mentalmente, no tanto por los conocimientos adquiridos, sino por lo que el desarrollo en sí representa.

La lectura en sí representa para el cerebro lo que la gimnasia para el resto del organismo. La falta de ejercicio atrofia a los órganos y los degenera, perdiendo éstos capacidad para su funcionamiento normal. La manera de mantener activas y llenas de vitalidad a las neuronas cerebrales –y todo el aparato psico-mental- es mediante un período de lectura no menor de una hora diaria.

Esto contribuye, además, a la adquisición de una personalidad dinámica y definida.

Un axioma de Charles Darwin, dice: -“Toda necesidad crea el órgano y el hábito lo desarrolla”-. En el ser humano está latente la necesidad de una mayor preparación cultural y de un desarrollo activo y contínuo de su personalidad. El medio más asequible es la lectura. -¿Por qué no hacer que un período de lectura de una hora diaria impulsa nuestra naturaleza humana a un nivel más alto de perfección y evolución?.

lunes, 6 de julio de 2009

TRASCENDENCIA DEL KARMA SEGÚN EDGAR CAYCE




Conozcamos a nuestro yo -I-

Por Mary Ann Woodward


-“Porque de cierto os digo, que hasta que aunque pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni tilde perecerá de la Ley, hasta que las cosas sean hechas”-.
Mateo, V:18


-“Empero, más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustarse un tilde de la Ley”-.
Lucas, XVI: 17


¿Cuál es la ley inmutable, a la que se refieren tanto Lucas como Mateo? Es evidentemente la ley de causa y efecto, a la que muchos, particularmente en Oriente, llaman Karma.

Esta palabra “karma”, se usa filosóficamente para indicar las condiciones actuales, nacidas de pensamientos y acciones que tuvieron lugar en el pasado. Su significado sánscrito abarca tanto a la acción como a la reacción (consecuencias). Su significado hindú comprende al trabajo , o a la labor del alma en busca de lograr la unión con Dios. Hoy, cuando pensamos en ella, la vemos como la causa y efecto.


Las interpretaciones psíquicas realizadas por Edgar Cayce explicaban al karma, en sus muchos aspectos y ramificaciones, como “conocer al yo”. La mayoría de nuestros actos y nuestras acciones producen un efecto o resultado inmediato. Habitualmente, tenemos conciencia del efecto de nuestras acciones y las elecciones que hacemos y sabemos si son acertadas o erróneas. Lo vemos en forma inmediata. Debiéramos llamarlo karma “al contado”, por la rapidez con que sentimos sus consecuencias. Se presentan, sin embargo, numerosas circunstancias o condiciones a las que no les vemos causa o razón alguna, a menos que podamos aceptar la teoría de la reencarnación. Por ejemplo: -¿por qué nace un niño en medio de riquezas y abundancia, feliz en un ambiente de amor, y otro cercado de pobreza y el rechazo? -¿Qué es lo que atrae al alma a ambientes tan distintos? -¿Por qué un niño es un genio, y otro un retardado o un idiota? El ser humano clama a menudo en sus circunstancias, como lo hizo Job: -“Por qué ha caído sobre mí esto?”-. 


A menos que se las explique con referencia a existencias o vidas anteriores, estas cosas parecen inexplicables.

Las interpretaciones realizadas por Edgar Cayce sostienen que cada persona es responsable de las circunstancias en la que se encuentra. No es una víctima inocente del ambiente que le rodea: simplemente se está encontrando a sí mismo”-.
-“Lo que siembres, eso cosecharás. Se conocen con frecuencia experiencias en las que los individuos cosechan aparentemente aquello que no han sembrado, pero esto no es más que la visión “aparente” de la entidad, o de quien analiza o estudia los propósitos e ideales relacionados con esos individuos en particular”-. (Lectura 2.528-3; Edgar Cayce).


Cnocer al yo, de acuerdo con la información que nos proporcionan las interpretaciones de Edgar Cayce, es realmente conocer las consecuencias de nuestras propias acciones o actitudes. Esta forma de conocer a nuestro yo, incluye también nuestros pensamientos y emociones anteriores. 


Nosotros reencarnamos, o volvemos a vivir en la Tierra, para enfrentarnos con los resultados que hemos provocado. No sólo tomamos decisiones todos los días, sino que también las hemos tomado en vidas anteriores, y de ellas somos responsables. Tenemos la libertad para elegir, pero debemos tener presente que dentro de cada elección existen elecciones futuras. Las consecuencias de nuestras elecciones y acciones son “la jota y el tilde” con que debemos enfrentarnos. No hay escapatoria.

-“La causa y el efecto son para muchos iguales al karma. Karma es lo que arrastramos con nosotros, mientras que la causa y el efecto pueden existir en una sola experiencia material”-. (Edgar Cayce, lectura 2981-21).


La mayoría de los individuos en estos momentos, interpretan erróneamente las experiencias kármicas; cada espíritu, cada entidad, debería adquirir su propio concepto del destino. El destino está en nuestro interior, o nos viene de la fe, o se nos proporciona como un don de las Fuerzas Creativas. La influencia kármica es, entonces, una influencia rebelde que se alza contra aquellos. 


Cuando se presentan las oportunidades, es la fuerza de voluntad propia de la entidad lo que hay que poner en juego, aquello que la ha separado o la ha igualado a las influencias creativas en las fuerzas espirituales superiores, para hacer por sí mismo ese progreso. Así, pues, hay en todos los contactos la oportunidad para que una entidad, un espíritu, cumpla o encuentre por sí, en la asociación del yo de su alma con las Fuerzas Creativas emanada de la Primera Causa, lo necesario para que esa entidad llegue a la unidad con la Fuerza Creativa. De ahí que, en cuanto al desarrollo total de la entidad, ella siempre está en el camino. (Lectura 903-23, Edgar Cayce).

La vida y sus expresiones son una sola cosa. Cada Espíritu o entidad quiere regresar, y regresa, o cumple un ciclo, como lo hace la naturaleza en sus manifestaciones acerca del ser humano, dejando, haciendo o presentando de este modo –por así decirlo- aquellas verdades infalibles, indelebles, de que ella –la Vida- es continua. Y aun cuando puedan invertirse unos pocos y cortos años en esta o en aquella experiencia, son una sola cosa; el espíritu, el yo interior, que se purifica, que se eleva, para que pueda ser uno con aquella primera causa, aquel primer propósito, para que cobre vida.


Y aunque puedan presentarse aquellas existencias por acá y por allá, cada una tiene sus relaciones con lo que ha pasado antes, y lo que tiene que venir. Y a cada espíritu se le ha dado ese privilegio, esa elección, de aunarse con las Fuerzas Creativas. Y las pautas que se han establecido como señales a lo largo del progreso del ser humano son bien claras.
Nosotros y solamente nosotros somos responsables por lo que somos y por nuestra condición en esta Tierra.


Las interpretaciones de Edgar Cayce indican que la individualidad es la suma total de lo que el espíritu ha hecho con las Fuerzas Creativas e ideales, en sus distintas experiencias en la Tierra. La individualidad cambia a medida que la entidad actúa, piensa y siente en el presente acerca de sus ideales, sus experiencias y sus oportunidades. Los problemas, las condiciones, las personas, todos ellos causan una reacción en el individuo. Cada fase de la entidad tiene atributos separados, que pueden ser tanto físicos como espirituales. También pueden ser uno, y para poder realizar esto, la entidad tiene que emplear la mente. La mente es el constructor, el camino en el cual uno se acerca a lo infinito o a lo material.


Pues no es casual que cada entidad entre, sino que la entidad –como parte integrante del todo- pueda llenar ese lugar que ningún otro espíritu puede llenar tan bien.


De este modo, en cada manifestación material una entidad asume el compromiso de manifestar que ella, como parte del todo, pueda ir armonizándose cada vez más con esa conciencia, glorificándolo a Él (el Creador), por ese motivo, con sus relaciones con los demás, en cada experiencia y en todas ellas.
De este modo, los impulsos latentes o manifiestos son expresiones de un espíritu en las variadas fases de la conciencia. En la estancia material o terrenal, estas hallan expresión o manifestación de un modo tri-dimensional. Cada entidad, de este modo, se ve a sí misma como cuerpo, mente y espíritu. Estas fases representan los tres atributos espirituales que son comprensibles o están comprendidos en lo material. No obstante, como lo mental y lo espiritual van haciéndose cada vez más expresivos, o se controlan más a causa de sus experiencias en la Tierra, la entidad advierte la existencia de otras dimensiones en su estancia física.


Mientras el cuerpo está sujeto a todas las influencias de lo material, puede ser controlado –y también sus emociones- por la mente. Y la mente puede ser dirigida por el Espíritu. El espíritu es aquella porción de la Primera Causa, que halla expresión en todo lo que es imperecedero en la conciencia de la mente o de la materia.


Y ningún impulso sobrepasa a las capacidades mentales y espirituales de un espíritu para elegir el camino que, el espíritu y la mente, puedan seguir.
En lo material, entonces, según pueda expresarse en cualquier medio que un cuerpo haya elegido, este se acostumbra al ambiente de esa particular esfera de actividad, o armoniza con él. Sin embargo, esto puede quedar localizado; o interesarse en el Estado o la Nación, o en lo espiritual, o en sus semejantes, alterando de este modo la forma en que la entidad pueda expresarse a sí misma, aún cuando actúe dentro del ambiente de otros que se dedican a esa particular esfera de actividad. (Lectura 2.533-1, Edgar Cayce).


Cada entidad, cada espíritu, penetra en la experiencia física buscando una finalidad. Esta no es individual, ni de naturaleza egoísta, aun cuando es muy personal en lo que respecta a su aplicación y a su práctica.


Cada espíritu se encuentra constantemente consigo mismo; no solo en lo que con frecuencia llamamos karma o influencias kármicas. Recordemos: La Vida es Dios; aquello que es constructivo crece; lo que es destructivo se deteriora.


Entonces, las fuerzas kármicas, -si la consagración de una vida en la experiencia de una entidad individual CRECE hacia un abrigo de paz y de armonía y de comprensión, o si ustedes crecen espiritualmente, lo harán en comprensión.
-¿Cómo –preguntarán ustedes- podrán saber cuando marchan por la senda correcta?


-¿Cómo? Tu conciencia de Dios, tu Espíritu, condena, rechaza o vacila ante las condiciones existentes en la experiencia del yo mental y material. La mente es siempre la que construye.

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 8 de agosto de 2009

POEMA A LO QUE EXISTIR NO PUEDE





POEMA A LO QUE EXISTIR NO PUEDE

©Giuseppe Isgró C.


“Hermanos míos, el Cielo es una designación vaga de la habitación de Dios. El infierno no existe. La muerte es el término de una etapa del Espíritu; las existencias sucesivas operan paulatinamente la purificación en la naturaleza de los Espíritus, a los que la Justicia de Dios da, a todos por igual, una manifestación confusa de la verdad, la cual paso a paso se perfecciona a medida que ellos caminan en la presencia del porvenir, por el abandono de los instintos materiales y por la pureza de los deseos”-.
Vida de Jesús
Dictada por él mismo



¡Oh, tú, que existir no puedes,
agobias al ser humano
en la ignorante materia!
¿Dónde la vida tendría sentido
si tú existencia real tuvieras?

¡Tú, que alimentada yaces
en errónea concepción!
¡Para el hombre racional ya no existes,
pronto nadie ha de temer
frente a la máscara de tu existencia!

¿Acaso no ha observado el hombre
que en la natura nada muere,
que todo se transforma?
¿Habría de ser el eje del progreso
quien en momentos dados
debiera perecer?

¡Renacer, reencarnar, son frases ya comunes,
por las ciencias psíquicas divulgadas!
¡En el hombre, el velo misterioso
que de la muerte su realidad cubría,
ha sido ya rasgado!

A ti que existir no puedes,
evoqué mi canto,
y cual poema sublime.
hizo la inspiración.

Los humanos horizontes han sido esclarecidos,
ya todos mirarte tranquilos pueden
y al unísono cantar aquello que dice así:
¡Muerte, figura equívoca del fin
que no existe,
ya reposar tranquila puedes,
pues, tú sí ya has muerto,
pero, ¿qué digo?
si aún tú no has nacido,
si nacido hubieras, morir no podrías!

¡Sucede,
que en oscuras eras que ya no vuelven,
hasta el presente que tiende
a no seguir opaco,
aparente vida creyeron haberte dado,
pero ese error
en la luz de los hombres

ha sido ya borrado!

martes, 4 de agosto de 2009

MARÍA DONDENA, LA GATA QUE REALIZÓ UNA HAZAÑA





MARÍA DONDENA
LA GATA QUE REALIZÓ UNA HAZAÑA
23 de Diciembre de 1969

© Giuseppe Isgró C.



El relato que sigue, fue escrito por el autor en diciembre de 1969. Es una historia verídica, la cual le fue contada por una familia amiga, en Venezuela. La hazaña había ocurrido a mediados de los años 50, del siglo XX.

El mensaje que contiene sigue vigente. Entre la variada bibliografía consultada durante años, a nivel internacional, este caso refleja la mayor distancia en un fenómeno de esta naturaleza. Los nombres reales fueron sustituidos, excepto el de la protagonista: María Dondena.

Era un día de octubre. La familia Romento, integrada por el matrimonio y tres hijos, en uno de sus viajes periódicos a Caracas, trajeron de Boleitas una gata negra con manchas blanquecinas, algo fea pero simpática con sus vivaces ojos.

El viaje, la gata, lo había realizado encerrada en una caja de cartón, en el viejo carro de la familia.

-¿Quién iba a pensar que esa larga incomodidad de cinco horas de viaje le permitiría aprovechar la gran oportunidad de su vida? La de demostrar al mundo lo grande y real de la inteligencia y capacidad de los gatos, cuya máxima expresión ella representaba en ese momento.

-¡Por fin hemos llegado!, -se habrá dicho María Dondena, al verse libre de la oscura caja donde había realizado su duro viaje.

La familia Romento, al llegar a su residencia, en Puerto La Cruz, había sacado a la asustada gata y encerrado en una pequeña habitación que le servía de depósito.

La señora Romento, después de dar alimento a María Dondena, se retiró tranquila a reposar del largo y cansado viaje.

–Ya se acostumbrará al nuevo hogar-, pensaba mientras cerraba la puerta. Pero, la realidad era otra. María Dondena parecía no estar conforme; allí, en Boleitas, vivía muy bien. Bueno, aquí con la familia Romento, también viviría excelentemente; pero no sería lo mismo. Quizá la vida romántica de María Dondena, allí en Boleitas, le hacía pensar de esta manera. Posiblemente era el afecto que sentía por sus antiguos dueños. En fin, -¿quién sabe lo que era? ¡Son cosas de gatos! Sólo sabemos que no estaba conforme con todo aquello y eso nos basta. -¡Escaparé!, -repetiría en su serena mente, mientras estudiaba el terreno con impasibilidad y férrea decisión.

La señora Romento, por descuido, había dejado media abierta una pequeña ventana en el lado sur de la casa. Seguramente, no era la casualidad la que ayudaba a María Dondena. ¡Muchas veces suceden cosas tan extrañas! Esta era una de aquellas. Afortunadamente ayudaba a la futura heroína.

María Dondena, mientras observaba palmo a palmo la habitación, fijó sus vivaces ojos en lo que sería tabla de su salvación. Allí estaba la salida que la ponía cara a la libertad. Saltando, rápidamente, por encima de unas cajas, maría Dondena alcanzó la ventana, encontrándose ya libre.

Era ese el inicio de la parte culminante de la hazaña. Pero, -¿sabía ella que le separaban 400 Km? -¿Tendría fuerzas suficientes para llegar hasta allí? Otra interrogante tomaba cuerpo: -podría ella orientarse? -¿Cómo regresar si ni siquiera había visto por dónde había venido?

Estas preguntas le habían puesto a meditar, llegando quizá a exclamar: -¡No importa, apelaré a las facultades psíquicas propias de los seres vivientes y regresaré!

Convencida, seguramente, de su triunfo, emprende el retorno que había de conducirle a su amado hogar.
Al día siguiente, cuando la señora Romento fue a llevarle algo de comer, encontró que María Dondena ya no estaba allí. Preocupada, miró por todos lados, pensando que posiblemente se encontraba en alguna de las cajas que allí estaban. Pero no, la pequeña ventana abierta aclaró la realidad. ¡Maria Dondena, había escapado!

No sabemos las miles de situaciones que habrá vivido María Dondena. El hambre, seguro habrá devorado su vacío estómago, aunque, mirándolo bien, son cazadores natos y se las ingenian. La reseca garganta pocas veces habrá encontrado agua, la odiada agua, que apaciguara, aunque levemente, su sed. Pero, superior a todo obstáculo, fiel a todo propósito, realizó la hazaña. María Dondena demostraba ser extraordinaria.

Ocho meses después, la familia antigua de María Dondena, veía llegar una gata en el gran patio de la casa. Era una gata maltrecha. Los gatos del lugar, acostumbrados tanto a echar a todo semejante extraño, por el contrario, se le acercaron con muestra de alegría, como aquellos que después de haber fuera por muchos años a un ser querido, a su regreso le reciben con mezcla de lágrimas y alegría.

Los niños fueron los primeros en exclamar: -¡Mamá, es María Dondena! La sorpresa no pudo ser mayor para aquella señora. Una gata que para demostrar el afecto que siente por sus dueños recorre tantos kilómetros, no pudo menos que despertar, en aquella familia, un gran sentimiento de admiración y cariño. Se le tomó una foto, para registrar el acontecimiento.

Con todo cuidado, María Dondena es atendida por la señora Eugenia, que así se llama aquella señora que la había regalado. Con atenciones maternales curó los efectos de tan largo viaje, cuyas huellas estaban a la vista.

Al cabo de algunos días, maría Dondena, pensaba quizá, que ya había realizado bastante en su intensa vida, o, probablemente intuía que ya se había completado el lapso previsto para ese ciclo de vida; con serenidad manifiesta en los hermosos rasgos de su cara, apaciblemente abandona el mundo de la materia para renacer en el del espíritu, satisfecha, seguramente, de su hazaña.

Realmente fue una hazaña. Casos como estos, indudablemente, siembran interrogantes en las mentes de las personas todas. El relato anterior, evidencia que los animales en general, poseen ciertas facultades de índole psíquica, sobre las cuales tienen gran control, y que, en momentos dados, les permiten hacer realizaciones que a la vista de los seres humanos se catalogan simplemente de extraordinarias.

Los seres humanos, en grado extraordinariamente más elevado, aunque similar en naturaleza, poseen esas facultades psíquicas, las cuales, es preciso, conocer, desarrollar y utilizar en mayor grado. Se ha comprobado, según recientes investigaciones científicas, que el ser humano sólo utiliza apenas de un ocho a un diez por ciento su potencial psico-espiritual.

 Quedan, por supuesto, algunas preguntas por contestar en cuanto a cómo lo hizo, qué facultades psíquicas utilizó, qué aspectos sobre el carácter y la personalidad de María Dondena reflejan el relato, así como el hecho de regresar a su antiguo hogar denota determinadas clases de sentimientos o afectos hacia sus anteriores dueños, al lugar al cual ella estimaba que pertenecía y la capacidad de tomar decisiones y elegir donde quiere vivir y la de asumir riesgos tan importantes hasta el punto de no importarle tardar ocho meses en regresar a la que consideraba su casa, al margen de tantas otras ideas que, con su estudio y análisis podrían surgir.

Publicado en el Diario La Prensa, el día 23 de Diciembre de 1969.











viernes, 31 de julio de 2009

EL PODER DE LA PACIENCIA





EL PODER DE LA PACIENCIA

©Giuseppe Isgró C.


La paciencia, como virtud genial, implica previsión de metas y su distribución en el espacio y en el tiempo, con pleno dominio del “know how”, para hacer más efectivo tu logro.
La persona, en la vida, comienza por conocer cuales son los instrumentos que habrá de utilizar en su tarea.
Luego, aprende a utilizarlos y, por último, como hacer la obra que le está encomendada.
Más allá de la obra física realizada, llega a comprender que aún hay más.
Adquiere la conciencia de que su obra complementa la realización de un plan diseñado por el Gran Arquitecto del Universo, bajo cuyos designios, en concordancia con la evolución cósmica, adquiere la sabiduría que la paciente búsqueda y autorrealización le permiten.
La acción individual de cada persona constituye una activa cooperación con el plan rector universal.
En todo momento, es conveniente mantener la calma y la paciencia, organizando los esfuerzos en base a estrictas prioridades, continuando, pacientemente, la acción en pos de la meta con expectativa positiva.
Oportunamente, cuando las propias prioridades coinciden con las del engranaje cósmico, y se sincronice con el mismo, desaparece cualquier eventual bloqueo y todo marchará fluidamente.
La humanidad está embarcada en la nave espacial llamada tierra, de cuyo programa de objetivos colectivos se forma parte, con sus responsabilidades inherentes.
Si se restringe el plan de vida a la propia misión cósmica, se tendrá siempre lo necesario para seguir adelante con éxito.
La paciencia es, en toda persona, -y expresión de vida-, la manifestación tangible de la propia comprensión de las leyes que rigen el cosmos.
Cada uno de los propios talentos puede ser mejorado con esfuerzos pacientes y constantes.
William James hizo una valiosa sugerencia al respecto, cuando dijo: -“….Que ningún joven esté ansioso acerca del resultado final de su educación. Cualquiera que sea la línea de su especialidad, si se mantiene fielmente ocupado cada hora del día laborable, puede dejar, sin riesgo alguno, que el resultado aparezca por sí mismo. Puede contar, con perfecta certeza, que se despertará una bonita mañana para encontrarse a sí mismo como uno de los hombres más competentes de su generación, en cualquier campo que pueda haber escogido”-.
El que persevera, con paciencia, atacando los obstáculos uno a uno, resuelve positivamente todas las situaciones, alcanzando sus metas con efectividad.
Un antiguo aforismo expresa: -“Hasta su hora aguanta el que es paciente, más después se le dará contento. Hasta su hora contiene sus palabras,  y entonces, muchos labios proclaman su inteligencia”.-
La paciencia es una expresión de la voluntad y dominando en el ánimo controla, externamente, todas las cosas.
Adelante.


  






lunes, 27 de julio de 2009

EL HOMBRE, ESE GIGANTE DE LA ACCIÓN - ENSAYO DE JUVENTUD 5





EL HOMBRE, ESE GIGANTE DE LA ACCIÓN


©Giuseppe Isgró C.

-1970-



El hombre, es un ser cuya labor fundamental es labrar evolución, es decir, estados de conciencia más elevados. La naturaleza, desde el principio inmemorial constituye el libro eterno de la sabiduría. El hombre heredó del Creador, ese cúmulo de riquezas, ese inmenso taller Universal, donde experimenta, trabaja, actúa, evoluciona y se hace sabio.

Desde que el hombre inicia su actuación en la escala de valores, comienza desde un grado primario, como un ser sencillo, despojado de toda experiencia y con un mandato del Creador, de acrecentar la Creación y ser maestro de la misma. Él es un centro de energía potencial y un cúmulo de sabiduría, luz y amor en estado embrionario latente. Es decir, es poseedor de una fuerza creadora, la cual va a aprender a usar, para efectuar la transformación continua de las formas en la naturaleza y en ella, su evolución.

Ese valor inmenso de potencialidad y luz que en sí encierra, se encuentra desprovisto de experiencia y es opacado, neutralizado en el momento en que el espíritu toma materia en su primera encarnación.

Es decir, el hombre tiene en sí ese caudal enorme de sabiduría y luz que encierra el Universo, pero falto de experiencia, no la reconoce, o deja de apreciarla, por lo que él va a iniciar su carrera como hombre partiendo del grado mínimo de evolución, -siempre como hombre, en este punto está descartada la teoría de que el hombre ha evolucionado de especies inferiores-, para que por medio de las experiencias y estudio perpetuo él pueda reconocerse a sí mismo y su misión en la naturaleza, a través del cumplimiento de la ley de la Reencarnación y de la Ley Cósmica impresa en la conciencia.

El hombre, es un Universo en miniatura o microcosmos. En él está todo lo que existe en el entero Universo. En la formación de su cuerpo participan los otros tres reinos naturales. El alma alberga los instintos naturales de esos reinos, que representan grados naturales de inteligencia. El cuerpo y el alma del hombre, son complementados por un ente inteligente, espíritu, parte indivisa y activa de ese principio Creador. Ese ente, Espíritu, -dotado de los mismos atributos divinos del Creador- tiene por misión dirigir la acción creadora y evolutiva del Universo. El cuerpo del hombre es un vehículo que permite la manifestación de la vida-espíritu, quien se sirve de aquel para realizar su actuación. Pues, el cuerpo sin el espíritu no presenta signos de vida y el espíritu sin el cuerpo no puede ejercer su labor en las formas físicas de la materia.

Como el hombre es depositario de todo lo existente en el Universo, en porción ínfima, de ahí que él tiene como labor inmediata conocerse a sí mismo, en las partes constitutivas, y de ese conocimiento particular elevarse a lo general, el Universo o Macrocosmos, parte integral que eternamente estudiará.

Con acertada sabiduría expresó Quilón, el Lacedemonio: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios sino conocerse a sí mismo”.

Mientras eternamente el hombre estudia y avanza en sabiduría, se percata de que son tales las magnitudes del conocimiento, por explorar dentro de sí, microcosmos, y del Universo, Macrocosmos, que sabe a ciencia cierta que siempre encontrará un más allá.

El hombre, es como un diamante; cuando inicia su misión, toda su riqueza en valores se encuentra cubierta por corteza; mientras evoluciona, pulimenta la capa que su luz opaca, y se manifiesta el potencial de fuerza y sabiduría que en sí encierra. Pero siempre habrá nuevos horizontes de la luz que alcanzar, porque “siempre hay un más allá”.

El hombre, en su ambiente natural, utiliza como herramientas los elementos naturales con que le ha dotado la naturaleza y desarrolla su labor.

El inmenso Universo es el Taller Universal del hombre. Como en toda empresa, existen normas o sistemas, un orden establecido y condiciones, que se llaman leyes, las cuales ha de conocer y cumplir inexorablemente.

El mismo, en su ser físico, biológica y físicamente tiene ciertas características que reflejan las huellas de esas leyes. Aun cuando el hombre tiene libre albedrío, llega un momento, en su escala evolutiva, en que comprende que, para efectuar una marcha armónica, en ritmo ascendente de evolución, tiene que cumplirlas y las cumple.

El hombre es un ser gregario, es decir, su labor la realiza en conjunto con otros seres y ha llegado a formar lo que llama sociedad. Toda la labor del hombre en sociedad es realizada ayudando y recibiendo ayuda de otros. Todos son el complemento de todos: la sociedad. Cada ser, o individuo, es un grado de fuerza, de progreso, de sabiduría. En el Universo existe una cadena infinita de fuerzas, por grados, partiendo del cero al infinito.

En esta cadena, integrada por entes individuales de fuerzas y grados, cada grado es un factor, cada factor es un hombre. Cada hombre es una parte de la misma, cuya esencia constituye la Fraternidad Universal. Cada uno cumple su cometido. Para que haya armonía de fuerzas, bienestar colectivo, las debe integrar un solo querer unánime; un solo deseo: Un ideal común.

Cuando el hombre no ha alcanzado un estado determinado de evolución, -estado de conciencia- se encuentra deslindado de la solidaridad del conjunto. Para que exista un perfecto equilibrio social, es preciso que las fuerzas individuales estén acopladas adecuadamente.

El hombre, en la tierra, desde las edades prehistóricas, ha venido realizando mejoras en sus relaciones sociales y medios de comunicación con sus semejantes.

A medida que evoluciona, ha ido acoplando sus fuerzas para realizar una mejor estructuración de la comunidad. Grandes obstáculos han sido interpuestos en su avance, de los cuales, unas veces ha vencido, otras ha caído, Pero, parafraseando a Confucio, de lo que hay que vanagloriarse es de levantarse cada vez que se cae. El hombre ha caído, se ha levantado, lucha constantemente, eternamente avanzará.

La unión de fuerzas permite satisfacer mejor las necesidades humanas y les conduce a una realización más efectiva de sus ideales.

Los mismos seres de rango diferente al ser humano, se unen en manada o grupo para subsistir.

Mediante las cualidades que forman la personalidad, el ser humano combina, mejorando, sus relaciones con los demás, en un esfuerzo supremo hacia una mejor armonía.

Constantemente, son adoptadas normas para mejorar esas relaciones, las cuales son regidas, también, por una ley natural que se denomina Afinidad. Ella agrupa a individuos con condiciones y cualidades análogas. Es la ordenadora del Universo.

El hombre, agrupado con sus semejantes, actúa comunitariamente dentro de la naturaleza Universal. Satisface, en esa unión, los imperativos psico-físicos que les caracterizan.

En el inmenso Universo que ha heredado como fuente común de trabajo, el ser humano cumple su misión. Es decir, al mismo tiempo que perfecciona las formas de la naturaleza en una transformación activa se transmuta a sí mismo; su sabiduría y progresa labra.

La naturaleza es el libro eterno que estudiará. Para ello el tiempo siempre es presente. Caudales de conocimientos y sabiduría inagotables se les ofrecen para ejercitar su infinita capacidad de realización. Nada se le oculta; todo está expuesto ante sus ojos. Sólo le limita su propia capacidad de percepción y el estado evolutivo de su inteligencia. En la medida que desarrolla su conciencia perceptiva podrá conocer más y mejor ese hermoso libro y su grandiosa misión. Podrá conocerse a sí mismo y reconocerse en el Creador Universal, armonizándose con los planes que Él trazara para la realización de la Obra y asumir la cuota con la cual desea contribuir.

Por eso, cuando el ser humano vislumbra la realidad que le es inherente, se avoca al estudio asiduo o intenso de todo cuanto le rodea, para mejorar su condición humana y espiritual. En la medida en que la luz se manifiesta libre en el curso del proceso evolutivo, conociéndose a sí mismo, labrando la gran misión con que ha sido investido en su propio ambiente o en el que elige desenvolverse, por su propio peso específico, va adquiriendo conciencia de su condición de co-Creador y activo Gigante ejecutor en la manifestación eterna de la vida.

miércoles, 22 de julio de 2009

El ideal en la propia Evolución - ENSAYO DE JUVENTUD 4















EL IDEAL EN LA PROPIA EVOLUCIÓN

POR GIUSEPPE ISGRÓ C.

…El hombre sin un ideal,
es como la tierra sin sol,
como la flor sin fruto,….
de su letargo precisa despertar,
para, plenamente, vivir -.





La humanidad, hoy como nunca, vive momentos de incertidumbre, de miras equívocas hacia un futuro que precisa exactas definiciones, para imprimirle un sentido cierto al destino humano.
Los pseudo líderes, en su ambición, arrastran tras de sí a los que viviendo aprisa, por las condiciones del medio de vida presente, no se percatan de que viven y de que son envueltos por los ríos turbulentos de las bajas pasiones y negativismos psicológicos, pasándoles desapercibida la existencia del disfrute de un bienestar equilibrado y de una propia evolución controlada. Para esto, como condición fundamental exigida por la naturaleza humana, se requiere la libre manifestación de la conciencia interna del hombre y la formación de un ideal, un ideal común de Amor, trabajo y estudios en las múltiples ramificaciones de la naturaleza y sus manifestaciones en la vida.
Vivir para un ideal es percatarse de las realidades existenciales y constituirse en el guía y paladín de la propia razón y conciencia. En tal virtud, si se alcanza una conciencia plena para la formación de un ideal definido, las fuerzas naturales que gobiernan al ser vendrán en su ayuda creando la condición favorable al fin propuesto.
-“La humanidad, -dice José Ingenieros- necesita fe, pero una fe puesta en el futuro, que no le sirva de consuelo sino de esperanza, que le impulse a luchar activamente contra las causas del mal, que sea fuerza renovadora y no regresiva pasividad”. La fe, para el ser progresista, e idealista, debe significar el conocimiento de las propias fuerzas y facultades, y a la vez, la confianza en el éxito del ideal concebido. A esto, nos completa Joaquín Trincado: -“Sólo las obras hacen fe”; por lo cual se hace obvia la necesidad de ser activos y llevar todo a la práctica y a la experimentación para obtener la convicción de lo que se postula. Resumiendo lo anterior, diremos: Sólo la convicción de un ideal permitirá a un individuo desarrollar actividades que aporten valores en pro de la propia evolución y de la colectividad en que vive.
Sólo de esta manera podrá justificarse delante de la existencia que de él espera el equilibrio de la evolución.
Todo individuo vive de acuerdo a ideas concebidas; en sus actos antepone justificaciones de índole diversas, lo cual demuestra que vive sujeto a creencias que determinan el cauce de su existencia. Las funciones desempeñadas los son por impulsos espontáneos de fuerzas manifiestas de “algo” interno del individuo, a cuya fuente se le denomina conciencia. Si estas fuerzas internas son dirigidas, el ser se torna en auto-dirigente del destino de su existencia. A estas alturas caben las preguntas: 1) Es abstracto e indefinido el destino de cada ser? 2) ¿Es posible gobernarlo? A lo cual podemos contestar que, el destino de todo ser presenta una fase indefinida pero no abstracta, por cuanto se manifiesta gradualmente en el transcurso de la existencia, e inclusive, por una guía interna que refleja las propias tendencias y facultades, se puede determinar el curso a seguir en la vida, por lo cual asentamos: Sí es posible dirigir el gobierno del propio destino. ¿Cómo? Encauzando las propias fuerzas a una meta prefijada por medio de la potencia del ideal manifiesto en la conciencia –intuitiva- de todo individuo.
El ideal máximo que el ser puede forjarse en la vida, es el conocimiento de la misma y de las leyes que les rigen. Quilón, el Lacedemonio, en la antigua Grecia, lo reveló cuando dije: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios, sino conocerse a sí mismo”-. Denota, indudablemente, sabiduría inmensa este eterno pensamiento de Quilón. Pero, a pesar de haber pasado tantos siglos desde que él lo inscribiera en el portal del Templo de Apolo, en Delfos, -¿cuántos se conocen a sí mismos? -¿Cuántos pueden regular sus propias vidas? Solamente aquellos que se han forjado el ideal de la propia evolución.
En el Universo, toda partícula de materia, molécula, átomo, electrón, etc., actúa en el centro y punto de equilibrio que lo determinan las propias fuerzas (vibraciones emitidas por el espíritu elemental de cada elemento o sustancia) y, en ese centro, está en continúo movimiento, por cuanto todo cuanto existe, es debido a un desplazamiento continuo de vibraciones, en cuyo centro se activan en evolución perenne. De ahí la armonía en las funciones de la naturaleza. De igual manera, el ser humano, Microcosmos o Universo en miniatura, tiene su propio centro y funciones específicas a las fuerzas y facultades correspondientes al estado alcanzado en su escala evolutiva. Este mecanismo es regido por la ley de Afinidad con la cooperación de las leyes de justicia, igualdad y compensación, que ubica y reubica a cada ser de acuerdo a la propia suma existencial, progreso evolutivo y estado de conciencia alcanzados en un momento dado. Este proceso se encuentra en constante transformación de acuerdo a cada pensamiento sostenido en la pantalla mental y a la respectiva acción ejecutada.
El conocimiento de las propias facultades involucra dominio de sí mismo y perfeccionamiento continuo del ideal concebido. José Ingenieros, nos vuelve a ocupar, cuando dice: -“En todo lo que existe actúan las fuerzas de perfección. Amar la perfección implica vivir en un plano superior a la realidad inmediata”
En efecto, el ideal de perfección determina la inexistencia de estancamiento y la generación de las fuerzas morales, impulsando a la vez la evolución humana a un plano superior, cuya esencia constituye la razón por la cual existimos.
Se admira a los grandes hombres –y a las grandes mujeres- que en la historia de la humanidad han dejado páginas de heroísmo y valor, por cuyo continuo sacrificio ha sido posible el progreso de los pueblos; sus luchas ante los intereses creados les ha valido, muchas veces, pagar un costo muy elevado en su integridad física, empero, ningún temor fue suficiente para frenar la fuerza de sus ideales renovadores y en todas las épocas en que han vivido han dejado establecido siempre un nuevo avance en la escala evolutiva humana.
La culminación de los grandes ideales, concebidos y llevados a la cumbre del éxito por hombres y mujeres insignes, ha sido siempre el estímulo orientador en el logro de los propios ideales. El ser humano, con sus fuerzas creativas, transforma todo cuanto existe. Visualiza y materializa los matices que harán más expresiva su obra en belleza y sublimidad y es que él, cada vez que crea nuevas formas en la naturaleza, es porque ya alcanzó antes ese estado de realización, cuyo progreso conquistado se reconoce por la magnitud de las obras realizadas; las cuales desarrolla por su misión implícita de evolución, de cuya semilla germinante dotó el Creador en el principio inmemorable, cuya escala evolutiva en la naturaleza toda la observamos. En ella, el ser humano asciende la propia, cuyas etapas supera sólo por la fuerza generadora de los distintos ideales que en forma periódica se manifiestan en la conciencia como deseos e inquietudes cuyos impulsos le llevan a la realización de el ideal en la propia evolución.

EVOLUCIÓN

Sumido en la percepción de un ideal
el ser avanza en su destino;
con su fuerza doblega
las trabas que a su paso se interponen
dándole a todo lo que existe
la expresión que en su mente visualizada
refleja la condición de su existencia.

Es el hombre un ser
de naturaleza en constante transformar,
en su condición de rudimentaria vida
aparente valor no tiene,
pero tampoco diamante alguno
refleja valor en estado bruto,
pero al pulimentar su concha
exterioriza valor inmenso
que a todos cautiva.

En idénticas condiciones
el ser en su evolución
pulimenta las capas que su luz opaca,
trasluciendo la grandeza
de la ya alcanzada evolución.

En continuas y activas luchas
el ser evoluciona
y de saber nuevos horizontes alcanza,
que esa visión les dan del más allá.

Es ley, pues, y en la esencia de la vida
el ser se renueva;
la naturaleza cual madre bondadosa
en su seno le acoge y alimenta,
y en ella desarrolla
condición de creador de formas.
Concibe los ideales que realizarlos
constitúyesele en fin de la existencia
y en ésta visualiza los matices
que harán más expresiva
su obra de evolución.

sábado, 18 de julio de 2009

UNA CALLE DESIERTA, UN HOMBRE CAMINANDO - ENSAYO DE JUVENTUD 3


UNA CALLE DESIERTA,
UN HOMBRE CAMINANDO
19 de agosto de 1970

©Giuseppe Isgró Cattafi


Una calle desierta. Un hombre caminando con lento paso y erguido, cual si mientras caminara fuera pensando en un profundo motivo. Un hombre extraño por su aspecto insólito, traje claro, barba larga y mirar fijo. Va caminando calle tras calle, como si la ciudad dejar quisiera pronto. Mientras se aleja se va acercando al campo también desierto de seres humanos, pero poblado de otros seres, de otra vida. Mientras su paso lento continúa, llegando va a una casa mediana, de aspecto austero, tipo campestre. Llega, abre la puerta y entra. Enciende una lámpara grande, iluminando un interior inesperado y sorpresivo a todo mirador externo que llegara, entrara y observara. El cuadro no puede más que asombrar si uno entrara por vez primera.
Aquella casa sola, de aspecto humilde y sobrio, en el campo profundo del silencio opaco, donde nadie pensar llegaría que a sus paredes adornan grandes estantes de libros varios. Libros de todas clase, filosofía, psicología, ocultismo, espiritismo, teosofía, budismo zen, taoismo, sufismo, clásicos, ensayos, historia, etc.


Un hombre solo en aquella apartada casa en la soledad del campo, rodeado de libros, devorando horas de intenso estudio, escribiendo luego versos, ensayos científicos y filosóficos,  que publica con sonoros  pseudónimos. Cual si quisiera realizar la lúcida idea del sabio Alexis Carrel, de la necesidad de aislarse algunos hombres en intenso estudio, para, en determinado tiempo, compendiar un estudio amplio del hombre.
-¿Quién era aquel hombre, extraño hombre? Su aspecto imponente, su mirada fija, su tez luminosa, su andar firme algunas veces, cabizbajo otras, devorando libros en su extraña casa, hacían preguntar a un supuesto observador: -¿Quién era ese extraño hombre?
Era un hombre sabio quizá. Un psicólogo innato. De día estudiaba en los libros y la naturaleza, con íntimo contacto; de noche estudiaba la ciudad, la gente, mientras ésta dormía. Con la soledad del sueño en la presencia física y la desdoblada compañía de entes invisibles a los opacos sentidos, pero manifiestos al que se ha dado en llamar “Sexto Sentido”.
Mientras estudiaba la ciudad en las desiertas calles, con su imaginación viva y vibrante su saber refinaba. Por eso, en las noches caminaba por las desiertas calles, sosegado, meditabundo, mientras activaba la circulación sanguínea, como lo hacen los sabios hombres en sus largos paseos, que mucho caminan: Mientras caminan piensan. Mientras piensan aprenden. Mientras aprenden perfeccionan su saber.
Cuantas noches observamos en altas horas, por las desiertas calles, algún solitario hombre. Algunas veces un bohemio, otras veces un hombre serio, tranquilo, con paso lento, cual si sereno fuera pensando un motivo desconocido.
Nuestro hombre, solitario hombre, por las desiertas calles, fue escribiendo sus más importantes versos. Mientras caminaba se inspiraba en las luminosas estrellas del estrellado firmamento de moradas sin fin. Se inspiraba en las mansiones suntuosas. En las casas humildes, de los humildes hombres de los rústicos hogares. En las calles que requerían reparaciones, y las avenidas mayor cantidad de árboles. Mientras pensaba se inspiraba, escribía poesías, versos sentidos de la sentida vida de un hombre solo por las sosegadas calles desiertas de la vida. En el eterno retorno hacia la Divinidad, cada ser es el caminante y el camino hacia la eterna fuente. A un cierto momento percibe que es, también, la Fuente. Hay tantos caminos hacia la Verdad Universal como seres existan en los cuatro reinos naturales. En cada uno de esos caminantes, y caminos, se puede observar la presencia acompañante, y vigilante, como pedagogo y eterno motor volitivo, del Ser Universal, Divinidad inmanente en cada ser.
Hay muchos hombres por el mundo como nuestro personaje que por los desiertos caminos de la sabia vida solos caminan. Algunas o muchas veces incomprendidos. En su soledad parecen aprehender la inmensidad sublime, mientras más comprenden que el hombre solo, aislado, poco hacer puede para ayudar al mundo a renovar su faz. El común de los seres desperdician preciado tiempo, desechando las casi desiertas calles que en la tierra conducen a la sabiduría.

Empero, esa soledad es aparente. En la conexión con el infinito, todos los seres suelen vivir en conexión con todos aquellos que al unísono vibran en las mismas ondas de pensamientos, en la afinidad de ideas y propósitos.
Pese a las distancias inmensas que físicamente les separan, espiritualmente se transmiten contenidos mentales que constituyen los adelantos que van alcanzando, cada quien por su lado. Por efecto de la resonancia magnética van influyendo en la conciencia colectiva, estimulando niveles más elevados de progreso, en los cuatro reinos naturales.
Solos, aislados en sus propios ambientes, conectados con sus iguales en apartados y lejanos mundos, en sus niveles forman armoniosas esferas mentales, y un todo, que constituyen campos de fuerzas magnético-espirituales, estados de conciencia y estaciones o grados de sabiduría.
Uno y otros se van retro-alimentando reciprocamente. En cada área de las actividades humanas los que alcanzan la excelencia en sus conocimientos y actividades, conforman lo más excelsos representantes aportando el efectivo servicio, y realizan las obras geniales que sostienen, silenciosamente, al mundo, o cada uno a su respectivo mundo.
 Todos son instrumentos de la Divina Voluntad que los va utilizando para resolver las situaciones que precisan atención prioritaria.
Es la Providencia Universal que actúa y utiliza al más apto, en cada caso. Pero, en todos los niveles, no hay nadie que deja de ser utilizado, siempre y cuando, voluntariamente quiera brindar su aporte.
 Quien así no lo hiciere, por la ley de la necesidad, la vida le encarrila de una u otra forma, ya que todos precisan expresar su poder creador potencialmente infinito. El mecanismo que la ley cósmica utiliza es el de las necesidades, regido por la ley de causa y efecto.
A medida que cada quien va afrontando necesidades de mayor envergadura, expresa en ese mismo nivel y en forma equivalente, el poder que requiere y el conocimiento que precisa, por intuición, por inspiración o por el cultivo de un arte cualquiera, en su respectivo caso.
 Pero, siempre que el ser afronta alguna necesidad, en el grado que fuere, dispone del poder y del conocimiento suficientes para resolverla y aprovechar la oportunidad inherente que la vida le va brindando silenciosamente, en la quietud de la conciencia. Las inquietudes según los tiempos rigen el mecanismo de las necesidades.
Cada quien experimenta su necesidad inherente según el aprendizaje que precisa, y en esa interacción de seres que precisan el aporte de otros para satisfacer sus propias necesidades y resolver las propias situaciones inherentes, se van formando los grupos armónicos, afines, de cooperación, por la ley de la oferta y de la demanda. Con gran agudeza, Jean-Baptiste Say acuñó la ley que expresa: -"Toda oferta genera su propia demanda"; y por ende, toda demanda, su propia oferta.
Es el trabajo silencioso del Gran Pedagogo Universal que por el lenguaje de los sentimientos de los valores universales y la fuerza de empuje y la de bloqueo, se ocupa de educar a cada ser de los cuatro reinos naturales, y orientar sus respectivas acciones, al mismo tiempo, en todos los inmensos mundos del universo.
Una calle desierta. Un hombre caminando. Muchos hombres meditando.

 Publicado en el Diario la Prensa, 19 de Agosto de 1970. Puerto La Cruz, Venezuela.

miércoles, 15 de julio de 2009

¿Por qué necesitamos leer una hora diaria?


POR QUÉ NECESITAMOS LEER UNA HORA DIARIA?

Por Giuseppe Isgró C.

La lectura amplia y variada representa el elemento fundamental para el desarrollo psíquico e intelectual del ser humano.
Las condiciones de la vida moderna sustraen al hombre –y a la mujer- del desarrollo activo de sus facultades mentales y con frecuencia descuida el recurso más asequible: la lectura, para sustituirlo por la televisión, la cual en exceso atrofia los órganos de ciertas facultades mentales. Esto tiende a aminorar la capacidad de iniciativa y hace al individuo más dependiente de los demás. También cabe destacar que, durante la etapa estudiantil , merma la capacidad de aprendizaje.

El ser humano necesita una activa reeducación personal. Precisa enfocar, periódicamente, su atención hacia aquellos elementos que son indispensables para el logro de una personalidad dinámica y para la perfección de los conocimientos que permiten su evolución en la naturaleza y una mayor comprensión de las leyes que les rigen.

Vivimos en un mundo donde estancarse significa quedarse rezagados. No conocernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea es faltar a lo más sublime de nuestra condición de seres pensantes. –“Conócete a ti mismo”, dijo Quilón, el Lacedemonio. El hombre –y la mujer-, en la búsqueda de ese conocimiento lucha durante toda su existencia. La lectura y la investigación son el medio indispensable para la satisfacción de la necesidad que representa un mayor desarrollo cultural o intelectual y una visión más amplia del ser humano en la naturaleza.

¿Qué hace la lectura? Lo veremos a continuación. El cerebro humano está formado por unas doce mil millones –o más- de células llamadas neuronas, las cuales forman las diferentes áreas o centros direccionales (psíquicos) del mismo. Estos centros constituyen el mecanismo de control mediante el cual un ente llamado “psiquis” desempeña las funciones que nos caracterizan como seres pensantes y racionales. Al abordar el individuo los diferentes campos del saber humano, desarrolla activamente a estos centros o áreas psíquicas, cuyo desarrollo hace al ser humano más grande mentalmente, no tanto por los conocimientos adquiridos, sino por lo que el desarrollo en sí representa.

La lectura en sí representa para el cerebro lo que la gimnasia para el resto del organismo. La falta de ejercicio atrofia a los órganos y los degenera, perdiendo éstos capacidad para su funcionamiento normal. La manera de mantener activas y llenas de vitalidad a las neuronas cerebrales –y todo el aparato psico-mental- es mediante un período de lectura no menor de una hora diaria.

Esto contribuye, además, a la adquisición de una personalidad dinámica y definida.

Un axioma de Charles Darwin, dice: -“Toda necesidad crea el órgano y el hábito lo desarrolla”-. En el ser humano está latente la necesidad de una mayor preparación cultural y de un desarrollo activo y contínuo de su personalidad. El medio más asequible es la lectura. -¿Por qué no hacer que un período de lectura de una hora diaria impulsa nuestra naturaleza humana a un nivel más alto de perfección y evolución?.

lunes, 6 de julio de 2009

TRASCENDENCIA DEL KARMA SEGÚN EDGAR CAYCE




Conozcamos a nuestro yo -I-

Por Mary Ann Woodward


-“Porque de cierto os digo, que hasta que aunque pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni tilde perecerá de la Ley, hasta que las cosas sean hechas”-.
Mateo, V:18


-“Empero, más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustarse un tilde de la Ley”-.
Lucas, XVI: 17


¿Cuál es la ley inmutable, a la que se refieren tanto Lucas como Mateo? Es evidentemente la ley de causa y efecto, a la que muchos, particularmente en Oriente, llaman Karma.

Esta palabra “karma”, se usa filosóficamente para indicar las condiciones actuales, nacidas de pensamientos y acciones que tuvieron lugar en el pasado. Su significado sánscrito abarca tanto a la acción como a la reacción (consecuencias). Su significado hindú comprende al trabajo , o a la labor del alma en busca de lograr la unión con Dios. Hoy, cuando pensamos en ella, la vemos como la causa y efecto.


Las interpretaciones psíquicas realizadas por Edgar Cayce explicaban al karma, en sus muchos aspectos y ramificaciones, como “conocer al yo”. La mayoría de nuestros actos y nuestras acciones producen un efecto o resultado inmediato. Habitualmente, tenemos conciencia del efecto de nuestras acciones y las elecciones que hacemos y sabemos si son acertadas o erróneas. Lo vemos en forma inmediata. Debiéramos llamarlo karma “al contado”, por la rapidez con que sentimos sus consecuencias. Se presentan, sin embargo, numerosas circunstancias o condiciones a las que no les vemos causa o razón alguna, a menos que podamos aceptar la teoría de la reencarnación. Por ejemplo: -¿por qué nace un niño en medio de riquezas y abundancia, feliz en un ambiente de amor, y otro cercado de pobreza y el rechazo? -¿Qué es lo que atrae al alma a ambientes tan distintos? -¿Por qué un niño es un genio, y otro un retardado o un idiota? El ser humano clama a menudo en sus circunstancias, como lo hizo Job: -“Por qué ha caído sobre mí esto?”-. 


A menos que se las explique con referencia a existencias o vidas anteriores, estas cosas parecen inexplicables.

Las interpretaciones realizadas por Edgar Cayce sostienen que cada persona es responsable de las circunstancias en la que se encuentra. No es una víctima inocente del ambiente que le rodea: simplemente se está encontrando a sí mismo”-.
-“Lo que siembres, eso cosecharás. Se conocen con frecuencia experiencias en las que los individuos cosechan aparentemente aquello que no han sembrado, pero esto no es más que la visión “aparente” de la entidad, o de quien analiza o estudia los propósitos e ideales relacionados con esos individuos en particular”-. (Lectura 2.528-3; Edgar Cayce).


Cnocer al yo, de acuerdo con la información que nos proporcionan las interpretaciones de Edgar Cayce, es realmente conocer las consecuencias de nuestras propias acciones o actitudes. Esta forma de conocer a nuestro yo, incluye también nuestros pensamientos y emociones anteriores. 


Nosotros reencarnamos, o volvemos a vivir en la Tierra, para enfrentarnos con los resultados que hemos provocado. No sólo tomamos decisiones todos los días, sino que también las hemos tomado en vidas anteriores, y de ellas somos responsables. Tenemos la libertad para elegir, pero debemos tener presente que dentro de cada elección existen elecciones futuras. Las consecuencias de nuestras elecciones y acciones son “la jota y el tilde” con que debemos enfrentarnos. No hay escapatoria.

-“La causa y el efecto son para muchos iguales al karma. Karma es lo que arrastramos con nosotros, mientras que la causa y el efecto pueden existir en una sola experiencia material”-. (Edgar Cayce, lectura 2981-21).


La mayoría de los individuos en estos momentos, interpretan erróneamente las experiencias kármicas; cada espíritu, cada entidad, debería adquirir su propio concepto del destino. El destino está en nuestro interior, o nos viene de la fe, o se nos proporciona como un don de las Fuerzas Creativas. La influencia kármica es, entonces, una influencia rebelde que se alza contra aquellos. 


Cuando se presentan las oportunidades, es la fuerza de voluntad propia de la entidad lo que hay que poner en juego, aquello que la ha separado o la ha igualado a las influencias creativas en las fuerzas espirituales superiores, para hacer por sí mismo ese progreso. Así, pues, hay en todos los contactos la oportunidad para que una entidad, un espíritu, cumpla o encuentre por sí, en la asociación del yo de su alma con las Fuerzas Creativas emanada de la Primera Causa, lo necesario para que esa entidad llegue a la unidad con la Fuerza Creativa. De ahí que, en cuanto al desarrollo total de la entidad, ella siempre está en el camino. (Lectura 903-23, Edgar Cayce).

La vida y sus expresiones son una sola cosa. Cada Espíritu o entidad quiere regresar, y regresa, o cumple un ciclo, como lo hace la naturaleza en sus manifestaciones acerca del ser humano, dejando, haciendo o presentando de este modo –por así decirlo- aquellas verdades infalibles, indelebles, de que ella –la Vida- es continua. Y aun cuando puedan invertirse unos pocos y cortos años en esta o en aquella experiencia, son una sola cosa; el espíritu, el yo interior, que se purifica, que se eleva, para que pueda ser uno con aquella primera causa, aquel primer propósito, para que cobre vida.


Y aunque puedan presentarse aquellas existencias por acá y por allá, cada una tiene sus relaciones con lo que ha pasado antes, y lo que tiene que venir. Y a cada espíritu se le ha dado ese privilegio, esa elección, de aunarse con las Fuerzas Creativas. Y las pautas que se han establecido como señales a lo largo del progreso del ser humano son bien claras.
Nosotros y solamente nosotros somos responsables por lo que somos y por nuestra condición en esta Tierra.


Las interpretaciones de Edgar Cayce indican que la individualidad es la suma total de lo que el espíritu ha hecho con las Fuerzas Creativas e ideales, en sus distintas experiencias en la Tierra. La individualidad cambia a medida que la entidad actúa, piensa y siente en el presente acerca de sus ideales, sus experiencias y sus oportunidades. Los problemas, las condiciones, las personas, todos ellos causan una reacción en el individuo. Cada fase de la entidad tiene atributos separados, que pueden ser tanto físicos como espirituales. También pueden ser uno, y para poder realizar esto, la entidad tiene que emplear la mente. La mente es el constructor, el camino en el cual uno se acerca a lo infinito o a lo material.


Pues no es casual que cada entidad entre, sino que la entidad –como parte integrante del todo- pueda llenar ese lugar que ningún otro espíritu puede llenar tan bien.


De este modo, en cada manifestación material una entidad asume el compromiso de manifestar que ella, como parte del todo, pueda ir armonizándose cada vez más con esa conciencia, glorificándolo a Él (el Creador), por ese motivo, con sus relaciones con los demás, en cada experiencia y en todas ellas.
De este modo, los impulsos latentes o manifiestos son expresiones de un espíritu en las variadas fases de la conciencia. En la estancia material o terrenal, estas hallan expresión o manifestación de un modo tri-dimensional. Cada entidad, de este modo, se ve a sí misma como cuerpo, mente y espíritu. Estas fases representan los tres atributos espirituales que son comprensibles o están comprendidos en lo material. No obstante, como lo mental y lo espiritual van haciéndose cada vez más expresivos, o se controlan más a causa de sus experiencias en la Tierra, la entidad advierte la existencia de otras dimensiones en su estancia física.


Mientras el cuerpo está sujeto a todas las influencias de lo material, puede ser controlado –y también sus emociones- por la mente. Y la mente puede ser dirigida por el Espíritu. El espíritu es aquella porción de la Primera Causa, que halla expresión en todo lo que es imperecedero en la conciencia de la mente o de la materia.


Y ningún impulso sobrepasa a las capacidades mentales y espirituales de un espíritu para elegir el camino que, el espíritu y la mente, puedan seguir.
En lo material, entonces, según pueda expresarse en cualquier medio que un cuerpo haya elegido, este se acostumbra al ambiente de esa particular esfera de actividad, o armoniza con él. Sin embargo, esto puede quedar localizado; o interesarse en el Estado o la Nación, o en lo espiritual, o en sus semejantes, alterando de este modo la forma en que la entidad pueda expresarse a sí misma, aún cuando actúe dentro del ambiente de otros que se dedican a esa particular esfera de actividad. (Lectura 2.533-1, Edgar Cayce).


Cada entidad, cada espíritu, penetra en la experiencia física buscando una finalidad. Esta no es individual, ni de naturaleza egoísta, aun cuando es muy personal en lo que respecta a su aplicación y a su práctica.


Cada espíritu se encuentra constantemente consigo mismo; no solo en lo que con frecuencia llamamos karma o influencias kármicas. Recordemos: La Vida es Dios; aquello que es constructivo crece; lo que es destructivo se deteriora.


Entonces, las fuerzas kármicas, -si la consagración de una vida en la experiencia de una entidad individual CRECE hacia un abrigo de paz y de armonía y de comprensión, o si ustedes crecen espiritualmente, lo harán en comprensión.
-¿Cómo –preguntarán ustedes- podrán saber cuando marchan por la senda correcta?


-¿Cómo? Tu conciencia de Dios, tu Espíritu, condena, rechaza o vacila ante las condiciones existentes en la experiencia del yo mental y material. La mente es siempre la que construye.